El
defecto del Martillo De Thor
El
martillo de Thor tenía el mango corto. Todo tiene
su explicación. Ello se debía a cierta malicia de
Loki, el señor del fuego. Dicen malas lenguas que
Loki había cortado las trenzas de la diosa Sif,
esposa de Thor. Cuando éste se percató de
lo que había ocurrido, agarró a Loki por
el cuello dispuesto a romperle todos los huesos. Entonces Loki
prometió ir al país de los elfos negros y conseguir,
para la diosa, una cabellera de oro, mágica, que crecería
como el pelo natural. Loki partió hacia el país
de los elfos y solicitó de aquellos hábiles artesanos
una cabellera de oro. Un par de enanos iban a fabricar una maravillosa
nave para Freyr, una lanza para Odín, y un
anillo que producía otros anillos. Loki iba a confiarles
otros encargos.
Se
ha de decir que Loki, señor del Engaño, era
un jugador ventajista y apostó su cabeza a que los artesanos,
empeñados en semejantes tareas, no podían conseguir
un anillo, un jabalí con cerdas de oro y un martillo que
todo lo quebrase. Estamos hablando, ni más ni menos, de
Brock y de su hermano Sindri, hábiles entre
los hábiles.
La
fragua de los dos elfos ya está encendida y Brock
ha de ocuparse del fuelle sin interrupción, so pena de
que la obra quede mal. Sindri ha de salir, de vez en cuando,
para procurarse materiales o instrumentos. El malvado Loki,
cuando ve que Brock está solo y sin posible ayuda,
se convierte en tábano y se dirige hacia las manos del
enano para clavarle el aguijón. Brock no dejó
de mover el fuelle hasta que la obra estuvo lista: era un jabalí
con cerdas de oro que despedían resplandores. A veces,
al atardecer, cuando se divisan resplandores a lo lejos en el
cielo, puede seguirse el rastro de aquel jabalí celestial.
Los
enanos inician un nuevo trabajo. Ponen oro en cazos y crisoles
y, de nuevo, Brock se ocupó del fuelle. El tábano
Loki le clava el aguijón en el cuello. Con todo,
la obra continuó y Sindri pudo extraer del horno
un anillo de oro.
Sindri
pone hierro en la fragua y advirtió a su hermano que mantuviese
la continuidad de los soplos. Así lo efectuaba el buen
operario, cuando el tábano Loki le clavó
el aguijón en los párpados. Solamente al hacer un
movimiento con la mano para apartar al tábano, dejó
de darle al fuelle. Sindri retiró de la fragua un
formidable martillo casi perfecto... ¡El mango había
quedado algo corto!
Loki
dijo que habían perdido la apuesta y los enanos, por su
parte, sostenían que la habían ganado. No se ponían
de acuerdo y determinaron acudir a Asgard, la región
luminosa de los dioses, para que Odín, Thor
y Freyr determinasen el resultado de la apuesta.
Loki
no había perdido el tiempo. Entregó a Thor
la peluca áurea para su esposa que, una vez puesta en la
cabeza, crecía talmente como si fuese cabello de verdad;
a Odín, la lanza que siempre acertaba y a Freyr,
la nave que siempre gozaba de viento favorable y que, además,
podía plegarse como un paño.
Por
su parte, Brock entregó a Odín el
anillo mágico que cada nueve noches generaba otro anillo
tan precioso y mágico como el primero; a Freyr,
le regaló aquel maravilloso jabalí provisto con
cerdas de oro que emitían constantes resplandores como
chispas y que, desde entonces, se convirtió en su cabalgadura,
y a Thor le dio el martillo, cuyos golpes lo desmenuzaban
todo por duro y fuerte que fuese. Por si fuese poco, podía
lanzarlo contra algo, y el martillo, como si fuese un ave, siempre
volvía a su mano.
Los
dioses juzgaron y declararon que de todos aquellos objetos, el
más extraordinario y valioso era el martillo, y declararon
que los enanos habían vencido. Incluso los dioses reconocen
que un buen instrumento es mejor que cualquier joya.
Todo
Por No Perder La Cabeza
Loki
quiso salvar su cabeza y propuso mil cosas a Brock y a
Sindri, pero no cedieron en su empeño. Cuando Brock
se acercó a Loki, éste huyó con rapidez
increíble gracias a sus botas mágicas. Los enanos
solicitaron a Thor que diese alcance al maleante y el dios
del martillo no se hizo rogar. No tardó en alcanzarlo y
lo entregó a los artífices. Brock tenía
ya bien agarrado a Loki y acercaba el afilado cuchillo
a su cuello. En aquel momento, el dios del fuego exclamó:
"¡El cuello no! ¡Solamente te pertenece la cabeza!"
El enano quedó desconcertado y se dice que se contentó
contarle los labios.
Hurto
Y Recuperación Del Martillo De Thor
Thor
lo presintió mientras dormía y pudo comprobarlo
al despertar: le habían hurtado el martillo Miolnir,
aquel maravilloso instrumento que provocaba, a cada golpe, mil
chispas como rayos.
Loki,
al ver la desesperación de Thor, se ofreció
al gran as para averiguar dónde se hallaba aquel divino
útil de poder máximo. Para ello, necesitaba la camisa
de falcónida que poseía Freya. No hubo problema.
Con aquel "traje volador", se dirigió, veloz
como el viento, hacia Jotunheim, el reino de los gigantes
del este.
Thrym,
el Tempestad, príncipe de los gigantes, que había
conseguido el martillo, se hallaba sentado en lo alto de una colina
vigilando. A su alrededor, corrían perros que llevaban
collares que emitían chispas y caballos salvajes que relinchaban
huracanes. Cuando Loki llegó hasta donde se hallaba
el príncipe de los gigantes, éste solicitó
noticias de lo que ocurría en el país de los ases
y de lo que pasaba en la tierra de los elfos.
Loki
le indicó que de los elfos no sabía demasiado. Tendían
a esconderse y, como es sabido, lo que no tiene demasiada entidad
no es noticia. Referente a los ases, mal iba la cosa - reconoció
Loki - porque alguien había hurtado el martillo
de Thor y era notorio que, en él, se fundamentaba
la fuerza del reino de los dioses. Sin martillo, no se podía
dar golpe.
La
sonrisa socarrona de Thrym, el Tempestad, le delató.
Por otra parte, Loki siempre había sospechado del
gigantón. Era bien sabido que besaba los vientos por Freya,
la Venus nórdico-germánica. Loki negoció.
El Tempestad aseguró que otorgaría el martillo como
regalo de boda a Freya, para que ella lo entregase según
su deseo.
Cuando
Loki regresó al país de los ases y expuso
lo tratado, hubo gran revuelo. La diosa se indignó tanto,
que se arrancó velos, joyas y collares. Por su parte, los
dioses se reunieron en consejo y Heimdall, el hijo de Odín
y guardián del arco iris, el puente que conduce a los cielos,
sugirió que podrían engañar a Thrym
y que Thor, sin duda, podría conseguir su martillo
si se presentaba disfrazado de mujer, con velo cubriendo su rostro
y haciéndose pasar por la diosa. Al principio, el gran
dios rechazó la idea; pero ésta, que no era mala,
fue calando en el ánimo de los dioses. Las palabras de
Loki fueron decisivas: si los ases no recuperaban el martillo
de la Fortaleza, los gigantes pronto les expulsarían de
Asgard, el reino de la luz. La causa merecía superar remilgos.
Hete,
pues, al dios Thor con velos nupciales y adornado como
novia de pro. Loki no quedó atrás, iba disfrazado
de dama de honor para acompañar al dios.
No
puede describirse la satisfacción del gigantón Thrym
al ver a la que creía iba a ser su prometida. Thor iba
cubierto de velos como se estilaba y parecía una gran señora.
El gigante no cabía en sí de gozo cuando Thor
se sentó a su lado para participar del gran banquete que
Thrym había ordenado preparar para su novia. Quedó
sorprendido al observar cómo la tal engullía un
buey bien cebado, ocho pescados enormes y todos, absolutamente
todos los pasteles que se habían preparado para las damas.
Por si esto no fuera suficiente, vació tres tinajones de
aguamiel.
Thrym
jamás había visto comer de aquel modo a una mujer.
Frunció el entrecejo. Loki, con voz aflautada, le
dijo al príncipe de los gigantes que su prometida había
pasado ocho días sin probar bocado, desganada por el anhelo
de hallarse junto a su prometido. No hay varón que rechace
aquello que le halaga.
Cuando
Thrym quiso dar el primer beso a su prometida y le elevó
un poco el velo, retrocedió asustado al ver aquellos ojazos
que resplandecían como crisoles. Loki se apresuró
a indicar a Thrym que su señora había permanecido
ocho noches sin poder dormir por el deseo de llegar a Jotunheim,
región de los gigantes del este.
Fue
entonces cuando la hermana de Thrym solicitó un
don de la novia y Loki, siempre aparentando voz de mujer,
indicó que, en el país del que procedía,
era costumbre ofrecer primero un don a ésta. Thrym
mandó que entregasen, a la prometida, el martillo, como
obsequio matrimonial. Cuando Thor tuvo el martillo a su
alcance, lo agarró con fuerza, apartó velos y asestó
al pobre Thrym un golpe tal, que lo aniquiló. La
hermana del gigante, en vez del don que había solicitado,
recibió un martillazo que la pulverizó. Más
aún. Thor, quizá para demostrar sus arrestos,
la emprendió contra los habitantes de Jotunheim,
de modo que el país del este quedó despoblado.