Helmut Wagner
El anarquismo y la Revolución española
Índice
II
Desde este punto de vista, se plantea una cuestión: ¿es
cierto que los trabajadores en Cataluña poseen el control de
las fábricas, una vez que los anarquistas han sindicalizado la
producción? Para responder a esta cuestión solamente
necesitamos subrayar unos pocos párrafos del folleto, ¿Qué
es la C.N.T y la F.A.I.? (publicación oficial de ambas organizaciones).
"La dirección de las fábricas colectivizadas queda
en manos de los consejos de fábrica, que son elegidos en la asamblea
general de la fábrica. Los consejos están constituidos
por un número que varía entre cinco y quince miembros.
El periodo durante el cual ocuparán sus cargos será de
dos años..."
"Los consejos de fabrica son responsables ante la asamblea plenaria
de la empresa y ante el Consejo general de su rama industrial. Junto
con el Consejo general de su rama industrial se encargan de llevar adelante
la producción. Además, se encargan de las cuestiones referidas
a los daños laborales, condiciones de trabajo, asistencia sanitaria,
etc."
"Cada Consejo de fábrica elige un director. En las fábricas
con más de 500 trabajadores, la elección ha de contar
con la aprobación del Consejo de industria. Con la aprobación
de los trabajadores, cada fábrica nombra un delegado del Consejo
de la fábrica para el Consejo de Industria de la Generalitat.
El consejo de fábrica rinde cuentas regularmente a la asamblea
de fábrica y al Consejo de Industria sobre sus actividades y
planes."
"En caso de incapacidad o rechazo del cumplimiento de las tareas
asignadas, la asamblea de la fábrica o el Consejo de Industria
pueden obligar a dimitir a los miembros del consejo de fábrica."
"Si un miembro del consejo de fábrica es obligado a dimitir
por el Consejo de Industria (CI) contra la voluntad de los trabajadores,
entonces éstos pueden apelar la decisión ante el CI de
la Generalitat que toma una decisión después de haber
oído el informe del Consejo Económico General Antifascista."
"El Consejo Económico General, que agrupa las diferentes
ramas industriales, está formado por cuatro representantes de
los consejos de fábrica, ocho representantes de los diferentes
sindicatos (respetando la proporcionalidad de todos los grupos políticos)
y cuatro técnicos. Estos últimos son nombrados por el
Consejo Económico General Antifascista. Este consejo está
encabezado por un miembro del Consejo de Industria de la Generalitat."
"El Consejo Económico General tiene las siguientes tareas:
organizar la producción, evaluar los costes, eliminar la competencia
entre las empresas, averiguar la demanda de los productos industriales,
así como estudiar el mercado interior y exterior, evaluar la
rentabilidad y consolidar las empresas, reorganizar los métodos
de trabajo, controlar los precios, crear mercados centrales, adquirir
medios de producción y materias primas, conceder créditos,
crear laboratorios técnicos, realizar estadísticas de
producción y consumo, reemplazar las materias primas extranjeras
por productos autóctonos, etc."
No hace falta pensar mucho para darse cuenta de que estas propuestas
dejan todas las funciones económicas en manos del Consejo Económico
General [CEG]. Como hemos visto, el CEG está formado por ocho
representantes de los sindicatos, cuatro del consejo económico
general antifascista, en calidad de técnicos, y cuatro representantes
de los consejos de fábrica. El CEG antifascista fue formado al
comienzo de la revolución y está compuesto por representantes
de los sindicatos y de la pequeña burguesía (Esquerra
Republicana de Catalunya, etc.). Como representantes directos de los
trabajadores solamente pueden contabilizarse los cuatro delegados de
los consejos de fábrica. Hay que subrayar, además, que
en caso de retirada de los representantes del comité de fábrica,
la Consejería de Industria de la Generalitat y el Consejo Económico
General antifascista tienen una influencia decisiva. El CEG puede destituir
a los miembros de la oposición en el consejo contra lo cual los
trabajadores pueden apelar al consejo de Industria, pero la capacidad
de decisión queda en manos del CEG antifascista. Los consejos
de fábrica organizan las condiciones de trabajo, pero son responsables
no solamente ante los trabajadores en la fábrica, sino también
ante el consejo de industria. El consejo de fábrica puede nombrar
el director, pero para las grandes empresas se necesita el consentimiento
del consejo de Industria de la Generalitat.
En resumen, puede afirmarse que en la actualidad los trabajadores
tienen muy poco que decir acerca del control y organización de
las fábricas. En realidad, los sindicatos gobiernan. Lo que esto
significa los investigaremos a continuación.
A partir de los escasos hechos mencionados, no podemos compartir el
entusiasmo de la C.N.T. acerca del "desarrollo social". "En
las oficinas públicas late la vida de una verdadera revolución
constructiva", escribe Rosselli en ¿Qué
es la C.N.T y la F.A.I.? (pag. 38 y 39 de la edición alemana).
Desde nuestro punto de vista, los latidos de una verdadera revolución
no laten en las oficinas públicas sino en las fábricas.
En las oficinas palpita el corazón de una vida diferente, la
de la burocracia.
No criticamos los hechos. Los hechos, las realidades, están
determinados por circunstancias y condiciones que están más
allá del control de los grupos particulares; que los trabajadores
de Cataluña no hayan constituido la dictadura de proletariado
no es culpa suya. La razón principal hay que buscarla en la confusa
situación internacional que pone a los trabajadores españoles
en oposición al resto del mundo. En tales condiciones, es imposible
para el proletariado español liberarse a sí mismo de su
aliado pequeño-burgués. La revolución estaba sentenciada
antes de que realmente comenzase.
No, no criticamos los hechos. Criticamos, por contra, a los anarquistas
por confundir las condiciones existentes en Cataluña con el socialismo.
Todos los que hablan a los trabajadores de socialismo en Cataluña,
en parte porque así lo creen, en parte porque no quieren perder
su influencia sobre los acontecimientos, impiden a los trabajadores
ver lo que sucede realmente en España. No comprenden los principios
revolucionarios y por eso hacen más difícil el desarrollo
de una lucha revolucionaria.
Los trabajadores españoles no pueden luchar realmente contra
la dirección de los sindicatos, ya que esto supondría
el total colapso de los frentes militares. No tienen otra alternativa.
Tienen que luchar contra los fascistas para salvar sus vidas, tienen
que aceptar cualquier ayuda independientemente de donde venga. No se
preguntan si el resultado de todo ello será el socialismo o el
capitalismo; sólo saben que tienen que luchar hasta el fin. Solamente
una pequeña parte del proletariado es conscientemente revolucionaria.
Mientras los sindicatos organicen la lucha militar, los trabajadores
los apoyarán; que esto lleva a compromisos con la burguesía
no puede negarse, y se considera como un mal necesario. La consigna
de la C.N.T., "Primero la victoria sobre los fascistas y luego
la revolución", expresa el sentimiento todavía
predominante entre los militantes obreros. Pero este sentimiento también
se puede explicar por el retraso general del país que no sólo
hace posible, sino que fuerza al proletariado a compromisos con la burguesía.
De ello se sigue, pues, que el carácter de la lucha revolucionaria
está sometido a profundos cambios y, en vez de apuntar hacia
el derrocamiento de la burguesía, lleva hacia la consolidación
de un nuevo orden capitalista.
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