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Paul Simon, los sonidos del talento

Figura indispensable del folk, el pop y otros ritmos que asimiló magistralmente, Paul Simon llega a la edad de adulto mayor, como hoy se dice. Siete décadas en las que el autor de Bridge Over Troubled Water ve con orgullo. Y cómo no, si se trata de una figura que, en su antiguo grupo, nos presentó a la Sra. Robinson

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NOVIEMBRE, 2011. Las décadas han dejado ya su huella en este diminuto cantante quien hoy luce prácticamente calvo y camina encorvado, alguien que ya posee su "senior card", el documento que se otorga a los norteamericanos mayores de sesenta años. Sin embargo su energía no cesa: a principios de este año el cantante y Art Garfunkel, a quien conoce desde la adolescencia, concluyeron una gira de conciertos que abarcó Norteamérica, Canadá y algunos países europeos. "Los dos sabemos muy bien que sería absurdo tratar de competir en las listas de popularidad actuales, por ello hemos descartado totalmente la posibilidad de grabar un nuevo disco", refirió Simon hace meses, "simplemente, nuestro público es otro, un público que ha crecido y ha envejecido con nosotros".

Pero no todos los fans de Simon and Garfunkel son baby-boomers que añoran las manifestaciones de los sesenta. Quizá jamás sean aceptados o reconocidos por los admiradores de Lady Gaga o Justin Bieber, sin embargo el dúo es popular en un segmento que repunta entre los veinteañeros, muchos de los cuales son hijos de quienes compraron el Graceland en 1985, el disco que terminó por cimentar a Simon como músico solista, un álbum que le valdría cinco Grammys, incluido el Disco del Año; es un público que reverencia lo que hizo como dúo pero que valora aun más sus discos independientes.

Simon and Garfunkel nunca se distinguieron por sus shows espectaculares. Lo suyo era subir al escenario, con una guitarra y dos micrófonos. La tónica varió muy poco cuando los dos pasaron a ser solistas. Pero la pasividad difícilmente ha opacado su talento, el cual ha brillado más en Simon que en Garfunkel una vez que tomaron caminos distintos. La leyenda dice que se odian y se detestan pero lo cierto es que la suya es una amistad que ha resistido los pleitos, que sin duda los hubo, al igual que sus canciones, todas ellas clásicos que suelen ir de lo acústico a lo eléctrico, de la simplicidad a la orquestación magna, de los bajos de voz al timbre de soprano... ah., y a las letras, muchas de ellas verdaderas obras de poesía.

                                        
  50 maneras de grabar un disco

Nacido en Newark, New Jersey en 1941, Simon era apenas un niño cuando realizó su primera presentación pública. Era hijo de Al Simon, un trompetista de origen judío con raíces en el centro de Europa. "En casa siempre había música, a toda hora, ya desde chico tocaba algunas notas que me enseñaba mi padre por lo que desde entonces ya pensaba en que podía dedicarme a la música el resto de mi vida", dijo Simon, quien en la primaria conoció a Arthur Garfinkle, un niño rubio de pelo ensortijado. La química fue instantánea al punto que compitieron en un concurso escolar de talentos el cual naturalmente ganaron. Se hicieron llamar Tom y Jerry.


Años después entraron a la universidad. Simon estudió Literatura y Garfinkle Ciencias Matemáticas. El deseo de cantar nunca se apagó entre ellos de manera que se hicieron profesionales en un momento que de Nueva York surgían talentos de la talla de Carole King, Jerry Goffin, Neil Sedakka, Neil Diamond y muchos más. El detonante fue la llegada a la ciudad manzana de Bob Dylan, quien primero causó admiración y luego conmoción cuando pasó de la guitarra acústica a la eléctrica., "Ahí estaba el camino, teníamos todos que adaptarnos o nadie escucharía nuestro mensaje", escribió Simon en su biografia.

El dueto, convertido ahora en Simon and Garfunkel tuvo un éxito espectacular a mediados de los sesenta, pero al final de esa década la amistad se había transformado en tensión de modo que durante la grabación del clásico Bridge Over Troubled Water brotaron las recriminaciones y el grupo se disolvió. Aquello dio oportunidad a Simon de desempolvar algunos viejos proyectos que no había querido mostrar a su compañero "porque cuando criticas y no aportas sugerencias simplemente estás dando vueltas al mismo asunto", refirió. Entre sus primeros hits solistas estuvieron "Still Crazy After All the Years" y "Me and Julio Down by the Schoolyard", con algo de ritmos latinos. "Siempre he procurado diversificarme; me sentiría mal si los fans dijeran 'oh, Paul ya no sale de lo mismo...'", dijo el cantante en 1976.

Ese año, por cierto, Simon se anotó el hit "50 Ways to Leave Your Lover" y que ha sido objeto tanto de chascarrillos como de profundos análisis. "En realidad no significa nada, bien pude haber puesto 45, 72, 23 o 890 maneras de dejar a tu amante, pero no rimaría igual", refirió hace años. Mientras tanto su compañero recurría a los covers, Simon trataba de no caer en ese terreno: "Lo hicimos en su momento pero no creo que sea conveniente ahora que trabajo por mi cuenta", refirió. "equivaldría a aceptar mi incapacidad de ir más allá de lo que hicieron otros".

Los hits continuaron, entre ellos "Late in the Evening" de 1980 a ritmo de salsa, pero todo se detuvo abruptamente cuando Paul recibió una llamada de alguien con quien no había hablado desde 1974: era Art Garfunkel, quien lo invitó a comer. Aquella charla resultó en el concierto de reunión en Central Park al cual asistieron 450 mil personas. "Fue increíble, al regresar a casa todos los noticieros hablaban del concierto y la gente decía estar realmente feliz y emocionada por la reunión", dijo Simon a Rolling Stone en 1986.

La magnífica respuesta parecía concordar con otro nuevo comienzo en la vida de Simon tras su primer divorcio cuando conoció a Carrie Fisher, mundialmente conocida como la Princesa Leia de la película Star Wars. Así pues Simon y Garfunkel se propusieron grabar su primer disco en una década pero en las sesiones algo salió mal y el duo volvió a distanciarse. Simon se limitó a decir que "la falta de compromiso de Art" había sido la responsable: Tras una fuerte discusión el compositor borró la voz de su compañero de todas las sesiones que habían grabado hasta entonces y lo retomó como un álbum solista al que puso el sarcástico título de Hearts and Bones (Huesos y Corazones). El primer sencillo auguraba el desastre pues llevaba el kilométrico título de "Paul and Jane Magritte with their dog after the war". Y efectivamente, el disco se hundió espantosamente. "Sin la presencia de Garfunkel, lo que aquí tenemos son los puros huesos", escribió un crítico de The New York Post.

"Fueron años muy duros, y agradezco a Carrie que me haya ayudado a capotearlos", dijo Simon. De hecho ella comenzó a escribir guiones y novelas, una de las cuales, llamada Postcards from the Edge, fue llevada al cine. 

                                                             En la Tierra de Gracia

Cierta mañana de 1984 alguien entregó a Simon un cassette y le pidió que lo escuchara. "Espero que te guste y si no puedes borrar la cinta si quieres", le advirtió. Eso fue lo último que le pasó por la mente a Simon cuando escuchó esas canciones cuyo sonido era "un tanto exótico pero también me trajo recuerdos de mi infancia en los cincuenta", dijo a Rolling Stone. ¿Pero quienes eran los autores de aquella emocionante colección? Tras mucho indagar Simon se enteró que aquello era parte de una colección llamada Gumboots Volume I, de The Pololo Boys, originarios de Sudáfrica. Y aunque el grupo ya se había desintegrado, el cantante viajó a ese país donde se encontró con Hugh Masekela, autor de aquellas canciones. Eran los años del apartheid por lo que la ONU había aplicado al país un boicot comercial y cultural de modo que algunos funcionarios criticaron a Simon. "Yo no tenía intención alguna de presentarme allá, simplemente fui por pura curiosidad y sin objetivo político alguno", refirió a Rolling Stone.

En consecuencia, el músico se llevó a los músicos a Estados Unidos luego que el ambiente en Sudáfrica era tenso a consecuencia del apartheid: "Cuando anochecía y los músicos no sabían cómo regresarían a sus casas, se ponían nerviosos y no podían concentrarse", dijo. En Nueva York continuaron las sesiones, con el contrasta y el shock de los sudafricanos quienes, refiere Simon, "se sorprendían al ver a gente negra caminando por las calles, incluso a veces acompañados de blancos. Cuando uno de ellos iba de la mano con una rubia me preguntaron si aquello no era ilegal. Era un contraste terrible pero logramos superarlo..."

El resultado fue Graceland el cual, según Simon, mezcla aquellos ritmos africanos con la imagen del Delta norteamericano... al final los orígenes musicales son los mismos.. El disco también dio oportunidad al mundo de conocer una música de la cual quizá jamás habían escuchado y apreciado. Canciones como "Boy in the Bubble", "You Can Call Me Al" (dedicada a su padre, por cierto) y la soberbia "Graceland" terminaron por darle a Simon cinco Grammys, incluido el del Mejor Álbum del Año.


El siguiente proyecto de Simon se enfocaba en la samba brasileña, la cual le encantó cuando viajó a Río de Janeiro con Carrie. "Algo que nos hizo reír mucho a los dos durante el carnaval fue cuando frente a nosotros pasó uno de esos camiones con plataforma y sobre éste iba bailando una mujer vestida como la Princesa Leia. Fue algo muy divertido: ¿se imaginan qué cara pondría si le dijeran que frente a ella estaba la otra Princesa Leia?"

Simon pasó en Brasil alrededor de cuatro meses para grabar The Rythm of the Saints, un proyecto en el cual puso enormes expectativas, lo mismo que su disquera CBS la cual confiaba en que se repetiría el éxito de Graceland, Sin embargo el álbum salió a la venta y nada ocurrió; lo único fue que abundaron las críticas respecto al "oportunismo" de Simon quien, según el crítico David Browne, "en su siguiente álbum se hará acompañar de músicos esquimales". El desgaste en la grabación de ese disco tuvo repercusiones en su matrimonio con Fisher, quien le pidió el divorcio en 1988. Tres años después Simon volvió a presentarse en Central Park esta vez sin Garfunkel, con asistencia de más de medio millón de personas.

Los siguientes años fueron difíciles para Simon pese a la aparición de una caja de CDs titulada Old Friends y que incluía material con Garfunkel que ambos habían olvidado hace muchos años. "Había cosas ahí de poco valor artístico pero si la gente quiere escucharlas ¿qué se puede hacer?", comentó. Por esos años el cantante conoció a Eddie Brickell, una chica de Texas quien había tenido un hit titulado "What I am" con su grupo New Bohemians, el cual para entonces se había desintegrado. "Siempre había sentido especial cariño y admiración por aquella canción, y cuando conocí a quien la cantaba quedé prendado de ella". Pese a que Simon y Brickell se llevan 35 años --ella es menos que Harper, su hijo mayor y quien también es músico-- el amor fue instantáneo y se casaron poco después. Simon y su viejo amigo Ray Halee (quien también estuvo detrás del Bridge y todos sus discos solistas) produjeron el álbum solista de Brickell.

                                                Un mal paso en Broadway

Cuando era adolescente Simon vio en Broadway la obra West Side Story (Amor sin Barreras) y le gustó tanto que estuvo a punto de dedicarse a escribir musicales. Casi cuatro décadas después el cantante decidió incursionar en el teatro con la obra The Capeman, que también habla sobre un inmigrante que lleva a Estados Unidos. Desafortunadamente se apresuró en su preparación y la estrenó cuando los actores aún no maduraban la idea. Los críticos destrozaron la obra, que vendió apenas el 10 por ciento de los boletos esperados. Simon perdió 10 millones de dólares en el proyecto. "Paul es muy ambicioso pero a veces no sabe calcular bien las consecuencias", dijo alguna vez Garfunkel. El fallido proyecto en Broadway lo había dejado muy en claro.

Esa pérdida seguramente fue el aliciente para que Simon buscara a su ex compañero para realizar una gira de conciertos, algo que no ocurría en más de tres décadas. Y si bien el público siempre ha respondido bien a sus presentaciones personales, entre muchos fans persiste la idea de que la amistad entre ambos murió hace tiempo y que ambos están juntos únicamente por el dinero. "Eso eso es totalmente falso", dijo Simon a The New York Times en el 2010, "cuando fracasó nuestra reunión a principios de los 80 decidí terminar con el asunto pese a la posibilidad de ganar dinero, muchísimo más que ahora. Nuestros conciertos tienen un costo porque sale bastante caro salir de gira, tenemos que transportar los instrumentos, pagar a promotores, gente del staff, choferes, hoteles... de hecho la ganancia final para los dos es bastante reducida...

"Además", agregó, "esta gente que tanto nos critica olvida que yo ofrecí dos conciertos en Central Park, uno con Art y otro por mi cuenta. Y hasta donde yo recuerdo, ambas presentaciones fueron completamente gratuitas..."

El pasado agosto Paul Simon cumplió setenta años de edad. Ya es un senior citizen que, sin embargo, se siente orgulloso de la generación donde le tocó nacer: "Formó parte de un grupo donde abunda el talento, donde también están Barbra (Streisand), Neil (Diamond), Carole (King), John, Paul, Ringo y George, Elton John... sería una falsa modestia de mi parte decir que no me siento orgulloso y afortunado".

Quizá haya 50 maneras de dejar a una amante, pero sin duda solo hay una de vivir como lo ha hecho Paul Simon, aquel muchacho judío de Newark que un día soñó tocar música como lo hacía su padre.

 

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