Paul Mattick
El Partido y la Clase Obrera

Índice

I

Los problemas planteados no pueden abordarse de una manera abstracta ni en términos generales, sino únicamente de modo específico con respecto a las situaciones históricas concretas. Cuando Pannekoek decía que la "creencia en los partidos" es la razón principal de la impotencia de la clase obrera, hablaba de los partidos tal como han existido efectivamente. Es evidente que estos no han servido a la clase obrera, ni han sido una herramienta para acabar con la dominación de clase. En Rusia el partido se convirtió en una nueva institución dominante y explotadora. En Europa occidental, los partidos han sido abolidos por el fascismo y se han demostrado así incapaces tanto de emancipar a los obreros como de elevarse ellos mismos a posiciones de poder. (Los partidos fascistas no pueden considerarse como instrumentos diseñados para acabar con la explotación del trabajo). En América, los partidos no han servido a los obreros, sino a los capitalistas. Los partidos han cumplido toda clase de funciones, pero ninguno conectó con las necesidades reales de los trabajadores.

Maitland no cuestiona estos hechos. Como los cristianos que rechazan la crítica con el argumento de que la cristiandad nunca ha sido probada en serio, Maitland argumenta que "el problema no es partido sí o partido no, sino qué tipo de partido". Aun cuando es verdad que hasta ahora todos los partidos han fracasado, él piensa que eso no demuestra que un nuevo partido, su "concepción del partido", fracasará también. Está claro que una "concepción de un partido" no puede fracasar simplemente porque los partidos reales hayan fracasado. Pero entonces las "concepciones" no importan. El partido del que él habla no existe. Sus argumentos tienen que ser demostrados en la práctica; pero no hay tal práctica. Todos los partidos que han funcionado hasta ahora partieron de la concepción de Maitland de lo que un partido debe ser. Esto no les impidió violar esta concepción a lo largo de su historia.

El partido que "Lenín se esforzó en crear", por ejemplo, y el partido que él creó efectivamente eran dos cosas diferentes, porque Lenín y su partido eran sólo partes de la historia; no podrían forzar la historia según sus propias "concepciones". Hay otras fuerzas en la sociedad además de las concepciones que forman los acontecimientos. Maitland puede tener razón al decir que la "debacle actual de la Comintern no demuestra que la concepción de Lenin del partido fuese incorrecta", pero la debacle ciertamente demuestra que, independientemente de su concepción, el partido fue de hecho "incorrecto" si es medido según las ideas de Maitland y las necesidades de la clase obrera internacional.

El partido, sostiene Maitland, "es una creación histórica, que no puede ser arrojada a un lado". Desafortunadamente, eso era cierto en el pasado. La historia también ha mostrado, sin embargo, que los partidos no eran lo que se suponía que eran. Son la creación histórica del capitalismo liberal y dentro de esta escena particular han servido --durante un tiempo-- a las necesidades de los obreros, pero sólo incidentalmente. Estaban principalmente involucrados en la formación del grupo de interés y de la influencia social del partido. Se convirtieron en instituciones capitalistas, participando en la explotación del trabajo y luchando con otros grupos capitalistas por el control de las posiciones de poder. Debido a las condiciones de la crisis general, la concentración del capital y la centralización del poder político, el aparato del Estado se convirtió en el centro de poder social más importante. Un partido que conseguía el control del Estado --legalmente o ilegalmente-- podría transformarse en una nueva clase dominante. Esto es lo que los partidos hicieron o intentaron hacer. Dondequiera que el partido tuvo éxito, no sirvió a los obreros. Ocurrió justamente lo contrario: los obreros sirvieron al partido. El capitalismo, también, es una "creación histórica". Si el "partido no puede ser arrojado a un lado porque es una creación histórica", como va Maitland a abolir el capitalismo ahora que es idéntico al Estado unipartidista? En la realidad, los dos deben ser "arrojados a un lado"; acabar con el capitalismo hoy implica ponerle fin al partido.

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