El primer programa regular de radiodifusión de la historia tuvo lugar en diciembre de 1919 en Canada, si bien se considera que fue la estación KDKA de Pittsburgh (Pensilvania, Estados Unidos) la que marcó en junio de 1920 los inicios de la radiodifusión. En España no fue hasta noviembre de 1924, durante la dictadura del general Miguel Primo de Rivera (1923-1930), cuando nacieron oficialmente las dos primeras emisoras de radiodifusión española, Radio Barcelona (EAJ-1) y Radio España de Madrid (EAJ-2), puestas en el aire con muy pocos días de diferencia (días 14 y 10 respectivamente).
A estas dos emisoras les siguieron el año siguiente (1925) Radio Valencia (EAJ-14, inaugurada en abril), Unión Radio Madrid (inaugurada en junio con la licencia EAJ-20 por el entonces rey de España Alfonso XIII, aunque al poco tiempo se cambió por EAJ-7 al quedar libre este indicativo), Radio Asturias (EAJ-19, en junio), Radio Catalana (EAJ-13, en junio), Radio Club Sevillano (EAJ-5, en julio), Radio Cádiz (EAJ-3, en septiembre), Radio Castilla (EAJ-4, inaugurada en octubre con un discurso del general Primo de Rivera) y Radio San Sebastián (EAJ-8, en noviembre). Todas ellas transmitiendo en la actual banda de Onda Media.
La creación de nuevas emisoras de radiodifusión en España fue regulada por una real orden del 14 de junio de 1924, el Reglamento para Establecimiento de Estaciones Radioeléctricas Particulares, reglamento establecido a raíz de la Conferencia Nacional de Telegrafía sin Hilos, convocada por el Directorio militar del general Miguel Primo de Rivera, el cual había había accedido al poder tras el golpe de estado protagonizado el 13 de septiembre del año anterior.
Éste fue el primer reglamento definitivo que iba a regir las radiocomunicaciones españolas, y establecía en el ámbito de la radiodifusión un régimen de concesión condicionada a la iniciativa privada, y es que el dictador Primo de Rivera renunció a un servicio de radio pública y permitió uno basado en la iniciativa privada. También reguló las estaciones privadas de radioaficionado (denominadas "Estaciones de quinta categoría"). Con este decreto, del gobierno de Primo de Rivera, se ponía fin al monopolio que tenía el estado español en materia de radio decretado por el gobierno en 1908 (si bien los servicios de radio fueron gestionados y dirigidos por empresas extranjeras, como la británica Marconi o la estadounidense ITT), al abrir la radio a entidades privadas, como radioaficionados y emisoras de radiodifusión.
La radiodifusión sugió en España, pues, durante la dictadura de Primo de Rivera, estaba sometida a cierta censura, y era obligatoriamente en lengua castellana, no estaban permitidas otras lenguas regionales españolas.
Antes de esta disposición existían algunas emisoras que habían surgido gracias a las sociedades privadas de radioaficionados y experimentadores, e iban adoptando un carácter cada vez más comercial, pero funcionaban transitoriamente, de forma experimental. La primera emisora que realizó emisiones de radiodifusión con cierta regularidad y programación definida fue Radio Ibérica en Madrid, en diciembre de 1923, realizando la primera retransmisión radiofónica del Sorteo de la Lotería de Navidad. Radio Ibérica era de la empresa Radio Ibérica S.A, fundada en 1923 por la fusión de la Compañía Ibérica de Telecomunicación y la Sociedad de Radiotelefonía Española, con domicilio en la madrileña calle Alcalá 69, y la dirección técnica de la emisora se confió a los hermanos De la Riva (Carlos y Adolfo), dos grandes pioneros de la radio española.
El decreto del 14 de junio de 1924 estableció la primera regulación de la radiodifusión en España, si bien el año anterior (1923), el gobierno de García Prieto, al amparo del Real Decreto del 27 de febrero de 1923, dictó un reglamento provisional para el establecimiento y régimen de las estaciones radioeléctricas particulares, aunque no hablaba específicamente de la radiodifusión (entonces conocida como Sistema de transmisión de sonidos mediante ondas hertzianas). Este reglamento provisional se estableció por Real Orden de 26 de mayo de 1923 y fue publicado en La Gaceta de Madrid (equivalente al actual Boletín Oficial del Estado) el siguiente 2 de junio.
El decreto del 14 de junio de 1924 hablaba de la creación de un servicio nacional de radiodifusión, y autorizaba la puesta en funcionamiento de emisoras privadas con una licencia otorgada por el gobierno y con potencias de hasta 8 kW. Este decreto provocó un aluvión de solicitudes para emisoras de radiodifusión en todo el país. Una disposición gubernamental posterior exigió como potencia mínima un kilovatio a las futuras emisoras de radiodifusión, lo que limitó el número de solicitudes al no permitir estaciones de baja potencia (de ámbito local). Con todo, fueron concedidas las primeras licencias oficiales de radiodifusión a Radio Barcelona y Radio España de Madrid, que fueron inauguradas en noviembre de ese año con muy pocos días de diferencia (días 14 y 10 respectivamente). Y aunque Radio España de Madrid fue la primera en iniciar oficialmente sus emisiones, se considera a Radio Barcelona la decana de la Radiodifusión Española al ser la primera en solicitar y obtener la licencia de radiodifusión en nuestro país. Radio España de Madrid suspendió sus emisiones el 5 de abril de 1925 por problemas económicos, y las reanudó de forma definitiva a partir de 1927.
Según este decreto de junio de 1924, a cada estación de radiodifusión se le asignaba un indicativo oficial, que comenzaba con las letras EAJ y seguido de un número de orden cronológico (orden de concesión de la licencia). Radio Barcelona, cuando fue inaugurada en noviembre de 1924, tenía asignado el indicativo EAJ-1 por recibir la primera licencia de radiodifusión, y Radio España de Madrid, EAJ-2. Las siguientes licencias concedidas fueron EAJ-3 Radio Cádiz, EAJ-4 Radio Castilla, EAJ-5 Radio Club Sevillano, y EAJ-6 Radio Ibérica.
Los indicativos oficiales EAJ tienen su origen en la Conferencia Radiotelegráfica Internacional celebrada en julio de 1912, en la que entre otras cosas, se asignó a cada país una letra propia o un grupo de letras para la identificación de sus estaciones radiotelegráficas (la radiodifusión aún no había nacido). A España se le asignó como primera letra la E y el grupo de letras EAA a EGZ. España utilizó preferentemente los indicativos EA, y la letra J se añadió como identificación del carácter comercial de las emisoras de radiodifusión comercial (de igual manera que la letra R, indicativos EAR, se asignó a las estaciones de aficionado).
En estos primeros años (1924-25), debido a la escasa cantidad de aparatos receptores, las primeras emisoras de radiodifusión españolas se establecieron de manera regional, si bien algunas de ellas, ubicadas en capitales provinciales (como Cádiz, San Sebastián o Bilbao) eran emisoras estrictamente locales debido a su baja potencia. En esta primera etapa, llegaron a haber 15 emisoras, si bien después de 1925, sólo quedaron 8 estaciones.
El 19 de diciembre de 1924 se creó la sociedad privada Unión Radio, entidad de radiodifusión fundada por las principales empresas eléctricas españolas, muchas de ellas filiales de grandes empresas extranjeras inglesas, alemanas, francesas y norteamericanas, entre ellas Telefunken, Compañía Nacional de Telegrafía sin hilos Marconi, Western Electric, Compañía Telefónica Nacional de España..., para ofrecer un buen servicio radiofónico, y al mismo tiempo incentivar la venta de aparatos y el sector radioeléctrico en general. Su consejo de administración fue presidido por Valentín Ruiz Senén, mientras que la dirección de la sociedad se confió a Ricardo María de Urgoiti, cuya familia era dueña de varias empresas de comunicación españolas (La Papelera Española, el periódico El Sol, La Voz, la agencia de noticias Zeus y la editorial Calpe).
Su primera emisora fue EAJ-7 Unión Radio Madrid, inaugurada oficialmente el 17 de junio de 1925 por el entonces rey de España Alfonso XIII y con la asistencia de otras personalidades (el alcalde de Madrid, el Director General de Comunicaciones, el presidente de la Diputación, y destacadas figuras de la cultura), y dirigida por Ricardo Urgoiti. Miguel Olea fue el director artístico y Joaquín Ruiz el jefe técnico. Sus primeros locutores fueron Luis Medina, Josefina Carabías y Carlos del Pozo. La emisora fue ubicada en el sexto piso del edificio de los almacenes Madrid-París, situado en el llamado segundo tramo de la Gran Vía madrileña. Transmitía en la frecuencia de 697 kHz con un transmisor Marconi de 6 kW de potencia que estaba ubicado en una casa lindante, y una antena con forma de T ubicada en la terraza del edificio de los almacenes.
Las emisiones comenzaban a primera hora de la tarde, y abarcaban variedades, música ligera, información, cotizaciones de valores, meteorología, programas infantiles y retransmisiones de óperas y zarzuelas.
Sin embargo, el propósito comercial real de Unión Radio era el de irse haciendo con emisoras de radio que se fueran creando en España, y con la libertad concedida por el gobierno en 1926 para poder adquirir las licencias de las estaciones, a lo largo de los siguientes años iría integrando o asociando al grupo las principales emisoras que en esta época se van creando, constituyendo el más importante (y prácticamente el único) grupo radiofónico de la década de 1930: A finales de 1925 ya tenía cerrado acuerdos con algunas emisoras (Barcelona, Castilla, y dos de Sevilla), todo encaminado a monopolizar la explotación publicitaria. En septiembre de 1926 Unión Radio integra EAJ-5 Radio Club Sevillano con un acuerdo con Radio Sevilla (EAJ-17), creándose Unión Radio Sevilla, que operará con el indicativo EAJ-5. En noviembre de 1926 EAJ-1 Radio Barcelona pasa a ser emisora asociada (pero no propiedad) a Unión Radio. También en 1926 Unión Radio integró a EAJ-3 Radio Cádiz y EAJ-4 Radio Castilla. En 1927 integró a EAJ-8 Radio San Sebastián (que se convertiría en el principal centro emisor de Unión Radio en el norte de España) y EAJ-22 Radio Salamanca, etc... Unión Radio no estuvo exenta de críticas ya que se le acusaba de ser un monopolio.
Al principio cada emisora emitía su propia programación, no habían los medios técnicos como hoy en día para emitir en cadena, para distribuir una misma señal entre distintas emisoras. A finales de mayo de 1926 Unión Radio Madrid y Radio Barcelona (entonces asociada, pero aún no integrada, a Unión Radio) realizan el primer dúplex de la radio española, emitiendo una misma programación en conjunto o en paralelo. Pocos días después, a principios de junio de 1926, se realiza el primer múltiplex de la radio española, con una emisión conjunta entre Radio Barcelona, Unión Radio Madrid y Radio San Sebastián. Fue la primera emisión en cadena de varias emisoras en España.
A medida que se implantaban emisoras a lo ancho del territorio español, Unión Radio comenzó a ampliar contenidos en su programación y a emitir en cadena con sus emisoras, factor que contribuyó a mejorar la calidad de la programación. Por ejemplo, en una oportunidad los embajadores de Francia y Reino Unido inauguraron los cursos de inglés y francés a través de los micrófonos de Unión Radio en 1927. Y el 7 de octubre de 1930 Unión Radio transmite por primera vez un diario hablado, “La Palabra”, un informativo de carácter general transmitido por toda su cadena de emisoras, lo que fue un hecho muy destacable no sólo de la programación de Unión Radio, sino de la radiodifusión española. Fue un diario hablado diario, con tres emisiones matinales y una vespertina, cada una de 20 minutos de duración.
La política también estuvo presente en las emisiones de Unión Radio: La transmisión de la proclamación de la II República en la Puerta del Sol de Madrid (abril 1931) o la transmisión por primera vez el 24 de abril de 1931 de una sesión del ayuntamiento de Madrid fueron el inicio de una práctica habitual de Unión Radio.
En julio de 1929 se crea el Servicio Nacional de Radiodifusión, ente que integra la red de estaciones radiodifusoras, la Administración Económica, la Junta Técnica e Inspectora y una comisión de programas llamada Asistencia Social. Posteriormente, en un Real Decreto de octubre de 1930 se estableció el número de estaciones de radiodifusión que han de instalarse en el país: una de onda larga y otra de onda corta en Madrid, más seis estaciones de carácter regional, estas últimas asignadas a las seis frecuencias que se habían reservado para España en la Conferencia Radioeléctrica celebrada en Praga en abril de 1929.
Según una relación publicada en agosto de 1932 sobre las estaciones europeas de radiodifusión, figuran las siguientes emisoras en España:
En Madrid: | Radio España (EAJ-2) y Unión Radio (EAJ-7) |
En Barcelona: | Radio Barcelona (EAJ-1) y Radio Associació (EAJ-15) |
Otras: | Radio Club de Tarrasa (EAJ-25, aún no inaugurada oficialmente) y las estaciones de San Sebastián (EAJ-8), Sevilla (EAJ-5), Oviedo (EAJ-19) y Valencia (EAJ-14). |
En onda corta: | Radio Club de Tarrasa, dos en Madrid (EAQ y EAR 110), y una en Tenerife. |
La más potente del país es, en esos años, EAJ-1 Radio Barcelona, con 8 kilovatios, el límite máximo de potencia permitido por la ley. EAJ-15 Radio Associació de Catalunya fue creada en 1930 en Barcelona por antiguos fundadores de Radio Barcelona que dejaron esta emisora tras su integración definitiva en Unión Radio en 1929, para fomentar el uso de la lengua catalana en la radio, y de hecho transmitirá sólo en lengua catalana.
Si bien el reglamento aprobado en la Real Orden de julio de 1924 había despertado expectativas favorables para el desarrollo de la radiodifusión comercial en España, lo cierto es que no la logró impulsar, y habrían de pasar unos años para que esto ocurriera. Tras 1925 sólo quedaban activas 8 estaciones, pero con permisos temporales comenzaron a emitir pequeñas radios locales.
Si en el golpe de estado de Primo de Rivera, en septiembre de 1923, la radio tuvo una importancia totalmente residual, en la proclamación de la II República Española en abril de 1931 ya tuvo mucha más. Y con la República, la radio iba a tomar impulso en España.
Al estrenarse la II República solo emitían en España diez estaciones de radio derivadas de las autorizadas en 1924. Existían, pues, muchas zonas de España sin cobertura cuando la radiodifusión ya aspiraba ser un valioso servicio público.
Hay que llegar al año 1932, año en que tiene lugar en Madrid el Congreso Internacional de Radiotelegrafía, y antes de acabar el año, el 8 de diciembre, el Gobierno de la República Española aprobó un decreto por el que se facultaba a la Dirección General de Telecomunicaciones para la concesión de licencias de instalación y explotación de estaciones locales privadas de pequeña potencia en onda media (hasta 58 estaciones), de hasta 200 vatios de potencia (desde 1924, las estaciones de radiodifusión debían tener una potencia mínima de un kilovatio), con una serie de condiciones: No podía haber más de una estación emisora en cada municipio de España, debía haber una distancia mínima entre ellas, tenían permitido emitir publicidad hasta un máximo de 10 minutos por cada hora de emisión, y de los ingresos publicitarios obtenidos por este concepto, el estado percibiría un 20%. Las estaciones tenían una amplia libertad para establecer su programación, pero estaban bajo el control de una intervención del estado a través de personal del Cuerpo de Telégrafos, que actuaba como supervisor oficial.
Bajo esta normativa en los años siguientes (hasta el inicio de la Guerra Civil en julio de 1936) se inauguraron un buen número de estaciones locales de onda media, entre ellas las estaciones de Burgos, Zaragoza, Tarragona, Albacete, Algeciras, Valladolid, Gijón, Badalona, Toledo, etc... Por ejemplo, en diciembre de 1933 ya se había llegado al indicativo EAJ-50, asignado inicialmente a Radio Jeréz de la Frontera (Cádiz), pero concedido finalmente a Radio Las Palmas. Unión Radio, la única cadena de emisoras de radio de España, que a finales de la década de 1920 tenía prácticamente el monopolio de la radiodifusión española, pasó a compartir el espectro con pequeñas emisoras locales de no más de 200 vatios de potencia.
Esta fiebre inaugural a partir de 1932-33 no correspondió aún ni con una audiencia masiva, ni por otra parte, con los recursos técnicos y profesionales suficientes como para garantizar un éxito popular de la radiodifusión. La radio sigue siendo tan sólo la novedad del momento, el principio de una nueva era en la comunicación.
Con la República, la radio también se politiza, y sirve como medio de propaganda política y electoral. Así, la noche del 6 de octubre de 1934 el consejero Dencás la aprovechó para lanzar proclamas y poner discos de sardanas para animar a la rebelión, cuando el gobierno autonómico catalán proclamó la independencia de Catalunya. Un "¡Viva España!" desesperado del separatista marcó el histriónico final hertziano de la insurgencia.
Al margen de su uso político, la radio también entró en el ámbito deportivo retransmitiendo diversas competiciones. En España la primera retransmisión deportiva la hizo en 1926 el locutor José Miret Soler en Radio Barcelona. Fue el combate de boxeo de pesos pesados que se celebró en la ciudad entre el púgil vasco Paulino Uzcudun y el italiano Erminio Spalla, con victoria del guipuzcoano. La primera retransmisión futbolística en Barcelona no llegó hasta noviembre de 1927 en el derby en el campo de fútbol de Sarrià (Barcelona) entre el Espanyol y el Barça (que acabó con el resultado de 2-1).
También está la cuestión de la publicidad y el mantenimiento de las radios españolas. A finales de los años veinte, España era uno de los países europeos con una proporción -1,2 por mil- más baja de oyentes "cotizantes", es decir, que pagaban una cuota establecida por la posesión y uso de un receptor de radio. En el Reino Unido, por ejemplo, lo hacían el 53 por mil y en Alemania, el 28 por mil. El profesor de la Escuela Industrial Enrique Calvet, hermano del entonces director de La Vanguardia, Agustín, Gaziel, propuso cuotas forzadas al estilo de la BBC británica, pero la propuesta nunca se implementó. Y es que la mayoría de obreros no tenían dinero para comprar un aparato receptor y aún menos para aportar la cuota popular mensual de una peseta que se esperaba que sirviera para sostener la radio. De hecho, en 1932 el número de receptores declarados en España no llegaba a 83.000, para ser más de 300.000 en 1936, cifra obviamente inferior a la realidad al excluirse de estos datos los no registrados.
Surgen las cuñas publicitarias como medio para generar ingresos que ayudaran al mantenimiento de las radios españolas. En Catalunya, en Radio Barcelona costó introducir cuñas porque su propia revista consideraba que era un “ruido indeseable”, como si las emisoras tuvieran que intercalar "contra su voluntad, capítulos de prosa en la poética marcha de sobre tareas preferidas". Se lamentaba no tener otra opción que hacer uso "para vivir, aúnque penosamente, por medio del anuncio".
A partir de 1933, en cambio, Ràdio Asociació de Catalunya (RAC), la otra gran emisora catalana, frente a las cuotas y la venta de aparatos, apostó de forma decidida por la publicidad para sostener la emisora. No lo hizo, sin embargo, para vender minutos de anuncios de palabras (anuncios comerciales), sino bajo la modalidad de patrocinio de programas como formato publicitario. Uno de los impulsores de la emisora, Ramon Pérez-Pujol, expresó en el semanario Mirador que "la publicidad, que siempre suele ser pesada para los radioyentes, parece que últimamente ha estado encaminada hacia unos senderos que la hacen más tolerable".
La RAC también incorporó la grabación discográfica en los estudios de la radio para generar ingresos. Radio Barcelona terminó haciendo lo mismo, y en los años treinta la competitividad entre las dos emisoras catalanas, a las que se vincularon las numerosas emisoras locales que aparecieron en Catalunya, mejoraron mucho la calidad de los programas radiofónicos.
En los años 30 se popularizaron en la radio española los programas de “discos dedicados” o de "discos solicitados", que tuvieron mucho éxito y que fueron programas realizados principalmente por mujeres. Estos programas representaron para las emisoras la entrada de una pequeña cantidad de dinero que las ayudó a sobrevivir, ya que los oyentes que querían que sonara un disco en la emisora debían hacer un cierto pago por ello. Los programas de discos dedicados se seguirían radiando con bastante éxito después de la guerra civil y durante el franquismo en las siguientes décadas.
Finalmente, esta lista publicada por Virgilio Soria en su Historia de la Radiodifusión en España en 1935 muestra la lista de emisoras de radio activas en España ese año, casi 70 en total.
El 18 de julio de 1936 estalla la Guerra Civil Española, y durante los años de la guerra es cuando la radio cobró mucho protagonismo al ser utilizada por uno u otro bando como arma propagandística. Al estar dividido el país, surge la necesidad de la comunicación, y es aquí cuando la radio se revela superior a la prensa escrita, que resulta ser lenta en su distribución. Ello conduce a un gran aumento de la audiencia radiofónica en España, la radio se convirtió en un verdadero medio de comunicación de masas en España. Es la hora de la radio información. Una información manipulada, según los aires ideológicos, pero información al fin y al cabo.
Las emisoras que quedaron en el territorio dominado por el bando republicano pasan al poder de agrupaciones políticas o de algunos supervisores oficiales, mientras que en la zona nacional (sublevada) las emisoras pasaron a ser controladas por las autoridades militares del bando nacional.
Las emisoras de Unión Radio, la primera y única cadena de emisoras de España con el práctico monopolio de la radiodifusión española, quedan, pues, repartidas entre ambos bandos. En la zona republicana quedan importantes emisoras, como las de Madrid, Barcelona, Valencia, y en el plano europeo cuentan con un aliado importante, la BBC inglesa, con un servicio informativo diario en español. Unión Radio como tal permaneció fiel al gobierno legítimo de la República, y la emisora de Madrid pasó a estar gestionada por un comité de trabajadores.
En la zona nacional quedó Unión Radio Sevilla (la más importante), y otras emisoras de menor entidad: Radio Castilla de Burgos, Radio Córdoba, y a las que se les unieron las emisoras de Salamanca, Huelva, y La Voz de Valladolid.
Son notorias al principio de la guerra las históricas "Charlas" a favor del ejército franquista en Radio Sevilla por el general sublevado Queipo de Llano. Unión Radio Madrid se convirtió en un órgano de propaganda del bando republicano, y fue el vehículo que trasladó a los ciudadanos españoles el histórico discurso de la dirigente comunista Dolores Ibarruri “Pasionaria” con su legendario “¡No pasarán!”.
En el bando nacional se puso en marcha en enero de 1937 la primera emisora de Radio Nacional de España (RNE) en Salamanca con una emisora móvil (en camión) que Hitler regaló a Franco, siendo trasladada después a Burgos. RNE fue usada como un arma más por el bando nacional, constituyéndose en el órgano de difusión oficial del bando nacional. En el bando republicano se pusieron en el aire el primer año de la guerra emisoras de propaganda ideológica dirigidas por sindicatos y partidos políticos. Sobre todo, sin embargo, fue el presidente de la Generalitat de Catalunya Lluís Companys quien empleó la radio durante la guerra para probar levantar la moral en la retaguardia.
Ni siquiera las grandes estrellas de la radio escaparon de la rigidez comunicativa impuesta por las autoridades sobre la radio española. Así, una de las estrellas indiscutibles de radio española de los años treinta, Josep Torres Vilata “Toreski”, que desde Radio Barcelona entretenía a pequeños y grandes con su espectáculo de ventrílocuo con el personaje ficticio Miliu, un niño cándido y travieso de ocho años, comenzando 1937 realizó el siguiente diálogo: "Señor Toreski, ¿por qué ponen rejas en las cárceles?", preguntaba cándido el Miliu. "Para que no entren los ladrones". Este diálogo llevó a Toreski a la cárcel. En medio de la guerra ni los personajes como él, condecorados por la propia Generalitat, escapaban de la rigidez comunicativa.
Durante los años de la guerra civil, saldrían nuevas emisoras al aire, de carácter local, identificándose como emisoras de la Falange Española Tradicionalista en la zona nacional, mientras que en la zona republicana surgieron emisoras del Partido Comunista, que desaparecerán con la derrota militar de la República.
El 28 de marzo de 1939 Unión Radio Madrid es ocupada por las fuerzas franquistas, que ya habían entrado en Madrid, y la emisora se despide de su audiencia, ya que a las pocas horas las ondas de Unión Radio fueron conectadas a la cadena de radio Nacional de España. Y el 1 de abril, se proclama el final de la guerra civil con la lectura de un histórico bando del “generalísimo” Franco a través de Radio Nacional.
En este periodo la profesión radiofónica, como tal, estaba aún lejos de descubrirse. Lo que sí se había descubierto era el poder de sugestión y comunicación de la radio, y su potencial revolucionario. De ahí que los vencedores (el bando nacional), al terminar la guerra civil, pusiesen el máximo interés en que la radiodifusión no se saliese de unas estrictas normas ideológicas (mediante el control ideológico y la censura de contenidos), que condicionarían bastante su futuro en las siguientes décadas.
Terminada la guerra en 1939, España entra en una dura postguerra, con grandes penurias económicas, bajo el dictatorial régimen franquista. El régimen franquista se estructura y se consolida, y con ello hubo un cambio en todos los aspectos de la vida y la sociedad española, incluyendo los medios de comunicación y la radio. La mayoría de las emisoras de radio son devueltas a sus dueños originales, y el resto quedaron en manos de nuevos dueños, desapareciendo de sus programas la libertad de información, información que ahora sería únicamente de carácter oficial, controlada por el régimen.
Pero también el régimen queda aislado internacionalmente y ese año de 1939 es excluido del Segundo Plan Europeo de distribución de frecuencias, lo que va a constreñír enormemente el crecimiento de la radio en España, que disponía solo de dos frecuencias en exclusiva (a nivel europeo) y, por ello, España se ve obligada a conformarse con disfrutar de emisoras de radiodifusión de muy poca potencia y reducido alcance (dentro del territorio nacional).
La radiodifusión española se estructura. Surgen las cadenas de emisoras. El grupo de las estaciones pioneras de España, Unión Radio, en septiembre de 1940 pasa a ser formalmente la Sociedad Española de Radiodifusión (SER), con fines comerciales, que cuenta con Radio Madrid (nuevo nombre de Unión Radio Madrid al acabar la guerra) y Radio Barcelona como puntales de su red de emisoras.
También comenzaron a proliferar en el caótico panorama de las ondas radiofónicas españolas de esta década varias emisoras en diversos puntos de España, algunas de escasa potencia, regidas por Falange Española Tradicionalista y de las JONS (las Radio FET), la emisora de la Guardia de Franco, o la emisora Radio SEU en Madrid (1941), esta última, emisora del Sindicato Español Universitario (SEU), a la que se le añadió en su distintivo "Estación Escuela", y desde donde, cumpliendo con esta denominación, se prepararon y surgieron muchos de los profesionales, locutores y técnicos de la radiodifusión española que fueron famosos en los años 40 y 50.
Las emisoras de la Falange eran emisoras que operaban en onda corta, dependientes de la Falange Española Tradicionalista y de las JONS, partido político fundado en 1933 e integrada en el Movimiento Nacional (la unificación política de los partidos y grupos que apoyaron al bando franquista en la Guerra Civil Española, impuesta por Franco durante la guerra), eran obviamente de mentalidad más propagandística y semioficial a favor del régimen, y por ello contaron con apoyo y subvenciones estatales, y además contaron con la posibilidad de la ayuda publicitaria. Varias de ellas también funcionaron como estaciones-escuela.
Y con todo ello se inicia lo que estaba previsto en las primeras Reales órdenes de 1925: la creación de una red estatal, que primero toma el nombre de REDERA (Red Española de Radiodifusión) para tomar más tarde las siglas RNE (Radio Nacional de España). Se dictaron normas más estrictas de funcionamiento y censura de los contenidos radiados.
El 6 de octubre de 1939, pocos meses después del final de la Guerra Civil, por una orden del Ministerio de la Gobernación, Radio Nacional de España (RNE) se convirtió en exclusivista de las noticias generales (noticias nacionales e internacionales), quedando establecida la obligación para todas las emisoras de conectar dos veces al día con los servicios informativos de RNE (que eran los servicios informativos oficiales), a la vez que se prohibió a las emisoras la divulgación de noticias generales. Con ello se aplicaba la censura en la emisión de noticias en la radio y el monopolio de la información general por Radio Nacional, la emisora del régimen. La conexión a RNE del resto de las emisoras era para emitir conjuntamente el "Diario hablado" (espacio de media hora en las horas de más audiencia de este medio, dedicado a las noticias más importantes), llamado popularmente "El Parte" en los primeros años", como reminiscencia de los años de la Guerra Civil, en que las noticias de RNE eran el Parte de Guerra del Cuartel General de Franco, que emitía RNE cada día a las dos de la tarde. Reminiscencias militares que se acentuaban mucho con la emisión al inicio y al final del Diario hablado" de las notas de la marcha militar "La Generala".
Ante esta situación, no pudiendo divulgar noticias generalistas por cuenta propia, las noticias informativas del resto de emisoras se centraron en temas como noticias locales, los deportes, fiestas patronales, artísticos o culturales, y siempre según el criterio del censor de turno. La conexión obligatoria al "Parte" de Radio Nacional se mantendría hasta octubre de 1977.
Respecto a RNE, desde su nacimiento durante la Guerra Civil Española, tiene vocación política y de hacer una radio seria. En marzo de 1942 empezó la transmisión regular de programas para América en onda corta. Durante los años de la Guerra Fría tuvo una doble función: combatir el comunismo y servir de nexo de unión entre los emigrantes españoles y sus familias. Restaurada la democracia en España, en 1978 estas emisiones pasarían a denominarse Radio Exterior de España (REE), la emisora internacional española.
En 1947 se creó la Orquesta Sinfónica de RNE, que se completó en 1950 con el Coro de RNE.
Mientras que en Europa se reestructuró la radiodifusión en torno a emisoras nacionales únicas, según el criterio establecido en la Conferencia Europea de Copenhague de 1948, plan en el que se concedieron 9 frecuencias de Onda Media y Onda Corta a España, pero que dejó a España al margen de lo acordado en dicha conferencia (otra muestra del aislamiento internacional del régimen franquista), en España se mantuvo la existencia de las emisoras de radiodifusión privadas, e incluso se animó a la creación de algunas nuevas emisoras, como fue el caso de la Compañía de Radio Intercontinental, más popularmente conocida como La Inter o Radio Intercontinental, cuya sociedad fue constituida en diciembre de 1946 (siendo uno de los fundadores Serrano Suñer, el «cuñadísimo» del dictador), y que inauguró su principal emisora en Madrid (que hoy en día persiste como Radio Intercontinental), y que con el tiempo incluyó en su red de emisoras a Radio Andorra (emisora del país vecino de Andorra, emisora privada inaugurada en 1939 y desaparecida en 1981), Radio Miramar de Badalona (EAJ-39), Radio Lérida (EAJ-42), Radio Córdoba (EAJ-24), Radio Linares (EAJ-37) y Radio Onteniente (EAJ-30), actualmente pertenecientes a otras cadenas de radiodifusión.
Lo anterior condujo a la paradoja de que, a nivel de infraestructura, a diferencia con los demás países europeos, España contó con un buen número de emisoras privadas, pero a nivel de contenidos radiofónicos, la radio española era uniforme y no tenía libertad, había censura gubernamental de los contenidos.
En estas condiciones, los hombres de la radio, en estos años, han de usar imaginación y optimismo. Dado que no hay libertad, la radio se recluyó en su parcela y ofrece al público lo que no encontraba en su vida diaria en esos duros años de la postguerra: ilusión, evasión. Después de la guerra, los contenidos radiofónicos tomaron varios rumbos, siempre limitados por la censura existente impuesta por el régimen del general Franco. Las emisoras de Radio Nacional, y sus secuelas del Movimiento, tomaron vuelos culturalistas y didácticos, mientras que la SER, a través de sus emisoras de Madrid y Barcelona, se inclinó por el tema de las variedades y el entretenimiento, buscando una radio divertida, de acuerdo a las limitaciones del momento.
Comenzaron a surgir los primeros nombres importantes en la radiodifusión española: Bobby Deglané en la SER, con sus combates de catch y sus primeras magazines, "Cabalgata Fin de Semana", uno de los programas de mayor éxito en la radio española. Enrique Mariñas preparó el camino a Matias Prats (padre) con las primeras retransmisiones deportivas. Guillermo Sautier Casaseca inició los primeros seriales radiofónicos. Y en Barcelona, a través de Radio Barcelona, nombres como Antonio Losada y Gerardo Esteban prepararon ya el nuevo estilo de la radio de la siguiente década. En Radio España de Barcelona (EAJ-15, antigua Ràdio Associació de Catalunya) destaca otra importante voz de la radio, Joaquín Soler Serrano, con los programas "Hora Nueva" (1942) y "La Revista sonora" (1945).
En referencia a la tecnología, se hacía uso de los discos de pizarra desde principios de la radio (discos que no estaban construidos realmente con piedra, sino que eran discos revestidos de cera, y que por su aspecto se denominaron discos de piedra o de pizarra) para el almacenamiento y reproducción de música (fueron los antecesores de los discos de vinilo, que no aparecieron hasta finales de la siguiente década), pero en 1948 Radio Barcelona, y con ella otras emisoras de la SER, utilizó por primera vez la cinta magnetofónica, que al permitir la grabación y reproducción fácil de contenidos permitió el desarrollo de nuevas posibilidades expresivas, ya no sólo en el campo de la ficción (radionovelas, seriales, etc), sino también en el del reportaje, y en general en la producción de obras radiofónicas más elaboradas.
En la década de los cincuenta España comienza a salir de la dureza de la postguerra y sus penurias económicas, el régimen franquista empezaba a ser reconocido en el ámbito internacional, y aumentó el éxodo rural y miles de hombres buscaron en la emigración el trabajo que aquí se les negaba. Y esta década es la edad de oro de la radio en España. Muchos factores contribuyeron a ello. Los más importantes son los que se relacionan con el contexto sociopolítico de esta década en la vida de los españoles.
Pero en el plano puramente profesional, podemos citar, por una parte, el incremento de la audiencia y de la fabricación de radiorreceptores. El radiorreceptor es el primer electrodoméstico que entró en el hogar de la mayoría de los españoles en esa época. Por otra parte, los profesionales de la radio han tenido tiempo para comprender qué es lo que no pueden hacer en una radio controlada y vigilada por una dictadura, y por ello se han entregado de lleno a las parcelas que estaban permitidas por el poder.
La radiodifusión española, desarrollada en las décadas anteriores, se consolidó como alternativa barata de ocio y al alcance de todos. Conscientes de ello, importantes marcas comerciales apoyaron con su publicidad numerosos programas, destacando entre ellos los concursos, seriales, consultorios sentimentales y retransmisiones deportivas y taurinas, consagrando a locutores emblemáticos como Bobby Deglané, Matías Prats o José Luis Pécker, sin cuyas voces no puede entenderse aquella España.
Esta década son los años de los grandes programas en cadena. La radio está en auge en las grandes ciudades, mientras que la radio local, a nivel de contenidos, es muy repetitiva, exceptuando los espacios entre programa y programa, que se llenan con música, o mejor dicho, con el invento del "disco dedicado" (esto es, la emisión de música solicitada por correo por los oyentes).
En Radio Nacional en el campo deportivo son conocidos los nombres de Matías Prats y Enrique Mariñas (ya desde la década anterior), y en otro plano el de Leocadio Machado. Y con motivo de la puesta en funcionamiento de la emisora de Radio Nacional en Barcelona en junio de 1949, destacaron los nombres de profesionales como Juan Manuel Soriano y José María Tavera en el terreno del radioteatro. También Federico Gallo y Jorge Arandés consiguieron mucha popularidad con un programa que fue el precursor de los maganizines de los setenta: "Fantasía".
Por su parte, la SER volcó su imaginación radiofónica en el campo del entretenimiento. Son los años de Guillermo Sautier Casaseca (mencionado en los años 40) con su serial "Lo que nunca muere", de Bobby Deglané y la retransmisión de sus incesantes cabalgatas, de los concursos de "Doble o Nada" de Fermán, y del programa deportivo "Carrusel deportivo" de Vicente Marco (iniciado en 1953, es programa pionero del deporte en la radio española y que rápidamente alcanzó una masiva audiencia. 40 años después seguía en antena). En Barcelona EAJ-1 mantiene una notable producción propia, independientemente de los programas en cadena de la SER, en donde hay que anotar nombres como el de Antonio Losada, Luis de Blain en el campo de la ficción, y voces como las de Ricardo Palmerola e Isidro Sola.
Se debe destacar también el trabajo de emisoras independientes, como Radio España de Madrid (EAJ-2), en donde predominaba la voz de Ángel Soler, así como el del equipo renovador de Radio España de Barcelona (EAJ-15), con un Joaquín Soler Serrano ya en la cima, y como guionista y realizador un auténtico creativo de la radio, que alcanzará su máxima popularidad en los sesenta: José Joaquín Marroquí.
El género del Radioteatro o la Radionovela se convirtieron en todo un fenómeno social. En ellas, con marcado tono melodramático, se abordaban pasiones amorosas no correspondidas, desencuentros familiares, celos, engaños y desventuras personales de todo tipo. Relatos como 'Lo que no muere', 'Un arrabal junto al cielo' o 'Ama Rosa' llegaban cada tarde el corazón de millones de oyentes, quienes dejaban cuanto estaban haciendo para escuchar estas radionovelas, en las voces de Juana Ginzo, Maribel Alonso, Pedro Pablo Ayuso o Matilde Vilariño, entre otros. Las emisoras, en especial la Cadena SER, conformaron potentes cuadros de actores propios para interpretar ante los micrófonos aquellos conmovedores textos firmados por escritores como Guillermo Sautier Casaseca, José Mallorquí, Rafael Barón, José Joaquín Marroquí o la castellano-manchega Luisa Alberca Lorente.
En esta década surge otro fenómeno radiofónico, los denominados Consultorios femeninos, dirigido al público femenino español. Ya desde la Guerra Civil, con el nacimiento de Radio Nacional en el bando sublevado, se vio la necesidad de dirigirse a las mujeres españolas desde la radio, convirtiéndose en una forma de emisión de las nuevas tradiciones, de ahí la creación de muchos programas dedicados a las mujeres con temáticas como belleza, hogar, familia, moda, cocina, hijos… A esto se suma el hecho de que la radio era más escuchada por ellas, debido a su forma de vida, centrada en el hogar. La radio se convirtió desde los años 40 en una especie de patrimonio de la mujer. Con ello llegó este tipo de radio que fue muy escuchado durante varias décadas, principalmente por público femenino, los consultorios femeninos, siendo el más conocido el Consultorio de la mujer Elena Francis.
El Consultorio de Elena Francis fue muy escuchado, inició su singladura en Radio Barcelona en los años 50, después pasó a Radio Peninsular en los 60 y cesó en enero de 1984. Otro consultorio femenino fue el Consultorio de la señora Monserrat Fortuny, en Radio España de Barcelona, ya desde el año 1939. En ambos consultorios, diversas locutoras dieron voz a los ficticios personajes de Elena Francis y Monserrat Fortuny, leyendo las cartas de las oyentes y las repuestas a ellas.
Estos consultorios femeninos estuvieron esponsorizados por los productos de belleza que se anunciaban, pero también reflejaron el triste papel de las mujeres de la época bajo el régimen franquista, proyectando una imagen de la feminidad sumisa. Si bien los consultorios femeninos ya existían en los años 30, antes de la guerra, y trataban cualquier tipo de consulta de las oyentes (cocina, moda, crianza de los hijos, etc...), los consultorios femeninos de después de la guerra tuvieron una influencia muy nefasta sobre las mujeres que los escuchaban, ya que daban una visión de cómo debían ser las mujeres españolas desde el punto del franquismo: habían de ser buenas esposas, buenas madres, habían de tener en cuenta la decencia y el buen nombre de la familia, habían de ser resignadas, sufridoras, etc... Eran años de miseria física y cultural en la España de la postguerra, las mujeres no tenían casi derechos (podían ser maltratadas, despreciadas), y el consejo para ellas era la resignación.
En 1953 Radio Barcelona instituye los premios ONDAS, patrocinados por la SER, que en principio tuvo el carácter de premio a los mejores guiones radiofónicos, y al año siguiente ya se extendieron a los restantes ámbitos de la radiodifusión. Los primeros premios se entregaron el año siguiente (1954), año en que se conmemoraba el 30 aniversario de Radio Barcelona, la primera emisora de radiodifusión española.
En junio de 1951 se crea el Ministerio de Información y Turismo, el cual se hace cargo del servicio de radiodifusión, y dado el cierto caos que había en el panorama de las ondas radiofónicas españolas que ya venía de la década anterior, y además habían quejas de gobiernos europeos por el uso de la Onda Media por parte de España (España incumplía el Plan de Copenhague de 1948 que habían asignado a España 11 frecuencias de Onda Media, número de frecuencias que era del todo punto insuficiente para la gran cantidad de emisoras que existían en España), y para comenzar a poner un poco de orden, mediante un decreto de 11 de agosto de 1953, se creó una cadena de caracter oficialista que cubrió las ondas del país: la Cadena de Emisoras Sindicales (CES), que agrupó las emisoras que estaban al amparo de la Organización Sindical del régimen (el denominado Sindicato Vertical, el único sindicato permitido). Estas emisoras funcionaron en Onda Media (lo normal de entonces), y se identificaban con el indicativo ECS, siendo la primera en entrar en servicio Radio Teruel (ECS-1). Estas emisoras realizaban programación propia y de contenidos generalistas, y sólo hasta la inauguración en 1966 de Radio Centro de Madrid, tomaron conciencia de cadena.
Radio Centro, con una potencia de 20 kW (una potencia elevada para aquella época) fue entonces la emisora central de la cadena CES, y ello introdujo una programación en cadena para algunos programas estelares, conectándo todas las emisoras de la cadena a Radio Centro, y manteniendo las distintas emisoras su programación propia el resto del tiempo. Otras emisoras de elevada potencia de la cadena (20 kW) fueron Radio Gredos (Ávila) y Radio Atlántica (Las Palmas de Gran Canaria). En Catalunya destacarían La Voz de Gerona, Radio Tortosa, Radio Maresme (Mataró), Radio Costa Dorada (Ulldecona), y durante algún tiempo, Radio Olot (que posteriormente pasaría a formar parte de la cadena REM, y después pasaría a ser una emisora independiente).
El ordenamiento del panorama radiofónico español continuó a finales de 1954 cuando el Ministerio de Información y Turismo mediante una orden ministerial crea la Red de Emisoras del Movimiento (REM) a partir de las antiguas emisoras de Falange (Radio FET), las cuales son profesionalizadas, y la Cadena Azul de Radiodifusión (CAR) con el resto de emisoras de la Falange, muchas de ellas estaciones escuela, Radio SEU incluida. Parte de estas estaciones operaban hasta entonces en onda corta, y fueron obligadas a pasar a la onda media para que así fueran reconocidas oficialmente.
La Cadena Azul de Radiodifusión (CAR) fue la cadena de emisoras de titularidad pública perteneciente al Frente de Juventudes de la Falange Española (la sección juvenil de la Falange Española), aunque dependía directamente de la Secretaría General del Movimiento (la cual nombraba sus directores). Sus emisoras eran las "Estaciones Escuela", en las que a lo largo de los años 40's y 50's jóvenes españoles se formaron para convertirse en profesionales y técnicos del mundo de la radio. A estas emisoras se les asignaron oficialmente indicativos EFJ (en lugar de los indicativos oficiales EAJ que seguían manteniendo las emisoras de radiodifusión de titularidad privada), que podían significar "Emisora del Frente de Juventudes". Fueron emisoras comerciales que se financiaban con publicidad, y sus programaciones eran totalmente locales y diferentes las unas de las otras, ya que no emitían en cadena (si bien más adelante, hubo una programación que se grababa en la Productora de Programas de la calle Diego de León de Madrid y que se distribuía en cintas magnetofónicas a todas las emisoras). Su programación era fundamentalmente musical, novelas como "Simplemente María", programas infantiles, concursos, discos dedicados, variedades, y para los noticiarios, como era norma obligada entonces, debían conectar obligatoriamente con los informativos de Radio Nacional de España.
El resto de emisoras de la Falange se agruparon en la Red de Emisoras del Movimiento (REM). Como las emisoras de la CAR, las emisoras de la REM también eran controladas por FET y de las JONS, y dependía directamente de la Secretaría General del Movimiento. Se las asignaron oficialmente indicativos EFE (Emisoras del Frente Español), y en antena se identificaban como "La Voz de ...(provincia)...". La cadena llegó a contar con 18 emisoras, que eran emisoras de media potencia (5 kW máximo), de alcance provincial, y que salvo excepciones, se localizaban en las capitales provinciales. La emisora de cabecera fue La Voz de Madrid (la única de mayor potencia). La programación fue eminentemente local y predominantemente musical.
(Nota: Aquí Lista de emisoras de la CES, CAR y de la REM).
Y en 1958 la Estación Escuela (Radio SEU, integrada en la Cadena Azul de Radiodifusión), auténtica escuela de profesionales y técnicos del mundo de la radio de los 40 y los 50, cambió de nombre, pasando a denominarse Radio Juventud, y que con el tiempo dispondría de varias emisoras por toda España. Muchas de las emisoras de Radio Juventud de los años 60's fueron emisoras de la Cadena Azul de Radiodifusión (CAR), por lo que Radio Juventud en realidad fue prácticamente una reconversión de nombre de la CAR. Oficialmente, a las emisoras de Radio Juventud les asignaron indicativos EFJ (Emisoras del Frente de Juventudes, p.ej, EFJ-22 : Radio Juventud de Menorca).
La década de 1950 también ve nacer otra cadena de radio privada, que se denominó inicialmente Rueda de Emisoras Rato o Rueda Rato, y que pasaría a denominarse Cadena Rato en las siguientes décadas. Su origen fue la compra de Radio Toledo en 1950 por parte de Ramón Rato, un abogado y empresario asturiano cercano al régimen franquista y a los sectores monárquicos. Esta emisora se convirtió en la cabecera de toda la cadena hasta la apertura de Radio Cristal de Madrid. Ramón Rato fue el padre de Rodrigo Rato, político del Partido Popular, ex vicepresidente del Gobierno de España (1996-2004) y ex presidente del Fondo Monetario Internacional (2004-2007). La Cadena Rato, cuyas emisoras tenían una programación eminentemente local, estuvo activa hasta 1990.
Con la llegada de la televisión en España a finales de los 50´s, la radio en España experimentará un largo periodo de crisis en los años 60´s. Las horas de máxima audiencia de la radio, que entonces eran las de la sobremesa del mediodía y de las noches, son copadas por la televisión. La popularidad es ocupada por los profesionales que se asoman por la pequeña pantalla, muchos de ellos procedentes de los estudios radiofónicos.
La radio inició un periodo de búsqueda de nueva identidad. Las fórmulas como el concurso, el radioteatro, el radio-espectáculo, los discos dedicados, ya no son válidas, porque es la televisión quien las asume, ofreciendo además el aliciente de la imagen. Frente a la televisión, la radio parece entonces ser algo que es anticuado, y algunas emisoras que no supieron evolucionar y adaptarse a esta situación realmente dieron esta impresión.
Pero la radio continuó. Surgieron nuevas horas punta: la mañana (olvidada en la anterior década), la media tarde y la madrugada (si bien la mayoría de emisoras de radio de la época cerraban sus transmisiones hacia la medianoche durante unas cuantas horas). Por otra parte, la sociedad de consumo ayudará a la radio con un nuevo invento: la radio portátil, más conocido como "transistor". Y la audiencia se individualizará, e incluso se especializará. Y poco a poco comienza la instalación de receptores de radio en el automóvil, los denominados autorradios.
Tecnológicamente se produce la evolución de la tecnología electrónica de las lámparas a la del transistor (que fue inventado en 1947), y ello permitió el desarrollo de los transistores y autorradios. También se impone el disco de vinilo como soporte de la música grabada, y aparecen las cintas de casette. Por otro lado es la década en que comienza en España la implementación de las emisoras en la banda de FM. Hasta entonces, la práctica totalidad de las emisoras de radiodifusión operaban con modulación de amplitud en la banda de Onda Media. La transmisión en la banda de FM permite una mayor calidad a las transmisiones de música, y más con la posibilidad de la transmisión en estereofonía, si bien ésta no comenzará a usarse hasta la siguiente década, si bien la primera emisora de FM en utilizar la estereofonía fue Radio Juventud de Barcelona ya en 1962.
En esta década comenzó la revolución musical y la radio fue su más eficaz promotora. La SER, con su programa Gran Musical, y sus "hits-parades" (éxitos musicales) inició una nueva época de la radio, el de las fórmulas musicales. En cierto modo, todos los grandes profesionales de los sesenta y los setenta dirigieron sus programas al campo de la música joven. Así, Eduardo Sotillos con su "Para vosotros, jóvenes", Luis de Olmo con sus "50 de Oro" y su "Tour de la canción", o Raúl Matas y su Discomania (en la SER desde 1959), o Ángel Álvarez con su "Vuelo 605" (en Radio Peninsular de Madrid desde 1960), marcaron una época en la radio musical de los 60´s. Vuelo 605 sería uno de los programas musicales más longevos, que se mantuvo en antena (pasando por varias cadenas de radio) hasta el fallecimiento de Ángel Álvarez en la década del 2000.
Junto con la radio musical también apareció la radio entrevista, la radio reportaje y la radio servicio público, pero todo ello dentro de las cotas que seguía imponiendo la censura, ya que España aún estaba bajo la dictadura impuesta por el general Franco tras la Guerra Civil.
En cuanto a nuevas emisoras, en esta década aparecieron tres nuevas cadenas. Por un lado, y a nivel oficial, y paralela a la Red de Emisoras de Radio Nacional de España, surgieron las emisoras de Radio Peninsular, con posibilidad de radiar publicidad. Primero fue la emisora de Madrid, que ya funcionaba como Radio Peninsular desde 1960, a la que le siguieron las de Barcelona (1966), Cuenca y Campo de Gibraltar. RNE desde sus inicios, por su carácter oficial, es una cadena de emisoras que nunca ha transmitido publicidad alguna, y Radio Peninsular se constituía como una red paralela oficial de emisoras que sí tenía permitido emitir publicidad (era pues, el canal comercial de Radio Nacional de España).
De carácter privado por entonces se mantenían la cadena de emisoras de Radio Intercontinental, así como la Rueda de Emisoras Rato (con sede central en su emisora de Toledo). Y ajenas al estado español, pero presentes en éste, había otra cadena, la cadena de emisoras del ejército norteamericano, conjunto de emisoras que estaban instaladas en las distintas bases que tenía el ejército norteamericano en España: Elizondo (Navarra), Roses (Girona), Soller (Mallorca), Morón de la Frontera (Cádiz), Torrejón de Ardoz (Madrid) y Zaragoza. Estas emisoras del ejército norteamericano eran emisoras de sólo unas cuantas decenas de vatios, pero en modulación de frecuencia (FM), siendo hasta entonces prácticamente las únicas emisoras de modulación de frecuencia existentes en el estado español.
Otro fenómeno radiofónico de la época fue la existencia muchas emisoras locales de la iglesia católica en Onda Media y de baja potencia que habían surgido en la década anterior de forma caótica pero que estaban legalmente autorizadas por un convenio del Estado con la Conferencia de Metropolitanos Españoles (la actual Comisión Episcopal de la iglesia católica), y que fueron regularizadas por el gobierno el 11 de noviembre de 1959. Fueron las emisoras parroquiales, y se llegaron a conceder 180 emisoras en todo el estado español. Éstas emitían con el distintivo común de Radio Popular, añadiendo a continuación el nombre de la diócesis o parroquia. Oficialmente se les asignaron indicativos EAK en lugar de EAJ (P.ej, Radio Popular de Sevilla tenía el indicativo oficial EAK-2). Se encargaban de su gestión diversas órdenes religiosas, lo que originó bastantes problemas. Al ser regularizadas en noviembre de 1959, el número de emisoras parroquiales se redujo a 80 y se condicionaron a un máximo de 2 kW de potencia, y aunque la titularidad seguía siendo de la Comisión Episcopal, su gestión fue encargada a profesionales, y de ahí surgiría el distintivo de Cadena de Ondas Populares.
El 23 de diciembre de 1964 se aprueba un Plan Transitorio de Ondas Medias, que intenta reorganizar el panorama radiofónico español de estaciones privadas en la Onda Media. Con respecto a las cadenas del Movimiento (REM, CAR y CES), se establece que al menos habrá una emisora de onda media en cada provincia. Este plan establece la radiodifusión privada con 17 estaciones de la REM, 16 de la CAR, 18 de la CES, 49 de la Cadena de Ondas Populares y 54 emisoras con distintivos EAJ. Las emisoras cabecera de cada red estaban autorizadas a emitir con 20 kW de potencia para tener cobertura regional.
Poco después, en abril de 1965 un decreto de Fraga Iribarne (ministro de Información y Turismo desde 1962), la conocida como "Ley Fraga", fija el número de emisoras de onda media que verán caducada sus emisiones, pero que podrán seguir prestando sus servicios en la banda de FM (con transmisores de hasta 1 kW de potencia en el caso de las emisoras de carácter local). Es el primer paso para realizar una migración de la Onda Media a la FM, pero motivó que muchas emisoras de Onda Media no pudieran soportar el coste de la transformación a emisoras de FM y desaparecieron. En el mismo decreto se ordenaba el cierre de las emisoras parroquiales en Onda Media, aunque dejaba la opción de realizar una petición de establecer una emisora local en FM, a pesar de que en aquellos años muy poca gente disponía de receptores de radio equipados con la FM. Muchas emisoras parroquiales se adaptaron, y todo ello supuso el inicio práctico de la FM en España. Y como concesión, tras un acuerdo entre el Estado y la Comisión Episcopal, el gobierno dio la opción a cada obispado la potestad de crear una emisora de Onda Media. Este acuerdo sirvió para reestructurar muchas pequeñas emisoras parroquiales, y como consecuencia, sólo habrá una programación en cadena de la Cadena de Ondas Populares. Estas emisoras darían lugar a creación de la Cadena de Ondas Populares Españolas (COPE), que empezó a emitir como tal en enero de 1979, y cuya titularidad pertenece a la Iglesia Católica.
La Cadena de Ondas Populares (posteriormente COPE) inició su andadura sin emisoras en Madrid y Barcelona, y al funcionar en cadena sin tener un alcance nacional, fue la pionera de la radio local. Destacó fundamentalmente el trabajo de Radio Popular de Sevilla (Radio Vida, EAK-2), donde se hallaban buenos profesionales, que posteriormente hicieron carrera en la radio de alcance nacional (tales como Alfonso Eduardo, Pepín Fernández, Manuel Moreno, Alonso Vicedo, etc) e incluso en el cine (como Claudio Guerín o Carlos Gortari).
Entre los profesionales de estos años, además de los ya citados, destacaron Alberto Oliveras y sus "Formidables", Joaquín Prat, Mario Beut, Basilio Gassent, Ángel Álvarez y su "Caravana musical", Tomás Martín Blanco, José María Quero, Ángel de Echenique, Mariano Méndez, entre otros.
Como programa musical destacado, en julio de 1966 comienza "Los 40 Principales" los sábados en Radio Madrid, programa que con el tiempo ha devenido en una muy exitosa radiofórmula musical basada en los éxitos de la música comercial que se adapta a los gustos de la audiencia, y que se ha exportado a otros países. 50 años después se seguía manteniendo esta radiofórmula musical.
En diciembre de 1967 sale al aire por Radio Nacional de España el informativo matinal España a las ocho, que sorprendió a los oyentes con el "múltiplex" de corresponsales en directo en el extranjero (en Berlín, New York, Londres, etc..), convirtiéndolo de la noche a la mañana en una de las grandes referencias de la radio informativa. Hasta entonces, el sonido de las noticias en la radio se identificaba con voces muy cuidadas que leían con solemnidad "el Parte", previamente supervisado por la censura, y que se escuchaba en todas las radios, puesto que seguía vigente la ley que imponía la conexión obligatoria a Radio Nacional de España del resto de emisoras de radio para radiar los servicios informativos de Radio Nacional de España. Puesto en marcha por Victoriano Fernández Asís y José Manuel Fernández Gaitán, en España a las ocho aparecieron las primeras conexiones con las emisoras provinciales y con corresponsales en el extranjero, y se pudieron escuchar las voces de periodistas como Paco Ojeda, Agustín Farré, Rafael Chico, Eduardo Sotillos, Cirilo Rodríguez, Ángel Roselló, José Luis Balbín o Rafael Campos de España. España a las ocho estuvo en antena con este nombre hasta 2007.
En esta época la radio musical de los sesenta tendrá en el disco de vinilo y el cassette unos grandes competidores. Cierto es que los disc-jockeys de las emisoras continuaron su trabajo, pero con una mayor especialización en tipos de música, dentro de un esquema concreto de la programación.
Por otro lado en esta década continúa la implementación de las emisoras en la banda de FM. Y con ellas también se implementa el estéreo (si bien Radio Juventud de Barcelona ya en 1962 había iniciado algunas transmisiones en estéreo). Así, RNE comenzó sus emisiones regulares en estéreo en 1974.
En los setenta la radio vuelve a salir a la calle, tras la noticia, en busca del personaje. Los tiempos están cambiando, y las nuevas generaciones de profesionales no se resignaron a ser presentadores de novedades musicales. En esta década la fuerza de la radio local, y de sus programas se ponen de manifiesto, pero serían dos grandes programas nacionales los que dieron comienzo a un nuevo estilo radiofónico: los programas Hora 25 (informativo, en la Cadena SER) y Protagonistas (de tipo generalista, en Radio Nacional de España).
Hora 25 fue el primer informativo, al margen de los Diarios hablados oficiales (a los cuales debían aún conectarse todas las emisoras al menos dos veces al día). Lo iniciará a finales de enero de 1972 un gran especialista en casi todos los medios de comunicación: Manuel Martín Ferrand. Lo seguirán Basilio Rogado e Iñaki Gabilondo. Sin embargo, este informativo conseguirá la máxima audiencia gracias a un profesional que viene del campo de la prensa escrita, y que con un estilo personal se convertirá en un mito polémico de la información deportiva: José María García.
Protagonistas se inició con una primera etapa de amable y discreta tertulia, presentado por José Ferrer, pero en julio de 1973 se lo pasará a Luis del Olmo, que transformó de arriba abajo el programa y lo convierte en un magazine. Con ello Protagonistas acumuló la máxima y más diversa audiencia que en esta década tuvo un programa de radio. En su primera etapa el programa se llamó "De costa a costa". Posteriormente pasaría a denominarse "Protagonistas, nosotros". Luis del Olmo mantuvo el programa en antena hasta la década del 2000.
Cierto es que en estos años aún se mantienen las viejas estructuras programativas de décadas anteriores. Asimismo, la publicidad, en muchas emisoras, es dueña de la programación. Pero la muerte del general Franco a finales de 1975 y el advenimiento de la democracia en España en la segunda mitad de los 70´s cambiaría bastantes cosas. Así, el 25 de octubre de 1977 desaparece la obligación de conectar con los Diarios hablados de RNE (popularmente conocidos como "El Parte"): Cada emisora o cadena de emisoras ya podía hacer sus propios programas informativos (sólo el programa Hora 25 de la cadena SER había conseguido burlar esta obligación).
Esto llevó a una serie de periodistas de la prensa escrita a las emisoras de radio para redactar y locutar los programas informativos ya al margen de Radio Nacional. Fueron los más adecuados para realizar programas informativos y llegaron con una mentalidad abierta a la radio en los años de la Transición española.
También aparecen las primeras emisoras con programación parcial o totalmente en lenguas vernáculas en regiones de España con lenguas vernáculas, prohibidas primero y toleradas posteriormente por el anterior régimen dictatorial. En Cataluña se pone en el aire Ràdio 4 en diciembre de 1976, que, aunque forma parte de las emisoras de Radio Nacional de España, es la primera emisora pública en realizar su programación enteramente en una lengua vernácula distinta del castellano, en este caso en lengua catalana (si bien la primera en emitir totalmente en catalán fue la emisora privada gerundense Radio Olot, desde meses antes que Ràdio 4). Curiosamente, hasta la desaparición de la obligatoriedad de conectar con los Diarios hablados de RNE el año siguiente, el diario hablado de Radio Nacional se radiaba traducido al catalán en Ràdio 4. En Euskadi, es Radio Popular de Loyola la primera emisora en emitir de forma ininterrumpida las 24 horas del día en euskera, desde marzo de 1977, identificándose como Herri Irratia.
En octubre de 1978 se aprueba por Real Decreto el Plan Técnico Nacional de Radiodifusión Sonora, el útlimo que concede licencias de radio en Onda Media, además de reordenar esta banda, la Onda Corta y la Onda Larga, de acuerdo con el Plan de Ginebra de 1975. En noviembre se fija el número de emisoras de OM en España : 142 para Radio Nacional de España y Radio Cadena Española y 107 para las privadas. Y en julio de 1979 se establece la concesión en concurso público de 300 licencias de FM, de acuerdo con el recién aprobado Plan Técnico Nacional de FM.
Finalizando esta década, también se crea en 1978 Radiocadena Española (RCE), que fue la red de emisoras comerciales y con publicidad del ente público RTVE (Radio Televisión Española). RCE se creó por la fusión de las cadenas REM (Red de Emisoras del Movimiento), CAR (Cadena Azul de Radiodifusión) y CES (Cadena de Emisoras Sindicales). De hecho, la CAR y la REM ya se habían fusionado antes, en 1972. Posteriormente, en los años 80´s, RCE absorbería las emisoras de Radio Peninsular (en 1984, aunque en Barcelona Radio Peninsular pasó a llamarse Radio 5) y de Radio Juventud.
La evolución de la radio durante los ochenta en España estuvo marcada, sin duda, por la masiva entrada de capital privado en el sector de la radiodifusión, lo que provocó el nacimiento de nuevas emisoras y cadenas privadas y la transformación de las existentes, lo que aportó aire fresco a la radio española. La inversión de la radio se debía a las posibilidades que ofrecía la libertad de información para las emisoras no públicas, establecida desde 1977. Además la radio era un medio favorecido por el hecho de que la inversión privada en televisión, el otra gran medio de comunicación, no fue posible hasta finales de la década de los 80 (que fue cuando se autorizaron las primeras cadenas de TV privadas). Así, durante el primer quinquenio de los ochenta este medio vivió un cierto auge.
Prueba de ello fue el nacimiento de la cadena Antena 3 Radio (primera emisora en Sevilla, en abril de 1982) que supuso una pequeña revolución: Su agresividad, imaginación, y esfuerzo por presentar una información imparcial, le proporcionó un hueco entre los primeros puestos de los índices de audiencia. Ante esta nueva situación la SER, la COPE y RNE tuvieron que reaccionar, renovando programaciones y adecuando sus estructuras a los nuevos tiempos.
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Logos modernos de cadenas de radio actuales |
Las emisoras públicas estatales cambiaron su estructura para hacer frente al déficit económico que arrastraban. Radiocadena Española (RCE) fue absorbida por RNE en 1989. En el ámbito de las emisoras privadas, en 1990 se constituyó Onda Cero, en base al capital de la Organización Nacional de Ciegos de España (ONCE, acrónimo que da nombre a esta cadena: ONda CEro), organización que para ello adquirió en 1988 las instalaciones de la Cadena Rato. La Cadena Rato (y su asociada en Cataluña, Cadena Catalana, fundada en 1978), desapareció en 1990. Antena 3 adquirió la Cadena 80 llegando en 1991 al segundo lugar en la radiodifusión española.
La entrada en el capital de Antena 3 del grupo mediático que controla la SER (del grupo periodístico PRISA) en 1992, precedió la desaparición de la programación conversacional de la cadena Antena 3, cuyo personal se integró en la cadena SER a mediados de 1994. De la fusión de las dos grandes cadenas, formando el grupo Unión Radio SA (recuperando el antiguo nombre de Radio Madrid para este grupo) nacía además un producto nuevo, Sinforadio/Antena 3, una cadena de emisoras dedicada a la música clásica, el jazz y el new age. Posteriormente Unión Radio absorbería otras cadenas en su grupo: 40 Principales (emisoras de radiofórmula musical para los más jóvenes, radiofórmula inaugurada en 1966 en Radio Madrid - SER), Radiolé (de música folclórica española), Cadena Dial (música española de todos los tipos) y Cadena M 80 (música para gente no tan joven, fundada en enero 1993).
De hecho, el fenómeno más importante de la renovación radiofónica en estas dos décadas fue la especialización de las emisoras, dentro de las grandes cadenas de radio, siguiendo el modelo norteamericano: las programaciones convencionales (de contenidos generalistas) han permanecido, en general, en la banda de OM, mientras en la en la banda de FM, más dedicada a las emisoras de programación musical, han surgido muchas emisoras dedicadas a los distintos tipos de música (como puede verse en el caso de las distintas emisoras del grupo de emisoras Unión Radio).
Otro ejemplo de especialización fue el seguido por las emisoras de RNE, que en parte ya venía de los años 70´s. Estas especializaciones convirtieron a las distintas emisoras de RNE en emisoras diferenciadas que hoy en día se mantienen: Radio 1 es la cadena generalista de RNE, y comprende emisoras en las bandas de Onda Media y en FM; Radio 2 emite exclusivamente música clásica (sólo en FM); Radio 3 emite programas para los jóvenes, incluyendo música y nuevas tendencias (y en los años 70´s, incluso impartía clases de la Universidad de Educación a distancia); Radio 4 (surgida con el advenimiento de la democracia) se dedicó a programación autonómica, aunque finalmente se mantuvo sólo en Cataluña; y finalmente Radio 5, surgida como cadena en 1989 para recoger todas las emisoras locales de Radiocadena Española (aunque en Barcelona ya existía desde 1984 siendo la antigua Radio Peninsular), primero fue una red de emisoras de tipo generalista (como Radio 1), pero en el año 1993 se convirtió en Radio 5 Todo Noticias, dedicada en exclusiva a la información continuada de todo tipo (general, deportes, tráfico, regional, etc.).
Otro hito de estas dos décadas es la aparición de las emisoras públicas ligadas a las administraciones autonómicas (España ya estaba constituida en autonomías a principios de los 80´s), tales como las emisoras de la Corporació Catalana de Radiotelevisió (en 1983), o las de la Radiotelevisión vasca (Euskal Irratia Telebista, EITB, en 1982). Estas emisoras públicas autonómicas lograron establecerse en sus respectivos territorios autonómicos, compitiendo con las cadenas de emisoras de ámbito estatal.
También aparecen la emisoras municipales, emisoras de carácter local amparadas por los propios ayuntamientos, inicialmente sin ningún tipo de licencia administrativa, y que entre otras funciones, tienen una programación destinada a su ámbito municipal, algo que no cubren las emisoras de mayor entidad, más generalistas.
Las emisoras municipales arrancaron con fuerza en Cataluña, con la inauguración en septiembre de 1979 de Ràdio Arenys (de Arenys de Mar, Barcelona), la primera emisora municipal de Cataluna y también de España. Se inauguró tres meses después de la constitución de los primeros ayuntamientos democráticos en España, surgidos de las primeras elecciones municipales democráticas. Dos meses después se inauguran las municipales Radio Rubí, Radio Canet y Radio Cardedeu (en la provincia de Barcelona). Operaron desde la ilegalidad, sólo con el amparo de sus respectivos ayuntamientos (que las apoyaron públicamente, independientemente de sus colores políticos). La Generalitat de Cataluña por un decreto asumió las competencia de la concesión de las emisoras municipales, pero el aval legal del estado español no llegará hasta 1991. Mientras, en 1981 se crea la plataforma EMUC (Emissores Municipals de Catalunya, en realidad Secretariat de les Emissores Municipals) bajo el paraguas de la Diputación de Barcelona, que aportaba ayuda técnica y económica al movimiento de las emisoras municipales. Finalmente en abril de 1991 una ley estatal reconoce las emisoras municipales en España. En Cataluña, poco después se crean dos asociaciones de emisoras municipales, el Consorci de les Comunicacions Locals (de la Diputación de Barcelona) y la Federació de Rádios Locals, integrándose la EMUC en la primera de ellas.
En las grandes ciudades (Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao...) aparece a finales de los 70's y sobre todo en los 80's un nuevo fenómeno de la radiodifusión, que se extendería después por gran parte de España, y que es el fenómeno de las Radios Libres y alternativas. Estas son emisoras creadas y gestionadas por grupos y asociaciones culturales, políticas, contraculturales y otras, que reivindican el derecho al uso de la radio como libre medio de la difusión de ideas. Son emisoras de alcances típicamente locales, en la banda de FM, operan sin licencia administrativa (si bien en general solicitan algún tipo de regulación y reconocimiento legal como emisoras de un tipo distinto, de carácter no comercial), y que se declaran independientes. Su programación incluye contenidos de tipo cultural, político, musical, etc... que difícilmente se escucharán en las otras emisoras privadas y públicas. La primera emisora en España de este tipo fue Ràdio Maduixa (“Radio Fresa”, en catalán), creada por un grupo de radioaficionados en Granollers (Barcelona) ya en 1977, a la cual siguió Ona Lliure ("Onda Libre" en catalán), en el Ateneo Libertario del barrio de Poble Sec en Barcelona en 1979.
También en la década de 1990 aparecen otro tipo de emisoras en la banda de FM, las emisoras escolares, emisoras de pequeña potencia y poco alcance, instaladas en institutos y escuelas públicas, y que funcionan como una actividad educativa más de la escuela. Son los alumnos los que realizan los programas (normalmente tutelados por los profesores). Como en el caso de las emisoras municipales y las emisoras libres, la primera emisora escolar del estado español también surge en Cataluña: fue Ràdio Ràpia, del CEIP (Centro de Enseñanza Infantil y Primaria) Sant Domènec de la Ràpita, en la población barcelonesa de Santa Margarida i els Monjos.
A nivel tecnológico se produce una importante modernización de la radiodifusión a partir de finales de la década de los 80 y sobre todo en la década de 1990. Los enlaces con los estudios mediante las antiguas líneas microfónicas soportadas sobre dos hilos (líneas de tipo telefónico dedicadas y mejoradas, pero con una calidad de sonido no muy musical) son sustituidas por líneas a 4 hilos soportadas por la RDSI (Red Digital de Servicios Integrados) y por conexiones vía satélite (la cadena '40 Principales' fue la primera en usar las conexiones vía satélite); de las cintas magnetofónicas se pasa a los mini-disks y a los CD's (se pasa del audio analógico al sonido digital), se introducen los ordenadores con sus pantallas para el control de equipos de los locutorios, etc...
Y finalmente decir que a finales de los años 90´s se inician en Madrid y Barcelona las primeras pruebas para la implantación en la siguiente década de la radiodifusión digital terrestre, radiodifusión que tiene muchas ventajas frente a la radiodifusión analógica: Calidad musical comparable a la de los CD´s musicales, posibilidad de transmitir datos de todo tipo junto con la programación, establecimiento de redes de frecuencia única (permite crear una red de emisoras que transmita una misma programación usando la misma frecuencia de transmisión para todas las emisoras y repetidores de la cadena, en lugar de usar frecuencias distintas para transmisores que por proximidad puedan interferirse), etc...
La implantación de la radio digital terrestre no debe suponer en principio la desaparición de la FM y la AM convencional (radio analógica), sino que está destinada a convivir con éstas, al menos durante unos cuantos años. Las bandas asignadas para la radio digital están situadas en 210-222 MHz (en la antigua banda de VHF III de televisión) para ámbitos regionales, y en 1452-1467 MHz para emisoras de ámbito local y desde satélite.
El estándard de radio digital que se implanta es el DAB (Digital Audio Broadcast), estándard creado y pensado para Europa, y que está siendo aceptado en otros países fuera de Europa (por contra, en Estados Unidos se implanta un estándard de radio digital propio, el IBOC). Pero a pesar de que las primeras emisiones de radio digital DAB en España son de finales de los 90's, prácticamente en las dos décadas siguientes no se ha conseguido implantar en España, que sigue con la radiodifusión en las bandas analógicas de la Onda Media (aunque con cada vez menos emisoras en esta banda) y en la frecuencia modulada (FM).
Artículo originalmente reescrito sobre documentos publicados en Internet en Febrero 2003
Actualizado: Marzo 2021
La aparición de las primeras emisoras de radiodifusión en España tiene lugar en la década de 1920 durante la dictadura de Primo de Rivera, bajo el reinado de Alfonso XIII.
Todos los impulsores de las primeras emisoras de radiodifusión estaban ligados al mundo de las redes de telefonía y de las emisoras de telegrafía de la época, como es el caso de George Saint Noble, inglés de nacimiento y que a finales del siglo XIX se dedicó a intentar comercializar el teléfono en Barcelona y las primeras lámparas eléctricas de arco voltaico, siendo uno de los primeros responsables en establecer las primeras iluminaciones eléctricas de calles de Barcelona, y el que tuvo la concesión de realizar la instalación eléctrica de la iluminación de la fuente amarilla en la Exposición de Barcelona de 1888.
A iniciativa de George Saint Noble (o Jorge Noble) se realizó la primera experiencia de “telegrafía sin hilos” (TSH) en España, en la Universidad de Barcelona en 1899, escasamente cuatro años después de las primeras experiencias de TSH de Marconi. Estas primeras experiencias fueron realizadas con un aparato Marconi.
Su hijo, Royston Saint Noble, heredó el negocio de su padre (la Casa Noble, de Barcelona, que posteriormente pasaría a ser la empresa Anglo Española de Electricidad), y fue en 1924 uno de los creadores de Radio Barcelona, la primera emisora legal de radiodifusión en España, y también fue el responsable de la instalación eléctrica de la iluminación de la fuente luminosa de Monjuich (diseñada por Buhigas) cuando la Exposición de Barcelona de 1929. Royston Saint Noble también es conocido por ser uno de los fundadores del Fútbol Club Barcelona y del Real Club de Tenis de Barcelona.
En general los padres de la radiodifusión en España fueron ingenieros y técnicos, cosa que no ocurrió tanto en otro nuevo medio de comunicación entonces, el cine, donde además de ingenieros habían vendedores, negociantes, personas del espectáculo, creadores y escritores. Esto hizo que en los primeros años de la radiodifusión en España la radio tuviera un planteamiento más de tipo técnico, en el que se primaba que la voz llegara nítida, con el menor número de interferencias, etc..., y no se mirara tanto los contenidos artísticos y culturales de las programaciones. No fue hasta la segunda mitad de la década de 1930 cuando, influido por el nuevo cine sonoro, hubo una mayor preocupación por la dimensión artística de la radio.
Además de los Saint Noble, otros técnicos que merecen ser citados como creadores de la radio en España están Antonio Castilla y su discípulo Matías Balsera, ambos ligados al mundo de la telegrafía. Matías Balsera ya estaba en 1903 diseñando un sistema de teledirección de torpedos, y sus experimentos técnicos llegaron a interesar al propio Marconi, y en 1912 ya realizó en 1912 retransmisiones de óperas desde el Teatro Real de Madrid y de conciertos de la Banda Municipal desde El Retiro. En cuanto a Antonio Castilla, era un ingeniero que trabajaba en aplicaciones de radiotelefonía para el Ejército desde la década de 1910, y fue el fundador de la Compañía Ibérica de Telecomunicación en 1917, una fábrica material radioeléctrico y de receptores de radio que fueron comercializados bajo la marca Iberia, y que fue la primera industria radiotelegráfica en España. Esta compañía española construyó los primeros emisores y receptores construidos íntegramente en España, así como lámparas electrónicas, en su fábrica sita en el Paseo del Rey nº 8, y se instalaron en buques de guerra de la Armada española y para el ejército.
Y es que Antonio Castilla hacía años que estaba convencido de que la radio, entendiéndola como medio de comunicación dirigido al público, era un negocio con futuro, y ello fue el motivo principal por el que creó en 1917 la Compañía Ibérica de Telecomunicación, para fabricar receptores de radio.
Para comprobar la eficacia de sus equipos, la Compañía Ibérica emitía desde su sede de Paseo del Rey (en Madrid) y recibía controles de las estaciones receptoras militares radiotelegráficas y también de radioescuchas aficionados (precedentes en España de los radioaficionados).
Además de Castilla y Balsera, también se debe de citar a Horacio Echevarrieta (que junto con Castilla fue uno de los fundadores de Radio Ibérica en 1923), Josep Maria Guillén Garcia (uno de los fundadores de Radio Barcelona), Ricardo Urgoiti, los hermanos De La Riva (tres hemanos que eran discípulos de Antonio Castilla), entre otros. A los hermanos De La Riva confió Antonio Castilla el primer esquema de un aparato receptor de radio, que dio lugar al primer receptor de radio de diseño español, de la marca Iberia, en 1923.
Hay que destacar que los técnicos españoles de principios del siglo XX tenían un nivel científico y técnico bastante elevado a nivel europeo, y el hecho está en que muchas compañías de comunicaciones norteamericanas que tenían delegaciones en España, solían tener como jefes de estas delegaciones a ingenieros españoles, a los cuales confiaban la expansión de sus negocios en España ya que los consideraban profesionalmente bastante competentes.
Las primeras experiencias de transmisiones en fonía en España fueron esporádicas y se realizaron colocando un micrófono delante de la trompa de un gramófono. En 1922 la Antonio Castilla consigue transmitir por primera vez en España algunas óperas desde el Teatro Real de Madrid, pudiendo ser escuchadas con simples receptores de galenas y auriculares. Castilla trabajaba básicamente para la Armada española, y sus contactos dentro de la Armada le permitieron poder usar una emisora de radiotelegrafía que la Armada tenía en Madrid, con la cual realizó estas primeras emisiones de radiodifusión. Los destinatarios de estas emisiones eran quienes evidentemente tuvieran un receptor de radio, muy pocos en aquellos años y eran inicialmente miembros de la Marina española.
La Compañía Ibérica de Telecomunicación, de Antonio Castilla, se dedicó a fabricar receptores de radio (marca Iberia), ya que Antonio Castilla veía negocio con futuro la radio como medio de comunicación dirigido al público, pero para que se vendieran los receptores de radio que fabricaba se necesita que hubiera una emisora que realice una cierta programación, y este inconveniente dio lugar a que Antonio Castilla se decidiera poner en funcionamiento una emisora propia para complacer a sus compradores de radios y, sobre todo, para vender mejor sus aparatos receptores. Hasta entonces la total falta de emisoras de radiodifusión en España hacía que los oyentes de entonces escucharan emisoras extranjeras con sus aparatos receptores, básicamente la emisora de la torre Eiffel (en París) y la emisora de Londres, y no siempre en buenas condiciones.
Por ello, y también para contrarrestar los efectos de la fuerte competencia extranjera en aquellos años, Antonio Castilla forma un grupo empresarial que crea en Madrid la sociedad Radio Ibérica S.A. al fusionar la Compañía Ibérica de Telecomunicación con la Sociedad de Radiotelefonía Española, con sede en la calle Alcalá 69 y confiando la dirección técnica de la nueva compañía a los hermanos De La Riva (Carlos y Adolfo).
El 13 de septiembre de 1923 tuvo lugar el golpe de estado del general Primo de Rivera, y ese mismo mes fue cuando la sociedad pone en marcha la que sería cronológicamente la primera emisora de radiodifusión en España, Radio Ibérica, instalada en los locales de la misma empresa, adecuando en ellos lo que sería el primer estudio de radio, con locutorio, sala de control y sala del equipo transmisor, un transmisor de 500 vatios de potencia diseñado y construido por los hermanos De La Riva (siendo uno de los equipos transmisores más potentes de la época). Funcionaba en la longitud de onda de 550 metros (hacia 550 kHz), en la Onda Media. Desde aquí salieron al aire ese mes de septiembre los primeros programas de radiodifusión propiamente dichos en España, con una mínima programación periódica, ya que las emisiones no eran diarias. Al principio sólo emitían los jueves y domingos entre las 7 y las 9 de la tarde y con una programación imprevisible.
Al principio la programación de Radio Ibérica podía ser escuchada en una serie de comercios de Madrid que disponían de un receptor de radio conectado a unos altavoces exteriores mirando hacia la calle, y que servían para que la gente pudiera escuchar lo que era esto de la radio (voz, música..). Poco a poco la programación se fue haciendo más diaria, y consta que en enero y febrero de 1924 ya era diaria. Esta programación era musical y cultural (transmisión de conciertos, música de gramófono, cuentos para niños, recitales y conferencias sobre temas diversos), a la vez que incluyó los primeros mensajes comerciales (anuncios comerciales) de la radio, que no eran otros que publicidad de los propios receptores de la marca Iberia.
Todo esto comenzó a interesar a algunas asociaciones de radioaficionados, a algunos clubs de radio de Madrid, y a algunos empresarios, que comenzaron a patrocinar a Radio Ibérica. El 22 de diciembre Radio Ibérica alcanzó un enorme éxito en Madrid al radiar el sorteo de la Lotería de Navidad desde la Casa de la Moneda. El diario El Sol publicó que a principios de 1924 ya habían 19.000 receptores de radio en Madrid, 15.000 de los cuales eran sencillos receptores de galena, que hasta entonces servían para escuchar emisoras extranjeras europeas próximas a España, tales como Radio París (transmitía en 1780 metros, 170 kHz), la emisora militar de la torre Eiffel de París (Francia, en 1600 m, 188 kHz), Chelmsford (Inglaterra, en 2600 m, 115 kHz), Stuttgart (Alemania, en 437 m, 687 kHz), Bournemouth (Inglaterra, en 385 m, 780 kHz) y BBC de Londres (Inglaterra, en 365 m, 820 kHz).
También de estos meses hay que citar la creación de Radio Madrid, surgida en mayo de 1924 al socaire de una agrupación de comerciantes e industriales (Asociación Radio Madrid), y de Radio Libertad, formada el mes siguiente, emisoras que tuvieron una corta existencia.
Entre marzo y mayo de 1924 la emisora de Radio Ibérica estuvo fuera de servicio. Como curiosidad, el 12 de abril de 1924 Primo de Rivera realizó el primer discurso radiofónico, que tuvo que ser realizado a través de la emisora de la Marina al estar Radio Ibérica fuera de servicio. Pero Radio Ibérica volvió a funcionar y el 12 de mayo Radio Ibérica comenzó a emitir, en los 392 metros (765 kHz), una programación regular diaria, incluyendo conciertos del Teatro Real. Y a partir del 30 de junio, la programación de Radio Ibérica incluyó una transmisión de la hora oficial, comprobada con el Observatorio Central Meteorológico y la Torre Eiffel de París, noticias meteorológicas y previsión del tiempo para toda España.
Radio Ibérica no disponía de ningún tipo de licencia de emisión. Desde 1917 ya existían algunas ordenaciones jurídicas acerca de este nuevo medio de comunicación que se veía venir, pero el gobierno liberal previo a la dictadura de Primo de Rivera no se preocupó mucho en desarrollar una legislación específica para este medio, y fue el 14 de junio de 1924, ya bajo el gobierno de Primo de Rivera, cuando se estableció el primer reglamento que ordenaba este medio de comunicación, y a través del cual se concedieron las primeras licencias de radiodifusión en España, dirigidas principalmente a la iniciativa privada.
Este reglamento, denominado Reglamento para Establecimiento de Estaciones Radioeléctricas Particulares, ya contempla la palabra "radiodifusión", y fue en julio cuando los promotores de Radio Barcelona presentaron la primera solicitud para el establecimiento de una emisora de radiodifusión, siendo concedido el indicativo legal EAJ-1 a la emisora, y siendo por ello Radio Barcelona considerada la primera emisora de radiodifusión legal del estado español, iniciando sus emisiones oficialmente el 14 de noviembre de ese mismo año.
Todo esto plantea una discusión: ¿cuál fue realmente la primera emisora de radiodifusión del estado español? Tres emisoras merecerían este título histórico: Radio Ibérica, Radio España (de Madrid) y Radio Barcelona.
Radio Ibérica fue realmente la primera en emitir con cierta regularidad, ya desde septiembre de 1923, sin la correspondiente licencia, y no presentó su solicitud hasta octubre de 1924, siéndole asignado el indicativo EAJ-6, lo que quiere decir que otras emisoras obtuvieron la licencia antes que Radio Ibérica, pues las licencias las asignaba el Gobierno por orden de llegada de las solicitudes. El grupo de letras "EAJ" era el "Indicativo de Llamada" que en su origen servía, según los convenios internacionales en materia de radiocomunicaciones, para que la estación radiodifusora se identificara en antena (y tenía que ser pronunciado de vez en cuando por el locutor de turno). Las dos primeras letras, EA, estaban asignadas internacionalmente a España para la identificación de sus estaciones de radio, y la tercera letra se usó en España para identificar el tipo de servicio de radio, asignándose la letra J para la radiodifusión, de ahí que EAJ se asignara en España como indicativo de llamada a las estaciones de radiodifusión (y similarmente, EAR se asignaría a las estaciones de radioaficionado).
Sin embargo, Radio España de Madrid fue la primera emisora del país que comenzó a emitir con licencia tras inagurar oficialmente sus emisiones en Madrid, el 10 de noviembre de 1924, cuatro días antes que Radio Barcelona (aunque ambas emisoras ya emitían en pruebas desde octubre), pero al haber solicitado la licencia en segundo lugar (pocos días después que lo hiciera Radio Barcelona), le correspondió el indicativo EAJ-2 (la asignación de las licencias era por orden de solicitud). La emisora comenzó a emitir en onda media en la frecuencia de 954 kHz con una potencia de 2.000 vatios (2 kW), más que ninguna otra del momento, pero a causa de su elevada potencia tuvo serias dificultades técnicas y económicas que produjeron su pronta interrupción, en abril de 1925. Reanudó sus emisiones con regularidad y de forma definitiva una vez fue adquirida por una nueva sociedad en 1927. Radio España de Madrid cesaría sus emisiones definitivamente en julio de 2001.
Radio Barcelona fue la primera en presentar su solicitud de licencia y por ello obtuvo el indicativo EAJ-1, pero fue la segunda en ser inaugurada oficialmente, después de Radio España (EAJ-2), si bien con cuatro días de diferencia, comenzando sus emisiones oficialmente el 14 de noviembre de 1924 (aunque ya llevaba un par de meses emitiendo en pruebas, igual que Radio España), 4 días después que Radio España. Radio Barcelona fue promovida por la Asociación Nacional de Radiodifusión (ANR) constituida por un grupo de industriales catalanes del sector radioeléctrico y encabezada por el ingeniero Josep Maria Guillén Garcia.
Más estrictamente hablando, la licencia EAJ-1 fue concedida a la ANR, y estaba destinada a un proyecto de instalación de estación-emisora concreto y sujeto a la posterior autorización para su puesta en servicio, independientemente del nombre comercial que los promotores desearan ponerle a la emisora de cara a su inauguración. Radio Barcelona como tal aún no existía.
La emisora de la ANR fue instalada en el Hotel Colón, en la céntrica Plaza de Catalunya de la ciudad de Barcelona, en el cual se instaló un mástil de 30 metros para la antena y un transmisor de sólo 100 vatios de potencia. Nacía así Radio Barcelona.
En Barcelona ya había un cierto interés por la radio, y de hecho ya desde el 19 de julio de 1924 el conocido diario La Vanguardia publicaba una columna con la programación de las principales emisoras europeas que se podían escuchar en Catalunya: BBC/Londres, Radio París, Torre Eiffel, Lyon, Bournemouth... Eso y la creación de radioclubs (ver más abajo) hizo que el interés por la radiofonía fuera al alza en Barcelona, ello antes de la inauguración de Radio Barcelona.
En cuanto cuál fue la primera emisora de radiodifusión legal de España ha sido una polémica durante mucho tiempo, si fue Radio Barcelona EAJ-1 por obtener la primera licencia de emisión, o si fue Radio España EAJ-2 por ser la primera en comenzar sus emisiones oficialmente. Esta polémica se ha reavivado en ciertas ocasiones, típicamente coincidiendo con los aniversarios de estas emisoras en fechas redondas: 50 aniversario en 1974, 75 aniversario en 1999.
En cuanto a Radio Ibérica, la empresa Radio Ibérica S.A. fue adquirida el 27 de marzo de 1927 por Unión Radio, y con ello su emisora, la cual fue apagada a finales de ese año. Su indicativo EAJ-6 sería reasignado posteriormente a Radio Pamplona. Pero mientras estuvo activa, algunos de sus principales hitos fueron la emisión de uno de los primeros boletines informativos en 1925, “Gaceta Radio”, que incluía noticias, sucesos, información de provincias y del extranjero, la cartelera de espectáculos, la crítica teatral y notas de sociedad. Pero por problemas económicos y de competencia con otras emisoras emergentes, Radio Ibérica no pudo mantener la programación diaria, y la falta de ingresos para mantener el ritmo de emisiones fue la que llevó a la dirección de radio Ibérica a buscar el apoyo de un grupo de comercios de material radioeléctrico de Madrid, que se asociaron con el nombre de Radio Madrid, para financiar 4 horas de emisión de la emisora, bajo el indicativo de la asociación, Radio Madrid, ello a partir de mayo de 1925, motivo por el cual coexistieron los dos indicativos (Radio Ibérica y Radio Madrid) en una misma frecuencia. Estas emisiones regulares duraron hasta la llegada del verano. Y a finales de 1927 Radio Ibérica dejó de emitir, desapareciendo definitivamente de las ondas.
El 6 de octubre de 1924 se le concede una licencia a Antonio Castilla, fundador de Radio Ibérica , para la emisora EAJ-4 Radio Castilla. Se instaló en la calle Áncora nº6 (de Madrid), pero no inició sus emisiones hasta el día 19 de octubre de 1925, inauguradas con un discurso del general Miguel Primo de Rivera. Las instalaciones fueron inauguradas oficialmente unas semanas más tarde por el general Primo de Rivera.
Radio Castilla pronto fue acusada de ser una pantalla de Radio Ibérica, para ocupar una mayor franja horaria de emisión en Madrid, ya que en aquellos primeros años de la radiodifusión en España la Junta Técnica e Inspectora había prohibido que dos o más emisoras pudieran emitir al mismo tiempo en una misma ciudad, y en todo caso, los horarios de emisión debían repartirse. Era algo necesario, ya que la gran mayoría de los receptores de radio domésticos eran sencillos receptores de galena, los cuales eran muy poco selectivos y no podían separar las señales de dos emisoras que transmitieran simultáneamente en la misma ciudad, por lo que se escucharían mezcladas.
Radio Castilla no tuvo mucha recorrido, tuvo muchas dificultades económicas, lo que finalmente motivó que la emisora fuera transferida el 12 de abril de 1927 a la Cadena Unión Radio, y el indicativo EAJ-4 sería readjudicado a Radio Galicia.
En 1925 un grupo de personalidades de Cádiz se reunieron en el domicilio del innovador empresario gaditano Francisco De la Viesca Sierra (empresario, promotor cultural, innovador y amante de las nuevas tecnologías, miembro de uno de los apellidos de más prestigio del Cádiz del primer tercio del siglo XX) para constituir la Sociedad Radioclub Gaditano, y ponen en marcha EAJ-3 Radio Cádiz, con la tercera licencia de radiodifusión concedida en España, concesión que ya había obtenido De la Viesca el 12 de agosto del año anterior (1924). La búsqueda de la perfección llevó a Francisco de la Viesca a retrasar el inicio de las emisiones de manera oficial. Y así, con una potencia de 550 vatios, Radio Cádiz EAJ-3 empieza a emitir oficialmente la tarde del domingo 31 de agosto de 1925 (otros citan el 1 de septiembre) tras unos meses de emisiones en prueba. Sus primeros estudios estuvieron en el ático de la residencia de De la Viesca, en la calle Benjumeda. La emisora contaba con un club de oyentes que ayudaban a sufragar los gastos.
La potencia de 550 vatios de la emisora permitía que fuera captada en gran parte del territorio de la península Ibérica, era suficiente para dejar muda meses más tarde a la emisora de Sevilla y era capaz de hacerse oír en París, Londres, Berlín... Ya de hecho, durante los meses de pruebas antes de la inauguración oficial llegaban a las oficinas de De la Viesca correos de los nuevos oyentes: de Huelva, Sevilla, Madrid, Barcelona, Ciudad Real, Asturias... “Manuel Sánchez, con un aparato de tres válvulas y a pesar de una tormenta fortísima, oyó con claridad y sin desvanecimiento la emisión”, escribía el citado desde Asturias.
La programación de la emisora, como en la mayoría de las estaciones del país, se limitará a dos horas diarias, en la que abundaban transmisión de piezas musicales, piezas perfectamente seleccionadas tocadas a veces en directo por Camilo Gálvez y Antonio Rivas, o grabadas en rollos y discos musicales de la época. La programación diaria se completaba con un boletín de noticias que se servía de lo publicado por la prensa, leída por el que fue el primer locutor de la radio en Cádiz, el “speaker” Francisco Carpintero, y las notas que le llegaban a la sede de la emisora, cursos de idiomas, conferencias, programas culturales e incluso la emisión del sorteo de Navidad el 22 de diciembre de 1925.
Mantener un nivel tan alto de calidad, que era reconocido por la revista Ondas, órgano oficial de Unión Radio, suponía un elevado coste que De la Viesca no podía sufragar, aunque pusiese una tienda de productos radiofónicos y se plantease la creación de un gran club de oyentes. Por ello, los problemas económicos obligaron a que en julio de 1926 Radio Cádiz fuera vendida a Unión Radio, aunque continuó bajo la dirección de De la Viesca. Pero la fortaleza sonora de la estación hacía sombra a la que la cadena Unión Radio ya tenía en Sevilla, por lo que Unión Radio cerraría Radio Cádiz el 14 de enero de 1928 para potenciar la audiencia de Radio Sevilla (EAJ-5). El indicativo EAJ-3 quedó libre y sería reasignado en julio de 1931 a Radio Grao-Valencia, emisora también de la cadena Unión Radio.
Un hecho curioso de estas primeras emisoras de radiodifusión españolas es que muchas fueron instaladas inicialmente en hoteles: Radio Barcelona operaba desde el Hotel Colón (en la plaza de Cataluña de Barcelona), Radio Club Vizcaya desde el Hotel Carton de Bilbao, Radio Valencia desde el Hotel Reina Victoria, Radio Levante desde el Hotel Palas, Radio Málaga desde el Hotel Regina.... Posiblemente obedezca esto en parte en que en aquella época se quería dar a la radio un aspecto suntuoso, ya que la radio era algo misterioso que hacía que una cantante, un pianista, etc... pudiera enviar su voz o su música desde un sitio acondicionado acústicamente a no se sabe quien ni a cuantos kilómetros de distancia. Este aspecto suntuoso requería de un edificio singular, y por otro lado no había detrás de cada emisora de radio una sociedad con capacidad económica suficiente para construir un edificio propio adecuado para la emisora (normalmente estas sociedades se mantenían principalmente con las cuotas de sus socios). Por todo ello y provisionalmente la mayoría de las primeras emisoras de radiodifusión fueron instaladas en hoteles. Curiosamente Radio Barcelona como empresa tuvo que espabilarse, ordenar mejor su negocio y trasladar sus antenas del Hotel Colón a la cercana montaña del Tibidabo al aparecer una nueva emisora en Barcelona que le supuso una gran competencia, Radio Catalana (EAJ-13), en junio de 1925, emisora fundada por los propietarios de Perlas Majorica, cuyo director fue uno de los hermanos De la Riva (Adolfo de la Riva). Radio Catalana desapareció en 1930.
Otro aspecto de los inicios de la radiodifusión en España fue, tras la puesta en marcha de Radio Barcelona y otras emisoras, la creación de Radioclubs, especialmente en Cataluña, constituidos por aficionados y personas interesadas en el nuevo fenómeno de la radiofonía. En estos radioclubs se realizaban algunas actividades como conferencias donde se explicaba cómo escuchar las emisoras de radio, o cómo realizar sencillos receptores de radio (de galena), entre otras actividades.
Algunos de sus integrantes, o el propio radioclub, solicitaron licencias de radioaficionado (que tenían los indicativos EAR por entonces) para poner en marcha estaciones de radioaficionados que actuaron como emisoras de radiodifusión, y que en la década de 1930, al amparo de la ley publicada el 8 de diciembre 1932 por el gobierno republicano que autorizaba la creación de emisoras de radiodifusión locales de pequeña potencia, dejaron su actividad como emisoras de radiodifusión al solicitar y obtener licencias para instalar emisoras de radiodifusión comercial. Incluso algunas de estas emisoras (como las barcelonesas Radio Manresa y Radio Terrassa) siguieron funcionando bajo el régimen de radioclub hasta la década de 1980.
Nunca se puede decir con más justicia que la obra humana no puede ser conceptuada como labor personal de uno o dos geniales propulsores, sino que constituye el conjunto de sus actividades, ejercidas a veces en campos diametralmente opuestos. Fueron muchos los que trabajaron para que España no se mantuviese a la zaga de las restantes naciones, y así vemos que los primeros ensayos de radiotelefonía de que tenemos noticia se realizaron en 1916, en cuya fecha el Centro Electrotécnico del Ejército llevó a efecto con excelente resultado diversidad de pruebas con dos estaciones, sistema "De Forest", entre Madrid y El Pardo.
Una de las primeras experiencias radiofónicas de carácter experimental en España fueron realizadas en Barcelona por Josep Comas i Solà, director del observatorio astronómico Fabra (sito en la vecina montaña del Tibidabo), con una emisora experimental de corto alcance. Estos ensayos no tuvieron continuidad.
En el año 1917 un ilustre radiotécnico español, don Antonio Castilla López, que había trabajado durante algún tiempo en los laboratorios de Lee De Forest (inventor de la lámpara triodo) en Nueva York, a su regreso a España instaló una fábrica de material radioeléctrico, denominada "Compañía Ibérica de Telecomunicación", dedicándose especialmente a la construcción de estaciones para buques de las distintas líneas comerciales. Durante estos años se instalaron emisoras de radiotelefonía en algunas naves de la compañía naviera Transmediterránea y en dos cruceros de la Escuadra española.
En 1918 se llevaron a efecto diversas pruebas de radiotelefonía, empleándose el sistema Marconi, desde una estación dispuesta en el vapor Lulio, perteneciente a la antigua Compañía Isleña Marítima (fusionada posteriormente con la Transmediterránea), anclado en el puerto de Barcelona, captándose las señales emitidas con toda perfección y nitidez por el buque Jaime I, de la misma Compañía, en viaje a Palma de Mallorca. Las pruebas fueron dirigidas por Antonio Castilla.
Es necesario tener en cuenta que estos trabajos tenían la finalidad de la seguridad de los navíos españoles, de idéntica forma que se iba llevando a efecto en las naves de todas las líneas mercantes, debido a la impresionante tragedia del Titánic en 1912, que conmovió profundamente a la opinión pública, induciendo a los Gobiernos a tomar las máximas medidas de precaución para salvaguardar las vidas de los pasajeros.
Las primeras emisiones de radiodifusión en España que tuvieron carácter verdaderamente público se llevaron a efecto en 1920, en Valencia, con motivo de una conferencia que pronunció don Antonio Castilla, durante la cual hizo oír a su auditorio un concierto ejecutado por una orquesta en el Palacio de la Exposición. Durante el transcurso del año 1921, desde los laboratorios de la Compañía Ibérica de Telecomunicación, se efectuaron pruebas de aparatos y dispositivos, en su mayor parte ideados por don Antonio Castilla, Director técnico de dicha compañía.
Ya en el año 1922 se llevaron a efecto diversas conferencias en el Ateneo de Madrid, a cargo del ilustre telegrafista don Rufino Gea, por la emisora experimental Ibérica, transmitiéndose asimismo varias piezas musicales. En aquella época se fundó el Radio Club de España, que tan fructífera obra experimental llevó a efecto.
Casi simultáneamente, el conocido telegrafista Matías Balsera realizó durante el verano del mismo año, y desde la estación emisora instalada en el Palacio de Comunicaciones de Madrid, las primeras transmisiones de discos, que eran recibidas por los escasos radiorreceptores que existían. En otoño, dicho señor enlazó, mediante línea telefónica, la estación de radio del Palacio de Comunicaciones con el templete del Real Retiro, retránsmitiendo los conciertos de la Banda Municipal de Madrid. Esta serie de pruebas culminó con la retransmisión de ópera desde el Teatro Real, que tuvo efecto en invierno de 1922.
La telefonía sin hilos (antiguo nombre de la radiodifusión) era una realidad en la España de 1923, y de hecho en Barcelona, en concreto, habían varias tiendas de radiotelefonía que proporcionaban materiales y accesorios a los radioescuchas que querían construir sus propios receptores para escuchar las emisoras que se pudieran escuchar, todas de fuera de España. También en Barcelona y otras ciudades de Catalunya y de España habían clubs de gente aficionada a escuchar las transmisiones de telefonía sin hilos, por lo que había un cierto interés en la población por este medio de comunicación.
En 1923 se produce la primera ordenación de la radiodifusión española, y Radio Ibérica comienza a emitir desde septiembre de forma experimental desde Madrid, bajo la dirección de Ernesto Gswind. Radio Ibérica transmite diariamente durante una hora, de siete a ocho de la tarde, conciertos y lecturas. La emisora transmite en la banda de onda media, en una longitud de onda de 550 metros con una potencia de 500 vatios.
Todos estos trabajos experimentales infundían ánimos a diversos técnicos, especialistas y hombres de industria, qué preveían en aquel incipiente medio de comunicación un amplio campo para nuevas actividades. Y en septiembre de 1923, merced a las gestiones de don Josep Maria Guillén Garcia (licenciado en Ciencias por la Universidad de la Sorbona de París e ingeniero inquieto), pudo conseguirse que la misión patrocinada por la revista "Je sais tout" (Yo lo sé todo), de París, que recorría en varios automóviles todo el territorio francés con una emisora de radiodifusión para hacer propaganda de la radio, al llegar a Perpiñán, se desviase de su ruta normal, dirigiéndose a Barcelona para realizar una demostración pública de lo que era la radio.
Y así, el 22 de septiembre se realizó esta demostración pública, realizando una transmisión con el equipo transmisor situado muy cerca del Teatro Griego en el vecino monte de Montjuic, siendo la emisión escuchada por unas 25.000 personas que estaban en la gran explanada de la Exposición Internacional del Mueble (donde posteriormente se construyó la fuente mágica de Carles Buïgas), que se celebraba esos días en Barcelona, y donde se instalaron receptores conectados a enormes trompetas. Parte de esas personas seguramente se convirtieron desde aquella tarde en fervientes entusiastas de la radiodifusión. Por aquel entonces, en España sólo podían oírse las emisiones de la BBC de Londres y las señales horarias y las "variedades radiofónicas" emitidas por la emisora militar francesa que transmitía desde París, usando la torre Eiffel como antena. El éxito de estas primeras audiciones públicas en Barcelona hizo que Guillén Garcia se planteara la posibilidad de crear una emisora de radiodifusión en Barcelona.
Todos aquellos trabajos, todas aquellas actividades, que podemos llamar preparatorias, habrían quedado frustradas si no se hubiese conseguido aunar los objetivos que debían conseguirse, y así surgió la idea de unificar las diversas pruebas realizadas individualmente, consiguiéndose una íntima colaboración entre el mencionado señor Guillén Garcia, don Eduard Solá Guardiola y don Eduard Rifà Anglada, que se propusieron crear una asociación cultural cuyo fin era dotar a Cataluña del nuevo medio de comunicación, que había podido ya conseguirse en la capital de la nación francesa.
Cada uno de los componentes aportó a la obra común, no sólo su mayor entusiasmo, sino todos los medios morales y materiales de que disponía, y uno de ellos, don Eduardo Solá Guardiola, juzgó oportuno interesar al aficionado a la radio por medio de una revista especializada en radio, llamada Radiosola, que constituyó un fuerte eslabón en la cadena que unía a los entusiastas organizadores. Radiosola había sido creada en octubre de ese año (1923) por Josep M. Guillén García y Eduard Solà como revista especializada en radio.
Ese mismo mes Guillén Garcia, como director de la revista Radiosola, convocó a los diez únicos comerciantes e industriales barceloneses que alternaban sus actividades en electricidad con la venta de materiales para radiotelefonía sin hilos, a una reunión en el domicilio de dicha revista (en la calle Valencia nº 200), “para estudiar la posibilidad de instalar una emisora de radiodifusión en Barcelona y la creación de una entidad cultural, formada por aquellas personas o firmas que tuvieran interés en el desarrollo de esta nueva forma de difusión del pensamiento humano”.
Tal vez el proyecto no habría cuajado, malográndose los esfuerzos de los iniciadores tras múltiples e infructuosas reuniones, si no hubiese existido un propulsor infatigable, el ingeniero señor Guillén Garcia, que, con una actividad y desvelo admirables, alentaba a todos, sin amilanarse por la enorme tarea que sobre él recaía. No en balde su padre había sido un experimentador infatigable de la radio, y recién entrado en el siglo XX llevó a efecto múltiples transmisiones experimentales, coronadas por el más rotundo éxito.
La reunión convocada no tuvo éxito, sólo acudieron muy pocas personas (Eduard Rifà, Royston Saint Noble, Villaverde Zubeldía y el propio Josep M. Guillén), pero Guillén Garcia vuelve a realizar una nueva convocatoria (afirmando que la anterior fue todo un éxito y para comenzar ya a concretar cosas), y la reunión tiene lugar a principios de 1924, esta vez con mucho más éxito (la sala se llenó de asistentes).
De esta humilde convocatoria nació la Asociación Nacional de Radiodifusión (ANR), constituida el 19 de febrero de 1924, entidad destinada a dotar a Cataluña de una emisora de radiodifusión (objetivo un tanto romántico), así como a reunir a todos los aficionados a la radio. El proyecto se basaba en el catalanismo de la Liga Regionalista, pero más que un proyecto de tintes políticos, era un proyecto cultural para el pueblo. Se puede decir que la asociación constituyó el germen inicial de todo cuanto se ha creado en España con relación a este medio de comunicación de masas.
Los componentes de la asociación fueron al principio escasos en número, 14 personas, pero muy relevantes por su calidad, ya que eran representantes de las principales casas de aparatos radioeléctricos de Barcelona, que a su vez eran representantes en Barcelona de multinacionales del ramo de Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania y Suecia. Entonces desde la asociación se enfocó que el negocio de la radio debería ser la venta de aparatos de radio, necesarios para escuchar las futuras emisoras de radiodifusión.
Entre los fundadores de la ANR destacan el fundador y primer presidente de la Asociación, señor Guillén Garcia, el Sr. Royston Saint Noble (propietario de la firma "Anglo-Española de Electricidad" y representante en Barcelona de la General Electric), don Eduard Rifà Anglada (concesionario de la entidad "Teléfonos Bell", perteneciente a la norteamericana Western Electric, y propietario del comercio Ràdio-Lot, dedicado principalmente a la venta de linternas), y Eduard Solà i Guardiola (gerente de la revista Radiosola). A estos hay que añadir a Pau Llorens (representante de la marca de receptores norteamericana Atwater Kent), J. López Aznar, Louis Gaumont, P. Pujol, y a los representantes de la Sociedad Ibérica de Construcciones Eléctricas, Industrias Radio Eléctricas, Hellesens, Viuda y sobrinos de Prado y Pathé Explotación. La primera junta directiva tenía como presidente a José Maria Guillén Garcia, Royston Saint Noble como vicepresidente y Enrique Huete como tesorero.
La primera decisión que tomó la recién constituida ANR fue tramitar ante la Dirección General de Telégrafos la solicitud para obtener una licencia de emisora de radiodifusión. Como director técnico del proyecto figuraba el ingeniero de telecomunicaciones Joaquín Sánchez-Cordovés. Pero cuando la comisión de la recién fundada ANR presentó la solicitud de la instalación de la emisora de Radio Barcelona el mismo mes de febrero de 1924 en la Dirección General de Correos y Telégrafos, no existía ninguna reglamentación clara al respecto, sólo una primera ordenación de las emisoras de radio de carácter privado de junio del año anterior (1923), que era provisional. Esta petición de la ANR motivó que el gobierno del general Miguel Primo de Rivera promulgara un decreto fundacional para instituir y regular de un modo definitivo las emisoras de radio privadas, entre ellas las de radiodifusión española (y las de radioaficionados), que fue publicado el 14 de junio de 1924. En este decreto, se dejaba el desarrollo de la radiodifusión en España a la iniciativa privada, lo que implicaba la renuncia del gobierno a crear un servicio de radio pública. En este decreto, entre otras cosas, para las emisoras de radiodifusión se autorizaba la inclusión de 5 minutos de publicidad cada hora y se obligaba a las emisoras a la prestación gratuita de cualquier servicio de interés público.
Pero la naciente Asociación, aun cuando disponía de sobrado entusiasmo, estaba carente de medios económicos, invertidos en su casi totalidad en los trabajos experimentales y de organización, como lo demuestra el hecho de que no era posible proceder a la adquisición del material técnico necesario. La falta de medios materiales hubiera desanimado a otros hombres que no estuviesen tan convencidos como el señor Guillén Garcia, el dinámico señor Solá Guardiola y el señor Rifà Anglada.
Después de múltiples gestiones pudo alquilarse el material necesario, por la cifra, muy elevada en aquellos tiempos, de 600 pesetas mensuales. Rifà Anglada se desplazó a Amberes (Bélgica) para comprar una emisora. Se adquirió una emisora a la compañía Western Electric de 100 vatios de potencia, que fue comprada a Estados Unidos e importada a Barcelona a través de la firma Teléfonos Bell (una de las firmas integrantes de la AER). La casa suministradora otorgó las máximas facilidades, ya que por dicha suma se dio en arriendo la instalación completa de dicha emisora.
Otro obstáculo, al parecer insalvable, consistía en la dificultad de conseguir el arriendo de un local espacioso, céntrico y que permitiese la instalación de las antenas en un punto elevado y cercano al mismo, teniendo presente las posibilidades económicas de la naciente entidad. Pero el entusiasmo de los organizadores crecía ante los obstáculos, consiguiendo la colaboración de los más reacios. Así fué cómo don Miguel Regás, gerente en aquel tiempo del antiguo Hotel Colón, situado en la Plaza de Cataluña, esquina al Paseo de Gracia (en el centro de Barcelona), accedió a ceder la azotea para las antenas y los locales del piso alto para la instalación del estudio, bajo la cúpula de pizarra del hotel, la cual albergaba los equipos transmisores.
El diseño y montaje de la emisora fue encargada a los hermanos Homero y Platón Texidó Sans, y la instalación de la emisora se realizó bajo la dirección del Sr. Villaverde, ingeniero de la firma Bell (que fue la importadora de la emisora), también miembro fundador de Radio Barcelona, y con el soporte técnico de la BBC inglesa.
Así nació la primera emisora legal de radiodifusión de España, Radio Barcelona, que obtuvo la concesión de la licencia el 12 de noviembre de 1924, y cuya su inauguración oficial (dando inicio a sus emisiones regulares) fue dos días después, el 14 de noviembre, con el indicativo oficial EAJ-1. No obstante, Radio Barcelona estuvo emitiendo de forma regular a efectos de pruebas desde el 10 de octubre.
El primer equipo transmisor de Radio Barcelona fue dicha emisora de onda media fabricada por la Western Electric Company comprada en Estados Unidos, que tenía una potencia en generador de 1500 vatios y unos 100 vatios en antena. El circuito oscilador era un "Meissner" y el modulador era de tipo "Heissing". Los micrófonos empleados eran de granos de carbón, de dos botones, construidos por la Western, igual que el preamplificador de micrófono. En cuanto a la antena, ésta era un largo cable conductor de 32 metros tendido entre dos tubos arriostrados que, situados en la azotea del antiguo hotel Colón, estaba tendido a unos 65 metros de altura sobre el nivel de la plaza de Cataluña. La frecuencia de transmisión se ajustó a la longitud de onda de 325 metros (algo inferior a 1,0 MHz, en 923 kHz).
Este primer transmisor era un modelo de transmisor ya muy experimentado por entonces, y la elección fue acertada, ya que este transmisor no dio posteriormente ningún problema importante.
Como se ha dicho, la emisora había sido instalada en los locales que tenía alquilada la asociación en el antiguo Hotel Colón, sito la esquina del Paseo de Gracia con la Plaza de Cataluña, hotel que fué derribado en 1927, levantándose en su lugar el edificio actual, que ha albergado muy posteriormente y durante muchos años los estudios de Radio Nacional de España en Cataluña). Los estudios estaban instalados en varias habitaciones del último piso, en la cúpula del hotel se instalaron los equipos emisores, y en el terrado se colocó la antena sostenida por dos altos tubos arriostrados, cuyas características ya se han mencionado.
En aquellos tiempos heroicos de la radio en España se precisó un intenso trabajo en la tramitación de solicitudes, en el cálculo, trazado y ejecución de los planos de la central y del estudio, izamiento de la antena, compleja organización de los primeros conciertos, en los que el señor Guillén debía actuar como anunciador (locutor), multiplicándose simultáneamente para resolver los múltiples problemas que tan vasta labor implicaban.
Como testimonio de limitación de medios de la naciente emisora debe notarse que sus oficinas constaban únicamente de una mecanógrafa y un ordenanza y el presupuesto de los programas se reducía a unas 2500 pesetas mensuales.
La emisora comenzó sus emisiones en pruebas el 10 de octubre, en la longitud de onda de 325 metros (923 kHz), siendo escuchada muy clara y nítida en la ciudad de Barcelona y alrededores, y en general con buena señal en las 4 provincias catalanas (según reportaron diversos oyentes).
Radio Barcelona fue inaugurada oficialmente el 14 de noviembre a las 18:30 h con un discurso del alcalde de Barcelona, Excmo Sr. Darío Romeu i Freixas (Barón de Viver), y con la asistencia de importantes autoridades y personalidades de Barcelona, siendo su primer locutor (o anunciador
, como se denominó entonces a los locutores) Rafael del Caño, el cual tenía la titulación de periodista y una buena voz. Rafael del Caño, tras anunciar que se iniciaba el periplo de Radio Barcelona, cedió la palabra al entonces alcalde de Barcelona, Darius Romeu i Freixa (de la Unión Monárquica Nacional, único partido autorizado durante la dictadura de Primo de Rivera), y tras el discurso del alcalde de Barcelona, se emitieron diferentes discursos de las autoridades y un concierto a cargo del pianista Torné y del violonchelista Oró, con la participación de la soprano Pujol y la cupletista Escuté. La pieza musical que abrió la programación fue Granada, de Isaac Albéniz. Diversos potentes altavoces de la casa Bell instalados expresamente en la vecina plaza de Catalunya y en algunos locales públicos cercanos (salones de café y de té) permitieron al público escuchar esta primera emisión.
La inauguración oficial de la emisora se decidió que fuera el 14 de noviembre porque se quiso que coincidiera con la fecha en que nació la radio privada británica BBC (el 14 de noviembre de 1922), que era el modelo a imitar por los impulsores de Radio Barcelona.
En muchas fuentes se cita también a María Sabater como la locutora que acompañaba a Rafael del Caño durante la inauguración de la emisora, lanzando al aire la primera identificación de la emisora, pero esto no fue así. No queda constancia si alguien acompañó a Rafael del Caño ese día inaugural (algunas noticias de la prensa de los días siguientes sólo se refieren a él), y la primera locutora de Radio Barcelona sería María Cinta Balagué i Domènech, la cual fue elegida entre las muchachas que iban al Institut de Cultura Popular de la Dona (Instituto de Cultura Popular de la Mujer). María Sabater nunca fue locutora, era telefonista, aunque sí estaba ligada a Radio Barcelona al ser la secretaria de dirección de Guillen García (responsable de la ANC), y posiblemente fue su voz la primera voz femenina en sonar en Radio Barcelona, pero porque se la propuso leer algunos anuncios en Radio Barcelona, quizá como pruebas de sonido (y no como locutora de la emisora) en los días previos a la inauguración oficial de la emisora.
Se iniciaban así oficialmente las emisiones regulares de la primera emisora de radiodifusión, no sólo de Cataluña, sino también de España, Radio Barcelona EAJ-1, dirigida por Josep Maria Guillén Garcia. A causa de la dictadura del general Primo de Rivera (había perpetrado el golpe de estado el 14 de septiembre de 1923 en connivencia con el rey Alfonso XIII), la lengua catalana estaba proscrita de la vida pública, y las emisiones de Radio Barcelona debían ser realizadas en lengua castellana (y no en lengua catalana, como hubieran pretendido los promotores de la emisora). Cuando cayó el régimen dictatorial en 1930 y, sobre todo, a partir de la restauración de la Generalitat (1931) por la II República de España, el catalán fue ganando presencia progresivamente hasta ser prácticamente la lengua de la emisora.
La emisora tampoco podía emitir informativos, por lo que sólo podía emitir música y programas de entretenimiento. Así, el 26 de noviembre, Radio Barcelona ofreció la primera retransmisión en directo de un concierto realizado en el exterior de los estudios (en la sala Werner).
Por entonces operaban también Radio Ibérica (Madrid) y Radio Sevilla, pero en plan de pruebas, y sin haber solicitado aún concesión alguna. De ahí que Radio Barcelona sea considerada la decana de las emisoras españolas, porque aunque no fuera la primera en estar en antena, fue la primera que solicitó y a la que se concedió la licencia administrativa para operar. Con ello Radio Barcelona pasó a ser la tercera emisora en importancia de Europa (junto con la BBC de Londres, entonces una emisora privada, y la emisora militar francesa de París, que emitía desde la torre Eiffel).
Con la inauguración de Radio Barcelona y sus primeras transmisiones, el interés por la radio se disparó entre los barceloneses y en otros lugares de la provincia de Barcelona donde podía escucharse la emisora, y se esperimentó un deseo grande de poder tener un aparato del nuevo medio de comunicación. Según informaciones de la época, durante la primera semana posterior a la inauguración de Radio Barcelona, se vendieron en la ciudad más de 80.000 aparatos de radio.
Poco tiempo después de haber sido inaugurada oficialmente dicha emisora, se instaló en Barcelona una línea de retransmisión microfónica que recorría los principales locales en que están enclavados los centros docentes y de cultura de la Ciudad Condal, como el Ateneo Barcelonés, el Palacio de la Música y el Gran Teatro del Liceo, entre otros). Así, el 7 de enero de 1925, tras llegar a un acuerdo con el Gran Teatro del Liceo para la retransmisión de óperas, Radio Barcelona realizó la primera retransmisión efectuada desde dicho teatro, el segundo acto de la ópera Los Maestros Cantores (de Wagner). Esta emisión cautivó a todos los radioyentes, no sólo barceloneses, sino del sur de Francia, país donde la emisora Radio Barcelona fue escuchada durante algunos años con preferencia a otras europeas. También fue seguida en otros países europeos, ya que los programas de la emisora eran muy bien valorados tanto por su calidad técnica como por la validez de sus contenidos.
A estas manifestaciones artísticas se sumaron también la retransmisión de los conciertos dados por la Banda Municipal en el austero marco de la Plaza del Rey, utilizando una instalación que muchos aficionados actuales considerarían como sumamente precaria.
La programación de Radio Barcelona estaba basada en la retransmisión de ópera, obras de teatro o conciertos, entrevistas con personalidades de la época, tanto de la cultura, la ciencia o la política, y pronto Radio Barcelona se convirtió en un fenómeno muy popular a pesar de las limitaciones técnicas de la emisora y la falta de aparatos receptores entre la población.
Radio Barcelona transmitía diariamente de 18:00 a las 23:00. Las emisiones musicales eran en directo, siendo el Cuarteto Torné el grupo más habitual, aunque a veces participaba la Orquestina Vall. En el aspecto cultural y didáctico, el antes citado Josep Comas i Solà (del observatorio barcelonés de Fabra) realizaba tertulias astronómicas, y el doctor Domènech i Mas ofrecía clases de esperanto.
El éxito de la emisora fue notable. Se estima que a principios de 1925 contaba con unos 60.000 oyentes, y el número de asociados eran unos 1.000, pasando a unos 5.000 socios a principios de 1926. Tener un alto número de socios era importante para la emisora, ya que ésta era mentenida económicamente por mecenazgos y sobre todo, por las cuotas mensuales de los socios de la ANR, los cuales pagaban 5 pesetas mensuales. Por ello se realizaron diversas campañas de captación de socios, que se dirigían principalmente a los colectivos que más se beneficiaban de la existencia de la emisora, como eran los comercios que vendían receptores de radio, y lógicamente, los propios radiooyentes.
El éxito conseguido por la emisora y la voluntad de los dirigentes de la Asociación Nacional de Radiodifusión (ANR) de mejorar la calidad de las emisiones (que tenían un alcance limitado por la ubicación de la antena en el Hotel Colón, que limitaba su escucha principalmente a la ciudad de Barcelona y alrededores) y eliminar las interferencias y ruidos en otras localidades de toda Catalunya, que se lamentaban de no recibir bien las emisiones de Radio Barcelona, hizo que se plantearan la posibilidad de adquirir una emisora más potente.
Además, el 20 de junio de 1925 surgió una importante competencia a Radio Barcelona, al inaugurarse la segunda emisora en la ciudad, Radio Catalana (EAJ-13), que transmitía en 460 metros (650 kHz), con más potencia, cobertura y mejor equipación técnica –propiedad del empresario Hugo Heusch, de Perlas Majórica, y dirigida por Adolfo de la Riva, uno de los fundadores de Radio Ibérica de Madrid–, por lo que Radio Barcelona tuvo que espabilarse. Radio Catalana sería comprada en 1929 por Unión Radio, que la haría desaparecer en 1930.
Seguimos en 1926. Después de muchos esfuerzos materiales y económicos, se hicieron con una nueva emisora para mejorar las transmisiones, de 2 kilovatios y medio de potencia en antena y 10 kilovatios en el generador, que era la primera de Europa en su género. Como la anterior, estaba también fabricada por la International Western Electric de Nueva York y fue adquirida a la compañía Teléfonos Bell, S.A. La nueva estación era más moderna y era veinte veces más potente que la antigua y esta considerable potencia hizo necesario el alejamiento del nuevo centro emisor y su antena, con el fin de aminorar las causas de interferencia con las demás emisoras locales, que de manera indefectible se habrían producido a consecuencia de la proximidad y elevado rendimiento de salida de esta radiodifusora. También debía buscarse un nuevo local donde se deberían instalar los nuevos estudios.
Después de estudiar varios emplazamientos para el centro emisor en el dilatado llano de Barcelona, se eligió la cumbre del vecino monte del Tibidabo, que, por su considerable altura (582 metros sobre el nivel del mar) y situación perfectamente aislada, dio a la nueva emisora inmejorables condiciones de radiación. El centro emisor y su antena se instalaron en unos terrenos cedidos por el Hotel Florida (ubicación actual del transmisor de Radio Barcelona en Onda Media), haciendo uso de una antena de 80 metros de longitud tendida entre dos torres de 50 m de altura, y empleando una potencia de 1,5 kW. Radio Barcelona comenzó sus emisiones desde esta ubicación el 26 de febrero de 1926, y la primitiva emisora del Hotel Colón fue adquirida por la empresa de radiodifusión de la ciudad de Oviedo.
Desde esta ubicación, Radio Barcelona mejoró mucho y pasó a tener un alcance efectivo de entre 80 y 100 km, pudiendo ser recibida a tales distancias incluso con sencillos receptores de galena. Los estudios de la emisora en el Hotel Colón, que se habían quedado pequeños tras acoger casi 300 solistas y 80 grupos musicales en su primera temporada, se trasladaron definitivamente el 20 de febrero de 1926 al cercano edificio sede del teatro Tívoli, en el número 12 de la calle Caspe, donde la ANR ya tenía sus oficinas, y donde se construyeron desde junio de 1925 dos nuevos estudios para que los grupos musicales pudieran actuar con más espacio. Desde ese momento, salvo un breve período de dos años en los que los estudios estuvieron situados en las Ramblas por obras de rehabilitación, Radio Barcelona ha tenido (y sigue teniendo) sus estudios en el mismo lugar. La única diferencia es que, inicialmente, la entrada estaba situada en el número 12 y, actualmente, se hace por el número 6, en el otro lado del teatro. En esta nueva ubicación, las transmisiones eran abiertas al público.
Como datos técnicos de esta nueva estación hay que citar que las torres tenían una altura de 50 metros sobre el nivel de la caseta de aparatos de amplificación y radiotransmisión, y la caseta estaba unida a los estudios de la calle Caspe mediante tres líneas: una, microfónica, con hilo recubierto especial, muy grueso, de cobre electrolítico; otra para las señales entre el transmisor y los estudios, y una tercera, como línea auxiliar, para el caso de avería de alguna de las otras dos. Todas estas líneas, que eran propiedad de Radio Barcelona segun Concesión especial del Estado, iban apoyadas sobre aisladores especiales para alta tensión y estaban dispuestas con transposiciones de módulo muy corto, para minimizar las inducciones electromagnéticas de líneas próximas y de las mismas que paralelamente corrían desde los estudios de la emisora. El proyecto fué debido también al señor Guillén Garcia, con la colaboración de los ilustres ingenieros señores Villaverde y Oñate. Las tres líneas requirieron unos 40 km de alambre recubierto construido especialmente por Pirelli.
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La antena de radio Barcelona en el monte del Tibidabo, finales de los años 1920's. (Clic en la imagen para ampliarla). |
Tras la concesión de la licencia oficial a Radio Barcelona en noviembre de 1924, fueron instalándose nuevas emisoras. Radio Ibérica de Madrid recibió el indicativo oficial EAJ-6. Después van entrando en funcionamiento Radio Cádiz, Radio Castilla, Radio San Sebastián, Radio Bilbao, Radio Catalana de Barcelona, Radio Málaga, Radio España de Madrid, Radio Asturias, Radio Sevilla, Unión Radio de Madrid, Radio Salamanca, Radio Madrileña y Radio Cartagena.
Independientemente de estas emisoras, desde Madrid, la estación EAQ Radiodifusión Iberoamericana emite en onda corta para América el primer programa destinado al exterior. EAQ fue inaugurada en 1932, para emitir, por onda corta, a Europa, América y norte de África. Pertenecía a la sociedad Transradio Española, sociedad creada en 1927 como filial de la alemana Telefunken, y que en se unirá a otras empresas de telecomunicaciones para formar la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (ENTEL). Un decreto de 1929 ya había asignado anteriormente a la empresa Transradio el servicio internacional de telegrafía con antenas costeras en Gran Canaria, instalando Transradio una importante estación de radiocomunicaciones en el municipio de San Lorenzo (cercano a Las Palmas de Gran Canaria).
Todas estas emisoras constituyeron una potente red que cubría todo el territorio nacional, y a este incesante progreso tenemos siempre unidos de manera permanente los nombres de la mayor parte de artífices de las primeras manifestaciones de la radio, tales como don Josep Maria Rifà, hijo del ya fallecido Eduard Rifà Anglada, el señor Solá Guardiola, que desarrolló múltiples actividades paralelas a la radiodifusión, y don Josep Maria Guillén Garcia, que dirigió con sumo acierto la Asociación Nacional de Constructores de Aparatos de Radio
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Radio Barcelona se equivocó en su modelo de negocio, ya que buscaba su sustento casi exclusivamente con las cuotas de sus 1.000 socios (que tenía a principios de 1925), pero ello era realmente insuficiente para mantener la emisora. Se pedía a los oyentes que se asociaran e incluso se rebajó la cuota mensual de los asociados de 5 a 3 pesetas para incentivarlos. Pero, ¿quién quería pagar por algo que podía escuchar gratis? Y además, la programación de la emisora se basaba en la transmisión de conciertos, a lo que se sumaron luego las realizadas desde el gran Teatro del Liceo con la temporada de ópera, lo que obligó a otras salas teatrales a modificar sus programaciones.
Se dice que esto era una programación destinada a la élite cultural y burguesa, lo que hacía de Radio Barcelona una radio clasista y con audiencia limitada, pero en realidad no tuvo ese carácter clasista que se le ha atribuido, ya que las transmisiones de las óperas del Liceo y los conciertos no solo posibilitaban que llegaran a la alta burguesía catalana, sino que también pudieran ser recibidas y escuchadas por la población en general, sea cual sea su clase social.
Por ello pronto la ANR empezó a tener dificultades económicas para sacar adelante el proyecto de Radio Barcelona, y sobre todo a partir de junio de 1925, con la puesta en marcha de una segunda emisora en Barcelona, Radio Catalana EAJ-13, que a menudo interfería las emisiones de Radio Barcelona, y que pronto supuso una importante competencia a Radio Barcelona, cuya programació era menos elitista y más profesional. Ello obligó a Radio Barcelona a introducir la publicidad en sus emisiones para conseguir mayores ingresos. También, en Madrid se inauguró Unión Radio Madrid.
Para mediados de 1925 Radio Barcelona salvaba sus gastos gracias a los aportes de 2500 asociados y de algunos empresarios, y gracias a ello se pudo adquirir el nuevo equipo transmisor de Western Electric que se instaló en 1926 en el nuevo emplazamiento del monte Tibidabo.
Pero con una plantilla de unos 30 trabajadores, y ante la delicada situación económica que padecía la emisora, la ANR buscó nuevos inversores para la emisora, llegando el 10 de febrero de 1926 a firmar un acuerdo de asociación (pero no de incorporación) de Radio Barcelona con el grupo de emisoras de Unión Radio (facilitado con ciertas presiones por el dictador Primo de Rivera), tras lo cual fue cuando Radio Barcelona trasladó sus estudios a la calle Caspe y trasladó el centro emisor del Hotel Colón a la cumbre del Tibidabo, tal como se ha comentado anteriormente. Pero esto iba a ser como mezclar agua con aceite, ya que Radio Barcelona era una emisora netamente cultural, y Unión Radio Madrid era puramente comercial (con un modelo de negocio basado en la publicidad, programas populares que iban de la música de jazz a los deportes...). Unión Radio estaba construyendo un imperio radiofónico peninsular, y para ello debilitaba los rivales y los adquiría, e incluso los hacía desaparecer.
Revisiones posteriores de esta historia (revisiones de hemerotecas, hablando con descendientes de los fundadores de la ANR) indican que la asociación de Radio Barcelona con Unión Radio en realidad fue forzado por el gobierno del dictador Primo de Rivera. Representantes de la ANR fueron obligados a reunirse en Madrid con representantes de Unión Radio, entidad que en aquellas fechas comenzaba a expandirse por el estado español, y se vieron "amablemente" forzados a firmar un documento de cesión de la estructura de Radio Barcelona a Unión Radio (firmado de malas maneras y con militares presentes en el momento del acto). Así lo recoge Jordi Margarit, presidente de Radio Associació de Catalunya, en 2024, cuando se iba a cumplir el centenario de la radio en España.
El acuerdo de asociación suponía que la ANR pagaba una cuota fija a Unión Radio por los servicios. Su cuantía (Unión Radio reclamará más dinero ante el aumento de suscriptores de Radio Barcelona) y el abandono del modelo de programación fundacional de Radio Barcelona provocaron tensiones entre ambas entidades. A pesar de que la ANC mantuvo la independencia para producir los programas de la emisora, muchos asociados se sintieron incómodos con esta situación y comenzaron a abandonar la asociación. Las tensiones con Unión Radio conducirían en 1929 a la salida de la ANR de Radio Barcelona.
Tras el traslado de los estudios a la calle Caspe (al edificio del teatro Tívoli) el 20 de febrero de 1926, el siguiente 3 de abril se realizó la primera retransmisión en la calle, siendo concretamente un concierto de Caramelles en la plaza de Sant Jaume, interpretada por la Banda Municipal y dirigida por Joan Lamote de Grignon. El 2 de agosto el meteorólogo Eduard Fontseré emitió el primer boletín de información meteorológica. Y el 10 de noviembre siguiente (aún en 1926) Radio Barcelona retransmitió por primera vez en la historia de la radiodifusión española un programa en directo, algo que después pasó a ser algo habitual en la emisora, y que fue una de las claves del éxito de la emisora. También en 1926 Radio Barcelona realizó la primera retransmisión deportiva, realizada por el locutor José Miret Soler. Fue el combate de boxeo de pesos pesados que se celebró en la ciudad entre el púgil vasco Paulino Uzcudun y el italiano Erminio Spalla, con victoria del guipuzcoano. La primera retransmisión futbolística en Barcelona no llegó hasta noviembre de 1927 en el derby en el campo de fútbol de Sarrià (Barcelona) entre el Espanyol y el Barça (Fútbol Club Barcelona), que acabó con el resultado de 2-1.
Durante los siguientes años el locutor de Radio Barcelona que más destacó y tuvo mayor audiencia por su gran carisma fue sin duda Josep Torres Vilalta, conocido como Toresky, el cual ofrecía programación infantil, narraciones y exhibiciones de ventriloquia. Le acompañaba un personaje ficticio al que él le daba vida y con el que conversaba: Miliu, un ficticio niño cándido y travieso. Fue, además, uno de los responsables de incorporar en la radio los programas de participación, especialmente campañas benéficas para niños enfermos y familias necesitadas, consiguiendo recaudar grandes sumas de dinero y miles de juguetes. De ahí que fuese un locutor muy querido. Fallecería en 1937 (ya durante la Guerra Civil), y su muerte fue muy sentida, motivo por el cual tuvo un funeral multitudinario.
Hubo otra renovación del transmisor, comprándose uno de 10 kW de potencia a la empresa Standard Electric de Estados Unidos, y la programación llegó a extenserse a 16 horas diarias.
La asociación de Radio Barcelona con Unión Radio no aplacó los problemas finacieros de la emisora, y comenzó una agresiva política de Unión Radio para adueñarse del control total de Radio Barcelona, lo que logra finalmente en 1929 tras comprar todas las acciones de la emisora. El 14 de marzo de ese año la Dirección General de Comunicaciones aprobó que la emisora y su concesión EAJ-1 fueran transferidas a Unión Radio, por lo que Radio Barcelona pasó a ser emisora propia del grupo en vez de asociada (lo era desde febrero de 1926), pasando a ser Unión Radio Barcelona, nombre que mantuvo hasta el final de la guerra civil (1939). Y con Radio Barcelona ya de su propiedad, Unión Radio compró en primavera de 1929 a Radio Catalana EAJ-13, la competencia de Radio Barcelona, y un año después la hizo desaparecer.
Este acuerdo de compra de la emisora por Unión Radio provocó la salida total de la ANR de Radio Barcelona en invierno de ese mismo año. Al margen de diferencias ideológicas y de preferencias de programación (que fueron importantes), fue el factor económico lo que propició este abandono. La ANR se había convertido en la asociación de radioyentes más importante de España, aunque su ámbito era Cataluña. La ANR solicitó una nueva emisora, siéndole concedida una licencia para transmitir en onda corta, con el indicativo EAR-157, en la frecuencia de 6665 kHz (45 metros). Esta emisora inició sus transmisiones en noviembre de 1929, saliendo tres veces a la semana de 21:30 a 22:30 emitiendo un boletín informativo de la asociación. La licencia fue concedida por el gobierno dictatorial de Primo de Rivera, lo que parece descartar que la compra de Radio Barcelona por Unión Radio fuera el resultado de una política agresiva de la monarquía contra la emisora catalana.
Pero la idea de la ANR era poner en marcha una nueva emisora en onda media en Barcelona, por lo que el año siguiente inició los trámites legales para conseguir este objetivo, siendo concedida ese año (1930) la licencia, otorgada por la Dictablanda de Berenguer (la dictadura de Primo de Rivera ya había caído). Más adelante, en octubre de 1931, ya con la II República Española, la ANR empezó a publicar la revista Catalunya Ràdio, que repartía entre sus asociados.
En Barcelona, Radio Barcelona se mantuvo desde su fundación en 1924 casi una década como única emisora que se podía escuchar en toda Cataluña (aunque en Barcelona surgió en 1925 Radio Catalana EAJ-13), ya que las otras emisoras no se podían escuchar bien en Barcelona (sólo la onda corta y a según qué horas de la noche). El 15 de abril de 1930 salió al aire EAJ-15 Radio Associació, como segunda emisora barcelonesa en la onda media, la emisora impulsada por la ANR tras su salida de Radio Barcelona, utilizando un transmisor de onda media de 500 vatios de potencia comprado en Francia. La asamblea de la ANR acordó que las emisiones de la nueva emisora en onda media fuesen de carácter cultural, sin publicidad y en catalán. Se trataba de una emisora con una clara vocación catalanista.
EAJ-15 Radio Associació salió al aire con 500 W de potencia en los 621 kHz de la onda media con la antena ubicada en el actual barrio barcelonés de Tres Torres, pero estaba autorizada a transmitir de 11:30 a 13:00 horas y de 15:00 a 17:00 horas, y con un permiso provisional de pruebas. Esos periodos de emisión eran periodos no utilizados por Unión Radio Barcelona, por lo que se evitaba posibles interferencias entre emisoras, pero con el advenimiento de la República Española el 14 de abril de 1931, la restaurada Generalitat de Cataluña, presidida por Francesc Macià, recibió las competencias del estado el 7 de septiembre de 1934 en materia de radiodifusión. Al día siguiente firmó un decreto que autorizaba a EAJ-15 a emitir a cualquier hora del día y a hacer publicidad, iniciando así un período de feroz competencia entre las dos emisoras de Barcelona (Radio Catalana EAJ-13 ya no estaba, se cerró en 1930). También, Radio Barcelona pasó a emitir programación en lengua catalana. Debido a la rivalidad generada entre Ràdio Associació de Catalunya (RAC) y Unión Radio Barcelona, esta última sería acusada por parte del gobierno nacionalista catalán de estar dirigida desde Madrid, mientras que Ràdio Associació de Catalunya pasó a ser una emisora próxima al gobierno nacionalista catalán.
En cuanto a la ANR (Asociación Nacional de Radiodifusión), en enero de 1933 cambió de nombre, pasando a llamarse Radio Associació de Catalunya, e inauguró nuevas emisoras en Catalunya (Radio Lleida, Radio Girona...) y nuevos estudios en las Ramblas de Barcelona.
La Guerra Civil española (1936-1939) hizo de la radio un medio propagandístico de uno y otro bando, y además de las emisoras comerciales existentes, en el lado republicano aparecieron emisoras de diversos partidos políticos. En el bando nacional, en enero de 1937 comenzó a funcionar Radio Nacional de España, primero desde Salamanca y después desde Burgos. Al estallar la Guerra Civil, Radio Barcelona, y también Radio Associació, fue incautada por el Departament de Cultura de la Generalitat, añadiendo también transmisiones en la onda corta (en 7030 kHz, 42,6 metros de longitud de onda). Más adelante, la Generalitat crea la Direcció General de Radiodifusió, dependiente del Departament de Presidència, a través del cual se controlan las emisiones de las emisoras incautadas. La radio es utilizada por la Generalitat para alertar a la población de inminentes bombardeos de la aviación enemiga, para emitir proclamas del frente, mensajes tranquilizadores o movilizadores, o para explicar las acciones del gobierno catalán.
Tras la Guerra Civil, con la victoria del bando nacional en 1939, la radio es utilizada en el período de postguerra como arma propagandística al servicio ideológico del naciente régimen. El mismo año del fin de la contienda, se aprobó una Ley de responsabilidad
que obligaba a la depuración de la responsabilidad política de locutores, periodistas y demás profesionales de la radio en actividades pro-republicanas.
En cuanto a Unión Radio Barcelona, al finalizar la guerra pasó a llamarse durante unos meses Radio España de Barcelona 1, aunque poco después logró recuperar su denominación original de Radio Barcelona. Radio Associació pasó a ser la Cooperativa Radio España, y en abril de 1941 pasa a llamarse Radio España de Barcelona.
El régimen franquista impuso sus condiciones a las emisoras de radio de toda España, entre ellas la censura en las programaciones, así como la obligatoriedad de conectar con los informativos de Radio Nacional de España, la emisora oficial del régimen, y en el caso de las emisoras catalanas, la prohibición de emitir en lengua catalana.
Unión Radio, a la cual pertenecía Radio Barcelona, se convirtió tras la guerra en la Sociedad Española de Radiodifusión (SER), convirtiéndose así en la cadena comercial de radio más poderosa de España. Durante los años de posguerra, la emisora barcelonesa alcanzó unos índices de audiencia y popularidad muy notables y superiores en comparación con la etapa anterior. En 1944 ya poseía 75 kW de potencia en su transmisor y cambió drásticamente el formato de su programación.
A partir de 1940, se produce un desarrollo gradual de la radiodifusión española que se transformará en cuatro cadenas de emisoras. Junto al servicio de Titularidad Pública con Radio Nacional de España (RNE) y Radio Cadena Española, la mencionada Sociedad Española de Radiodifusión (Cadena SER) y la Cadena de Ondas Populares (Cadena COPE) constituirán un grupo de emisoras privadas a las que se unirán ya en la España democrática gracias a la concesión de nuevas licencias la Cadena de Emisoras Rato, Antena 3 Radio, Antena 80 y muchas otras más. Durante el franquismo hubo otra cadena de emisoras afecta régimen, la REM (Red de Emisoras del Movimiento), que desapareció con la llegada de la democracia en España.
Francisco Salvá y Campillo (1751-1828) fue un eminente médico español que ya en su época realizó experiencias en el campo de la telegráfía eléctrica por hilos, incluso antes de que aparecieran las primeras pilas eléctricas. Fue un pionero de las comunicaciones a distancia en España.
Francisco Salvá y Campillo nació en Barcelona el 12 de julio de 1751, hijo de Jerónimo Salvá Pontich, médico en el Hospital de la Santa Cruz de Barcelona. Realizó sus estudios primarios y secundarios en el Colegio Tridentino Episcopal de la ciudad. Tras cursar y superar los tres primeros cursos de Medicina en la Universidad de Valencia se presentó a las pruebas de grado en la Universidad de Huesca en 1771 logrando el título de bachiller en Medicina. Tiempo después logró el título de doctor en medicina en la Université de Toulouse (Francia) que volvió a confirmar en la Universidad de Huesca. En 1773 ingresó en la Real Academia Médico-Práctica de Barcelona. Apoyó los ensayos de inoculación contra la viruela en España. Su biblioteca médica llegó a superar los mil quinientos volúmenes.
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Francisco Salvá y Campillo |
A pesar de que la medicina fue su principal ocupación, Francisco Salvá se implicó en otras disciplinas en las que igualmente obtuvo un reconocimiento de calidad. La física experimental fue otra de sus grandes pasiones. La Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona fue su lugar de trabajo, allí desempeñó los cargos de revisor de la Dirección de Electricidad en el periodo 1786-1803. Fue director del centro entre 1804 y 1812. Durante su estancia en la Academia en los distintos puestos ocupados Francisco Salvá defendió diversas Memorias científicas sobre sus investigaciones en la electricidad.
El invento que le daría fama internacional fue su telégrafo eléctrico, uno de los primeros en funcionar en la práctica. Ya en 1790 hizo funcionar en la escuela de farmacia de Madrid un telégrafo eléctrico del que no se tienen muchas referencias. El 16 de diciembre de 1795 en la Academia de Ciencias de Barcelona presentó su primera memoria, titulada "Sobre la electricidad aplicada a la telegrafía", en la que dio a conocer sus trabajos sobre telegrafía eléctrica, y presentó su telégrafo eléctrico. Como fuente de electricidad utilizaba las descargas eléctricas de las botellas de Leyden, predecesoras de los modernos condensadores eléctricos (de hecho estas botellas, plateadas por fuera y por dentro, son condensadores eléctricos, y pueden almacenar electricidad, generada entonces con generadores de electricidad estática). Las descargas se realizaban a través de dos cables constituidos por 22 alambres de hierro aislados con papel común. Cada alambre correspondía a una letra del abecedario español. Cuando la botella descargaba la energía eléctrica acumulada a través de uno de los alambres, en el otro extremo del cable se observaba saltar una chispa entre el extremo del alambre sobre una tira metálica a la que casi tocaba (ello facilitaba ver la descarga). Los cables empleados tenían unos 12 metros de largo, y la estación transmisora era un cuadro terminal con un extremo de los alambres en los que se provocaba las descargas eléctricas sobre éstos. La estación receptora era otro cuadro terminal.
Aún no se habían inventado las primeras pilas Volta no inventaría la primera hasta 1800), ni habían aparatos de medida eléctricos, no se conocían las corrientes eléctricas, sólo se conocía la electricidad estática, ... y Salvá ya realizaba estas experiencias del telégrafo eléctrico.
Teniendo noticias el gobierno español de estas experiencias, llamó a Salvá a Madrid para que efectuase una demostración ante la Familia Real, cosa que hizo en Aranjuez, transmitiendo señales a una distancia de unos doce metros y medio con un equipamiento similar al ya descrito. Esta demostración fue descrita en la Gaceta de Madrid del 29 de noviembre de 1796. Posteriormente, Salvá consiguió unir en 1798 Madrid con Aranjuez, utilizando para ello la línea de telegrafía electrostática que había instalado el pocos años antes otro predecesor español de la telegrafía eléctrica, el canario Agustín de Betancourt. Constató, igual que Betancourt, los grandes problemas que tenía la electricidad estática para su uso en transmisiones telegráficas a largas distancias.
El 14 mayo de 1800 Salvá presentó en la Academia de Ciencias y Artes de Barcelona una memoria sobre el galvanismo ("El Galvanismo aplicado a la Telegrafía"), donde describía los trabajos del italiano Luigi Galvani y la denominada "electricidad animal". En un anexo a la memoria Salva y Campillo hacía un resumen de los experimentos de aplicación del galvanismo en la telegrafía. Estos tenían una gran ventaja respecto a los realizados con las botellas de Leyden de ser muy simples, y de no verse afectados por las condiciones atmosféricas, en particular por la humedad. En este caso la experiencia realizada fue con una línea de unos 300 metros, constituida por cables de 22 alambres (uno por letra).
El procedimiento de comunicación ideado por él en 1800 para sus experiencias telegráficas y presentado en la citada memoria, hoy dentro de la era espacial nos harían sonreír, pero hay que recordar que la técnica de aquellos tiempos, antes de la electricidad, se basaba en la transmisión óptica de señales, como podían ser el fuego, el humo, las banderas o brazos articulados colocados en lo alto de torreones (telégrafos ópticos).
Se trataba básicamente de provocar el movimiento de las ancas (patas) de rana mediante descargas galvánicas a través de hilos conductores aislados. La memoria presentada describía multitud de experiencias tanto de la instalación como de las condiciones que debían de tener las ancas de rana diseccionadas, las veces que podían ser utilizadas, y explicaba la seguridad y ventajas que ofrecía el telégrafo galvánico por su sencillez y sensibilidad: "Las ranas son animales de bajo precio, que se mantienen vivas en cualquier recipiente más de dos meses, de manera que en el caso de que tuviesen que cambiarse las ancas cada dos horas de transmisión, el coste sería bajo, y el trabajo de hacerlo, de poca consideración". Comentaba que ya algún científico se había dedicado a galvanizar al hombre y a otros animales vivos, y seguramente se encontrarían otros animales más apropiados para el telégrafo que las ranas.
Sólo unos 6 años antes de las experiencias de Salvá, el doctor italiano Galvani realizó las primeras experiencias con ancas de rana, que vio que se movían por efecto de la creación de una tensión entre dos metales diferentes, efecto que posteriormente Volta utilizó para crear la primera pila eléctrica, iniciando con ello el uso de la electricidad.
El doctor Salvá dedicó a estas experiencias bastantes días de trabajo y esfuerzos, hoy nos harían sonreír, pero entonces tenían un gran valor científico, ya que en el año 1800 se estaba en la prehistoria de la Ciencia.
El 2 de febrero de 1804 en la Academia de las Artes de Barcelona Salvá y Campillo presentó una tercera memoria ("Memoria segunda sobre el galvanismo aplicado a la telegrafía") en la que ya hablaba del uso de la pila de Volta como generador de la energía eléctrica para transmitir señales. Francisco Salvá fue el primer científico que consideró útil aplicar la pila de Volta (inventada tan sólo 4 años antes) a la telegrafía. Salvá propone un nuevo tipo de telégrafo, el telégrafo electroquímico de 6 hilos, basado en la descomposición del agua por la circulación de la corriente eléctrica (fenómeno conocido como electrolisis, descubierto poco después de la aparición de la pila de Volta). Poco después, ensayó un telégrafo de este tipo uniendo el local de la Academia de Ciencias de Barcelona con las Atarazanas de Barcelona, cubriendo una distancia de un kilómetro. La transmisión de corrientes eléctricas por cualquiera de los hilos se ponía de manifiesto en el extremo receptor por la formación de burbujas de gas (debido a la electrolisis) en el extremo del alambre, sumergido en una solución conductora. Este sistema sería posteriormente perfeccionado por el alemán Samuel T. Sömmerring (en 1809).
Entre las múltiples ideas expuestas por Salvá sobre el telégrafo (ya en su primera memoria) hay que destacar como visionaria su propuesta sobre la confección de cables, consistente en la unión a manera de cuerda de varios hilos conductores metálicos, previamente cubiertos de papel (como aislamiento eléctrico) y posteriormente barnizados y unidos por una sustancia aislante. Según Salvá sería posible establecer de esta forma una línea telegráfica entre Barcelona y Madrid que iría colgada de postes. También la posibilidad de aislar bien los cables así construidos frente a al humedad para realizar tendidos bajo el agua y poder unir el continente con islas. También intuyó la posibilidad de establecer comunicaciones inalámbricas, usando el agua de mar como conductor, para unir Mallorca con Alicante.
El mérito de la telegrafía eléctrica lo mereció posteriormente Samuel Morse, pero no fue hasta el año 1837 cuando la patentó y la hizo pública, no funcionando hasta el año 1844.
Salvá y Campillo fue un importante predecesor de la telegrafía eléctrica (si no su inventor), pero sus experiencias cayeron en el más profundo de los olvidos y no se difundieron por Europa. El 30 de diciembre de 1900 se le rindió un homenaje en la Real Academia de Medicina y Cirugía de Barcelona, en el cual se reconocía que "Si Salvá hubiese nacido en Gran Bretaña, sus descubrimientos se hubieran esculpido en letras de oro."
Salvá fue además un gran médico y catedrático de medicina. La meteorología fue otra de sus pasiones. En este campo construyó barómetros e higrómetros, y realizó observaciones meteorológicas de forma sistemática durante aproximadamente cuarenta años. También desarrolló otros inventos, tales como una máquina agramadora para extraer la fibra textil del tallo del cáñamo y el lino (desarrollada en colaboración con Francisco Sanponts Roca), o un "un barco-pez" destinado a la navegación submarina, que no tuvo excesivo éxito ya que tras realizar diferentes pruebas se comprobaron las dificultades para poder respirar correctamente.
Salvá fue miembro de un buen número de asociaciones académicas, científicas y culturales españolas y francesas. Falleció en Barcelona el 13 de febrero de 1828, y en su testamento destinó su biblioteca a la que hoy es la Real Academia de Medicina, Cirujía y Ciencias de Barcelona, su dinero lo legó para beneficiencia, y su cuerpo para investigación médica.
Este andaluz poco conocido está considerado como uno de los pioneros de la investigación radioeléctrica en España, y pionero de la radiodifusión española.
Matías Balsera Rodríguez nació el año 1883 en Gibraleón (Huelva). Su padre ya era oficial de telégrafos en Gibraleón, y su madre era nieta de los marqueses de Zornoza. Tenía 5 hermanos, de los cuales uno de ellos, Ángel, trabajaba de telegrafista en el faro del Cabo de Palos (Murcia) y otro, Luis, en Telégrafos de Barcelona.
Ingresó a los 20 años (en 1903) en el cuerpo de Telégrafos, cuando ya había realizado muchas experiencias radiotelegráficas entre Cádiz y Puerto de Santa María (donde residía). Se puede decir que todos los hermanos trabajaron o tuvieron relacción con Telégrafos.
Con estos antecedentes, Balsera construyó para uso personal una emisora de radio, la primera emisora amateur de que se tiene constancia en España, y con la cual comunicaba con los operadores de las dos estaciones radiotelegráficas de la Compañía Trasatlántica que tenía instaladas desde octubre de 1901 en Cádiz y Matagorda (las dos primeras estaciones radiotelegráficasinstaladas en España), para comunicar con sus barcos (el primer uso que se dió a la radio, mediante la telegrafía sin hilos, fue la de comunicación con los barcos, que quedaban aislados en alta mar). Haciendo uso del sistema francés Rochefort y distando ambas estaciones unos cinco kilómetros, entre la delegación ubicada en Cádiz y la factoría de Matagorda, Balsera logró contactar con ambas estaciones desde su casa en el Puerto de Santa María, ubicada a unos 20 km de Cádiz y 14 km de Matagorda. Ello ocurrió en 1903. La antena que utilizó Balsera era un hilo soportado por unas cañas empalmadas hasta una altura de 16 metros. Por estas experiencias puede decirse que Balsera fue el primer radioaficionado de la historia de España.
En 1904 ideó un sistema de sintonización de emisoras, que no tuvo aceptación en radiocomunicación (por entonces se trabajaba con emisores de radiotelegrafía a chispa, de sintonía muy poco selectiva), aunque sí posteriormente tendría exito aplicado al control de la navegación de torpedos. La dirección de torpedos por radio fue uno de sus inventos, que fue desarrollando desde 1904 hasta 1908. Se realizaron en 1906 unas pruebas de dirección de torpedos en el Arsenal de la Carraca, que fueron muy satisfactorias y por las que recibió una subvención oficial. En estos ensayos colaboró con Balsera su amigo Antonio Castilla, que durante algún tiempo había sido discípulo aventajado de Balsera y que posteriormente llegaría a ser una importante figura de la radiotelefonía española.
En 1908 Balsera hizo ensayos de telemecánica en Madrid, en los estanques de la Casa de Campo y del Retiro. A pesar de sus éxitos, el Ministerio de Marina declaró que no le interesaba el control de torpedos a distancia mediante la radio, y en 1914 fue la Marina Alemana la que compró a Balsera los derechos del invento para emplearlo en su flota, financiando además los experimentos de Balsera sobre el control de la navegación de torpedos. Desde Ostende, Balsera controló un barco misterioso que hizo encerrar en Dover a la poderosa escuadra inglesa, permitiendo que los submarinos alemanes pudieran pasar por el canal de La Mancha. Todo esto ocurría antes de la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
El año 1909 perfeccionó un aparato transmisor telegráfico rápido, que fue aprobado por la Dirección General de telégrafos, pero que no adoptó porque no tenía medios para construirlo. El año 1910 inventó un telégrafo portátil sin pilas para fines militares. El año 1911 construyó una estación morse automática para oficinas atendidas por un sólo operador (que no podía estar lógicamente las 24 horas del día atendiendo el telégrafo), sin precisar aumentar el personal de la oficina. Dos estaciones automáticas de éstas fueron instaladas experimentalmente en la línea entre Madrid y el Pardo, y a pesar de su buen funcionamiento a lo largo de varios meses, no se hicieron más instalaciones posteriormente.
Los éxitos y fracasos no variaron la afición de Balsera por la radio. Su trabajo más espectacular fue en el año 1910, con una comunicación permanente entre una emisora fija y un tren en marcha, usando un transmisor de corto alcance, pero usando como antena (de la estación fija) la línea telegráfica que discurría paralela a las vías. La línea experimentada fue la de Madrid a Navalcarnero, y la comunicación se mantuvo durante 32 km. Este sistema fue empleado más tarde por compañías ferroviarias de Alemania y de Estados Unidos.
En el ámbito de la radio, ya en 1912 realizó la primera prueba de radiodifusión en fonía en España (en 1924 se instalarían las primeras emisoras de radiodifusión en España). La prueba se realizó desde la estación radiotelefónica del Palacio de Comunicaciones de Madrid. Transmitió diversos conciertos de la Banda Municipal desde el parque del Retiro, así como óperas desde el Teatro Real.
También en 1912 inventó un procedimiento de combustión submarina de la pólvora, aplicable a los torpedos, que hasta entonces eran propulsados por aire comprimido, y que empleaba una pólvora de combustión lenta. En España no se prestó atención a este invento, y fue adquirido y aplicada por la Marina de los Estados Unidos en sus torpedos con el nombre de Balsera (nombre que aparece marcado en sus torpedos y tubos lanzadores).
Durante su estancia en Londres, donde estuvo residiendo 8 años, estudió ingeniería en el King College de Londres, y allí creó el "Radio-estereóscopio", un sistema de rayos X para localizar y visualizar cuerpos extraños sin necesidad de realizar operaciones de trigonometría, y que se utilizó en el Hospital Saint Mary de Londres. También inventó el "Radio megáfono" y el "Amplificador Estentóreo al aire comprimido". Para explotar comercialmente sus inventos, especialmente el aparato telegráfico rápido, creó en Londres en 1922 la Compañía "Balsera Patents Limited".
Tras fundar su compañía, Balsera presentó al Cuerpo de Telégrafos de España unos aparatos de telegrafía rápida de construcción y funcionamiento impecable, de acuerdo con las pruebas hechas en Madrid y Valencia por el mismo Cuerpo de Telégrafos, pero igual que en 1909, tampoco consiguió que fuera adoptado, en esta ocasión porque según dijeron los jefes del Cuerpo de Telégrafos, los aparatos estaban construidos en el extranjero (en Inglaterra).
Ese año de 1922 Balsera realizó desde la estación Radiotelefónica del Palacio de Comunicaciones de Madrid los primeros ensayos de radiodifusión, consiguiendo radiar los conciertos de la Banda Municipal, que actuaba en el Retiro y la ópera del Teatro Real, con éxito sorprendente y despertando bastante curiosidad. Y en 1923 ideó y patentó un sistema de radiodifusión con estaciones retransmisoras.
Un invento singular de Balsera fue el "Cine en relieve" (lo que sería actualmente un predecesor del cine en 3D), que necesitaba una pantalla transparente y el uso por parte de los espectadores de unas gafas especiales (esto se ha aplicado posteriormente, aunque sin necesidad de la pantalla transparente).
En los años 1924 y 1925 Balsera dio conferencias dominicales en el teatro Maravillas de Madrid sobre transmisiones radioeléctricas y del manejo de aparatos de radio. Eran los años en que empezaba la radiodifusión en España, y con estas conferencias se daba a conocer a la gente este nuevo modo de comunicación. Publicó artículos de radio en diversas revistas técnicas. El año 1924 fue nombrado por aclamación vicepresidente segundo de la Asociación Española de Radio (AER), y posteriormente fue el presidente.
Tanto Balsera como Castilla vivieron una trayectoria profesional y empresarial con muchos puntos en común, que les conducirían a lo más alto y, como no, a la frustración del fracaso. Muchos de sus fracasos fueron provocados por el poco interés de la administración española y la falta de iniciativa del capital español en sus inventos, lo que llevó a un desencantado Balsera en 1925 a dejar por escrito la siguiente reflexión: “La inercia, esta inercia tan española, causa de nuestro retraso y, por qué no decirlo, de nuestra ignorancia”.
Durante la República Balsera ocupó un cargo técnico-político en el Ministerio de Telecomunicaciones, y finalizada la Guerra Civil, posiblemente a causa de este cargo público y las posibles represalias y depuraciones que pudiera ejercer el gobierno franquista, se exilió primero a Inglaterra y después a Francia, estableciéndose en la ciudad de Perpignan (próxima a la frontera con España), donde se casó en segundas nupcias y tuvo dos hijas.
Balsera murió en Perpignan a la edad de 70 años en febrero de 1953, y está enterrado en Limoges (Francia).
Antonio Castilla (1886-1965) fue un discípulo aventajado de Matías Balsera y después amigo suyo, fue el primer experimentador radioeléctrico de España a principios del siglo XX, y tuvo mucha actividad en el incipiente mundo de la radio en España del primer cuarto de siglo.
Antonio Castilla fue uno de los pioneros de la radiodifusión española (puso en marcha la primera emisora de radiodifusión española en 1923, Radio Ibérica), nació en Jeréz de la Frontera (Cádiz), fue un hombre que trabajó para impulsar en España el desarrollo de las nuevas tecnologías de comunicación a distancia, y que como muchos otros genios españoles, fue vícitma de la incomprensión de los españoles. Incluso hasta la década del 2000, su nombre no estaba recogido en el diccionario enciclopédico de la provincia de Cádiz, ni en la enciclopedia de Andalucía. Por su gran labor en el desarrollo de la radio española es considerado el "padre de la radio española", y fue conocido como "el Marconi de Jerez".
Antonio Castilla López nació en Jerez (Cádiz) el 12-01-1886. Su padre, Manuel Castilla, era maestro de primaria con intereses en la producción del vino, y casado en segundas nupcias con Rosario López. En sus primeros años de educación en el Instituto Provincial de la ciudad de Jerez, el joven Castilla ya dejó entrever una viva inteligencia.
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Antonio Castilla |
Hacia 1900 inició una amistad con otro insigne andaluz, el onubense Matias Balsera Rodríguez, tres años mayor que él, y que es considerado el primer radioaficionado de España. Castilla sería un eficaz discípulo suyo y su alumno más aventajado, y con el paso de los años, le llegaría a superar en muchos aspectos.
Con 18 años (en 1904) Castilla se incorpora a la Estación Telegráfica de Cádiz. Entre 1904 y 1908 acompañó a Balsera en una serie de experimentos sobre el radiocontrol de torpedos, por los cuales se interesó mucho la Armada Alemana, que acabó financiando y comprando los derechos del invento para emplearlo en su flota. Castilla será el “eficaz discípulo” de Balsera, pero que en muchos aspectos le acabará superando.
En 1910, con 24 años, es destinado a Madrid, donde estudió en la Escuela Oficial de Telecomunicaciones entre 1913 a 1915, y comenzó a trabajar como funcionario técnico del Cuerpo de Telégrafos. Tiempo después fue destinado a la Central Telegráfica de Barcelona para colaborar en su montaje. En Barcelona había contraído en 1910 matrimonio con Mercedes Rovira i Roig, con la que tuvo a su hija Rosario Castilla Rovira, la cual se criaría en Jerez con su tía Rosario. El matrimonio fracasó y Antonio Castilla contrajo segundas nupcias tiempo después.
Antonio Castilla se implicó en Barcelona en la mejora de los sistemas de comunicación habituales en ese momento, el telégrafo, ya plenamente asentado en la sociedad, y el teléfono, que aún estaba en pleno desarrollo y expansión. Su prestigio fue progresivamente incrementándose, y la Escuela de Ingenieros de Sarriá le contrató como profesor de electricidad aplicada.
En 1915 Castilla regresa a Madrid. A pesar de los logros conseguidos, Antonio Castilla anhelaba más, y por ello realizó productivos viajes a Francia, Inglaterra y Estados Unidos para perfeccionar sus conocimientos. En Estados Unidos obtuvo el título de ingeniero de Electricidad, y llegó a ser colaborador de Lee De Forest (1873-1961), inventor de las lámparas electrónicas (concretamente del audión o triodo), y por ello considerado el "Padre de la Electrónica". De la relacción con Lee De Forest y sus conocimientos, Castilla regresó a España en 1916 con las patentes de Lee de Forest, por las que pagó una cantidad importante de dinero, y fue el primer español que utilizó y divulgó el uso de las lámparas electrónicas en España.
A su regreso a España en 1916, Castilla, bajo encargo de la la Dirección General de Telégrafos, trabajó en la construcción de varias emisoras de radiotelegrafía, que, con sede en Madrid, estaban bajo tutela estatal, como la Marina de guerra, del ejército y del Palacio de Telecomunicaciones. Su primer encargo fue la de poner en marcha la, por entonces, nueva Casa de Telégrafos de Madrid y su emisora. Para la construcción de estas emisoras empleó las lámparas electrónicas de Lee de Forest. Adaptó las emisoras radiotelegráficas del ejército ya existentes de Madrid (emisora de Carabanchel) y del Pardo para que funcionaran con audiones y en fonía (constituyendo un radioteléfono entre ambas ubicaciones). Ambas emisoras formaban parte de la Red Radiotelegráfica Permanente del ejército, y se comunicaban con la estación militar de Ceuta. La emisora que instaló en el Palacio de Telecomunicaciones fue considerada como un modelo para otros países europeos.
Siguieron otros trabajos de colaboración de Castilla con el ejército, y ese año de 1916 se comenzaron a instalar emisoras telegráficas militares por todo el país. Bajo su supervisión, se estableció en 1916 la primera comunicación radioeléctrica práctica en España, entre Madrid y Aranjuez, con dos transmisores de De Forest construidos por el ejército.
Castilla solicitó en el Cuerpo de Telégrafos excedencia ilimitada el 1 de septiembre de 1916, que le fue concedida a los 4 días. A partir de aquí, Castilla trabajó básicamente para la Armada española.
Castilla fue en septiembre de 1916, junto con Rufino de Orbe, Luis de Orbe y un grupo de socios capitalistas de Bilbao, el promotor de la Compañía Ibérica de Telecomunicación (CIT), primera industria de radioelectrónica de España, que se dedicó a fabricar equipos transmisores y receptores de radio, destinados tanto para el ejército como para radioaficionados. CIT contó con la exclusividad de explotación de las patentes de De Forest en España y Portugal. Castilla también creó la primera fábrica de lámparas electrónicas de España, lámparas para radio, empresa que llevaba su nombre, Lámparas Castilla, y cuyo personal era exclusivamente español. La empresa tuvo que vencer en muchos momentos los problemas de la falta de material para la fabricación de las lámparas.
Lámparas Castilla fue la única fábrica de lámparas electrónicas (o tubos de vacío) en España durante más de 20 años. Posteriormente fue Philips la que creó en España la empresa Miniwatt Lámparas.
La fabricación de las lámparas electrónicas era un poco complicada, requería una tecnología un poco especial, ya que se debía conocer bien cómo cerrar la lámpara sin perder el vacío interno. Curiosamente, el acabado de las lámparas antiguas presenta en la superficie interna del vidrio de la lámpara unas zonas plateadas y con matizaciones, incluyendo franjas de colores regularmente distribuidos, que dan un acabado muy adecuado estéticamente. Pero este acabado plateado no era buscado por el fabricante, sino que aparecía como resultado de una reacción secundaria del proceso de fabricación: al volatilizarse restos de magnesio unidos a las placas durante el proceso de eliminación de éste con oxígeno, siempre quedaba una parte de magnesio metálico que no se combinaba con el oxígeno que se depositaba como película metálica brillante (con aspecto de espejo) en la cara interior de la ampolla (de vidrio o metálica) de la lámpara de radio.
En 1918 Antonio Castilla seguía siendo una persona de enorme prestigio que entendía que la radiotelegrafía no debía ceñirse sólo a producir instalaciones militares, sino que era necesario que ampliara sus objetivos hacia la sociedad. Por ello, planeó una serie de conferencias públicas con la intención de que el gran público conociera la radiotelegrafía. La primera tuvo lugar en Valencia, con el objetivo de dar a conocer los trabajos de la recién creada Compañía Ibérica de Telecomunicaciones y motivar así a la Marina Española para que optara por comenzar a utilizar las nuevas tecnologías que la compañía recién creada ponía a su disposición. Para lograrlo, diseñó un experimento de comunicación entre dos buques, uno anclado en el Puerto de Barcelona (el barco Lulio) y el otro de crucero entre Barcelona a Palma de Mallorca (el vapor correo rápido Rey Jaime I), consiguiendo que ambos se comunicaran claramente mediante radiotelefonía. La revista profesional y técnica El Telégrafo Español, el 15 de abril de 1918, publicó una amplia información de este hecho.
Otro evento que sobresale en su vida profesional será la conferencia que con el título de “La Física del tubo Electrónico” impartirá en 1920 en el Paraninfo de la Universidad de Valencia. La finaliza con la retransmisión de un concierto desde el Palacio de la Exposición, escuchado a través de un solo receptor por un numeroso público.
El año 1922, en la fábrica que tenía instalada en el Paseo del Rey (Madrid) comenzó a fabricar micrófonos, y a finales de 1923 comienza a fabricar y sacar al mercado receptores de radio bajo la marca Iberia (marca que no tiene nada que ver con la marca Iberia que fabricaría receptores de radio en España bastantes años después). Fue la primera fábrica de receptores de radio para el gran público. Sin embargo, en España aún no habían emisoras de radiodifusión.
Castilla también intervino en muchas actividades de la radio española en los años 20, y en 1923 fusiona su empresa Compañía Ibérica de Telecomunicación con la Sociedad de Radiotelefonía Española para crear la sociedad Radio Ibérica S.A., en parte para contrarrestar los efectos de la fuerte competencia extranjera en aquellos años, y confía la dirección técnica de la sociedad a los hermanos De la Riva (Carlos y Adolfo). La Compañía Radio Ibérica S.A. monta la primera emisora de radio comercial, Radio Ibérica (en Madrid), inaugurándola en septiembre de 1923, y con la cual realizaría las primeras experiencias oficiosas de radiodifusión en España. Realizó algunas retransmisiones de obras de teatro, pero en realidad estas transmisiones las realizaba con los equipos del ejército o de radioaficionados que le llegaban, con el fin de probarlos y evaluarlos técnicamente.
Aunque en 1924 es Castilla nombrado presidente de honor de la Asociación Radio Española, con Matías Balsera de vicepresidente, la fuerte competencia internacional y la necesidad de disponer de recursos para la fabricación en serie de sus componentes, fuerza a Castilla a fusionar su Compañía Ibérica de Telecomunicación con la Sociedad de Radiotelefonía Española, de capital hispano-francés. En este tiempo conocerá a la que será su segunda mujer, María Asunción Ruiz Pérez, con la que se casará por lo civil en 1931, y con la que tendrá tres hijos varones.
En 1924 Castilla obtiene del gobierno español, bajo el nuevo reglamento de estaciones de radio aprobado en junio de ese año y que ya contemplaba las emisoras comerciales de radiodifusión, la concesión para montar una emisora de radiodifusión en Madrid, EAJ-4 Radio Castilla, que el mismo Castilla construye y gestiona (en un último intento por remontar la crisis y buscar su lugar en el sector), y que inició oficialmente sus emisiones el 19 de octubre de 1925. Las instalaciones fueron inauguradas una semana más tarde por el general Primo de Rivera. En cuanto a Radio Ibérica, primera emisora de radiodifusión española, por cuestiones burocráticas recibirá el indicativo de identificación EAJ-6 el 1 de abril de 1925, por lo que oficialmente fue la sexta emisora de radiodifusión española.
Radio Castilla no tuvo demasiada suerte. Aunque Antonio Castilla es apoyado por el mismo Primo de Rivera y por su paisano el terrateniente jerezano Francisco Moreno Zuleta, Conde de los Andes, las dificultades económicas que sufre la emisora en esos años hicieron que la emisora Radio Castilla fuera transferida el 27 de marzo de 1927 a la órbita de la cadena Unión Radio, formada mayoritariamente por los distribuidores españoles de poderosas empresas extranjeras, principalmente francesas y alemanas, y que fueron los que financiaron la fundación de Unión Radio. Antonio Castilla incluso llegó a ser el mayor accionista de Unión Radio antes de 1936. A finales de ese mismo año de 1927 Unión Radio apagaría definitivamente Radio Ibérica.
Del apoyo recibido por el Conde de los Andes surgiría una empresa para la fabricación de anuncios de neón, toda una novedad para el momento, como el que se instaló en la Puerta de Sol de Madrid para el símbolo del Tío Pepe de las bodegas jerezanas González Byass, uno de los emblemas de la ciudad de Madrid.
En 1928, es contratado como ingeniero técnico por la empresa Standard Eléctrica en Madrid, gracias a las gestiones de su buen amigo Virgilio Oñate. En ella permanecerá durante trece años, hasta 1941. En ese periodo la compañía lo envía a París durante dos años, de 1929 a 1930.
Antonio Castilla, un hombre de una enorme fuerza de voluntad, se ve relegado casi al olvido en las décadas siguientes a causa de los cambios políticos que sufrió España (República, Guerra Civil franquismo) y la inminencia de la II Guerra Mundial, y a finales de la década de 1950 se vuelve a hablar de él debido a la invención de un sistema de señales eléctricas sin conductores, que se utilizará con éxito en la circulación por carretera.
En 1942 lo vemos trabajando para la empresa alemana Telefunken, pero al acabar el conflicto mundial decide iniciar una nueva experiencia empresarial, para lo que se asocia con los dueños de Avenida Radio, de Barcelona. Además en los 50 realiza un nuevo viaje a Estados Unidos con la intención de estudiar la innovación del transistor. Al fracasar de nuevo como empresario se ve obligado a reingresar a la Standard Eléctrica, donde se jubilará en 1962.
Castilla estableció su última residencia en la calle Evaristo San Miguel 20 de Madrid, donde falleció el 30 de abril de 1965, no sin antes legalizar y celebrar sus segundas nupcias con María Asunción Ruiz Pérez, casándose un mes y medio antes, el 12 de marzo de ese mismo año, a la edad de 79 años, y con la cual tenía un hijo.
Castilla fue un hombre clave de la historia de la radio española. Su amigo Matías Balsera dejó escrito sobre ambos una reflexión el año 1925, desencantado por los fracasos provocados por el poco interés de la Administración y la falta de iniciativa del capital en España ante los inventos: "La inercia, esta inercia tan española, causa de nuestro fracaso, y por qué no decirlo, de nuestra ignorancia". Matías Balsera tampoco fue muy afortunado, y tras la Guerra Civil tuvo que marchar de España, primero a Inglaterra y después a Francia, residiendo y muriendo en Perpignan, cerca de la frontera con Cataluña (España).
A principios del siglo 20, una de las personas que más investigaban la radio en España era Guillén-García (padre), el cual en su domicilio de la calle Aragón (cerca del Paseo de Gracia), en la ciudad de Barcelona, tenía un importante laboratorio de ensayos, y en el terrado una monumental antena de radio. En este laboratorio se realizaban todo tipo de experiencias de Telegrafía Sin Hilos (TSH), tal como se conocían aquellas transmisiones de radio en los primeros años de ésta, y en el año 1906, conjuntamente con el padre Cazador, sacerdote aficionado a la radiotelegrafía, experimentaron en la población barcelonesa de Sant Julià de Vilatorta transmisiones radiotelegráficas a distancias de unos centenares de metros.
En dichos laboratorios tuvo también sus primeros contactos con la radio el hijo de Guillén, Josep Maria Guillén Garcia i Gómez (1885-1972), quien sería más tarde continuador de la tarea de la investigación y promoción de la radio que desarrollaba su padre.
Con la implantación en España del monopolio de Marconi sobre la TSH, el Gobierno español estableció una nueva legislación para las transmisiones radiotelegráficas, y en base a ese monopolio, prohibió realizar experiencias sobre la TSH a investigadores y aficionados, y se desmontaron las pocas antenas instaladas por los aficionados españoles. Pretendieron también que Guillén Garcia retirara la suya, que tantos éxitos había dado a España y al extranjero desde su laboratorio. Se llegó a llenar un libro entero con los expedientes, denuncias y consultas judiciales relaccionadas con este modesto laboratorio de investigación de la TSH.
En su laboratorio Guillén Garcia padre inventó entre otras cosas el "Ceraunófono", dispositivo destinado a medir la distancia a la que estaba una tormenta por medio de las ondas radioeléctricas que se generan en ésta (por las descargas eléctricas que tienen lugar durante las tormentas).
Cuando Josep Maria Guillén Garcia, aún estudiante de bachillerato, vió unas experiencias de corrientes microfónicas con tubos electrónicos, se le ocurrió la posibilidad de obtener la telefonía sin hilos por medio de las ondas hertzianas. Realizó las experiencias, consiguiendo transmitir por primera vez música a través de las ondas. Se construyeron nuevos aparatos y se realizaron nuevas pruebas, una de ellas en sesión solemne en la Real Academia de Ciencias.
Josep Maria, ya ingeniero y licenciado en Ciencias por la Universidad de la Sorbona de París, siguió experimentando con la TSH, y fue uno de los principales promotores de la radio en España. En 1923 consiguió que la la revista francesa "Je sais tout" (Yo lo sé todo), de París, que recorría en varios automóviles todo el territorio francés con una emisora de radiodifusión para hacer propaganda de la radio, al llegar a Perpiñán, se desviase de su ruta normal, dirigiéndose a Barcelona, donde realizó la primera demostración pública de radiodifusión, que tuvo lugar en el cercano monte de Montjuic el 22 de septiembre (tras un primer fracaso tres días antes), donde con receptores conectados a grandes trompetas en la gran explanada de la Exposición Internacional del Mueble, que se celebraba esos días en Barcelona, unas 25.000 personas pudieron escuchar las transmisiones de la emisora, ubicada cerca del Teatro Griego de Montjuic.
Josep Maria Guillén junto con el periodista e impresor aficionado a la radio Eduard Solá Guardiola , fundó en octubre de ese mismo año la revista especializada en radio Radiosola, de la cual Guillén Garcia fue su director (entre 1923 y 1924), y Eduard Solá su gerente. La revista estaba destinada para los aficionados a la radio de entonces.
Como director de esta revista, Josep Maria escribió ese mes de octubre una carta convocando a los principales comerciantes de radio de Barcelona a una reunión en los locales de la revista (en la calle Valencia nº 200 de Barcelona), “para estudiar la posibilidad de instalar una emisora de radiodifusión en Barcelona y la creación de una entidad cultural, formada por aquellas personas o firmas que tuvieran interés en el desarrollo de esta nueva forma de difusión del pensamiento humano”. A esta reunión no asistió casi nadie, por lo que fue un fracaso, pero ello no desanimó a Josep Maria, que escribió una segunda convocatoria explicando que debido al éxito que tuvo la primera, se trataba ya de concretar la puesta en marcha de la asociación. La nueva reunión se realizó a principios de 1924 en un reducido entresuelo de la calle Aribau (de Barcelona), y de resultas de esta reunión, en febrero de 1924 quedó constituida la Asociación Nacional de Radiodifusión (ANR), y fue nombrado Josep Maria Guillén Garcia su presidente. Otros miembros fundadores fueron los señores Royston Noble, Rifà Anglada, Balasch, Villaverde, López Aznar, Huert, Soler y Albida.
La asociación tenía como objetivo dotar a la ciudad de Barcelona de una emisora de radiodifusión, y la directiva de la asociación recogió para ello los fondos económicos para la compra de una emisora, aportando los miembros del grupo fundador 100 pesetas mensuales a fondo perdido (una cantidad importante para la época), así como cuotas mensuales por parte de un grupo de industriales, así como por unos socios protectores que más tarde formarían la "Uniò de Radiooients".
Con los fondos recogidos se compró en Estados Unidos una emisora de la firma "Western Electric" de 100 vatios, modelo ya muy experimentado por entonces, y formaron una comisión que preparó la documentación y la gestión de los trámites legales para presentar una solicitud a la Dirección General de Correos y Telégrafos para montar Radio Barcelona.
Esta solicitud se presentó en febrero de 1924, pero entonces no había en España ninguna reglamentación que regulara la radiodifusión (había una regulación provisional del año anterior sobre emisoras privadas, pero no recogía nada referido a la radiodifusión), lo que motivó que el gobierno del general Primo de Rivera, con tal de estructurar dicha actividad de la radio, promulgara el 14 de junio de 1924 un decreto fundacional instituyendo y regulando la radiodifusión española.
Bajo este decreto, finalmente se recibió la concesión el 12 de noviembre de 1924, con el indicativo oficial de EAJ-1, siendo inaugurada la emisora solemnemente dos días después, el 14 de noviembre. No obstante, desde el 10 de octubre la emisora operó en periodo de pruebas, operando en la longitud de onda de 325 metros. Oficialmente ese 14 de noviembre nacía EAJ-1 Radio Barcelona, siendo Josep Maria Guillén Garcia su primer director técnico.
La emisora fue instalada en los locales que tenía alquilada la asociación en el antiguo Hotel Colón, sito la esquina del Paseo de Gracia con la Plaza de Cataluña (hotel que fué derribado en 1927, levantándose en su lugar el edificio actual (que ha albergado muy posteriormente y durante muchos años los estudios de Radio Nacional de España en Cataluña). Los estudios estaban instalados en varias habitaciones del último piso, en la cúpula del hotel se instalaron los equipos emisores, y en el terrado se colocó la antena, compuesta por dos tubos arriostrados que soportaban los 32 metros de hilo de la antena, a una altura de unos 65 metros de altura sobre el nivel de la plaza de Cataluña.
La emisora se inauguró oficialmente el 14 de noviembre a las seis y media de la tarde con una alocución del entonces alcalde de Barcelona Excmo Sr. Darío Romeu i Freixas (Barón de Viver) en un acto celebrado en los locales de la entidad alquilados en el hotel Colón. La inauguración oficial se había pospuesto unos días por enfermedad del Sr. alcalde. Entre los invitados a la inauguración estaban el Capitán general Sr. Barrera, el Gobernador Civil Sr. Miláns del Bosch, el jefe superior de policía Sr. Hernández, varios consellers, diputados, representantes del obispado, de la comandancia de Marina, corresponsales de periódicos, etc. Fue, por tanto, una inauguración realmente importante.
Las dependencias de Radio Barcelona en el último piso del Hotel Colón se componían básicamente de una sala de espera, una sala de audición o auditorio, el almacén y la sala de máquinas. La sala de audición servía de estudio, y sus paredes estaban recubiertas de una capa de virutas finas de unos 8 cm de grosor, sostenida por una arpillera (tejido de cáñamo o estopa empleado para hacer sacos, tapices..), y recubierto todo el conjunto por unas artísticas cortinas. Esto estaba pensado para evitar efectos de reverberación y de eco en la sala, al absorber las ondas sonoras incidentes, que de otra manera se reflejarían en las paredes. En esta sala había un piano de media cola, y un pedestal graduable donde descansaban dos finos micrófonos (finos para lo voluminosos que eran en la época). Como curiosidad, la alfombra que cubría el suelo del auditorio (también otro elemento de sonorización de las sala) estaba dividida en pequeños cuadrados numerados para facilitar la colocación de los artistas en la sala.
Al lado del auditorio estaba la habitación del "anunciador", desde el cual se dirigía éste al público, accionaba los micrófonos y cambiaba la posición de los artistas según lo que monitorizaba a través de un pequeño receptor que permanentemente escuchaba para comprobar la cualidad de la emisión. El "anunciador" fue, pues, el antecesor de los técnicos de sonido de la emisora.
La "sala de máquinas" se instaló bajo la cúpula del edificio, y en ella había una mesa de amplificadores, los aparatos de medida y control, y el equipo transmisor propiamente dicho, de 100 vatios de potencia, que estaba operado por el técnico Agustí Rius.
La programación de Radio Barcelona se emitía cada día desde las seis y media de la tarde hasta las once de la noche, con la locución "Esta es la estación EAJ-1 de emisiones Radio Barcelona". Gracias a Radio Barcelona, Catalunya y España se proyectaron con dimensión internacional. En la conferencia Europea de Radiodifusión, donde representó a España el recién nombrado director de Radio Barcelona, José María de Guillén Garcia, se rindió tributo a la gran empresa radiofónica que constituía Radio Barcelona. Conciertos de jazz-band, bailables, deportes, humor, constituían las piezas básicas de sus emisiones.
Las actividades de la Asociación Nacional de Radiodifusión cesaron prácticamente con la puesta en marcha de Radio Barcelona, pero las actividades radiofónicas de Josep Maria prosiguieron, y así el año 1935 se creó la Asociación Nacional de Aparatos de Radio y Anexos, de la cual fue secretario general Josep Maria en los años 40 y 50, años de gran esplendor de la radio en España. También fue el director gerente durante algún tiempo de la empresa constructora de aparatos de radio Radio Tank.
Guillén Garcia también es conocido por fundar en 1932 en Barcelona (junto con Camille Lemoine y Francisco Elías Riquelme) los primeros estudios cinematográficos de cine sonoro en el estado español (los estudios Orphea Films), y por dirigir la Revista Electrotécnica de Barcelona (1931-71). Falleció en Barcelona en 1972.
En definitiva, la vida de Guillén Garcia fue toda una vida dedicada a la promoción de la radio y a su desarrollo técnico.
Esta primera emisión radiofónica en Barcelona duró pocos minutos, y tuvo lugar en una fecha en que no había ninguna emisora oficial, pues fue en septiembre de 1923, y EAJ-1 (Radio Barcelona) no comenzó a emitir oficialmente hasta el 14 de noviembre de 1924, y ello hace que esta emisión radiofónica fuera muy particular.
El mes de septiembre de 1923 llegó a Barcelona una expedición francesa compuesta por tres automóviles Panhard-Levassor, que la revista de París Je sais tout ("Yo conozco todo") conjuntamente con la marca de automóviles Panhard patrocinaban en viaje de propaganda en pro de la radiotelefonía (nombre que se daba entonces a la radiodifusión), transportando una estación de radio móvil. Un automóvil llevaba los transmisores, otro los moduladores, y el tercero los equipos receptores. En el techo de los automóviles estaban plegados los mástiles de las antenas y otros utensilios.
La expedición francesa se movía por toda Francia para hacer propaganda de la radio, y a su paso por Perpignan (cerca de la frontera con España), fue el ingeniero (y posteriormente uno de los fundadores de Radio Barcelona) Josep Maria Guillén Garcia i Gómez el que les solicitó que se desviasen de su ruta normal para dirigirse a Barcelona y poder realizar una demostración pública. Guillén Garcia era un inquieto ingeniero que conocía las experiencias de telefonía sin hilos, y hacía poco que había regresado de un congreso sobre telecomunicaciones celebrado en Estocolmo (Suecia), al cual también asistieron Balsera y Castilla.
La primera prueba se hizo el 20 de septiembre de 1923, fue una retransmisión musical desde un domicilio particular de la calle Provenza, hacia el Palacio de la Música Catalana, en donde se encontraban los aparatos receptores. El pesado emisor fue instalado en un terrado. Asistieron invitados el alcalde de Barcelona, el gobernador civil y otras autoridades de entonces.
Las pruebas fueron muy mal, a pesar de la poca distancia que había entre los automóviles con el transmisor y el receptor, cerca de un kilómetro y medio. Los ingenieros franceses colaboradores de la demostración (Govineau, Archards y Sarlois) atribuyeron el fracaso a la red de tranvías y cables eléctricos que cruzaban por las calles próximas (que generaban muchas interferencias), así como a la poca potencia de los equipos transmisores.
Después de este fracaso se volvió a replantear la experiencia, y el 22 de septiembre se repitió de nuevo, pero esta vez se trasladaron los equipos junto al túnel del Teatro Griego en la vecina montaña de Montjuic. La audición oficial fue por la tarde, en la gran explanada ocupada esos días por la Exposición Internacional del Mueble (explanada donde posteriormente se construyó la fuente mágica luminosa de Carles Buïgas para la Exposición de 1929), que se celebraba esos días en Barcelona. Los receptores, conectados a enormes altavoces de trompeta colgados en los árboles, permitieron escuchar a unas 25.000 personas allí congregadas la primera audición radiofónica (consistente en la actuación de una pequeña orquesta de jazz, de tres músicos), que esta vez sí fue un gran éxito. Se ha de decir que los equipos transmisores estaban sólamente a 300 metros del lugar de la audición, por lo que esta vez se aseguraron con ello del éxito de la experiencia.
La experiencia se repitió dos veces en el mismo día, y la noche del día siguiente (día 24, Fiesta de la Merced, la patrona de Barcelona) se realizó una nueva retransmisión musical, autorizada por el capitán general de Barcelona, esta vez desde el Palacio de la Música de Barcelona, ante el alcalde de Barcelona y el gobernador civil de Barcelona, tras una conferencia del francés Maurice Gouineau sobre los orígenes de la radio y la posterior proyección de una película sobre el tema. En la pista o escenario sólo habían altavoces, y como curiosidad, el general Barreda permitió ese día que se cantara una canción catalana (recordar que se estaba a principios de la distadura de Primo de Rivera). Seguramente estas audiciones convirtieron desde esos dos días a muchos oyentes en fervientes entusiastas de la radiodifusión en Barcelona.
Tras el éxito de estas primeras experiencias radiofónicas den Barcelona, Josep Maria Guillén Garcia se planteó la idea de crear una nueva emisora de radio, cosa que se conseguiría el año siguiente al poner en el aire la primera emisora legal de radiodifusión española, Radio Barcelona. También, entre los asistentes a esta experiencia se encontraban personas como Eudald Aymerich, Joan Vidal Prat y Manel Vidal Españó, que fueron los respectivos pioneros de las emisoras de Terrassa, Badalona y Sabadell, inauguradas en la siguiente década.
La radiodifusión tuvo en sus inicios en España su reglamento definitivo con una Real Orden el 14 de junio de 1924, donde se definieron las estaciones radioeléctricas tanto oficiales como particulares. Este reglamento no sólo clasificaba las emisoras, sino que dictaba también las normas para su instalación y funcionamiento. Precisamente a partir de esta Real Orden del 14 de Junio de 1924 se pudieron solicitar la instalación de estaciones de radiodifusión, y fue Radio Barcelona la primera en solicitarlo, y a la que se concedió el indicativo EAJ-1, por lo que Radio Barcelona es muchas veces mencionada como la emisora decana de España.
Pero esta Real Orden además incluía los impuestos que se debían de pagar, tanto para los transmisores como para los receptores. El artículo 48 del reglamento de Radiotelefonía, aprobado en esta Real Orden, concedía un mes de plazo a los propietarios de aparatos receptores de radio para adquirir la licencia correspondiente, pero en la realidad, fueron pocos los poseedores de receptores de radio los que pagaron la licencia correspondiente, de manera que la Dirección de General de Comunicaciones publicó el 2 de noviembre un comunicado por el que prorrogaba el plazo reglamentario para adquirir la licencia sin recargo, pero con la advertencia de que se procedería a una minuciosa inspección y se sancionaría con rigor a las estaciones clandestinas. Esto incluía lógicamente a los equipos receptores, que en aquella época muchos eran los sencillos receptores de galena.
Los usuarios de receptores de radio se quejaban a la Dirección General de Comunicaciones (y con cierta razón) de que ésta no ponía ningún remedio a las transmisiones defectuosas de pruebas que efectuaban algunas estaciones emisoras, y pedían que los poseedores de receptores de galena pagasen menos que los poseedores de equipos de lámparas. Además en ello también se argumentaba la notable diferencia de precio entre un sencillo receptor de galena (que sólo permitía la escucha individual con auriculares) y un mucho más sofisticado receptor de lámparas (que permitían una escucha colectiva sobre primitivos altavoces): entonces un receptor de galena valía unas 10 pesetas de la época y uno de lámparas unas 2000 pesetas. Como curiosidad, en aquella época se hablaba de galenistas y lampistas para referirse a los poseedores de uno u otro tipo de receptor de radio.
La licencia se debía solicitar a Telegrafía, y se debía de pagar una cuota anual, y se denominaba Licencia para el uso de aparato radiorreceptor
.
Estas licencias dieron ingresos considerables a la Administración española, además de tener controlados todos los radiorreceptores, y en caso de emergencias podía proceder a incautarlos, tal como pasó durante la Guerra Civil Española, iniciada en 1936.
Estas taxas duraron hasta los años 50. En enero de 1944 se dictaron unas nuevas tarifas, que a título anecdótico eran las siguientes (anuales):
Receptores de hasta 6 lámparas ....... | 30 pesetas |
Receptores de más de 6 lámparas ....... | 40 pesetas |
Receptores instalados en vehículos ....... | 100 pesetas |
Receptores en establecimientos públicos y de hoteles en la sala de baile ....... |
200 pesetas |
Receptores instalados con altavoces públicos ....... | 500 pesetas |
En esta órden ya no se hace mención a los aparatos de galena, ya habían quedado muy desfasados y eran poco útiles en zonas donde hubieran varias emisoras locales (a causa de su baja selectividad).
Como dato, en 1933 las licencias de aparatos receptores en España eran de 154.000 (es de suponer que habría otro tanto de receptores no declarados), cifra muy baja comparada con los 14 millones de receptores que en aquel momento había en Estados Unidos.
Recopilado por Fernando Fernández de Villegas (EB3EMD)
Actualizado: Abril 2024