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Y DEMÁS/Deportes

¿Sabés qué? Si vos no me ayudás, yo me voy...

En un anuncio por demás sorpresivo, el astro del Barcelona dijo que ya no volvería a defender la albiceleste. Cuando sus compañeros y el entrenador le han echado toda la carga y la responsabilidad en cada partido, la verdad a nadie debería extrañar 

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JULIO, 2016. A los pocos minutos de terminada la final de la Copa América y de perder contra Chile, Leonel Messi sorprendió a sus entrevistadores al anunciar que ese había sido su último partido con la selección argentina. Dentro del contexto era totalmente comprensible la declaración: tratándose del mejor jugador del mundo, el haber perdido contra su vecino trasandino, que hasta hace poco era poco menos que un flan --para darnos una idea, una rivalidad en poderío similar a la que el equipo mexicano tiene con Estados Unidos-- ésta fue una afrenta que Messi ya no pudo soportar.

Previsiblemente, las redes sociales rápido estallaron entre la indignación y la sorpresa. Muy pocos criticaron directamente al astro del Barcelona aunque sí se pidió a Messi, a través de "Dios" para que "recapacitara" su decisión al tiempo que se difundió un video donde se entrevista al futbolista cuando era niño y quien manifiesta que su máxima aspiración ya desde entonces era pertenecer a la albiceleste.

Lo que deja en claro que Leonel Messi es un triunfador absoluto. Pocos seres humanos consiguen como adultos el sueño que cultivaban en su infancia. Para un país como la Argentina --y naturalísimamente, igual ocurre en México-- donde el éxito suele ser visto con recelo y murmullos de envidia, el haber llegado ahí debe ser considerado un logro doble.

¿Entonces por qué dejar un sitio privilegiado? Considerado uno de los mejores jugadores de la historia --para muchos, mejor que Maradona, un patán de quien, sin embargo, su talento dentro de la cancha era indiscutible-- la salida de la selección es una idea que Messi ya traía desde que perdió la final contra Alemania hace dos años. Esas dos derrotas deprimen a cualquiera, adicional al hecho de que se ve muy difícil que Argentina alcance otra final mundialista en el 2018 con los jugadores actuales que militan en la albiceleste. Ser campeón con la albiceleste sería entonces uno de los pocos objetivos que Messi no habrá logrado en su vida futbolística.

Pero tras haber visto esas dos finales, contra Alemania y luego contra Chile (y sin ser sabelotodos futboleros, advertimos), podemos bosquejar el porqué la intención de Messi por abandonar la albiceleste.

¿Le suenan nombres como Fillol, Passarella y Kempes? Fueron parte de la mejor selección que ha tenido Argentina y la que consiguió la proeza de dar a ese país su primera Copa del Mundo en 1978 contra la poderosa naranja mecánica holandesa. Ocho años más tarde, en México, los gauchos repetirían la hazaña con Maradona al frente y su "mano de Dios", en realidad una mano muy pecadora y muy terrestre..

Desde entonces, la cantera de jugadores argentinos de talento extraordinario ha ido a la baja. Cuente usted a Di María, quien, con impresionante mala suerte, se lesionó días antes de la final contra Alemania en el 2014. Lo evidente es que, ante esa pérdida de futbolistas de calidad albicelestes, toda la carga se ha montado sobre Leonel Messi. La actuación de la selección gira alrededor suyo; si Messi se agota, bajan sus reflejos o sencillamente pierde la concentración, ninguno de sus compañeros es capaz de hacerle contrapeso.

Esa presión insostenible suele agudizarse con la ejecución de penales. Ya no suena tan incomprensible, entonces, que Leonel Messi haya fallado uno en la final contra Alemania y otro en la reciente final contra Chile.

Dicho de otro modo (y esperamos no recibir un alud de protestas de los aficionados gauchos) un gigante del futbol está siendo bombardeado por una parvada de jugadores mediocres, entrenador incluido, para no conseguir sus objetivos. ¿Por qué Messi no comete semejantes pifias en el Barsa, para muchos el mejor club del planeta Tierra?

Sin embargo con esta declaración las presiones ya no vendrán de la cancha sino desde la Federación gaucha, los fans y los publicistas para quienes una selección sin Messi equivale a unos Rolling Stones sin Mick Jagger y la pérdida de millones de dólares en contratos comerciales. Esta presión hizo que Messi anunciara discretamente que en octubre "probablemente" volvería a vestir la albiceleste.

Como otros deportes colectivos, una figura no puede sobresalir sin la ayuda de los demás. Ni Michael Jordan, ni Wayne Gretzky. ni Pelé, se hicieron solos; todos ellos requirieron que se les echara la mano dentro de su equipo. Leonel Messi no ha encontrado este elemento en su propia selección.

De cualquier modo y regrese o no a la "grande" de su país, él mismo ya es uno de los excepcionales del deporte mundial. Aun y contra la envidia de sus propios "compañeros" que están muy por debajo de su nivel.

 

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