El
lugar donde se desarrolló el culto más importante
al dios APOLO fue en el templo de Delfos, famoso por su oráculo.
Este templo era, además, considerado el centro del mundo.
Las predicciones del oráculo se realizaban sólo
un día al mes, el día siete, porque era la fecha
del nacimiento de APOLO. El poco tiempo disponible y la gran asiduidad
de consultantes, desde pobres gentes a reyes y héroes,
motivó la ampliación de las consultas a todo el
día y la existencia de varios grupos de sacerdotes para
llevar a cabo las ceremonias.
Las
predicciones del oráculo solían ser verdad y ha
habido diversos estudios e investigaciones para averiguar las
razones de ello. Una teoría afirma que de una fisura en
el suelo surgían extrañas emanaciones que otorgaban
la capacidad a las personas que entraban en contacto con ella
de predecir el futuro. Esta capacidad iba acompañada de
estados de convulsión de estilo epiléptico.
Dejando
de lado el hecho de que esta teoría resulta extremadamente
difícil de creer, es necesario aclarar que estudios arqueológicos
realizados en la zona demostraron la inexistencia de fisuras en
la tierra. También se ha afirmado que la sacerdotisa protagonista
del oráculo se veía sometida a ritos de lavado con
aguas a determinadas temperaturas que provocaban una serie de
efectos psicosomáticos que permitían predecir el
futuro.
Además,
parecía que la pitonisa masticaba una hoja de laurel que
colaboraba a procurar estos efectos. Sea como fuere, la razón
más exacta para explicar el nivel de acierto de los oráculos
es que, a menudo, el discurrir de los acontecimientos permitía
hacer un análisis realista de la situación y prever
de forma exacta lo que ocurriría a continuación.
Otras veces ocurría que las afirmaciones del oráculo
tenían una influencia tan enorme que provocaban la adaptación
de los acontecimientos a sus predicciones.
Por
último, aunque hubiera error en la predicción se
seguía confiando en el oráculo porque esta equivocación
se atribuía a fallos de interpretación de lo dicho
y no a un auténtico problema del oráculo. El desarrollo
del ritual era bastante llamativo. Los consultantes accedían
al recinto en un orden aleatorio, decidido por la suerte, salvo
que, en casos excepcionales, algún gobernante o personaje
tuviese preferencia.
Antes
de entrar al templo, el consultante debía purificarse con
un lavado ritual, entregar una cantidad de dinero y sacrificar
ovejas o cabras a modo de pago en especie que el oráculo
requería. Entonces, eran introducido en la parte más
profunda de la sala donde ya se encontraba la gran sacerdotisa
del oráculo, la llamada Pitonisa o Pitia. La Pitonisa en
esos momentos ya estaba en trance y se encontraba situada sobre
el trípode sagrado de APOLO.
Para
su preparación habría debido tomar unos baños
purificadores. A lo largo del día había dos pitonisas
que se turnaban en el evento de modo que pudiesen descansar. Existía
otra más preparada por si era necesario sustituir a alguna
de las dos participantes.
Según
la tradición las pitonisas eran mujeres jóvenes
y vírgenes aunque posteriormente parece que fueron sustituidas
por ancianas. Una vez que el consultante y la pitonisa se encontraban
en la misma sala, aunque separados por una cortinilla, el primero
debía transmitir su pregunta a otro sacerdote, que a su
vez se la decía a la pitonisa. Ésta intensificaba
su trance y contestaba con gritos y palabras ininteligibles y
se suponía que su parecer provenía del propio APOLO.
Entonces, el sacerdote recogiendo sus palabras, elaboraba una
respuesta, en verso y de tipo enigmático casi siempre,
y ésta servía de contestación al consultante
que podía interpretarla por sí mismo o con ayuda
de algún experto en la materia, pero siempre ajeno al templo.
Los
temas que se trataban el oráculo eran diversos: a menudo
se daban recetas para la purificación de los homicidas,
se hablaba sobre asuntos políticos, y sobre todo, de materias
religiosas, moral pública o individual, etc... Se cree
que dos grandes y famosas máximas como "conócete
a ti mismo" o "nada en demasía" provienen
del oráculo de Delfos. Este templo también servía
de inicio de multitud de procesiones y cultos y en su entorno
se celebraban los juegos píticos con pruebas de poesía
o canto.