Latidos del edén
Otoño
Miro, pienso y también recuerdo y sueño mientras me pregunto: ¿A quién le hablo yo, Dios mío, a quién le cuento mis cosas las de esta tarde bella, el horizonte azul, su ausencia, mi dolor y este sueño mío tan distinto al de los otros?
¿A quién le hablo yo, Dios mío, a quién le cuento mis cosas en la tarde limpia con olor a tierra mojada de otoño recién nacido?
A lo lejos veo las montañas y hoy más claras que otros días porque los primeros vientos del otoño se han llevado las calinas del verano, más acá está la loma con su pasto oro, las casas blancas del pueblo largo, los olivos y el verde de los álamos y las palmeras recortándose con la tierra y el pasto oro. El sol se oculta y la tarde es hermosa.
¿A quién le hablo yo, Dios mío, a quién le cuento mis cosas en la tarde limpia con olor a tierra mojada de otoño recién nacido?
Tarde hermosísima de lluvia menuda que cae silenciosa empapando a la tierra que el verano y las horas dejaron reseca y cubierta de hojas.
Tarde menuda pura y silenciosa llevándome con ella recogido en su sombra como si ya fuera alcanzada la aurora que persiguiendo vengo por la tierra y a solas.
Tarde bonita de paz redonda aunque haya tristeza y una pena honda que se va con el viento y mientras ríe, llora sabiendo que dentro, donde el alma mora, tiene su tesoro y la dicha que añora.
¿A quién pudiera regalarle yo esta tarde un beso, una caricia, un abrazo, o una lágrima para después morir?
He oído decir que la muerte es abismo vacío y no estoy de acuerdo porque sé que la muerte es la liberación y el abrazo con lo que ahora no tengo, eso es lo que me dice mi corazón y por eso quiero morir.
Pero esta tarde ¿A quién pudiera regalar un puñado de palabras, mi soledad, un verso sin nombre y el vacío que ahora mimo Dios ha dejado en mi corazón? Mañana quizá sea tarde y en todo caso, no será igual.
1425- Ayer me dijeron: - Te he visto por la calle en más de tres momentos y al descubrirte tan metido en tu propio silencio ni me he atrevido a saludarte de lejos.
Siempre me dije: “Va en su pensamiento por entre la masa sin nombre como si un misterio hondo y divino lo llevara en su seno, ¿Quién se atreve a distraerle de tan gozo pleno?”
Ayer fue un amigo el que me dijo esto y ahora lo medito: Dios mío ¿qué misterio me tiene absorbido y en qué universo que no sea mi soledad, mi dolor sincero, mi espera ilusionada en mi propio sueño, en la tarde y la mañana del verano viejo y la luz plateada de este otoño nuevo?
1427- Al amanecer las nieblas del otoño ya arropan a las montañas, se ve cubierto el cielo de hermosas nubes blancas y sobre las cumbres grandes franjas de cielo azul celeste abierto en la mañana.
Al amanecer me asomo a la ventana y además de oro y fuego ardiendo en las montañas y por los bordes de las nieblas que remontan las cañadas, veo los campos llenos de presencias muy amadas: sombras y reflejos, tierras ya empapadas, hojas amarillentas, madroños en sus ramas y aromas limpias y frescas de la tierra que me llama.
“Aquella flor, aquella primavera blanca, la cara de aquél y de éste, la de la hermana y la tarde del cielo azul con su mañana, cuando pasé por la vida yo la miraba y la metía en mi corazón porque la amaba, ahora, aquí la tengo conmigo ¿Me la regalas para que siempre quede a tu lado y frente a tu cara?”
II- Si yo pudiera acercarme tanto en Dios, acurrucarme en sus entrañas, amarlo tanto y hacerme tanto Él mismo que ya me sobrara o no necesitara en absoluto nada de lo que sobre la tierra existe, qué libre sería y qué poco me importaría no tener o perder todo lo que hoy estoy perdiendo.
Si yo pudiera amar tanto a Dios que ya sólo Él me bastara, qué libertad y gozo y qué bien me sentiría aunque estuviera desnudo, privado de todo y hasta desterrado en el rincón más apartado del mundo.
1417- El otoño está por venir, pero como si ya hubiera llegado palidecen las nogueras, amarillean los álamos, se tornan rojas las granadas en los granados y se visten de oro los membrillos en sus ramas colgando.
La tierra sigue reseca con el seco pasto que los calores de agosto han plateado y por entre las grietas de la tierra en los llanos brotan las flores otoñales de azafrán morado vistiendo las laderas con su bello manto.
No llueve ni queriendo y bien que los campos a gritos lo están pidiendo hasta desde el callado viento caliente y reseco que me va rozando cuando voy en la tarde recorriendo los caminos amados con tu recuerdo en mi mente del otoño que va llegando.
Hermana del alma querida qué triste sin ti los campos.
II- Me gustaría pararme y sentarme junto al charco del arroyo que aun corre claro, muy claro y mirar sin prisa sus aguas, los renacuajos, los berros verdes por entre el fango y las hojas secas amontonadas por todos lados.
Me gustaría coger moras de los mil ramos que cuelgan de las zarzas y con higos morados, las nueces y las uvas que bailan colgando comérmelas sin prisa y sentado junto al agua del arroyo que baja cantando.
Me gustaría quedarme con calma por la tarde y el campo y mientras gozo del otoño que va llegando rezar una oración al cielo despacio, muy despacio para que en mi corazón tu recuerdo sea transformado en un beso que vuele al cielo por ti suplicando.
III- Como ayer el verano, de puntillas y sin ruidos se he presentado el otoño desde septiembre y ya está enganchado en las ramas de los robles y los viejos álamos.
Si no fuera porque faltas aunque estés en llanto sé que sería hermosísimo ir por los campos mirando simplemente el hermoso cambio que se da en los bosques verdes, por cumbres y llanos y junto a los ríos y fuentes que siguen brotando.
Si no fuera porque faltas qué gran espectáculo aquí y allá y en todas partes y el sol besando a la honda y hermosa sierra con Dios gritando tu nombre y mi nombre y dando la mano con el mismo amor y fuerza de aquel día claro.
IV- Las primeras señales del otoño, el pasto seco, las moras de las zarzas, las flores del azafrán silvestre, las hojas amarillas de los álamos, la tierra reseca, la puesta de sol ardiente y la soledad honda de los campos, me pertenecen.
Ayer por la tarde estuve por ellos y como los fui mirando despacio se me fue colando en el alma con la belleza más pura y su sabor más sano.
Las primeras señales del otoño, la tarde entera, las altas cumbres, tus ovejas, el hondo y gran barranco con sus laderas de rotas piedras, me pertenecen plenamente porque Dios me los ha regalado y como conmigo te llevo de paseo por estos campos, yo te regalo a ti el otoño aunque estés tan lejos porque a ti más que a mí te pertenece y su canto.
V- Me acuerdo yo, cuando la tarde cae y a lo lejos se te adivina hermosa entre los besos del Dios de las estrellas, de tus borregos con tus ovejas y yendo tras ellos, a la madre buena que te llevó en su seno.
También por allí el otoño anda apareciendo con el frío por las noches a lo ancho corriendo, los días mucho más cortos, cubierto el cielo, los arroyos algo más enjutos, más seco el terreno, más pálidas las montañas, más gris y añejos los caminos que pisabas no hace mucho tiempo.
Me acuerdo yo esta tarde de aquel rincón bello que tanto te pertenece por llevarlo dentro y al notar que el otoño llega y no estás en el tiempo todo es más dulcemente triste y sereno.
VI- Y mientras la tarde cae a su paso lento con este corazón mío que busca contento, me digo y me repito que en el poco tiempo que Dios me permita ir por este suelo, voy a dedicarme a coger más trozos de sueños por las cuatro montañas y arroyos y los cuatro pueblos que todavía tengo cerca y tocar puedo.
Nunca pretendí otra cosa a lo largo del tiempo sino recoger y contar los sencillos secretos del mundo que me rodea aunque sean pequeños.
Y ahora que eres conmigo el único aliento que me da vida en la tierra aun menos quiero volar por mundos lejanos sino que apetezco quedarme por el rodal de tierra y ahí en su cerco libar esencias del sueño que sueño.
VII- Con el otoño que va llegando siento más vivamente que estoy en alguna parte sin dejar de esperar.
No olvido aunque a veces no sienta con la fuerza de aquella tarde, pero al ir por el camino y pisar las hojas secas, sentir crujir el pasto, coger con mis manos las flores del espliego, desmenuzarlas y olerlas mientras te siento ausente, me hace creer que en algún lugar del universo o estrella errante, estoy esperando.
Allí estoy y no aquí por donde al pasar todo me grita que no es en la abundancia que quisiera. El otoño es hermoso, solitario y hondo y por eso mi alma sueña.
1418- En un trozo de la tarde me he parado a escuchar no lo que me rodea y veo sino el silencio que pasa llevándose el tiempo y he oído una voz sin nombre ni acento que dice: - Por aquí estoy y aquí vengo llevando en mi zurrón especial sueños, muchos sueños y el tuyo también está, pero en un rincón concreto esperando a que te vengas y con él te hagas beso. - Irme con él ahora mismo yo lo quiero, pero fíjate como me coges: tumbado sobre mi lecho, sin ropa que vestir, sin amigos o compañeros, sin ganas de vivir y ya todo más que viejo ¿Se me permite irme contigo con este aparejo?
Y en el trozo de la tarde que es también trozo de tiempo le voy diciendo a la vida que me marcho de su aposento porque me tiene orillado y en cambio, mi sueño no deja de llamarme y darme aliento.
*- ¿Qué habrá pasado a lo largo de los meses de este verano? y lo digo por lo siguiente:
Durante muchos años cada noche y cada mañana ponía la radio para escuchar y enterarme de las cosas que a lo ancho del mundo ocurren y pasan, pero desde aquel día extraño, hace dos meses o así, todo ha cambiado.
Ni oigo las noticias ni pongo la radio porque aunque no quiero, estoy tan lejano que me parece que ya ni vivo por aquí abajo. A lo largo de los meses de este verano ¿Qué ha sido lo que ha ocurrido o a mí me ha pasado?
*- Debo esperar, bien lo sé y aunque ya no tenga mucho tiempo y mi corazón esté impaciente, debo esperar, pero ¿cuánto es ese poco?
Si al final, después de que pase el tiempo que está acompañando nace la primavera y con ella la limpia hierba que estoy soñando, qué más da que sea más o menos lento y amarga esta soledad.
Yo soy espera con la tarde y como mi corazón sigue impaciente, no está conforme y a lo mejor tiene razón, pero yo debo esperar porque con la luz que arde voy llevando mi tesoro para quedarme allí donde la eternidad tiene su valle.
1419- Igual me ha pasado esta noche en no sé qué sueño perdido. - Ni siquiera reces. Todo el momento me han dicho. - Ni reces ni gastes un pensamiento más en descubrirlo. Déjalo y que se muera, que se pudra en ese mundo distinto al mundo y sueño que sueñas.
A lo largo de la noche y cuando ya estoy conmigo persistente me repite: - Era y es un sin sentido y desde ahora mismo ni reces ni te mezcles en su camino.
1420- Y esta mañana he preguntando: - ¿Pero en el día de hoy con lo que en él ocurre? - ¿Te acuerdas tú del día de hoy hace un año? - En un montón de días queda perdido en el pasado. - ¿Qué color tenía, quién iba por la calla, qué dijo el que miraba o qué iba soñando? - ¿Pero el día de hoy? - Un eslabón más que engancha al mañana, pero que ya se ha olvidado y no es una reflexión para que quedes consolado de la frustración y el desconsuelo que te ha tocado. - Sé que en el día de hoy, el del otro lado, lo tiene en grande y hermoso, sólo yo, el orillado, lo concibe un eslabón entre millones que sin sentido y olvidado queda por el montón de los días que van pasando. ¿Pero no es una forma de consuelo para mi fracaso?
1421- Tengo que decir que es como si me hubiera quedado seco, hoy no tengo lágrimas, no me duele el corazón, no siento la tarde pasar ni quiero mirar ni quiero amar o ser amado.
Tan seco me he quedado que ni siquiera sueño ni me entristece no hacerlo y por lo tanto tampoco me entristece carecer de sentimientos o dolor. Se me ha secado el torrente de palabras que ayer atascaban mi mente. Cuando camino, desde esta espera seca ni encuentro hermosura en los paisajes que ayer eran bellos ni me alegran. Por no sentir ni siquiera siento a Dios aunque sé que está y debe ser el mismo que ayer me daba su mano. tanto he dejado de ser yo mismo que ni me reconozco cuando me sorprendo tan seco y vacío de todo.
1422- En la tarde gris del otoño agrio por una tierra bella en rincón lejano me cerraron puertas dejando dañado entre las miserias que me tienen ahogado.
En la tarde gris quedé más temblando al margen del mundo y con mi sueño raro.
I- De nuevo en la tarde que lenta se marcha llevando el otoño en las nubes blancas, a chorros me sales del fondo del alma en nostalgia y llanto que quiere y no alcanza
1423- La mañana me abraza con su viento fresco otoñal dejando gozo en el alma y sintiendo una vez más que la tierra que estoy pisando y la luz del azul irreal, no es el mundo donde tengo lo que la vida me da. La mañana, con ser bella,
sólo regala soledad una parte muy pequeña de esperanza y claridad y un beso que más que beso es puente a la inmensidad de mi soñado universo de dolor y soledad que es donde siento que tengo mi sueño de eternidad.
Por esta tierra de ahora, esta mañana sin más, me presento en la desnudez y a la luz del día real, sólo dentro tengo la vida que bien siento palpitar con el deseo de escaparme y fundirme de verdad a la real fuente de la vida que tanto llama desde allá.
1434- Las nieblas que me conocen de aquella tarde primera ¿Dónde estarán ahora que yo todavía no las tengo olvidadas y quizá eternas sigan en mi alma clavadas tan limpias y vivas como aquella tarde primera?
La tarde se presentó como de puntillas y luego que dejó lluvias benditas por montes y valles y por las hundidas llanuras de las cumbres altas, también muy apagadita la tarde se fue yendo dejando cristalinas gotas de rocío azul por toda la colina.
Y cuando la tarde se iba del todo y las sombras tibias fueron cubriendo a los bosques, las nieblas únicas se mecían sobre los paisajes y no tenían prisa.
1435- El río Guadalquivir se viene meciendo en cuanto entra en su valle ancho y sereno, se hace todo remanso claro y espléndido y ahí mismo el río tiene, o mejor le construyeron el primer molino de harina de aquellos tiempos.
El río Guadalquivir cuántos secretos, cuántos molinos de piedra, cuántos veneros tiene en su recorrido largo y señero.
El río Guadalquivir después de estrecho y el viejo molino de harina que fue tan bueno, tiene otro molino más junto a sendero que da paso a la cueva del segundo estrecho y algo más abajo, este río tan bello, tiene un tercer molino y éste auténtico como bien le corresponde a un río caballero que nace entre las nieves, corre entre tejos, atraviesa sementeras y olivos añejos.
1436- Las fuentes se hicieron cascadas y el río se puso a cantar por barrancos y hondonadas verdes esmeralda y mar, me viene yo con el río y en sus de libertad cuando serpea por los llanos y cuando se deja besar por el remanso de los madroños y los molinos del trigal.
Cuando el río llegó al paraíso del valle de la eternidad detuvo sus aguas azules y en su puro remanso de paz cubrió tierras bien amadas donde solían pastar las ovejas y las vacas y florecían en rosal huertas y sementeras y cortijos de verdad, palacios donde las hadas tenían su trono real.
El río se hizo luego remanso y yo que venía detrás al verlo en aquel espejo, creí que todo el más allá, alma, estrellas, Dios y cielo, con el río que era misterio se había puesto allí a jugar y a cantar los cantos que la gente cantaban por el pedregal.
1437- Debería tener yo ahora ganas ce cantar una melodía que hablara de las aguas claras que brotan frías en la fuente ancha y honda que da la vida a otro día también de plata que cual suave brisa se desliza y se encaja por tierras queridas.
Debería yo tener ganas de cantar y con notas finas decir que este río misterioso me lo encontré aquella mañana donde la nieve y el hielo son puras sábanas que cubren y adornan el suelo de las amadas montañas y debería decir que este río intenso lo quiero por lo que de mí en sus aguas ya tengo.
Debería tener ganas y cantar dulces melodías, pero cuando en el presente sólo hay un gris día y un murmullo persistente que humilla y es despedida ¿cómo cantarle a las aguas que son la herida por donde muere y se escapa mi pobre vida?
1438- El chorrillo de agua que por entre los romeros y las rocas de las montañas, salta y corre clara cual mariposa en libertad que es luz y alas, cuando lo vi aquel día dije sin palabras: - Mira, es la fuente que ancha vi que manaba desde mi corazón abierto hacia el sol y el alba.
Y el chorrillo de agua no queriéndome herir ni quitarme nada preguntó valiente: - ¿Pues dónde estaba ese corazón tuyo cuando las nevadas arropó a estas cumbres y se hizo agua? - El corazón mío era la nieve blanca y cuando se derritió era la savia que empapó a las praderas y a la hierba amada.
Y el chorrillo limpio cayendo canta la canción que en la aurora también cantaba mi corazón aquel día que se hizo mañana.
1439- Sentados sobre las cumbres en silencio lo escuchábamos: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Quien tropiece con esa piedra se estrellará.” Y mirábamos absortos al profundo barranco por donde el río se hace incienso y se aleja saltando. Al frente las grandes crestas, los asombrosos rellanos, los calares en vertical y los pinos ahí clavados.
- ¿Y cómo encaja esa piedra en el espectáculo que tenemos ante nosotros? Le preguntamos. - Estamos en estas cumbres, ya lo veis, anonadados y hemos llegado hasta ellas por un regalo ¿Quién es más grande entre vosotros y quién más hermano?
El día estaba espléndido y el gran río cantando por lo más hondo del valle todo rebosando y las aguas purísimas bañando a los campos.
1440- El día amaneció, como tantos, espléndido y la sierra despertaba como del más dulce sueño, el arroyo corría, hermoso y en su juego y el camino subía trazando azulejos por entre los madroñales, álamos esbeltos, grises olivares y en la tierra los huertos.
- ¿Adónde vas con tu alma hermano viajero por estas sierras perdido y soñando tu sueño? Me preguntaba la mañana que venía naciendo desde el horizonte profundo que llevo en mi pecho.
Y en la mañana inmaculada que se hacía incienso y flores de jaras blancas por donde mi sendero, seguí yo adelante y al llegar al certero mirador del ensanche dije respondiendo: - Ya ves, hermana aurora a donde venía y vengo: necesito encontrarme un ratico con el cielo de mis sueños y decirle a mi Dios: “aquí estoy, te queriendo”.
1441- Dormido estaba el edén con la nieve del invierno, parada estaba la savia de los pinos y enebros, dormida estaba la tierra por donde iba subiendo y estaba la hierba en su manto como dormida dentro y yo yendo sin mí buscando aliento, por los prados de la luz que son mi sueño.
Dormido estaba el edén y me fui perdiendo, a la izquierda el arroyo ancho, el monte espeso, a la derecha, el barranco hondo y los cien majuelos y bajo su sombra brotando y azul venero. A la izquierda y más abajo, más arroyos llenos de nieve y de viento puro, de pinos viejos y serenidad sin nombre y de hondos besos.
Sobre la cuerda del cerrillo donde el castillejo y los bloques de rocas grises, el tronco recto del pino majestuoso, clamando al cielo. Junto a él mi corazón agradeciendo que un día más me hayas dejado besar mi sueño por el edén hermoso que tanto quiero. Dormido estaba el edén y yo por él muriendo.
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