DOCTRINA CATÓLICA

Catecismo de la 
Realeza Social de Jesucristo
del Padre Phillippe

QUINTA LECCIÓN

CARÁCTER ESPIRITUAL

DE LA REALEZA DE JESUCRISTO

  • 33. ¿Qué otra característica posee la Realeza Social de Cristo?

       El Papa Pío XI la explica con los siguientes términos: Los textos citados de la Biblia demuestran con toda evidencia que este reino es principalmente espiritual y que su objeto propio son las realidades del espíritu, conclusión lógica confirmada personalmente por la manera de obrar del Salvador. Porque juzgaron equivocadamente que el Mesías devolvería la libertad al pueblo judío y restablecería el reino de Israel, Cristo deshizo y refutó esta idea vanamente esperanzada. Cuando la muchedumbre, maravillada, quería proclamarle rey, Cristo rehusó este honroso título huyendo y escondiéndose en la soledad. Finalmente, en presencia del gobernador romano declaró que su reino no era de este mundo. Los evangelios describen este reino como un reino cuyo ingreso exige una penitencia preparatoria, ingreso que a su vez sólo es posible por medio de la fe y del bautismo, el cual, si bien es un rito externo, significa y produce la regeneración del alma. Este reino se opone solamente al reino de Satanás y a la potestad de las tinieblas, y exige de sus súbditos no sólo que, con el desprendimiento espiritual de las riquezas y de los bienes temporales, observen una moral pura y tengan hambre y sed de justicia, sino que exige además la abnegación de sí mismos y la aceptación de la cruz. Cristo, como Redentor, rescató a la Iglesia con su sangre; y Cristo, como Sacerdote, se ofreció a sí mismo y se sigue ofreciendo perpetuamente como victima por los pecados del mundo; ¿quién no ve, por tanto, que la dignidad real del Salvador participa y muestra la naturaleza de ambos oficios? Por otra parte, incurriría en un grave error el que negase a la humanidad de Cristo el poder real sobre todas y cada una de las realidades sociales y políticas del hombre, ya que Cristo como hombre ha recibido de su Padre un derecho absoluto sobre toda la creación, de tal manera que toda ella está sometida a su voluntad. Sin embargo, mientras vivió sobre la tierra, Cristo se abstuvo totalmente del ejercicio de este poder, y así como entonces despreció la propiedad y administración de los bienes humanos, así también permite y sigue permitiendo el uso de éstos a sus poseedores. Expresa bien esta permisión el conocido texto: No arrebata el reino temporal el que da el reino celestial".  

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  • 34. Explique este carácter espiritual de la Realeza de Cristo.

       Es necesario recordar lo que ya se ha dicho. En razón de la unión hipostática y su acción redentora, Jesucristo posee entera autoridad sobre toda creatura. El hombre debe alcanzar su fin último por medio de Jesucristo. El es el Camino que se debe seguir para la salvación, la Verdad que ilumina a todo hombre que viene a este mundo, la Vida que tiene por misión vivificar las almas por la gracia. A causa de su poder supremo, Jesucristo debe obrar sobre todo hombre, de manera que sea en toda realidad para cada uno: Camino, Verdad y Vida. También a causa de este mismo poder supremo que le da autoridad sobre toda Sociedad y toda Autoridad, debe necesariamente obrar de modo tal que, por una parte ninguna autoridad terrestre le impida ni pueda impedir a nadie que Jesucristo sea Camino, Verdad y Vida; y por otra parte, que toda Autoridad o Sociedad cooperen de hecho a que Jesucristo sea para cada uno Camino, Verdad y Vida. El carácter social y espiritual de la Realeza de Cristo se ve explicado con perfecta claridad por las consideraciones que se acaban de hacer. Jesucristo es Rey. Todo poder le ha sido dado, incluso sobre las cosas temporales. Este poder puede ejercerse de derecho tanto en el orden temporal como en el espiritual. De hecho, se limita a una intervención espiritual.

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  • 35. ¿En qué medida interviene espiritualmente Cristo en las organizaciones sociales?

       No hay límites para su poder de intervención. En derecho y de hecho, Cristo Rey debe intervenir por Sí mismo y por su Iglesia, es decir, por su enseñanza, en las constituciones fundamentales de los pueblos y países, en las organizaciones sociales y hasta en la Sociedad de las Naciones mismas. Esto debe ser así, porque es el único medio para el Divino Rey de cumplir la misión divino-terrestre que se ha impuesto y le ha confiado la Santísima Trinidad.

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  • 36. Así pues, ¿Jesucristo es Rey de todas las Naciones?

       Efectivamente. Según la palabra del Profeta: Todas las naciones le han sido dadas en herencia y su imperio, o más exactamente su propiedad, se extiende hasta los confines de la Tierra.

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  • 37. Los homenajes públicos que deben dársele a Jesucristo Dios y Hombre, ¿proceden del carácter espiritual del que se halla revestida la Realeza de Jesucristo?

       Sí; los homenajes públicos de adoración y de amor, de reconocimiento y de reparación, de petición e impetración le son debidos a Jesucristo Dios. Son impuestos a Jesucristo Hombre y a todos los hombres por Jesucristo Rey. Cristo Rey ejerce una Realeza espiritual porque es el Camino, la Verdad y la Vida. La ejerce además porque solamente El posee los medios para adorar y rendir dignamente todos sus deberes a la Santísima Trinidad. Que el hombre cumpla estos deberes fue uno de los fines de la venida de Cristo al mundo. A su realeza le compete pues, imponer estos homenajes espirituales al hombre y a toda Sociedad, pues es el único medio tanto para el uno como para la otra de llegar a su último fin.

SEXTA LECCIÓN

EL PODER DE LA IGLESIA

EN EL ORDEN ESTABLECIDO POR DIOS

 

  • 38. ¿Cuál es la voluntad de Cristo, Rey de las Sociedades, sobre la Iglesia?

       Su voluntad es doble. Primeramente, como ya se ha dicho, la Iglesia le debe a Dios y a Jesucristo la más entera sumisión. No le es permitido añadir una sola verdad a las que enseñó Jesucristo. Del mismo modo, no le es permitido suprimir ninguna. Depende de Dios, hasta en los mínimos detalles, con una absoluta dependencia. También, por voluntad de Jesucristo, se halla investida de una misión que debe cumplir. En razón de esta autoridad sobre toda autoridad, Jesucristo le confió esta misión. Esta implica necesariamente una participación a su autoridad sobre toda autoridad.

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  • 39. ¿Puede explicar un poco esta misión de la Iglesia?

       Esta es la situación en la que Cristo puso a su Iglesia. Le dijo: "Vayan, enseñen a todos los pueblos, Yo estoy con ustedes hasta el fin de los siglos". Estas palabras explican las intenciones de Jesucristo. El Divino Maestro quiere que su Iglesia sea en el mundo el instrumento para la salvación de las almas, Lo quiere hasta tal punto que sólo a la Iglesia, excluyendo cualquier otro organismo, le ha confiado la misión de conducir las almas a su Bienaventuranza final. Quiere sin duda pues, que su Iglesia cumpla en el mundo, para la salvación de éste, la función de organismo necesario.

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  • 40. Pero en estas condiciones, la Iglesia sería tan necesaria como el mismo Cristo, lo cual es inadmisible.

       Es perfectamente admisible que la Iglesia sea tan necesaria como Cristo mismo si tal es la voluntad de Cristo. Y de hecho, Cristo manda a su Iglesia que enseñe a los Pueblos y administre los Sacramentos. 0 por mejor decir, Jesucristo por mediación de la Santa Iglesia quiere ser para todo hombre y para toda Sociedad: Camino, Verdad y Vida.

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  • 41. Pero en estas condiciones, a la Iglesia le pertenece el título de Reina, y al Papa el título de Rey.

       Incontestablemente. La Iglesia no tiene a nadie, ni por encima de Ella ni a su mismo nivel, que la pueda iluminar, enseñar y dirigir, mas que al mismo Dios, al Espíritu de Dios y a Jesucristo. Si Cristo es verdaderamente Rey porque ejerce una autoridad sobre los individuos, las Sociedades y toda otra Autoridad, del mismo modo la Iglesia es Reina, porque debe enseñar a los hombres con autoridad sus deberes. Y como realmente rige, es Reina.

       Al mismo título y por las mismas razones, El Papa es verdadero Rey.

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  • 42. ¿Cuáles son las consecuencias inmediatas de estas verdades?

       La primera de todas es que Jesucristo y su Iglesia tienen la obligación de intervenir en todo Orden Social. En toda obligación social, sea la que sea, tienen por misión divina, iluminar a los Pueblos y Sociedades sobre sus deberes. Es lo que enseña la Santa Sede en una carta que dirigió al Arzobispo de Tours (Francia): "En medio de los desórdenes actuales, es necesario recordar a los hombres que la Iglesia es, por su divina institución, la única arca de salvación para la humanidad. Fundada por el Hijo de Dios sobre San Pedro y sus sucesores, no solamente es la guardiana de las verdades reveladas, sino también la custodia necesaria de la ley natural. Por esto, hoy más que nunca, se debe enseñar, como lo está haciendo, Monseñor, que la verdad liberadora tanto para los individuos como para las sociedades es la verdad sobrenatural en su plenitud y pureza, sin atenuación ni disminución ni compromisos, tal, en una palabra, como Nuestro Señor Jesucristo vino a traería al mundo, tal como la confió a la custodia y magisterio de Pedro y su Iglesia". (Carta del 16 de marzo de 1917). 
       La segunda consecuencia, que sigue a la primera, es que Jesucristo y su Iglesia son necesarios para el Orden Social. Si no fuesen necesarios, Dios no los hubiese impuesto al mundo como medio de salvación. Si tienen una misión obligatoria para con los Pueblos.

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  • 43. Pero entonces, ¿la Iglesia tiene una misión no sólo con las almas, sino también con las Sociedades?

       Sí, la Iglesia y el Papa tienen que cumplir una tarea impuesta divinamente, no sólo ante las almas sino también ante las Sociedades. Primeramente, en la tierra únicamente a la Iglesia se le ha confiado el depósito no sólo de las verdades reveladas sino también el de las verdades morales del orden natural. Sin la existencia y puesta en práctica de esta ley moral, ninguna Sociedad puede subsistir. Pertenece pues a la Iglesia la enseñanza de las verdades primordiales, únicas que pueden salvar al mundo y a cada país en particular. Pertenece también a la Iglesia y solamente a Ella la interpretación autorizada de las leyes de justicia natural que deben presidir las relaciones de los Pueblos entre si. Es justo que sea así. La Iglesia debe conducir los Pueblos a su fin último. Estos viven normalmente en este mundo en estado de Sociedad. La Iglesia pues, debe conducirlos a su fin, por la Sociedad en la que Dios quiere que vivan. Esta es la verdad primordial del fin último querido por Dios y que el hombre, que ilumina todas las grandes cuestiones, debe querer. No es de extrañar que el desprecio de esta verdad y de la ley que comporta atraigan los castigos divinos. ¿Acaso no es un castigo real la impotencia en la que se hallan los Gobiernos que buscan la Paz de las Naciones? Dios, la Iglesia y el Papa están arrinconados, y las cosas quieren hacerse sin Ellos. La consecuencia de este criminal olvido es fatal: quiere obrarse sin Dios, y Dios deja que las cosas se hagan sin El. Nada bueno se hace.
       En estas condiciones se debería inculcar a los hombres, cueste lo que cueste, la dependencia de toda Sociedad respecto de Dios, de su Cristo y de la Misión de la Iglesia. Sin duda. Hay un dicho común: "Entre dos males se debe escoger el menor". Y es algo certísimo que el mal que proviene del silencio de los que tienen por misión enseñar es el mayor y más pernicioso de los males. Jesucristo o de modo tajante para circunstancias como estas: para establecer su Verdad en el mundo, si es necesario pasar por sufrimientos y persecución, debe pasarse. Más vale el martirio que el sacrificio y renuncia de las verdades necesarias a la salvación.  

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  •  44. En estas condiciones se debería inculcar a los hombres, cueste lo que cueste, la dependencia de toda Sociedad respecto de Dios, de su Cristo y de la Misión de la Iglesia.

       Sin duda. Es algo certísimo que el mal que proviene del silencio de los que tienen por misión enseñar es el mayor y más pernicioso de los males. Jesucristo o de modo tajante para circunstancias como estas: para establecer su Verdad en el mundo, si es necesario pasar por sufrimientos y persecución, debe pasarse. Más vale el martirio que el sacrificio y renuncia de las verdades necesarias a la salvación.

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