Hoy
los áridos y alucinantes termos de la Patagonia piden a
gritos: ¡agua!. Lo dicen las ramas retorcidas e implorantes
de las patas grises, la tierra cuarteada, la herida seca de lo
que fueran cauces rumorosos, el viento arenoso y desbocado...
El Sur parece maldito... porque en el misterio de los mitos del
ayer de los tiempos sí hubo agua, mucha agua...
¿Que
pasó entonces? El eslabón se ha cortado y tal vez
nunca podamos descifrarlo...
Sin
embargo en la historia aborígen de la creación Kóoch
lloró agua amarga y sagrada de sus ojos, y formó
un mar inconmesurable... Y fué Elal con su tirio certero
el que secó las tierras más australes de América,y
trajo animales amigos, y creó a los Chónek (hombres)
para que las habitaran...
Sí,
entonces había agua buena y abundante, y había vegetación
y había animales de muchas clases, todos juntos sobre la
nueva tierra. Incluso había una ballena, la gigantesca
Góos la que llamaba con un fantástico resuello y
se tragaba enteritos a los bichos y a los indios con caballo y
todo... Hasta que Elal la mató y la tiró al agua...
y desde entonces las ballenas viven en el mar y se acercan a las
costas de Puerto Madryn para ver la tierra donde vivieron antiguamente...
Y Góos, la enorme ballena vencida por el padre de los tehuelches,
es ahora la barca mítica que lleva las almas aborígenes
por el Mar de la Muerte hacia las tierras del más allá.
Después
de este percance Elal, que vió que había poca tierra
y mucha agua para tantas criaturas, ordenó a los animales.
Y así a los lobos marinos, ballenas y otros los mandó
al mar, y al resto les dejó el dominio de la tierra y el
aire...
Los
que ven más que los demás aseguran que las aguas
de la Patagonia guardan extraños secretos y criaturas fantásticas...
¿Acaso no lo prueba la legendaria Sirena, Petín,
hija del Sol y la Luna y esposa del legendario héroe-dios
de los tehuelches, que vive en el fondo del océano austral
y levanta las mareas cuando ve en el cielo la luz fría
de su madre Luna?... ¿No se agita en el seno marino del
Atlántico el innombrable hijo de Elal?. Es más:
¿no dicen que en los lagos insolables que custodian los
Andes habitan el Lafquen trilque (cuero del lago), el cuero malignoque,
con su tranquila apariencia de cuero de novillo o de potro flotante
al sol, atrae a inocentes víctimas para adherirse a ellas
con las agudas uñas ocultas y llevarlas a los más
hondo?. ¡Claro que también puede aparecerse "el
cuero uñudo"en ríos y arrollos!. Lo que no
debe olvidarse es el modo de combatirlo: los muy viejos, que se
han vuelto astutos por la experiencia, aconsejan arrojarle una
rama espinosa, porque el monstruo al sentir el contacto cree que
podrá devorarla.. y así se arrolla en ella y muere
por la sangre de sus múltiples heridas...
¿Y
el caleuche?. Unos cuantos han visto el barco fantasma, el que
anda abajo del agua del lago Mascardi, y que de pronto se aparece
todo iluminado para disolverse en la oscuridad momentos después.
El que lo ve es porque el caleuche encantado quiere llevárselo...
vaya a saber para qué, pero seguro es que le toma el espíritu
y deshecha el cuerpo... porque este despues flota abandonado a
merced de la corriente...
¿De
dónde brota tanta imaginería mítica sino
de la importancia del agua? Desde los más remotos orígenes
ella ha sido fuente y preservadora de la vida... Por eso las culturas
aborígenes han trazado sus asentamientos y derroteros en
torno al camino del agua... Sin pozos, sin arroyos, sin ríos,
¿como sobrevivirían en los desiertos barridos por
Elëngasen?.
Y
los indios honran a los "dueños"de las aguas,
los mágicos Nguen Co, como el enano silbador que oye el
creyente en el río Aluminé, o el Arün Co, el
intocable sagrado de las vertientes que cuida que no se sequen...
Si
el mismo campo se esponja y cubre de flores cuando cae Maún
(la lluvia) y le da de beber, ¿puede al mapuche dejar de
ofrendar su agradecimiento y su ruego a Nguenemapún en
los menu co u ojos de agua que calcan el cielo?.
Una
y otra vez huenu co bautiza y alimenta a las tierras del sur y
sus criaturas, y convertida en vapor de las cascadas también
cura: es el melicón lahuén del chamán, el
agua bendita sanadora...
Claro
que hubo un tiempo en que el agua fué castigo divino. Las
más remotas tradiciones del planeta hablan del diluvio...
Sólo se salvaron los protegidos por el Gran Futachao...
Cuentan los tehuelches que los refugiados en las cuevas de las
cumbres, rodeados por la oscuridad y el agua de arriba y de abajo
y marcados por el hambre y el frío, pidieron luz al Padre
divino para buscar alimento y ramas para el fuego... Y entonces
El ordenó a Kéenguenkon (la Luna) que subiera con
su luz al cielo para alumbrar a los hombres... Pero en el largo
trayecto su fuego sagrado se fué enfriando por la lluvia
interminable... y desde entonces hay luz de luna en la noche,
pero es luz fría, como Kéenguenkon quedó
desde el diluvio...
Nunca
las leyendas de los pueblos viejos de la Patagonia olvidan la
preciosa y necesaria presencia del agua, por eso la historian
magicamente el origen de vertientes, arroyos, lagos, ríos...
La memoria oral ha legado decenas de leyendas sobre el agua a
la memoria del papel... pero otras se borrarán cuando se
apaguen las voces temblorosas de sus narradores aborígenes...
¿Alcanzarán a rescatarlas los antropólogos
y estudiosos de los mitos y tradiciones? Tal vez...
Pero
entre tanto la lectura o la voz mantienen vivas las antiquísimas
historias de Navé, la indiecita que se transformó
en espuma de la Uñen Lafquen o la laguna de los pájaros
allá en la Araucanía, o de cüyen (la Luna mapuche),
que lloró incontables lágrimas de dolor cuando descubrió
que Antü (el sol) ya no la amaba... y cuyo llanto formó
el bello y nostálgico lago Aluminé en el Neuquén
de los mapuches...
¿Pueden
acaso las tribus pehuenches dejar morir la leyenda de Limay y
Neuquén los jóvenes amigos que se volieron rivales
anemigos por el amor de la bella Raihué y que, convertidos
en ríos, uno al Norte y el otro al Sur, corrienro una peligrosa
carrera hasta el mar... para obtener la caracola de los murmullos
marinos que les aseguraría la mano de la amada? Cuentan
que Rahué dió su vida para que ellos no murieran,
y que el Limay y el Neuquén se abrazaron en su desconsuelo
y juntos formaron el Río Negro, y así unidos llegaron
al mar como homenaje de amor y de amistad...
Dicen
que por el camino de los médanos se llega al agua dulce...
¿Acaso no fueron las fantásticas arenas del desierto
las que guiaron a la tribu vencida de Tranahué, el gran
cacique de la Araucanía, hacia la laguna del caldén
solitario?.
Y
si por la senda de médanos y cortaderas se encuentra el
agua, por las rutas de Pillán se llega al agua de fuego,
al agua volcánica de virtud curativa... Quizás todo
comenzó con Copahue, el cacique aguerrido que defendió
con su vida el derecho al amor sin distingos. La tradición
explica que al enterrarlo en el mismo lugar donde conoció
a su amada brotó un chorro de agua caliente y generosa,
tanto como el corazón de Copahue. Así se originaron
las famosas temas que sanan.
Lo
cierto es que el divino Pillán, tal vez conmovido por la
historia del Copahue, repitió el agua humeante de probada
bondad en el Domuyo, en Epu Lafquén, y en muchos otros
sitios con arroyos termales, surgentes y fumarolas...
Y
enseñó a los mapuches a no olvidar los "permisos":
uno al dueño de los campos donde estan las termas, y otro
a Arün Co, el "espíritu dueño"de
las surgentes curativas... El espíritu mágico es
muy susceptible, de modo que hay que propiciarlo arrojando al
"ojo"del que brota el agua termal alguna hilacha del
poncho o de la matra. Las voces de la experiencia anuncian que
si se sumerge la ofrenda es que Arün Co está satisfecho
y concederá la buscada curación... pero si flota,
¡es mejor no insistir! Y más todavía: debe
respetarse el número de baños que será preferentemente
ena serie de nueve, Y si son necesarios más baños
, sólo después de un intervalo de tres días
podrá reiniciarse una nueva serie... ¿Qué
secreta sabiduría alienta en la cifra sagrada por excelencia?.
¿Por qué coinciden en ella Oriente y Occidente?.
¿Es que la clave numérica representa un ritmo ignorado
que organiza los ritmos orgánicos del hombre y los ritmos
de la Naturaleza y del Cosmos?.
Del
agua primera de Kóoch al agua del diluvio, al agua del
huenu co, al agua del melicón lahuén, al agua encantada
del Domuyo, al agua de las termas... mucho camino andado y sin
embargo ¡cuánto por descubrir todavía!.
La
Patagonia que fué toda agua en el principio y que ahora
es una larga sed de arcilla y pedregal, aún espera que
se develen su insoldable misterio.
A
ella habrá que ir, y tal vez por el camino del agua..