|
El simbolismo del Aguila
(Por Esteban Ierardo)
|
El
águila: erupción de dignidad, libertad y fascinación.
Ave majestuosa entroncada con el sol, la tormenta, el ímpetu
guerrero, el triunfo del espíritu sobre la materialidad
inerte. En este momento de Simbolismo animal de Temakel, intentaremos
respirar cerca del gran pájaro. Primero recordaremos los
ancestrales sentidos simbólicos del águila; y, luego,
meditaremos sobre el humano hechizado por el anhelo de asemejarse
al pájaro soberano de las alturas.
- De
las fauces del sol emerge un aleteo remoto. El Rey de las Aves
nace del gran fuego celeste. Su hogar es lo alto. Desde la cima
de la bóveda, la tierra es lejana. Pero el ojo aguileño
acerca lo distante. Y las alas del gran pájaro planean
con suavidad. Acicalan dulces rumores de aire; intuyen, anticipan,
los senderos del viento. Y, acaso en el mediodía, el ave
del pico ganchudo y las garras ásperas, baila en círculos.
Esculpe una ronda circular sobre el mar y los suelos. Y la familia
de símbolos de los hombres espolvorean sus plumas.
-
En el lenguaje de los jeroglíficos egipcios, la letra A
se representa con la imagen del águila. Su significado
es el calor vital, lo diurno, el origen. La existencia del ave
altiva es a pleno sol; de ahí su parentesco con el aire,
el fuego, y su asociación con la fuerza fecundante masculina,
con la figura del padre. El águila atisba de un extremo
a otro el horizonte, por lo que para los hititas es la divinidad
solar omnisciente. Su opuesto es la lechuza, pájaro de
la oscuridad nocturna y la muerte.
-
El águila es poder que desciende
desde lo alto con la velocidad del relámpago. Es potencia
que se abate feroz sobre la víctima. Es, por tanto, fuerza
guerrera. Los influjos bélicos, las virtudes combativas
del gran ave, relucen en los escudos de armas y emblemas nacionales
de reyes alemanes, duques de Baviera, Silesia y Austria, los margraves
de Brandeburgo y los reyes de Polonia. El águila como símbolo
heráldico fundamental. En la heráldica europea existe
también la costumbre de la representación del águila
bicéfala, doble águila. En 1433, el pájaro
de dos cabezas, asociado con la deidad romana Jano, se convierte
en blasón de los emperadores romanos-germánicos.
Luego de la disolución del imperio es símbolo del
Imperio de Austria (hasta 1919), y de la Rusia Zarista (hasta
1917).
-
En el Aventino, Rómulo contempla un águila. La estima
señal de buen augurio. El ave se convierte luego en estandarte
y emblema del Imperio Romano. Para los chinos el pájaro
altivo es vigor, fortaleza; al aparecer sentado sobre una peña
simboliza al luchador que aguarda un combate decisivo. Quauhtli
(águila) es el nombre del decimoquinto de los veinte signos
del calendario azteca. El nacido bajo su influencia promete futuras
cualidades guerreras. El águila es también el ave
imperial de los aztecas. El antiguo pueblo dominador y sacrificador
de Meso América posee la Orden de Águilas y los
jaguares, su aristocracia guerrera. En el siglo Xll, los aztecas
descubren un águila que se posa sobre un cactus. Esta es
la señal del lugar donde erigirán Tenochtitlán,
que brilló donde hoy se emplaza la actual capital de México.
- El
águila es luz vencedora de las potencias oscuras. En este
rasgo simbólico se manifiesta como matadora de serpientes
y dragones. Serpientes enrolladas en el pico aguileño aparecen
en el blasón de México. En la India, el águila
es Garuada, que lucha contra la serpiente. La iconografía
cristiana expande la significación del pájaro de
mirada ceñuda como bien triunfante. Se asocia con el evangelista
Juan, el profeta Elías y el Cristo resucitado. Su vuelo
hacia la altura se lo relaciona con la Ascensión de Cristo.
El águila deviene así mensajero celestial. En la
India le llevaba el soma a Indra. Para San Jerónimo es
emblema de la elevación propiciada por la Oración.
- El
águila y la renovación solar: en antiquísimos
sepelios reales, el cadáver del soberano es obsequiado
a las llamas. Mientras el fuego consume los restos, se hace volar
un águila, vehículo alado del alma del muerto en
su viaje hacia los dioses; hacia el sitio celeste de una resurrección.
La fusión del águila con el sol y sus rayos propicia
la alquimia de su rejuvenecimiento. En la Siria Antigua, el águila
con brazos humanos simboliza la adoración del sol. Según
el decir de Hohberg, en 1675, "...cuando sus plumas se vuelven
incapaces para el vuelo, el águila se rejuvenece y renueva
en la llama del sol". El gran ave también puede rejuvenecer
lanzándose tres veces sobre el agua; de ahí su vínculo
con el Bautismo y las pilas bautismales.
-
En el águila late el ojo ígneo
de la visión. Lo visionario. Para algunos Bestiarios, el
ave altiva puede escrutar intensamente el sol, sin enceguecerse.
Signo de la familiaridad entre el ojo aguileño y el fogoso
rayo solar. En los vitrales góticos, el águila eleva
a sus polluelos aun no aptos para el vuelo, para enseñarles
el modo de contemplar el esplendor del Astro Rey.
-
La mirada aguileña siempre se expande hacia la lejanía.
Su voluntad se entrelaza con lo remoto y se desentiende de lo
cercano. La visión del gran pájaro no es sólo
poder de acercamiento físico a lo distante; es visión
preñada de agudeza intelectiva, de "pensamientos de
águila". El influjo de ese pensar sobre los humanos,
los desvía de la vida cotidiana, los impele a colisionar,
con mordacidad y firmeza, contra lo instituido. Los consagra al
inconsciente hechizado por el águila y sus vuelos del espíritu.
- Y
el águila planea ágil en el nervio de la tormenta.
En las antiguas monedas macedónicas, se acuña la
estampa aguileña como expresión del rayo. Su capacidad
de elevarse en las alturas, y luego de descender en fulminante
caída, es relacionada con la descarga fulminante del rayo.
Es así el pájaro de la tempestad. Los indios de
la costa noroeste de Estados Unidos representan al águila
como Thunderbird, el pájaro de trueno. Al combatir con
las espíritus del mundo de los muertos provoca las tormentas.
Incorporada a los postes totémicos de los clanes, alude
al fundador mítico del grupo.
-
Y el gran pájaro, con su vuelo de alas nítidas y
rudas, es indicio también de lo que pude volatizarse, sublimarse,
hacerse sutil. El águila como símbolo de la volatilización.
Cuando el ave solar devora al león, significa el triunfo
de la imaginación y el espíritu sobre el caos material.
Es volatilización, sublimación, del impulso instintivo
y terrenal.
-
El símbolo muta la mudez posible
de las formas. El desierto puede recluirse en su vastedad estéril;
el océano diluirse en sus planicies amorfas de líquido,
y los bosques extraviarse en sus apelotonados collares de árboles.
Pero lo simbólico permite que el desierto, el mar y el
bosque, se excedan a sí mismos, y se liguen con un sentido
superior y universal.
-
Y el águila surca el cielo y cosecha en las tierras celestes,
semillas de sentidos. El cielo surcado por su majestad no puede
ser ya espacio neutro, mudo, inexpresivo. El ave del escrutar
incisivo inventa sobre los crepúsculos, castillos de significaciones.
Para habitar en aquel lugar celeste, habría que ser como
águila. Ser como el pájaro de la tormenta. Ser respiración
humana animada por la agudeza de una visión; por la decisión
de un salto audaz; por el coraje guerrero y la mística
de la adoración del sol y la renovación.
-
Ser como águila. Ser triunfo sobre
el peligro de la materia fangosa, sin conciencia; ser luz expansiva
y habitante de la altura que vence al dragón del caos;
rugido poderoso y creador de la tormenta; danza del espíritu
sutil sobre piedras pesadas y sin amor a lo lejano.
-
Ser como águila: alas y el ojo, en los que el pensamiento
asciende a la nube más secreta.
|
|
|