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Cintio Vitier:
No concibo un divorcio
entre ética y poesía

• Pedro de la HOZ

Cintio Vitier vive en perenne estado poético. Vive desde, para y dentro de la poesía. Esa comunión se respira en la atmósfera del apartamento que comparte en el Vedado con su compañera en obra y vida Fina García Marruz. El teléfono no cesa de sonar: amigos, admiradores y periodistas transmiten saludos y solicitan declaraciones. La noticia de haberse hecho acreedor del Premio Juan Rulfo 2002, el más importante reconocimiento literario en el ámbito latinoamericano y caribeño, es un alegrón que no le nubla la vista. Lo recibe con júbilo, pero no lo asume como entidad individual. Cuando brinda conmigo en la intimidad con un vino semidulzón que un amigo le ha traído, dice: "Por Cuba; este premio no es mío, es de Cuba, de todos los cubanos que me acompañan".

Más que una entrevista clásica de preguntas y respuestas, la conversación fluye entre el recuerdo y el porvenir. A su memoria acuden dos hermanos de ruta, José Lezama Lima y Eliseo Diego. "A Lezama le habría venido justo un premio como el Rulfo, pero cuando murió en 1976 todavía no se había instituido. Él era el poeta mayor de nosotros. Recuerdo cómo en su primer libro Enemigo rumor definía la poesía como un puente, un gran puente invisible, pero ya ves, posible, con vocación unitiva".

De Eliseo evoca las jornadas en que lo acompañó precisamente a México a recibir el Juan Rulfo y en un salto atrás en el tiempo vuelve a encontrarse con él en los días de la revista Orígenes, ese núcleo de resistencia y fundación cultural.

"No concibo un divorcio entre la ética y la poesía —comenta Cintio—, y eso se halla en grado supremo en el caso de José Martí. Cuando recibí no hace mucho la Orden Nacional José Martí de manos de Fidel, en lo que para mí ha sido el momento más dichoso que podía imaginar, quise hablar de esa conjunción. Al escribir el discurso de agradecimiento, me vi en dos momentos de mi vida; uno, el día del entierro de Chibás, en medio de la multitud interminable que se congregó a lo largo de la calle 23. Aquel día me di cuenta de que Chibás no era el protagonista de la demostración popular, sino el pueblo mismo que sabía que algo tenía que cambiar en aquella república. Esa fue para mí una revelación poética, como lo fue haberme preparado, a instancias de Vicentina Antuña, para pronunciar las conferencias en el Lyceum, que se hallan reunidas en Lo cubano en la poesía, en medio de un año terrible".

Le hablo a Cintio de la trascendencia que tiene un premio que da México —país que acogió a Martí y en el que tuvo a uno de sus más entrañables amigos, Manuel Mercado— y que en su caso coincidirá la ceremonia de entrega con la dedicatoria a Cuba de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en noviembre próximo. Entonces me cuenta acerca de la aparición, con motivo de la Feria, de una antología poética suya, editada por el Fondo de Cultura Económica y preparada por Enrique Saínz. Junto a esta verá la luz una obra similar de Fina, a cargo de Jorge Luis Arcos, y la inclusión de textos suyos y de su compañera, en una antología de prosa ensayística cubana, seleccionada por Rafael Hernández. "Me llama la atención —acota Cintio con aire risueño— que Rafael haya escogido un ensayo que escribí a los 22 años, Experiencia de la poesía. Alguien diría que no hice nada valioso después, pero también pudiera interpretarse como que sigo siendo joven todavía".

Y ya que estamos en el capítulo de la juventud, siempre cuajada de planes, indago por los trabajos y los días actuales de Cintio: "Además de mi obra poética, continúo mis investigaciones sobre Martí y sobre otros temas de la cultura. Me mantengo vinculado al Centro de Estudios Martianos, donde trabaja un grupo de estudiosos muy profesionales. Además, me gusta esa casa, que como conoces fue habitada por el hijo de Martí".

"Espero ver reunida —prosigue— en un tomo de mis Obras, que viene publicando el Instituto Cubano del Libro y a las que prefiero bautizar incompletas, puesto que no he puesto punto final todavía, la trilogía novelística integrada por De Peña Pobre, Los papeles de Jacinto Finalé y Rajando la leña está, prologadas con suma penetración por Francisco López Sacha. Ese cuerpo narrativo, que por cierto nació a partir de una idea de Lezama quien nos dijo a Fina y a mí, por los días en que trabajábamos en la Biblioteca Nacional José Martí, que deberíamos ir pensando en escribir las memorias del grupo Orígenes, se halla también íntegro en una publicación de la Universidad Veracruzana que estuvo a cargo del amigo Renato Prada Oropeza".

"No abandono la crítica —añade—; soy un crítico impresionista, término que algunos lo usan como tomándolo a menos, pero que yo encuentro a gusto, porque escribo mis impresiones como otros tantos lo han hecho. Sigo reflexionando sobre la poesía. En estos días, con motivo del centenario de Guillén, trataré de explicar mi punto de vista acerca de que toda la poesía es pura y, al mismo tiempo, refleja de un modo u otro un trasfondo social. Lezama es tan trascendente como Guillén y Guillén tan vital como Lezama".

¿Novelas a la vista? "No creo, pero sí extenderé mi narrativa al terreno del cuento, como ya lo hice con Cuentos soñados, pero siempre desde la experiencia poética".

Un respiro acentúa la expresión de Cintio: "La poesía me es inseparable. ¿Te das cuenta?".

     
     
   

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