Paul Mattick
El Partido y la Clase Obrera

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II

Para Maitland "el partido debe ser el aparato material para integrar a la minoría consciente y a la masa inconsciente". La masa es "inconsciente", sin embargo, por la misma razón que es impotente. La minoría "consciente" no podría alterar una situación sin cambiar la otra. No puede llevar la "conciencia" a las masas a menos que les proporcione poder. Si la conciencia y el poder dependen del partido, toda la cuestión de la lucha de clases asume un carácter religioso. Si la gente que constituye el partido son "buenas" personas, su voluntad dará a las masas poder y conciencia; si son "malas" personas, rehusarán tanto a lo uno como a lo otro. Aquí no hay ninguna cuestión de "integración", sino sólo una cuestión de "ética". De este modo, habremos de confiar no sólo en concepciones abstractas acerca de lo que un partido debe ser, sino también en la buena voluntad de los hombres. En resumen, debemos confiar en nuestros dirigentes. Lo que los partidos pueden dar, sin embargo, también pueden llevárselo. Bajo las condiciones tal y como son, la "conciencia" de la minoría o es un sin sentido, o está relacionada con una posición de poder en la sociedad. Aumentar la "conciencia" es así aumentar el poder del grupo que la incorpora. De allí no surge ninguna "integración" entre "dirigentes" y "dirigidos"; en su lugar, el vacío existente entre ellos se ensancha continuamente. El grupo consciente defiende su posición como grupo consciente; sólo puede defender esta posición contra la masa "inconsciente". La "integración" de la minoría consciente y de la masa inconsciente es sólo una descripción agradable a los oídos de la explotación de los muchos por los pocos.

El hecho de que Maitland vea el partido como el "instrumento material" que coordina el pensamiento y la acción revela que su mente está aún en el pasado. Por eso defiende el partido del futuro. El aparato material (las reuniones, los periódicos, los libros, el cine, la radio, etc.) del que habla ha dejado entretanto de estar a la disposición de tales partidos como Maitland tiene en mente. La fase de desarrollo capitalista en la que los partidos podrían crecer como cualquier otra ocupación de negocios y utilizar los instrumentos de propaganda para su propia ventaja ha acabado. En la sociedad actual, el desarrollo de las organizaciones obreras no puede seguir ya los caminos tradicionales. Un partido que "desarrolla la conciencia de clase en las masas" ya no puede surgir. Los medios de propaganda están centralizados y al servicio exclusivo de la clase o del partido dominantes. No pueden ser utilizados para derribarlos. Si los obreros no son capaces de desarrollar métodos de lucha más allá del control de los grupos dominantes, no podrán emanciparse a sí mismos. Un partido no es ningún arma contra las clases dominantes; ni siquiera existen en las sociedades fascistas. Contra el poder actual de la asociación Capital-Estado-Partido solamente ayudará la "acción consciente del conjunto de la masa de la gente". Mientras tanto esa masa siga siendo "inconsciente", mientras tanto necesite el "cerebro" de un partido, esta masa seguirá siendo impotente, pues ese "cerebro" no se desarrollará.

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