Volver a
Grecia

Teseo en Creta


El toro de Maratón

El rey de Atenas, Egeo, estaba tan orgulloso del joven príncipe y de sus peligrosas e increíbles hazañas siendo este tan joven, sin embargo Teseo era el único heredero al trono de Atenas, por lo que el rey temía por su vida. En consecuencia el rey le rogó a su hijo que finalizara con sus aventuras y permaneciera con él en palacio. Pero Teseo quien había asegurado su posición, eligió no vivir de una manera perezosa en el palacio.

En aquella época en el llano de Maratón un enorme Toro aterrorizaba a los habitantes del lugar. Es el mismo Toro que Hércules capturó y trajo de Creta. "El Toro Cretense de Poseidón ". Dicho animal fue entregado al rey Euristeo quien lo dejó libre para que vagase por Atenas. El toro anduvo un tiempo por el Peloponeso y después se dirigió a Ática donde pronto comenzó a sembrar el miedo y la muerte. Cuando Teseo oyó hablar este horrible Toro decidió ir a Maratón y matar a la bestia.

En pleno mediodía Teseo se escapó del palacio de su padre y llegó al área de las montañas ya entrada la noche. Las nubes negras cubrían el cielo de la noche de Ática lo cual indicaba que una tormenta estaba a punto de golpear el área. Teseo buscó refugio en una choza pequeña entre los árboles donde una anciana le dio la bienvenida al héroe. Su nombre era Ekali.

- Mi joven muchacho, que dios te trajo hasta mi humilde choza esta noche? Preguntó Ekali. Parece que sangre real corre por tus venas, y si acaso no eres un dios del Olimpo entonces ¿qué es lo que buscas?

- Voy camino a Maratón y la noche me sorprendió en el bosque, respondió el héroe sonriendo.

- Si te diriges a Maratón, ten mucho cuidado, porque el horrible Toro de Poseidón está en esa área. Seria una gran pérdida si algo le llegara a suceder a un joven muchacho tan buen mozo como usted. No soy segura si aparecerá algún día un segundo Hércules para que pueda matar a esa bestia...

A la mañana siguiente el cielo estaba claro otra vez y Teseo agradeció a la vieja mujer por su hospitalidad y continuó con su marcha hacia Maratón. Enseguida Teseo oyó un rugido salvaje entre los árboles. Se paró, estaba seguro de que estaba a punto de hacer frente a la bestia horrible.

Pero Teseo no espero a que el Toro lo atacara, él atacó al Toro primero. La bestia fue tomada por sorpresa y se quedó parada por una segunda, lo cual le dio la ocasión a nuestro héroe de asirlo de los cuernos y bajarle la cabeza al suelo, Teseo, entonces, comenzó a frotar su nariz en la suciedad con tal energía que el Toro no podría hacer otra cosa que permanecer impotente del dolor.

Teseo capturó a la bestia de Maratón y la llevó a Atenas viva para mostrarla a los atenienses. Los atenienses saludaron a su príncipe con los pétalos de rosa y las aclamaciones. En cuanto a Egeo, él saludó a su hijo con la alegría y el orgullo que cualquier padre tendría por un hijo así. Luego de esto Teseo llevó el Toro a Delfos donde lo sacrificó al dios Apolo.

Al día siguiente, Teseo regresó a la montaña para buscar a aquella venerable anciana, y llevarla a Atenas para honrarla por la hospitalidad que ella le ofreció. Pero la anciana murió durante la noche. Teseo, la honró de otra manera, nombró esa área de la montaña en su honor, la llamó "Ekali", de modo que su nombre sea recordado para siempre. En la actualidad, aquella área de Ática todavía lleva su nombre como recuerdo de esa hospitalaria y dulce anciana.

Teseo en Creta

Una mañana el joven príncipe se despertó y encontró a su padre inmerso en una profunda congoja y a varios de los sirvientes llorando.

-¿Qué ocurre padre, porque estas tan triste? Le preguntó.
- Oh hijo mío, los recolectores de Creta han arribado, y dentro de poco regresaran a su patria con siete jóvenes y siete doncellas. Este es el tributo que Atenas debe pagar al Rey Minos cada nueve años.

Teseo comprendió que era lo que estaba ocurriendo debido a que ya había escuchado la historia con anterioridad.

"Dieciocho años atrás, los atenienses organizaron unos juegos en Ática. Entre los atletas que participaron en dichos juegos se encontraba el hijo mayor del rey Minos, Andreogeo.

Androgeo ganó uno de los eventos pero al día siguiente fue encontrado muerto (asesinado). Minos acosó a los atenienses de la muerte de su hijo debido a que este era huésped del rey Egeo lo cual lo hacia responsable de cualquier cosa que le ocurriera.

Minos se vengó la muerte de su hijo con una guerra, y además del daño hecho a los atenienses por el ejército de Minos, los dioses también castigaron la tierra con sequía, hambre, y plagas. El oráculo de Delfos dijo a los atenienses que sus problemas no terminaran hasta que apacigüen a Minos, así que los atenienses le pidieron inmediatamente los términos para alcanzar la paz. Minos requirió que enviaran cada nueve años, siete hombres y siete mujeres a Creta quienes serian sacrificados sirviendo de alimento al Minotauro.

El Minotauro era un monstruo, mitad-hombre, el mitad-Toro, que vivía en el centro de un laberinto. Este había nacido de la esposa de Minos, Pasifae, como castigo de los dioses.

Cuando Minos pretendía el trono de Creta fue desafiado a probar que tenía origen divino, así que le prometió al dios Poseidón que le sacrificaría cualquier cosa que este le enviara por el mar. El dios accedió, y un hermoso Toro blanco emergió del mar. Al rey Minos le gusto tanto aquel magnifico animal que se negó a sacrificarlo a los dioses, como debía haberlo hecho. Como castigo, Poseidón hizo a la esposa del rey se enamorara del Toro. Ella hizo que el artesano principal Dedalo le construyera una vaca hueca con la cual acercarse a la bestia. Y así fue como nació el Minotauro. Dédalo junto con su hijo Ícaro construyó un laberinto bajo el palacio el cual se convirtió en el hogar del Minotauro. Cualquier persona que entrara en este laberinto nunca encontraría la salida.

El monstruo era representado como un ser con cabeza de toro y cuerpo de hombre. Sin embargo en la edad media se encontraron ilustraciones del minotauro representado como un ser con cuerpo de toro y cabeza de hombre."

Ésta era la tercera vez que los Cretenses venían por el tributo, y los atenienses encontraban esta situación bastante deprimente. Cada hombre con un hijo o una hija adolescente tenia que participar en una lotería para determinarse quién tendría que ir. Los atenienses se quejaron ante Egeo, quien era la causa del problema, no querían participarían en una lotería que determinaría que los ilustres atenienses sacrificarían a sus niños para que un bastardo extranjero pueda heredar el reino.

Teseo estaba enterado de este descontento, así que él se ofreció como una de las víctimas, y no como participante de la lotería. Todos admiraron la nobleza y valoraron la calidad de este acto, y todas las lagrimas de Egeo no podrían dar vuelta la noble resolución de Teseo.

- No te preocupes padre, dijo el héroe, yo mataré al monstruo y así liberare a Atenas de este ridículo tributo.

- Ten mucho cuidado hijo mío, si cualquier cosa te llegara suceder me moriré, dijo Egeo. Prométame una cosa, si llegas a retornar victorioso izaras las velas blancas en tus naves, de esta manera sabré que regresas sano y salvo.

- Te lo prometo padre, dijo el joven príncipe.

Las velas negras eran izadas en la nave que llevaba a las víctimas a Creta. Egeo, sin embargo, colocó velas blancas a bordo y ordenado a la tripulación utilizar las velas blancas en vez negras unos en el viaje de vuelta si Teseo regresaba, es decir que cumplía lo prometido, matar al Minotauro.

El mar sobre el cual navegaban estaba bajo el dominio de Poseidón, que junto con sus hermanos Zeus y Hades eran los tres dioses más poderosos del panteón griego. Entre ellos dividieron la creación, Zeus que tomo el monte Olimpo y los cielos, Hades el mundo de los muertos y Poseidón el mar.

Sin embargo había otras deidades en las profundidades del mar, como el dios Nereo "viejo hombre del mar", y sus cincuenta hijas, las Nereidas. Cuando Teseo iba camino a Creta, se encontró con una de estas divinidades.

Una vez que la nave portadora del tributo llegó al puerto de Cnosos en Creta, el rey Minos trató con rudeza a una de las doncellas atenienses y Teseo acudió en su defensa, alegando que ese era su deber como hijo de Poseidón. (Teseo, por supuesto, también alegaba ser el hijo de rey Egeo, pero de un héroe verdadero podía llegar a ser inconsistente en tales asuntos.) Minos le dijo a Teseo que si su origen divino era verdadero, los dioses del mar lo patrocinaran. Acto seguido lanzó su anillo real al agua y desafió a Teseo a que se zambullese y se lo trajera de vuelta.

Y así lo hizo Teseo, siendo incitado de hecho, por las deidades de las profundidades. Y no solo recuperó el anillo del palacio subacuático en el cual había caído, sino que también llevó una corona adornada con joyas que una de las Nereidas le dio, Tetis o Anfitrite.

El Minotauro

Apenas arribados a Cnosos, Creta, los catorce atenienses fueron llevados al palacio ante el rey Minos. Minos que era un rey cruel, disfrutaba jugando con las víctimas del Minotauro.

- Todos ustedes saben cual será su destino aquí, dijo Minos. El Minotauro. ¿Alguno desea luchar contra él?

- Yo, dijo Teseo. Déjeme en el laberinto con mi espada y haré frente al monstruo.

- ¡Pero si es el afortunado nadador, ahora es un héroe también! Dijo Minos riéndose.

- Soy Teseo, y si mato a su monstruo usted deberá prometer que nos permitirá regresar a Atenas.

- Ha ha ha... muy bien, mañana por la mañana serás su primer plato, y si llegaras a escapar del laberinto te doy mi palabra que podrán irse libremente.

Ariadna, la hija del rey Minos, estaba allí, observando, se quedó admirada del valor de Teseo y de su apariencia, tanta era la admiración que decidió ayudar al joven héroe. Para decirlo de otra manera, fue amor a primera vista.

Durante la noche Ariadna se escabulló en el cuarto de los prisioneros y para darle a Teseo un obsequio que había obtenido de Dedalo, este presente sería inestimable en el momento de sobrevivir los terrores del laberinto.

El laberinto había sido ideado tan intrincado por el constructor principal del rey, Dedalo, que una vez que alguien era lanzado adentro, nunca podría encontrar la salida. Tarde o temprano, quien entrara al laberinto doblaría una esquina y se encontraría con la bestia que todo lo devora, el Minotauro. Éste era el destino que aguardaba a Teseo.

Está claro del mito que el laberinto era una mazmorra de la cual nadie podría escaparse. Por lo tanto el Minotauro no era un obstáculo mas a sortear sino un prisionero.

- ¿Quién eres? Preguntó Teseo admirado de su belleza.

- Soy Ariadna la hija del rey y estoy aquí ayudarle. Escucha. Mañana entrarás en el laberinto fácilmente, y quizás hasta llegues a matar al Minotauro, pero nunca encontrarás la salida. Si te digo cómo salir del laberinto ¿Prometes casarte conmigo y llevarme a Atenas?

Teseo, le prometió a la princesa que lo haría, y entonces Ariadna le dio la madeja de hilo y le explicó que hacer.

A la mañana siguiente Teseo entró en el laberinto y antes de hacer nada ató un extremo de la madeja de hilo que Ariadna le había dado, y comenzó a desenrollarlo mientras que avanzaba por los pasillos del laberinto. En el corazón del laberinto nuestro héroe le hizo frente al monstruo sediento de sangre.


El Minotauro lo atacó inmediatamente. Pero Teseo no era un adversario fácil, después de que todo él era el primer hombre que dominó el arte de la lucha. Con unas pocas tomas precisas, se las arregló para inmovilizar al monstruo y con un golpe rápido de su espada mató al Minotauro.

Luego siguió el hilo de nuevo hasta la entrada. De otra forma habría muerto de hambre antes de lograr escapar.

Cuando Teseo salió el laberinto con la espada ensangrentada en sus manos, sus camaradas comenzaron a festejar con hurras y los lágrimas de alegría en sus ojos. Teseo, matando al Minotauro, salvó no solo su propia vida, sino que los salvó a ellos, y a los futuros jóvenes ya que no habría que seguir pagando tributo al rey Cretense, quien no estaba feliz pero esta vez cumplió su promesa y los dejó libres.

Teseo, a su vez, cumplió su promesa a Ariadna y se la llevó con él al día siguiente. Teseo ahora con Ariadna, se detuvo brevemente antes de partir, para hundir las naves del rey Minos de modo que este no pudiera perseguirlos.

El regreso a Atenas los hizo a todos tan felices que se olvidaron de cambiar las velas de la nave y colocar las velas blancas como señal de victoria para su rey. Sin embargo había tiempo de hacerlo antes de que arribaran a Ática.

Era de noche cuando llegaron a la isla Naxos. Allí acamparon y tuvieron un banquete en la playa. Luego de esto todos se durmieron junto al fuego.

 

Hosted by www.Geocities.ws

1