MACHIGUA "EL
PETIMETRE"
Personajes fantásticos
de la vida real.
Cetrino y obeso, con diente refulgente de brillo metalizado aunque
sobrio en alhajas, impecable en el vestir, el calzado siempre
reluciente como charolado, cada mañana se le veía
parado muy temprano en la tiendecita vecina, junto al paradero
del bus donde se refugiaba todos los días a leer gratuitamente
el periódico matutino, mientras lanzaba piropos a las
damitas que salían de sus casas rumbo a sus colegios o
trabajos. Este fantástico personaje me enseño grandes
cosas que no he podido olvidar y que han entrado con el paso
del tiempo a formar parte de mi personalidad. Machigua era uno
de esos caballeros que saben ocultar a la perfección cada
una de sus imperfecciones y debilidades, siempre tan bien puesto,
su impecable figura era como un velo milagroso que lo mantenía
incólume ante los demás de los mortales, era un
valentino feo y inculto que poseía un imán indefectible
sobretodo con el sexo opuesto.
Este apuesto dandy de somondoco pertenecía a la high class
de los esmeralderos, podía hacer presencia en los clubes
más exigentes como el más encopetado de los socios,
una palabra suya era casi una orden entre esa sartalada de matones
que practican el oficio de traficantes de gemas, pero no era
miedo lo que inspiraba Machigua, era respeto, un respeto especial
a quienes no lo conocían, porque cuando uno entraba en
contacto directo, sobrepasando los límites del trato convencional
social o estricto de los negocios, sabía perfectamente
que esa no era más que una fachada de lujo, como las losas
de las sepulturas que no permiten ver los despojos que encierran.
No piensen que Jorge Delgado "Machigua" era una bazofia,
no, porque como lo exprese anteriormente él era depositario
de características muy particulares y un método
de vida original que lo hacían poseedor de esa personalidad
subyugante y avasalladora.
Como todo ser viviente solía sufrir de celos, pero los
suyos eran con frecuencia llevados al paroxismo, al extremo de
no poder darle la mano a alguna de sus mujeres, porque nuestro
simpático amigo tenia mujeres de a montón. Era
especialmente organizado en las visitas a sus "señoras",
y en los hogares imponía el respeto de la fuerza. Machigua
gustaba de vivir una vida independiente a pesar de sus múltiples
hogares, mantenía su pequeña oficina en el centro
de la ciudad, pulcra y ordenada, allí recibía a
sus compradores, joyeros, millonarios, extranjeros que venían
por algún ejemplar especial que solo se encuentra es esta
ciudad del planeta, al igual que atendía a los excavadores
que bajaban cada sábado de la mina a vender los chisperos.
Con el aspecto de gran señor, imponía su ley a
todo el mundo. A sus mujeres les proporcionaba un negocio para
su sostenimiento y nunca jamás volvía a darles
dinero, solo hijos; tenían que subsistir de su propio
trabajo en el negocio que Machigua les proveía y controlaba
con la perspicacia del más fiscalizador auditor. Así,
a su mujer principal le tenía una remontadora de calzado
que era el oficio maestro de nuestro amigo, con el que se inicio
desde la infancia antes de probar fortuna con el fructífero
negocio de las esmeraldas, a otra le había puesto una
tienda de abarrotes, una tercera tenía un comercio de
ropa, la única a quien nunca le conocí negocio
propio era enfermera.
Claro que su secretaria era algo especial, siempre trataba de
fuera joven y bella y era la que presumía ante sus amigos,
aunque con la ascensorista mantenía también sus
enredos. La organización era quizás su cualidad
más sobresaliente. Tenia horarios pre-establecidos para
las visitas a sus concubinas, los fines de semana eran para él,
entonces salía de fin de semana con alguna chica de turno,
haciendo alardes de fortuna y poder.
Ninguna de sus mujeres se hubiera atrevido a visitar su oficina
y mucho menos a indagar porqué no acudía al hogar
con la regularidad de un esposo normal. Era el respeto que lo
nimbaba y que hacía parte de su ego interno el que le
permitía salir siempre airoso.
Así como cada mañana salía, siempre a la
misma hora, a leer la misma prensa que nunca compraba, a esperar
la buseta que lo llevara a su oficina mientras se deleitaba flirteando
a las frondosas jovencitas que salían a sus quehaceres.
Así mismo, cada tarde regresaba siempre a las 5 p.m. acudiendo
a una cantinita bien camuflada, pero muy cerca de su casa, a
tomarse dos cuartitos de aguardiente y a departir con su compañero
de turno ya que siempre los rotaba, para obtener información
fresca de todos los frentes. Solo yo pertenecí a su élite
más exclusiva, ya que siempre me buscaba porque le gustaba
departir de temas filosóficos y literarios, también
gustaba escuchar acerca de la historia en general y relatos de
remotos y exóticos lugares, ya que nunca había
viajado como no fuera alguna vez a la zona esmeraldífera
o de vacaciones a la costa atlántica.
Nunca le vi. tomar más de sus dos cuartitos consabidos
de aguardiente, los degustaba pausadamente y a las 10 de la noche
indefectiblemente se encaminaba a su casa, a ese sitio lacrado
al que sólo yo tuve el privilegio de ser invitado. Nunca
lo vi emborracharse, aunque le encantaba el trago.
Sabia de sus celos exagerados pero nunca tuvimos ningún
roce porque en cuestiones de diplomacia yo le daba clases. En
el fondo Machigua me respetaba y me admiraba, por eso llegue
a ser su confidente sin proponérmelo, fue por ello que
conocí los flancos más débiles de su personalidad.
El día menos pensado Machigua desapareció como
por arte de magia, como toda regla tiene su excepción,
supuse algo pasajero, nadie daba razón del petimetre,
ni su esposa sabía de él aunque para ella era normal
que se ausentara varios días a la semana. Trascurrida
casi una semana como a la media noche de un viernes aciago, un
carro se detuvo con las lucen encendidas en frente de mi casa,
sentí claramente el ruido del motor encendido y escuche
piedrecillas contra el cristal de la ventana. Me levanté
apresuradamente y observé en la penumbra la corpulenta
silueta de Machigua, con una toalla alrededor del cuello, que
venía a zancadas en dirección de mi puerta. Conociéndolo
como lo conocía me extraño su vestimenta informal,
la hora del arribo y lo apresurado de sus ademanes. -Hola amigo,
tenga la llave de mi oficina y hágase cargo de ella, no
se cuanto demore en este viaje, es un caso de suma urgencia".-
Le indagué sobre el lugar hacia donde se dirigía
y no tuve respuesta positiva, me dijo que quería mantener
en secreto el lugar de su paradero, que se reportaría
cuando lo estimara conveniente y salió apresuradamente
como había llegado.
La ausencia duró más de dos años.
De lo acontecido durante este intervalo puedo relatarles lo siguiente.
A la mañana siguiente a la despedida y movido por la curiosidad
me dirigí rumbo a la oficina; mientras caminada el corto
trecho que separa el parqueadero del edificio donde esta ubicada
la oficina, comencé a escuchar vagos rumores, la gente
me reconocía como uno de los amigos más allegados
de Machigua y no se atrevían a comentar abiertamente las
inquietudes que los asaltaban, todo eran rumores. Al entrar al
edificio, llamé al ascensor y fue justamente su amiga
quien me interpeló con voz entrecortada, casi sollozando
-"Mataron a Machigua?- que le pasó, usted si sabe,
por favor cuénteme.- a nadie le podía parecer extraño
que yo llegara con llaves a la oficina porque más de una
vez me pidió que le sirviera de interlocutor con personalidades
que iban a comprar valiosas gemas, argumentando que mi cultura
le ayudaba con los exclusivos clientes que acudían a su
bufete. Y a decir verdad para mí era muy provechoso porque
mi negocio de computadoras se vio beneficiado con muchos de sus
clientes, yo acudía encantado porque el beneficio era
mutuo. Aprendí mucho de gemología, conocí
todos los trucos acerca del negocio, hasta formé parte
de la junta directiva de la federación de gemólogos
y llevé a cabo su sistematización.
Sin embargo, el ambiente se notaba muy tenso y mucho más
con las preguntas que me había hecho la ascensorista.
La oficina era un pequeño penthouse en los altos de la
librería Buckholz, rodeada de amplios ventanales que daba
sobre la avenida Jiménez de Quesada, desde allí
se observaba como en primera fila el hervidero de gentes que
de una manera u otra trabaja con este negocio y que van desfilando
desde tempranas horas de la mañana entre las carrera 7
y el pasaje del antiguo banco Cafetero.
Lo primero que hice fue instalarme contra el ventanal para obsevar
si notaba algo extraño en el panorama; mientras descorría
las cortinas pude advertí el movimiento casi unánime
de miles de ojos que se dirigieron justo al percibir actividad
en la oficina de Machigua, como si todo el mundo estuviera pendiente
por algo que para mi era aún un completo misterio.
Cual sería el enigma? Estaba claro para mí que
Machigua estaba vivo. Entonces, la cuatión era la siguiente,
¿Por qué toda la gente se percibía tan conmocionada?
No tuve mucho tiempo de pensar cuando sonó el timbre de
la entrada y escuche por la bocina de megáfono la voz
de la recepcionista solicitando permiso para dejar pasar a dos
visitantes, sus nombres no me eran para nada familiares, pero
la compañía que anunciaron "El Cerrejón"
era por todos conocida, es la mina de carbón a cielo abierto
más grande del mundo y esta situada en la península
de la guajira a más de 1.000 kilómetros de la oficina.
-Que sigan por favor- ordené a la joven. El lapso que
transcurrió mientras el ascensor hizo los 8 pisos que
lo separaban de la recepción me pareció eterno,
no sabía quienes eran ni para que venían estos
caballeros. Por mi mente pasaron miles de fantasmas, sabía
que el Cerrejón esta repleto de gringos que venían
a comprar esmeraldas, pero a estos nunca los había oído
mencionar. Cruzaron rápidamente el frontispicio y con
ademanes gentiles me pidieron que les mostrara las gemas de mayor
pureza. -que ninguna tenga menos de 3 quilates fue su solicitud-.
Aunque yo sabía del negocio, no tenía la clave
de la caja fuerte y mucho menos podía uno hacer este tipo
de transacciones si no contaba por lo menos con un guardaespaldas
vigilando la puerta.
-Lo lamento, señores, ustedes saben que estos negocios
no se realizan sin una cita previa- me apresuré a responder.
- cómo si nosotros hicimos una cita desde hace varos días
con el señor Delgado, lamentamos llegar con un par día
de retraso, pero la avioneta de la compañía tuvo
un desperfecto y nos retrasamos 48 horas, que pena! Esperamos
que eso no sea un obstáculo, estamos con el tiempo medido,
a las 3 PM salimos para nueva york y nos urge llevarnos esas
gemas. mire usted las reservaciones- Aclaró el interpelado
mostrándome dos tiquetes de American Airlines.
-En verdad lo siento mucho caballeros pero no puedo hacer nada
por ustedes, el Sr. Delgado no esta y no conozco la clave de
la caja fuerte. Asi que no va a ser posible hoy porque el salió
de viaje. Será en otra oportunidad.-
Entre apenados y malhumorados por no poder concretar la negociación
se despidieron solicitamente y abandonaron el lugar. Ninguno
de los dos tenía aspecto de gringo, pero mostraron ademanes
finos, era gente culta sin lugar a dudas.
Acto seguido y en el mismo instante en que se retiraban los compradores
el ascensor trajo consigo y sin previo aviso a tres individuos
de aspecto rústico y ademanes fuertes.
-Donde esta Machigua?- preguntó el más chaparro
que no medía más de metro sesenta y que tenía
una barba espesa y rubia cana. Con este chaparrito venía
otro individuo enjuto y callado con aspecto siniestro y que yo
había conocido en otra oportunidad, era de los que aparecían
de la mina los fines de semana a vender los chisperos, al tercero
se mostraba tendo y malhumorado y tampoco lo conocía.
La verdad yo acabo de llegar y no se donde está el Sr.Delgado,
desde la semana pasada me pidió venir a su oficina a reparar
su computadora y hasta ahora tengo tiempo, no se de él,
tal vez si pregunta en la recepción, abajo-, me apresuré
a decir.
-Claro que si puedo ayudarles en algo, con gusto veré
que puedo hacer.-
-Lo que sucede compadre-, me replicó el calladito agrestemente-
es que me parece que ese man se nos esta escondiendo-.
-Lo lamento amigo, en verdad no se de que me esta hablando- repuse.
Desde la semana pasada le trajinos a Machigua varios lotes de
piedras de la mejor calidad dizque para unos gringos de una compañía
americana que iban para los Estados Unidos, nos dijo que hace
3 días era la cita para la negociación y desde
entonces no aparece, como usted se puede imaginar esa mercancía
tan valiosa es de varios guaqueros y nosotros la pedimos prestada,
así que somos los responsables y si Machigua no aparece
a nosotros nos toca cancelar esa millonada o si no nos matan,
y la verdad no tenemos el dinero para pagar, siempre que hemos
negociado con Machigua mandamos dos compañeros con él
a mostrar la mercancía y ahora no aparece ninguno.- y
si nos robaron? Pues que sea la guerra, no nos vamos a morir
solos!-
-Lo siento señores, la verdad yo no se que está
pasando, pero si lo veo con mucho gusto yo le digo que ustedes
vinieron, la verdad tampoco lo he visto desde la semana pasada.-
Mentí.
Salieron renegando entre dientes y lanzando frases amenazadoras
que no comprendí claramente.
En tan pocos minutos habían transcurrido tantas cosas
y sin embargo no tenía ni la más mínima
idea de lo acontecido. Me quede un rato pensando tratando de
hilar los acontecimientos y entreví que jorge había
negociado unas esmeraldas muy finas con los mineros para unos
clientes gringos que supuse eran aquellos que entreviste con
días de retraso. Sería que Machigua se había
escapado con la mercancía? Porqué llego a mi casa
a media noche tan apresuradamente como si lo persiguieran y con
tanto misterio?
Estaba claro que todo el mundo intuía muchas conjeturas
dado lo tenso del ambiente. Pero en realidad cual sería
la verdad de los hechos? No tenía ni la más remota
probabilidad de conocerla si no existía ningún
testigo, los dos guardaespaldas estaban desaparecidos. Porqué
no estuvieron con Machigua la noche de la escapatoria? Porque
él iba completamente solo. Y de donde sacaría ese
carro? Yo nunca le había visto un carro, a pesar de su
aspecto pudiente siempre lo vi montando en bus o máximo
en taxi; hasta imaginé que no sabría conducir?
Ese día fue muy tirante y pesado, la gente en la calle
me miraba con animadversión, me sentía casi culpable.
Y la ascensorista continuaba insistiendo que le contara lo que
yo no sabía.
Así pasaron varios días, los guaqueros venían
a diario y cada vez más amenazadores, a tal punto que
lograron intimidarme a pesar de mis mejores deseos de tranquilizarlos.
Pero es muy difícil intentar tranquilizar a un condenado
a muerte.
Les propuse visitar la comisaría y denunciar la desaparición
de los tres comerciantes, pero la ley de los esmeralderos reposa
en su propia palabra, no creen en ella porque su ley la hacen
ellos mismos. La última instancia es a sangre y fuego.
Con la ascensorista estaba haciendo lo propio tranquilizándola
con arrumacos que terminaron como terminan todas esas cuitas
femeniles, en la cama, por último ya nunca más
volvió a preguntarme por Machigua sino cuándo era
que la iba a llevar a vivir conmigo; la chica era muy bonita,
rubia de ojos claros, carnes turgentes y unas piernas de exhibición,
pero la historia no me permitía considerar esa posibilidad.
Entre mi reía pensando si el fugitivo se enterara de mis
devaneos con su ascensorista, estaba seguro que sus celos no
los hubiera podido controlar.
La situación se puso extremadamente tensa a tal punto
que si no fuera por estar de marrulero con la ascensorista, nunca
más hubiera pensado en volver a aquella oficina del demonio
y opté por acudir a la policía.
Me dirigí al D.A.S. Departamento Administrativo de Seguridad
que controla los agentes encubiertos y donde tenía un
amigo de la universidad, que decidió por hacer carrera
policial y ostentaba el cargo de subdirector.
Entré a la delegación que estaba situada en el
parque de los Mártires, los de la independencia, no los
que ha desencadenado ese dichoso cuerpo en la historia moderna.
Subí por una escalera amplia de mármol como de
palacete en decadencia; iba cabizbajo y meditabundo pensando
que decir a mi mayor Tejelo cuando tropecé ipso facto
con él. Nos saludamos efusivamente como en los tiempos
de camaradas en la universidad, me llevó a su oficina
y averiguando de inmediato el motivo de mi visita. De manera
sucinta le puse al tanto de lo acontecido y de cómo estaba
yo medio involucrado en el caso. Sin mediar palabra levantó
el auricular de la extensión telefónica e invito
al director general el coronel Peláez a su oficina.
No habían trascurrido ni dos minutos cuando el coronel
se hizo presente, me miro detenidamente y me dijo a quema ropa
- Qué hace una persona como usted con esos elementos?-
la pregunta me tomó por sorpresa y entrecortadamente le
recité miles de motivos, como que la oficina del desaparecido
era un punto de referencia importante para conseguir clientes
para mi compañía de software y equipos de computación.
Creo que el coronel quedó satisfecho con mis explicaciones
y paso seguido comenzó a relatarme una historia que yo
ni imaginaba en lo más mínimo hasta ese momento.
Me dijo que el Sospechoso Jorge Delgado Alias "Machigua",
había estado allí colocando una denuncia por robo
y que temeroso por su vida había puesto en conocimiento
del uniformado su intención de irse por algún tiempo
de la ciudad y manifestó haber dejado 5 millones de pesos
a la intitución para que los encubiertos se dedicaran
en cuerpo y alma a la total investigación y esclarecimiento
del caso. También les dijo que se estaría reportando
periódicamente para estar al tanto sobre el caso y aportar
pruebas y detalles complementarios que fueran importantes para
su desarrollo.
La historia que me relató el coronel y que a su vez escuchó
de labios del propio Machigua fue la siguiente.
A los 30 días del mes de Agosto del año en curso
de 1989 se presentó de manera libre y voluntaria el señor
Jorge Delgado identificado con cc. 19 888.000 de Firabitoba.
conocido también con el seudónimo de "Machigua"
y relató los siguientes hechos. El día 28 de agosto
recibí una llamada telefónica desde puerto Portete,
principal centro carbonífero nacional, situado en la peninsula
de la Guajira, donde se encuentra ubicada la compañía
"El Cerrejón" consolidada por la Morrison Knudsen.
Me contactó el Sr. Helmut Cohen y me hizo saber que necesitaba
un lote de esmeraldas "gota de aceite", sin jardín,
ni tratamiento que alterara de manera alguna su grado de pureza,
expresó además que el lote en cuestión no
debería contener gemas de menos de 3 quilates cada una
y que estaría dispuesto a pagar hasta 50 mil dólares
por quilate. Necesitaba llevar a los Estados Unidos por lo menos
100 piedras de las características antes citadas. También
me expresó el Sr. Cohen que el pago se efectuaría
en efectivo con moneda americana, que llegaría dos días
después en un avión privado de la compañía,
se hospedaría en el Hotel Tequendama que está ubicado
estretégicamente en el centro internacional de la ciudad
capital y que por su condición de centro de multitudinario
y de negocios sería el punto perfecto y confiable para
realizar la transacción. A continuación expresó
el Sr. Delgado que debido al alto grado de pureza y las características
exigidas de la mercancía, era imperativo congregar un
grupo de guaqueros con los cuales lograr reunir el lote de gemas
seleccionado que pedía el americano, motivo por el cual
procedió el interpelado a citar en su oficina del penthouse
de la cra. 8 con la calle 15 esquina en los altos de la afamada
librería Buckhoz a los Señores Eduardo Bustos,
alias "Barba Roja", Jorge Castañeda, alias "El
flaco", y a Carlos Larrañaga Alias "La Loca
Carlota" a quienes encargó la dificil tarea de reunir
entre los mineros de Cosquez y Pachavita el lote en cuestión.
Al día siguiente regresaron los mineros con 500 quilates
de esmeraldas de las características exigidas y otros
200 quilates en "gabuchones", que aunque no fueron
solicitados por el americano, querían dárselos
a conocer daba la belleza natural de esas semiesferas perfectas,
raramente conocidas por los joyeros internacionales y que no
requieren de talla ya que su pulimento es completamente natural.
Procedió, a decir del Sr. Delgado, a ponerlas en su caja
fuerte y acordaron volverse a juntar al día siguiente
como a la hora de almuerzo para esperar la llamada del americano
y proceder a complir la cita en el hotel convenido para llevar
a cabo la transacción.
Al día siguiente se reunieron según lo pactado
a las 12m. en las oficinas del Sr. Delgado. Como a l:30 p.m.
recibieron cumplidamente la llamada del Sr. Cohen diciéndoles
que lastimosamente por causa de fuerza mayor debido a una avería
en la aeronave, tuvieron que realizar un aterrizaje de emergencia
en el puente aéreo. Expresó además, que
su acompañante había sufrido un colapso cardíaco
y habían tenido que hospedarlo en casa de un amigo suyo
muy allegado y confiable en el barrio de los álamos aledaño
al aeropuerto, y que si no había ningún inconveniente
y por lo corto del tiempo por tener que salir ese mismo día
para los Estados Unidos, se reunieran en la dirección
74-74 de la Cra. 74 a dos cuadras del parque de industrial. El
Sr. Delgado puso en espera al americano mientras concretaba con
los tres caballeros dueños de la mercancía quienes
aceptaron el trato pero con la condición que ellos no
podían acudir a la cita personalmente, pero en su reeemplazo
enviarían a cuatro de sus más leales guardaespaldas
para que sirvieran de escolta al Sr. Delgado. El americano aceptó
la condición. De inmediato machigua y sus colegas se dispusieron
a salir, tomaron la mercancía de la caja fuerte, montaron
un campero blanco de propiedad de Jorge Castañeda y salieron
dispuestos a recoger a los guardaespaldas para dirigirse a la
mencionada dirección en el barrio de los álamos.
Tan pronto llegaron, estacionaron el carro frente a la casa marcada
con el No. 74-74 de la cra. 74 se apearon, el Sr. Delgado y dos
de los guardaespaldas acordaron entrar a la casa a realizar la
negociación, mientras los otros dos se apostarían
discretamente en el exterior de la residencia a vigilar cualquier
irregularidad que pudiera presentarse. Ya en el interior de la
casa fueron amablemente recibidos por el Sr. Cohen, procedieron
a entrar a una habitación donde se encontraba otro caballero,
al parecer también americano pero de rasgos achinados,
que se encontraba recostado en el lecho con supuestos síntomas
de haber sido afectado por la implacable altura de los andes.
Posteriormente se dirigieron a la planta baja y procedieron a
sentarse en la sala principal disponiéndose a estudiar
la mercancía para escoger las piedras que serían
parte del lote a negociar. Cuando estaban celósamente
examinando las piedras, separando las que a ojos vista se apreciaban
de la mejor calidad, intempestivamente la puerta de la calle
fue abierta abruptamente, sonaron varios disparos como de metralleta
y entraron haciendo alarde de fuerza varios elementos uniformados
de la policía nacional que traían encañonados
con miniuzzis a los dos escoltas que se habían apostado
afuera en actitud vigilante. Los policías hicieron tender
a los comerciantes en el piso expresádoles que se encontraban
realizando un operativo antidrogas. El sr. Delgado visiblemente
asustado les hizo saber que ellos estaban negociando piedras
preciosas y no cocaína como lo gritaba de manera altisonante
quien parecía ser el jefe de los uniformados. dominada
la situación procedió el capitán que coordinaba
el allanamiento a ingresar al cuarto del enfermo de donde regresó
momentos después con un maletín que contenía
varios paquetes de polvo blanco y muchos fajos de billetes de
100 dólares. - Con que no estaban negociando drogas? malditos
traficantes!- vociferó el uniformado y a punta de culatazos
asieron bruscamente por el brazo al Sr. Delgado quien fue encerrado
en el baño auxiliar al lado de la cocina. Le hicieron
saber que permanecería allí separado de los demás
para que no intentaran nada en conjunto mientras llegaba otra
unidad judicial que los conduciría a las instalaciones
de la Sijin donde serían retenidos, para ser luego remitidos
por orden juzgado pertinente que se haría cargo de su
suerte a la penitenciaría nacional de la Picota. Amedrentado
como estaba por el despliegue de fuerza y armamento que ostentaban
los uniformados, el Sr. Delgado procedió a quedarse inmóvil
en el estrecho cubículo, mientras afuera se escuchaban
siseos de voces que vociferaban toda sarta de improperios; propinando
golpes fuertes, que según el informante parecía
como si estuvieran destruyendo las puertas y el mobiliario en
busca de lo que se imaginó cocaína. se oían
tambien acallados murmullos de gemidos lastimeros que aterrorizaron
aún más al confinado. después de como una
media hora prosiguió un silencio largo; pasaron así
innumerables minutos, calculó quizas como más de
una hora en que no se atrevió ni a moverse, mucho menos
a salir, por miedo a que lo estuvieran vigilando solapadamente.
Pensó en sus compañeros escoltas, que habría
sido de ellos? Después de mucho tiempo transcurrido en
que permaneció aterrado e inmóvil se le ocurrió
hacer ruidillos disimulados con los pies contra la puerta para
llamar la atención, los repitió una y otra vez
sin obtener respuesta. Optó entonces por salir, lentamente
entreabrió la portezuela del baño en que se encontraba
recluido, no vio a nadie, caminó sigilosamente sobre la
punta de los pies para hacer el menor ruido posible, sin detectar
absolutamente nada ni a nadie, la soledad era categórica,
se dirigió nerviosamente a la puerta de la calle, la abrió,
y salio en volandas hacia el primer lado que se le ocurrió,
todo estaba desierto, ni gente, ni carros, la calle se encontraba
totalmente vacía como si se hubieran puesto de acuerdo
para evacuarla. Corrió como tres cuadras, atravesó
el parque a zancadas, sudoroso, atisbó chicos jugando
el futbol en la cancha aledaña al terreno semidesnudo
que servia de límite con la pista de aterrizaje del puente
aéreo. El panorama se mostraba normal, como si nada estuviera
pasando pero no se aventuró a comentarlo con nadie. Siguió
caminando ensimismado y derrotado, lentamente, hasta que la penumbra
de la noche comenzó a caer sobre su adolorido cuerpo,
mientras los aviones de tanto en tanto aterrizaban ululantes
en medio de una hilera de luces que le parecieron de navidad.
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