Textos de Paul Mattick
Las barricadas deben ser retiradas
El fascismo de Moscú en España
Publicado en inglés como "The barricades
must be torn down: Moscow-fascism in Spain"
en International Council Correspondence, vol. 3, nos. 7-8 (aug. 1937),
p. 25-29.
El 17 de mayo de 1937 la C.N.T-FA.I. de Barcelona emitía la
siguiente orden: "¡Las barricadas deben ser retiradas!
Las horas de crisis han pasado. Hay que restablecer la calma. Pero están
circulando rumores por la ciudad que contradicen los informes de una
vuelta a la normalidad como la que ahora estamos ordenando. Las barricadas
están contribuyendo a esa confusión. Ya no necesitamos
las barricadas ahora que la lucha ha acabado. Las barricadas no tienen
objeto ahora, y la continuación de su existencia puede dar la
impresión de que deseamos volver al anterior estado de cosas
—y eso no es verdad. Camaradas, cooperemos en el total restablecimiento
de la vida civil normal. Todo lo que la impide volver a la normalidad
debe desaparecer."
Y entonces comenzó la vida normal es decir, el terror de los
fascistas de Moscú. El asesinato y el apresamiento de los obreros
revolucionarios. El desarme de las fuerzas revolucionarias, el silenciamiento
de sus periódicos, emisoras, la eliminación de todos los
puestos que habían alcanzado con anterioridad. La contrarrevolución
triunfaba en Cataluña, donde, como aseguraban a menudo los líderes
anarquistas y del POUM, se avanzaba hacia el Socialismo. Las fuerzas
contrarrevolucionarias del Frente Popular fueron bien acogidas por los
líderes anarquistas. Las víctimas aclamaban a sus verdugos.
"Cuando hubo un intento de hallar una solución y restablecer
el orden en Barcelona", leímos en un boletín
de la C.N.T.: "la C.N.T y la F.A.I. fueron las primeras en
ofrecer su colaboración, fueron las primeras en pedir el alto
el fuego e intentar la pacificación de Barcelona. Cuando el Gobierno
Central asumió el orden público, la C.N.T. estuvo entre
las primeras organizaciones que pusieron a disposición de los
representantes del orden público todas las fuerzas bajo su control.
Cuando el Gobierno Central decidió enviar fuerzas armadas a Barcelona
con el fin de controlar las fuerzas políticas que no obedecían
a las autoridades públicas, la CNT fue una vez mas la única
en ordenar a todos los distritos facilitar el paso de aquellas fuerzas,
para que pudieran llegar a Barcelona y restablecer el orden."
Sí, la C.N.T. ha hecho todo lo posible para ayudar a la contrarrevolución
del Gobierno de Valencia en Barcelona. Los obreros detenidos pueden
agradecer a sus líderes anarquistas su apresamiento, que conduce
a los pelotones de fusilamiento de los fascistas de Moscú. Los
obreros muertos son apartados de en medio junto con las barricadas;
son silenciados para que sus líderes puedan continuar hablando.
¡Qué excitación por parte de los neo-bolcheviques!
“Moscú ha asesinado a trabajadores revolucionarios",
gritaron. "Por primera vez en su historia, la Tercera Internacional
está disparando desde el otro lado de las barricadas. Antes,
solamente había traicionado la causa, pero ahora está
combatiendo abiertamente contra el comunismo." ¿Y qué
esperaban de la Rusia capitalista de estado y de su Legión Extranjera
estos airados vocingleros? ¿Ayuda para los trabajadores españoles?
El capitalismo en todas sus formas tiene solamente una respuesta para
los trabajadores que se oponen a la explotación: la muerte. Un
frente unido con los socialistas o con los "comunistas" de
partido es un frente unido con el capitalismo, que sólo puede
ser un frente unido por el capitalismo. Es inútil regañar
a Moscú, no tiene sentido criticar a los socialistas: ambos han
de ser combatidos hasta el fin. Pero ahora, los trabajadores revolucionarios
deben reconocer también que los líderes anarquistas, que
también los "apparatchiks" de la C.N.T. y FA.I. se
oponen a los intereses de los trabajadores, pertenecen al bando enemigo.
Unidos al capitalismo tenían que servir al capitalismo; y donde
las frases no valían para nada, la traición se convirtió
en el orden del día. Mañana pueden ser ellos quienes disparen
contra los trabajadores rebeldes como disparan hoy los verdugos "comunistas"
del cuartel "Karl Marx". La contrarrevolución se extiende
desde Franco a Santillán.
Una vez más, como tan a menudo antes, los decepcionados trabajadores
revolucionarios denuncian la cobardía de sus líderes,
y buscan nuevos y mejores líderes para una organización
mejorada. Los "Amigos de Durruti" rompen con los líderes
corruptos de la C.N.T. y la F.A.I. con el fin de restaurar el anarquismo
original, para salvaguardar el ideal, para mantener la tradición
revolucionaria. Han aprendido algo, pero no lo suficiente. Los obreros
del POUM están profundamente decepcionados de Gorkin, Nin y compañía.
Esos leninistas no fueron suficientemente leninistas, y los miembros
del partido buscan mejores Lenines. Han aprendido, pero muy poco. La
tradición del pasado pesa como una losa en torno a su cuello.
Con un cambio de hombres y una revitalización de la organización
no hay bastante. Una revolución comunista no la hacen los líderes
y las organizaciones; sino los trabajadores, la clase. Una vez más
los trabajadores esperan cambios en el Frente Popular que puedan llevar
hacia un giro revolucionario. Largo Caballero, descartado por Moscú,
puede volver a hombros de los miembros de la U.G.T. que han aprendido
y han visto la luz. Moscú, defraudada porque no encuentra la
ayuda apropiada de las naciones democráticas, puede volverse
otra vez radical. ¡Todo esto no tiene ningún sentido! Las
fuerzas del "Frente Popular", Largo Caballero y Moscú,
son incapaces, incluso aunque quisieran, de derrotar el capitalismo
en España. Las fuerzas capitalistas no pueden tener una política
socialista. El Frente Popular no es un mal menor para los trabajadores,
es simplemente otra forma de la dictadura capitalista que se suma al
fascismo. La lucha debe ser contra el capitalismo.
La actitud actual de la C.N.T. no es nueva. Hace pocos meses el presidente
catalán, Companys, dijo que la C.N.T.: "no tiene la
intención de perjudicar el régimen democrático
en España, sino mantener la legalidad y el orden".
Como las otras organizaciones antifascistas españolas, la C.N.T.,
no obstante su fraseología radical, ha limitado su lucha a la
guerra contra Franco. El programa de colectivizaciones, en parte realizado
por las necesidades de la guerra, no perjudica los principios capitalistas
o al capitalismo como tal. En lo que alcanza el objetivo final declarado
por la C.N.T, recuerda a alguna forma modificada de capitalismo de Estado
en la que la burocracia sindical y sus filosóficos amigos anarquistas
tendrían el poder. Pero incluso este objetivo era para un futuro
lejano. No se dio ningún paso real en esa dirección, pues
un paso real, incluso hacia un sistema de capitalismo de Estado habría
significado el final del Frente Popular, habría significado las
barricadas en Cataluña y una guerra civil en el seno de la guerra
civil. La contradicción entre su "teoría" y
su "práctica" la explicaban los anarquistas a la manera
de los farsantes: "que la teoría es una cosa y la práctica
otra, y que la segunda nunca es tan armónica como la primera".
La C.N.T. se dio cuenta de que no tenía un plan real de reconstrucción
de la sociedad, se daba cuenta, además, de que no tenía
a las masas españolas tras ella, sino solamente una parte de
los trabajadores en una parte del país, se daba cuenta de su
debilidad nacional e internacional, y su frases radicales estaban destinadas
a ocultar la total debilidad del movimiento en las condiciones creadas
por la guerra civil.
Hay muchas excusas posibles para la posición adoptada por los
anarquistas, pero no hay ninguna para su programa de falsificación
que oscureció el movimiento obrero y favoreció a los fascistas
de Moscú. Intentando hacer creer que el socialismo estaba funcionando
en Cataluña y que ello era posible sin romper con el Gobierno
del Frente Popular, demostraban hasta qué punto el fortalecimiento
del Frente Popular era capaz de hacer cumplir sus dictados a los trabajadores
anarquistas españoles. El anarquismo en España aceptaba
una forma de fascismo, disfrazado como movimiento democrático
para ayudar a aplastar al fascismo franquista. No es cierto, como los
anarquistas actualmente intentan hacer creer a sus seguidores, que no
había otra altemativa y que, por eso, cualquier crítica
contra la C.N.T. es injustificada. Los anarquistas, que habrían
intentado, después del 19 de julio de 1936 establecer el poder
de los trabajadores en Cataluña, también podían
haber intentado aplastar las fuerzas del Gobierno en Barcelona en mayo
de 1937. Podrían haber marchado tanto contra los fascistas franquistas,
como contra los fascistas de Moscú. Muy probablemente habrían
sido derrotados, posiblemente Franco habría vencido y habría
destrozado a los anarquistas, así como a sus competidores del
"Frente Popular". La abierta intervención de los capitalistas
puede que se hubiera producido. Pero había también otra
posibilidad, aunque mucho menos probable. Los obreros franceses podrían
haber ido más allá de la simple declaración de
huelga; su intervención podría haber llevado a una guerra
en la que todas las potencias se hubieran visto involucradas. La lucha
habría tomado, de una vez por todas, un claro cariz entre Capitalismo
y Comunismo. Cuales quiera que hubieran sido los acontecimientos, una
cosa es segura: las caóticas condiciones del mundo capitalista
se habrían vuelto aún más caóticas. Y sin
catástrofes ningún cambio es posible en la sociedad. Cualquier
ataque real contra el sistema capitalista podría haber acelerado
una reacción, pero la reacción se producirá de
todos modos, aunque con algún retraso. Este retraso costará
más vidas obreras que cualquier otro intento prematuro para aplastar
el sistema de explotación. Pero un ataque real contra el capitalismo
podría haber creado unas condiciones más favorables para
la acción internacional por parte de la clase obrera, o podría
haber llevado a una situación en que habría agudizado
todas las contradicciones capitalistas y, de ese modo, acelerar el desarrollo
histórico hacia la quiebra del capitalismo. En el principio está
la acción. Pero la C.N.T., se nos ha dicho, sintió demasiada
responsabilidad por la vida de los trabajadores. Quiso evitar un baño
de sangre innecesario. ¡Qué cinismo! Más de un millón
de personas han muerto ya en la guerra civil. Si, de todos modos se
ha de morir, mejor sería hacerlo por una causa que valga la pena.
La lucha contra el capitalismo, esa lucha que la C.N.T. quería
evitar, es inevitable. La revolución obrera debe ser radical
desde el comienzo, o se perderá. Era necesaria la total expropiación
de las clases propietarias, la eliminación de todo poder que
no fuera el de los trabajadores armados, y la lucha contra los elementos
opositores. Al no hacer eso, las jornadas de Mayo de Barcelona y la
eliminación de los elementos revolucionarios en España
eran inevitables. La C.N.T. no se planteó nunca la cuestión
de la revolución desde el punto de vista de la clase trabajadora,
sino que su principal preocupación ha sido siempre la organización.
Intervenía en favor de los trabajadores y con la ayuda de los
trabajadores, pero no estaba interesada en la iniciativa autónoma
y en la acción de los trabajadores independientes de intereses
organizativos. Lo que contaba no era la revolución, sino la C.N.T.
Y desde el punto de vista de los intereses de la C.N.T. los anarquistas
tenían que distinguir entre Fascismo y Capitalismo, entre la
Guerra y la Paz. Desde ese punto de vista, se vio forzada a participar
en políticas nacional-capitalistas y tuvo que pedir a los trabajadores
que colaborasen con un enemigo con el fin de aplastar a otro, con el
fin de ser más tarde aplastados por el primero. Las palabras
radicales de los anarquistas no se pronunciaban para que fueran seguidas;
simplemente servían como un instrumento para el control de los
trabajadores por el aparato de la C.N.T.; "sin la C.N.T",
escribían orgullosos, "la España antifascista
sería ingobernable". Querían participar en el
gobierno y la dominación de los trabajadores. Sólo pedían
su parte del botín, una vez que reconocieron que no podían
obtenerlo entero para ellos mismos. Al igual que los bolcheviques, identificaban
sus propias necesidades organizativas con las necesidades e intereses
de la clase trabajadora. Lo que decidían era lo correcto, no
había necesidad de que los trabajadores pensaran y decidieran
por sí mismos, ya que eso sólo contribuiría a perturbar
la lucha y a crear confusión; los trabajadores simplemente tenían
que seguir a sus salvadores. No hubo ningún intento de organizar
y consolidar el poder real de la clase obrera. La C.N.T. hablaba en
anarcosindicalista y obraba como bolchevique; es decir, como capitalista.
Con el fin de dirigir, o de participar en la dirección, tenía
que oponerse a cualquier iniciativa autónoma de los trabajadores
y así tuvo que apoyar la legalidad, el orden y el Gobierno.
Pero hubo otras organizaciones en liza, y no hay identidad de intereses
entre ellas. Cada una lucha por la supremacía contra las otras,
por obtener el dominio exclusivo sobre los trabajadores. La cuota de
poder que cada una obtenga no acaba con la lucha entre ellas. A veces
todas las organizaciones se ven obligadas a colaborar, pero es sólo
una manera de posponer el ajuste de cuentas final. Un grupo debe tener
el control. Mientras los anarquistas iban de "éxito en éxito",
su posición se iba socavando y debilitando. La afirmación
de la C.N.T en el sentido de que no quería imponerse a las demás
organizaciones, ni combatirlas, era en realidad una excusa para no ser
atacada por las otras, era el reconocimiento de su debilidad. Al estar
comprometida en la política capitalista junto con sus aliados
del Frente Popular, dejó a las grandes masas la posibilidad de
escoger a sus representantes de entre los elementos burgueses. El que
más ofreciera, era el que tenía mayores posibilidades.
El fascismo de Moscú se puso de moda incluso en Cataluña.
Las masas vieron en el apoyo de Moscú la fuerza necesaria para
deshacerse de Franco y de la guerra. Moscú y su gobierno del
Frente Popular significaban el apoyo del capitalismo internacional.
Moscú se hizo más influyente, pues las grandes masas de
España aún estaban a favor de mantener la sociedad de
la explotación. Y se afirmaron en esta actitud porque los anarquistas
no hicieron nada para aclarar la situación; es decir, mostrar
que la ayuda de Moscú no significaba más que luchar por
un capitalismo que complacía a algunas potencias imperialistas,
aunque contrariaba a otras.
Los anarquistas se convirtieron en propagandistas de la versión
del fascismo de Moscú, en servidores de esos intereses capitalistas
que se oponen a los planes actuales de Franco en España. La revolución
se convirtió en el terreno de juego de los rivales imperialistas.
Las masas tenían que morir sin saber por quien o para qué.
La situación dejó de ser un asunto de los trabajadores.
Y ahora, también ha dejado de ser un asunto de la C.N.T. La guerra
puede finalizar en cualquier momento mediante un acuerdo entre las potencias
imperialistas. Puede acabar con la victoria o la derrota de Franco.
Este puede abandonar a Italia y AIemania y volverse hacia Francia e
Inglarerra. O aquellos países pueden perder su interés
por apoyar a Franco. La situación en España se puede ver
decisivamente modificada por la guerra que se incuba en el Extremo Oriente.
Hay otras muchas probabilidades que se suman a la más probable:
la victoria del fascismo de Franco. Pero ocurra lo que ocurra, a menos
que los trabajadores no levanten nuevas barricadas también contra
los Leales, a menos que no ataquen realmente al capitalismo, cualquiera
que sea el resultado de la lucha en España, no tendrá
una real significación para la clase obrera, que continuará
explotada y oprimida. Un cambio en la situación militar en España,
podría forzar una vez más al fascismo de Moscú
a ponerse el traje revolucionario. Pero desde el punto de vista de los
intereses de los trabajadores españoles, al igual que el de los
trabajadores del mundo, no existe diferencia entre el fascismo de Franco
y el de Moscú, por muchas que sean las diferencias existentes
entre Franco y Moscú. Las barricadas, si se levantasen otra vez,
no deberían ser retiradas. La consigna revolucionaria para España
es: "Abajo los fascistas, y también los Leales". Por
inútil que pueda resultar el intento de luchar por el comunismo,
dada la situación mundial actual, sigue siendo el único
camino para los trabajadores. "Más vale seguir un camino
verdadero, aunque aparentemente inútil, que desgastar las energías
en falsos caminos. Al menos, preservaremos nuestro sentido de la verdad,
de la razón a toda costa, aunque sea a costa de su inutilidad".
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