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Y DEMÁS/Vergüenzas
Las
escandalosas andanzas del Príncipe Idiota
La familia real
británica no se distingue por su pulcra imagen, sin embargo, el
sexto miembro en sucesión al trono ha metido al Palacio de
Buckingham en una cloaca producto de su amistad con personajes de
negra reputación. Tampoco ayuda que, cuando habla, el Príncipe sigue
hundiéndose todavía más. Como se ve, Andrew listo no es
Versión impresión
DICIEMBRE, 2019. Una exigencia
generalizada entre los libertarios es la desaparición de las
monarquías, en especial las europeas. Razones sobran: gente que se
pasa toda la vida sin trabajar simplemente porque entre sus
antepasados hubo un duque, un barón, una condesa o un primo del
sobrino del príncipe, etc. La razón es también económica,
obviamente; todas estas monarquías están exentas de pagar impuestos
por lo que viven de gorra a costa del resto de la sociedad. Y esto,
en el caso de Gran Bretaña, país donde nació el Impuesto Sobre la
Renta, donde quien tiene una TV en casa debe pagar una "tenencia"
anual para financiar a la BBC y donde los burócratas se la pasan
inventando nuevos gravámenes, es razón más que explicable para echar
mentadas a quienes habitan en Buckingham.
Por un lado, sería magnífico si de repente estas monarquías, caducas
desde hace décadas, fueran retiradas de circulación. Sin embargo (y
quizá aquí chocará mi opinión contra algunos amigos libertarios) los
lazos de la monarquía con la historia y sentimientos de esos países
siguen siendo muy fuertes; no es tan sencillo mandarlas al cesto de
la historia y listo. Por ejemplo, en el caso español, el país
amenaza con desbaratarse con todo y que existe una monarquía;
si el día de mañana la familia real se convirtiera en familia común,
las otras provincias españolas ya no tendrían razón alguna para
seguir siendo parte del reino de España.
La situación es igualmente complicada
en Gran Bretaña donde son cinco los reinos que le rinden fidelidad a
la Reina Isabel (sin olvidar que, aunque en apariencia sea un mero
simbolismo, existe la autoridad de la Reina en Canadá y Australia,
razón por la que ahí no hay presidente sino primer ministro)
igualmente encontrarían el pretexto ideal para independizarse si los
Windsor son obligados a radicar en bola.
Algún día en el futuro pesará más la conveniencia de deshacerse de
la monarquía, pero hoy, con los nacionalismos y las tensiones que
resurgen así como el peso que tiene la monarquía como factor de
unidad, su abolición traería más perjuicios que beneficios.
Y ya entrando al tema, sorprende cómo una de las reinas más
influyentes y brillantes en la historia de Inglaterra --que ese es
el principal reino y donde su sede es Londres-- haya tenido hijos
entre tarados, ineptos y buenos para maldita la cosa. La primera
Reina Isabel, quien fue fruto de la unión de
Enrique VIII y Ana Bolena, fue
quien fincó las bases de lo que luego pasaría a convertirse en el
poderoso imperio británico lo que contribuyó para que abandonara el
feudalismo. No parece que ninguno de los hijos de Isabel, mucho
menos el orejón príncipe heredero Carlos, quien recién cumplió 70
años, podrán superar a la soberana cuando (y que Dios siempre guarde
a la Reina) abandone este mundo.
Por fortuna el Príncipe Andrés (Prince Andrew, please, con
acento cockney) es el sexto en línea para ascender el trono
con lo cual, y dado que está por cumplir 60 años, sus posibilidades
de conseguirlo se antojan nulas. Sin embargo el daño a la reputación
ya no digamos de Buckingham sino de la misma Reina que ha provocado
Andrecito ha sido considerable. Y eso que hablamos de una familia
real donde los escándalos, las intrigas, los acostones y las visitas
indebidas a las habitaciones reales por la noche son tan comunes
como en México es darle moche a un policía. Después de todo, estamos
hablando de una monarquía donde Eduardo, un Rey pusilánime y
debilucho, renunció a sus prebendas tras haberse casado con una fea
plebeya, lo cual a la larga resultó positivo pues fue su sobrina
Isabel, la actual Reina, quien entró a suplirlo y con una labor que
ha sido, lo mínimo, notable.
Como se sabe, el gusto de Eduardo por las feas parece correr por la
sangre real británica: cómo olvidar que el príncipe Carlos decidió
echar a un lado a
Diana, mujer de gran carisma y
deslumbrante belleza, y seguir su relación con Camila Bowles, mujer
quien sin sin duda habría servido de inspiración a Agatha Christie
para crear una magnífica villana en sus novelas. Con todo, nadie
puede decir que Andrecito tenga mal gusto en escoger a sus amiguitas
como fue el caso de Koo Stark, actriz porno que vendió su "historia"
a la morbosa prensa británica sobre sus brincos en la cama con el
príncipe. ¿Y cómo olvidar que al principio, el calenturas de
Andrecín decía que no era cierto, que las declaraciones de Stark
había sido pura invención?
Con tales antecedentes, no sorprende
que Andrew sea el calenturiento más célebre de los Windsor. Varios
ex empleados han referido cómo el príncipe les pedía admitir "a
escondidas de su mamá o cuando ella no se encontraba en Palacio", la
visita de plebeyas a altas horas de la noche, y no precisamente para
tomarse un tecito de las 5 aunque fuera de madrugada. Y es que,
aparentemente, las carnes de sangre azul no parecen serle muy
apetitosas a Andrecito, quien las prefiere de plebeyas: ¿cómo
olvidar que su matrimonio con Sarah Ferguson apenas y duró 10 años
pues los devaneos sexuales eran más fuertes que el hecho de ser un
Windsor con responsabilidades?
Con todo, parece que los aquelarres
sexuales del Principito están por cobrarle su factura. Como se sabe,
una mujer de nombre Virginia Giuffre reveló haber sido "esclava
sexual" del depravado Jeffrey Epstein , a quien lo "suicidaron"
apenas unas horas antes que iniciara el juicio en su contra. Giuffre
ha referido que Andrew, gran amigo de Epstein, abusó de ella en la
hoy conocida "isla pederasta", y como evidencia mostró una
fotografía tomada en el 2001 donde se le ve abrazando al príncipe. A
las pocas horas un vocero de Palacio aseguró que la foto "estaba
trucada" y que Andrecito "nunca había tenido tratos" con la chica...
poco faltó que, como Clinton, el vocero dijera que Andrew "no conoce
a esta mujer, la señorita Giuffre".
¿Qué fue lo que hizo entonces Andrew
para "limpiar" su imagen? Por supuesto, decidió ir a dar su versión
en la BBC con una de las entrevistadoras más famosas de Gran
Bretaña. Ahí afirmó que, en efecto, conoció a Epstein pero que su
relación "fue estrictamente profesional, eran reuniones con la
comunidad intelectual"; insistió en que la foto donde aparece con
Giuffre "está obviamente manipulada" pues agregó -con un argumento
que exhibe claramente cómo todo pendejo cree que los demás son de su
condición-- "en primer lugar yo nunca suelo abrazar a nadie y,
segundo, yo no sudo, producto de la excesiva adrenalina que sufrí
cuando cuando fui herido en Las Malvinas en 1982".
Lo más increíble, y algo que incluso
hizo que la entrevistadora mostrara cara de asco, fue que el Andrew
argumentara que Epstein, en efecto, "claramente tuvo un
comportamiento inapropiado". "¿Cómo que inapropiado?
El tipo era un pederasta y un pervertido sexual!", respondió la
entrevistadora. En la plática Andrew agregó, --de nuevo, con la idea
de que los televidentes son tan idiotas como él-- que si hubiera
tenido relaciones sexuales con Giuffre, "lo habría recordado, pues
soy un hombre..." Un hombre cobarde, sería más preciso.
A las pocas horas ya estaba circulando en las redes sociales una
fotografía donde se veía al princidiota muy abrazado con una chica
en una fiesta realizada en Londres y, sí a sude y sude. ¿Acaso ese
padecimiento nomás se manifiesta a ratos, o será que Andrew ya
olvidó aquella noche de pachanga?
Por lo pronto, el príncipe Carlos pidió a su hermano que
"abandonara" la oficina que éste tenía en Buckingham al tiempo que
la Reina anunció que como "reprimenda" a Andrecín, no habría
celebración en su próximo cumpleaños ni se le invitaría a las
próximas festividades navideñas.
Así es como mamá regaña a sus polluelos, sin hacerle fiesta de
cumpleaños a Andrew como si se tratara de un niño de 8 años. Pero
eso sí, Buckingham insiste en que todo son "invenciones" por parte
de Giuffre. Pero si el asunto es puro cuento ¿entonces por qué
castigaron al Príncipe Idiota?
Qué vergüenza, la verdad. Si no fuera por la tremendas repercusiones
que traería en este momento la desaparición de la monarquía
británica, clamaríamos por su inmediata abolición para que Andrecito
pague las que debe por su "inapropiada" relación el el degenerado
pederasta Jeffrey Epstein. Mientras tanto, esta cloaca recién
destapada amenaza con seguir salpicando.
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