Paul Mattick
Espontaneidad y organización
Índice
[ 8. La agudización política del antagonismo de clases
]
Si bien puede parecer que, una plena liberación de las capacidades
productivas de la sociedad, haría posible la formación
y el mantenimiento de una sociedad sin clases, está absolutamente
claro que las clases directamente privilegiadas no abandonarán
su dominación actual simplemente por la probabilidad de una futura
sociedad socialista. En tal situación, los propietarios y controladores
de la producción no pueden actuar, en cualquier caso, como una
"clase"; una "revolución con consentimiento"
es un sin sentido. La acumulación por la acumulación continúa,
y lleva a una concentración superior de capital y poder, o sea,
a la destrucción de capital, las crisis, las depresiones y las
guerras. Pues el capitalismo desarrolla y retarda, simultáneamente,
las fuerzas productivas, y ensancha la brecha entre la producción
efectiva y la producción potencial. La contradicción
entre la estructura de clases y las fuerzas productivas excluye tanto
la "congelación" del nivel prevaleciente de la producción,
como su expansión hacia una abundancia real.
No es por otra razón que por la fuerza de la costumbre, por lo
que parece probable que el futuro inmediato, como el pasado inmediato,
se vaya a caracterizar por el crecimiento ulterior de las fuerzas productivas.
Esto implica la agudización de la competición, a pesar
de todos los intentos de control parcial o completo
de la producción. Aunque unidades capitalistas más grandes
hayan absorbido numerosas pequeñas empresas y asegurado condiciones
monopolistas temporales para el conjunto de las industrias y combinaciones
de industrias, este proceso simplemente ha intensificado la competición
internacional y la lucha entre las restantes empresas no monopolistas.
En el capitalismo de Estado la competición toma una
forma diferente, pero que es la más inclusiva, debido
a la atomización completa de la masa de la población mediante
la máquina estatal terrorista y, en la burocracia misma, debido
a la estructura jerárquica de su organización.
La aplicación de nuevas fuerzas de producción tecnológicas
y organizativas hace necesarios controles sociales adicionales. La desorganización
del proletariado marca el comienzo del proceso que conduce a la atomización
total del conjunto de la población y al monopolio de la
organización por el Estado. En un polo encontramos toda la fuerza
organizada concentrada; en el otro polo, una masa amorfa de personas
incapaces de asociarse para luchar por sus propios intereses. En la
medida en que están organizadas, las masas son organizadas por
sus controladores; en la medida en que son capaces de alzar sus voces,
hablan con las palabras de sus amos. En todas las organizaciones,
la masa atomizada de gente se enfrenta siempre al mismo enemigo, el
Estado totalitario.
La atomización de la sociedad requiere una organización
omniabarcante del Estado. Los socialistas y los bolcheviques
consideraron que la sociedad capitalista estaba organizada de modo ineficaz,
a respecto de la producción y el intercambio, y en otros aspectos
extraeconómicos. El énfasis en la organización
era el énfasis en el control social. El socialismo tenía
que ser, ante todo, la organización racional del conjunto de
la sociedad. Y una sociedad eficientemente organizada excluye, por supuesto,
actividades imprevistas capaces de acabar en acontecimientos
espontáneos. El elemento espontáneo en la sociedad tenía
que desaparecer con la planificación de la producción
y la distribución de los bienes determinada de modo centralista.
No sólo los bolcheviques, sino también los fascistas,
hablaban de la espontaneidad; sólo mientras tanto su poder no
era absoluto. Cuando todas las capas sociales existentes se sometieron
a su autoridad, ellos se convirtieron en los organizadores más
minuciosos de la sociedad. Y fue precisamente esta actividad organizadora
la que designaron con el término socialismo.
Sin embargo, la contradicción entre la estructura de clases y
las fuerzas productivas permanece y, con ella, la inevitabilidad de
la crisis y de la guerra. Aunque las masas inactivas no puedan ya resistir
el totalitarismo en su forma organizada tradicional, y aunque no hayan
desarrollado nuevas armas y formas de acción adecuadas a las
nuevas tareas, las contradicciones de la estructura social de clases
siguen sin resolverse. El sistema terrorista autoritario, mientras proporciona
seguridad temporal, también refleja la inseguridad cada vez mayor
del capitalismo totalitario. La defensa del status quo viola
el status quo, dejando libres nuevas actividades incontroladas,
o incontrolables. Los controles más poderosos sobre
los hombres son realmente débiles cuando los comparamos con las
tremendas contradicciones que desgarran hoy el mundo. Aunque todas las
contradicciones se opongan ahora a una organización, la sociedad
capitalista nunca estuvo tan malamente organizada como ahora, cuando
está completamente organizada.
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