La Operación "Reconquista"

Recopilado de las investigaciones de Fernando Martínez de Baños, Eduardo Pons Prades y Secundino Serrano, por Alberto Bru

Estamos en la 2a Guerra Mundial, en 1944. En la Francia ocupada los alemanes se retiran y las tropas aliadas se están ocupando, con todo su potencial, de lo que hasta entonces había sido la labor de los guerrilleros o maquisards españoles durante la ocupación nazi.

Ansiosos éstos por recuperar la patria que tuvieron que dejar, derrotados, humillados y maltrechos, esperan con ilusión y alegría entrar en acción como lo han estado haciendo durante todos aquellos años por una causa que, aun ideológicamente afín, no tiene parangón con el sueño que cada español guerrillero alberga en su interior.

Creían, o les habían hecho creer, que cualquier intervención en territorio español obligaría a los aliados a apoyarles en su lucha contra el franquismo, régimen tan semejante al que estaban combatiendo al fascismo del gobierno colaboracionista de Vichy en Francia, Alemania e Italia, y también como un gesto de gratitud por su entrega y honores recibidos en la lucha tan cruenta sostenida contra los alemanes. Al mismo tiempo, se confiaba en que una operación guerrillera de gran envergadura llamaría la atencion a las democracias del exterior para hacerles recordar la situación política en España.

También las informaciones que llegaban del interior de España no eran todo lo fidedignas que hubieran debido ser. La idea general que se les había hecho creer era que, el pueblo español en masa, se levantaría en su ayuda en cuanto aparecieran en territorio patrio. Los hechos, por desgracia, no fueron estos. El espejismo de sus grandes deseos distorsionó la realidad.

Desde el verano ya se estaban infiltrando a través de los pasos pirenaicos grupos guerrilleros que, con mayor o menor éxito, hostigaban a las fuerzas franquistas y conseguían infiltrarse muy al interior de las provincias limítrofes. La labor de enlace fue muy fecunda aun a costa del gran numero de bajas que acarreó.
En esta vorágine de optimismo fue atrapado Jesús Monzón Reparaz, que ostentaba por delegación el mando del Partido Comunista, y creyó con bastante razón que si conseguía ocupar de forma permanente una parte de territorio español, se podría instalar en él un gobierno republicano que esperaban fuera oficialmente reconocido por las naciones occidentales.

Llegó a especularse con la vuelta del Dr. Negrín cosa que aun hizo aun más verosímil el proyecto.
En agosto Monzón, envió una carta a los responsables del Partido en Francia donde daba cuenta de sus proyectos debidamente desarrollados, que en principio fueron creíbles y aceptados por todos.

Los únicos que pusieron reparos fueron los militares republicanos a los cuales les parecía poco realizable la operación, pero estos augurios pronto fueron desechados. Tal vez podían más los deseos que la fría realidad. El entusiasmo era tan desbordante que ningún informe contradictorio tuvo suficiente fuerza para disiparlo: Primero Mussolini, después Hitler, ...y más tarde, como prometieron, caería el dictador Franco.

Desde el cuartel general situado en Montréjeau, a 30 kilómetros de la frontera, se barajaron varias posibilidades, pero la decisión de la invasión recayó en el Valle de Aran que se comunicaba con ambos países y a la vez quedaba incomunicado por las nieves durante el invierno, cosa que en caso de triunfar la operación les hubiera dado cierto respiro para el asentamiento en territorio español de la república.
Comenzaron los preparativos con la máxima celeridad y comenzó a suministrarse el armamento, metralletas Thompson o Sten , morteros y alguna pieza artillera con correspondientes camiones para el transporte del resto del equipo.

La AGE, con Vicente López Tobar al mando, era la responsable del diseño de la operación y reunió entre 10.000 a 12.000 hombres, pero hubo que excluir a los extranjeros a fin de evitar que la propaganda franquista los utilizara como motivo de que España era invadida por extranjeros esto redujo el contingente en unos 5.000 efectivos.
Antes hubieron distintas invasiones preliminares con suerte más bien adversa aunque consiguieron distraer a las fuerzas del gobierno de Franco. Durante meses la frontera fue un ir y venir de grupos guerrilleros de los cuales se suponían debían haber aportado la información adecuada para el éxito de la invasión.

El 19 de octubre de 1944 a las seis de la mañana 3.000 hombres iniciaron el avance de los cuales 1.500 entraron por el valle central.
En principio la operación fue un éxito, pues se ocuparon las aldeas de Abusen, Canejan, Porcingles, Pradell, Lés, Bossot, el Portillón, La Bordeta, Vilamós, Benòs, Bòrdes, Aubert, Betlán, Vilach, Mont, Montcorbau, Vila y Besos.

Que la publicación “Reconquista de España”, publicara el 15 de octubre el primer parte de guerra, da una idea del enorme optimismo que se respiraba.
Luego la realidad iba a poner las cosas en su sitio. A medida que se iba produciendo el avance , los guerrilleros comprobaban, desilusionados, como su presencia no producía el efecto que todos habían pronosticado. La población era más bien renuente, bien por desconocer a la UNE (Unión Nacional Española), bien por el temor que les producía sufrir en sus casas nuevos combates y con toda seguridad un hecho determinante de esta actitud era que aun estaba reciente el recuerdo de la terrible guerra civil y sus consecuencias que muchos aun estaban sufriendo.

El recuerdo de la población civil en España de otro enfrentamiento bélico hacía rechazar cualquier impulso generoso hacia los que entraban con la sincera intención de liberarlos del fascismo del Régimen de Franco. A medida que se iban desarrollando los acontecimientos comprobaron, además, que no contaban con ningún grupo local de apoyo prometido.

Se detuvieron delante de Viella que era la población más importante y el objetivo principal de alcanzar, pues allí se había previsto instalar el embrión de Gobierno Provisional. La plaza estaba bien defendida con armamento suficiente y aunque los guerrilleros también iban bien armados, comenzaron los titubeos y las vacilaciones. Había algo que no "olía" bien, ...había sido demasiado fácil llegar hasta allí, corrían el riesgo de verse cercados por los flancos en una enorme bolsa.

A este estado de ánimo se unieron las noticias que llegaban: no se habían cubierto los objetivos previstos. El Túnel y el Puerto de la Bonaigua donde discurría la principal carretera, por la cual podían recibir toda clase de refuerzos y suministros los franquistas, no se habían conseguido conquistar.
Para algunos teóricos, que por supuesto no estabán allí en primera línea de combate, faltó decisión y coraje de los mandos. Para otros investigadores fue una ratonera diseñada entre los servicios secretos de De Gaulle y Franco, que prudentemente se había distanciado de Hitler y Mussolini, para asestar un duro golpe a todo el movimiento guerrillero en un solo punto.

Es incomprensible que aquellos veteranos españoles que habían luchado en dos guerras fueran incapaces de realizar aquel sueño por el cual eran capaces de dejar la vida y que tenían tan al alcance de la mano: la quimera de cualquier exilado, volver a su patria. Se repetía lo otras ocasiones, lo que sucedió durante aquellos tres años de guerra fratricida: Se dice que fallaron los jefes. No podemos por menos que recordar el viejo romance del Mio Cid “Oh, Dios, qué buen vasallo si tuviera buen señor”.

Moscardó (Capitán General de Cataluña), Monasterio y Yagüe lograron reunir en poco espacio de tiempo cerca de 40.000 hombres que comandó y coordinó García Valiño, dispuesto a aplastar a los guerrilleros ahora que tenía una masa importante de ellos y fijados en un lugar determinado. La bolsa.
Lo que al principio se presentaba como una penetración fácil, ante la indecisión de consumar el objetivo final, comenzó a convertirse en una situación comprometida, pues tenían los flancos desguarnecidos y casi cuatro divisiones del ejercito regular reforzados por la Guardia Civil enfrente.

Comenzó a cundir la alarma y el pesimismo y se estuvo más atento en que no se les cerrara la retirada que en resolver la situación de otra manera. Parece ser que en estos momentos de zozobra y duda, apareció Santiago Carrillo de regreso del Norte de Africa, donde había estado organizando la ayuda norteamericana a la guerrilla andaluza, el cual después de examinar la situación la consideró casi de locura, por tanto pidió a Vicente López Tobar sin más dilación la retirada urgente.

El 27 de octubre se inició el regreso de aquella fuerza expedicionaria viendo truncados sus sueños por una serie de indecisiones militares y políticas.
Después de aquella ratonera, Jesús Monzón vio truncada su carrera política, Santiago Carrillo reforzó la suya y De Gaulle desarmó a los guerrilleros a fin de asegurarse la tranquilidad fronteriza con Franco que el día 16 de aquel mismo mes había reconocido oficialmente su gobierno.

El final de estos bravos españoles siempre fue el mismo. El guerrillero que en las siguientes incursiones a España no cayó, o no fue hecho prisionero y fusilado, los franceses le utilizaron por orden de De Gaulle para las guerras coloniales de Indochina o Argelia -so pena de ser extraditados al gobierno franquista- donde una vez más, la sangre española rubricó calladamente gestas que quedaron ocultas para siempre y no saldrían en la foto de familia.