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Nicolás Guillén (Camagüey, 1902-La Habana, 1989) fue el primer autor cubano que recibió el Premio Nacional de Literatura, en 1983. Mediante este justo reconocimiento a su vasta obra poética y de prosa literaria, el Ministerio de Cultura de nuestro país dio inicio al otorgamiento cada año del más importante galardón de las letras cubanas, y precisamente lo comenzó entregándolo a uno de los grandes poetas de la lengua española, cuyo mérito principal—entre otros tantos— radica en la magnífica y natural diversidad, coherencia y unidad sinfónica de su gran conjunto, en el que armoniosamente concurren y se despliegan, en su momento, lo social y lo erótico, lo nacional y lo mundial, lo personal y lo humano, lo pasajero y lo de trascendencia cósmica, lo popular y lo folklórico, en esa extensa, compleja y armoniosa unidad que requiere siempre la gran poesía.
La obra poética de Nicolás Guillén en la época de la seudorepública comprende Motivos de son (1930), Sóngoro cosongo (1931), West Indies Ltd. (1934), Cantos para soldados y sones para turistas (1937), España. Poema en cuatro angustias y una esperanza ( 1937), El son entero (1947), Elegía a Jacques Roumain en el cielo de Haití (1948), Elegía a Jesús Menéndez (1951), Elegía cubana (1956) y La paloma de vuelo popular (1958).
Ya en la Revolución, entre otros muchos títulos, publicó:
Tengo (1964), Antología mayor (1964), El gran zoo (1967), Che Comandante (1967), La rueda dentada y El diario que a diario (ambos en 1972) y Por el mar de las Antillas anda un barco de papel (1978), este último, su único libro de poemas para niños.
El oficio periodístico, que comenzó a desarrollar desde muy joven —sus primeros años de vida se desenvolvieron en un ambiente absolutamente periodístico, el mismo en que vivió siempre su padre—, ha sido complemento de su obra intelectual. Sus crónicas de Prosa de prisa, publicadas en 1962, son buen ejemplo de esta faceta poco estudiada de la producción literaria guilleniana.
