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Pueden usar la energía para volar y localizar objetos mediante ondas sonoras
La curiosa vida de los murciélagos
Fuente: Casa Editorial EL TIEMPO (22 de Febrero de 1999)

Recientes estudios realizados en Sudamérica señalan que habría casi 80 tipos de murciélagos. Teorías anteriores llegaron a sugerir que los megaquirópteros no eran más que unos primates que, en el curso de la evolución, habrían sido favorecidos con alas.

Por CARL ZIMMER*

Especial para EL TIEMPO

Nancy Simmons viajó en 1991 a la zona selvática de la Guayana francesa con una misión que parecía sencilla: saber cuántas clases de murciélagos viven en un determinado lugar. Simmons inspeccionó el lugar durante tres temporadas, y quedó abrumada por los resultados.

"Obtuvimos muestras de 78 especies de murciélagos en una zona que se hallaba a tres kilómetros de distancia de nuestro campamento", señala.

La gran variedad de murciélagos existente en la actualidad es parte del misterio que rodea a esas criaturas. Simmons es una paleontóloga que trabaja en el Museo de Historia Natural de Nueva York. Antes de dirigirse a la selva para buscar murciélagos vivos, pasó años estudiando fósiles de esos animales.

Los murciélagos no son buenos candidatos para estudios de paleontología. Cuando mueren, sus restos desaparecen. Con frecuencia son devorados por animales de rapiña. Si no se descomponen en el suelo. Los músculos y piel membranosa de sus alas se pudren. Como resultado, hay apenas un puñado de fósiles completos de murciélagos en nuestro planeta.

Paleontólogos como Simmons han estudiado esas escasas reliquias con gran minuciosidad porque, vivos o muertos, los murciélagos constituyen uno de los enigmas más grandes de la creación. Algunos otros mamíferos se las han arreglado para deslizarse como planeadores de árbol en árbol. Pero solo los murciélagos han desarrollado la capacidad de volar. Por cierto, solo otros dos vertebrados: los pájaros y los pterosaurios, han logrado esa hazaña. Pero con escasas evidencias de fósiles, es difícil descubrir cómo los murciélagos se las arreglaron para hacerlo.

Para resolver el misterio de la evolución de los murciélagos, los investigadores necesitan determinar cómo esos mamíferos aprendieron a volar a localizar objetos utilizando el eco de ondas sonoras.

Los ultrasónicos

En la década del ochenta, Brock Fentor, zoólogo de la Universidad de York, en Ontario (Canadá), esbozó la hipótesis de que los murciélagos aprendieron primero a usar el eco y solo después desarrollaron la capacidad para volar. A fin de sustentar su teoría indicó que tres musarañas, parientes cercanos de los murciélagos, utilizan sonidos ultrasónicos con el propósito de comunicarse entre sí.

Es posible que un antiguo murciélago, parecido a una musaraña, deslizándose en cuatro patas durante la noche, y atrapando insectos para sobrevivir, haya podido oír el tenue eco de sus llamados al rebotar en un insecto volador. Sus descendientes habrían comenzado a atrapar otros insectos en vuelo y la evolución habría favorecido a protomurciélagos con extremidades más largas y con membranas entre los dedos factibles de ayudarlos a capturar sus presas.

Sus llamados habrían acrecentado su poder, y tal vez comenzaron a planear de árbol en árbol. Eventualmente, sus descendientes aprendieron a volar y a atrapar insectos en mitad de vuelo.

Esa hipótesis fue, sin embargo, cuestionada por John Speakman, un zoólogo de la Universidad de Aberdeen (Escocia). Speakman descubrió que la localización de objetos mediante el rebote de ondas sonoras es una labor muy costosa en términos de metabolismo. El animal consume en esa tarea una enorme cantidad de energía.

Sin embargo, cuando Speakman midió el gasto de energía de murciélagos en vuelo, los resultados fueron sorprendentes. Los murciélagos pueden usar la energía requerida para volar y además localizar objetos mediante ondas sonoras sin gasto adicional.

"Durante el ciclo de vuelo -dice Speakman-, el animal tiene que contraer los músculos de las alas".

Esos músculos no solo ayudan a mover las alas del murciélago, sino que también oprimen la caja torácica, expulsando el aire de los pulmones y enviándolo a través de la garganta. Eso crea las pulsaciones sonoras que al rebotar permiten distinguir objetos.

Los resultados de esas investigaciones han hecho que Speakman ponga en duda la teoría de que los murciélagos desarrollaron primero la localización mediante sonidos y posteriormente el vuelo, pues el animal gasta la mayor cantidad de energía en esa tarea solo cuando posa en una superficie. Eso ha llevado al científico a pensar que tanto el vuelo como la localización de objetos mediante el eco han sido tareas simultáneas.

Teorías 'exóticas'

Si bien existen muchas plausibles hipótesis sobre la evolución de los murciélagos, su genealogía es algo más difícil de precisar, y eso ha inspirado algunas ideas bastante exóticas.

Por ejemplo, en 1986 John Pettigrew, de la Universidad de Queensland, en Australia, sugirió que los megaquirópteros, los gigantes en el mundo de los murciélagos, no eran en realidad murciélagos, sino algo cercano a los primates. Como resultado de la labor de Pettigrew, hubo una avalancha de investigaciones sobre murciélagos en los últimos años. Simmons participó en ellas.

Con la ayuda del paleontólogo Johathan Geisler, también del Museo de Historia Natural de Nueva York, Simmons recolectó los hallazgos de otros expertos y examinó muchas especies de murciélagos.

Basándose en sus estudios, la paleontóloga dice que los megaquirópteros son en realidad murciélagos y no primates con alas, como supone Pettigrew.

La similaridad entre los cerebros de esos animales y los de los primates, dice, es solo una señal de que ambos grupos comenzaron a usar su vista para cazar de noche. Por lo tanto, todos los murciélagos de la actualidad desde los grandes -con enormes ojos, que devoran frutas, hasta los pequeños, que comen insectos- descienden de un antepasado común.

También indica que los megaquirópteros se alejaron del tronco de los murciélagos hace bastante tiempo. Los restos fósiles de murciélagos, señala, indican que esos animales se hallan en la senda de los microquirópteros, o 'pequeños murciélagos'.

La única forma de verificar las ideas de Simmons y Speakman, y de otros científicos es obtener mayor información en el terreno de la evolución.

Pero teniendo en cuenta lo difícil que resulta encontrar fósiles de murciélagos, eso podría demorar bastante tiempo. Entre tanto, Simmons piensa retornar a las selvas suramericanas para proseguir sus investigaciones. En esta ocasión viajará a Perú para atrapar más murciélagos vivos.

Existen abundantes misterios que vuelan en la noche para mantener a Simmons ocupada durante bastante tiempo.

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