Sigmund,
hijo de Odín, una vez adulto, un día que
estaba en compañía de otros guerreros, vio llegar
a la sala donde se encontraban a un viejo cubierto con una capa
y tocado de un sombrero de ala ancha. Portaba en la mano una espada,
la espada Balmunga, y la hundió en el tronco que
servía como sostén del techo de la sala, diciendo
que la espada sería para quien lograra sacarla del tronco.
Todos los guerreros lo intentaron pero solo Sigmund consiguió
arrancarla y se quedó con ella, que le hacía absolutamente
invencible. Sigmund, Gracias a la espada fue de victoria
en victoria, provocando destrucción y muerte, un día
el anciano Sigmund que estaba en plena lucha le apareció
de nuevo el viejo que le proporcionó antaño la espada
y que ya estaba harto de tanta lucha. Llevó su lanza hacia
Sigmund y este golpeó con su espada la lanza del
viejo. La espada se rompió en dos. El viejo era Odín,
su padre, que quería su muerte y empezó por desarmarle.
Luego
Sigmund fue herido en batalla y cuando su mujer vino a
curarlo él se negó afirmando que Odín quería
su muerte y que lo único que tenía que hacer era
recoger los trozos de su espada para soldarlos algún día.
Sigmund
murió, pero su hijo Siegfried realizará grandes
hazañas con esta espada, que serán narradas entre
otros por un anónimo autor del siglo XIII que escribió
La Canción de los Nibelungos.
Ese
hijo, Siegfried, que pronto fue arrebatado a su madre,
fue a vivir con el gigante Mime. Los dos vivían
en una chatarrería, cerca de la cueva de Fafner,
que se transformaba de gigante en dragón, y ahora protegía
el tesoro y el anillo. Mime era hermano de Fafner
y quería parte del tesoro que le negaba su hermano, y lleno
de venganza educo al joven Siegfried para que matase al dragón.
Siegfried
no estaba muy satisfecho con la habilidad como herrero de su padre
adoptivo, ya que su gran fuerza física le permitía
romper todas las espadas que éste le fabricaba. Casi era
necesario usar la fuerza bruta para sonsacar la más mínima
información a Mime, y mucho más sobre sus
orígenes. Mime tan sólo revelaba aquello
que él considera necesario para hacer de Siegfried un robot
capaz de matar al dragón. Sin embargo, Siegfried
consiguió enfrentarse a Mime para que le hablase
de la muerte de su padre y de los fragmentos de la espada.
Para
que Siegfried pudiera por fin tener un arma de acuerdo
a su fuerza física, Mime intentaba sin éxito
volver a forjar la espada. Odín disfrazado de Vagabundo,
va en busca de Mime, con la intención de rebelarle
el secreto. Con la ayuda de unas preguntas bastantes inusuales,
para conseguir que Mime le preguntara quién podía
volver a forjar la espada y cómo podía hacerlo.
No obstante, las preguntas de Mime carecían de inteligencia
y no se referían a lo que necesitaba saber o a lo que podía
serle utilidad. Así Odín, le da la vuelta
a la hoja y le hace tres preguntas. En este momento Mime,
de hecho pierde la cabeza, ya que no logra contestar la pregunta
crucial de cómo volver a forjar la espada. Si Odín
no fuera más que un vagabundo, no tendría que irse
sin cumplir su propósito. Sin embargo, con gran astucia
consigue transmitir el mensaje de crucial importancia para la
supervivencia de Siegfried, diciéndole a Mime
que ha perdido la cabeza al apostarla ante aquel que no tiene
miedo y que es el único que podía volver a forjar
la espada.
Siegfried
fue educado, para no tener miedo, ya que Mime se olvidó
de enseñarle lo que era, y por lo tanto, quedaba claro
que él habría de ser el asesino de Mime y
el herrero de Notung. Cuando Siegfried regresa,
Mime enseguida le explica lo que el Vagabundo le avía
dicho. Odín había conseguido pasar la información,
y Siegfried volvía a forjar Notung, la in
forjable Balmunga, deshaciendo el acero y volviendo a montar
la espada. Al fin tenia el arma que necesitaba para poder salir
al mundo, y Siegfried partió a la cueva de Fafner.
Cuando
hubo acabado con el dragón, se chupó la sangre de
las manos, sangre mágica, y a partir de entonces pudo entender
el lenguaje de los pájaros. Precisamente fue un pájaro
quien le dijo que si se bañaba en la sangre de un dragón
se haría invulnerable. Siegfried no lo dudó y se
puso bajó una herida del dragón para bañarse
en su sangre. Durante la ducha Siegfried no se dio cuenta
de que una hoja de tilo cayó sobre su hombro derecho, dejándolo
seco de la sangre de dragón. (el talon de Aquiles
de Siegfried)
Después
del baño, Siegfried entró en la caverna para
hacerse con el tesoro. Allí se encontró primero
con Mime, que le reclamó el tesoro que le correspondía
por herencia. Siegfried le atravesó un par de veces
con la Balmunga y siguió su camino adentrándose
más en la caverna, hasta que finalmente, encontró
el tesoro. Escondido en una esquina, se encontraba Alberico,
el rey Nibelungo, que no había podido olvidarse
de su bienamado tesoro, que un día tuvo de dar a Odín,
y seguía allí aguardando la muerte del dragón
para recuperar el anillo. Al descubrir a Siegfried, intentó
estrangularle por detrás, pero fue muerto por la poderosa
espada.
Al
ser muerto, Alberico se convirtió en una estatua
de piedra. Siegfried entonces vio el anillo y el Tarnhelm
(el casco), y se los llevó. A la salida de la cueva, Un
pájaro que se supone que ha obtenido la información
de Wotan (Odin), le dice que Mime pretende matarlo.
Siegfried mata a Mime que ha intentado envenenarle,
El pájaro también le informo que el anillo que llevaba
tenia poderes mágicos pero no le aviso que también
traía la desgracia a quien lo poseyera.
Más
tarde fue a Worms para pedirle al rey burgundio, Gunther,
la mano de su hermanastra Crimilda. Pero Siegfried
fue reconocido por un vasallo del rey Gunther, llamado
Hagen, que conocía también sus hazañas
y sus poderes. Advertido por Hagen, el rey Gunther
puso como condición para aprobar el matrimonio de Crimilda
con Siegfried, que Siegfried consiguiera para el rey Gunther
la mano de la valkiria Brunilda, que imponía terribles
pruebas a sus pretendientes.
Al
llegar a Islandia, vieron unos muros de fuego en la playa. Cuando
Siegfried se iba acercando, las llamas disminuían,
dejando al descubierto una árbol de plata que crecía
en el interior de una hoguera. Siegfried se siguió
acercando, y la última hoguera se apagó y apareció,
dormida, la valkiria Brunilda. Que había sido castigada
por Odín a dormir envuelta en llamas hasta que llegara
el poseedor de la Balmunga.
La
Valkiria puso a prueba al rey Gunther, porque Brunilda
solo se casaría con quien la ganara en la lucha y le puso
tres pruebas.
La
primera fue de salto, en la que el rey Gunther gano a la Valkiria
Brunilda con la ayuda de Siegfried que sirviéndose de la
invisibilidad ayudo al Rey llevándolo en brazos.
La
Segunda prueba fue el lanzamiento de una piedra en la que también
gano el Rey Gunther con la ayuda de Siegfried.
La
ultima prueba, era la de derribar al adversario que se cubría
con un escudo haciendo uso de una lanza, una vez mas el Rey gano
con la ayuda de Siegfried, declarándose vencida la Valkiria
Brunilda.
Finalmente
Gunther y Brunilda se casaron, muy en contra de la voluntad de
esta última, y a Siegfried por fin se le dio la mano de
Crimilda. Brunilda, mortificada por estar casada con el Rey, le
preguntó una y otra vez por qué había permitido
que su hermana se casara con un plebeyo como Siegfried. Gunther
esquivaba las contestaciones, hasta que Brunilda se cansó
y lo ató de pies y manos con su cinturón y lo colgó
por la ventana. Ella se fue a dormir y por la mañana lo
sacó de allí.
Esto
lo repitió tres noches, hasta que Gunther decidió
terminar con esa situación, y fue en busca de Siegfried
para que le ayudara. Siegfried se hizo pasar por Gunther con los
poderes del anillo, que permitía mutar de forma, y cuando
Brunilda vino para atar al Rey, él le dio un escarmiento
y además se llevó el famoso cinturón, que
escondió en un cajón. Pero este cinturón
fue encontrado por su esposa, Crimilda, y creyéndolo un
regalo, se lo puso un día. Cuando Siegfried lo vio, se
puso muy nervioso y le dijo a su esposa que se lo diera rápido,
para tirarlo al Rhin. Ella le pidió una causa, y él
dijo que era un secreto. Ella se puso celosa, y Siegfried se vio
obligado a revelar el secreto.
Pasaron
varios años, y todo era amor. En cambio, en Burgundia,
Brunilda continuaba amargada por su situación. Y quiso
vengarse de él, por envidia. Así que sugirió,
a su marido que invitara a su más querido vasallo, Siegfried,
a pasar una temporada a Burgundia. Acudió la pareja, en
una discusión entre Brunilda y Crimilda, esta ultima alardeando
de su marido enseñando el cinturón que llevaba puesto,
que era el mismo con el que la valkiria ataba al rey Gunther.
Brunilda, sintiéndose avergonzada, juró que se vengaría
de Siegfried. Le pidió la valkiria a su marido que matara
a Siegfried, ya que le había deshonrado revelando la historia
del cinturón. El rey no quería hacerlo, pero al
final se vio envuelto en una conspiración urdida por el
envidioso Hagen. Al día siguiente se iba a organizar una
cacería. Hagen, muy astuto, fue a confesarle a Crimilda
que su marido tenía enemigos, y que durante la cacería
se atentaría contra su vida. Crimilda, que no se dio cuenta
de la confabulación, le pidió a Hagen que le protegiera,
y él accedió, pero a cambio debía saber cual
era su famoso punto débil, para su mayor protección,
Crimilda se lo dijo, y para facilitar las cosas, cosió
en su túnica una cruz roja que indicaba el punto exacto.
Y mientras Siegfried bebía agua en un manantial Hagen lo
hirió de muerte con la lanza en el hombro. Siegfried murió,
pero con él no acabaron las desgracias. Gunther creyó
que con esta hazaña ganaría el favor de Brunilda,
pero no fue así. Ella, sin embargo, murió de dolor
a los pies del féretro.
Crimilda
consagró entonces su vida a vengarse de los asesinos de
su esposo. Hizo traer el tesoro de los Nibelungos desde la isla
donde se encontraba, y lo empezó a utilizarlo para comprar
el apoyo de los soldados de Gunther. Hagen se dio cuenta de esto,
y un buen día, fue con su guardia en busca del tesoro y
lo tiró al Rhin. De aquí el mito de que en el fondo
del Rhin brilla aún el oro del tesoro de los Nibelungos.
Luego
el rey de los Hunos, Atila, le pidió matrimonio a Crimilda
y ante la sorpresa de todos, Crimilda no rechazó a este
despreciable individuo, y se casó con él para consumar
su venganza. Después de varios años de matrimonio,
Crimilda le dio al Rey un hijo que se parecía a su dulce
madre. Crimilda entonces pidió a su marido un favor especial,
que invitara a su familia al reino de los Hunos. Así lo
hizo, y aunque Hagen desconfiara, partieron todos, Gunther, Hagen
y un ejército de trescientos burgundios a ver a Crimilda.
En el camino se toparon con el Danubio, y como no todos sabía
nadar, Hagen se ofreció para buscar una forma da cruzar.
Bordeando el Danubio se encontró con unas ninfas de río
que predecía el futuro. Le predijeron que nunca nadie de
su expedición cruzaría el Danubio de vuelta a casa.
Hagen presentía esto desde hacía tiempo, pero antes
la muerte que ser tachado de cobarde. Encontró finalmente
un barco, y lo llevó donde esperaban los burgundios para
cruzar el río.
Llegaron
a la corte de los Hunos y mientras comían, el rey insistió
en enseñar su joven hijo a sus invitados. Hagen sé
las dio de brujo, y dijo que le podía leer el futuro al
niño. Lo agarró bien y dijo que le quedaba poco
tiempo de vida al hijo de Atila y Crimilda. En ese momento, entraron
unos guardias burgundios, y gritaron a la sala que los suyos estaban
siendo aniquilados por los guerreros hunos. Hagen entonces levantó
al niño, lo cogió por un pie y con su espada, le
cortó la cabeza, como venganza por sus soldados. Se produjo
una carnicería en el salón del banquete. Todos se
pelearon entre ellos, y Crimilda con un hacha mató a todos
sus familiares, a Gunther, al traidor Hagen, incluso a sus hermanos
inocentes a los que tanto quería. Crimilda al poco tiempo
fue asesinada por Hildebrand, horrorizado por el asesinato de
los burgundios, y el tesoro de los nibelungos continuo por siempre
enterrado en el fondo del Rhin en un lugar secreto que Hagen se
llevó la tumba.