En la España de la postguerra civil española, y debido a la grave situación económica en que quedó el país, tener un aparato de radio era un lujo casi inalcanzable para la mayoría de la población española, en especial para la clase obrera, pero a la vez comenzó a ser algo muy necesario para estar informados de los acontecimientos y la evolución del país. El precio que costaba un aparato de radio entonces sólo podía ser asumido realizando un gran esfuerzo económico para gran parte de la población española.
Sin embargo, algunas empresas llevaron a cabo una idea para facilitar la venta de receptores de radio, la idea de la "radio-hucha". Estas empresas pasaban por los domicilios y dejaban un aparato de radio a prueba, pero dotado de una hucha electromecánica. El aparato de radio no podía ponerse en marcha si no se introducía una moneda de una peseta (unidad monetaria española de entonces) en la hucha, la cual ponía en marcha su mecanismo interno y conectaba la radio, permitiendo hasta 45 minutos de audición.
Esto implicaba dos cosas: por un lado, escuchar únicamente lo estrictamente necesario, con el ahorro que ello representaba de consumo eléctrico. Y por otro lado, y bastante importante, era que el dinero que se quedaba en el interior de la hucha en realidad era totalmente para el usuario, ya que serviría para que finalmente éste pudiera comprar el aparato de radio.
En efecto, cada mes un empleado de la empresa pasaba a recoger la recaudación, y anotaba el importe en una hoja que se dejaba en el interior de la hucha. Cuando se había recaudado en total el importe del precio del aparato, éste pasaba a ser propiedad del usuario, el cual conseguía de esta manera un aparato de radio que de otra manera le hubiera sido casi imposible de conseguir, ya que era un auténtico lujo por entonces.
La hucha era externa al aparato de radio, y era una especie de caja con dos orificios por los cuales entraba el cordón de conexión a red del aparato de radio, y salía un cordón con el enchufe para conectar a red eléctrica. Una clavija eléctrica en su interior se usaba para enchufar el cable del receptor al cordón de conexión a red eléctrica. En su interior un mecanismo de relojería eléctrico era accionado por la moneda de peseta que se introdujera en la hucha, el cual accionaba un interruptor que conectaba la red eléctrica al aparato de radio por un tiempo de unos 45 minutos si la tensión de red era de 220 voltios, o unos 20 minutos si sera de 110 voltios.
La caja de la hucha estaba precintada para que no pudiera ser manipulada, pero siempre hubieron usuarios listillos que las consiguieron manipular para que el aparato de radio siguiera funcionando sin tener necesidad de echar una nueva moneda de peseta. Típicamente hacían un fino orificio en un lateral y en el sitio adecuado, por el cual pasaban un fino alambre conductor, y buscando con él cortocircuitar el contacto que el mecanismo electromecánico de la hucha operaba para conectar y desconectar el aparato de radio.
Con este sistema de la radio-hucha se puso al alcance de la mano de gran parte de la población española los receptores de radio, un auténtico lujo en una época en que España atravesaba momentos difíciles tras la guerra civil, y a la vez hizo que muchos usuarios se fueran acostumbrando a la radio, hasta que ésta fuera considerada algo necesario e imprescindible.
Cabe decir que en Estados Unidos las radios-hucha se emplearon durante los años 1940s pero con otros fines, en los hoteles. La radio-hucha era todo un equipo, que incluía tanto el receptor de radio como la hucha, y que se ubicaba en la cabecera de las camas típicamente. Por una moneda de 5 centavos, permitía al cliente del hotel escuchar la radio durante una hora antes de irse a dormir.
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A principios del siglo XX, el 3 de enero de 1904, sale a la venta en Catalunya la primera revista infantil en catalán, En Patufet, que llevó la alegría durante 30 años a pequeños y grandes. Por sus páginas pasaron muchos autores, que incluyeron importantes escritores y artistas catalanes.
Patufet, que podría traducirse por "Pulgarcito", era un niño catalán tocado por una barretina, popular gorro alargado catalán de lana de color rojo o morado, similar a un gorro frigio. El personaje del patufet era el emblema de dicha revista infantil.
Durante los años 1924-25 la revista En Patufet publicó un curso elemental de radio, con tal de iniciar a los niños en el nuevo medio de comunicación que era la radio y que acababa de aparecer en Catalunya: cuando salió el primer artículo de este curso, en octubre de 1924, Radio Barcelona (EAJ-1) aún no había sido inaugurada (se inauguró oficialmente el 14 de noviembre de 1924, aunque había estado realizando pruebas anteriormente).
En cierta manera, una revista infantil, En Patufet, fue pionera en España en la enseñanza de la radio, ello una década antes de que surgiera en España, también en Barcelona, la famosa escuela de radio a distancia Radio Maymó.
Los artículos radiotécnicos publicados en la revista En Patufet fueron promovidos por los comerciantes barceloneses del ramo de la radiotécnia, interesados, como no, en popularizar la radio y aumentar sus ventas. La intervención más directa fue la del comerciante Rifà i Anglada (que además fue uno de los fundadores de Radio Barcelona), del establecimiento Radio-Lot, que ya se anunciaba en la revista, aunque como establecimiento que se dedicaba principalmente a la venta de linternas (esto llevó a que en catalán la palabra "lot" se hiciera sinónimo de "llanterna", linterna en catalán, palabra que los catalanoparlantes aún siguen usando hoy en día).
En este curso de radio se indicaba que se podían comprar los componentes para la realización casera de equipos de radio en el mencionado establecimiento Radio-Lot, situado en el Paseo de Sant Joan en la ciudad de Barcelona. Esto era algo lógico, pues no se podía realizar un curso de radio, aunque fuera muy elemental, si no se indicaba donde adquirir los componentes para construir un aparato de radio, en una época en que todo esto era una novedad.
El curso era muy elemental, y se componía principalmente de elaboración de circuitos de radio de galena, muy económicos y fáciles de construir, para los que no se necesitaba ninguna técnica especial, pero también se incluyó la construcción de algunos sencillos receptores de lámparas. También se anunciaba algún sencillo receptor de galena, como el modelo R-500 de la firma norteamericana Bell, anunciado en 1924, y que resultó ser ser una radio muy apreciada en España en aquellos años.
En Patufet fue una revista infantil de cuentos, chistes e historietas gráficas, pero fue la única de su época que incluyó un curso de radio, aunque muy elemental, cosa que no se dio en ninguna otra revista o medio de comunicación de la época.
Según la UIT (Unión Internacional de Telecomunicaciones, ITU en acrónimo inglés), el SMM (Servicio Móvil Marítimo) es el servicio entre estaciones costeras y estaciones en barcos, entre estaciones de barco, y entre estaciones de comunicaciones a bordo asociadas. Se excluye el servicio de ayuda a la navegación, constituido por los radiofaros, los sistemas de posicionamiento por satélite, y los radares repartidos a lo largo de la costa.
El año 1914, tras la tragedia del hundimiento del trasatlántico Titánic, la UIT (entonces Unión Internacional de Telegrafía) aprobó el primer convenio internacional para la seguridad de la vida humana en el mar, y se prescribió que los barcos que transportaran más de 50 pasajeros debían disponer de una instalación radioeléctrica con un alcance mínimo de 100 millas náuticas, y que los grandes barcos de pasajeros mantuvieran un servicio de escucha radioeléctrica permanente.
La prestación del SMM se impuso en España por parte del Estado el año 1929 a Trans-Radio Española, si bien en 1934 revirtió al Estado. A finales de 1962 el SMM fue asignado a la Dirección General de Correos y Telégrafos, la cual lo explotó directamente durante el resto de los años 1960's.
En diciembre de 1970, y por Real Decreto, se ordenaba la transmisión de la concesión del SMM a la Compañía Telefónica Nacional de España (CTNE, actual Telefónica de España), y con ello Telefónica se hizo con la titularidad exclusiva de todos los servicios radiotelegráficos y radiotelefónicos, tanto marítimos como internacionales.
Telefónica disponía de una red de más de 30 estaciones de Onda Media y Onda Corta, de las cuales 25 eran de radiotelefonía, y el resto de radiotelegrafía.
El Servicio Marítimo de Onda Corta se prestaba desde la provincia de Madrid, que aunque está en el centro de España y alejada del mar, tenía una ventaja: ofrecía una posición ventajosa para las comunicaciones marítimas en Onda Corta en todas direcciones. De haberse prestado, por ejemplo, desde Barcelona, hubiera dado una buena cobertura hacia el Mediterráneo, pero en peores condiciones hacia el Océano Atlántico.
Los transmisores radiotelegráficos estaban ubicados en la antigua estación costera de Aranjuez, mientras que los transmisores de radiotelefonía estaban ubicados en la localidad de Pozuelo del Rey.
A partir de 1975 comenzó un plan de mejora del SMM con la instalación de una red superpuesta de estaciones costeras de corto alcance, en la banda de VHF, y localizadas en el litoral, siguiendo las recomendaciones de la Organización Marítima Internacional. Estas estaciones eran alternativas a las estaciones costeras de Onda Media, también de corto-medio alcance, y operaban en una banda de frecuencias en 156 MHz.
Tanto las estaciones costeras radiotelefónicas de Onda Corta como las de Onda Media estuvieron funcionando con modulación de amplitud (AM), hasta finales de los años 1970's y principios de los 1980's, ya que por recomendación de la UIT, las estaciones fueron adaptadas para ser operativas con modulación de banda lateral única (SSB), debido al menor ancho de banda y mayor eficiencia energética de los transmisores de SSB.
El tráfico radiomarítimo de correspondencia pública, realizado a través de las estaciones costeras de Telefónica, fue decreciendo drásticamente desde finales de los años 1980's, sobre todo en lo que se refiere a la radiotelegrafía, debido a la aparición de servicios alternativos como los referidos al satélite y la telefonía móvil automática.
El servicio radiotelegráfico en código Morse dejó de prestarse por Telefónica el 30 de abril de 1999, al ser reemplazado por el Sistema Mundial de Socorro y Seguridad Marítima. Este sistema también dejó fuera de servicio la frecuencia de 500 kHz como frecuencia de emergencias marítimas en radiotelegrafía en Onda Media, y en general, el uso de la radiotelegrafía en el SMM.
Original de Joan Julià Enrich (EA3BKS)
Emitido en el programa L'Altra Ràdio, en Ràdio 4 (de Radio Nacional de España, en Cataluña)
el 26-03-2007
(Pequeñas historias de personajes que forman parte de la historia de la Radio, pero que se olvidan y no suelen salir en los libros).
Manuel (Manolo) Colomo Fernández, "El Brujo" como le han apodado muchos, fue un pionero de la radio y la televisión en Extremadura, trabajando como técnico primero en Onda Media, luego en Televisión y en radio a través de Frecuencia Modulada. Además fue radioaficionado. Fue un adelantado a su tiempo en los medios de comunicación.
Esta persona nació en 1926 en Mérida (Badajoz), y desde muy pequeño sintió una enorme afición por la radio, una afición que luego transmitió a sus hijos. Siendo aún niño, a la edad de 10 años montó su primera emisora con aparatos viejos. Cubría poco alcance, unas tres calles, constaba de una lámpara (en aquella época no existían los transistores) y la hacía funcionar con una batería de coche, y como no tenía micrófono, por las noches desmontaba el teléfono de su casa y utilizaba el micrófono del teléfono.
Aquellos juegos de niños acabarían derivando en una dedicación profesional. Siempre rodeado de cables, en 1950 fundó (o cofundó) Radio Juventud de Mérida, tras realizar un curso de 15 días en la Cadena Azul de Radiodifusión (CAR) en Madrid, cadena que pertenecía al sindicato Español Universitario. Radio Juventud de Mérida fue una radio-escuela del Frente de Juventudes, y los primeros estudios de la emisora estaban en una habitación de su casa que fue acondicionada para ello. Tuvo unos 15 ó 20 alumnos entre chicos y chicas. No existían ni magnetófonos ni nada, por lo que todo se tenía que hacer en directo. Los guiones procedían de la Cadena Azul.
Tras aquella experiencia llegó un cambio radical en la vida de Colomo. Salió a concurso la explotación de la sala de cine de la población de Valdivia, un nuevo pueblo de colonización creado en el contexto del Plan Badajoz, y decidió cambiar de aires. Se quedó con la adjudicación del cine, al fundarse este pueblo. No obstante, se trataba de una localidad pequeña y acabó residiendo en Villanueva de la Serena, de mayor actividad, donde montó un taller de reparaciones de radio. Lo compatibilizaba con el negocio del cine.
En aquellos años, mediados de los 1950, comenzaba a fraguarse el inicio de las emisiones de televisión en España. Otra vez más, Manolo Colomo se adelantó a su tiempo, siendo también un pionero de la televisión en Extremadura. Posiblemente fue la persona que tuvo el primer televisor de Extremadura, en una época en que aún no funcionaba la televisión en España, aunque sí en el vecino Portugal. Consiguió un televisor de la marca Telefunken, televisor que la propia Telefunken no le quería vender, ya que Telefunken consideraba que el televisor no le serviría de nada al no haber aún televisión en España, que Manolo Colomo no vería nada con él y que podría hacer pensar que el aparato estuviera mal o fuera un desprestigio para la marca. Pero lo consiguió, y con una antena que él se construyó, Manolo pudo ver la televisión portuguesa, que sí llegaba a la zona. Incluso puso el televisor en el escaparate de su tienda, y la calle se llenaba de gente que querían ver la televisión, toda una novedad por entonces.
En 1960 llegó a montar una emisora de tipo municipal de unos 10 vatios de potencia en Villanueva de la Serena, que llegaba a oírse en Badajoz. Estaba montada un desván en los altos del Ayuntamiento y había que acceder a ella con una escalera de mano. La emisora, Radio Villanueva de la Serena, estuvo en funcionamiento hasta que fue cerrada por orden del ministro franquista Fraga Iribarne.
Después vinieron unos años de mayor dedicación a su negocio de reparación de radios y televisores y menor inquietud en aventuras técnicas. Pero a inicios de los 80 llegó el 'boom' de las emisiones en Frecuencia Modulada (FM). El destino hizo que la cadena Radio 80 abriese su primera emisora en Don Benito (otro importante pueblo de la zona), Radio 80 Vegas Altas, en un piso de la calle Virgen, donde Colomo tenía también una tienda. Colomo se pasó muchas horas en esta nueva emisora y acabaron fichándole como técnico. Colomo fue técnico regional de Radio 80 (desde 1982) y Antena 3 (desde 1984) hasta que se jubiló.
Manolo Colomo también fue radioaficionado, con el indicativo oficial EA4CY. Como radioaficionado fue “socio fundador" de URE (Unión de Radioaficionados Españoles) en 1950, delegado provincial de URE en Badajoz en 1960, y delegado regional de URE en Extremadura en 1978. Además perteneció también al “Cuerpo de Transmisiones de Protección Civil” desde 1961.
Ya jubilado, pasados unos cuantos años, Colomo se matriculó junto a su mujer en la Universidad de los Mayores de Don Benito-Villanueva de la Serena. Dicha Universidad se encuentra en el IES (Instituto de Enseñanza Secundaria) Luis Chamizo, y la directora del centro la directora de este centro propondría posteriormente a Colomo reactivar una vieja emisora del instituto. Y así, a sus casi 83 años de edad, en 2009, montó una emisora dirigida a las personas de la "Tercera edad" que funciona a través de Internet, Radio Extrema Juventud, una emisora hecha por personas mayores y con programación para la tercera edad, de la cual Colomo fue el "alma mater", y que también sirve para que los profesores de la universidad impartan sus clases.
Manolo Colomo, pues, ha tocado a lo largo de su vida muchos aspectos de la radio, y con edad tan avanzada, ha seguido mostrando una gran vitalidad radiofónica.
Manuel Colomo Fernández, uno de los pioneros de la radio y de la televisión, falleció el 08-01-2010 a la edad de 83 años en Villanueva de la Serena. En 2023 su hija, Carmen Colomo Amador (doctora en Música por la Universidad de Extremadura y profesora titular del Conservatorio Municipal de Música de Don Benito), publicó un libro biográfico de su padre, "Manuel Colomo Fernández - El brujo extremeño de la radio y comunicación (1926-2010)", que fue presentado el 10 de junio de 2023 en la Casa de Cultura de Don Benito (Badajoz).
El 22 de febrero de 2009 el diario Ideal de Granada publicaba una noticia en la cual se informaba de que había fallecido Mariano Ruiz "el de los arradios" a la edad de 79 años en su pueblo natal, Lanjarón (pueblo de la Alpujarra granadina, famoso por sus aguas minerales).
Mariano Ruiz, al que todos conocían con el sobrenombre de "el de los arradios", fue el primer comerciante dedicado, desde 1950, a vender radios y televisores y otros electrodomésticos a plazos por las comarcas de La Alpujarra y el Valle de Lecrín".
Mariano trabajó en el campo a corta edad. Iba a clase por la noche. Hizo la mili en Armilla. Allí conoció a un vendedor de aparatos de radio. Cuando Mariano acudía a su pueblo siempre llevaba un receptor para venderlo. Después, compró una moto y un pequeño remolque para ampliar la venta por todos los pueblos de La Alpujarra y el Valle de Lecrín.
Cuando Mariano se casó adquirió una casa en la plaza de Lanjarón. En el local que abrió comenzó también a vender relojes, máquinas de escribir, televisores, bombonas de butano, hornillas, muebles... , convirtiéndose su establecimiento en una especie de supermercado de pueblo de la época, época en que casi todo se vendía a plazos. El primer televisor que entró en Lanjarón fue para Manuel Rodríguez, dueño del Balneario de Lanjarón.
Pero Mariano no solamente esperaba que vinieran a comprar a su tienda, sino que también se desplazaba por los pueblos cercanos ofreciendo sus mercancías mediante venta ambulante y recogiendo encargos. Primero en moto y después en coche, por las carreteras de tierra de la época, realizaba sus desplazamientos, muchas veces acompañado por un niño, Francisco López, para ayudarle. Llegó a tener un representante en algunos pueblos. Con el tiempo, Mariano también se dedicó a la venta de muebles dentro y fuera de Andalucía.
En uno de sus desplazamientos, a principios de la década de 1950, en un pequeño pueblo llamado Tíjola (pueblo anejo de Órgiva, provincia de Almería), una señora le encargó un aparato de radio, pero con una característica especial: Quería una radio en el que pudiera escuchar a Antonio Molina, un gran cantante español de la época. Mariano Ruiz aceptó el encargo, y para cumplirlo, se puso en contacto con Radio Granada para solicitar que pusieran canciones de Antonio Molina, en un espacio similar a los de los "discos dedicados". Con ello sabía a qué horas se emitirían canciones de Antonio Molina, con lo cual pudo probar a la señora que el aparato de radio servía para escuchar a Antonio Molina, y ella al oír a su ídolo, le compró el aparato sin rechistar.
En otra ocasión, otra mujer quería devolver el transistor que le había comprado porque decía que sólo hablaban y cantaban moros. Entonces, Mariano pulsó otro botón y se escuchó el parte de Radio Nacional de España. Todo quedó solucionado.
Tomado del diario El Ideal de Granada
(Noticia del 22/02/2009)
Durante la Guerra Civil Española, la radio fue un medio de información (más o menos manipulada) de ambos bandos en conflicto (republicanos y nacionales) para la población. Pero no todos disponían de un receptor de radio, aún era un aparato caro y no estaba al alcance de parte de la población española.
En la población cántabra de Castro Urdiales, un comerciante, Germán Martínez, tuvo la iniciativa de colocar cada día en esas fechas una radio en una balda que colocó en uno de los pilares de los soportales que hay en la entrada a la calle de la Correría, para que los vecinos pudieran estar informados de la actualidad, muy marcada por la Guerra Civil.
El 19 de febrero de 2017 el ayuntamiento de Castro Urdiales inauguró una placa conmemorativa y se colocó una réplica en madera de una radio de la época en otra balda colocada donde estuvo la original, a la entrada de la Correría, en recuerdo de esa iniciativa de Germán Martínez. La iniciativa partió de los alumnos del Colegio Miguel Hernández, y la réplica de la radio fue realizada por el escultor castreño Rubén Gutierrez Urrutia, biznieto de Germán Martínez.
El diario Heraldo de Aragón demostró que el fútbol es muchas veces algo más que un deporte. Lo consiguió contando el 2 de octubre de 1966 la historia de Juan Carlos, un chaval de quince años que hizo a su abuelo un regalo muy especial. El diario contaba lo siguiente:
Quizá la retransmisión más original que hasta la fecha se haya celebrado de un encuentro de fútbol, ha sido la que con motivo del Gimnástica de Torrelavega - Racing de Santander, correspondiente a la Segunda División de Liga, tuvo lugar desde los campos de Malecón en Torrelavega.
El encuentro, de la máxima rivalidad regional, había despertado la natural expectación entre los seguidores de uno y otro equipo después de diecisiete años de no haber vuelto a competir ambos en la misma división.
Un solo oyente
La retransmisión de este partido —y aquí empieza a vislumbrarse la originalidad de la misma— no gozó de mucha popularidad. Al contrario: estaba dirigida a una sola persona que no había podido desplazarse a presenciar la emocionante confrontación de los eternos rivales.
Don Víctor Van den Eynde, gran aficionado al fútbol, de 87 años de edad, era el afortunado único radioyente del encuentro. De locutor actuaba uno de sus nietos, Juan Carlos, de 15 años.
Don Víctor, aquejado de una enfermedad que le ha tenido retenido en la cama los dos últimos meses, se lamentaba en vísperas del partido de no poder ser testigo presencial del mismo. Esto le apenaba tanto —nos confesaría luego su nieto— que tuvimos que idear algo para sacarle de aquel abatimiento.
Y así, entre Juan Carlos, estudiante de sexto año de bachiller, y su padre, técnico en electrónica, elaboraron el proyecto de efectuar la original retransmisión en directo del partido.
Unos radioteléfonos
- Mi padre –nos diría el improvisado "speaker"— había fabricado hace algún tiempo dos radioteléfonos bastante rudimentarios, pero que funcionan todavía estupendamente. Aunque sólo tienen un kilómetro y medio, aproximadamente, de radio de acción, podían servir para lo que nos hablamos propuesto, dado que la casa de mi abuelo se encuentra, en línea recta, a unos seiscientos metros del campo de fútbol.
Todo un ‘speaker’
Llegado el día, Juan Carlos ocupó su localidad de socio veterano, pues a pesar de que sólo tiene quince años, hace ya tres que lo es de la Gimnástica, y fue explicando a través del aparato emisor las incidencias más importantes del encuentro. Su padre, que se encontraba haciendo compañía al abuelo en la casa de éste, escuchaba a través del otro radioteléfono lo que su hijo decía y a su vez se lo narraba al enfermo.
De esta manera tan original, el anciano pudo seguir desde la cama el desarrollo del partido que, además, terminó con la victoria de su equipo, y para que no faltara nada a aquella retransmisión que la hiciera desmerecer ante las de auténticos profesionales, en el descanso del partido el joven locutor efectuó varias entrevistas, comentando con los aficionados y algunos directivos del equipo propietario las incidencias más importantes que se habían producido.
Y todo esto sin que a lo largo de los noventa minutos el "locutor" tuviera que hacer cortes para dar paso a los inoportunos "slogans" publicitarios. Y es que, por una vez, la retransmisión no habla sido patrocinada por ninguna casa comercial, sino por el corazón de un niño de quince años.
Artículo original : 2 octubre 1966, el día que se hizo radio para un solo oyente
Fuente : Guía de la Radio nº 971
09-10-2016
Un fenómeno radiofónico de los años 50-60's en la España franquista fue la existencia de pequeñas emisoras locales en Onda Media y de baja potencia que habían surgido caótica pero legalmente como emisoras autorizadas gracias a un convenio con la Conferencia de Metropolitanos Españoles (la actual Comisión Episcopal), y que fueron regularizadas por el gobierno en 1959. Fueron las denominadas emisoras parroquiales.
De estas pequeñas emisoras llegaron a funcionar unas 180 en todo el estado español, si bien a partir de 1960 su número se redujo a 80, y aunque la titularidad seguía siendo de la Conferencia de Metropolitanos Españoles, su gestión fue encargada entonces a profesionales, y de ahí surgiría el distintivo de Cadena de Ondas Populares con que se identificaron estas emisoras desde entonces. Finalmente, estas emisoras fueron suprimidas u obligadas a reconvertirse por la ley de 1965 del Ministerio de Información y Turismo (La conocida como "Ley Fraga") en emisoras de FM.
Estas emisoras inicialmente no disponían de una licencia oficial, sin una frecuencia asignada, y simplemente estaban toleradas por el gobierno franquista en base al mencionado convenio, estando amparadas por los medios de comunicación social de la Iglesia católica a través de sus parroquias. Eran emisoras independientes entre sí, y no formaban ningún tipo de cadena radiofónica. Muchas no tenían subvenciones de ningún tipo, ni siquiera de la propia Iglesia, y subsistían gracias a la publicidad y los discos dedicados (por los que se pagaba un precio para su emisión), u otros procedimientos de financiación. Muchas realizaban una programación que podría decirse sería un equivalente de entonces a las emisoras municipales de hoy en día. Muchas de ellas emitían sólo unos días a la semana y durante unas horas al día, y solían ser llevadas por personas no profesionales.
Técnicamente eran emisoras de Onda Media (lo que había entonces), de poca potencia (unos cuantos vatios típicamente), que daban cobertura a su parroquia o municipio. Muchas solían estar ubicadas en alguna estancia de la parroquia, habilitada como estudio, y utilizaban antenas de hilo largo o dipolos tendidas desde algún punto alto de la parroquia o del campanario de la iglesia, hasta algún edificio cercano.
Con la aparición de la FM en España, el Ministerio de Información y Turismo, encabezado por el ministro franquista Fraga Iribarne, sacó un decreto en 1965 (la apodada "Ley Fraga") que entre otras cosas obligaba a cesar el funcionamiento de las emisoras parroquiales de Onda Media, y establecía que las emisoras que quisieran proseguir debían adaptarse a la Frecuencia Modulada (FM), así como las nuevas emisoras que solicitaran una licencia de emisión deberían de ser emisoras de FM. Con este decreto se pretendía aumentar la implantación de la FM en España, en unos años en que apenas habían en España receptores preparados para recibir las emisiones en FM.
Muchas de las emisoras parroquiales se adaptaron a la FM como emisoras locales, lo que prácticamente supuso el inicio de la FM en España (aunque ya habían emisoras que funcionaban en FM).
Dado que habían tantas emisoras parroquiales, y por entonces no habían casi aparatos receptores dotados de la FM, esta medida perjudicaba mucho a la Iglesia Católica, por lo que el gobierno acordó, tras un acuerdo entre el Estado y la Comisión Episcopal, otorgar a cada obispado que lo solicitara una emisora de Onda Media de 2 kW de potencia, (excepto en algunas grandes capitales, donde se permitieron potencias mayores). Fueron las emisoras que se identificaron como Radio Popular (indicando la población, p.ej, Radio Popular de Astorga, Radio Popular de Figueras, y con indicativos oficiales EAK), y que con el tiempo se agrupando en cadena, dando lugar a la formación de la COPE (Cadena de Ondas Populares Española), cadena cuya titularidad pertenece a la Iglesia Católica. Este acuerdo sirvió para reestructurar muchas pequeñas emisoras parroquiales, y como consecuencia, sólo habrá una programación en cadena de la COPE.
En los primeros años de la radio ésta se empleó principalmente para las comunicaciones con los barcos, empleándose la radiotelegrafía para ello. Parece ser que fue un barco mercante español en ser el primero en todo el mundo en emplear las transmisiones de voz por radio, o más propiamente dicho, en emplear la radiotelefonía, y fue el barco correo Rey Jaime I, que cubría regularmente el trayecto entre las ciudades de Barcelona y Palma de Mallorca.
Los diarios de estas dos ciudades informaron de las pruebas realizadas con éxito entre estaciones instaladas en los barcos correo de vapor que unían Barcelona con las Islas Baleares.
También la revista profesional y técnica El Telégrafo Español, el 15 de abril de 1918 publicó una amplia información de este hecho. Explicaba este artículo que fue un ex-oficial del cuerpo de Telégrafos español, el Sr. Antonio Castilla, el que con los conocimientos adquiridos en Estados Unidos sobre las lámparas electrónicas (inventadas unos años antes), y por su relación con uno de los inventores de éstas, Lee De Forest, y siendo él director técnico de la Compañía Ibérica de Telecomunicaciones, construyó los primeros radiotransmisores que se instalaron en los barcos.
Como entonces no existía la radiodifusión, las primeras emisoras de radio que construyó la compañía Ibérica fueron emisoras de radiotelegrafía, y estaban destinadas a los barcos y al ejército.
Las primeras pruebas con equipos transmisores de radiotelefonía (de la compañía Ibérica, de Antonio Castilla) tuvieron lugar en el mar Mediterráneo entre el barco Lulio con la estación radiotelefónica que llevaba a bordo el barco de vapor Rey Jaime I. El Lulio, anclado en el puerto de Barcelona, contactó a las pocas horas de su salida hacia Palma de Mallorca con el vapor correo rápido Rey Jaime I, estableciendo una comunicación radiotelefónica extraordinariamente satisfactoria, sintiéndose en el Lulio con gran claridad la voz del Sr. Estadellas, capitán del Rey Jaime I, de los oficiales primero y segundo del barco, además del radiotelegrafista.
No solamente el Lulio comunicó con el vapor Rey Jaime I, sino que usando al Lulio como intermediario, también contactaron con el Rey Jaime I dos estaciones particulares abonadas a la central telefónica urbana de Barcelona, una de ellas la de la redacción del periódico barcelonés La Vanguardia, siendo éste el primer diario del mundo que empleó la moderna radiotelefonía para hablar desde su domicilio con la tripulación y pasajeros de un barco en alta mar.
La comunicación, que fue fácil y limpia desde el primer momento, se mantuvo en condiciones inmejorables durante la travesía del Rey Jaime I, incluso ya estando este barco en el puerto de Palma de Mallorca, a 140 millas de las estaciones fijas de Barcelona.
Estas primeras estaciones construidas por la Compañía Ibérica de Telecomunicaciones para uso exclusivo de los barcos mercantes eran de naturaleza mixta, ya que en caso necesario permitían la transmisión en radiotelegrafía, empleando simplemente un conmutador para cambiar entre fonía y telegrafía.
La Compañía Ibérica de Telecomunicaciones también fue la primera en transmitir programas de radiodifusión en España, aunque fueron en plan experimental, como fabricante y suministrador del ejército español, ya que no tenía licencia de emisora. La Compañía Ibérica fue la primera en transmitir programas de radiodifusión en España, en Madrid en 1923, con la excusa de que eran pruebas de sus equipos suministrados al ejército, pero no realizó nunca una programación de radiodifusión, y al no tener licencia oficial para radiodifusión, finalmente se reconoció que la emisora decana de la radiodifusión en España fue Radio Barcelona EAJ-1, al ser la primera emisora a la que el gobierno concedió una licencia de radiodifusión, y que inició sus emisiones regulares en noviembre de 1924.
Original de Joan Julià Enrich (EA3BKS)
Emitido en el programa L'Altra Ràdio, en Ràdio 4 (de Radio Nacional de España, en Cataluña)
el 19-04-2010
Guglielmo Marconi (Guillermo Marconi) es considerado el inventor oficial de la radio (si bien en realidad contribuyeron a ello varios investigadores), realizando sus primeras experiencias en su Italia natal en 1894-95. Usando transmisores de chispa, consiguió enviar señales radiotelegráficas cada vez a mayores distancias. Su primera patente sobre radiotelegrafía o Telegrafía sin hilos (TSH) fue registrada en Inglaterra en 1896 y concedida en 1897, y para explotar su invento, creó su propia compañía, que desde 1900 se denomina Marconi Wireless & Telegraph Company Ltd., con sede en Londres.
Pronto se vio la utilidad de este nuevo sistema de comunicación en el ámbito marino, ya que permitía la comunicación con barcos incluso lejos de la costa, por lo que podían comunicar incidencias, su posición, o hacer llamadas de emergencia. Hasta ahora, los barcos alejados de la costa estaban totalmente incomunicados de tierra.
Marconi, con su compañía, buscó el monopolio mundial de la TSH, en el que sus clientes debían ser los estados, la marina de guerra y la protección costera, y de hecho, el negocio de Marconi acabaría siendo la equipación de sus equipos de TSH a bordo de barcos y estaciones costeras, que estaban bajo control de la compañía en régimen de monopolio, para la seguridad y comunicaciones navales.
Ya en 1905 muchos barcos llevaban equipos de radio para comunicarse con emisoras de costa, lo que permitía, por ejemplo, hacer llamadas de socorro en caso de emergencia. Marconi quiso monopolizar las comunicaciones de radio a nivel mundial y por ello los equipos de radiotelegrafía instalado en la mayoría de los buques eran de propiedad de la compañía de Marconi y operados por operadores telegrafistas de la propia compañía. Sin embargo, en Europa le salieron otros competidores, como la compañía alemana Telefunken, que equipó los barcos alemanes y de otros países con sus estaciones de TSH, también propiedad de la compañía y operadas por radiotelegrafistas de la compañía.
Ese año de 1905, entre estaciones costeras y estaciones navales (a bordo de barcos) se estima que habían unas 800 en todo el mundo. Seis años después, a finales de 1911, se estima ya eran unas 1800 estaciones. Según datos del Bureau International de Berna de 15 de septiembre de 1911, había 324 estaciones costeras y 1.424 navales instaladas, correspondiendo estas últimas a las diferentes compañías de telegrafía sin hilos existentes en aquel momento: Telefunken, 183; De Forest, 14; Shoemaker, 1; Marine Francaise, 140; British Radio, 9; Lepel, 1; Teishnsho, 22; M. B.,1; Sisteme Mixte, 6; Poly-frenquenze, 1; Marconi, 588; Cié. Genérale Radiotelegraphique, 13; Deuts Bebriebs gesellshaft, 29; Ste. Francaise Radio-Electrique, 3; Lodge Muinishead, 11; Anglo American Telegraph Co, 1; United Wireless, 32; Etincelles SouffIecs Musicals, 1; Branly Popp, 5; En buques de guerra y no dadas a publicidad, 369. Como se puede ver, dominaban las estaciones explotadas por la Marconi’s Wireless Telegraph Co.
En España no se equiparía una estación de TSH en un buque hasta 1910. El primer buque español en que se equipó una estación de TSH fue el vapor de la marina mercante Alfonso XII, de la Compañía Trasatlántica (de Barcelona). En el mes de mayo de 1910 la prensa informaba sobre las reformas y mejoras que se habían efectuado en dicho vapor con motivo de su viaje a Argentina para llevar a la representación española, al frente de la cual iría la Infanta Isabel, que iba a participar en los actos de conmemoración del centenario de la independencia del país sudamericano. El gobierno español quiso dar a este viaje una gran difusión periodística, para lo que invitó a formar parte de la comitiva a los directores de los periódicos más importantes del país. Una de las mejoras que se citaban era la instalación de una estación de TSH de la compañía Marconi, instalación efectuada por el ingeniero M.H. Kosber.
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Compañía Trasatlántica (de Barcelona). Su bandera era el círculo blanco sobre fondo azul. | El vapor Alfonso XII, de la Compañía Trasatlántica de Barcelona. (Clic en la imagen para ampliarla). |
La comitiva partió el 1 de mayo en tren de Madrid con destino a Cádiz, en donde embarcaron en el vapor Alfonso XII, el cual causó asombro entre los pasajeros cuyo comentario mayoritario fue que se trataba de un verdadero palacio flotante por su suntuosa decoración y grandes comodidades. Y el día 3 de mayo, partió a las 4 de la tarde, formando convoy con el Patricio de Satrústegui, vapor de la misma compañía, en el que viajaba el resto de la representación española y que también iba provisto de una estación de TSH Marconi (por lo que sería el segundo barco español al que se equipó una estación de TSH). Antes de pasar por las islas Canarias, el vapor Alfonso XII dejó atrás al Patricio de Satrústegui.
El capitán del Alfonso XII en este viaje fue Manuel Deschamps y Martínez, distinguido con la Cruz al Mérito Naval con distintivo Rojo por su actuación destacada y valerosa en Cuba, en la Guerra Hispano Norteamericana de 1898, burlando el bloqueo efectuado por la armada estadounidense al mando del vapor Montserrat en el que transportaba, pasaje, correspondencia, soldados, jefes y oficiales. Deschamps fue autorizado a comunicar, durante la travesía, con la estación radiotelegráfica de Gibraltar.
Según relata el periodista M. de Valdeiglesias, que viajaba en el Alfonso XII, durante la travesía no pudieron comunicar con España, pero sí con Londres y con otros barcos que estuvieran a distancias de hasta 200-250 milla, así como con la estación radiotelegráfica de Clifton (en Irlanda), de la cual recibieron algunas noticias de actualidad. Aunque las comunicaciones con España, a través de la estación radiotelegráfica de Gibraltar (británica) no tuvieron éxito, para el periodista le quedó claro que era cuestión de poco tiempo que los buques que navegan entre Europa y América tuvieran comunicación diaria con ambos continentes.
Tras hacer escala técnica en Cabo Verde para cargar carbón, el Alfonso XII llegó puntualmente a Buenos Aires en la mañana del 18 de mayo. La infanta Isabel fue recibida con gran solemnidad por el presidente de la República Argentina. Durante las dos semanas que duró la estancia en Argentina, el programa de actividades fue agotador, con muestras constantes de emotivos sentimientos de simpatía hacía España. El vapor emprendería su regreso a España el 2 de junio con la comitiva, pasando por Canarias el 15 de junio y llegando y fondeando en antepuerto de Santa Cruz (Cádiz) la mañana del 18 de junio.
Y volviendo a los datos del año 1911, en España las estaciones navales existentes a finales de año eran en total 34, repartidas entre tres compañías: 8 estaciones de British Radio y 20 de la compañía Marconi, todas ellas en barcos mercantes, y 6 estaciones Telefunken, equipadas en barcos de guerra. De estos 34 buques, 11 pertenecían a la Compañía Trasatlántica de Barcelona, 9 a la Compañía Pinillos de Cádiz, 8 a la Compañía Vapores Correos de África y los 6 restantes a la Marina de Guerra. Como se puede ver, dominaban las estaciones de la compañía Marconi.
En cuanto a estaciones costeras, en diciembre de 1910 se había constituido la Compañía Nacional de Telegrafía sin Hilos, con sede en Madrid, que obtuvo la cesión de patentes y derechos de fabricación de Marconi Wireless Telegraph Co Ltd. de Londres, para construir y explotar el servicio público español de telegrafía sin hilos cuya concesión había sido otorgada en 1908 a la Sociedad Oerlikon, y que esta sociedad no pudo cumplir. El gobierno español había elaborado en 1907 un plan que establecía la necesidad de construir una veintena de estaciones radiotelegráficas costeras en todo el país.
De la mano de la Compañía Nacional de Telegrafía sin Hilos, el 25 de noviembre de 1911 comenzaron a prestar servicio las estaciones costeras de Barcelona (situada en Prat de Llobregat), Cádiz, Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria (en Melenara), y se estaban construyendo las de Soller (Mallorca), Cabo de Gata (pero se proyectaba su traslado a Alicante), Vigo (en el Monte Vixiador) y la Central de Madrid (situada en Aranjuez), que irían entrando en servicio a principios de 1912. Total 8 estaciones costeras, que sumadas a las 34 navales, suponía que en España había un total de 42 estaciones (sin incluir las estaciones militares o instaladas en el Ministerio de la Guerra). Y en 1918 un total de 188 vapores de la marina mercante española ya estaban dotados con radiotelegrafía.
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Interior de una estación costera de TSH, año 1911. (clic en la imagen para ampliarla). | Estación radiotelegráfica naval Marconi, a bordo de un buque, hacia 1911. (clic en la imagen para ampliarla). |
Resumido de originales de Tomás Manuel Abeigón Vidal (EA1CIU) (Pontevedra),
sobre Experiencias tempranas de radio en España (Agosto 2017)
El mes de diciembre de 1985 comenzó con el estreno de una película —que terminó por pasar a la historia del cine— llamada Regreso al Futuro, dirigida por Robert Zemeckis, y protagonizada por Michael J. Fox. Aquella película arrasó en los cines en una época que estaban realmente de moda, la época en la que sólo se podía comprar la entrada en la ventanilla, la época donde existían gigantescas colas en las películas mas demandadas.
De aquella película titulada Regreso al Futuro emanaba una atmósfera de tecnología futura que… ¡quien sabe!… quizás algún día podría ser una realidad. Todo esto ocurría en una época en la que la tecnología iba más allá de un centro de investigación o una gran empresa para entrar en los hogares, ya sea con una película como aquella o por la "invasión"de la informática personal.
La informática personal del usuario doméstico estaba dominada por entonces por los pequeños ordenadores de 8 bits, mucho más baratos que los Personal Computers (PC's) de IBM, que habían sido lanzados al mercado en 1981 y aún eran equipos muy caros para el usuario doméstico, tanto de España como de otros países, estando su uso restringido prácticamente al ámbito empresarial. Los ordenadores de 8 bits eran más sencillos, económicos, y la mayoría de ellos solían consistir en una especie de teclado que albergaba en su interior el circuito del ordenador, y que usaba el televisor (de tubo y analógico por entonces) como monitor (a través de la toma de antena), y las cintas magnéticas de audio (cassettes y cintas magnetofónicas) como sistema de almacenamiento (los programas se grababan y guardaban como señales de audio que codificaban con tonos los bits de información digital).
Concretamente el 23 de abril de 1982 fue lanzado al mercado un nuevo ordenador personal de 8 bits basado en el microprocesador Zilog Z80, y bautizado con el nombre de ZX Spectrum. El equipo fue diseñado por la empresa británica Sinclair. Ese equipo fue, posiblemente, el ordenador personal de 8 bits más destacado —junto con la serie CPC de Amstrad— de la década de los años ochenta. Rápidamente se hizo con una gran cuota de mercado, y con un interminable grupo de fanáticos de esa máquina, tanto en España como en otros países europeos.
Prácticamente todos estos ordenadores domésticos de 8 bits funcionaban con distintas versiones del sencillo lenguaje de programación BASIC, y los programas se grababan y se cargaban en cinta magnetofónica (típicamente en cintas de casette) por medio de estridentes sonidos que parecían venir del espacio exterior, pero que contaban con todo el sentido necesario para un ordenador cuya base era un básico sistema binario. Cada bloque de sonido era traducido en grupos de bits que el ordenador podía interpretar. Con estos ordenadores, copiar un programa era tan sencillo como utilizar un radiocasette de doble pletina (o dos equipos de casette) para copiar todos aquellos extraños sonidos de la cinta original a otra virgen. Estos sonidos correspondían típicamente a una transmisión de datos de 1200 bits/segundo.
Pero en el año 1983 se dio algún paso más al respecto en el país de moda en Europa para la informática personal que era, en aquellos años, Reino Unido. Una emisora de radio llamada Radio West, en la ciudad de Bristol, estrenó en el verano de 1983 un programa semanal emitido cada lunes dedicado a la informática llamado Datarama, y se les ocurrió la feliz idea de emitir por su sintonía software creado por el propio equipo de ese programa. Los radioyentes solo tenían que grabar en cinta, desde sus receptores de radio, aquellos periodos del programa donde se emitía el software.
El sistema de envío vía radio era muy útil a la par que sencillo, pero también tuvo algunos peros. El programa de radio era escuchado por muchos oyentes, y no todos contaban con un ordenador ZX Spectrum en su hogar. Muchos oyentes tenían otros ordenadores de 8 bits muy comunes en la época como el BBC Micro o el Commodore 64, y aunque todos utilizaban el lenguaje BASIC, cada ordenador tenía su propia versión de BASIC (y su forma de codificar con sonidos los programas para grabar en cinta), por lo que eran incompatibles entre sí.
Una emisora de radio holandesa llamada Nederlandse Omroep Stichting emitió, en la década de los años ochenta, un espacio dedicado a la informática llamado Hobbyscoop. A los responsables del programa de radio se les ocurrió una idea para solucionar el problema de incompatibilidad entre ordenadores: crear un conversor intermedio. Las emisiones de software por radio se crearon en un lenguaje llamado BASICODE, y se utilizaba una aplicación de conversión llamada BASCODER con la que traducían el programa emitido al BASIC correcto para la máquina del usuario.
Además de Reino Unido y Holanda, en España también existieron emisoras de radio que emitieron software, por ejemplo el programa El Vicio del Silicio en Los 40 principales de Bilbao, o el programa L’Altra Ràdio de Ràdio 4 (de Radio Nacional de España en Cataluña).
En el caso del programa L’Altra Ràdio, programa en lengua catalana sobre radio y telecomunicaciones, desde mayo de 1986 y hasta junio de 1990, estuvo emitiendo periódicamente el denominado “Digitext”, una transmisión de datos con contenidos del programa en modo texto, con una duración aproximada de un minuto, para ser recibida con ordenadores domésticos conectados al receptor de FM, o bien para ser grabados en cinta de cassette, para posteriormente cargarlos en el ordenador. Se habilitó el digitext para cuatro ordenadores domésticos bastante populares en España en aquella época: ZX Spectrum, Commodore 64, los MSX y Amstrad CPC, por lo que se debían realizar 4 transmisiones del digitext en cada programa, una por cada ordenador. En esos 4 años, se realizaron un centenar de transmisiones de digitext, que corresponderían a unas 2.000 páginas (pantallas) de ordenador en modo texto.
El Vicio del Silicio fue posiblemente el primer programa de radio dedicado a la informática en España, aunque no lo sabemos seguro porque en aquellos años habían muchas emisoras locales, y muchos programas emitidos no están documentados.
El programa fue emitido en Radio Bilbao, por su emisora musical de Los 40 principales, de 9 a 10 de la noche de los sábados, siendo dirigido por Fermin Rotaetxe, un "disc-jockey" de la Cadena SER que declaró ser apasionado de la informática. En Fermin nació la idea de hacer un programa dedicado a la informática, terminando por proponerlo en la emisora. Fue un programa pionero en muchos aspectos, y fue el primer programa de radio sobre informática del País Vasco, y seguramente también lo fue en España. Su primera emisión parece ser que tuvo lugar en otoño de 1985, si bien hay otra versión que indica que en otoño se inició su proceso de preparación y en los primeros días de 1986 se hizo la primera emisión de prueba. Además de Fermin Rotaetxe, otras 6 personas formaron parte del programa (Óscar Campos, Joseba López de Arroyabe, Jose Macías, Sergio Vallinas, Alberto Zorilla y David Santamaría), además de colaboraciones puntuales de otros locutores de la cadena. El programa estuvo en antena durante dos años.
Cada emisión tenía una duración de 50 minutos, y eran siempre emitidos entre las 21 y 22 horas de la noche, justo en medio de la programación de Los 40 Principales. Cada programa se componía de unas secciones fijas, y por medio música como no podía ser de otra forma al ser emitido el programa en una emisora de Los 40 Principales. Existía una sección llamada "Mercabit" para dar servicio a la compra-venta de productos informáticos… una especie de «Wallapop radiofónico»; otra sección estaba destinada a hacer revisiones de las últimas novedades de videojuegos, así como la sección también era un medio de difusión de trucos y consejos del mismo área.
Es necesario hacer una mención especial de Txiplicio, una voz enlatada "estilo robot" que hacía las veces de compañero de locutor, respondiendo preguntas y haciendo todo tipo de comentarios. Los miembros del programa utilizaron un Apple Macintosh y un software llamado Speaker para crear la voz, siendo generada desde un texto introducido en el teclado. Y como el programa Speaker estaba diseñado para la fonética inglesa, era necesario escribir el texto de forma que la fonética inglesa diera como resultado palabras que se querían dictar en español.
Además de lo comentado, también existió el "Club de Usuarios de El Vicio del Silicio" que buscó poner en contacto entre sí a los oyentes del programa para que pudieran intercambiar experiencias y conocimiento. Aquel club era gratuito y regularmente el equipo componía unas hojas fotocopiadas y grapadas a modo de boletín que eran enviados al domicilio de cada socio del club; aquel boletín disponía de un "aire mackero" (según palabras del propio Fermin Rotaetxe) debido a las ilustraciones "clip-art" obtenidas en los primitivos Macintosh.
La sección más importante, la que más hizo destacar al programa de radio con el paso de los años, fue la sección de Audiobaudios, donde se emitían los extraños sonidos cuyo contenido no era más que un programa informático. Grabando estos sonidos en cinta de musica con los equipos de música existentes en los hogares, posteriormente, podían ser cargados esos programas en los ordenadores de los oyentes para ser ejecutados allí. Se trataba de pequeños programas escritos en BASIC, no tratándose de videojuegos ni programas comerciales.
Volviendo a España, en el mes de diciembre de 1985 se rumoreaba también que Televisión Española estaba preparando el lanzamiento de un moderno y novedoso sistema de información para ser utilizado a través de los televisores: el Teletexto. En realidad, de aquel sistema de información a través de las ondas de televisión ya se habían hecho pruebas puntuales de funcionamiento desde el Mundial de Fútbol de 1982 que se había celebrado en España. Y, finalmente, vio retrasada su salida hasta el año 1988.
Con el anuncio de la inminente llegada del Telexto a las televisiones domésticas, a un empleado de la Cadena SER se le ocurrió la idea de crear un Radiotexto, que finalmente bautizó con el nombre de Radiotexto SER. Hacía algunos pocos años que algunas emisoras extranjeras iniciaron secciones en su programación llamadas AudioBaudios, donde se emitían a través de las ondas programas informáticos que podían ser grabados en cinta de audio y cargados en ordenador posteriormente. Evidentemente, eran programas para aquellos ordenadores de 8 bits, programas que, como se ha dicho anteriormente, se codificaban y guardaban en forma de señales de audio. En España, y tan solo dos meses antes, un programa de radio dedicado a la informática llamado El Vicio del Silicio ya había puesto en práctica una sección dedicada a realizar ese mismo servicio.
La idea de la Cadena SER iba más allá, ya que la idea no era en sí transmitir software, sino era emitir noticias mediante una especie de periódico digital electrónico radiado por las ondas y que era recibido en los domicilios particulares con los receptores de radio ordinarios. El proceso era sintonizar el programa en un receptor de radio que pudiera grabar en cinta la señal recibida (un radiocassette), y al empezar a emitir la información se iniciaba la grabación en una cinta de música convencional (típicamente una cinta de cassette). Después, aquellos sonidos almacenados se reproducían y se aplicaban a la entrada correspondiente de un ordenador (de 8 bits) que transformaba aquellas señales en información binaria, y que en el ordenador cargaba una especie de programa con varios submenús y textos con todas las noticias.
El programa piloto fue puesto en marcha en el mes de diciembre de 1985, y para ejecutar las primeras experiencias del sistema fue seleccionada la emisora Radio Valladolid, de la Cadena SER. El director del proyecto fue Tomás de la Cal, y los programadores que ejecutaron la parte técnica fueron Pablo José Benitez y Pedro José Carvalho. El propio responsable del proyecto, Tomás de la Cal, reconoció que la fuente de inspiración del Radiotexto fue la emisión de software por las ondas desde una emisora holandesa. Posiblemente se refería a la emisora Nederlandse Omroep Stichting, que emitió software por las ondas a través del programa de radio Hobbyscoop.
Tomás de la Cal fue la persona en la Cadena Ser que tuvo la idea de dar un giro a aquella experiencia holandesa para dar otro enfoque diferente al envío de información: no enviar juegos ni programas, sino enviar imágenes y texto en forma de noticias.
En la primera emisión que realizaron mediante Radiotexto enviaron por las ondas el logotipo de la Cadena SER y la lista de 'Los 40 Principales'. La parte curiosa de la historia es que la primera emisión se ejecutó sin decir nada a los oyentes, que comenzaron a escuchar durante un espacio de tiempo aquellos sonidos estridentes que el usuario de un Sinclair Spectrum o de un Amstrad CPC464 (dos de los más importantes ordenadores de 8 bits comercializados en España) conocía a la perfección, al mismo tiempo que Tomás de la Cal había pactado con alguien que grabara aquellos sonidos en una cinta en su domicilio.
Los datos enviados por las ondas desde el programa de Radiotexto tenían como destino el ordenador Spectrum, que quizás era el más común y popular en España a finales del año 1985. El propio Tomás de la Cal reconoció la enorme emoción y alegría que se llevo al llegar a casa después de la primera emisión y ver, en su ordenador Spectrum, el logotipo de la Cadena SER que había recibido por las ondas.
El siguiente objetivo del Radiotexto de Radio Valladolid era conseguir emitir una señal con información que fuera inaudible, pero aquello se quedó en el tintero porque la experiencia del programa de Radiotexto no se extendió mucho tiempo más.
No obstante aquellos experimentos y aquel servicio de Radiotexto tuvo su importante dosis de mérito, pasando a ser historia de la informática en lo que a radiodifusión refiere.
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Diversas pantallas del Radiotexto de la SER. |
El programa de radio creado y emitido desde Bilbao llamado El Vicio del Silicio tiene el honor de ser el primero emitido en España dedicado a la informática, concretamente a la informática puntera en los hogares en el año de su debut, en otoño de 1985, que eran los ordenadores de 8 bits como los Sinclair Spectrum, Amstrad, o Commodore. Pero no mucho tiempo después de las emisiones de prueba de El Vicio del Silicio desde Bilbao, en Barcelona, se puso en marcha el que podría ser el programa de radio sobre informática más recordado de los años ochenta, ya que al menos alcanzó una sublime cota de popularidad.
En marzo de 1986 se estrenó en la Cadena COPE un programa dedicado a una incipiente informática personal que fue denominado con el llamativo nombre de Sábado Chip. Aquel programa fue emitido inicialmente desde Barcelona por la emisora Radio Miramar, realizándose un "puente aéreo radiofónico" con Madrid para radiarlo por toda la cadena COPE.
Por entonces Radio Miramar de Barcelona era una emisora independiente, pero estaba asociada a la Cadena COPE desde el 1 de febrero de 1983, al no contar la Cadena COPE con emisora propia en Barcelona. Con ello los programas de radio más importantes de la Cadena COPE eran emitidos para Barcelona a través de Radio Miramar. Así que, en marzo de 1986, nació el programa de radio Sábado Chip en Radio Miramar, siendo un programa propiedad de la Cadena COPE.
El 31 de julio de 1987 la Cadena COPE decidió no renovar el acuerdo de colaboración con Radio Miramar motivado porque COPE había adquirido Radio Sabadell, y entonces COPE ya tuvo emisora propia en Barcelona. Y aunque se desvincularon, en verano de 1991 la Cadena COPE compró a Radio Miramar y la cambió de nombre, pasándose a llamar COPE Miramar. Por eso, desde la segunda mitad del año 1987, el programa de radio Sábado Chip se emitió desde Radio Popular en lugar de Radio Miramar. Por lo tanto, hubieron programas de Sábado Chip emitidos desde Radio Miramar y otros programas posteriores emitidos ya en Radio Popular.
Los presentadores del programa Sábado Chip eran Eva Orúe y José Luis Arriaza, cada uno operando desde una ciudad diferente (Barcelona y Madrid respectivamente). El director del programa era Antonio Rua. Además, existía un colaborador ficticio llamado Chipito que, en realidad, era la voz de José Luis Arriaza modificada mediante sintetizador. Para la promoción se pusieron anuncios del programa en la famosa revista de los años ochenta y primeros noventa llamada Microhobby, publicación dedicada principalmente a aquellos míticos ordenadores de 8 bits de la década de los 80.
El programa de radio Sábado Chip se emitía los sábados y contaba con una duración de 2 horas, de 17 a 19 horas de la tarde. El tipo de público que buscó captar aquel programa eran los jóvenes aficionados al mundo de los videojuegos, especialidad que estaba prosperando gracias a aquellos primeros ordenadores personales. Y el programa alcanzó la suficiente popularidad como para lanzar productos en campañas comerciales conjuntas con grandes empresas de la época como, por ejemplo, Galerías Preciados.
Cada programa era emitido totalmente en directo y se iniciaba con una selección de noticias sobre la informática y, a lo largo de cada programa, se iban intercalando preguntas que contestaban los oyentes por vía telefónica. El que acertaba la pregunta ganaba un estupendo juego de la mítica firma Erbe Software, además de una suscripción a la revista llamada Amstrad User. Otra sección importante eran las conexiones "transatlánticas" que se realizaban con el locutor de otro programa de informática similar que se emitía en Uruguay.
En cada programa se emitían una o dos entrevistas a personas famosas, y contaba también con una sección de libros a cargo de Pablo Taniguchi. Una sección común con otros programas de radio sobre informática de la época era la del mercadeo con productos informáticos, unos anuncios de "compra-venta-intercambio" a través de las ondas, en aquellos años donde no existía Internet ni unas comunicaciones cibernéticas globales que en la actualidad sí existen. Quizás la sección más esperada en cada programa era la llamada Chip Parade, que era una cuenta atrás de los 15 mejores videojuegos elegidos por los votos de la audiencia.
También es importante comentar que Sábado Chip se unió a los programas de esa década que realizaron aquello que se conoce como "AudioBaudios", esto es, emitir programas de software a través de las ondas. De estos audiobaudios sólo existe constancia de una emisión puntual confirmada por la propia Eva Orúe en una entrevista que realizó muy posteriormente.
El programa de radio Sábado Chip no duró mucho en antena. A finales de 1987 se emitió el último programa, por lo que solo estuvo en las ondas desde marzo de 1986 hasta finalizar el año 1987, dos temporadas en total. Además, la retirada del programa fue repentina, de un sábado para otro, siendo sustituido Sábado Chip por otro programa presentado por el famoso Joaquín Prat. No obstante, muchos aficionados a la informática en los años ochenta recuerdan ese programa con cariño y, en la actualidad, se conservan en Internet muchos cortes de audio de este programa.
Tomado de parceladigital.com ,
artículos sobre "Programas de radio sobre informatica" :
Radio West, El Vicio del Silicio, y los Audiobaudios... cuando se emitía software por radio (22-09-2017)
Programas de radio sobre informática I: El Vicio del Silicio (15-11-2017)
Programas de radio sobre informática II: Radiotexto de Radio Valladolid (17-11-2017)
Programas de radio sobre informática III: Sábado Chip en Radio Popular y Radio Miramar (26-11-2017)
Tras la Guerra Civil española, España sufre un largo periodo de penalidades económicas, y la radio fue prácticamente el único medio de entretenimiento de la población española, tanto para grandes como para chicos. Y lo fue hasta los años 60's, en que empezó en España a extenserse un nuevo medio de comunicación y entretenimiento, la televisión.
En esas décadas, los años 40's y 50's, la oferta radiofónica de entretenimiento fueron además de la emisión de reportajes, la emisión de radionovelas, radioteatros, cuentos radiados..., programas (que denominamos seriales radiados) que dieron lugar a la existencia de cuadros dramáticos de las emisoras integrados por grandes actores y actrices, y la existencia de los "ruideros", encargados de lo que hoy en día denominamos "efectos especiales". La emisión de seriales radiados se se llegó a mantener incluso hasta los años 70's.
En esas dos décadas estos programas fueron muy seguidos por los radiooyentes españoles, se escuchaban con plena atención, requiriendo el silencio de todos los que estuvieran en la sala donde estaba el receptor de radio. Y según la trama del serial, llegaban a emocionar al radiooyente. Habían romances y desencantos, desamores y amores, tramas perversas y los siempre egoístas intentando quedarse con la mejor tajada de los más pobres, e inocentes en aquellos amores imposibles entre pobres y ricos, entre gentes de postín y muchachas enamoradas, o aquel otro que salía a comprar tabaco y no aparecía jamás... En muchas ocasiones, a las madres y abuelas se les asomaban por los ojos unas lágrimas de emoción o de angustia. Fueron seriales y radionovelas que tuvieron mucho éxito y algunos llegaron a durar varios años.
El primer espacio dramático emitido en una emisora de radio fue emitido por la BBC británica en 1923. Fue una adaptación de "La Noche de Reyes" de Shakespeare, pero el hito de la ficción radiofónica fue la famosa emisión de la adaptación radiofónica de la novela de ficción "La Guerra de los Mundos" (de Herbert George Wells) por el joven Orson Welles, emitida por la cadena CBS desde New York la noche de Halloween (30 de octubre) de 1938 y que paralizó al país. También en España se comenzaron a adaptar textos literarios para ser contados, inclusive películas, lo que generó una gran variedad de escritores y dramaturgos para la radio.
Sin embargo, en los 40 España había salido de una guerra civil, siendo gobernada por la dictadura del general Franco, dictadura que usó la radio con fines propagandísticos, imponiendo su ideología y sus valores en los informativos y espacios de entretenimiento. La programación de las emisoras de radio era vigilada por la censura oficial.
Las radionovelas y los radioteatros se vislumbraron entonces como un negocio radiofónico. Las grandes cadenas de radio españolas apostaron por la ficción y crearon las agrupaciones de actores, siendo la pionera la agrupación de actores de Radio Madrid, siendo Teófilo Martínez una de las voces más importantes de aquellos tiempos. En 1945, Radio Madrid buscó nuevos talentos para su agrupación de actores a través del programa "Tu carrera es la radio". Su agrupación de actores estuvo formada por más de 60 profesionales. Por otro lado, la agrupación de actores de la Radio Nacional no era menor y estuvo conformada por Lourdes Guerra y José María del Río.
Los años 50 fue la década dorada de los seriales, cuyo éxito radicó en las complicadas tramas y que al final de cada capítulo se dejaba al oyente a la expectativa (caso de las radionovelas). Se transmitían ocho horas al día e iban dirigidos no solo a las mujeres, sino a todos los sectores de la sociedad. Los seriales abarcaron todos los géneros y describían situaciones que poco tenían que ver con el día a día del país, recreando una realidad a la medida de la dictadura. Los guionistas eran una pieza importante de ese engranaje, siendo el hombre más popular Guillermo Sautier Casaseca, el rey del melodrama por "Ama Rosa", un importante serial radiado que tuvo gran repercusión en los oyentes y que fue llevada al teatro y al cine.
Este serial iba dirigido a todas las amas de casa, pero la comedia costumbrista buscaba la complicidad de toda la familia, siendo su máximo exponente el serial “Matilde, perico y periquín”, creado por Eduardo Vásquez. En 1953, Enrique Jarnés crea las aventuras futuristas de una pareja de héroes, “Diego Valores”, que fue la radionovela juvenil por excelencia, siendo emitida durante cuatro años y la cual fue trasladada al comic, y creó una industria de cromos y juguetes. El oeste americano también llegó a la radio con los seriales “El Coyote” y “Dos hombres buenos”, del autor José Mallorquí. “La Ratita”, “La gallina Marcelina”, “Garbancito”, “El mono titiritero”, “El gallo kiriko”, “Cara sucia”, “El enano saltarín”... fueron cuentos radiados para los niños pequeños, como también se hizo algún programa juvenil.
El género policiaco, que era menos popular, tenía su espacio por las noches. Fue vigilado por la censura, al igual que toda la ficción radiofónica, hasta el punto que los libretos del serial (que empleaban los actores) se pedían con cuarenta y ocho horas de antelación. Además de la censura oficial, existía una más sutil, la de las marcas patrocinadoras. Por otra parte, el éxito de los seriales radiados hizo que los seriales saltaran la radio a los teatros, con giras por España.
En 1942, la SER, con Antonio Calderón, pone en las ondas “El Teatro del Aire”. Por otro lado, en 1949, Radio Nacional de España, estrena “El Teatro Invisible”, el cual adaptaba textos clásicos para ser radiados. Se emitió durante dos décadas todos los domingos a las 22:30 de la noche a finales de los 40 y fue dirigido por Juan Manuel Soriano.
Al principio tanto los seriales como los teatros se emitían en directo, pero a mediados de los años 50 se comenzaron a utilizar los magnetófonos, que permitían grabar los espacios dramáticos para radiarlos posteriormente. En un rincón del estudio se situaban los artilugios para la ambientación, manejados por técnicos especialistas o “ruideros” (actualmente son los encargados de los efectos especiales). Se las ingeniaban con lo que podían para generar los ruidos de ambientación. Utilizaban puertas, cocos y otros objetos para recrear el sonido de tormentas, el viento, fuego crepitando o caballos galopando. Las jornadas de trabajo eran interminables, ya que los estudios funcionaban mañana y tarde.
Si hubiera que establecer una diferencia entre radionovela y radioteatro, podría decirse que mientras la primera es una dramatización emitida por capítulos, el radioteatro engloba todo tipo de montaje radiofónico escenificado y de raíz dramática o género teatral. En ocasiones un radioteatro podía ser una obra completa que era emitida sin interrupciones el mismo día.
Y así, durante dos décadas, pasó un tiempo de seriales, cuentos, radionovelas y radioteatro para entretener al personal.
Fuente: Toño Morala, en La Nueva Crónica
Mayo 2018
Poco recordado, el gallego Benjamín Balboa López fue el radiotelegrafista que el 18 de julio de 1936 alertó del golpe militar de Franco.
La historia de Balboa es apasionante y se encuentra documentada en libros como “La flota es roja” de Daniel Sueiro. Nacido el 19 de marzo de 1901 en Boimorto/A Gandara (cerca de Arzúa, provincia de A Coruña), Balboa es miembro de una familia numerosa e hijo de un maestro, y fue conociendo diferentes lugares según los destinos profesionales de su padre, como Malpica de Bergantiños o Cesuras, y dejando familiares también en núcleos de la Costa da Morte como los que tiene en el municipio de Zas. Ingresó en la Armada en 1916, ascendiendo al rango de cabo telegrafista en 1921 y a segundo contramaestre en 1929. Desde 1928 estuvo afiliado a la masonería. Según algunos autores, Balboa también estaba afiliado al PSOE.
Benjamín Balboa López fue uno de los protagonistas en los primeros días de la sublevación, por una reacción heroica a favor de la República desde su puesto en la estación de radiotelegrafía (TSH) del centro de comunicaciones de la Armada (del Ministerio de la Marina), en la madrileña zona de Ciudad Lineal - Chamartín. Desde esta estación de TSH (Telegrafía sin hilos) se establecían todas las comunicaciones con las bases navales y los buques de la Armada española, usando la telegrafia. Por entonces, Balboa era oficial de 3ª clase (equivalente a un alférez) del Cuerpo Auxiliar de Radiotelegrafistas de la Armada.
Era el 18 de julio de 1936. Serían hacia las seis y media de la mañana, cuando después de una noche en vela, de insomnio y nicotina, el oficial Balboa capta un mensaje clave en la historia de España:
“Gloria al heroico ejército de África. España sobre todo. Recibid el saludo entusiasta de estas guarniciones, que se unen a vosotros y demás compañeros Península en estos momentos históricos. Fe ciega en el triunfo. Viva España con honor. General Franco”.
El mensaje inicial del general Franco fue transmitido desde Tenerife (Canarias) e iba dirigido al jefe de la Circunscripción Oriental de África en Melilla. Momentos después volvió a detectar otro radiograma con el mismo texto e idéntica firma, dirigido a los generales jefe de las Divisiones Orgánicas en Madrid, Sevilla, Valencia, Barcelona, Zaragoza, Burgos, Valladolid y La Coruña, al comandante militar de Baleares, al general jefe de la División de Caballería en Madrid, al jefe de la circunscripción de Ceuta y Larache, al jefe de las fuerzas militares de Marruecos, y a los almirantes jefes de las bases navales de Ferrol, Cadiz y Cartagena. Todavía captó otro mensaje, transmitido desde la base naval de Cartagena, que terminaba con la orden de “cursése a las guarniciones”" y que aumento aún más las sospechas de Balboa de que esto se trataba de un alzamiento militar, y que se pretendía utilizar la estación del Ministerio de la Marina para propagar este alzamiento a toda la Armada y levantar a los cuarteles y demás dependencias militares de Madrid.
Estaba claro para Balboa que esta jornada sería diferente a todas las demás. Los militares se habían sublevado. Sus convicciones republicanas le hicieron pensar en informar del mensaje al jefe de la secretaría del Ministro de la Marina, José Giral.
Siguiendo las instrucciones de la persona contactada desde Cartagena (un compañero radiotelegrafista, del cual Balboa se dio cuenta que estaba cumpliendo órdenes y que estaba rodeado de jefes militares y no podía oponerse), toma nota del mensaje, y rápidamente, saltándose a propósito a su superior más inmediato, el jefe de la estación, el capitán de corbeta Cástor Ibáñez Aldecoa, corre a uno de los teléfonos del centro cuidándose de no utilizar el que estaba conectado con el domicilio del jefe de la estación Ibáñez Aldecoa (cercana a unos 100 metros), que estaba a la espera de noticias, y se pone al habla con el jefe de la secretaría del Ministerio de Marina, el teniente de navío Prado Mendizabal, al que lee por teléfono el texto lanzado por Franco. Prado copia rápidamente las palabras que Balboa le dicta y antes de colgar y pasárselas al ministro de la Marina José Giral, le indica a Balboa que pase a limpio la circular y la envíe con toda urgencia y en sobre cerrado y personal al ministro de la Guerra y presidente del Consejo, Santiago Casares Quiroga.
Balboa pasa a limpio el texto de Franco y llama a un ordenanza para remitirlo en un sobre cerrado a Santiago Casares Quiroga, y en ese momento es cuando aparece el jefe del servicio, capitán Ibáñez Aldecoa, que se da cuenta que tiene el esperado mensaje de Franco y que iba a ser enviado al ministro o al jefe del Gobierno en lugar de a las guarniciones para que se sumen al alzamiento. Ibáñez Aldecoa le arrebata bruscamente el mensaje, recriminando a Balboa haberse querido saltar la vía jerárquica, y procede a comunicarse telefónicamente con el siguiente destinatario del mensaje por vía jerárquica, el Jefe del Estado Mayor de la Armada, el vicealmirante Salas, con el que mantuvo una eufórica y alborozada conversación en voz alta después de la entusiasmada transmisión de la circular de Franco, y Salas emplazó a Aldecoa a difundir el mensaje subversivo.
Ibáñez Aldecoa pretende dar difusión al aviso, pero en la sala de operaciones encuentra con la oposición de Balboa. Aldecoa, gritándole, lo arresta por contravenir sus órdenes:
“Usted está contraviniendo mis órdenes. Retírese como arrestado a su habitación. Y a partir de este momento le prohíbo que entre en la sala de aparatos.”
Pero Balboa no se intimida, y es él el que amenazándolo con su pistola replica con energía e ira al capitán Aldecoa:
“No acato esa orden. Tengo una misión que cumplir y la cumpliré, cueste lo que cueste y pese a quién pese. Estoy aquí para defender a la República contra aquellos que, como usted sabe, la traicionan. Y desde este momento es usted, no yo, quién tiene prohibida la entrada en el local.”
Aldecoa es detenido por Balboa y lo encierra en una habitación de su casa, bajo amenaza de dispararle si intenta escapar:
“No salga usted de su casa. Si lo intenta se hará fuego contra usted.”
El valiente gallego, ya dueño de la situación, da cuenta al gobierno de la situación creada y con la ayuda de otros compañeros, comienza a comunicarse con los distintos efectivos de la Armada para ir dando cuenta de la sublevación, y procurando asesorar a los fieles a la República. Consiguió, entre otras cosas, impedir el paso del estrecho de Gibraltar al grueso de las fuerzas sublevadas en el protectorado marroquí, y mantener la mayor parte de la flota y las bases navales mantenerse fieles a la República.
Este hombre alcanzó una popularidad y relevancia de primer orden. Ascendió en el escalafón del gobierno, ascendiendo primero a Oficial de primera (equiparado a capitán), desempeñando diversos cargos públicos, y llegando a ser Subsecretario de Marina y Aire, y muchos medios le dedicaron reportajes y entrevistas como La Libertad, Estampa o Mundo Gráfico.
A comienzos de 1939 los republicanos ya no se libran de un fuerte olor a derrota. Benjamín Balboa es uno de los que se escapa a Francia. En Marsella conoce a Katia Landau (la viuda del desaparecido dirigente comunista Kurt Landau) que acaba compartiendo con este hombre el exilio en Méjico hasta su muerte, previa estancia en Casablanca. Allí participa en el Consejo Español de la Paz que presidía José Giral. Comparte actividades en el exilio con el poeta León Felipe, con el pintor Diego Rivera, o con el cineasta gallego Carlos Velo. Balboa falleció en Méjico a mediados de 1976.
Balboa fue el primer héroe de la II República. “Si la República del Frente Popular hubiera sido justa y avisada, el mayor monumento en la plaza mayor de todas las ciudades debería hacerlo dedicado al telegrafista Benjamín Balboa”, escribió José A. Vaca de Osma.
Fuente principal: Galería de héroes republicanos de la Guerra Civil Española
de la Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores (S.B.H.A.C.)
Telegrafista y radioaficionado, Francisco Cano Alcaraz fue una figura importante de la Comunidad Valenciana y por desgracia muy poco conocido en Torrent (Torrente), municipio de Valencia donde descansan sus restos, en alguna calle del cementerio de este municipio.
Francisco Cano, también conocido como “El guerrillero de Torrente” o “El telegrafista de Torrent”, nació en 1894 en Valencia. Era un radioaficionado entusiasta, hobby que le costó luego muy caro, aunque antes de la Guerra Civil lo disfrutó mucho.
Tras la sublevación del 18 de julio de 1936, el Comité Ejecutivo Popular de Torrent tomó su emisora de radioaficionado, que tenía el indicativo EA5AD, pasando a ser Radio Torrente y la controló hasta el final de la guerra. Francisco Cano, que trabajaba en Correos y Telégrafos de Valencia, socialista convencido aunque nunca llegó a militar en el PSOE (Partido Socialista Obrero Español), siguió a los mandos de EA5AD / Radio Torrente y comenzó a defender al gobierno de la II República.
Mientras la guerra iba avanzando, Francisco, desde Radio Torrente, apoyaba al ejército republicano y lo animaba en la defensa para que no tomaran el bando nacional (los sublevados contra la República) Madrid y que posteriormente que no se acercaran a las posiciones del Mediterráneo.
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Francisco Cano Alcaraz, ante el micrófono de Radio Torrent - EA5AD. |
Cano no sólo mantuvo informada a la población sobre los avatares de la guerra, sino que ridiculizó y se burló de los generales nacionales en el programa Chusma Fascista, sobre todo de Francisco Franco y de Queipo del Llano. Radio Torrente fue también un medio de propaganda del Gobierno republicano que transmitía comunicados oficiales, noticiarios para España y América Latina y diarios hablados en italiano y alemán; y prestó servicios radiotelegráficos, enlazando con Tánger, el Estado Mayor y emisoras republicanas, entre ellas Radio Norte de Madrid. Además, estableció un servicio de radioescucha de radios nacionales cuyos informes aprovechó el Ministerio de Guerra.
A través de su programa Chusma Fascista Francisco Cano no tardó en polemizar contra el general Queipo de Llano, el cual desde Radio Sevilla estuvo arengando a las tropas nacionales durante los primeros meses de la guerra. Queipo no tardaba en contestar a través de las ondas a Francisco, insultándolo muchas veces.
“El telegrafista de Torrente ese, ha dicho, que no tomaremos Madrid ; pues aunque no lo quiera, sí que tomaremos Madrid”, decía Queipo de LLano desde las antenas de radio Sevilla.
El telegrafista de Torrente contestaba a Queipo a través de Radio Torrente: “Anda, ¿pues no dice que tomarán Madrid? Que se acerquen un poco y hundiermos a la canalla fascista”
Durante mucho tiempo el telegrafista de Torrente fue una persona popular, y a Queipo de Llano le molestaba muchísimo, y se metía con él continuamente. Ambos mantuvieron durante bastante tiempo una polémica por las ondas de radio que se hizo bastante popular. Todas estas palabras textuales de ambos protegonistas las conocemos gracias a José Mª Cruz Román, locutor de Unión Radio durante la guerra, que conoció y escuchó a Francisco.
Francisco Cano muchas veces tachaba a Queipo de Llano de borracho (por su peculiar forma de hablar), algo que Queipo desmentía, y contestaba a Cano con insultos con su habitual tono matón y chulesco. Como ejemplo de ello está el romance radiofónico burlesco sobre el general Queipo de Llano que Francisco Cano radiaba a veces con tono jocoso por Radio Torrente, del cual quedan registros:
Atención Radio Sevilla, Queipo de Llano es quien ladra, quien muge, quien gorgogea, quien rebuzna a cuatro patas. Radio Sevilla, señores, aquí un salvador de España,¡viva el vino, viva el vómito!
Y esta toche tomo Málaga, el lunes tomé Jerez, martes Montilla y Cazalla, miércoles Chinchón, y el jueves... borracho, jajaja, y por las mañana, todas las caballerizas de Madrid, todas las cuadras, mullendo los cagajones me darán su blanda cama.
¡Oooh, qué delicia dormir teniendo por almohada y al alcance del hocico dos pesebres de alfalfa! ¡Qué honor, ir al herradero del ronzal! ¡Qué insigne gracia recibí en mis pezuñas, clavadas con alcayatas, las herraduras que Franco ganó por arrojo en África!
Ya se me atiranta el lomo, ya se me empinan las ancas, ya las orejas me crecen, ya los dientes se me alargan, la cincha me viene corta, las riendas se me desmandan.
¡Galopa, galopa!, al paso, y estaré en Madrid mañana.
Que los colegios se cierren, que las tabernas se abran. Nada de universidades, de institutos, ¡nada, nada!, que el vino corra al encuentro de un libertador de España.
¡Atención Radio Sevilla!, el general de esta plaza, tonto de renzo en su idiota, Queipo de Llano, calla.
(Escuchar el romance aquí)
Antes de que los sublevados tomaran Valencia, Francisco se desplazó a Barcelona, donde permaneció refugiado. Tras pasar un tiempo en Barcelona, unos falangistas de Torrent se enteran de su paradero y se desplazaron a Barcelona, donde Francisco fue perseguido y finalmente capturado en mayo de 1940.
Francisco es trasladado a Torrente, siendo encarcelado en la Torre de Torrent, que por aquel entonces fue usada como prisión franquista, donde permaneció encarcelado durante 16 meses, debido a un juicio lleno de irregularidades procesales que se inició en mayo de 1940. Durante su estancia en la prisión torrentina, sufrió mucho, pues el trato y la comida que recibió fueron infrahumanas, algo que era típico de los campos de concentración y prisiones franquistas. También cabe destacar que su hijo, Francisco Cano Regolf, de 20 años de edad, que también había colaborado con su padre en Radio Torrente, también estuvo detenido en esa misma cárcel junto a su padre, pero fue liberado.
Finalmente, como era de esperar, el 20 de agosto de 1941 su sufrimiento por fin llega a su fin. Tras un consejo de guerra sumarísimo fue condenado a la pena capital. No hubo perdón hacia él, jamás le llegó el indulto, a pesar de de que no se demostró en el proceso su implicación en la muerte de nadie durante la guerra. Cano había trazado desde la cárcel Modelo de Valencia la estrategia de su defensa recogiendo el testimonio de personas de derechas a los que él socorrió en la guerra. Al menos tres nacionales salvaron la vida gracias a la mediación de Cano con las autoridades republicanas. Su hijo y su esposa, Natalia Regolf, visitaron muchos despachos para conseguir su libertad, aun a sabiendas de que los juicios sumarísimos tenían ya el guión escrito con la pena de muerte como punto final. Pero pesó mucho su labor en Radio Torrente, y el fallo de la sentencia no deja dudas: desde Radio Torrente, Cano profirió “insultos groseros y soeces contra nuestro Caudillo y generales a sus órdenes”.
Francisco Cano es trasladado a Paterna, lo llevaron hasta el cementerio de ese municipio, y allí fue fusilado el 20 de agosto, como miles de personas después de la guerra, acusadas de defensa, colaboración y apoyo al gobierno de la II República. En esto, Franco fue implacable. Un escueto certificado de defunción de ese 20 de agosto de 1941 sellaba la ignominia: “Causa de la muerte: heridas penetrantes en cabeza y tórax por arma de fuego”. Murió a los 48 años, dejando viuda y dos hijos.
Fuentes:
Blog Torrent Histórico , artículo “Francisco Cano Alcaráz, el guerrillero de Torrent” (04-11-2009)
Diario El País , edición impresa para la Comunidad Valenciana del 09-04-2002 , artículo “Muerte de un locutor”.
Recopilado por Fernando Fernández de Villegas (EB3EMD)
Actualizado: 18-08-2023