Paul Mattick
La inevitabilidad del comunismo

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IV - El carácter científico del materialismo histórico

La ciencia burguesa significó una práctica social progresiva; en cuanto ayudó desarrollar las fuerzas sociales de producción, permaneció "por encima de las clases". Fue una fase del proceso de desarrollo general, y mientras no refrenó prácticamente el proceso, la fase álgida de la ciencia. Marx no opuso a la ciencia de la burguesía la del proletariado, sino la revolución. Del mismo modo, opuso a la dialéctica de Hegel no una dialéctica del proletariado, sino que el proletariado era para él la actualización del proceso dialéctico de desarrollo de la sociedad capitalista. Desde el reino del concepto él trasplantó la dialéctica en el reino de la realidad, así como no opuso contra la teoría burguesa del valor la teoría del valor del proletariado, sino que poniendo al descubierto el fetichismo de las mercancías reveló el contenido actual o real del valor.

La filosofía burguesa no podría ir más allá de Hegel; el fetichismo de la mercancía veda la materialización de la dialéctica, así como la dialéctica idealista, económicamente expresada, no es otra cosa que el fetichismo de las mercancías. Sólo la existencia del proletariado posibilitaba la materialización de la dialéctica, hacía posible el marxismo. El periodo de la lucha de clases necesariamente contiene todavía elementos burgueses y continuará haciendolo hasta que haya finalizado. Pero el crecimiento de la lucha de clases es ya el proceso de actualización de la nueva sociedad. La revolución victoriosa acaba con la destrucción completa de la ciencia burguesa; para entonces el proletariado, que deja de ser proletariado, se ha apropiado completamente de los elementos racionales de esa ciencia, los ha tomado dentro de sí mismo.

En resumen, [...] para el marxismo, la ciencia, en último análisis, es trabajo humano acumulado. Una cierta cantidad de trabajo social humano altera, es decir, agranda, incrementa, las fuerzas sociales de producción. Esto hace necesario un cambio en las relaciones de producción, y esto a su vez cambia la totalidad de la superestructura intelectual. Las relaciones productivas, por reacción, condicionan el proceso de trabajo de nuevo y conducen siempre a formas externas nuevas, progresivas.

Si Marx nunca se cansaba, como Hook insiste (p.85), de diferenciar entre los procesos naturales de desarrollo y aquéllos del hombre en la sociedad, era porque la dialéctica materialista de Marx consiste en señalar la manera en que, a lo largo de todas las formas de sociedad, el proceso de interacción entre el hombre y la naturaleza desarrolla las fuerzas productivas. Este proceso se ilustra en el desarrollo de los modos de producción, esto es, cómo y con qué instrumentos y métodos se efectúa la producción. La contradicción determinante es la existente entre el hombre y la naturaleza, entre el ser y la conciencia, y esta contradicción es desarrollada a partir del trabajo. Dentro de este proceso se desarrollan nuevas contradicciones, que por reacción llevan de nuevo más hacia adelante el proceso general. En este proceso los factores conscientes llegan a desarrollarse a una tal magnitud, especialmente a través de la división social del trabajo, que ya no tiene ningún sentido la distinción entre causa y efecto; cualquier separación entre el ser y la conciencia se ha vuelto imposible... siempre están fundiéndose. Lo tomado como base no tiene nada más que hacer con nuestros resultados finales, y estos resultados finales siempre están formando nuevos puntos de partida, por lo cual estar distinguiendo continuamente entre la causa y el efecto se hace imposible. Y aún en este proceso dialéctico la base última continúan siendo las necesidades humanas de la vida; permanece siendo material, actual. Lo que domina el pasado domina también el presente, lo que permitió a Marx en El Capital, decir también para el futuro:

"El reino de la libertad comienza, en realidad, sólo allí donde ese trabajo, que está determinado a través de la necesidad y la intencionalidad exterior ya no existe; por consiguiente, se extiende, por la naturaleza de las cosas, más allá de la esfera de la producción material efectiva.{Así como el salvaje debe luchar con la naturaleza para satisfacer sus necesidades, para conservar y reproducir su vida, también debe hacerlo el civilizado, y lo debe hacer en todas las formas de sociedad y bajo todos los modos de producción posibles. Con su desarrollo se amplía este reino de la necesidad natural, porque se amplían sus necesidades; pero al propio tiempo se amplían las fuerzas productivas que las satisfacen.} En este terreno, la libertad sólo puede consistir en el hecho de que el hombre socializado, los productores asociados, regulen racionalmente esta interacción, este metabolismo entre ellos y la naturaleza, situándolo bajo su control comunal, en lugar de ser dominados por él como por un poder ciego; llevando a cabo esto con el menor gasto de energía y bajo las condiciones más dignas y adecuadas a su naturaleza humana. Pero este seguirá siendo siempre un reino de la necesidad. Más allá del mismo empieza el desarrollo de las fuerzas humanas, considerado un fin en sí mismo, el verdadero reino de la libertad, el cual, sin embargo, sólo puede florecer, prosperar, sobre la base de aquel reino de la necesidad. {La reducción de la jornada laboral es la condición básica.}". (entre {} fragmentos omitidos por Mattick, N. Traductor)

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