Una
de las festividades religiosas más interesantes que se
producían en Grecia eran los ritos desarrollados en Eleusis,
que conmemoraban el rapto de PERSÉFONE
y el dolor que DÉMETER, su
madre, había sufrido por ello, provocando, al mismo tiempo,
al ser la diosa de la agricultura, la perdición de las
cosechas de los hombres y una profunda hambruna.
Estos
ritos fueron establecidos, según las leyendas míticas,
por Triptolomeo y se desarrollaron durante mucho tiempo. En febrero
se desarrollaban las llamadas "Pequeñas Eleusianas"
que estaban dedicadas al regreso anual de PERSÉFONE
al mundo de los vivos y que servían para señalar
el pronto inicio de la primavera. Sin embargo, los ritos más
importantes eran las "Grandes Eleusianas" y éstas
se celebraban sólo una vez cada cinco años y en
honor de DÉMETER exclusivamente.
Estos
misterios consistían en desarrollar las diferentes escenas
en las que DÉMETER había
participado, al tiempo que se recordaban sus enseñanzas
y lecciones. Los escenarios de estos ritos eran el Telesterion,
un templo sagrado, en la propia Eleusis y Atenas. El primer día
se iniciaban los ritos con la marcha de los efebos a Eleusis para
recoger todos los objetos sagrados que se encontraban en el templo
de DÉMETER. Con ellos se iniciaba una procesión
hacia Atenas, donde dichos objetos eran depositados en el Eleusino,
al pie de la Acrópolis. Al día siguiente, el hierofante,
considerado como una especie de sacerdote supremo, convocaba a
los fieles dignos de participar en los misterios a una purificación
en el mar.
Estos
fieles eran llamados "mystes". Después del baño
se sacrificaban cerdos traídos previamente. Posteriormente,
se iniciaba una nueva procesión de vuelta a Eleusis, portando
los objetos traídos de allí, y que era encabezada
por una estatua de DIONISIO, dios del vino, llamado "Baco"
al que se ha asociado muy a menudo con DÉMETER.
En Eleusis se representaban los misterios propiamente dichos,
aunque sólo los iniciados en estas ceremonias podían
hacerlo. Todo el mundo debía guardar celosamente el secreto
de lo que allí se hacía, y la pena por divulgarlo
era la muerte.
El
gran dramaturgo Esquilo, originario de la zona, estuvo cerca de
morir por tal motivo pues se creyó que mostró parte
de tales ceremonias en una de sus obras teatrales. Los rituales
de iniciación se desarrollaban siempre de noche. En ellos,
los aspirantes eran coronados con mirro, se lavaban las manos
junto al templo, escuchaban los preceptos de DÉMETER,
y tras comer algo, se introducían en el santuario donde
en la más absoluta oscuridad se representaba el rapto de
PERSÉFONE. Tras esto, y de
manera muy inesperada, surgía una vivísima luz,
emergiendo una estatua de la diosa con sus mejores galas que era
enfocada hábilmente con antorchas por el llamado portaantorchas
(quien, junto con el hierofante, pertenecía a las mejores
familias de la ciudad). Después aparecían espectros
y monstruos y finalmente se abrían las grandes puertas
del recinto que daban paso a unos jardines dedicados a la música,
el baile y el placer.
Estos
ritos simbolizaban la creencia en el renacer de la vida tras la
muerte, del mismo modo que había ocurrido con el mundo
cuando DÉMETER pudo volver
a ver a su hija. Este culto subsistió durante el Imperio
Romano hasta el año 381 d. de C. en que Teodosio lo abolió
aunque probablemente se siguió celebrando en secreto hasta
el siglo IV d. de C. cuando los visigodos destruyeron Eleusis.