Paul Mattick
La inevitabilidad del comunismo

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Prólogo de S.L. Solon

La publicación de Hacia la Comprensión de Karl Marx de Sidney Hook en enero de 1933 sirvió como la señal para el lanzamiento de un diluvio virtual de literatura de controversia e interpretación sobre el marxismo. Aclamado y denunciado, respetado y sospechoso en los diferentes distritos radicales, el libro de Hook propuso nítidamente la cuestión: ¿Quiénes son los marxistas? Sentimientos a favor y en contra de la validez de su interpretación se cristalizaron rápidamente y la tónica fundamental de la misma fue sondeada mediante discusiones que iban a ser caldeadas y prolongadas. Que las controversias que giraron alrededor de Hacia la Comprensión de Karl Marx hayan a menudo bordeado en el rencor y los personalismos habla enfáticamente del carácter relevante y de la brillantez desafiante de la obra de Hook. Unas cuantas cabezas se han quebrado o los egos han sido despertados por la aparición de un nuevo libro en la alfarería etrusca. Cualquier otra cosa que haya sido dicha del libro de Hook, su vitalidad y pertinencia no han sido puestas en cuestión.

La inevitabilidad del comunismo de Paul Mattick es una crítica de la interpretación de Hook desde lo que Mattick considera como la posición del materialista dialéctico ortodoxo. El folleto, en efecto, propone servir a un doble propósito. Primero, intenta refutar el derecho de Hook al título de materialista dialéctico. Intenta mostrar que la interpretación de Marx por Hook es el punto de vista de último revisionismo del siglo XIX bajo el ropaje filosófico de moda en la actualidad. Eliminar los principios de inevitabilidad y espontaneidad del marxismo, dice Mattick, es castrar las enseñanzas de Marx. Es negar el concepto de la función universal del materialismo dialéctico y atribuir a la conciencia humana un vasto papel sobrevalorado. Segundo, el ensayo de Mattick sirve como una presentación positiva de la posición del materialismo dialéctico tal y como él lo interpreta. Comienza con lo que él considera como los errores del leninismo, el punto de vista desde el cual, sostiene él, no difiere en esencia de la posición de la socialdemocracia. Para él, socialdemocracia y bolchevismo (la "socialdemocracia revolucionaria") parten de la misma semilla: ambos consideran el partido político altamente centralizado, cuya eficacia en última instancia debe depender de la actividad de los "grandes hombres", como un prerrequisito absoluto para la libertad de la clase obrera. De esta posición, dice Mattick, fluyen los males del burocratismo organizativo con las posibilidades de traición, corrupción y actividad contrarrevolucionaria cuando es necesario para el partido actuar para retener poder y afluencia.

El partido revolucionario "centralizado", declara Mattick, será --si algo-- sólo un instrumento insignificante de la revolución. No será el motor primario de la revolución ni el éxito de la lucha dependerá de su existencia.

Los trabajadores agrupados juntos en sus unidades industriales, las fábricas, los talleres, las oficinas, etc., serán explotados intensivamente por un capitalismo que en su agonía de muerte tratará desesperadamente de mantener su tasa de ganancia en un nivel rentable. Finalmente, habrá sólo una salida para el proletariado, que Mattick considera como "la actualización1 de la conciencia revolucionaria". Hambrientos, buscarán comida; desnudos, buscarán ropas; sin resguardo, se reapropiarán de los barrios. En ese momento, dice Mattick, precedido por un "periodo de adiestramiento" de motines, conflictos locales con la clase dominante y terror, vendrá la revolución. Al timón estará no el partido centralizado sino los Consejos Obreros "espontáneamente" organizados, creados en las fábricas y talleres.

El papel de los "grandes hombres" y sus ideologías conscientes juega su parte sólo dentro de unos límites reducidos. Precisamente, cuánto puedan acelerar u obstaculizar la revolución sólo puede determinarse en referencia a la situación concreta, específica, no de un modo general.

Por último, para un observador la respuesta de Sidney Hook a la certeza de las críticas vertidas contra él se esperará con no poco interés. Viniendo después de la publicación de varias revisiones de su interpretación, su contestación servirá para completar el balance general de cuentas de la controversia. Será entonces posible, si se nos permite extender la metáfora, tomar cuenta de los débitos y créditos de su posición.

Unas palabras a modo de conclusión: en el calor de la controversia, ambos, participantes y lectores, se inclinan a menudo a atribuir excesiva significación o importancia a lo que puede llamarse la barrera del vocabulario. Es bueno, por tanto, tener en mente lo que Mattick implica a lo largo de su ensayo y que Marx expuso brevemente en La Ideologia Alemana: "No la crítica, sino la revolución, es la fuerza motora de la historia".

S. L. SOLON

La inevitabilidad del comunismo se publicó en 1936 en New York
por Polemic Publishers (Folleto Polémico Nº 3), editado por S.L.Solon.

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1. Actualización o actualidad son utilizados en el sentido filosófico de "convertirse en acto" y "ser acto", o sea, hacerse o ser realidad efectiva. (Nota del traductor al español)


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