COCHES ARGENTINOS
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La Industria Automotriz Argentina en los Años Sesenta

Torino

>>>>El Torino fue fabricado por Industrias Kaiser Argentina (y luego IKA-Renault y Renault Argentina) entre 1967 y 1981, con una producción total de 99.792 unidades. "Como auto estándar se comporta más que bien. No creo que haya otro auto, en el país, que reúna todas las cualidades que tiene éste. Aquellos que tienen una cosa, les falta otra. Del Torino se puede decir que es completo", dijo de él Rodolfo de Álzaga, piloto del Torino en las competencias de Turismo de Carretera.

La Historia del Torino

El Torino fue el único auto producido en el país cuya fama trascendió las fronteras, siendo considerado en el mundo como un producto original y como un vehículo de excepción para la época. Su historia se remonta a 1963, cuando Industrias kaiser Argentina puso en marcha un proyecto dirigido a poner en el mercado no sólo un auto del segmento más alto, sino también uno con características más deportivas que las del Rambler, que IKA fabricaba, con licencia AMC de Estados Unidos desde 1962. Este proyecto recibió el nombre de “Proyecto vehículo X” y un primer boceto surgió de la colaboración entre IKA y la propia AMC. Esto llevó a que se decidiera trabajar sobre la base del Rambler American Rogue, no producido localmente. Poco después, llegaban al país dos unidades Rogue para su estudio.
Mientras tanto, IKA había realizado un estudio de mercado que indicaba que los argentinos querían un auto con las prestaciones de los coches americanos pero que estéticamente se diferenciaran de estos. En resumidas cuentas, que el auto en cuestión debía tener características europeas. Fue entonces cuando intervino Juan Manuel Fangio, por entonces integrante del directorio de IKA, quien sugirió pasar el problema de las modificaciones a algún carrocero italiano, lo que le daría al auto un plus de valorización. Aceptando la sugerencia de Fangio el presidente de IKA, James Mc Cloud, tomó contacto con Pininfarina.
En agosto de 1963, George Harbert, jefe de ingeniería de IKA, y Manuel Ordoñez, miembro del directorio de la compañía, se reunieron con Sergio Pininfarina (h) en Torino, para redactar la carta de intención por la que ambas partes se comprometían a desarrollar un nuevo automóvil para ser producido en la Argentina tomando como base el restyling de un Rambler Rogue. El 11 del mismo mes, el presidente de IKA anunció el acuerdo, por el cual IKA pagaría a la sociedad carrocera Pininfarina la suma de 50.000 dólares por los trabajos de diseño, además del 3 por ciento del costo industrial de cada auto producido en Córdoba.
Tras la firma del acuerdo, una coupé Rogue voló a Italia para que se iniciaran los trabajos de rediseño, y en septiembre de 1964 viajó a Italia el Ing. José Jovicich para discutir con los diseñadores las posibilidades reales de la planta de Córdoba, donde se habían iniciado la construcción de un prototipo “mecánico”. Pero mientras esto ocurría, un nuevo estudio realizado por IKA indicó que era el momento ideal para presentar un nuevo “Rambler”, por lo que Mc Cloud paralizó el acuerdo con Pininfarina y propuso lanzar el Rogue tal cual se producía en los Estados Unidos. La propuesta levantó algo de polvareda en el directorio, generando un debate que se prolongó hasta principios de 1965, cuando se decidió confirmar a Pininfarina que el auto a producirse sería el suyo.
Entre marzo y abril se reiniciaron los estudios de diseño en Santa Isabel sobre los primeros dibujos enviados por Pininfarina, que en definitiva trabajó sobre los asientos delanteros y traseros, tapizados e interiores, tablero de instrumentos, trompa y parrilla, algunas nervaduras, capó, luneta trasera y ornamentos exteriores. Este trabajo, naturalmente, estaba limitado por las directivas de IKA, lo que provocó algunos problemas que limitaron la creación. Uno de los principales problemas con que se encontraron los miembros del equipo italiano fue la necesidad de adaptar el coche al motor Tornado que, aunque algo viejo, tenía un prestigio que IKA no quería desperdiciar. Debido a que este motor era bastante alto, no fue posible bajar la trompa todo lo que se pretendía.
Aprobados los cambios de diseño, las matrices nuevas fueron confiadas a la firma turinesa Berto y Andino, con la que trabajaba habitualmente Pininfarina y se hizo una evaluación de costos de 1.300.000 dólares. Mientras tanto, en el laboratorio continuaban los trabajos sobre los aspectos mecánicos. Para la decisión sobre la caja de velocidades, el Ing. Miroslav Mayer viajo a Alemania para sostener conversaciones con la firma ZF, ya que IKA no disponía de una caja moderna para colocar en el nuevo auto. Seleccionada la caja, fue enviada a Córdoba para estudiar modificaciones en las relaciones, ya que, por haber sido diseñada para un coche de 3 litros, tenía la primera algo corta para un coche de 3.800 cm³, naturalmente más potente.
En definitiva, los cambios introducidos por el carrocero sobre el Rogue implicaban un nuevo frente con una parrilla muy estilo Pininfarina que incluía dos faros redondos auxiliares de iodo diseñados por Carello, el capó, un nuevo panel de techo para la coupé con nuevas dimensiones, incluyendo también una nueva luneta. Modificó también el panel de cola para ambas versiones y nuevos paragolpes delanteros y traseros, suplementos inferiores en los guardabarros traseros para adaptarlos a la línea de los nuevos paragolpes y una nueva suspensión de cuatro barras que le otorgaban un mayor despegue al eje trasero por lo que debió modificarse también el pasaruedas interior. Para la realización de las matrices necesarias para ese cambio, se requirieron los servicios de Willys Overland do Brasil, que contaba con la capacidad para construir matrices de ese tamaño y formato.
En mayo de 1965 el Ing. Mc Cloud aprobó dos de los proyectos presentados, aunque las uñas de los paragolpes aún no habían sido diseñadas. En el mes de agosto comenzaron a recibirse en Santa Isabel las muestras del tapizado enviadas por Pininfarina y los prototipos de las cajas de velocidad ya modificadas por ZF en Alemania. Mientras esto se realizaba, Eugenio Belecz se instaló en Torino para supervisar, en nombre de IKA, una serie de trabajos finales, como los primeros trabajos de la matricería definitiva y la realización del “master model”, que estaba construyendo la empresa de los hermanos Stolla, bajo la dirección de Francisco Salomone, ex proyectista de Fiat.
En septiembre de 1965 quedó definido el “cubing buck”, el auto construido en cubos de madera que servía para compararlo con el Rogue original y verificar así los cambios necesarios. Este proceso consistía en un modelo de auto construido con pequeños cubos de madera que se iban adaptando como un rompecabezas a la forma definitiva del auto y cada una de esas partes del rompecabezas definitivo se utilizaba para comenzar la elaboración de la matrices de producción. La maqueta original terminada por Pininfarina fue aprobada el 15 de octubre.
En noviembre de 1965 llegaron a la Argentina los “layout”, y poco después los “master models” para que sirvieran de referencia a la matricería construida en Italia. En febrero de 1966, llegaron también las piezas correspondientes a la re estilización de los interiores y del exterior, lo que permitió comenzar el desarrollo de la producción del auto y tener una idea de lo que se podía encargar a los proveedores externos.
El trabajo sobre el chasis y la motorización, por su parte, fue íntegramente concebido en el país y llevó muchísimos meses de ensayos teóricos (con papel y lápiz) y dinámicos. La obsesión de los técnicos y directivos de IKA era que el auto debía tener un comportamiento netamente deportivo y en el caso de la suspensión trasera se llegaron a diseñar tres tipos diferentes, partiendo siempre del eje rígido y sin pensar siquiera en una suspensión independiente. La primera versión fue de dos y medio elásticos longitudinales y una barra transversal Panhard con resortes helicoidales y amortiguadores telescópicos, pero en definitiva se optó por una de cuatro barras, dos longitudinales inferiores y dos superiores centrales y oblicuas, y resortes helicoidales. Otros cambios que se debieron implementar ante el aumento de potencia del motor Tornado fue el desplazamiento 200 mm hacia atrás de la planta motriz, cambios en el eje delantero y en la dirección. Otro problema que se presentó fue el de los neumáticos, ya que el mercado no disponía en ese momento de cubiertas radiales. Se probaron primero unas Michelin X, pero no en medida 15” porque no las había. Luego se encontraron en Córdoba cuatro Dunlop SP 41, que funcionaron bastante mejor. Sin embargo, las primeras unidades debieron salir con cubiertas comunes. También hubo problemas con la transmisión, ya que la Dana 30 elegida inicialmente debió ser reemplazada por la Dana 44.
En cuanto al motor, se trataba del mismo Tornado que impulsaba al Rambler, la Estanciera y la pick up Gladiator, pero los ingenieros decidieron introducirle algunas modificaciones para mejorar su performance. Se le adaptó una nueva tapa de cilindros y nuevos múltiples de admisión y escape, lográndose de esta forma una potencia de 155 HP en la versión de 230 pulgadas con un carburador Holley 2300 o Carter ABD. Con tres carburadores horizontales Weber DCOE 17 se lograron 176 HP. Pero algunos de estos cambios terminaron por provocar soluciones curiosas. Por ejemplo, los tres carburadores de la versión “W” obligaron, por falta de espacio, a colocar la batería en el baúl.
Para fabricar el Torino se eligió la planta de Monte Chingolo de C.I.D.A.S.A (ex Siam Di Tella Automotores), recientemente absorbida por IKA y donde todavía se producían los autos de la British Motor Corporation, lo mismo que el Jeep Frontal. Las primeras cincuenta carrocerías estuvieron listas en julio de 1966, lo mismo que los autos de prueba que debían ser aprobados por el presidente Mc Cloud. Efectuada esta formalidad, la producción en serie comenzó el 26 de octubre de 1966. el primer Torino en salir de la cadena, ese mismo día, fue vendido en el concesionario Berto Hermanos de Villa Ocampo, Santa Fe.
El 28 de noviembre de 1966 sería el día de la presentación, para la cual se había elegido el Autódromo de la Ciudad de Buenos Aires, para realzar la imagen deportiva que se le pretendía dar al auto. En aquella convocatoria (foto de arriba) estuvieron presentes, entre otros, Juan Manuel Fangio, Eduardo Copello, Gastón Perkins, Jorge Cupeiro y Héctor Luís Gradassi, quienes a bordo de los autos —se presentaron el sedán con motor Tornado OHC 181 de 3 litros, la Coupé 380 con un carburador Holley de doble boca y el 380 W con sus tres Weber doble boca— mostraron en la pista las bondades del nuevo miembro de la familia IKA. La presentación duró tres días. Desgraciadamente, de los cinco coches que participaron del evento tres quedaron fuera de combate. Dos por un choque entre Adolfo Schwelm Cruz y “Larry”, pilotos invitados, y el otro por un golpe que recibió de cola. (Como IKA necesitaba los autos para realizar la demostración estática, IKA mostró el dañado en la cola cubierta esta parte con una lona.
El lanzamiento del auto causó sensación en la prensa especializada y todo auspiciaba un sonoro éxito de ventas. Desgraciadamente, conflictos obreros y problemas técnicos retrasaron la fabricación del auto. Frente a estos problemas se decidió trasladar toda la línea de armado a Santa Isabel. Los coches armados en Monte Chingolo, que por los problemas mencionados no tenían el equipamiento completo, fueron entregados a varios equipos de probadores para que con ellos recorrieran cientos de miles de kilómetros, para detectar las mejoras necesarias. Por ejemplo, se detectó una deficiencia en el voladizo de la cola en las versiones 380 y 380 W, por lo que se diseñó un refuerzo en la zona del eje trasero.
El lanzamiento comercial a la red de concesionarios se efectuó el 5 de enero de 1967 y el 15 del mismo mes se recibió la homologación de la Federación Internacional del Automóvil para las carreras de la categoría Turismo.
El primer cambio llegó en 1970, tras la asociación de Renault. El cambio más evidente fue la desaparición del característico emblema de la cola “Versión Pininfarina”. El nuevo Torino tenía una nueva grilla frontal, nuevo capó plano y paragolpes con depresiones para los faros de posición, diferente plano de cola, uñas, tazas de rueda y llantas de diseño distinto. El interior fue rediseñado íntegramente, con un nuevo tablero de instrumentos que la afición bautizó como “de avión”, vidrios tonalizados, nuevos paneles de puertas, gavetas, nuevas combinaciones de tapizados, consola central y controles y perillas de diferentes características. También disponía ahora de una nueva distribución de toberas de calefacción, motor de limpiaparabrisas con campos cerámicos, escobillas para alta velocidad, voltímetro en el panel de instrumentos y luces de giro más actualizadas. También cambiaron las denominaciones, que se hicieron más acordes al concepto europeo impuesto por Renault. Los sedanes pasaron a ser L y S, equipados con el motor 230 con carburador simple y un incremento de 18 HP respecto de la versión original. Asimismo, recibieron frenos servo asistidos en las cuatro ruedas. La Coupé con carburador simple pasó a llamarse TS, en lugar de 380, y la 380 W pasó a ser GS 200. En esta última el motor vio incrementada su potencia de 176 a 215 HP, con lo que era capaz de alcanzar los 200 km/h. El lanzamiento fue nuevamente realizado en el Autódromo de la Ciudad de Buenos Aires y el evento fue presidido por Yvon Lavaud.
En 1974 el motor del Torino pasó de tener cigüeñal de cuatro bancadas a disponer de uno de siete bancadas, además de adoptar una tapa de cilindros mejorada con nuevo árbol de levas. También en ese año el motor Tornado Interceptor pasó a denominarse Torino OHC 233, y la cola pasó a tener tres luces redondas traseras por lado.
En 1976 fue discontinuada la versión con tres carburadores y la versión más potente, de 200 HP, adoptó el nombre TSX, al tiempo que recibía modificaciones en la parrilla y el logotipo. Los faros de cola se hicieron cuadrados y las manijas de las puertas embutidas, según la tendencia de la época. El sedán Grand Routier se vendía opcionalmente con techo corredizo, aire acondicionado y dirección servo asistida.
En 1979, ya como Renault Argentina, el tradicional emblema del toro fue reemplazado por el rombo de la marca francesa. También apareció la Coupé ZX, con un interior completamente rediseñado que incluía asientos con apoyacabezas y la consola central integrada al tablero. Luego, en las últimas 400 unidades que salieron —ZX y GR— antes de que se dispusiera el cese de la producción del modelo, se modificó el aspecto de la grilla que adoptó el plástico negro en reemplazo del metal. El último Torino —un sedán GR color Marfil Valencia que aún se conserva en el Museo de la Industria de Córdoba— salió de la planta de Santa Isabel el 30 de diciembre de 1981, tras fabricarse un total de 99.792 unidades. Quien fuera presidente de IKA, James Mc Cloud conserva una de las primeras unidades del Torino en su residencia de Oakland, California, con la patente “Torino 9”.

El Origen del Nombre
Según una carta enviada por el Ing. Perazzolo a James Mc Cloud a raíz de la publicación del libro “The IKA Story”, de este último. (©Autos de Época 39)
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«Cuando el desarrollo del proyecto estaba por la mitad comenzaron a aparecer dificultades de coordinación y George Harbert me designó responsable del proyecto por Ingeniería de Producción. Logré encaminarlo adecuadamente y cuando estaba finalizando y en ventas ya se comenzaba a preparar la campaña publicitaria, los creativos de la Agencia preguntaron cuál era el nombre del nuevo auto y... ¡Allí descubrimos que no tenía nombre!... ¡Y estábamos a pocas semanas del lanzamiento! Era un viernes a la tarde y usted llamó por teléfono a Harbert y simplemente le dijo “Necesitamos un nombre para mañana”. George me miró y me repitió la orden. Me fui a casa con el desafío de encontrar en doce horas el nombre adecuado... Éste debía tener resonancias europeas de acuerdo al nuevo estilo y por ello surgieron Corsa, Monza, etc... Luego observé que todos los autos Grand Routier europeos tenían en común un escudo heráldico y nosotros necesitábamos algo similar. La solución surgió de la tarjeta postal con el emblema de la ciudad de Torino que nos había enviado Jovicich. Allí estaba el escudo que buscaba y el nombre Torino tenía la resonancia de ser la Detroit italiana. El sábado le di a Harbert la lista de nombres posibles y mi opinión sobre tener un escudo de nobleza. Le gustó la idea, lo llamó a usted para preguntarle qué le parecía el nombre Torino y su respuesta fue inmediata: “I like it! Go ahead”. El auto estaba bautizado... Pero el público no lo asoció mucho con un escudo de nobleza, sino con el toro de las Pampas... en el que no habíamos pensado...»

La Producción del Torino

Código
Modelo
Inicio
Final
Unidades
S e r i e - P i n i n f a r i n a
PF-612 (611)
300 4 ptas
26-10-66
20-04-70
5.030
PF-622 (622)
380 2 ptas
23-11-66
25-03-70
12.208
PF-622W (623)
380 W 2 ptas
21-11-66
02-02-70
1.241
PF-612S (612)
S 4 ptas
14-03-67
25-04-70
6.894
PF-TS (613)
S 380 4 ptas
18-09-68
11-04-70
1.588
S e r i e - n o - P i n i n f a r i n a
624
TS 2 ptas
28-01- 70
19-09-73
19.797
616
TS 4 ptas
04-02-70
04-10-73
1.920
615
S 4 ptas
04-02-70
05-10-73
4.688
625
GS 2 ptas
04-02-70
26-08-73
369
617
L 4 ptas
04-02-70
02-05-74
3.340
626
TS 2 ptas
07-06-73
15-03-77
12.164
627
GS 2 ptas
03-07-73
15-01-76
231
619
SE 4 ptas
13-07-73
31-05-79
13.510
620
Flotillero 4 ptas
22-05-74
23-10-74
27
628
TSX 2 ptas
03-06-75
31-05-79
6.661
630
ZX 2 ptas
15-09-78
30-11-81
4.587
629
GR 4 ptas
15-09-78
30-12-81
5.537
Total de Unidades Producidas
99.792
Total de Unidades 4 ptas
42.534
Total de Unidades 2 ptas
57.258

Torinos Fuera de Serie
Lutteral Comahue y Safari, Tiwle y Torello

 

Era común en Europa que tras la aparición de un vehículo destacado, carroceros particulares se apresuraran a desarrollar nuevas vestiduras para dicho coche. En la Argentina esto no era muy común, prefiriendo los especialistas locales desarrollar vehículos propios. Sin embargo, la aparición del Torino alentó a algunos a hacer el intento, y esto permitió la aparición de interesantes proyectos como los Lutteral, el Tiwle y el Torello. los primeros, realizados por iniciativa de Juan Carlos Lutteral fueron sin duda alguna los más importantes. Lutteral era por entonces propietario de uno de las más importantes concesionarias de IKA-Renault, además de titular de un equipo de carreras en el que eran pilotos hombres de la talla de Eduardo Rodríguez Canedo y Alberto Rodríguez Larreta.
Lutteral encargó al preparador Pablo Macagno el desarrollo de Torinos especiales. Comenzó potenciando los motores, para obtener entre 20 y 25 HP adicionales con respecto a las versiones estándar. Luego se pasó a introducir reformas en su aspecto. Entre estos cambios, el más famoso de todos los productos Lutteral fue el Comahue, un deportivo de dos puertas y líneas más agresivas que el de serie y con una trompa más perfilada y una parte trasera estilo “fastback”. Este coche fue realizado en los talleres de Lutteral, y en los aspectos mecánicos, además del retoque del motor, recibía una suspensión graduable mediante bolsas de aire colocadas en sus espirales. Este sistema, que se controlaba desde la consola, permitía hacer la suspensión más dura o más blanda, según el gusto del conductor y los requisitos de manejo. Este primer Comahue se fabricó hasta que Lutteral abandonó la actividad, en 1975.
Lutteral fabricó también otra versión del Comahue y una rural denominada Safari. El Comahue II (en la foto) mantenía las mismas características de la versión original pero con el agregado de una “cola de pato” realizada en chapa. La trompa, por su parte, era claramente diferente, más perfilada y llamativa, y estaba construida en plástico. En cuanto a la Safari, estaba construida sobre un Torino de cuatro puertas al que se modificaba, en chapa, la parte trasera. La principal diferencia entre estos dos desarrollos y el Comahue original era que en aquél caso se trabajaba sobre una unidad 0 Km, mientras que en el II y el Safari se trabajaba sobre cascos pelados entregados por la fábrica. Se sabe de un último Comahue, construido probablemente en 1978, con volante partido e instrumental digital, pero aparentemente éste nunca pasó la etapa de prototipo.
Otro proyecto basado en el Torino fue el encabezado por Winograd y que fue denominado Tiwle. Este coche contaba con dos importantes modificaciones respecto del original. La primera era que el coche pasaba a ser descapotable, al cortarse el techo de una coupé. Pero además de la novedad que significaba un Torino convertible, Winograd le reemplazaba los faros delanteros por otros altos de origen Mercedez-Benz. En un desarrollo posterior, denominado Tiwle II, se mantuvieron los faros originales.
El último desarrollo de importancia fue el denominado Torello, que seguía las pautas originales del Comahue, con una trompa de plástico, una luz trasera más por lado (con lo que llegaba a ocho) y una cola tipo “fastback”, con una luneta algo reducida en su tamaño. Desgraciadamente el coche no tenía la calidad de terminación que los interesados exigía.

 

Arriva il Torino
Presentación del Nuevo Automóvil de IKA

©PARABRISAS, Febrero 1967

Por unos días, el tout Buenos Aires automovilístico habló de una sola cosa: los Torino. Todos los que de alguna manera estaban en la onda, hicieron lo posible y lo imposible por fisgonear, por meterse en la intimidad de IKA y “ver” un Torino antes de su presentación oficial a la prensa. Muchos lo lograron, muchos no. Con el Torino nuestra industria “grande” da dos pasos: no solamente produce un auto GT de buena performance (se habla de velocidades cercanas a los 200 kilómetros por hora) sino que, además, hace “su propio” automóvil, que le debe a la técnica americana solamente el motor ( y la carrocería a Pininfarina, pero hecha por encargo especial). No es desde ya la primera vez que en nuestro país se produce en serie un vehículo con carrocería “nativa”, en el sentido que no se hace en ninguna otra parte del mundo: en la década del ’50 ya se fabricaba el Graciela, pero no es por eso menos significativo el paso que IKA ha dado ahora.
Dos coupés, un sedán cuatro puertas, caja ZF de cuatro marchas, dos versiones (carrera larga y carrera corta) del motor Tornado, carrocería Pininfarina, forman el esquema elemental de la nueva serie Torino de Industrias Kaiser Argentina. Pero vamos por partes. La coupé Torino se comercializa en dos versiones impulsadas por el motor Tornado OHC de 3,7 litros. Con igual carrocería, se diferencian en la carburación: el 380 tiene un carburador de dos bocas, el 380 W tres Weber horizontales con toda la furia. Las respectivas potencias “reales”, subrayan enfáticamente los funcionarios de Relaciones públicas de IKA, son de 155 y 175 HP. El “W” es el que, según Santa Isabel, orilla los 200, dependiendo de las relaciones de puente trasero que se especifique. En ambos casos hay grandes novedades en materia de transmisión: cuatro velocidades, todas sincronizadas vía una caja ZF producida por Transax bajo licencia, palanca en el piso, cuenta vueltas, madera por todos lados, y la carrocería, que es mezcla de americanismo con europeismo; tiene algo de las recientes berlinettas de Ferrari, aunque algo más Nuevomundo.
El Torino 300 es harina de otro costal. Y la intención no es peyorativa. Para este agradable cochecito, bastante más chico que los Rambler, se usa el motor “carrera corta” de 181 pulgadas cúbicas (tres litros) que figura en la más reciente versión de la Estanciera. Hay que usar mucha caja porque el motor chico “tira arriba”; entonces IKA ha acoplado a esta planta motriz la misma caja ZF de las coupé, pero en este caso con la palanca de cambios al volante. La carrocería es de cuatro puertas, sencilla, agradable, con un estilo de los que no envejecen con rapidez.
En todos los casos la suspensión delantera sigue convencionales diagramas, con espirales y horquillas, pero atrás el eje está retenido por una variante del sistema Alfa Romeo; es barato, poco complicado y admite excelente estabilidad, como ya se ha comprobado con los distintos modelos de Alfa y con el Bergantín.
Tuvimos oportunidad de dar unas vueltas con estos coches. El 380 W funciona mucho, pero es un poco indócil para manejo en ciudad; piénsese que hay que llenar las tres “cacerolas” ante de que el motor empiece a “tirar” alegremente, pero que con un auto de ese potencial no es posible andar siempre a fondo. El 380 es mucho más dócil, tiene buena aceleración, frenos y estabilidad, detalles sólo un poco contrarrestados por la dirección, demasiado desmultiplicada y “muerta”, es decir, no comunica al conductor las sensaciones de la calle. Livianísima, desde ya.
El 300 no tiene nada que ver con los otros dos. Manejarlo confirma la impresión exterior de un cochecito agradable y discreto, con la única diferencia frente a sus congéneres de la caja de cuatro velocidades; conociendo las características del motor “181”, creemos que debe ser muy divertido para manejar en el centro o en camino sinuoso, aunque por otra parte, los frenos no son ninguna maravilla, al menos en la unidad que manejamos nosotros (que, fuerza es reconocerlo, había pasado por cincuenta manos ese mismo día).
El Torino é arrivato. Enhorabuena.

 

Para Mejorar la Raza
Especificaciones Generales del Torino

©PARABRISAS, Junio 1967

 

El desarrollo del Torino llevó tres años de desarrollo y varios millones de pesos, pero finalmente vio la luz a fines de 1966. Inicialmente producido en tres versiones: 300, 380 y 380 W, ya al promediar su primer año de vida exhibía una gama de cuatro modelos, al agregarse el Torino 300 S, de cuatro puertas y con mejores detalles que el 300 original. La parte mecánica, sin embargo, no sufría alteraciones. Las que a continuación se detallan son las especificaciones generales del nuevo producto de Industrias Kaiser Argentina.
El motor es, en todos los modelos, el Tronado Interceptor de origen americano. Para los 300, se trata de la versión OHC 181 (181 in³ o 2.960 cm³), mientras que en los 380 es el OHC 230 (230 in³ o 3.770 cm³). Aunque en un principio se ensayó con un motor de cuatro cilindros, finalmente se optó por este de seis cilindros en línea, en el que el diámetro de los cilindros es en todos los casos de 84,937 mm. La carrera del pistón varía, naturalmente entre el motor “chico” y el “grande; 87,350 mm en el primero y 111,120 mm en el segundo. Las relaciones de compresión y potencias máximas son las siguientes:

Modelo
Compresión
Potencia
300 y 300 S
7,0 a 1
122 HP
380
7,5 a 1
155 HP
380 W
8,5 a 1
176 HP

En todos los motores la velocidad de arranque es de 70 rev/min y la velocidad de marcha lenta es de 600 rev/min. La luz de válvulas es de 0,16-0,20 mm (.007-.008”, respectivamente para admisión y escape). La tapa de cilindros es de fundición de hierro. La alimentación está garantizada por un carburador Holley 2300 C de doble boca en los modelos 300, 300S y 380, mientras que el 380W cuenta con tres carburadores Weber de doble boca. La capacidad del tanque de combustible es de 64 litros. La bomba de nafta es de marca Carter M 3561 S. La refrigeración es de circulación forzada de agua por bomba y termostato. El termostato comienza a abrir a 76º C, y la apertura completa se verifica a los 87º C. El agua circula bajo presión, controlada por una tapa especial del radiador, equipada con una válvula a 0,63 kg/cm². La capacidad del sistema de refrigeración es de 11,370 litros. La lubricación es a presión completa en cojinetes de biela, cigüeñal y árbol de levas. Cuenta con dos filtros de aceite. Uno en derivación y el otro de flujo total. La capacidad del cárter es de 3,850 litros, además de 1,700 litro de los filtros. La presión, a velocidad de arranque es de 0,25 a 0,39 kg/cm² (3,5 a 5,5 lb/in²)
El orden de encendido es 1-5-3-6-2-4. La puesta a punto del encendido varía entre los 300 y los 380, ya que en los primeros es de 6º antes del punto muerto superior y de 4º en los segundos. El distribuidor es con avance centrífugo y al vacío. La luz de platinos es de 0,5 mm (.020”). La capacidad del condensador es de .21 a .25 microfaradios. La bobina es en baño de aceite, de 12 voltios (para usar con capacitor). Las bujías son Champion UL-15 de 14 mm, con una luz de 0,76 mm (.030”). La batería (ubicada bajo el capó en los 300 y en el baúl en los 380) es con negativo a masa, con una tensión de 12 voltios y una capacidad de 55 amp/hora. El motor de arranque es en serie, con una tensión de 12 voltios (nominal). Tanto el alternador como el regulador son a diodos rectificadores, naturalmente también de 12 voltios, y 40 amperes. La correa del alternador funciona con una flexión de 5 mm, entre poleas de alternador y bomba de agua. El regulador de carga cuenta con disyuntor y limitador de tensión.
Tanto en los 300 como en el 380, el embrague es monodisco seco, con un diámetro de 9 pulgadas ¼, mientras que en el 380 W, el embrague es monodisco seco centrífugo, con un diámetro de 10 pulgadas. El mando es por placa a presión, y el accionamiento desde el pedal es hidráulico. El diámetro del cilindro principal es de 25,4 mm (1 in), y el de los cilindros secundarios es de 23,2 mm (.913 in). el juego libre del pedal es de 14 mm. Por su parte, el juego libre entre cojinetes y palanca de desembrague, regulando desde los tornillos de los cilindros secundarios, es de 1,5 mm (.060 in). La caja de velocidades es ZF, de cuatro velocidades de avance, todas sincronizadas y con dientes hipoidales, y una de retroceso, con dientes rectos. La palanca de velocidades en los modelos 300 está en la columna de la dirección, mientras que en las coupés 380 está en el piso. Las relaciones de caja son las siguientes:

300 y 300 S
380 y 380 W
1ra
3,54 a 1
2,83 a 1
2da
2,31 a 1
1,85 a 1
3ra
1,50 a 1
1,38 a 1
4ta
1,00 a 1
1,00 a 1
MA
3,15 a 1
3,15 a 1

El puente trasero es semiflotante, con un par final hipoidal con una relación de 3,54 a 1 en el 300 y de 3,31 a 1 en el 380. la capacidad de lubricante es de 1,250 litros (la capacidad de lubricante de la caja es de 1,200 litros). La caja de dirección es Saginaw, de tornillo sinfín y tuerca con bolillas recirculantes. La desmultiplicación en el 300 es de 20 a 1, mientras que en el 380 es de 16 a 1. Los frenos son, en los 300, hidráulicos autocentrantes en las cuatro ruedas, pero los 380 cuentan con frenos de disco en las delanteras, asistidos con servo. El juego libro del pedal es de 19 mm. Los neumáticos son tipo LSH (perfil bajo), de cuatro telas. En los 300 la medida es 6,85 x 15”, y en los 380 7,35 x 15”. En ambos casos la presión de inflado es de 1,7 kg/cm² (24 lb/in²) en los delanteros, y de 1,96 kg/cm² (28 lb/cm²) en los traseros. La suspensión delantera es independiente por trapecio articulado, con resortes helicoidales, brazo inferior simple con reactor y barra estabilizadora. Los amortiguadores son hidráulicos de acción directa y doble efecto. La suspensión trasera es de eje rígido con resortes helicoidales y cuatro barras rectoras, con amortiguadores similares a los de la suspensión delantera. Las dimensiones generales son las siguientes:

Largo máximo
4.724 mm
Ancho máximo
1.778 mm
Alto máximo 300
1.440 mm
Alto máximo 380
1.420 mm
Distancia entre ejes
2.723 mm
Trocha delantera
1.440 mm
Trocha trasera
1.432 mm
Despeje mínimo
152 mm

 

Road Test del Torino 380
©AUTOMUNDO, 30 de Mayo de 1967

Punto de partida: Río Gallegos.
Destino: San Salvador de Jujuy.
Etapas: 1.
Cuando esbozamos el plan, la unidad Torino 380 aún no nos había sido entregada. Una cifra, por entonces, asustaba a unos e intrigaba a otros: 48 horas. Cuando Industrias Kaiser Argentina puso el automóvil a nuestra disposición, y efectuamos con él un par de viajes, el plazo previsto se redujo a 40 horas. No fue un exceso de confianza, sino firme convicción. La distancia y el tipo de caminos a recorrer acercaban el concepto casi a un “Gran Premio privado”. Eran 4.002 kilómetros los que separaban punto de partida con destino. Evaluamos algunas cosas. Primero, el medio mecánico. Nuestro respeto por él aumentaba a medida que el cuentakilómetros sumaba distancias, y los días que pasaban agregaban conocimiento de performance y confianza de resultados.
Pero claro está que esta confianza debía actuar en función de cierta consideración al auto, a la propia vida y a la ajena, con lo cual los ensayos previos se encararon con cierta dosis de cordura. Y sin embargo, la previsiones, en vez de moderarse, se hicieron aún más exigentes: 36 horas. Además, se sumó otra aspiración. Más allá de la esencia del road test, quisimos demostrar que —con el país— también ha avanzado la red caminera, que recorrerlo de punta a punta, sin etapas, no es más una aventura imposible. Exigente, si se quiere, pero sólo una exigencia al auto y a sus conductores. La tabla de abajo indica el recorrido del raid:

Río Gallegos - San Salvador de Jujuy
Localidad
Ruta
Provincia
Km
Acum.
Camino
Río Gallegos
3
Santa Cruz
0
--
Consolidado
L. Piedrabuena
3
Santa Cruz
241
241
Consolidado
San Julián
3
Santa Cruz
140
381
Consolidado
Fitz Roy
3
Santa Cruz
282
663
Pavimento
Caleta Oliva
3
Santa Cruz
81
744
Pavimento
C. Rivadavia
3
Chubut
78
822
Consolidado
Garayalde
3
Chubut
182
1.004
Consolidado
Trelew
3
Chubut
200
1.204
Consol. y Pavim.
Pto. Madryn
3
Chubut
63
1.267
Pavim. y Consol.
Sierra Grande
3
Río Negro
140
1.407
Consolidado
S. A. Oeste
3
Río Negro
123
1.530
Consolidado
Viedma
3
Río Negro
178
1.708
Pavim. y Consol.
Bahía Blanca
3
Buenos Aires
281
1.989
Tierra y Pavim.
Villa Iris
35
Buenos Aires
108
2.097
Pavim. y Tierra
Gral. San Martín
35
La Pampa
41
2.138
Tierra y Pavim.
Santa Rosa
35
La Pampa
178
2.216
Pavimento
Castex
35
La Pampa
80
2.369
Pavimento
Realicó
35
La Pampa
98
2.494
Pavimento
V. Mackenna
35
Córdoba
130
2.624
Pavimento
Río IV
35
Córdoba
94
2.718
Pavimento
V. del Dique
35
Córdoba
118
2.836
Pavim. y Consol.
Córdoba
35
Córdoba
121
2.957
Pavimento
Sarmiento
9
Córdoba
82
3.039
Pavimento
Villa María
9
Córdoba
108
3.147
Pavimento
Río Saladillo
9
S. del Estero
140
3.287
Pavim. y Consol.
S. del Estero
9
S. del Estero
129
3.416
Consol. y Pavim.
Termas R.H.
9
S. del Estero
82
3.498
Pavimento
Tucumán
9
Tucumán
87
3.585
Pavimento
R. de la Forntera
9
Salta
148
3.733
Pavimento
Metán
9
Salta
35
3.768
Pavimento
Salta
9
Salta
141
3.909
Pavimento
S.S. de Jujuy
9
Jujuy
93
4.002
Pavimento
 
 
Caminos
Pavimento
2.212 km
 
Consolidado
1.668 km
 
Tierra
122 km
 
Total
4.002 km

¿Qué es un Gran Turismo? A priori, un auto que permite hacer turismo veloz. Por consiguiente, debe ofrecer una performance superior a la común, y ésta desarrollarse dentro de márgenes de seguridad iguales o superiores a la de aquellos. Algunas pruebas —prólogo de aquellas que conformarían el test— nos habían adelantado, del Torino 380, una performance superior a la común, dentro de un margen de seguridad no experimentado hasta la fecha con productos del mercado nacional. Quedaba por ver la resistencia del auto a ese esfuerzo y las cualidades de que disponía para facilitar la del conductor y acompañante. De tener éxito también en estos aspectos, podríamos llegar a concretar —inter nos— un rebautizo de la unidad.
Cuando se decidió encarar el proyecto, tomamos contacto con Industrias Kaiser Argentina. Llegamos con un poco de susto, para qué negarlo, sobre la forma con que los directivos de la fábrica tomarían el asunto, en razón de su audacia. Si en ellos existió sorpresa, no lo demostraron. Más aun, los sorprendidos fuimos nosotros cuando encontramos inexpugnable fe en el éxito del intento. A fuerza de honestos, debemos consignar que fuimos tentados a extender el raid, otorgando al mismo otra dimensión, no sólo en distancia, sino también en proyección. Confesamos no disponer de anticuerpos suficientes. Nos conformamos entonces con Río Gallegos-San Salvador de Jujuy.
El odómetro del Torino 380 sumaba, para ese entonces, algo más de 6.000 km. Nos recomendaron realizar la habitual inspección de 10.000 km, trabajo que se realizó en esta Capital, en el taller modelo. Durante la revisión, se colocó en el automóvil una parrilla protectora del cárter, una red metálica que protegiera la caja de velocidades de los abusos de las piedras sueltas, y una cortina deflectora, con igual destino, bajo el tanque de nafta. Por nuestra parte, conociendo algunos tramos de la ruta e intuyendo las características de otros, tomamos contacto con Rodolfo Ruata, distribuidor de amortiguadores Fric-Rot Gabriel, a quien expusimos el problema. Con la habitual cordialidad, tomó las providencias necesarias para dotar de valores adecuados a un juego de amortiguadores. Cuatro unidades. No más.
Nuestra intención, estrictamente cumplida, por otra parte, fue mantener el auto absolutamente estándar, con sólo aquellos agregados que el usuario común adquiere en plaza. Además, de ellos los menos posibles. Tanto es así que ante la oferta de Fric-Rot de reemplazar los resortes espirales de la suspensión por otros de distintos valores, con alguna sorpresa de su parte, Rodolfo Ruata se encontró con una negativa. El auto debía permanecer estándar. Cuando N.N. sugirió que lleváramos un amortiguador de repuesto para el tren delantero y otro para el trasero, la respuesta fue negativa también. No concebimos al turista que salga de su casa con amortiguadores de repuesto en el baúl...
Llegó el turno de las cubiertas. Sabemos que las fábricas nacionales no garantizan sus productos a velocidades que excedan los 160 km/h. Sabíamos por entonces, que el Torino 380 supera esa velocidad por amplio margen. Nuestra programación indicaba, además, la necesidad de tirar fuerte en los tramos “desérticos” para ganar los minutos que deberíamos ceder a la prudencia en el tránsito. Tomamos, entonces, contacto con Industrias Pirelli. Primero, con carácter informal, con Agustín Andolfato. Cuando éste, luego de conocer las exigencias, nos reafirmó la confianza en la elección, lo hicimos con los señores Migliorini y Lagomarsino, quienes, como en ocasiones anteriores, nos prestaron amplio apoyo... y los neumáticos. En esta oportunidad, Pirelli Cinturato HS.
Así equipados, con dos bidones de plástico todavía vacíos, muchas ilusiones, igual número de esperanzas, un imaginario acoplado lleno de responsabilidad y mil deseos de buena suerte, partimos rumbo al sur.
El sábado 29 de abril partimos con destino a Bahía Blanca. Era la víspera de la carrera de TC en Arrecifes, y el ambiente “tuerca” bullía de comentarios. Mientras alternábamos la revisión del “programa de raid” con los habituales pronósticos sobre lo que podría suceder en la actual o ex “Capital del Automovilismo” —hay serias dudas al respecto—, los kilómetros era metódicamente deglutidos por el Torino 380. El viaje fue sin sorpresas. Al menos para nosotros. Ojos grandes y expresión incrédula ponían los encargados de los surtidores de nafta, en las estaciones de servicio, cuando a la pregunta de: ¿Súper... lleno...?, recibían una corrección en la respuesta: “Lleno, común”. Con 7 a 1 de compresión teórica, no hace falta otra cosa. Así, al menos, nos lo habían informado; y como por otra parte suponíamos la no existencia de nafta especial en algunos tramos del recorrido, nada más práctico que probar, manteniendo el ritmo de marcha previsto. Confesamos, no dejó de ser divertido, y Bahía Blanca se puso ante nuestros ojos antes de lo previsto.
La mañana del domingo 30 amaneció fría y desapacible. Cuando orientábamos la brújula hacia Viedma, una lluvia pertinaz se hizo presente al tiempo que dejábamos el asfalto. La tormenta venía del Sur y el camino, si bien no imposible, estaba difícil. Se trata de un ripio fino, muy mezclado con tierra, el que, mediando la presencia de agua, realiza una metamorfosis de sus índices de adherencia. Pero como nada podía garantizarnos que iniciado el intento Santa Bárbara estuviera en periodo de descanso, decidimos probar la aptitud del Torino 380 para esas condiciones de marcha y dentro de distintos regímenes de velocidad.
Podemos afirmar que los limpiaparabrisas dejan de ser efectivos en las cercanías de los 150 km/h, velocidad a la cual se despegan del parabrisas, dejando al cristal y a los ocupantes del vehículo librados a su buena suerte. Cuando la base del camino se integra con mayor proporción de tierras arcillosas, la prudencia hace descender la velocidad a las vecindades de los 110 km/h, donde desaparece cierto movimiento ondulatorio de la cola. En condiciones de camino inundado —no mojado, inundado— adquiere cierta característica de acuaplano, en la que la trompa del auto, al desplazarse éste sobre los charcos, requiere continuas correcciones para mantener la línea de marcha.
Viedma llegó rápido, y con ella, la provincia de Río Negro. La meta, para el día, era Comodoro Rivadavia. Mar a la vista. Bordeamos el Océano Atlántico. Algunas trepadas, luego descensos suaves. Pozos de petróleo, por todos lados, aun al costado de la ruta. Aunque el cartel indicador no lo dijera, hubiéramos adivinado el arribo a Comodoro Rivadavia. Luego de un buen descanso, partimos a la mañana siguiente rumbo a Río Gallegos. Sí... vimos ñandúes, guanacos y ovejas. Cientos, miles, millones de ovejas. Cielo y pampa y piedra y mar. Probamos en cada sector, la velocidad que habíamos previsto para el raid. Debimos realizar numerosas correcciones pero, valga la acotación por lo que hace a las bondades del escenario y medio mecánico, toda modificación fue para elevar el promedio y nunca para disminuirlo. A la palabra imposible, terminamos borrándola del diccionario. Sin ella en nuestra mente, entramos en Río Gallegos. Eran las 17 del 1º de mayo. Exactamente 36 horas más tarde, daríamos comienzo al intento.
En Río Gallegos... las cosas se pusieron divertidas. Para no pisar el palito, guardamos silencio sobre las 36 horas que maduraban en la intención. Para “afuera”, eran 40 horas. Imposible, repetían. Estábamos solos “contra la multitud”. Sólo un selecto grupo de iniciados, entre quienes se contaban los señores Artemio y Celestino Tresguerres, concesionarios IKA en Río Gallegos, defendían a capa y espada la posibilidad. El auto fue a descansar a la concesionaria. Nosotros al hotel.
Al día siguiente, por la mañana, sesión de lavado y engrase. Luego, verificación de alineamiento del tren delantero. Platinos. Bujías. Perfecto. Limpieza del filtro de aire. Protección del parabrisas con anchas tiras de tela adhesiva. Cambio de aceite. ¿Marca...? ¿Por qué no? Supermóvil HD, SAE 30. por si acaso, por si nos deteníamos en estaciones de servicio de otra marca y era necesario agregar aceite, compramos 2 litros, para llevar en el auto, en la estación de servicio local. Vale la pena mencionarlo, porque estos dos litros harán historia.
El auto, listo. Para no recargar la “cola”, las dos ruedas de auxilio encontraron ubicación detrás de los asientos de conductor y acompañante. En el baúl, dos bidones de nafta de 16 litros cada uno, uno de agua de 5 litros, las dos famosas latas de aceite y el “valijerío”. Hojas de ruta, estimación de tiempos: cronómetros y... ¡listo! A cumplir la otra parte.
La hora oficial la habíamos tomado de la base aeronaval de la Armada Nacional, en Río Gallegos. Faltaban aún cinco minutos para las 5 de la mañana del 3 de mayo, hora prevista para la partida, cuando arribamos al letrero indicador. Entre saludos, bromas y deseos de ¡Buen viaje! Los minutos volaron. Era noche cerrada. ¿Fría? ¡Ni qué hablar! Por aquellas latitudes, el sol recién aparecería, en ese día, a las 8:01. Con la luz interior del auto prendida, quien esto escribe y Arturo Castro Almeyra —quien sería el copiloto de la prueba— observábamos la aguja del segundero. ¡Fuerza! ¡Arriba! ¡Buen Viaje! ¡Dale Torino! ¡Suerte! ¡Adiós! Asentándose sobre el tren trasero, el Torino se despidió de Río Gallegos. Ojo al tacómetro. En las marchas: 3.500 rev/min. En directa, crucero, 4.000 rev/min. Luces altas. Cuando pusimos los faros de yodo, se hizo el día.
Piedrabuena, nuestra primera parada para “hacer nafta” —este es un término que aprendimos de los aviadores navales— distaba 241 kilómetros. Exactamente a las 6 horas y 59 minutos cruzamos el puente y tomamos referencia del cartel indicador. Promedio sobre ripio: 133,120 km/h. Entramos a la población. La estación de servicio se encontraba cerrada. La bocina sólo despertó ecos en la pequeña serranía circundante. Para no perder tiempo echamos mano a los bidones. Luego, sin perder un instante, al camino. El rumbo, a San Julián. Distancia: 140 kilómetros. El camino: consolidado, ripioso. El paisaje se desarrollaba frente a los ojos como si fuera una película cinerama. Temperatura de agua: 80º. Presión de aceite: 4,5 kg. Velocidad de crucero: 145 km/h.
De pronto... inestabilidad en el auto. Pinchadura. Goma trasera derecha. Cambio y a proseguir el viaje. Demora, tiempo neto detenido: 4’30”. A ésta, pocos kilómetros más adelante, se sumó la segunda pinchadura. Quedamos sin auxilios. La natural angustia nos hizo pedir, por medio de los “walkie-talkie”, cedidos gentilmente para el caso por Manuel X. Ordóñez, secretario general de Industrias Kaiser Argentina, al avión que nos sobrevolaba llevando al cameraman de Telenoche y al fotógrafo de Automundo, que se tiraran en Comodoro Rivadavia y nos alcanzaran los necesarios auxilios.
Pero antes llegaría otra peripecia. Un error de cálculo —supusimos, ingenuamente, 20 litros en cada bidón, cuando los que llevábamos eran de 16 litros— nos hizo quedar sin nafta entre San Julián y una muy pintoresca estación de servicio —bueno..., de alguna forma hay que llamarla— que se encuentra a mitad de camino entre San Julián y Fitz Roy. Acabábamos de parar y no alcanzábamos a consolarnos, cuando un enorme camión lleno de ovejas acertó a pasar por el camino. Suponer que el conductor venía escuchando la radio, donde se anunciaba el raid y sus progresos, podía ser una cosa. Pero suponerlo hincha del Torino y de Gradassi era otra. En resumen, fueron ambas. Consecuencia: el enorme camión con todas sus ovejas hizo un giro de 180º, cargó a Castro Almeyra y al correspondiente bidón y, mientras quien escribe se quedaba mordiéndose los codos, allá fueron, en busca del precioso líquido que, en definitiva, estaba a 5 km de distancia. Claro que 10 km en camión con acoplado no se hacen a igual velocidad que en Torino. Así que luego de cerca de 40 minutos perdidos sobre nuestra propia estimación, reanudamos la marcha.
Régimen: 4.200 rev/min. Velocidad: 160 km/h... algo largos. A la llegada a Comodoro Rivadavia, habíamos recuperado 11 minutos de los perdidos. Pero la gracia de la historia está en otro lado. En la ciudad de Comodoro Rivadavia nadie había creído en nuestra previa estimación de tiempo para el tramo. En consecuencia, en la concesionaria IKA todos estaban hablando del tema, pero los fotógrafos locales no habían llegado aún. Finalmente llegaron. Hicieron lo que tenían que hacer y nos fuimos. A la salida de la ciudad nos esperaba el refuerzo de neumáticos. Entregamos los pinchados y recibimos los sanos. Por si acaso, recomendamos a la gente del avión que los tuvieran listos en Viedma. Siempre pasa igual. Nunca más debimos cambiar rodado.
De Comodoro Rivadavia al norte, los nombres tenían una música más familiar al oído. Garayalde nos esperaba a 142 km. Al arribar, sabríamos que la primera cuarta parte del raid estaba cumplida. De Río Gallegos a la estación del ACA de Garayalde se extendían, por los caminos de la Patagonia, 1004 km. Allí, “hicimos” nafta. Luego, a Trelew , donde arribamos a las 15:01. Llevábamos, con el solo exceso de un minuto, diez horas de marcha. La distancia recorrida sumaba 1.204 km, y el promedio, en consecuencia, 120,400 km/h. De Trelew, una anécdota. En el apuro, nos fuimos sin pagar la estación de servicio. A los gritos de la dueña, el fotógrafo de Automundo —Hugo Pérez Campos— que se encontraba realizando notas en tierra, decidió abonarle y ahorrarnos el bochorno.
Cuando retomamos el camino, ya nos sentíamos en Bahía Blanca. Claro que faltaba la friolera de más de 700 km pero...¡qué son 700 km para un Torino con ganas de viajar y que, además, está cumpliendo funciones de chasqui! —el intendente de Río Gallegos nos había entregado una carta para el Lord Mayor de San Salvador de Jujuy—. Poco y nada. Así pasaron Puerto Madryn, Sierra Grande, San Antonio Oeste y Viedma. En esta última localidad nos detuvimos más de la cuenta. Previniéndolo, habíamos aumentado el ritmo de marcha durante las horas de la tarde, elevando el promedio general a 122,340 km/h, resultante del arribo a esa ciudad a las 18:55 y a los 1.708 km recorridos. Luego de 26 minutos de detención, que sirvieron para controlar el conducido y reponer energías a los conducentes, iniciamos el último tramo de la primera mitad del raid, cuya meta, Bahía Blanca, distaba 1.989 km de Río Gallegos, el punto de partida. El tipo de camino, las condiciones en que el mismo había quedado luego de las lluvias de los días anteriores y la noche, fueron los factores previstos para que el ritmo se hiciera más acompasado.
Como la ciudad de Bahía Blanca se encuentra fuera de la ruta elegida como itinerario y como, al mismo tiempo, si dejábamos con un palmo de narices al súperentusiasta concesionario IKA, don Diego Arias, éste era capaz de perseguirnos a muerte, decidimos neutralizar una hora y entrar a la ciudad. Buena fue esta decisión. Además, no hubiéramos podido tomar otra frente a la caravana que nos esperaba en el cruce para acompañarnos hasta el local de Agrotornquist S.A., concesionario de IKA en Bahía Blanca. Allí estaba todo el mundo. Mientras saludábamos a mil y un conocidos y a diez veces más desconocidos, accedíamos a los requerimientos periodísticos y cumplíamos, incluso, con la placentera tarea de alimentarnos, don Esteban Fernandino, también presente, hizo los números por nosotros. Acusábamos 17 horas de marcha, incluidas —por supuesto— todas las detenciones. Jugándolas contra la distancia recorrida, el promedio se elevaba a 116,940 km/h.
Estábamos a mitad de camino. Habíamos empleado 17 horas. El “cuco” de la Patagonia había quedado atrás. Las sonrisas estaban en todos nosotros, y la palabra imposible en ninguna boca. Nos esperaba la noche. Se hablaba de otro “cuco”: el cansancio. ¿Cansancio? Manejar el Torino no cansa... Más de una vez hemos hablado de esos autos que, además de transportarnos de un lado a otro, dan placer al manejarlos. A esta altura estábamos más que convencidos: el Torino es uno de ellos.
A las 23:00 partimos de la concesionaria, del centro de la ciudad. Superados Villa Iris y General San Martín, el destino era Santa Rosa; de allí en adelante, la gran recta que nos llevaría a Río IV. La noche era clara y serena. El primer tramo, de tierra, espantoso. Lo peor que hemos cruzado a lo largo de toda la República se encuentra en la provincia de Buenos Aires. Más adelante todo se prestaba, camino y densidad de tránsito en el mismo, para elevar el promedio y tener reservas. Pero he aquí que otra vez el diablo metió la colita y los “mea culpa”, todavía mucho menos ortodoxos que antes, quebraron la quietud de la noche.
Lo confesamos: nos equivocamos de camino. Fue en una estación de servicio, en una encrucijada de rutas. Al salir..., bueno, tomamos la errónea. Antes que el primer letrero indicador nos golpeará, como una bofetada en la cara, habían pasado bajo las ruedas del Torino algo más de 60 kilómetros. Vuelta, y para atrás. Las expresiones, irreproducibles. Más de 120 km inútiles. Río IV llegó, pese a la intención de recuperar, algo atrasado y junto con las primeras horas de la mañana. Eran las 6:10 del 4 de mayo. La distancia recorrida, 2.718 km y el promedio, por el fruto del error, había descendido a 105,180 km/h. Cargar nafta, controlar aceite y abur...¡al camino! Con el día, las cosas parecen más fáciles y la ruta, a esa hora, estaba desierta.
Berrotarán, Embalse y Villa del Dique llegaron muy rápido. El Dique de los Molinos y la Cuesta del Águila se desenrollaron —por fuerza—más lejos bajo las ruedas del Torino. Tiramos fuerte. A las 8:50 estábamos en Córdoba, en la rotonda de Entrega Directa de Industrias Kaiser Argentina, donde lanzamos un mensaje. Sí..., hicimos como los corredores. Lanzamos un mensaje. Claro que, como no teníamos nada que decir excepto protestar contra nuestras propias equivocaciones, sólo consignamos: “A Industrias Kaiser Argentina: Felicitaciones por un gran auto.” ¡Para qué lo habremos hecho! De allí en adelante comenzaron los padecimientos... (Pero Córdoba nos reconcilió con el plan previsto. El promedio general había aumentado a 106,200 km/h, y el del tramo Río IV-Córdoba alcanzó una cifra muy significativa: 124,860 km/h.)
Cruzar la ciudad... —casi un martirio— y luego tirar para el lado de Villa María, rumbo a Santiago del Estero. Mientras todavía estábamos en el tránsito de salida, el motor comenzó a los tirones. Luego se compuso. No le dimos mayor importancia. Antes de llegar a Ojo de Agua, el Tornado Interceptor pareció enfermarse de hipo y tos convulsa. Todo al mismo tiempo. Nos detuvimos pensando en un surtidor de alta tapado, pese a que la falla era una hermosa “melange” de encendido y carburación. Cuando pedimos a Castro Almeyra que pusiera en marcha... ¡”cero” de corriente! No podía ser sino batería. ¡A ella! Lo descubrimos... se había cortado el cable de masa. Arturo se puso a la cabeza de Canguro y razonó,... “Estos de IKA... Fíjese si serán amarretes que ponen un cable así-de-cortito. Se lo voy a contar a mi amigo Jimmy para que tome alguna medida... Aunque sea la del cable...”.
Luego de hacer una reparación improvisada, por si acaso, decidimos controlar el caudal de la bomba de nafta. Tiraba bien. Claro, se había enfriado. Pero de ello nos dimos cuenta recién en el medio del cruce de las Salinas Grandes, cuando el calor apretó. Nuevamente con hipos, pero esta vez sin la tos convulsa, pasamos Santiago del Estero, donde todo estaba cerrado, por ser día de la fiesta local, y pusimos “trompa” a Tucumán. Cerca del arribo, nos esperaban los amigos Stefanutti y Reginato, en otro Torino, para cruzarnos —sin problemas de pérdida de tiempo— por la ciudad de Tucumán y “depositarnos” en camino a Salta, último eslabón de la larga cadena que veníamos recorriendo desde Río Gallegos.
La entrada a Tucumán, tomada a la altura de la caminera, se realizó a las 15:15, cumpliéndose así 3.575 km cubiertos en 34’15”; lo que arrojaba un promedio general de 104,840 km/h. Por supuesto que en Tucumán se hizo escala en la concesionaria IKA. Gracias a la excelente disposición del señor Domingo Capuano, de Domingo capuano S.A., nombre de la concesionaria local, se solucionaron los problemas de bomba de nafta, reemplazándola, lo mismo el provisional arreglo del cable.
Partimos, todo en regla, y refrigerados piloto y copiloto por las previsiones del señor Capuano, exactamente a las 17 y 42. El Torino brincaba de alegría y andaba mejor que nunca. Rosario de la Frontera, Metán y Salta parecían ponerse al alcance de la mano, mientras el régimen del motor se mantenía, siempre, muy alto. Luego Jujuy, la meta, el final, el gran suspiro. La enorme caravana. El público. Las manos que se extienden. Las voces que gritan. Las luces. Los micrófonos. Gracias. Gracias. Estamos contentos. Un señor nos abraza. Es Juan Buitrago, el concesionario IKA en Jujuy. Miramos alrededor. Son miles de caras nuevas. Preguntamos la hora de entrada. Nos informan mil voluntarios. Queremos la oficial. Nos la alcanzan. A las 18 horas 42 minutos. Deducimos mentalmente la hora neutralizada en Bahía Blanca. La cifra no es lo que hubiéramos querido ni tampoco lo que hubiéramos podido. Excede en 42 minutos a las 36 horas. Preguntamos el promedio general. Alcanza a 109,020 km/h. Luego sacaríamos el promedio del último tramo, de Tucumán a Jujuy, cuando le pedimos al Torino 380 su resto, su esfuerzo final; los cubrió en 142,320 km/h de promedio.
Sí, estamos contentos. Por los que tuvieron fe en las características del mercado argentino, por los que se decidieron a crear, en el país, un auto para el país; contentos por todas las manos que se alzaron, en amistoso saludo, a lo largo de 4.002 kilómetros; contentos por los que creyeron en nosotros y nos apoyaron; contentos por los miles de entusiastas que aún repiten —asombrados— el tiempo empleado para unir un extremo del país con otro. Sí, estamos contentos. Es como una oleada cálida que viene de adentro y que llega a los ojos. Es la tensión que se afloja. Ya estamos en San Salvador de Jujuy. El Torino 380 ha cumplido.

Resumen de Impresiones

A veces, redondear en una palabra el resumen de impresiones recibidas de un auto, es mucho más fácil que desmenuzar. Para sintetizar, en este caso, aunque la fábrica no la utilice, nos inclinamos por la expresión: el Torino es el primer Gran Turismo argentino.
Desmenuzar es otra cosa. Es opinar sobre todos los elementos del vehículo que nos llamaron la atención por una u otra causa. Tanto sea aquella buena, regular o mala. Aquí no es tan sencillo mantener la equidad. En oportunidades es cuestión de enfoque y, el nuestro bien puede ser distinto de quienes originaron el diseño. Dicho en otras palabras, es lo que nosotros esperamos de ese vehículo, y de lo que sus fabricantes se propusieron alcanzar cuando aprobaron el diseño. Lo que antecede, además, funciona relacionado con los inevitables “compromisos” que existen en la resolución de todo problema mecánico. De donde el error puede estar en el ejercicio de la soberbia. En erigirse en juez, y la justa medida en tratar de avalar, con razones, una opinión. En ésta, muy difícil tarea, nos adentramos.
La carrocería del Torino 380 se define como un monocasco dos puertas “hard-top” (sin parantes o techo duro). Su línea es agradable, sin rebuscamiento, sin ornamentos innecesarios, con fluidez de tratamiento en los encuentros de curvas y hábil intercalación de los planos y líneas duras. Su origen, el afamado establecimiento carrocero Pininfarina, ha dado en el blanco. Sin caer en lo ostentoso, el auto es distinto; sin exhibicionismos, es importante. Con ubicación para cinco pasajeros, cómodos, puede considerarse dentro de la categoría de los medianos.
La visibilidad es excelente en sentido direccional y una amplia luneta trasera la provee en el sentido contrario a la marcha. Lateralmente, la amplísima superficie vítrea y la no existencia de parantes, nos exime de otro comentario. El ingreso y egreso está facilitado por la amplitud de las puertas y, en el caso de tratarse de los asientos posteriores, los delanteros son rebatibles en grado suficiente como para facilitarlo. Los asientos delanteros, además del mecanismo de control que permiten el desplazamiento del asiento sobre los rieles habituales, disponen de ajuste de la inclinación del respaldo y este elemento, a su vez, de un registro “memorizador” que hace volver a la posición de hábito el respaldar, cada vez que por razones de ascenso o descenso de pasajeros deba éste rebatirse para facilitar el paso.
La apertura del capó se realiza desde el exterior, mediante una traba de acción simple, pero efectiva. Levantado el capó, el acceso a los órganos mecánicos es generosa. El cierre se realiza dejando actuar el peso del elemento, al liberarlo a escasa altura de su posición de cierre. El baúl de equipajes, que abre con la misma llave con que se traban las puertas —con lo que son sólo dos las necesarias al automóvil—, dentro de márgenes razonables, encontrándose ocupado, parcialmente, por la rueda de auxilio. Tres valijas medianas y dos pequeñas dejan suficiente espacio como para un par de bolsones de mano. La hermeticidad del baúl de equipajes es buena, sin ser excelente. No hemos registrado filtraciones de agua. El plumero sí fue necesario para desempolvar las valijas antes de ingresar al hotel. En el habitáculo, por el contrario, aún viajando con las ventanas abiertas en caminos de tierra, y siempre —por supuesto— de no desplazarse detrás de otro auto o en las secuelas de los cruces entre vehículos, el polvo penetra en forma muy reducida.
El habitáculo, como primera medida, es amplio. Las butacas delanteras se encuentran separadas por la prolongación de la consola, la que comienza con un receptáculo para elementos de viaje, brinda alojamiento a la leva de la caja de velocidades, luego al cenicero previsto para los ocupantes de los asientos delanteros y finaliza en otro cenicero, de tapa curva, destinado a los pasajeros del asiento posterior. Las butacas y la posición de manejo son, esencialmente, confortables. Quizá las más cómodas que hayamos probado en nuestro largo trajinar en el mundo de los automóviles.
Frente al asiento del conductor se ubican todos los elementos del tablero instrumental, los que tienen la poco común virtud de ser funcionales, de fácil lectura y estar bien agrupados. La presencia de una sola luz testigo —la de carga del alternador— indica el concepto que ha primado en la elección del instrumental: exactitud de lectura y funcionalidad, erradicando del mismo la función ornamental, impuesta como moda en la última década, por la generalidad de los fabricantes.
Un primer “chequeo” sobre la veracidad de lo que se leía en el velocímetro, acusó márgenes de error apreciables, del orden del 6 al 8 por ciento. A raíz de la necesidad —con motivo del raid— de que el mismo fuera todo lo fiel posible, recurrimos a Taller Modelo de Industrias Kaiser Argentina, donde se nos informó de la existencia de un error en la elección del piñón, acaecida durante el armado. Éste fue reemplazado por el correcto. Verificada, nuevamente, la exactitud del velocímetro, indicó en esta oportunidad márgenes de error de entre el 1 y 2 por ciento, valores perfectamente aceptables. Pero, para el caso, valga una reflexión. En oportunidad de realizar un viaje en un Torino 300 S, el cuatro puertas, tres litros, también observamos un apreciable error de velocímetro, pero a la inversa. El mismo atrasaba casi idénticas cantidades que las adelantadas por el Torino 380 antes de ser corregido. De donde interpretamos que una cuidadosa selección de los piñones que correspondan, a cada caso, en función de las diferentes relaciones de diferencial utilizadas en los distintos modelos de la marca, sería necesaria.
Frente al asiento del acompañante se encuentra la guantera, provista de cerradura, cuya tapa, al igual que toda la superficie del tablero, se halla recubierta por una chapa de madera, de fino veteado y lustre opaco. Cada una de las puertas concurre a subsanar la escasa capacidad de la guantera principal, ya que se ha incorporado a cada una de ellas dos guanteras, también de escasa profundidad pero de generosa superficie. Todos los rebordes del tablero se encuentran profusamente acolchados y la botonera de comandos, ubicada en el lugar neutro, es decir, entre ambas butacas, colabora a manifestar un sentido de previsión de parte del diseñador, en cuanto a las consecuencias del segundo choque —el del ocupante del vehículo contra aquello que lo rodea— en caso de accidente. La conformación, en forma de tulipa, y la flexibilidad del volante de dirección, concurren a avalar el sentido de lo manifestado.
La composición y calidad del tablero instrumental —con excepción de la ya expuesta— merece ninguna crítica y bastante aplauso. Se trata de dos “relojes” grandes y tres pequeños, agrupados por tamaño y a distintas alturas. Su orden es: termómetro de agua, velocímetro, manómetro de aceite, tacómetro y medidor de nivel de combustible. Bajo el instrumento control de presión de aceite se encuentra la luz testigo de carga del alternador, línea que se correlaciona con la columna de dirección, quedando entonces ubicados —inmediatamente a los costados de la línea de visión— velocímetro y tacómetro, en ese orden. Durante la marcha nocturna, la luz que ilumina los distintos instrumentos es controlada por un reóstato, al que acciona un movimiento giratorio de la perilla de luces de posición y de ruta. La iluminación del tablero, debida a la acción del voladizo en que se prolonga su parte superior, no acusa ningún reflejo en el parabrisas.
La luz “alta” se acciona con el sistema de botonera de pie, que es de norma, mientras que los faros de yodo disponen de un interruptor propio, cuyo sistema permite que puedan o no acoplarse al control de pie citado. Un agudo silbido de reprobación para el testigo de la luz alta, cuya intensidad es los suficientemente fuerte como para ser decididamente molesta. El problema, durante la conducción nocturna, fue obviado mediante la presencia de un trozo de tela adhesiva pegado en el cristal del velocímetro, bajo cuya influencia la luz testigo aún cumplía —en forma perfecta— su función.
Resumiendo, los controles se agrupan de la siguiente forma: luces, luces de yodo, limpiaparabrisas, entrada de aire, ventilador y calefactor, desempañador y encendedor. De ellos, el único que merece una palabra de crítica, pese a sus dos velocidades, es el limpiaparabrisas. Cuando el avanzar del vehículo orilla los 150 km/h, las escobillas literalmente se despegan y dejan de cumplir su función. Claro que, podría aducirse..., ¿quién quiere viajar bajo la lluvia a 150 km/h? Ese es otro cuento. Nosotros nos limitamos a contar el nuestro.
Entre los demás “chiches” con que el Torino ha sido provisto, merecen destacarse una radio de notable calidad, equipada con un control de volumen de parlantes —delantero y trasero—, el lavaparabrisas, cuyo comando es de tipo de pedal y la orientación del líquido demasiado baja para ser realmente efectiva, tres luces internas —la de mapa, cortesía e interior—, el comando de bocina de luces y viceversa, la luz roja de peligro —ubicada en el centro posterior del marco de las puertas— y los ventiletes de acción manual que proveen aire fresco tanto a conductor como a acompañante, a la altura de la pedalera. Espejo retrovisor de dos posiciones, diurna y nocturna, y parasoles, completan el número de aditamentos. En el asiento posterior merecen ser destacados el apoyabrazos central rebatible, los bolsillos de respaldo, ubicados en la parte posterior de los asientos delanteros y los ceniceros laterales.
La planta motriz es el conocido motor Tornado, retrabajado en su cabeza de cilindros, y que ha recibido un aditamento en su bautizo. Ahora se denomina Tornado Interceptor, con el agregado de dos siglas OHC y 230, las que corresponden a “over head camshaft” (árbol de levas a la cabeza) y a las pulgadas cúbicas que desplazan los pistones en su recorrido. Las modificaciones introducidas al diseño, más el agregado de un carburador Holley, doble boca, modelo 2300 C, ha significado, para este motor un cambio tan notable que cabe en las cercanías de la palabra “transfiguración”. Sus mejores virtudes: la forma en que tira de abajo, y el escaso régimen de rotación que requiere para mantener una velocidad de crucero elevada, cosa que hace sin aparente ni real esfuerzo.
El hecho de tratarse de un motor “lungo”, con más recorrido de pistón que diámetro de cilindro )111,12 x 84,937 mm), representa cierta prevención para que el motor trabaje a regímenes altos, cosa que, si bien por una parte es exacta, por la otra se ve atemperada por la longitud de la biela, con lo que el problema de desaceleración del pistón encuentra su remedio y es éste, y no el problema de su velocidad media, lo que prima para el caso. De aquí que, si bien la fábrica ha colocado una hermosa raya amarilla en las 4.500 rev/min, la que se prolonga hasta las 5.000 rev/min, donde tiene su origen la impactante línea roja, los autos de la marca que se encuentran compitiendo tienen piedra libre hasta las 5.400 rev/min, y es conocido el caso de quienes han tirado 5.800 rev/min por lapsos significativos, sin problemas en cuanto hace a la armonía del conjunto.
Una crítica. Puede o no haber sido motivada por la cercanía a los múltiples de escape la falla que sufrimos en la bomba de nafta —de marca Carter modelo M 3561 S—, pero la sufrimos, y nos costó más de una hora larga en el tiempo que habíamos previsto para el raid. Merece atención el problema. Quizá un deflector. El resto es un compendio de loas, incluyendo el consumo, la facilidad de puesta en marcha —aún a temperaturas muy frías—. La constante presión de aceite —nunca leímos menos de 3,5 kg/cm², aún en los tramos más tirados—, la rapidez de aceleración y la no falla, en todo momento y lugar.
La caja de velocidades, una delicia. Así, como suena. Sin embargo, dos peros empañan un espejo que podría no haber tenido mácula. Una molesta vibración del comando primario, cuando el régimen llega a las 4.000 rev/min, y una segunda “cortita como viraje de laucha”. La expresión es exagerada, pero no podemos sino afirmar que nos hubiera gustado ver 100 km/h en esa marcha, en el velocímetro, con más “respiro” para la planta motriz. La “tercera”..., ¡una barbaridad! En resumen —salvo las acotaciones— lo repetimos: una delicia. Tanto tirando como bajando cambios. No está demás el decir que —aún salvando las distancias de concepto— es lo mejor que hemos probado a la fecha en el mercado nacional. La “Corvette”, a la que no alcanzamos ni a tomarle el gusto en el autódromo en ocasión de presentarse el Chevrolet SS, podría ser una única rival en este sentido.
La suspensión. Suave. No permite que las ruedas pierdan contacto con el suelo. Trasmite al conductor, con rapidez, todas las reacciones del vehículo. La delantera, que soporta mayor proporción del peso que la trasera, es independiente, de trapecio articulado; su brazo inferior es simple —lo complementa un reactor—, el elemento elástico está formado por resortes helicoidales, lo frenan amortiguadores telescópicos, y el conjunto recibe la beneficiosa presencia de una barra estabilizadora. De la trasera queremos dejar sentado un concepto de aplauso y una duda. El primero es una frase admirativa. ¡Cuántas maravillas pueden aún hacerse con un tren trasero bien sujeto...! aplausos, entonces, para ese eje rápido, para la presencia de los resortes helicoidales y para las cuatro barras reactoras. Para los amortiguadores... una duda. No entendemos, salvo por la minúscula razón de no quitar en el baúl de equipajes el también minúsculo lugar que ocuparían dos torretas, la razón por la cual los amortiguadores traseros no se han colocado dentro de las espirales correspondientes. El efecto oscilante de la cola, que toma el Torino en caminos de tierra cuando la velocidad supera los 120 km/h, podría así haberse evitado. Eso, al menos, creemos. Por ello es que lo nuestro es una duda y no una crítica.
La tenida es, en términos generales, excelente. Tanto en forma direccional como en el recorrido de las curvas. Los vientos laterales, aún aquellos fuertes de la Patagonia, parecen no afectarlo. De anotar algo desfavorable, podríamos sólo hacer mención de una cola algo ligera cuando el auto se encuentra descargado. Nivelado, ex profeso, las presiones de neumáticos que recomienda la fábrica (24 lbs adelante y 28 lbs atrás) hemos obtenido una reducción de la cualidad subvirante del auto pero, estando descargado, se vuelve un poco celoso. Con tanque de nafta lleno, valijas y dos neumáticos de auxilio, la tendencia se orienta hacia lo neutro. Como siempre, entonces, respetar lo que dice la fábrica. Para andar fuerte subir las presiones el 20 por ciento, pero mantener los desniveles entre tren delantero y trasero aconsejado por sus fabricantes.
El embrague es monodisco seco, con un diámetro de 9¼”. El diferencial es semiflotante, con engranaje de mando hipoidal y relación 3,3 a 1. por el problema que nos dieron, podrían no haber existido. Hubiera sido lo mismo.
Sin discusión, sin lugar a dudas, es el auto de producción nacional de los denominados “grandes” que mejor frena. Su único rival, dentro de los automóviles que hemos testeado —aunque ubicado en otra categoría— es el coupé Fiat 1500. Los frenos son óptimos para un auto estándar. Óptimos, también, aunque la fábrica le hubiera puesto al auto alguna sigla similar a “GT” vinculada al nombre. Cosa que no hizo. Cosa que el auto —a nuestro juicio— se merece.

Nuestra Opinión... y la Ajena

No siempre es bueno quedarse con la propia. Sobre todo cuando la opinión ajena brilla por mérito único. Luego de haber realizado las pruebas del caso se nos ocurrió, de acuerdo con la personal apreciación que habíamos edificado del Torino 380, complementaria con la de los pilotos que lo usan todos los días y que, además compiten en TC con la marca.. el uno, integrando la “scuderia” Donald Hnos., el otro, apoyado por la concesionaria de Industrias Kaiser Argentina, Berlingeri S.A. Casi no hace falta aclarar que se trata de Rodolfo de Álzaga y de Nasif Estéfano. Dejamos, entonces, de lado la opinión formada, y nos transformamos en dóciles y entusiastas copilotos de dos eximios volantes. Las palabras que siguen le son propias.

Rodolfo de Álzaga
Es un auto “lindo de manejar”. Da gusto andar en él. Una de las cosas que más me entusiasman es cómo puedo tirarlo dentro de la curva, sabiendo que va a reaccionar bien y que hay potencia debajo del capó para sacarlo. La tenida es muy buena. Claro que éste es un auto estándar y no se pueden hacer con él “las piruetas” que son posibles con el de carrera. A mí me gusta, personalmente, la amortiguación más dura. Además, el mío lo tengo preparado —hemos modificado la pedalera— como para poder hacer punta y taco más fácilmente...¡Qué quieren que les diga...! Como auto estándar se comporta más que bien. No creo que haya otro auto, en el país, que reúna todas las cualidades que tiene éste. Aquellos que tienen una cosa, les falta otra. Del Torino se puede decir que es completo.

Nasif Estéfano
A mí me gusta la aceleración, la salida que tiene. además, la caja de cambios. Yo soy “cajista a muerte”, al igual que Rolo, y es para mí como una necesidad mantener el motor continuamente “armado”, en vueltas. Frena y dobla bien. Cuando uno encuentra el radio de curva, lo dibuja. Va, casi, como sobre rieles. Hay quienes dicen que en la tierra es inestable de cola. Yo no lo he encontrado así. Claro que hay que tenerlo. Pero... a todo auto hay que manejarlo y éste se maneja mejor que muchos entre los que yo he andado. No es un auto de carrera, así como viene, estándar, pero es uno de los autos más fáciles para transformarlo en auto de competición. Es un aparato que vale la pena. Estoy muy contento que se haya fabricado en nuestro país. Claro que estoy más contento todavía de tener uno.

Algunos Resultados en Números
Velocidad máxima
181,818 km/h
Recorre el Km en...
20 segundos
Máxima lectura velocimetro
185 km/h
Máxima lectura tacómetro (directa)
4.700 rev/min
Velocidad de marcha min. (directa)
35 km/h
Velocidades topes en las marchas
En 1º velocidad
53 km/h
En 2º velocidad
94 km/h
En 3º velocidad
138 km/h
Temperatura normal de funcionamiento
85º C
Presión aceite a velocidad crucero (140 km/h)
5 kg/cm2
Presión aceite velocidad tope (sostenida)
3 1/4 kg/cm2
Aceleración
De 0 a 80 km/h
7" 9/10
De 0 a 100 km/h
12" 8/10
De 0 a 120 km/h
20"
De 0 a 140 km/h
29" 7/10
Consumo promedio prueba de ruta
6,996 km/l
Consumo sobre asfalto, velocidad crucero
7,420 km/l

 

El Torino S
©AUTOMUNDO, 22 de Octubre de 1968

 

PARA FAMILIAS FELICES. Teniendo en cuenta la versatilidad, la comodidad y la economía, IKA-Renault presentó el Torino S, que constituye un modelo derivado del Torino 300. los lineamientos de la carrocería y la planta motriz no han variado con respecto al anterior, pero sí el interior, el panel de instrumentos y la caja de velocidades, ahora con la palanca en el piso. El Torino S tiene cuatro puertas y cinco plazas, brindando como equipo de serie servo-freno de disco, cinturones de seguridad, panel acolchado, radio, calefactor e instrumental completo, incluido el tacómetro. Además tiene luz de mapa y enchufe para afeitadoras y calentadores.
En el diseño interior se tuvo en cuenta la comodidad y el buen gusto. Los asientos delanteros son reclinables y el espacio del habitáculo es amplio. El diseño de la carrocería es ya conocido y se define con sobriedad y equilibrio.
El motor es el conocido Tornado Interceptor de seis cilindros en línea y 2.960 cm³ de capacidad. La potencia es de 122 HP a un régimen de 4.700 rev/min. La caja de velocidades es una ZF de cuatro marchas de avance sincronizadas y una de retroceso.
Con el Torino S se pretende brindar al comprador un automóvil familiar económico, que posee al mismo tiempo detalles deportivos y de lujo. Según declaraciones de los productores, el modelo trata de satisfacer el gusto del usuario argentino, que se inclina por vehículos de calidad.

 

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