Paul Mattick
Humanismo y socialismo

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II -[El humanismo socialista]

Si bien solamente durante un breve período, esta esperanza fue compartida por el joven Marx durante su fase de comunismo filosófico y --de una forma filosófica extremadamente retorcida (tortured)-- encontró su expresión en los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844. Según Marx, y en el contexto de su crítica del idealismo hegeliano, el hombre se había extraviado alienándose él mismo de su verdadera esencia, en consecuencia de lo cual experimentaba los productos de su trabajo como objetos ajenos (alien objects) que ejercían poder sobre él, y el mundo externo como un mundo ajeno (alien world), opuesto antagónicamente a él. La alienación fue vista bajo el aspecto del materialismo de Feuerbach, y se la trató dentro de una crítica de la economía burguesa. Esta economía era, ella misma, sin embargo, concebida como una forma específica de auto-extrañamiento (self-estrangement) humano. Marx consideró necesario hacer al hombre consciente de su naturaleza esencial y de la naturaleza de su alienación. Ésta tenía que ser la función de la filosofía, de un humanismo positivo. Se esperaba que acabase con todas las formas de alienación --del hombre de su verdadera naturaleza, del hombre de su trabajo, del hombre del prójimo y, haciéndolo así, acabar con las diversas manifestaciones de la alienación tales como la religión y la propiedad privada--. El humanismo, en la visión de Marx, equivalía al comunismo, y el comunismo equivalía al fin de la alienación del hombre.

¿Cuál era la esencia del hombre? Era, según el joven Marx, lo que diferenciaba al hombre del animal. Mientras que el animal es inmediatamente idéntico con su actividad vital, el hombre "hace de su misma actividad vital el objeto de su voluntad... En la creación de un mundo objetivo mediante su actividad práctica, el hombre se demuestra un ser genérico consciente, esto es, un ser que trata el género (species) como su propio ser esencial, o que se trata a sí mismo como un ser genérico (species being). La producción es su vida genérica activa (his active species life, su vida activa como especie). A través de y debido a esta producción, la naturaleza aparece como su trabajo y su realidad. El objeto del trabajo es, por consiguiente, la objetivización de la vida genérica (species life) del hombre; pues él se reproduce a sí mismo no solamente, como en la conciencia, intelectualmente, sino también activamente, en la realidad, y por consiguiente se contempla a sí mismo en un mundo que él ha creado."1

¿Pero, por qué Marx se preocupó de la naturaleza del hombre en una obra que trataba principalmente de los problemas de la economía política? Después de todo, como él decía, su verdadero interés era a respecto del "hecho económico efectivo" de la alienación del trabajador en relación a su producto, que luego se enfrenta al trabajador como un poder ajeno e independiente. El producto del trabajo, escribía Marx, "es trabajo que ha sido congelado en un objeto, que ha devenido material: es la objetivización del trabajo. La realización del trabajo es su objetivización. En las condiciones tratadas a través de la economía política, esta realización del trabajo aparece como una pérdida de realidad para el obrero; la objetivización como una pérdida del objeto y de la ligación al objeto (object-bondage); la apropiación como extrañamiento, como alienación. Tanto es así que la realización del trabajo aparece como una pérdida de realidad, que el obrero pierde realidad hasta el punto de hambrear hasta la muerte... De hecho, el trabajo mismo se convierte en un objeto que él puede conseguir solamente con el mayor esfuerzo y con las interrupciones más irregulares. Tanto es así que la apropiación del objeto aparece como extrañamiento, que cuantos más objetos produzca el obrero menos puede poseer, y más cae bajo la dominación de su producto, el capital."2

El fetichismo de la producción de mercancías y de capital de El Capital de Marx está aquí plenamente anticipado, pero no sólo se refiere a las relaciones sociales específicas de la sociedad burguesa, sino también a la naturaleza del hombre como un ser genérico (species-being) que produce conscientemente las condiciones de su vida. Ahora la naturaleza del hombre, tal y como es concebida por el joven Marx, es la misma para el capitalista y el obrero --para aquellos que encuentran difícil realizar su trabajo y para aquellos que encuentran fácil apropiarse de los objetos del trabajo de otros hombres--. Lo que Marx dijo es que el capitalismo no sólo explota el trabajo, sino que también viola la naturaleza humana. A la aserción burguesa de que su sistema de producción de capital era un sistema natural que se correspondía con la naturaleza humana, Marx le opuso la aserción de que distorsiona la naturaleza del hombre.

No llevó mucho a Marx darse cuenta de que, como joven hegeliano, había estado arrojando la misma 'basura' en su crítica de la sociedad burguesa que la burguesía había producido en su propia defensa. Menos de dos años después de su inquietud filosófica con la esencia del hombre, él ridiculizó esta misma preocupación en La Ideología Alemana. Todavía sostenía que la producción es la "vida genérica activa" (active species life) del hombre, pero ya no estaba interesado en el hombre en general, sino solamente en los "hombres reales, históricos". Y lo que estos hombres eran, en cualquier época particular, dependía de qué y cómo producían. Su naturaleza "dependía de las condiciones materiales que determinan su producción. Esta producción sólo hace su aparición con el aumento de la población. En cambio, esto presupone la interrelación (intercourse*) de los individuos los unos con los otros. La forma de esta interrelación está determinada de nuevo por la producción." Desarrollando su producción material y su interrelación material (material intercourse), los hombres "alteran, junto con esto, su existencia real, su pensamiento y los productos de su pensamiento".4

La naturaleza humana, sostenía ahora Marx, no puede ser abstraída del individuo aislado, porque deriva de un "conjunto de relaciones sociales". El hombre no puede ser más de lo que los hombres hacen efectivamente en su ambiente histórico y social. Cambiando su entorno, cambian ellos mismos; la historia puede así ser considerada como la transformación continua de la naturaleza humana. Esto no quiere decir que no haya ningunos impulsos fijos que sean características del hombre y que la transformación de las circunstancias sociales puede únicamente ser capaz de modificar en su forma y dirección. Mas estos no afectan a la mutabilidad de la naturaleza humana en el curso del desarrollo social e histórico.

En cualquier caso, la sociedad significa relaciones entre individuos, no el individuo. Uno no puede decir, por ejemplo, que "desde el punto de vista de la sociedad no existen ni el esclavo ni el amo, pues ambos son seres humanos. Eso, sin embargo, lo son solamente fuera de la sociedad, siendo esclavo y amo determinaciones sociales."5 El humanismo no puede, de este modo, ni estar relacionado ni derivarse de la esencia del hombre. Se refiere a las condiciones y relaciones sociales que determinan el comportamiento de los hombres. Debe ser producido por los hombres y --para volver a nuestro punto de partida-- fue el producto de circunstancias sociales e históricas particulares. Desarrollado dentro de la sociedad de clases, era necesariamente de una naturaleza más ideológica, es decir, representaba la falsa conciencia de una clase que aspiraba a gobernar la sociedad y que, por esa razón, identificaba sus propios intereses con los de la humanidad.

Como un humanismo de valor emancipatorio fue desechado por la burguesía tan pronto como ganó el control completo de la sociedad, el humanismo fue revivido por la clase obrera para lograr su propia emancipación --pero con una diferencia--. Se reconocía ahora que el humanismo era incompatible con las relaciones de explotación y de clase, y que solamente podría convertirse en una realidad práctica a través del establecimiento de una sociedad no explotadora, de una sociedad sin clases. El humanismo era todavía equiparado con el comunismo. Ya no era visto como un ideal, como quiera que al cual la realidad debiese ajustarse, sino como el movimiento social real que estaba en oposición al sistema capitalista. El humanismo socialista no era, nada más ni nada menos, que la lucha de clase proletaria para acabar con el capitalismo y crear así las condiciones objetivas para una sociedad humanista, o una humanidad socializada.

La lucha por una sociedad humanista incorpora el humanismo como un 'ideal' porque no es todavía una realidad. El socialismo, al ver las cosas como son, no puede ayudar contemplando lo que deberían ser. Pero esto lo hace sólo en consideración a fines prácticamente logrables tal y como están determinados por las condiciones existentes. Lo que se debe vincular no a metas éticas abstractas, sino a las condiciones sociales concretas que pueden ser cambiadas para mejor, esto es, a lo que los hombres, en cualquier momento dado, consideran que es mejor. Esto excluye, por supuesto, a todos aquellos que están satisfechos con las condiciones existentes, lo que, generalmente, quiere decir las clases gobernantes y privilegiadas. Sólo aquellos que intentan mejorar su suerte por medio del cambio social se adherirán a la ética práctica del cambio social que encuentra su expresión en los requisitos de la propia lucha social. El individualismo deja paso aquí a la conciencia de clase y el interés económico egoísta a la solidaridad proletaria, como precondiciones para el establecimiento de una sociedad que, en su existencia y desarrollo ulterior, no estará más determinada por relaciones de clase y estará, de este modo, capacitada para realizar los 'ideales' humanistas.

El humanismo como realidad práctica presupone el socialismo. Hasta entonces, ni el hombre, ni los hombres, sino solamente una clase social particular de los hombres intentará transformar su estado ideológico en un instrumento para su realización concreta. Esta tentativa es, a la vez, una lucha práctica contra la opresión y la miseria existentes, y una toma de partido contra todas las formas de inhumanidad perpetradas en defensa del status quo. El movimiento socialista es, de este modo, un movimiento ético en tanto que, como la moral, involucra la conducta humana efectiva y no 'verdades eternas' asociadas con la naturaleza, o la naturaleza dada por Dios, del hombre. Intentará dentro de sus propias filas, y dentro de la sociedad en sentido amplio, realizar esas reglas, normas y pautas de comportamiento históricamente evolucionados que aseguren y mejoren el bienestar de todos los miembros de la sociedad, y se opondrá a las que sirven solamente a intereses especiales. Actuar de este modo significa desnudar la inconsistencia de la moral burguesa dentro de la práctica burguesa, e ir preparando las condiciones sociales dentro de las cuales las normas morales puedan ser aplicadas efectivamente.

La ética fetichista de la sociedad burguesa encontró la oposición en la ética histórico-materialista de la clase proletaria. El humanismo burgués fue sustituido por el humanismo proletario, expresado en la lucha de clases y proporcionando los medios para los fines humanistas. Estos medios, sin embargo, no están sólo determinados por los fines a los que pretenden servir; están co-determinados por la resistencia burguesa al cambio social. Las formas efectivas que la lucha de clase asume derivan tanto de la meta socialista como de la realidad de las relaciones de poder existentes dentro del capitalismo. No es así posible encontrar medios humanistas 'no adulterados' para lograr los fines humanistas. Esto solamente podría ser posible fuera de la lucha de clases, es decir, a través de la realización del humanismo por la propia burguesía, lo que es a la vez una esperanza vacía y una imposibilidad objetiva.

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1 Karl Marx, Manuscritos económicos y filosóficos de 1844, Moscú, pp. 75-76.

2 Ibid, p. 69.

* Con el concepto original alemán Verkehr ocurre algo similar que con el concepto inglés intercourse. En el sentido amplio, en concepto marxiano vendría siendo más bien traducible por "interrelación", poseyendo intrínsecamente una amplia variedad de acepciones que se delimitarían en función del contexto.
A modo de curiosidad. En las ediciones españolas de obras como La Ideologia Alemana, este concepto suele traducirse por intercambio, por lo menos cuando 'parece' referirse a las interrelaciones vinculadas a la distribución de los bienes, y por "trato" cuando tiene un sentido más general. No obstante, la primera es una traducción restrictiva, porque remite a la dualidad intercambio/producción de la sociedad burguesa, esto es, parece equiparar el intercambio a la esfera de la circulación o mercado, separándolo de la producción y de su esfera. Sitúa así esta interrelación fuera del proceso productivo y, por tanto, altera la idea fundamental de que el desarrollo de la producción determina las propias interrelaciones dentro de la producción, o sea, las relaciones de producción en su aspecto técnico y en su medida (que en el capitalismo es el valor). Nota del traductor al español.

3 Karl Marx / Friedrich Engels, La ideología alemana, Nueva York, 1939, pp. 7-8.

4 Ibid., pp. 14-15.

5 Karl Marx, Grundrisse der Kritik der Politischen Oekonomie (Fundamentos de la Crítica de la Economía Política), Berlín, 1953, p. 176.


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