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Mit Nordica

Thor y la serpiente de Midgard




Thor era un tipo inestable y, al poco tiempo, marchó dispuesto a dar con la serpiente Midgard para matarla. Emprendió la marcha solo y a pie. Llegó por fin a la región habitada por los gigantes de las aguas y se albergó en casa del gigante Hymir, señor de los hielos que, al día siguiente, se dispuso a ir de pesca. Thor quiso acompañarle.

- Poca ayuda podrás prestarme - indicó el gigante - pues eres joven, de talla menguada. Piensa que acostumbro a ir muy lejos y puedo quedarme mucho tiempo en lugares donde tú podrías quedar helado.

Thor no se mordió los labios:

- Puedes ir cuan lejos quieras. Ya veremos quien desea retornar antes al punto de partida - y al decir esto, se le había encendido tanto la sangre, que ya agarraba fuertemente su martillo para asestar golpe. Pero consideró que debía contenerse. Y preguntó a Hymir qué cebo podía utilizar.

El gigante le contestó que podía poner el cebo que quisiera. Thor se dirigió a la manada de Hymir y seleccionó al buey más gordo y fuerte. Le arrancó la cabeza para llevársela como cebo a la embarcación de Hymir.

Los dos navegantes se sentaron en popa y Thor empezó a remar con tal fuerza, que Hymir quedó maravillado. Al llegar a ciertas aguas, Hymir dijo que aquél era el lugar donde acostumbraba pescar. Thor dijo que quería ir más adelante. Al cabo de un rato, Hymir señaló que debían detenerse, pues se estaban acercando a un lugar peligroso, pues por allí podrían encontrar a la terrible serpiente Midgard. Thor continuó remando. Finalmente, colocó la cabeza de buey en un gigantesco anzuelo atado a un buen cabo y lanzó el cebo al mar. El monstruo pronto se tragó el señuelo y se clavó el anzuelo en el paladar. Entonces empezó a dar coletazos y movimientos que levantaban inmensas olas y Thor dio con las narices en la proa de la embarcación. Irritado, hizo un esfuerzo tremendo para retener a la serpiente. Sus pies rompieron la quilla en el momento en que cobraba al monstruo.

Hymir quedó aterrorizado al ver cómo entraba el agua en su barca, cómo brillaban los ojos de Thor y cómo la serpiente de las profundidades lanzaba veneno por la boca. Thor agarró su martillo con una mano en tanto que, con la otra, tiraba del grueso sedal. Hymir, en aquel momento, temiendo lo peor, corta con su cuchillo la cuerda que retenía a la serpiente, que se escurrió hacia las profundidades. Irritadísimo, Thor pegó tal puñetazo a Hymir, que cayó de cabeza al mar. El señor del martillo regresó a la costa sin haber conseguido su propósito.

 

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