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19 de Febrero 2017
Joan Manuel Serrat en imágenes.
JOAN MANUEL SERRAT, EN DEFENSA PROPIA.
Personajes
excitantes
Baltasar Porcel
Plaza y Janés, Madrid 1978
Joan Manuel Serrat es un espécimen curioso, ha sabido conservar plenamente la
naturalidad en medio del desenfrenado, bobo y absurdo mundo
artístico-propagandístico que le ha tocado vivir. Continúa siendo aquel chico
delgado, de mirada vivaz y un tanto dura, que anda con cazadora de piel y que
merienda pan con tomate en el bar de la esquina. Esto es importante. Como
también lo es que su labor como cantante —siempre digna y con notable frecuencia
de auténtica calidad— se haya impuesto en el tejemaneje de la canción ligera
ibérica, donde es uno de los escasos "grandes ídolos" de ejecutoria seria y
presentable a nivel internacional.
— Ahora mi último disco es de canciones catalanas, mías. Pero no sé explicarte
cómo son, porque así de unidad tampoco tienen entre sí. Pero, mira, me gustan.
Es un disco que me interesa mucho, ya lo oirás...Y de los que llevo ya hechos,
pues los que más me gustan son los poemas de Miguel Hernández y el "Serrat-4" en
catalán. Ya lo veo con distancia y, tú, creo que se sostiene. El de Miguel
Hernández que es anterior del que te decía al principio, pienso que refleja el
buen momento en que me encuentro. Lo hice con muchas ganas.
— Bueno yo salvaría una serie más de piezas tuyas,
desde el primer disco grande que grabaste, y pese al quizá excesivo deje
sentimental que tenía, hasta el de los poemas de Antonio Machado, pasando por el
de "Cançons tradicionals". "Mediterráneo", en cambio, no me gustó: era demasiado
facilón...
— No te diré que no, aunque puedes creerme si te digo que en cada canción pongo
todo lo que puedo, e incluso las más flojas, pienso que algo tienen que puede
servir o entretener a la gente, y que me es útil a mí para examinar mi trabajo e
ir avanzando. Nada se pierde, oye. Ahora, claro, cada uno tiene su opinión y
además las cosas te salen mejor o peor. Lo mismo te pasa a tí con tus artículos
y tus novelas.
— Hombre, desde luego.
— Pero, ves, al de Machado muchos me lo criticaron. Muchos amigos tuyos y míos,
gente que teóricamente tiene una capacidad intelectual.
— O debiera tenerla...
— Lo que pasa —y no me refiero ahora sólo con relación a mí— es que en este país
hay una mala baba increible; como una obsesión para reventar lo que sea, todo, y
cuánto más mejor. a mí no me gusta, no, tú.
— ¿Crees haber cambiado mucho del Serrat de antes del
éxito al de ahora?
— Un individuo cambia cada día. Supongo que sí... Hay una serie de
cosas fundamentales que se mantienen, y otras que evolucionan. Y esto es una
suerte, pero sigues siendo el mismo, y vas siendo otro, no sé si me entiendes.
Entre lo que queda están aquellos principios que te inculcaron en tu casa, de
pequeño, del color y la personalidad que tiene la gente: aprender a conocerla y
saber de qué pie o de qué idea calza. Y amores que has mamado prácticamente:
formas de ver las cosas, costumbres, comportamientos... Lo que te ha cambiado,
en cambio, son las relaciones externas con la gente, con la muchísima gente que
llegas a tratar, que te rodea y de la que tienes que aprender a salirte, no
dejarte engullir, y llegar a la gran gente, a todos: no perder el contacto con
la realidad. Creo que tengo un conocimiento y unos criterios más claros que hace
cinco o seis años, y he sabido distanciarme de aquello que es accesorio o
nocivo.
— ¿Qué opinas del éxito?
— El éxito es un monstruo tremendo, una bestia que tienes que llevar
bien atada, o te come. Cuando llegó, lo ví muy claro, y me lo tomé con
precaución. Quizá por éso, cuando se vaya o desaparezca, no me afecte demasiado.
He luchado para que mi persona no quede condicionada a él, y que sea yo siempre,
con éxito o sin él.
— Pero te alegra haberlo tenido ¿Verdad?
— Evidentemente. Me ha proporcionado muchas cosas que jamás hubiera
tenido: conocer gente interesante, viajar, libertad para hacer lo que quieras,
medios para poder comprar un piso o un coche y no tener que preocuparme por el
dinero, etc. Estoy muy contento de haberlo tenido pero ¡ojo!, procuro que esté
domesticado.
— Si desaparece, ¿has pensado en dedicarte a otra cosa?
— Dejaría de cantar, pero no de hacer canciones. Las continuaría
haciendo, al menos mientras creyera que esto tenía un sentido. Pienso que de
momento lo tiene. Porque yo no canto por haber tenido éxito. Quizá antes me he
expresado mal o ahora quiero matizar más: al margen del éxito, yo cantaré y haré
canciones si esto me sirve a mí, me llena interiormente. Si no, pues no. En todo
caso, no creo dejar nunca de trabajar en cosas relacionadas con el arte, con el
sonido.
— ¿No escribías narraciones?
— Sigo haciéndolo. Pero de momento, no quiero publicar nada, ni en
libros, ni como colaboración en una revista. Con los condicionamientos de este
país que decíamos, con tanto tío que hay que sólo desea decapitar al vecino, que
hace que las cosas no sean sencillas y claras, pues si yo publico un libro,
pueden pasar dos cosas: que sea bueno o que sea malo. Pero en cualquiera de los
dos casos, por ser mío se venderá, lo cual ya es malo. Que se venda porque es de
un señor que es popular por otras cosas a mí no me interesa. Y suponiendo que
sea bueno, que mi narrativa tenga validez, también pude pasar dos cosas: que me
traten bien o que me maltraten. Pero la posibilidad de que me traten a
estacazos, es muy grande. El país rezuma mala baba, ya lo sabes. Yo prefiero
esperar, meter lo que escribo en un cajón, y esperar a no ser popular para
publicarlo con tranquilidad de espíritu... En tu campo me parece que la crítica
es mala, salvo excepciones, naturalmente. Pero en el mío es todavía peor. Hay
sí, excepciones, y alguna conozco, gracias a Dios. Pero la inmensa mayoría de
los que hacen crítica, ni música saben o son unos irresponsables, que ni se dan
cuenta que su opinión puede repercutir y liar a mucha gente.
— ¿Pero crees que esa crítica influye?
— La gente tiene que hablar, tú, y se van a la barbería o al café a
charlar de lo que sea. Y como tienen que tomar los temas de aquí y de allá,
hablan de lo que leen. No, en serio, el mal que hace la crítica mala es
horrible. Yo me lo tiro a la espalda, y listo. Y no me quejo sólo por mí: les
ocurre a todos igual. Porque, además, cuando hablan bien de tí, muchas veces lo
hacen por las mismas sinrazones y arbitrariedades de cuando lo hacen mal... Uf,
y luego está lo de la venta: los tíos que extienden la mano y cobran de las
casas de discos. Hay mucha venta en este país, mucha. La gente es pobre, y
primero tiene que comer. Luego necesita el coche y las vacaciones. Como no se
pueden ganar la vida escribiendo se la ganan de otra forma.
— Eres universitario, ¿te ha servido de mucho?
— Qué quieres que te diga... ¿Sabes que no descubrí en serio, por
ejemplo la literatura, la poesía, hasta muy tarde, a los veinte y pico de años?
Amigos excelentes me abrieron a una serie de cosas, me proporcionaron un segundo
aprendizaje que la Universidad no me dio...
— Hablabas de poesía ¿qué poetas te interesan más?
— En principio me interesan todos aquellos que despiertan mi
sensibilidad. Pero, para concretar nombres, te diré que los que siempre he
sentido a mi lado son, entre los catalanes, Salvat-Papasseit, Foix, Gabriel
Ferrater y Joan Vergés; entre los castellanos, la generación del veintitantos,
que fue un gran grupo de gente, y los del Siglo de Oro.
— ¿Crees que la vieja idea del amor continúa actuando
sobre la gente, sigue teniendo su antigua, y reciente, importancia?
— El amor no es monógamo, lo que es monógamo es el momento, el
tiempo, en que estás enamorado de una persona determinada. Yo cuando he estado
con una persona a la que quería, ni pensaba en que pudiera haber otras. ¡Me
encontraba tan bien con ella! Lo que pasa es que a largo plazo, al menos en mi
caso, la cosa siempre se ha roto.
— ¿Trabajas mejor estando enamorado, o feliz, o cuando
tienes dificultades?
— Cuando más he producido ha sido en condiciones depresivas. Cuando
he estado eufórico, en cambio, he sido más capaz de organizar, canalizar lo que
tenía hecho en las etapas de abatimiento... Puede que el hombre, cuando se
encuentra acogotado, sea más capaz de exprimirse con mucha más profundidad que
cuando todo le funciona.
— ¿Qué te parece todo esto de la sociedad de consumo?
— Hay que distinguir. En el obrero, que necesita luchar de firme para
conseguir unas cosas básicas, me parece muy bien que el tío quiera tener más
cosas y tal. Pero en la clase media, que estas cosas básicas pues ya las tiene,
y que ni tiempo le queda para gozar de ellas porque tiene que trabajar más para
tener más cosas que nunca podrá disfrutar plenamente, me parece que el digamos
consumismo es una necedad.
— El panorama de la canción ¿cómo está en España?
— Bastante mal, tú. Y por las mismas razones de hace diez años.
Primero, por las limitaciones que obligan a que escritores, gente del cine,
músicos, cantantes, incluso nos autocensuremos, no podamos desenvolvernos lo que
podríamos. Que hayan salido cuatro o cinco personas que hagan una música digna,
como Paco Ibañez o Pau Riba, es casi un milagro. Y me refiero ahora a los que
tienen una calidad, porque de la legión de los mediocres, ya no vale la pena ni
hablar. Tampoco tenemos canalizadores, gente que monte negocios musicales bien;
o ves tíos sin proyección, encerrados en su casa, pero con fuerza expresiva
enorme, o tíos completamente huecos, lanzados a los cuatro vientos por los
empresarios, casas de discos, managers. Porque estos últimos, con contadas
excepciones, son catastróficos, entre otras razones porque muchas casas de
discos, que ya ganan suficiente con su catálogo de extranjeros, ni se preocupan
para estimular y difundir los de aquí que empiezan. La falta de profesionalismo
del país es tremenda, tú, tremenda.
Serrat continúa hablando. Sus palabras, en un tono notablemente inconformista,
son positivas. Lo es su arte, de un modo muy considerable, y hasta , en su
campo, excepcional en ocasiones. Sin embargo, temo que en sus ideas haya mucho
de íntimo, de circunscrito a su persona estrictamente, individual, y que, en
cambio, como ente público navegue como el que más en el maremágnum publicitario
y sensacionalista. Basta ver las revistas dedicadas al género... No sé si esta
dualidad a la larga hará trizas a Serrat como se ve y quiere continuar viéndose
a sí mismo, no sé... Veo difícil la defensa propia cuando se es, además de
atacado, autoagresor.
Entrevista fechada en 1973, poco antes de salir "Per al meu amic"
Material extraído y recopilado de la antigua página de Paco Martín.
Joan Manuel Serrat en pósters.
"Los carreteros" Centenario nacimiento del compositor Rafael Hernández Marín.(Puerto Ríco 1992.) |
"A mis amigos" Centenario nacimiento del compositor Rafael Hernández Marín.(Puerto Ríco 1992.) |
Joan
Manuel Serrat "Tal com som" 1982 TVE (Completo)
Pequeño documental de Joan Manuel Serrat y con entrevista desde su casa de
Camprodon. Gracias a Josep Mª Carafí (Ifarac) por dejarme compartir este vídeo.
© Pere Mas Pascual (1997-2017)