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El Salón  de la Fama del Rock & roll y sus raros criterios

En sorpresivo anuncio, el  Olimpo de la música anglo recibió como nuevo miembro al cuarteto sueco Abba; lo curioso es que tal recinto está copado por una revista que jamás les hizo caso ni mucho menos les dedicó una portada en sus años de fama. La raíz de esta extraña decisión tiene más que ver con un favor hacia Suecia por haberle dado el Nóbel a Barack Obama. Veamos cómo se dio esto

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ABRIL, 2010. Si el beisbol, futbol americano y la música country ya contaban con el suyo, la necesidad de tener un Salón de la Fama para el Rock and Roll se hizo imperativa a mediados de los ochenta. Fue entonces cuando varios inversionistas, encabezados por Jann Wenner, fundador de Rolling Stone, escogieron Cleveland como sede del recinto; la razón, se arguyó, es que fue ahí donde surgieron las primeras estaciones de radio en dar difusión en serio al género y donde surgieron los principales DJs y clubes nocturnos donde se interpretaba rock and roll, allá en los cincuenta. En 1988 fue inaugurado el recinto mientras cada año se efectúa la ceremonia de inducción de los nuevos miembros. La mayoría de las veces se ha realizado en el Waldorf Astoria de la urbe que nunca duerme.

¿Cuáles son los requisitos para hacerse miembro? Primeramente, que haya transcurrido un cuarto de siglo entre la nominación y el lanzamiento del primer disco, segundo, el Jurado escoge anualmente de entre unos 30 candidatos alrededor de seis o siete entre músicos, promotores, DJs, compositores y productores; de acuerdo a los estatutos, un cantante fallecido puede entrar al recinto siempre y cuando la presea sea recibida por un familiar cercano, ya sea esposa, hijos y aun nietos. El nuevo miembro es presentado por un artista contemporáneo que se considere que su influencia y estilo hayan sido esenciales. El Jurado también considera que el artista o grupo en cuestión haya representado una aportación decisiva no sólo en música sino en lo cultural, ideas y convicciones.

Lo que el Salón de la Fama sí exenta, a excepción de recintos similares, es que sus miembros no necesariamente debieron tener una conducta intachable. Hace casi dos décadas que Pete Rose se retiró del beisbol y aún se ve lejana su inducción por haber apostado en contra de su propio equipo cuando todavía era mánager. Sin embargo la mayoría de quienes hoy habitan el Salón de la Fama del Rock and Roll han consumido drogas, protagonizaron golpizas, fueron alcohólicos y llegaron a estar en prisión Pero al final ello puede resultar perdonable: sexo, drogas y rock and roll, remember?

Lo que sí resulta más criticable es el curioso criterio de los jueces, o más claramente, Jann Wenner, quien es el verdadero poder dentro del rocanrolero Salón de la Fama. Se sabe que Wenner posee una lista negra dentro de la cual, por lo menos mientras él viva, ciertos cantantes y compositores jamás serán invitados, ya no se diga nominados. Entre ellos se encuentran Alice Cooper, Ted Nugent y Carpenters. Del primero supuestamente porque hace años aseguró que pese a su show tétrico, era un cristiano practicante, pero la razón se inclina más al hecho de que el fundador de Rolling Stone no soporta a Alice Cooper; de hecho ya está ahí Marilyn Manson para que lo induzca dado el caso, con ironía tal que Manson mismo podría convertirse en miembro a partir del 2018.

De Nugent aparentemente su presencia en la lista negra se debe a que hace algunos años "adoptó" a una fan apenas adolescente, argumento por demás absurdo si repasamos el historial de los otros miembros (baste decir, como ejemplo, que Jerry Lee Lewis se casó con su prima cuando ésta apenas tenía 12 años de edad). La realidad es que Nugent defiende abiertamente el consumo de carne, se considera republicano, disfruta abiertamente la cacería y pertenece a la Asociación Nacional del Rifle, lo que en ojos de Wenner y compañía lo convierten en un "reaccionario", sin importar que haya iniciado su carrera cuando Madonna era una niñita y que sea uno de los mejores guitarristas de su generación.

De los Carpenters las razones suenan más obvias, o bueno, sonaban, hasta hace unas semanas cuando El Salón de la Fama del Rock and Roll dio cabida entre sus nuevos miembros al cuarteto sueco Abba. Y ojo, que nada tenemos contra este grupo, cuya influencia en la música pop es incalculable, y dejemos también de lado que lo suyo estaba muy lejos de ser considerado rock, al igual que Madonna, quien habita ese recinto desde el 2008. Como ocurrió con los Bee Gees, se puede aspirar a entrar a este Salón sin jamás haber tocado requintos de cinco minutos ni haber experimentado una sobredosis por drogas. Wenner detestaba a los Carpenters por lo que representaban, esto eso, procedentes de una familia conservadora que incluso tocó en la Casa Blanca durante los años de Nixon, pero por lo menos Rolling Stone les otorgó un par de portadas y publicó un extenso obituario cuando Karen falleció en 1983. 

En cambio, de Abba jamás hubo portada, una rareza entre los demás miembros del recinto que al menos recibieron una en sus carreras. Dicho de otro modo, para Rolling Stone, Abba no pasó de ser un chiste sueco durante los sesenta, un cuarteto que vendía millones de discos, sí, pero que no pasaba de ser un chascarrillo; de hecho, en Estados Unidos se considera a Abba "hit de un día" pues únicamente el tema "Dancing Queen" entró ahí al Top Ten en 1976.

¿A qué se debe, entonces, la súbita revalorización que Rolling Stone dio a Abba? El anuncio de su entrada fue sorpresivo ya que jamás antes se les había barajeado entre los probables. Aquí podemos manejar dos posibilidades: una, que la obra de teatro Mamma Mia! tuvo un éxito fenomenal en Estados Unidos tal que después se rodó la película, que estuvo entre las más taquilleras del 2008. Es probable que eso haya hecho recapacitar a Wr. Wenner: quizá vio la obra le gustó y pensó "¡demonios! ¡Abba no está en el Salón de la Fama del Rock and Roll! ¿Cómo pudimos ser tan olvidadizos?"

Pero hay otra teoría: ¿no sería que de repente Abba adquirió los méritos suficientes cuando Suecia premió a Barack Obama con el Premio Nobel de la Paz? Después de todo se anunció la premiación en octubre y menos de dos meses se anuncia también que Aghneta, Bjork, Benny y Anni-Frid serían premiados con pase permanente en Salón de la Fama, una apuesta que Nostradamus seguramente habría rechazado, por descabellada. Suena más coherente pensar que Mr. Wenner decidió premiar a su modo a Estocolmo, aunque aquí se abre una tercera hipótesis, que la nominación y posterior entrada de Abba haya sido una manera de compensar los escasos méritos de Obama para recibir el Nóbel.

El columnista Jonah Goldberg asegura que el modelo económico sueco es el mismo que Barack Obama quiere repetir en Estados Unidos. Wenner, porrista declarado del presidente, en extraordinaria coincidencia de fechas, logró que la inducción de Abba al Salón de la Fama del Rock and Roll se efectuara menos de 48 horas después que aprobada la reforma al sistema de salud. La siguiente tendencia que podríamos ver en un ejemplar futuro de Rolling Stone será un recuento de los mejores grupos de rock sueco. En el pasado otras figuras musicales de ese país como Europe, Ace of Base, Yngwie Malmsteen y The Cardigans le merecieron poco respeto al Sr. Wenner. Quizá y gracias a Obama pronto reciban una revalorización.

Cuando The Sex Pistols fueron inducidos a este recinto John Lydon, anteriormente conocido como Johnny Rotten, se rehusó a asistir al reconocimiento al aludir que "se trata de un circo... no tiene sentido ir a hacernos tontos". Eso fue en el 2007, y como extraordinaria premonición, el señor Wenner acaba de abrirle una nueva pista. Con todo el respeto y admiración que nos merece Abba, en el Waldorf Astoria fueron objeto de una vacilada.

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