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Mit Nordica

Los Castillos de los Ases


Mansiones Divinas De Los Viejos Tiempos

Los castillos de los ases se alzan en el paraíso de Asgard, en la región superior del universo, en los campos de Idafel. Cada uno de ellos es la residencia de una de las grandes divinidades. Con todo, no estará de más indicar que Odín y Frigga tenían, además del Walhalla, su palacio particular, el Hlidskialf, Peana de la suerte; desde aquel lugar, el señor supremo de los dioses ases, veía cuanto sucedía en el mundo y hasta él llegaban los sonidos de cuanto se decía.

Ya nos hemos referido a los campos de Idafel, lugares de trabajo, donde los dioses llevaban a cabo sus obras maravillosas. Era la edad dorada en la que los númenes sólo gozaban y trabajaban, hasta que aparecieron las Nornas y empezaron los combates, que vinieron a dar un nuevo sentido a la existencia de aquellos seres. Podría parecer que se hace referencia a dos épocas, a dos sociedades: una de artesanos amantes de la paz y del goce que procura la concordia, y otra de guerreros que establecen un nuevo orden.

Refieren los mitos que, en la época en que aparecieron las Nornas, empezó la guerra entre los dioses ases y los wanes, y cuando se concertó la paz entre ellos, hubo que pensar en restaurar las antiguas mansiones.

Gladschein, Residencia Esplendorosa

En lo alto, la expansión de la luz en su más admirable manifestación configura este palacio, residencia de Odín. Constituye el prototipo de todos esos castillos de luz, de refulgente metal o de cristal maravilloso, que no faltan en el folklore de los viejos tiempos. Bien pudiera decirse que constituyen "vestigios" de aquella soberbia morada del dios nórdico; a no ser que se quiera ver, en cada uno de los casos, el resultado de la misma intuición.

En la cima del monte, se accede a la mansión divina, como afirman los maestros de la interioridad de muy distintas culturas. Con todo, basta dirigir la mirada hacia las cumbres nevadas bañadas en los rayos del sol, para descubrir cuantos castillos la imaginación puede edificar en un abrir y cerrar de ojos.

Volvamos a la residencia de Odín de la que se impone aportar algunos detalles: Paredes cubiertas de armas de todas clases; salas adornadas con escudos y corazas de todos los tamaños. Al mirar hacia lo alto, se podía apreciar que todo el techo estaba formado por los astiles de innumeras lanzas. En la sala de honor, se admiraban doce magníficos sitiales de oro puro. Uno de ellos tiene el aspecto de un trono y se halla sobre tres gradas.

El castillo cuenta con 540 puertas. Tienen tal amplitud, que por cada una de ellas pueden pasar, a la vez y holgadamente, ochocientos héroes. Este lugar se conoce también con el nombre de Walhalla, que parece significar "Residencia divina". Se afirmaba que el mismo Odín iba en busca de los héroes muertos en combate para que le acompañasen en las celebraciones de su encumbrada mansión. Eran los einherier, los combatientes solitarios. Las mensajeras de lo alto, las hermosas valkirias, también acudían a los campos de batalla para "despertar" a los campeones que habían sabido merecer una muerte heroica.

Dado que el ser humano tiene problemas al enfrentarse a la muerte, los pueblos belicosos han tenido que insistir en la existencia que aguarda a los infortunados que sucumben entre gritos de dolor, suciedades, pechos hundidos o costados sajados. Incluso los valientes guerreros pueden llegar a acobardarse ante el oscuro hueco del más allá. Por eso se ha inventado la inmortalidad.

Cuando los héroes llegaban a Asgard, la regi6n suprema de los ases, la mismísima Freya les saludaba con un beso de bienvenida. Tyr conducía a los nobles que no habían alcanzado méritos suficientes para permanecer en el Walhalla, hacia su residencia, el castillo de Folwang; en tanto que Thor guiaba a los plebeyos hasta su castillo de Thrudheim. Bien está. Cada cual en su sitio.

En el Walhalla, había grandes salas para las celebraciones comunes; pero, incluso ahí, debían observarse los rangos y las diferencias. ¿Qué destino aguardaba a los guerreros heroicos en las regiones de lo alto? Hay diferentes versiones. Algunas ofrecen algo así como una maldición interminable; más propia de los castigos infernales que de las recompensas celestiales: cada mañana se dirigían a los campos para batallar encarnizadamente hasta que todos quedaban heridos de muerte, dado que ya no podían morir. Tras el combate, se dirigían hacia sus mansiones de Asgard para reponerse entre los resplandores de una renovada condición. Entonces gozaban de la beatitud del guerrero a base de buen comer, buen beber y buenas canciones. Sus banquetes se regaban con las leches de la divina cabra Heidrun y probaban las carnes del jabalí Sahrimnir, el cual tenía la propiedad de reponer las porciones que del mismo habían cortado. Freya y las valkirias iban y venían ofreciendo copas de hidromiel, en tanto que Bragi, señor de los poetas, dirigía los cantos amorosos de agradables sonidos. Esas celebraciones tenían lugar en el Vingolf, el pabellón de la amistad.

Breidablik, Esplendor Desde La Distancia

Al lado del Walhalla, hacia poniente, se alzaba la residencia de Balder, gran sacerdote del dios supremo Allvater. Era un castillo de oro puro que, como un sol, enviaba sus reflejos por doquier y despertaba la admiración desde gran distancia. Nada impuro podía acercarse al lugar. Más que castillo era un templo. En la mayor de sus salas, se había edificado el altar al padre de los dioses, desde donde se le dedicaban himnos sagrados y ofrendas.

Sokwabek, La Gran Cascada

Al este del Walhalla, se halla el castillo de Sokwabek que, curiosamente se descubre en el interior de una gran cueva con paredes de cristal. Era la residencia de Bragi, el señor de los cantos y los encantos, el patrono de los escaldas o poetas-cantores. En la entrada de la gruta, se despeñaba una gran cascada, cuyo estruendo estaba formado por misteriosas voces que aleccionaban acerca de los sucesos del pasado y vaticinaban los acontecimientos del futuro. Odín en persona acudía a aquel lugar para meditar. Los ases acudían a la puerta oriental del castillo de Sokwabek para recibir de manos de Iduma, la esposa de Bragi, la dorada miel de la eterna juventud.


Ydalir, El Bosque De Tejos

En una zona algo más abajo del Walhalla, entre la zona superior y antes de lo que pudiéramos denominar "segundo nivel de los castillos divinos", se halla Ydalir, la residencia de Uller, el administrador de la región de Asgard y proveedor del Walhalla. Cuando Odín se hallaba ausente, ejercía sus funciones supervisando todo cuanto era necesario para el buen funciona-miento de las cosas en el reino de los dioses.

Gleitnir, El Resplandeciente

Este era el lugar donde se hallaba el castillo de Forseti, el hijo de Balder, cuya sentencia era expresión de equidad. El dios recibía, en su sala de justicia, a todos los litigantes y éstos llegaban a un pleno entendimiento y reconciliación, porque el fallo era expresión del más ponderado juicio. Esta residencia se hallaba en el segundo nivel a partir de lo alto.

Folkwang, El Campo Del Pueblo

El castillo de Tyr, Folkwang, se halla a la izquierda del anterior. En aquel lugar, los nobles, dirigidos por el hijo de Odín, Tyr, el señor de los combates, se dedicaban a incesantes ejercicios bélicos. Allí residían cuantos habían muerto en la guerra, pero sin haber llegado a combates de excepción, a encuentros memorables. Por ello, había en el castillo multitud de guerreros que no llegaron a alcanzar la condición suprema de los "elegidos". Era una mansión vastísima y se conocía también con el nombre de Sessrimir, es decir, Espaciosa.

Noatum, Lugar De Las Naves

También en el segundo nivel, se eleva el castillo Noatum, en las tierras de Niord, señor de los buenos vientos y de las aguas calmadas, protector de los navegantes. Se decía que los guerreros de Folkwang acudían a los puertos de la región para divertirse cuando su señor Tyr les daba licencia para ello.

Fensal, Sala Del Mar

Hermodur, el mensajero de los dioses, habita en el castillo de Fensal, que se ha edificado a la orilla del mar de los cielos. Desde la elevada región luminosa de Lichtalfenheim, como siempre luminosa, se extiende ese río resplandeciente que conocemos como Vía Láctea.

Walaskiaf, La Casa De La Elección

Esta era la mansión de Hodur, situada en el tercer nivel de los castillos celestiales. El dios estaba privado de la visión, como la Justicia, para que el aspecto externo de los que acudían a él para resolver cuestiones no influyera en su ánimo. Aplicaba de modo inflexible las normas y sentencias que había promulgado Forseti, el hijo de Balder.

Thrudheim, Lugar De La Fuerza

Era el lugar destinado a los caídos en el campo de batalla que no pertenecían a la nobleza. También recibía el nombre de Bilskirmir, es decir, del gozo resplandeciente. El castillo se hallaba en el tercer nivel de los castillos divinos, contaba cincuenta plantas y pertenecía a Thor. Allí se iba concentrando la "fuerza combativa" que había de intervenir decisivamente en la batalla final que iba a marcar la caída o "crepúsculo de los dioses".
Thrudheim se halla en los confines de la región divina de Asgard, casi en las fronteras con Lichtelbenheim, el mundo etéreo de los enanos blancos (lichtelben) que, según se especifica en el Edda, son más hermosos que el mismo Sol.

Landwidi, La Tierra Extensa

En la llanura, y a la misma altura que Thrudheim, se hallaba la residencia de Widar, el AS taciturno, el solitario, un tipo misterioso que, según habían establecido los oráculos, sobreviviría el fin del universo para formar una nueva raza en un próximo mundo. Era hijo de Odín y de la giganta Gridr.

Landwidi era un sitio de silencio sobrecogedor. La sala del castillo se extendía inmensa, interminable. Los subterráneos del edificio resultaban algo tenebrosos; lugar de mil fraguas, donde entidades de raro aspecto se dedicaban a forjar las armas para el combate del final de los tiempos. También se fabricaba allí el arma con la que Widar, por sentencia de las Nornas, había de vencer a Fenrir, el gran lobo que engullirá al mismísimo Odín. Para dar muerte a Fenrir, Widar debía conseguir un zapato gigantesco y de gran fortaleza, que pudiera colocarse en las fauces abiertas del gran lobo para que éste no pudiera cerrar la boca y dar el mordisco definitivo de la total extinción. Este zapato se había de formar con las tiras de cuero que los hombres dejaban al confeccionar sus zapatos y que consagraban al dios para que éste dispusiera del suficiente material.
Himinbjörg, La Fortaleza Celestial

Al término de la región de Asgard, en el quinto nivel de las construcciones celestiales, se hallaba la residencia de Heimdall, hijo de Odín, el guardián del acceso celestial del arco iris. Desde el extremo superior del puente Bifrost, vigilaba celosamente la entrada en el reino de los cielos.

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