Desde
el Caos hasta la ascensión de Zeus al poder
" Ante todo fue Caos; luego Gea (Gea), la del ancho seno,
eterno e inquebrantable sostén de todas las cosas, y Eros,
el más hermoso de los Inmortales, que penetra con su dulce
languidez a los dioses y hombres, .........."
Caos,
Gea y Eros fueron los tres elementos primordiales. Pero no coexistentes,
sino aparecidos en el orden en que van nombrados.
Luego,
en virtud de la acción de Eros, de Caos, salieron Erebos
y Nix; es decir la oscuridad primordial dividida en dos principios,
un macho y una hembra; principios, que al unirse, darán
el nacimiento a la luz, doble, asimismo, personificada en Aiter
y Hemera. Aiter (el Eter) o la luz de las regiones superiores
y Hemera (el Día), luz de la atmósfera terrestre.
Una
vez hecha la luz, Gea entra en acción empezando la necesaria
y abundante serie de sus generaciones, que se suceden en el orden
siguiente: Como con Caos (el Vacío) no puede engendrar,
pues los griegos jamás pudieron admitir que de la nada
pudiese salir algo, por ser la nada la negación misma de
todo elemento, Gea empieza a engendrar sola; es decir sin el concurso
del principio macho. Y lo primero que engendra es a Urano (el
Cielo); luego a las Montañas (la Tierra va formándose
en el tiempo) y enseguida a Pontos (el Mar).
Gea,
cubierta por Urano, es decir, transformados ambos en la gran fuente
de vida del universo, crean a los Titanes, a los Cíclopes
y a los Ekatogcheires. Gea (la Tierra) no está contenta
ni del trabajo fecundador a que la somete sin descanso Urano (el
Cielo) ni, sobre todo, de su crueldad, pues Urano, a medida que
va naciendo su progenie, la hunda en las entrañas de la
tierra.
Para
librarse de semejante tiranía pide a sus hijos que la venguen.
Pero todos se niegan, excepto el más pequeño, que
es, asimismo el más hábil y el más prudente.
Este, nacido el último, es Kronos. Gea, obtenido su consentimiento,
le da una hoz, y con ella Kronos corta los testículos de
su padre y los arroja, así como la hoz de que se ha servido,
al espacio.
Hoz
y testículos caen al mar; pero la sangre que éstos
van derramando se esparce en gota por la tierra y la fecunda por
última vez, dando lugar a las Erinies, a los Gigantes y
a las Ninfas de los Fresnos. Y de la espuma que sus genitales
levantaron al caer en el mar surgió Afrodita.
Rota
de este modo la primera pareja divina integrada por la Tierra
y el Cielo, Gea, con objeto de poder continuar su obra creadora,
se une a otro de los grandes elementos que ella misma ha engendrado:
a Pontos, de su unión nacerán Nereus, Taumas, Forkus,
Keto y Euribie, todas estas divinidades darán lugar a la
población marina.
Pero
aún hay en el mundo una región profunda, la más
profunda de todas: el Tártaros. Tan profunda que estaba
debajo de los mismos infiernos, era la prisión tenebrosa
de los dioses vencidos y de los hombres merecedores de los grandes
castigos. Gea uniéndose a Tártaros, engendró,
como es natural, a monstruos tales como Tifón y Echidna,
a los cuales se suelen añadir el águila de Zeus
y Tanatos, el Genio de la Muerte.
Cronos
se convirtió en el omnipotente nuevo jefe de los dioses,
como primera medida, encarceló a los Hecatonquiros y a
los Cíclopes en Terrarus. Se casó con su hermana
Rea, otorgó mucho poder a los Titanes y gobernó
durante muchos años.
Como
Gea y Urano habían profetizado que finalmente sería
destronado por sus hijos, Cronos, para evitar que se cumpliera
la profecía, se los tragaba según nacían.
Así
lo hizo con sus primeros cinco hijos, sin embargo, cuando estaba
por nacer el sexto (Zeus), Rea fue a consultar el oráculo
quien le profetizó que este hijo recién nacido se
convertiría en él más importante de todos
los dioses y el encargado de gobernarlos en el futuro, debido
a que seria el encargado de destronar a su padre. Por lo tanto
debería esconderlo bien cuando nazca.
Rea
decidió hacerle caso al oráculo así que cuando
nació Zeus le mandó a Cronos, por una sirvienta,
una roca envuelta en pañales, a su vez le entrego al pequeño
Zeus a la ninfa Adrastea para que lo escondiera de su voraz padre.
Adrastea
llevó al niño a Creta, allí encontró,
en el monte Ida, la compañía de los Coribantes y
la cabra Amaltea con su excelente leche. Los Coribantes, destinados
al culto a Gea, eran una familia original que celebraba sus fiestas
de una manera singularisima. Saltaban como acróbatas excepcionales,
corrían como demonios, y golpeaban ruidosamente sus escudos
con sus grandes espadas. El resultado de esta algarabía
era un ruido tan intenso que apagaba cualquier otro que se produjera.
Era este el motivo por el cual se había elegido este lugar
para ocultar al hijo de Cronos, ya que con tanto ruido proveniente
de los Coribantes los gritos y gemidos del pequeño Zeus
no llegaban a oídos de su padre.
Zeus
fue creciendo. Siendo ya algo más grande se puso a jugar
con la cabra Amaltea, quien lo había amamantado cuando
él era niño, y mientras jugaban se le rompe accidentalmente
uno de sus cuernos. Afligido ante el daño causado a su
antigua nodriza decide compensarla ascendiéndola al distinguido
rango de constelación celeste, en cuanto al cuerno, le
otorgo el poder de generar riquezas tales como flores aromáticas
de belleza sin igual, frutos, piezas de oro y pedrería,
y se lo regaló a las Ninfas del monte Ida.
Rea
convenció a Cronos para que aceptara los servicios de Zeus.
Este aceptó, le permitió entrar en el Olimpo y le
nombró su camarero personal. Zeus, aprovechando este privilegio,
preparó una bebida especial y se la brindó a Cronos
que inmediatamente se durmió y vomitó primero la
roca que se había tragado en lugar de Zeus, luego a tres
mujeres: Hestia (Vesta), Deméter (Ceres), y Hera (Juno).
Y finalmente vomito a dos varones Hades (Plutón), Poseidón
(Neptuno).
Los
cinco jóvenes dioses volvieron sanos a este mundo y sin
haber sufrido ningún daño, y agradecidos a Zeus
le nombraron su líder. Zeus y sus hermanos le declararon
la guerra a Cronos, dicha guerra duraría 10 años
y culminaría con la ascensión de Zeus al poder.
Cronos
y los Titanes, excepto Prometeo, Epimeteo y Océano, se
aprestaron a mantener el poder. Atlas asumió el mando de
la batalla y durante algún tiempo pareció que los
jóvenes dioses iban a ser derrotados. Pero Zeus, empleando
grande astucia, regresó a la batalla con nuevos aliados,
los Cíclopes y los Hecatonquiros, quienes habían
sido apresados por Cronos y ahora liberados por Zeus.
Los
Cíclopes eran unos gigantes con un solo ojo en la frente,
y famosos por sus habilidades en la construcción de armas.
Ellos le proporcionaron a Zeus rayos celestes, los cuales eran
arrojados como armas de ataque, capaces de fulminar al enemigo
más poderoso. A Hades un casco mágico y a Neptuno
un tridente con el cual tenia el poder de modificar el humor del
mar generando olas y tempestades, y también calmándolas.
Armó
a los Hecatonquiros (criaturas que tenían 100 brazos) con
grandes cantos rodados y les emboscó en lo alto de los
desfiladeros. Llegado el momento, los hicieron caer con tal furia
que los Titanes pensaron que las montañas se desplomaban
sobre sus cabezas. Prácticamente destrozados huyeron aterrados,
dando la victoria a Zeus. Zeus exilió los supervivientes
a Tartarus, los infiernos. Atlas, el cabecilla, sufrió
un castigo especial, fue condenado a soportar El Mundo sobre los
hombros para la eternidad.
Luego
de la victoria se repartieron el reino de la siguiente manera:
Zeus, como promotor de la revuelta se adjudicó el monte
Olimpo y el palacio de los dioses, Poseidón fue nombrado
señor de los mares y Hades se convirtió en el señor
de los infiernos.
A
pesar de la victoria, Zeus, no pudo, todavía, sentirse
seguro. Gea, triste por no haber podido disfrutar de la infancia
de sus seis hijos, dio a luz su último vástago,
Tifeus (Tifón) Tifeus (Ti-feo) era más espantoso
que el más horrible de los dioses.
Zeus
se vio forzado hacerle frente, y lanzando contra él uno
de sus rayos mortales, acabó con el monstruo. Tifeus fue
enterrado bajo el Monte Etna en Sicilia y todavía pueden
verse, de cuando en cuando, sus encendidos humos.
El
desafío final lo provocaron los Gigantes. Invadieron el
Monte Olimpo trepando por las montañas en un gran esfuerzo
por alcanzar la cumbre. Pero los dioses, que habían crecido
fuertes y contaban con la ayuda de Heracles (Hércules),
les sometieron o mataron.
A
partir de entonces quedó definitivamente consolidado el
poder y la autoridad de Zeus sobre los dioses del Olimpo y sobre
el Universo Griego.