Prensa, vídeos, canciones, imágenes, novedades...al día.
10 de Febrero 2017
Joan Manuel Serrat en imágenes (a la venta en todocoleccion.net)
La historia de amor entre Serrat y Buenos Aires.
Seguramente mucho de
ustedes ya la habrán leído y también guardado en su heméroteca serratiana, o tal
vez algunos no, pero no esta de más recordarlo.
La historia de amor entre Serrat y Buenos Aires ya estaba escrita cuando aún no
se conocían. Joan Manuel Serrat, Músico y poeta
"Creo que hay una, injusticia social grave"
Nota del 3 del 6 de 1992. CARLOS ARES
A los cuatro años, Serrat arrastraba, a su padre, al que no le gustaba el
fútbol, por la tribuna del club Unión Sportiva del Poble Sec, del que todavía es
socio "número 12 o 14". Para, entonces su padre ya le hablaba de Gardel.
Después, a los nueve años, el San Lorenzo de gira por España que le ganó 3-2 al
Barcelona el 25 de diciembre de 1949 le enseñó todo lo que había que saber sobre
el juego. Los hijos de los vecinos que vivían en Venezuela mandaban discos; así
llegó Yupanqui. A los 26 años arribó entonces a Buenos Aires y el vértigo
político y social le atrajo corno si se encontrara, con los ojos de una mujer
que llevaba tiempo esperando.
Estaba escrito que sería catalán y porteño.
"Con esas manos que volvieron en..." (Serrat lee la letra de La Montonera,
murmura, canturrea). "Con esas manos que... no, no esto no era exactamente así,
pero bueno, se parecería..."
-Esta canción, difundida a través de una grabación clandestina, se convirtió en
una leyenda sobre la que nunca se volvió a hablar. ¿Cómo llegó usted a
escribiría y a quién estaba dedicada?
-Pues llegué a escribirla como sucede con casi todas mis canciones, por
necesidad. Por aquellos tiempos todas las voces de la calle eran militantes,
pero la canción está dedicada en particular a una muchacha, Alice que salía cada
noche a pintar el "luche y vuelve" en las paredes, como dice la letra Es la
historia de ella, el1a era "la montonera". Una muchacha llena de sueños y de
ideales, como casi todos los de su generación. La mataron después del regreso de
Peron, cuando ya actuaba si las bandas de López Rega.
- ¿Sabía usted que este disco llegó a circular en una copia de pasta?
- No, no lo sabía y no comprendo cómo pudo ocurrir eso porque yo nunca grabé
esta canción.
- Los hechos políticos posteriores a la época en que fue escrita, le dieron un
particular valor a esos dos versos casi
Premonitorios: "¡Qué buen vasallo sería/ si buen señor tuviera!".
¿Cómo tenía usted tan claro lo que sucedería entre Perón y los jóvenes
militantes?
- Quizá porque yo veía las cosas de otro modo. Pero desde el momento aquél, en
1972, cuando llegó Perón y Rucci le recibió en Ezeiza con el paraguas, yo nunca
me creí que Perón fuera eso que soñaban los jóvenes. Después, cuando se produce
aquella matanza de Ezeiza, cuando vi. a muchachos estrangulados con alambre de
espinos, ya no me quedaron dudas. Los versos de la canción están tomados del
Cantar de Mío Cid, aquellos que dicen: "Dios, qué buen vasallo si hubiese buen
señor", cuando el Cid entra en Burgos.
- ¿Cómo se ve todo eso ahora: la derrota, una historia tan dura, tan reciente?
- Primero, creo que hay una necesidad de recomponerse, de recomponer todas las
cosas. Digo recomponer sin pasar en ningún momento por el olvido. Yo nunca he
sido partidario de los mantos de olvido. Creo que esos mantos son muy fríos, son
hielo. Son mantos de memoria los que hay que tender, incluso de reconciliación
si uno quiere. Pero con memoria. No podrá haber nunca reconciliaciones sin
memoria. Se pueden tapar los agujeros, pero si las cosas no se aclaran los
conflictos subyacen, están ahí y en cualquier momento pueden salir, con todos
los riesgos que esto significa para un país que aspira a la estabilidad
democrática.
-El compromiso político personal, no partidario, y sus canciones de aquella
época, parecen anudar definitivamente una relación sentimental entre usted y
Buenos Aires, que en realidad ya estaba latente antes por otras razones. ¿Es
así?
- Pues sí, todo estaba ya en el origen. Mi padre presumía de haber conocido a
Gardel en un local del Barrio Chino de Barcelona, en Can Peret. Y yo siempre le
creí, porque mi padre no decía mentiras.
Además mi padre cantaba tangos. Era malo de verdad, pero cantaba con mucho
sentimiento. También mi madre cantaba mientras hacía las cosas de la casa. Ella
era de cantar y llorar por los muertos de la familia en la guerra. Además
estaban los hijos de mis vecinos del barrio de Poble Sec, que vivían en
Venezuela y mandaban discos desde allí. Yo conocí a Yupanqui antes que a
Brassens, algo que no era normal en un españolito de la época. Todo aquello no
era normal, porque el fascismo sólo organizaba la incultura, lo que no debía
difundirse.
Por eso llegaban Yupanqui o Violeta Parra junto con Brel y Brassens, además de
la canción popular española que pasaban por la radio, la de Conchita Piquer, de
Quinteros, León y Quiroga... Allí estaban también, en la memoria de mi padre,
Irusta, Fugazot y Demare, un trío de tango argentino que tuvo mucho éxito en
Barcelona.
- ¿Qué música se escuchaba en su casa?
- La de la radio y la que cantaban mis padres. En mi casa no había tocadiscos.
De mi calle fuimos sólo tres los que llegamos a la universidad. Uno que se
licenció en derecho, Paquito, Paquito Moreno.
El otro es Isaac: Levin Mizrahi, que es un médico espléndido ahora, un
hematólogo. Y yo, que hice agronomía. Cada año nos juntamos los de la calle. Y
lo recuerdo a Isaac porque su familia tuvo la primera gramola en el año 60, más
o menos, allí escuchamos los primeros discos.
-El ingreso a la universidad, donde se forma el movimiento de la llamada nueva
canción catalana, ¿cambia sus gustos musicales?
- ¡No, qué va! Cuando yo entro a la universidad comienza la máxima conexión con
la música latinoamericana. Por un lado porque uno tiene más conocimientos
musicales y sigue aprendiendo. Y ahí aparece el folclore, empiezo a descubrir y
a disfrutar el folclore de los años sesenta.
- ¿Cómo llegaba hasta Barcelona?
- Por algunos grupos, por discos, pero supongo que había también en mí un
interés natural. Yo buscaba discos de Los Chalchaleros, de Los Fronterizos y los
hacia escuchar. Luego estaba lo de los libros, la llegada de los libros de la
Editorial Losada, aquellos de lomo blanco, que nos acercaban a Machado, a
Hernández, a Rafael Alberti, Elvio Romero, Oliverio Girondo... Allí, en los
pasillos de la universidad, descubro a Miguel Hernández. Es un poeta cuya vida y
obra y cuyo ejemplo. se ajustan muy bien a un arquetipo de luchador
antifascista, un ideal al que aspirábamos todos. Entonces, pues ahí intervienen
dos cosas: una razón de gusto poético y una de necesidad heroica juvenil, la que
lleva a que el personaje de un hombre asesinado por el franquismo, aunque murió
de tuberculosis, se convierta en un modelo de vida. Todo eso estaba en los
libros que circulaban por los claustros de la universidad. Yo viví todavía unos
años de universidad donde eran más importantes los claustros que las aulas. Era
una universidad heterogénea en las que estábamos juntos los que hacían exactas o
físicas o químicas y, en otro bloque, la gente que hacía filosofía y letras,
vale decir que todo estaba muy unido. En los claustros y en el bar eran los
sitios donde ocurrían las cosas más interesantes.
-Pero aun así, con toda esta historia personal encima, no se termina de
comprender por qué la pasión se desata precisamente con Buenos Aires. Pudo haber
sido otra ciudad. Su exilio transcurrió en México, vivió allí once meses, entre
1975 y 1976.
- Bueno, cuando ocurrió aquello yo decidí instalarme en México porque en aquel
sitio uno se sentía sólido. Por eso no quise hacer tampoco giras por América. En
Chile estaba Pinochet, en la Argentina eran los últimos coletazos de Isabel
Perón y ya llegaban los militares, también estaban los militares en Uruguay. Yo
tengo una buena relación con todos esos países, lo que sucede es que en ningún
lugar me ha ocurrido lo que aquí. Ni en México, ni en España siquiera, tengo
tantas ideas destruidas, ni compañeros muertos, ni sangre perdida, ni tristeza
acumulada, ni frustraciones metidas en el cuerpo, como tengo aquí. En otros
sitios no me he dejado jirones de la piel y aquí, pues, yo... algo se ha
quedado.
-Durante sus recitales, entre el público, hay gente que llora con una emoción
que excede todo límite, con verdadero desconsuelo. De un modo casi irreparable.
- Yo creo que eso tiene que ver con algo que siempre tienen las melodías y los
olores. Cada canción, para cada persona, está situada en un tiempo y en aquel
tiempo hay una serie de vivencias. Cuando una persona se emociona así, no lo
hace normalmente por la melodía. La canción le trae unos perfumes, unas ternuras
o quizá todo lo contrario. Le trae amores y desamores que son los que allí,
entreverados, hacen que la gente estalle. No es la música en sí, es los que
representa para cada uno.
-Pero en este caso no se trata sólo de canciones. Hay también declaraciones o
tomas de posición suyas que siempre expresaron las que tenía en conjunto la
mayoría de la gente.
- Bueno, al menos una parte del público argentino. Porque yo me he incorporado,
de alguna manera, a ese pueblo argentino. Yo soy uno más, no me siento un
extranjero, ni siquiera un extranjero conocido o adaptado. Yo llegué aquí en
unos años tan importantes, tan intensos y brutales, que me hicieron vivir y
sentir las suficientes cosas para que nada me resulte indiferente. Yo leo
periódicos argentinos en Barcelona, sigo la información. Sé quién contamina el
río Reconquista y sé en qué andan ahora los políticos. Un hombre quiere lo que
conoce, quiere aquello en lo que se integra y yo estoy absolutamente integrado a
este país.
- Usted tuvo la oportunidad de expresar a mucha gente sin voz o sin medios y eso
es, tal vez, lo que se agradece.
-La verdad es que yo siempre he tratado de ser yo. Lo que pasa es que suelo.
coincidir en muchas cosas con mucha gente. En casos muy concretos sí me he
convertido en portavoz de los demás, de los que no tienen un medio de
comunicación para poder contar las cosas según las ven ellos... y a veces esto
coincidía, si no con mi pensamiento de manera total, sí con las forma en que yo
creía que debían ser las cosas.
- De todos modos, con presencia y ausencia, exilios, declaraciones públicas y
gestos privados, se ha fundido una historia que excede toda otra relación
conocida entre un artista y el público. ¿Es eso lo que se va a celebrar el
sábado' en la plaza?
- Pues no sé si vamos a celebrar. Vamos a encontramos en una fiesta que yo creo
que será inolvidable para todos.
- Hay gente que piensa pasar allí la noche del viernes al sábado.
- Yo también creo que esto va a empezar mucho antes de lo anunciado..
En la mañana del sábado estaremos allí para probar el sonido y sé que nos
encontraremos con gente que ha tendido sus mantas, que tomará sus mates y que
estará allí, jodiendo, y bueno... empezarnos a cantar entonces. No será una
prueba de sonido común, todo va a ser diferente. Yo creo que la fiesta va a
empezar desde el viernes, cuando se monte el escenario.
- Como usted sabe, el código de porteñidad se basa sobre la relación con los
amigos, las mujeres, ¡apolítica, el tango, el fútbol, la carreras... ¿Quién lo
ayudó, o cómo hizo, para llenar todos los trámites?
- Han sido los amigos, pero más me llevó la casualidad de que mi primer
empresario y representante en Buenos Aires fuera Alfredo Capalbo. Él me hizo
conocer a gente maravillosa como Barquina. Para mí Barquina, Troilo, el coreano
Salgán, son gente que me ha dado mucho en esta historia. Si tuviera que escoger
a uno con el que he pasado horas maravillosas, sería Barquina. Yo siempre cuento
aquella anécdota que le muestra de cuerpo entero, cuando le fui a visitar
después de su ataque de hemiplejia y me lo encontré allí, tirado en el sillón,
con una mueca que le torcía la cara y al verme me
dijo: "Mirá gaita, me quedo con la seña del siete bravo..." El siempre tenía a
mano una salida bien porteña.
- Hay una pequeña historia con Troilo, en Mar del Plata...
¿Cuando me colé en la casa con el whisky?
-Sí. Ese encuentro se convirtió luego en cuento casi de ficción. Se dice que
Zita, la mujer de Troilo, le pidió que se fuera de la casa.
- No, no ha sido así y no sé quién pudo contar algo de lo que ocurrió allí
porque sólo éramos tres personas: Pichuco, una muchacha que llegó conmigo, de
nombre Rosario, y yo. Zita de verdad protegía mucho a Troilo porque él seguía
chupando y estaba muy mal en aquel momento.
Y, claro, como yo había llevado un poco de agua de fuego, la verdad es que no le
iba a hacer ningún bien, pero Zita no me echó. Pichuco se emocionó mucho aquella
noche, ya no andaba bien. Me contó de un espectáculo que iba a montar y lo que
haría en él, pero no llegó nunca a hacerlo. Fue también muy emocionante para mí
porque yo sentía. que era la última vez que lo veía - El también sintió eso, que
ya no nos veríamos más...
-Aquel chico que oyó hablar de un tal Gardel a su padre llegó a tener amistad
con Troilo. No está nada mal...
- Son esas cosas que uno se lleva puestas al otro mundo. Sueños del pibe
realizados. Yo estaba allí, en Caño 14, con un grupo de amigos cuando Troilo me
invitó a cantar con él. Habíamos llegado muy tarde, éramos pocos en el local y
estoy seguro de que todos querían subir, pero Pichuco eligió al vocalista. Me
dijo: "Subí, gaita". Estoy orgulloso de eso, como de haber cantado también con
Pugliese. Tocaba en Madrid, me llamó y allí fui sin pensármelo dos veces. Hasta
me compré un esmoquin para la ocasión. Lo único que lamento es que otra de las
grandes personalidades del tango con la que me hubiera gustado mucho hacer un
trabajo en profundidad y que seguramente hubiera sido hermoso, esté pasando
ahora por un drama personal. Hablo de Astor Piazzolla. Lamento profundamente el
drama que está viviendo, sobre todo sin haber llegado jamás a alcanzar en su
país todo el reconocimiento que sin duda se merece.
- ¿Cómo sigue ahora, sin Troilo, sin Piazzolla, su relación con el tango?
- Yo vivo en una contradicción desde hace muchos años y no me importa
confesarlo. Cada año me planteo, tres o cuatro veces por lo menos, el deseo de
hacer un disco de tango. Tal vez no un disco sólo de tango, yo quiero otra cosa:
a mí me gustaría montar una orquesta típica. Lo que eran las viejas orquestas,
que tocaban tangos, milongas, cuplés.
En las que se mezclaba la nostalgia de los inmigrados con el nuevo producto
criollo. Eso me gustaría hacer... Y además, tocar el repertorio de cada músico
uno a uno.
- ¿Pero ése es un proyecto posible o sólo un sueño?
- Es un proyecto que se me rompe constantemente frente a un cierto pudor que
tengo con esta historia. A lo mejor algún día acabe algo o encuentre el eslabón
que le falta.
-¿No se siente con suficiente identidad porteña como para tocar y cantar tangos
o milongas?
- No es eso. Yo no creo que haga falta ningún derecho ni un carnet de tanguero,
pero sí quiero tener el convencimiento de saber qué estoy haciendo. Es decir,
que no responda solamente al deseo de darme el gusto, no es eso... Para eso lo
hago en privado. Yo en mi casa canto siempre tangos, boleros y música popular.
- ¿Y qué línea tanguera sigue?
- Bueno, según la época. En una primera época yo seguí lo que llegaba a España y
lo que cantaba mi padre, Gardel-Lepera, todo el repertorio de Gardel, Celedonio
Flores. Luego ya empieza a parecer otro tipo de tango cuando vengo a Buenos
Aires. Todo lo que es Cadícamo, Cobián, Contursi y, sobre todo, Homero Manzi.
Los textos, de Homero son otra época mía. Y en estos momentos estoy volviendo a
recuperar mis afectos primigenios por la dupla Gardel Lepera, sin olvidar
algunas cosas que también escucho: Baffa, Stampone, incluso me gusta Pracánico,
con todo lo tortuoso que es. Para mí Pracánico es un tipo de músico de contar
cosas que me gusta. Y, por sobre todo, uno de los que me gusta siempre, de forma
constante, es Celedonio Flores.
- ¿Del tango a los burros o al fútbol?
- Todo es simultáneo. Cuando llegué por primera vez a Buenos Aires fui al
hipódromo y a la cancha a ver a Boca... aquel equipo de Boca del 69 que dirigía
Alfredo Di Stéfano y en el que jugaban Sánchez, Madurga, Curioni, Rojitas. Yo
tengo la camiseta de Rojitas. En el fútbol y en el hipódromo de Palermo encontré
ciertas esencias del ser porteño. Yo creo que el hipódromo forma parte del
porteño no sólo por el juego sino por el amor al caballo. Ese espíritu no lo he
encontrado en otros hipódromos del mundo. Yo he visto aquí cosas maravillosas
corno chiflar a un jockey por pegarle demasiado a un caballo, por hacerle daño
para ver si podía ganar la carrera. Y he visto amar a un jockey que era tan
inteligente como para conducir al caballo con lo justo hasta el final, cuando
parecía que le tocaba la quijada para hacerle ganar por el hocico. Aprendía amar
esos detalles, como en el fútbol. Aquí la gente ama el juego y respeta a los que
saben jugarlo bien. El hincha de verdad prefiere ver jugar bien a su equipo
antes que conseguir resultados casuales. Por eso aquí se han dado grandes
jugadores, porque el público los ha protegido y les ha permitido hacer estas
maravillas. En cambio, en otros sitios se les exige ganar un título de cualquier
modo y a veces ni siquiera logran eso.
- Su perfil ideológico en el fútbol parece está muy claro. Podría seguir la
línea Menotti, Maradona, Valdano...
- Absolutamente. Estoy absolutamente en esta línea de amor y respeto al juego, a
la alegría del juego y estoy también absolutamente en contra de todo lo otro.
-No se priva de ninguna interna. Las políticas, las futbolísticas...
¿Y en los burros?
- En los burros siempre fui un gran admirador del Topo Sanguinetti.
Me gustaban más los jockeys de su estilo antes que los duros como Aníbal Etchart,
el brazo fuerte. Tampoco he sido partidario de Jara, como la mayoría de los
burreros. Para mí siempre ha estado presente el recuerdo de Cayetano Sauro y su
accidente. Aquello fue una cosa que manchó mucho el historial de Jara. Los dos
punteaban la estadística y el caballo de Jara se cerró sobre los palos, haciendo
rodar al de Sauro. Fue una rodada terrible.
-¿ También tiene línea propia entre los cantores de tango?
- No, en el tango siempre he tenido unos amores fijos y ya no creo que cambie a
estas alturas. Mi línea pasa por Gardel que sigue siendo uno de los que mejor
canta, y otros dos que también me gustan mucho:
Julio Sosa y Edmundo Rivero. El viejo Rivero ha sido uno de los cantores que más
he querido. Luego, con el tiempo, amplié un poco mis gustos. También escucho a
Fiorentino, a Goyeneche y a algunos más.
Por el lado de los intérpretes, no quiero olvidarme del maestro Pugliese y del
coreano Salgan, que son los primeros maestros de una escuela en la cual el texto
pasa a segundo término y se imponen unas fórmulas rítmicas y una manera de
tocar, con una polenta, que son maravillosas.
-La pasión que usted tiene por Buenos Aires, su gente y su cultura, reanima a
los propios porteños. Incluso otra canción suya, Utopía, parece coincidir
nuevamente con un sentimiento profundo de la gente, que comienza a recuperar
cierta capacidad de lucha.
- Es que yo creo que van a pasar muchas más cosas todavía en los años que
vienen. Porque esto de que se hable del triunfo del capitalismo o del
liberalismo económico como sin el socialismo hubiera mostrado su ineficacia, es
simplificar demasiado el asunto. Es un gran fraude.
Porque esto sería cierto de existir este triunfo. Pero si eso ha dado algunos
frutos los habrá dado en diez o doce países en el mundo, cuando en el mundo -mal
contados hay 190 países. Es decir que hay 180 países que no gozan del
liberalismo económico sino que sufren sus consecuencias. Y de alguna manera esta
historia triunfalista que algunos reaccionarios se han apresurado a presentar,
se les va a volver en contra porque no la van a poder mantener ni la van a poder
justificar. No entiendo de qué coño pueden estar eufóricos cuando no hay nada
resuelto en este inundo. Las desigualdades son cada vez más notorias, la
insolidaridad es cada vez más justificada. Cuando el mundo vive una política de
sálvese quien pueda, yo no creo que ésta sea la mejor fórmula para educar a
nuestros hijos, con estas ideas.
-¿Cómo se ve todo eso cuando se enfoca a la Argentina actual, después de todo lo
que usted vivió aquí desde que llegó por primera vez?
- Lo que más me angustia de lo que veo es que el país no sólo tiene una
separación de clases notoria, sino que tiene también una separación notable de
edades. Se está viviendo un tiempo en el cual, si en general los que menos
tienen son los que cuentan con menos posibilidades para solucionar sus
escaseces, los viejos y los niños están en peores circunstancias. Creo que hay
una situación de injusticia social grave, también por cuestiones de edad. Por
poca edad y por mucha edad. Los problemas de los de poca edad se ven menos
porque todavía hay toda una pantalla de padres consumistas, pero por parte de
los viejos es mucho más jodido. Los viejos no gastan, no consumen y entonces no
son elementos que a este sistema les interesen - mucho. Son gente que ronda los
setenta años, que trabajó y que hizo mucho por el país y que están ahora
totalmente desprotegidos.
-El sábado estarán todos allí.
- El sábado estaremos todos allí aunque el tiempo no acompañe. Yo no quiero que
se suspenda por nada, para mí una plaza de Buenos Aires no es un escenario
cualquiera.
La montonera
Con esas manos de quererte tanto pintaba en las paredes Luche y Vuelve manchando
de esperanzas y de cantos las veredas de aquel '69 con esas manos de enjugar
sudores con esas manos de parir ternura que volvieron la fe en la nueva
primavera bordaba la esperanza montonera con esas manos que pintaban la historia
de celeste y blanco con esas manos de quererte tanto. Cómo quiere usted que no
ande de acá para allá cargando la primavera cayéndose y volviéndose a levantar
la montonera qué buen vasallo sería si buen señor tuviera. Y cómo quiere usted
que no ande de acá para allá luchando la primavera cayéndose y volviéndose a
levantar la montonera qué buen vasallo sería si buen señor tuviera.
Joan Manuel Serrat
Salutacions cordials/Saludos cordiales.
El color de mi cristal (Por Muntañola).
Vídeos "La tieta" en distintas versiones e idiomas.
Por Manzanita versionada al Castellano. |
Por El niño de la hipoteca. (Catalán) |
Por Mina en Italiano. (Bugiardo e incosciente) |
Por Francesco Guccini en Modenés. (La ziatta) |
Por Susanna del Zas en Catalán. |
Por su autor Joan Manuel Serrat. |
Nadals a la memória.
Salvador Escamilla
entrevista a Serrat al otro lado de los pirineos mientras se encontraba
exiliado.
Portic, Barcelona 1977
Estamos
a finales del mes de enero de 1976. Nos encontramos al otro lado de los
Pirineos. Tiene un buen aspecto, como si hubiera descansado (como si ayer no
hubiera tenido recital, ni hoy tampoco); éso tranquiliza. Está contento de
reencontrarse con la familia y los amigos que vienen a verle, y eso siempre es
importante para él. Sus padres le han traído a su hijo, Queco, que no sabe qué
es lo que pasa.
Hace poco se ha marchado Joan Baez, le ha traído rosas rojas, y se ha
emocionado, han quedado en encontrarse en América. Joan Manuel Serrat continúa
trabajando y esperando. Esperando que vengan tiempos y aires mejores.
Se encuentra en la habitación del hotel. Las páginas de la prensa de todo el
país se encuentran allá y preguntan cosas de aquí. Le pregunto:
— A nivel artístico ¿Qué preparas para Europa y América?
— De momento voy a América una temporada a hacer una gira por diversos países.
Daré una serie de conciertos en Estados Unidos, concretamente en Nueva York. El
mes de mayo volveré a Estados Unidos, para hacer algunas cosas en California.
Los meses de marzo, abril y mayo tengo una gira por México, una gira de tres
meses. Volveré a Europa para hacer una serie de actuaciones en Francia, en
junio. Después otra vez a Estados Unidos, en octubre y en octubre y noviembre
otra vez en Europa. Hasta finales de año.
— ¿Qué recuerdas ahora de aquellos tiempos de tus primeros viajes a América?
— Yo recuerdo y recuerdo muchas cosas. Recuerdo la primera vez que llegué a tu
programa con una guitarra en la mano y las trescientas pesetas que me ibas a
pagar y que me iban a ser muy útiles. Y recuerdo el primer contrato que me
ofreciste para venir a Andorra.
— ¿Fue tu primer viaje profesional al extranjero?
— Sí, y recuerdo que cobré mil pesetas por dos actuaciones. Nos encontramos tú,
Joan Ramón Bonet y Marisín, todo un grupo de gente.
— Y Guillermina Motta, creo.
— No, ella no vino aquella vez. Era la época en que veníamos a una sala de
fiesta que ahora no recuerdo como se llama...
— Ya... aquélla donde venía la gente de "Andorra de nit" y "Andorra de matinada"
— Conocí una gente estupenda.
— Después de cada etapa de tiempos y circunstancias de todo tipo has sufrido un
cambio muy notable, una transformación. ¿Y volverás ahora en pleno cambio?
— Creo que no he sido una persona de cambios y transformaciones brutales. Soy un
hombre que se ha tenido que promocionar sólo y que aunque tuve acceso a la
Universidad, éso me va a servir más para aprender agronomía y biología que para
aprender literatura, música, política, información o para buscar una forma de
entendimiento con el país al cual pertenezco o con la sociedad en la que estoy
situado. Cuando comencé a cantar tenía unos veinte años y va a ser realmente
cuando voy a entrar en un mundo de gente preocupada, inquieta, que buscaba unas
nuevas formas de expresión en la canción y al mismo tiempo una forma muy
importante de comunicación con su país. Yo he sido, quizá, un producto del
contacto con esta gente que he conocido, y que me ha enseñado lo que pasa y cómo
se han de hacer las cosas. A su lado voy a comenzar a aprender verdaderamente.
Pero no ha habido transformaciones brutales, siempre una necesidad de ser
coherente conmigo mismo. Que muchas veces no ha significado coherencia con lo
que me rodeaba, pero ser coherente conmigo mismo me ayudaba cada vez más a ser
coherente con mi entorno.
— Cuando te alejas de tu gente y de tu entorno, ¿lo ves de una manera diferente
y éso te hace cambiar?
— Solamente hay una perspectiva diferente. Más que producirse un cambio en mí o
en la gente, lo que pasa es que entras en contacto con una serie de personas de
otros países, con los mismos problemas o problemas en apariencia difererentes
pero con la misma base, y éso hace que realmente aprendas muchas cosas. La
comunicación es fundamental. Las oportunidades que da mi profesión, de viajar,
de conocer gente, dificultades, me han hecho cada vez más coherente.
— Joan Manuel, tienes las maletas preparadas para marchar, ¿a dónde vas?
— Soy un viajero crónico. Me voy a Paris, después a Frankfurt y a América.
— Lees la prensa y estás al día de lo que pasa. ¿Qué te parecen los recitales de
Raimon y Llach en Barcelona y de Raimon en Madrid? Por cierto, me han dicho que
te manda un fuerte abrazo.
— Pienso que han sido muy importantes. El de Raimon ha sido un acto totalmente
solidario, en unos momentos fundamentales ha aglutinado a mucha gente y
demuestra que el camino se hace buscando gente. Y eso se ha visto ampliado con
el de Llach, que ha reunido a más de vieinticuatro mil personas, es muy
significativo de cara a muchas cosas. Éso, por un lado. Por otro, el hecho de
que una persona pueda ejercer su profesión libremente, sin trabas, o con las
mínimas posibilidades, es reconfortante.
— Joan Manuel, alguna vez dijiste que un hombre y su obra son dos cosas
diferentes, que había que separarles. ¿Hoy crees así?
— No, no en absoluto. Pienso que una obra y el hombre son lo mismo. No hay un
artista y un hombre, hay un hombre que tiene una profesión determinada, una
profesión maravillosa que consiste en la posibilidad de hacer música y cantarla
y comunicarse con los otros. Lo que pasa es que muchas veces es el mundo
exterior el que hace aparece las dos cosas divididas. Pero pienso que son
absolutamente coherentes.
— Tu obra es indiscutible, aunque es discutida algunas veces como todas las
obras. El mundo, como el viento, espera que lleguen nuevos vientos y mejores. "Com
el vent que és mou" es una frase que recuerdo de una de tus canciones de los
primeros tiempos, "Com ho fa el vent". Dices en la canción: "Vull ser com el
vent, que es mou i és lliure entre la gent" ("quiero ser como el viento que se
mueve y es libre entre la gente") ¿Lo has conseguido?
— Me agradaría decir otra cosa. Yo espero que vengan mejores vientos, que se
hagan las cosas para que éso suceda. Pienso que la única posibilidad para que
vengan mejores vientos es que todos hagamos lo posible para conseguirlo. Nadie
nos dará nada porque todo lo hemos de conseguir por nosotros mismos.
— Espero que se haga como dices. Buen viaje y buena suerte.
— La misma suerte que me deseo yo cada mañana porque me hace falta, os la deseo
a vosotros ya que también os hace falta.
Ahora le pregunto a Joan Manuel:
— ¿Cómo estás, cómo va la añoranza y cómo va el camino de cada día?
— Bien, yo esperando, como está esperando cualquier hombre de mi país que los
acontecimientos que la prensa, sobre todo la prensa, anuncia, y los responsables
del gobierno están pregonando, se produzcan de una forma concreta, con datos,
que los primeros resultados comiencen a verse, que no se queden tan sólo en una
hoja de papel, que indudablemente tienen una gran valía porque representan la
valía de unos hombres de unos hombres que están ofreciendo por su boca y por su
pluma todo lo que el pueblo quiere, pero que realmente se concrete porque éso no
puede quedar tan sólo en una publicación o en lo que se comenta. Pienso que
mientras no se haya logrado todo lo que la gente está demandando no vale
decirlo. Ésta es mi esperanza y ésta es mi espera.
— ¿Y tu añoranza?
— Un esperar (sonríe). Una espera que es común a todos. La añoranza es un
sentimiento que todos llevamos dentro y que en situaciones como ésta hay días
que se manifiesta más y que te dejan colgado, pero desgraciadamente las cosas
que pasan son mucho más importantes que la añoranza que uno puede tener. No deja
demasiado tiempo para poderte dormir en sus brazos. Pienso en que estamos en una
época en la que no hay nada que añorar, sino que podemos ser conscientes de todo
lo que está pasando y procurar tener las ideas lo más claras posibles para
evitar cualquier cosa desagradable.
— ¿Cómo estás de memoria?
— Bien, muy bien. Afortunadamente es una cosa que siempre he tenido bien, y la
tengo buena para acordarme de la gente, de lo que han dicho, de lo que han
hecho, de lo que han dicho que harán, para no dejarme enredar con demasiada
facilidad, detrás de una aparente democracia que no resuelve en absoluto los
problemas del pueblo y que sólo se limita a ser una cosa pseudoparlamentaria.
— A propósito de la memoria y de enredar los asuntos. ¿Has leído la prensa de
todos estos días? ¿Qué piensas? Si tuvieras que escoger algún diario o revista
que estuviera más en la línea de la mejor información, según tu criterio ¿cuál
sería?
— Pienso que no se trata de escoger algún diario o información. En estos
momentos hay una gran cantidad de gente que se está manifestando públicamente y
con un gran valor y diciendo las cosas, cumpliendo con su misión de periodistas
que es la de informar al pueblo y éso acompañado de una serie de publicaciones
que se están produciendo a nivel individual, y si he de escoger una, escogería
"Por favor".
— Y ahora, si quieres, ¿Qué piensas de los partidos que cada día son más y de
las fuerzas políticas de Cataluña que han hecho declaraciones a los diarios y
muestran sus programas?
— Yo no creo que los partidos sean cada día más numerosos. Creo que las ideas
son las mismas que antes, que hace muchos años. Lo que pasa es que ahora hay
mucha gente que intenta arrimarse a un buen árbol y pasarse a la bandera
moderada con la cual está a gusto para llevarla por casa y que da una cierta
apariencia al decir: "yo no estaba con aquellos" y cosas por el estilo. Éso se
está produciendo cada día. Recuerdo perfectamente muchos diarios que publican
mucho sobre declaraciones de tal o cual personaje diciendo unas cosas que no
tienen nada de verdad. Sobre todo con el problema catalán. He leído unas
declaraciones de amor a Cataluña y a su pueblo y a su gran figura y a su
importancia histórica de una comunidad espa... ( se corrige) ibérica... De
personajes que hace escasamente seis años estaban dando puntapiés a Cataluña.
Éso, vuelve a lo de la memoria... Que ninguno se deje engañar en absoluto, que
piense, que recuerde perfectamente, quien era quien, y no sé en estos momentos,
quizá me viene a la memoria una viñeta de Perich que leí el otro día...
— Él quiere saber...
— Él conoce perfectamente. Ha sido publicada en España. Uno que decía... "Pues
dicen ser los mismos perros con distintos collares", y había uno que le decía:
"¿Y quién te ha dicho que han cambiado los collares?".
La entrevista original en Catalán.(PDF)
© Pere Mas Pascual (1997-2017)