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Es común que al vivir en la ciudad, a pesar del gusto por la naturaleza,
suceda que uno olvide la belleza del entorno que nos rodea, ya sea observando
sin alzar la vista o haciéndolo, la limitación de la perspectiva, la
falta de horizonte o la agresiva polución tanto sonora como del ambiente,
provocan un acostumbramiento que solo puede superarse con el alejamiento
de las grandes ciudades.
Es común también que la decisión de alejarse del ruido o la luz de un
reflector vecino en unas vacaciones, no sea siempre una decisión individual,
muchas veces la familia determina si es mejor el mar o las sierras.
Soy de aquellos que han perdido esa pelea en este verano y sin mas remedio
me fui al mar...
Para que son las vacaciones de un aficionado a la astronomía?... son
claro, para observar el cielo, pero el aire de mar, la sal y la arena
exponen al equipo óptico a condiciones nada recomendables, fué así que
llegué al mar con solo mis ojos y mi traje de baño con las constelaciones
estampadas, como un recuerdo inmediato de lo que podría haber observado.
Así pasaron mis vacaciones, junto a la familia, el diario, unas copas
con amigos y la firme convicción de que tarde o temprano ganaría la
batalla por las sierras de Córdoba.
Limitándome a esperar la oportunidad justa... llegó Semana Santa...,
sin planes que discutir y a modo de sorpresa inesperada (je je), nada
mejor que un pequeño viaje de una semana a las sierras. Con la ventaja
del efecto sorpresa y la convicción de que el aire serrano sería para
la familia un desahogo, nos fuimos para Bialet Massé y el Mirador del
Lago San Roque en la provincia de Córdoba.
El plan, cuidadosamente estructurado en secreto constaba de dos equipos
básicos, la caña de flote y el arsenal para la observación del cielo.
Por la mañana temprano una buena pesca de pejerrey en el Lago San Roque,
al mediodía una opípara comida de fresco pejerrey con salsa Metre de
Hotel y ensalada criolla con puré, luego una pequeña siesta, luego los
preparativos para la observación y al llegar la noche, disfrutar de
la inmensa cantidad de estrellas que pueden observarse desde este lugar.
Salimos de La Plata el viernes 6 por la tarde y a la mañana siguiente
ya estábamos en Córdoba, transitando el camino a La Calera se llega
hasta el Dique del Lago San Roque, una espectacular represa que contiene
el agua del lago y descarga por un gigantesco embudo las aguas para
mantener el nivel.
Vista desde el Dique hacia el Lago San Roque
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Vista desde el Dique hacia la descarga
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Vista lateral del Dique y el embudo de descarga
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Impresionante vista de la descarga en el embudo
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Continuando el viaje desde el Dique del Lago San Roque hacia Bialet
Massé, bordeando el lado Este del lago y al pié de las sierras se encuentra
la Plaza de las Banderas o las Provincias Argentinas, punto geográfico
que representa el centro de la República.
Vista del camino hacia Bialet Massé
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Plaza de las Banderas o las Provincias Argentinas
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Vista del Lago San Roque desde la Plaza. Al fondo el
Mirador del Lago, a la derecha Bialet Massé.
A
pocos kilómetros siguiendo el mismo camino al pie de las sierras se
encuentra el pueblo de Bialet Massé, de unos 3000 habitantes, que sumado
a los del Mirador del Lago, contabilizan unos 4500. El Mirador del Lago
San Roque, a 820 Km de la ciudad de La Plata y a unos 700 m sobre el
nivel del mar, se presenta favorecido por las notables características
panorámicas del Valle de Punilla, con una ubicación excepcional, hallándose
entre ríos, arroyos, caminos y montañas. La ubicación tanto de Bialet
Massé como la del Mirador del Lago, se encuentra dividida por la ruta
Nacional 38, a mitad de camino entre Carlos Paz (15 km.) y Cosquín (8
Km.).
El mirador es una zona típicamente montañosa con vistas al Lago que
le dá su nombre, con grandes arboledas de ejemplares aborígenes que
pueblan sus quebradas y valles en cuya continuidad se cuentan molles,
talas, algarrobos y toda una gama multicolor de flores silvestres, formando
tupidos bosques y encantadores paseos cuya atmósfera purifican.
Así llegamos al sitio elegido para el descanso y la observación, en
una localización considerablemente alta respecto al pueblo de Bialet
y con vistas hacia el Este de una particularidad montañosa de corte
filoso denominada El Labio del Indio.
Vista desde El Mirador hacia el lago San Roque
Vista hacia el Valle de Punilla, el pueblo de Bialet
Massé, y el Labio del Indio de fondo
El Labio del Indio
Artillería para observación
La cámara montada sobre el telescopio
lista para el registro de tomas de campo amplio.
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Una vez instalado y con unas
condiciones climáticas que parecían poco favorables para la noche,
me dispuse a organizar el equipo y a estudiar las cartas que especialmente
había preparado para el viaje. Por la tarde salimos a recorrer el
Valle y a pescar en el Lago, conquistando algunos trofeos que degustaríamos
por la noche.
Despues de cenar, salí a observar pero el cielo estaba nublado y
comenzaba a soplar un viento que presentaba la posibilidad de limpiar
el cielo para el día siguiente.
La mañana del domingo 7 fué realmente espectacular, un sol radiante
y un cielo despejado, condiciones inmejorables para la noche, salvo
que la Luna estaba llena e impediría observar en condiciones óptimas.
Por la tarde me dediqué a buscar un buen sitio para instalar la
artillería de observación.
El equipo que llevé a la montaña, contenido en una sola valija,
consta de binoculares, el pequeño telescopio portatil ETX de Meade,
equipo fotográfico con rollos color de 800 ASA y blanco y negro
de 400 ASA que pensaba forzar, cargador de pilas, linterna, oculares,
filtros, brújula y nivel, asi como cartas celestes y el libro de
Levy.
Lo primero a preparar fué una pequeña mesa donde colocar el ETX
ya que al utilizarlo con el trípode que trae de fábrica, hace necesario
tener una superficie bien nivelada donde colocarlo y alinearlo al
polo Sur celeste. En la montaña, encontrar una superficie nivelada
es imposible de modo que con ayuda del nivel, suplementé las patas
de la mesa hasta encontrar un plano acorde donde apoyar el telescopio.
Luego con la ayuda de la brújula, determiné los puntos cardinales
e hice una corrección de 7 grados hacia el Oeste para tener una
primera aproximación al polo celeste. A medida que se ocultaba el
Sol, aparecían las primeras estrellas y mi ansiedad aumentaba. Con
la ayuda de un ocular con retículo ajusté la alineación del telescopio
hasta una posición aceptable. Si bien el ETX de Meade es un instrumento
de muy buena calidad ótica, sus solo 90 mm lo hacen poco luminoso
para tomar fotografías a foco primario, solo largas exposiciones
permiten un registro aceptable y los errores periódicos del motor
de seguimiento complican las tomas, de modo que mi plan se basaría
en la observación y la fotografía de campo amplio de la Via Láctea
con la cámara montada en el tubo del telescopio, utilizando la montura
como tabla ecuatorial motorizada, mas que suficiente para tomas
de 40 segundos con rollo de 800 ASA y diafragma de 1.7.
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Así llegó la noche y las primeras
vistas de la Vía Láctea, superaron mis espectativas. A pesar de la Luna,
el cielo se veía majestuoso, Saturno y Júpiter aún a tiro para observar
e increiblemente me resultaba mas dificil reconstruir las constelaciones
entre tantas estrellas en el mismo campo.
La zona mas rica para observar estaba comprendida entre la Cruz del
Sur y todo el paneo hasta Orion, una buena franja de cielo con destacados
objetos que iluminaban el cielo.
Fué asi que comencé a tomar fotografías de campo ámplio de toda la Vía
Láctea, para luego componerlas en un paneo y tomas que ilustran esta nota.
La primera noche me dediqué a reconstruir las constelaciones dentro de
esta franja y luego con la ayuda de las cartas y la linterna roja, empecé
a buscar detalles en tan rica zona.
Esta primera noche fue muy productiva tanto para mis binoculares como
para el telescopio, pero un hecho desafortunado terminó con la observación.
Alrededor de la 1 de la madrugada del lunes 8, descuidé mis instrumentos
y entré a la casa a preparar un té caliente, al volver me dí cuenta que
mi linterna había desaparecido, tropezando con la mesa y el enfado por
un supuesto descuido de mi parte al extraviar mi linterna, decidí irme
a dormir. A la mañana siguiente un gentil vecino traía mi linterna en
mano la que había encontrado entre otros objetos con los que jugaba su
perro.
Las siguientes noches fueron más que productivas, la Luna se aparecía
cada vez mas tarde tras las montañas, dándome tiempo para observar y fotografíar
las maravillas del cielo. La Cruz del Sur, siempre como referencia celeste,
aparecía tras los árboles y podían observarse numerosos objetos en sus
alrededores. Alpha Centauri, la estrella mas brillante del Centauro, espectacular
doble para ser vista con cualquier telescopio. El cúmulo Omega Centauri
(ngc 5139), que podía verse a simple vista como una mota de luz de magnitud
4 y el mas bello del cielo visto con telescopio. Las estrellas de la Cruz,
el Joyero (ngc 4755) con su magnífica vista con algo de aumento donde
se destaca una gigante roja entre el contraste de sus compañeras. El Saco
de Carbón, la mas conocida de las nebulosas oscuras......
Pero sin duda la atención se orienta hacia el punto mas rico de esta
parte del cielo, la comprendida por la nebulosa Eta Carinae y sus alrededores.
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Comenzamos el recorrido puntual por la zona mas brillante de
la Vía Láctea, la estrella variable rojo-anaranjada Eta Carinae,
incrustada en la magnífica Nebulosa de Eta Carinae (ngc 3372). Esta
es una de las nebulosas mas delicadas de la Vía Láctea, con dos
grados de ancho y con senderos claros y oscuros entremezclados,
su vista es majestuosa tanto con binoculares como con pequeños telescopios.
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Unos 5 grados mas abajo, encontramos el cúmulo abierto disperso
IC 2602. Visto con prismáticos se presenta una vista magnífica,
con la estrella brillante theta Car en su centro, rodeada por unas
30 estrellas de magnitud 5 y otras tantas menos brillantes. El cúmulo
tiene un diámetro de 1 grado, siendo apropiado observarlo con telescopios
de campo ancho o con baja potencia.
IC 2602 puede ser uno de los cúmulos abiertos más próximos a nosotros.
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Un poco mas alto y hacia la derecha, encontramos el cúmulo
abierto ngc 3293, rodeado de nebulosas de reflexión. Se encuentra
a 1500 años luz y no presenta conexión con la nebulosa Eta Carinae.
Si bien es un cúmulo compacto, visto con prismáticos aparece como
un pequeño punto brillante. Con aumentos moderados puede obtenerse
una buena vista con docenas de estrellas de diferentes colores.
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A unos 3 grados hacia la izquierda y algo mas alto, encontramos
el soberbio cúmulo abierto ngc 3532. Es un cúmulo grande y alargado,
aparece como un punto difuso a simple vista y se ve muy bien con
un telescopio de campo amplio. Su estructura presenta unos 400 miembros,
de los cuales mas de 150 estrellas tienen brillo de magnitud 12
o mas brillantes. John Herschel, en 1930 consideró a este cúmulo
como el mas bello que había visto.
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Algo mas alejado de Eta Carinae y desplazandonos hacia la derecha,
encontramos el cúmulo 3114. Es un objeto notablemente visible con
prismáticos con estrellas que rondan la magnitud 7 y menores y cubre
un área de medio grado.
Visto a simple vista se observa como una mancha de luz de magnitud
4, pero con telescopio de bajo aumento y campo amplio, pueden separarse
los componentes donde se destacan estrellas de diferentes colores.
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Ya en Vela, a unos 2 grados y algo arriba de Delta Velorum,
encontramos el cúmulo IC 2391, también conocido como cúmulo Omicron
Velorum. Sus componentes estan algo sueltos y amontonados alrededor
de Omicron Velorum, que es una estrella blanco azulada de magnitud
3. Este objeto es mejor observarlo con prismáticos ya que sus componentes
son de importante magnitud y se desarrolla en un campo bastante
amplio.
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Estirando una vez y media el brazo mas corto de la Falsa Cruz,
encontramos Gamma Velorum. Es una estrella doble muy bella, con
componentes de magnitud 2 y 4 y separadas 41 seg. de arco pueden
separarse con prismáticos. A unos 2 grados mas abajo y a la izquierda,
encontramos un pequeño cúmulo abierto, ngc 2547, con estrellas de
moderada magnitud que cubren un tercio de grado, pudiéndose observar
con telescopios de 100 mm.
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Extendiendo el eje mayor de la Falsa Cruz y apuntando hacia
él, encontramos el cúmulo ngc 2516, se localiza facilmente a pocos
grados de Epsilon Carinae. Es un cúmulo muy bello para ser observado
con prismáticos ya que ocupa un medio grado de ancho y contiene
estrellas de magnitud 7 y mas débiles, entre sus estrellas de distinguen
un par de color rojizo.
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Ya en Puppis y muy cercano a la estrella SAO 198545 (izquierda)
encontramos el cúmulo abierto y denso, ngc 2477. Un cúmulo realmente
interesante para ser visto bajo el telescopio, con una magnitud
5.8 y muy denso en estrellas. A su lado (derecha) encontramos ngc
2451, un cúmulo abierto muy brillante, de magnitud 2.8, muy expandido
y poco comprimido con una estrella de magnitud 4.5. Se destacan
estrellas de diferentes colores.
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Ya en la parte mas alta de Puppis encontramos M46 (centro)
y M47 (abajo izquierda). M46 (ngc 2437) es un cúmulo abierto descubierto
por Messier en 1771 y que contiene un gran número de estrellas oscuras
siendo interesante observarlo con telescopio, a diferencia de M47
(ngc 2422) que puede verse a simple vista si bien es mejor con prismáticos
para diferenciar sus componentes con estrellas de magnitud 6 y 7
junto a otras mas débiles.
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Ya de un gran salto al Can Mayor, encontramos Sirius, protagonista
por excelencia del cielo. Su gran luminosidad se debe a que es unas
cuarenta veces mas brillante que el Sol y se encuentra a 8,7 años
luz. Muy cercano a Sirius encontramos M41 (izquierda), un bello
racimo abierto. Al observarlo con telescopio, puede detectarse entre
sus componentes una estrella roja cercana al centro del racimo.
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Nuestro recorrido en el cielo de Córdoba termina en la majestuosa
constelación de Orión, impresionante ante cielos oscuros, con las clásicas
Tres Marías en su cinturón, Alnitak, Alnilam y Mintaka. Con la doble Riguel,
claramente visible a simple vista y pudiéndose separar sus componentes
bajo el telescopio. Betelgeuse, la gigante roja, posiblemente la estrella
mas grande en nuestra parte de la Vía Láctea, con un brillo que varía
significativamente cada 6 años.
Finalmente concentramos la atención en uno de los objetos mas bellos del
cielo, La Gran Nebulosa de Orion, M42, resplandeciente nube irregular
que puede verse con claridad con pequeños prismáticos y que encuentra
asombrosos detalles al ser vista con telescopio y con gran campo. Su coloración
rojiza, se destaca claramente en las fotografías, si bien su coloración
es algo debil para ser vista con telescopio.
De este modo pasaron
los días bajo este espectacular cielo difrutando de recuerdos inolvidables
junto a la familia y esperando el próximo viaje a las estrellas....
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CRISTIAN WILLEMOËS.
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