Atanasio y la Iglesia de nuestro tiempo
(En su lucha contra el Modernismo)
MONSEÑOR RUDOLF GRABER

Obispo de Regensburg

SOCIEDADES SECRETAS O ESOTÉRICAS

    Mención especial debe hacerse, además, del ex-canónigo Roca (1830-1893), cuyo nombre no figura ni en el Diccionario de Teología ni en el de la Iglesia, ni en el de la Masonería. Había nacido en Perpiñán (Francia), donde asistió a la Escuela de los Carmelitas; en 1858 fue ordenado sacerdote y en 1869 nombrado canónigo honorario. Hizo viajes a España, Estados Unidos de América, Suiza e Italia. Muy versado en las Ciencias Ocultas desplegó una extensa propaganda, sobre todo entre la juventud, por lo que tuvo conflictos con Roma. A pesar de haber sido excomulgado, siguió en sus actividades predicando la revolución, profetizando la llegada de la "divina Sinarquía" bajo un Papa convertido a un cristianismo científico. Habla de una nueva iglesia iluminada, que está influida por el socialismo de Jesús y sus apóstoles. Roca es, a juicio de Virion "un apóstata de la peor especie" y uno casi se siente tentado a considerar lo que aquél afirma y predice, como profético (46).

   Para comprender hasta cierto punto su lenguaje, debe saberse que conserva los conceptos católicos más usuales, dándoles, sin embargo, otro sentido (Igual que hoy en día). Sin ambajes, declara que "mi Cristo no es el Cristo del Vaticano". O, cuando habla de Dios, se refiere al hombre, que pasa a ocupar el lugar de Dios. La palabra reforma significa para él Revolución: "Nada de reformas, sino... no me atrevo bien a expresarla, porque la palabra en si es tan sospechosa..., una Revolución". "El nuevo orden social se fundará (por ello) fuera de Roma, a pesar de y en contra de Roma". Luego viene una afirmación que, como alguien ha dicho, nos impresiona y horroriza hasta lo más íntimo: "La nueva Iglesia, que tal vez ya no pueda conservar más su doctrina escolástica, ni la forma de la Iglesia primitiva, recibirá, no obstante, de Roma la consagración y jurisdicción canónica". Hace pocos años todavía no nos lo hubiéramos podido imaginar, pero ¿hoy...?

   A continuación citamos algunas frases de las obras de Roca, que ilustran nuestra actual crisis. Con respecto a la Liturgia del futuro cree que "el culto divino, tal como lo prescriben el ceremonial, el ritual y las disposiciones de la Iglesia romana, sufrirá próximamente, en ocasión de un Concilio Ecuménico (!), una transformación que le devolverá la digna sencillez de la Edad de Oro apostólica, en concordancia con la conciencia y la civilización modernas" (47). y Roca sigue diciendo: "Se está iniciando un sacrificio, que representa una solemne expiación... El Papado caerá; morirá bajo el sagrado cuchillo que forjarán los Padres del último Concilio. El César pontifical es la Hostia consagrada al sacrificio." (48)

   Nos sorprende, que ya entonces se hablara de un Concilio. El Rosa Cruz, Dr. Rudolf Steiner, fundador de la Sociedad Antroposófica, declaró en el año 1910: "Necesitamos un Concilio y un Papa que lo convoque". El entusiasmo con que el mundo acogió el Concilio, ¿no fue fomentado, acaso, desde allí? El concepto dominante, es la palabra "nuevo". Roca predice una "nueva religión", un "nuevo dogma", un "nuevo ritual", un "nuevo sacerdocio". A los nuevos sacerdotes los denomina "progresistas", habla de "supresión" de la sotana y del matrimonio de los sacerdotes (49) y confiesa: "El salvador religioso, político y social, dominará sobre la humanidad por medio de instituciones IMPERSONALES (institutions impersonelles)". En relación con esta palabra, se ha señalado con razón cómo aparece por todos lados, en la Colegialidad, en las innumerables "conferencias, comisiones, comités y reuniones" (50). Casi estamos tentados de decir que la persona ha sido apartada y que domina la anonimidad. Aquí evidentemente se manifiesta el plan satánico. Ya no cuenta la persona, que recibe su máxima consagración por la Trinidad y el Dios-Hombre y que ahora se ve ahogada por la colectividad, bajo diversas formas.

   Aquí debe intercalarse una observación. Sería erróneo creer que se trata solamente de pensamientos e ideas de un individuo como Roca; no, todo ello se confirma en una serie de personas de ideas afines en infinitos escritos que, por lo menos entonces, eran asequibles a la opinión pública internacional. Y por ello debe plantearse la pregunta: ¿Por qué la Iglesia no tomó conciencia de ello? El Papa Pío X in dudablemente lo hizo. Pero eso fue todo. En el libro del sacerdote Melinge (más conocido bajo su seudónimo de Dr. Alta) "L'évangile de l'Esprit Saint, Jean traduit et commenté" (1907) se desarrolla todo el programa conforme al cual se está "trabajando" actualmente: 

  • 1. La apelación al Esoterismo. 
  • 2. La rebelión contra las estructuras de la Iglesia.  
  • 3. La sustitución del Pontificado romano por otro "pluri-confesional" capaz de adaptarse a un polivalente ecumenismo, que hoy en día ya vemos establecido en la concelebración de sacerdotes y pastores protestantes. 
  • 4. La glorificación de Cristo por una nueva humanidad.   
  • 5. La inversión de todas las Verdades enseñadas por Cristo" (51).

   Más claramente ya no se puede hablar. A pesar de ello, el Dr. Alta siguió como sacerdote en la Iglesia y de él se dijo: "En lugar de abandonar la Iglesia, como hizo Lutero, permaneció en el seno del templo para reformarlo" (52).

   Pero, volvamos a Roca. De todas las citas, que podrían ampliarse hasta formar un libro, se aprecia sin dificultad la táctica: Despojar a la Iglesia de su carácter sobrenatural, amalgamarla con el Mundo, hacer de la coexistencia confesional una comunidad ecuménica, para ir preparando así la Religión Unitaria Universal en un Estado Universal Unitario. El predicado de la Iglesia "Santa Iglesia Católica" ha desaparecido del vocabulario del diálogo, tal como lo expresó un conferenciante gnóstico  "Ofrecemos de nuevo a la Iglesia una ocasión para que se coordine con las demás religiones". A ello corresponde,   naturalmente, la "depretrise" (53) de la Iglesia, la secularización en una Iglesia laica y como forma transitoria -de nuevo según Roca- la cooperación de ssacerdotes célibes y casados. 

   En fin, la desacerdotización de la Iglesia ya se ha iniciado de forma angustiosa. No hace falta contar todos aquellos sacerdotes que ya siguen las huellas de Roca (y de Loisy). Virion plantea la pregunta: "¿Cuántos sacerdotes son los que ostensiblemente han permanecido en la Iglesia, pero sólo por la sencilla razón de que así pueden sembrar en secreto el virus de la revuelta?". Roca, que siempre tiende a exagerar, contesta "mil". Pero, Saint-Yves, más comedido, dice: "Conozco a muchos e incluso sacerdotes santos, que (por ignorancia) caminan por la ruta del cristianismo sincretista" (54).

   Otra idea moderna, que por doquier estaba representada entonces en estos círculos ocultísticos, era una especie de Mística de la Democracia. Ya entonces se predicaba un Cristo social, y Roca escribe: "Creo que esta redención social del pueblo en la nueva Sociedad ha quedado cumplida por la entronización de la democracia". Y más claramente dice el 26 de julio de 1891: "El cristianismo puro es el socialismo (Le christianisme pur, c'est le socialisme)". Por eso espera del "Converso del Vaticano" la declaración canónica Urbi et Orbi de que "la civilización actual es hija legitima del Sagrado Evangelio de la Redención social" (55).

   Todo ello queda completado en la importante obra del masón Yves Marsaudon "L'oecuménisme vu par un Franc-Maçon de tradition" (56), que en términos ditirámbicos dedicó a Juan XXIII y que debía servir de puente, como ya se ha mencionado, entre la Iglesia y la Masonería. Es de notar que alrededor del año 1908, se modifica la estrategia (57): "El objetivo ya no es la destrucción de la Iglesia, sino que se busca utilizarla, penetrando en ella". Con Juan XXIII se cree haber empezado: "De todo corazón deseamos la feliz culminación de la Revolución de Juan XXIII" (58).

   "Un día desaparecerá la Iglesia dogmática o se adaptará y, para adaptarse, debe volver a sus orígenes" (59). Esto ya se ve hoy en los sacerdotes: "El sacerdote actual ya no es aquel ser especial... al contrario, progresivamente aspira a entremezclarse con la sociedad moderna" (60). En este proceso de amalgamar juega un papel muy importante la masonería: "Nosotros, los masones tradicionales, nos permitimos ilustrar y transponer la frase de un famoso estadista, adaptándola a las circunstancias: católicos, ortodoxos, protestantes, musulmanes, hinduistas, budistas, librepensadores y pensadores creyentes, sólo son nombres para nosotros. Nuestro apellido es francmasón" (61).

   En este punto se ve claramente, cuán próximo se halla lo auténtico y lo falso. ¿Qué hay para nosotros más digno de aspirar que el ecumenismo, según la palabra de Cristo "para que todos sean uno"? (Juan 17, 21). Pero muy sutil es el límite con el ecumenismo sincretista, el cual relativiza la verdad y que al fin conduce a la "super-Iglesia", el gran objetivo de las sociedades secretas.

   Sin embargo, hemos llegado lejos. Debemos examinar con lupa otro fenómeno de nuestros días, el relajamiento y las depravaciones sexuales. En una instrucción secreta del año 1819, que respira verdadero espíritu diabólico, se encuentra la orden: "Adulad todas las pasiones, las peores tanto como las mejores..." (62). 

   En una carta del 9 de agosto de 1839 leemos las palabras: "No debemos individualizar los vicios; para que el vicio se incremente en las proporciones del patriotismo y del odio a la Iglesia, debemos generalizarlo. El catolicismo no teme al puñal agudo  más que la monarquía, pero estos dos baluartes del orden social pueden derrumbarse bajo la corrupción; nosotros, en todo caso, jamás nos dejaremos corromper. No creemos, pues, mártires, pero popularicemos el vicio entre las masas. Todo lo que ellas aspiren con sus cinco sentidos, debe hallar satisfacción... Cread corazones llenos de lujuria y no tendréis más católicos. Esto es la corrupción en grande, que hemos emprendido, la corrupción del pueblo a través del Clero, la del Clero por nosotros, la corrupción que nos lleva a cavar la fosa para la Iglesia" (63)

   Ya en esa época se expresaba una idea, que sólo ahora ha cobrado su plena realización. Para lograr todos los objetivos, de los cuales se ha hablado, debe "crearse una nueva generación, digna del reino que soñamos. Dejad de lado a los ancianos y a la edad madura; id hacia la juventud y, si ello es posible, a los niños. Una vez sentada vuestra reputación en los colegios, Institutos, Universidades y Seminarios y si habéis logrado la confianza de profesores y estudiantes, entonces procurad que aquellos que se dediquen preferentemente al servicio clerical, asistan con gusto a vuestras reuniones. Esta buena reputación os procurará la entrada y acceso a las opiniones docentes, en el seno del joven clero, lo mismo que en los conventos. Dentro de algunos años, este joven clero se hará cargo de todas las funciones, gracias a la fuerza de las circunstancias... De esta manera preconizáis una  revolución en la Tiara y en la sotana... revolución ésta que bastará atizar solamente un poquito, para que se encienda la hoguera en los cuatro costados del Mundo"(64). 

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