EL
ORIGEN DE LAS SIRENAS
Se
cuenta que nacieron con la cabeza y el rostro de mujer, el cuerpo
de ave, y dotadas de una maravillosa y seductora voz. Tan bellas
eran, que se atrevieron a competir con las Musas, y en la pelea,
éstas las derrotaron y les arrancaron las plumas. Llenas
de vergüenza por la derrota, se retiraron a las costas de
Sicilia, donde cambiaron sus alas inservibles por una larga cola
de pez.
Difícil
es dilucidar el verdadero origen de las sirenas. Dejando a un
lado a las antiguas sirenas con forma de mujeres-ave, se dice
que la primera mujer-pez conocida fue Atargatis, la diosa de la
luna, protectora de la fecundidad y el amor. Atargatis, perseguida
por Mopsos, se sumergió en el lago Ascalón con su
hijo, y se salvó gracias a su cola de pez. Esta leyenda
se confunde con la de la diosa siria Derceto, que también
se arrojó a las aguas del mismo lago, después de
matar a uno de sus sacerdotes y abandonar a la hija de ambos en
el desierto. Derceto recibió la cola de pez como símbolo
de su pecado, y su hija, criada por las palomas, se convirtió
en Semíramis, reina de Babilonia.
También
puede encontrarse una semejanza con las sirenas en la diosa Afrodita,
hija del semen de Urano convertido en espuma de mar, que fue diosa
del amor y protectora de los marinos. Su espejo ha sido heredado
por toda la estirpe de sirenas.
Para
buena parte de los sabios griegos, sin embargo, las sirenas tienen
por padre a Aqueloo, un río personificado en figura de
hombre con cola de pez. En cuanto a la madre, la confusión
crece: puede ser la diosa de la memoria, o alguna de sus hijas,
las musas. Quizá las sirenas sean hijas de la Elocuencia,
de la Danza, de laTragedia o de la Música. Hasta podrían
ser hijas de Ceto, la ballena.
OCEANIDAS
Y NEREIDAS
El
dios Océano y su hermana Tetis tuvieron trescientas hijas,
las Oceánidas, que luego se extendieron por todos los mares
y los abismos marinos. Una de ellas, Dóride, fué
madre de otras cincuenta ninfas de agua, las Nereidas, llamadas
así en honor a su padre Nereo, de la raza de los Viejos
del Mar, creada también por Océano y Tetis.
Las
Nereidas habitan en el Mar Mediterráneo, y cada una de
ellas representa una de las formas de este mar. Por ejemplo, Talía
es la sirena verde, y Glaucea, la azul. Dinamenea simboliza el
vaivén de las olas, y Cimodaré, la calma. Una de
las Nereidas, Anfitrite, fue amante de Poseidón y madre
de los Tritones. Las Nereidas protegían a los barcos, y
no cantaban para atraer a los marinos, sino para complacer a su
padre. Los antiguos describieron a las Nereidas con el cuerpo
cubierto de escamas y formas de pez. A partir de aquí,
el mito de la Sirena fue creciendo por todo el mundo como las
ondas en la superficie calma del agua...
SIRENAS
HISTÓRICAS
Hasta
en los mapas del Renacimiento podía leerse la frase Hic
sunt sirenae(Aquí están las sirenas) escrita
en medio de las áreas destinadas a los océanos.
El hombre que surcó el Atlántico, Cristóbal
Colón, también asegura que él y sus hombres
las vieron, aunque no tan bellas como cuentan las historias. Muchas
crónicas de reyes refieren la existencia de sirenas capturadas,
y aún cercanos nuestros días navegantes y exploradores
relatan encuentros con mujeres marinas, como una que apareció
en la Antártida en 1823 u otra en las Bahamas en 1869.
La primera tenía los cabellos verdes, la segunda, azules.
Sin ir más lejos, en Liérganes, municipio español,
existió un hombre-pez, y circulan rumores de otro ser de
estas características en el río Ebro.
SIRENAS,
CANCIONES Y LEYENDAS
"Encantan
a los mortales que se les acercan. ¡Pero es bien loco el
que se detiene para escuchar sus cantos! Nunca volverá
a ver a su mujer ni a sus hijos, pues con sus voces de lirio las
sirenas lo encantan, mientras que la ribera vecina está
llena de osamentas blanqueadas y de restos humanos de carnes corrompidas..."
Este texto escrito hace 2.800 años es probablemente el
origen de la más antigua y conocida de las leyendas: las
sirenas que atraen a los marinos con sus voces mágicas,
y hacen encallar los barcos y ahogarse los tripulantes. Homero
lo imaginó así, y así nos lo contó
en La Odisea.