DICEN QUE LO VIERON POEMA LÍRICO, del libro Aromas de Hierba © José Gómez Muñoz. Si copias me gustaría saberlo
El contenido de esta página es parte del texto de un pequeño libro titulado: "Aromas de Hierba". Si pincha en este enlace puedes verlo en la editorial y tienda online.
1326- DICEN QUE LO VIERON
poema para ser interpretado
Por las cumbres blancas - Narrador de la hierba verde y rocas de plata, entre las praderas que el sol mudo baña, dicen que lo vieron aquella mañana.
Iba mudo y solo rozando las ramas de los viejos enebros y pisando las veredas que dejan los ciervos, gozando y bebiendo el silencio de escarcha, el viento que subía desde la cascada y la rota sinfonía de la tierra amada.
- ¿Adónde vas tan triste - Contrarios pastor de esmeralda llevando entre tus manos las fuentes que cantan en noches de estrellas que brillan y se apagan, los cantos de los grillos en las noches de agua, las voces de tormentas que cruje y estallan, los ríos de la sierra que saltan y cantan, y el verde de la hierba con la flor que engalana?
¿Adónde vas tan triste pastor de esmeralda tan solo y tan sangrando por la luz del alba? ¿Es que sabes hoy que en la gran montaña tu hermana se muere y DE LA TIERRA AMADA A TI YA TE ECHAN cual ladrón canalla? Pues si sabes esto, pastor de esmeralda, cosa que es verdad y en silencio guardas, vete a donde ella y la besas y la abrazas y en la misma pena negra, sangre y misma llaga, os morís ya los dos en vuestra tierra santa.
Pero antes de tu muerte y antes de tu marcha deberías hablar y gritar por las claras para que sepa el mundo entero qué es lo que te matan, cual es el amor que arde en tu alma y qué es lo que te han hecho los que bien te aman.
Deberías hablar, pastor de esmeralda y que sepa el mundo de tu odio y rabia por lo que sientes injusto y como te machacan igual que a un miserable que estorba y que mancha y por eso se le ignora y se le encierra y calla lejos de su centro y de su tierra amada.
Antes de morir o de irte de espaldas, pastor, hombre noble, grita y estalla y di lo que sientes y como vil te matan de la forma más cruda para que al fin te vayas y contigo te pudras en el dolor de tu alma y que ahí se pudra también cuanto sueñas y amas.
Por las cumbres altísimas - Narrador de la hierba en rama y las sombras de pinos, dicen que pasaba enganchado a las horas de aquella mañana y al hablarle los hombres reía y miraba como a quien la vida a chorros se le escapa y luego seguía llorando la escarcha y bebiéndose a caños la profunda y ancha sierra que en sus manos como un mar quemaba.
En la tarde limpísima del aire templado y nubes chiquitas, dicen que lo vieron solo caminando por donde nace el río y crece en los prados el mastranzo y la menta, juncos y manzanos junto con la hierba y los largos álamos.
Por donde mana la fuente de la miel y el canto y tienen los pastores sus huertos y ajos, entre los tomates y verdes garbanzos, por ahí dicen que lo vieron caminar despacio en la tarde limpísima y el viento de nardo.
Y que iba en su alma al cielo rezando y en sus ojos de nácar mil mares llorando de valles y de montes y de flores bailando al paso de los féretros que iban desfilando. Dicen que lo vieron ¿qué, Dios mío, buscando?
Dormida en su corazón - Voz en off la lleva como princesa, como perfume de sol o como fuente fresca que mana y corre cantando canciones bellas.
Dormida en su corazón día y noche la pasea por los caminos que se borran en los valles de la sierra y por las calles del pueblo que bien se quedaron llenas del aroma que dejó cuando fue por esta tierra y también la pasea dormida por donde en viles peleas los hombres de las ciencias altas la llenaron de miseria rompiéndole el corazón y sus sueños de azucena.
Dormida la lleva él en su corazón y pena soñándola toda hermosa cual recién nacida hierba o cual purísima rosa dueña de la primavera y mientras la lleva, llora le ama y mudo la besa sabiendo que la mataron por ser toda hermosa, ella.
Siguiendo los pasos - Narrador de la hermana bella, la que quiere tanto y lleva en sus venas en fuego quemando dicen que lo vieron por donde nace el río y tiemblan los álamos y como herida fiera su dolor gritando:
- Hermana querida, -PERSONAJE aroma de prados de ojos limpísimos y de dulce labios ¿dime qué te han hecho que ahora te han dejado sin sueños y sin rumbo y por dentro sangrando? ¿Dime que te han hecho amor mío sagrado que hasta la tarde de hierba conmigo está llorando?
Mi rincón pequeño, el que exacto sabe de tu alma bella tu sonrisa limpia y tus juegos en las tardes silenciosas de la tierra, hoy se queda solo, añorando, conmigo, tu presencia y recogido en el perfume dulce que por aquí, esparcido dejas.
Mi rincón pequeño, por el que tantas veces fuiste como estrella dando luz y besos cual rumor de fuentes en primavera, aquí se queda ahora de ti preñado y en la espera que Dios lo recoja en su regazo y donde la hermosura es eterna, lo guarde y lo conserve intacto hasta el día nuevo en que vuelvas o sea la resurrección final de los sueños que las buenas almas sueñan.
Mi rincón pequeño, el que tantas veces tú hiciste primavera con sólo estar en cuerpo y el perfume que trajiste de la hierba, aquí se queda ahora palpitando con el viento que lo besa, saboreando el último latido del amor que abrazándolo, le dejas, preñado de ti hasta lo hondo y bañado finamente de tristeza sabiendo que mañana no estarás aunque bien sabe Dios que estarás eterna.
Mi rincón pequeño, hermana que fuiste pura luz que Dios me regaló desde la hierba, hoy llora conmigo, sin querer, tu ausencia.
Dicen que gritaba - Narrador loco y a lo ancho a la luz del cielo y a los hombres de abajo y seguía subiendo con pasos quebrados a las tierras altas del azul amado.
Dicen que lo vieron por donde corre el arroyo hablando con el silencio, cortando tallos de hierba, dicen que lo vieron contando las florecillas que crecen junto al venero y bebiendo agua fresca entre juncos y romeros.
Subiendo por las veredas que van desde el valle al cerro dicen que aquella mañana de primavera, lo vieron solitario y pensativo como si viviera un sueño o como si viviera fuera de la tierra y de su pecho, caminando por el monte y hablando con el silencio.
Dicen que lo vieron y nadie sabe decir qué nombre le tenían puesto o si buscaba azucenas por donde va el arroyuelo que es por donde dicen, iba hablando con el silencio.
Vestido con la pana vieja, lleno de tierra y remedado, manchado de verde hierba y con trescientos agujeros que enseñan las carnes secas, dicen que aquel día lo vieron por el campo y sin vereda.
- Por más que quieras quedarte - Contrarios hecho aroma por la tierra no será real tu sueño si no te pones y encuentras a quien sí puede ayudarte si de rodilla, lo besas. Y guardan silencio los bosques - Narrador por donde se le queda en piezas el alma y el corazón y la sangre de sus venas.
- Bien poco te costaría - Contrarios adular, como lo hicieran los que van delante y detrás y junto a ti, por la derecha y lo digo por tu bien a fin de que no te fueras. Y el rincón guarda silencio - Narrador frente al sol y las estrellas mientras le late en su pecho la sangre, como si fuera pana añosa y remendada manchada de verde hierba.
Dicen que lo vieron subiendo por la cuesta que cae desde el cerro, pisando la hierba y bebiendo en silencio el sol de la tarde que le daba besos.
- Te sientes pastor - Contrarios y eres extranjero por tierras y caminos que te arrancan queriendo. Habla si no y di si es mentira o cierto. Dicen que en la tarde - Narrador dejaba que el viento le diera su abrazo mientras iba muriendo.
Y dicen que en la cumbre del azul intenso y las rocas calizas que miran a lo inmenso, se paró y sentó y abriendo su pecho rezaba y lloraba viviendo y muriendo.
“Cuídala tú, Dios mío -PERSONAJE y dale siempre tu beso, cólmala de gozo y vida y permite que en su seno florezca luz y hermosura, el perfume de tu incienso, el amor de tu ternura y todos sus benditos sueños.
Cuídala tú, Dios mío y dale siempre tu beso y a la que tanto le han roto hasta cruel y queriendo constrúyele un edén en su corazón tan bueno y que sea ante tus ojos un jardín florido y bello donde anide el amor en rocío que destile cielo para que siendo la sencilla entre tantos tuyos pequeños sea la hermosa a tus ojos y la bien amada en tu pecho.
Cuídala tú, Dios mío y dale siempre tu beso, abrázala en tu calor de creador y padre bueno para que la hermana de la luz que tanto estamos queriendo ande su camino en la noche y llegue, en el día, a buen puerto con las manos llenas y el corazón de ti hasta el borde lleno. Cuídala tú, Dios mío y dale siempre tu beso”.
Tumbado a la sombra fresca - Narrador del pino viejo entre nubes dicen que la tarde aquella le vieron en la soledad bebiendo su gozo y pena.
El viento juega y le canta por entre sabinas y piedras y por ahí también pajarillos le cantan a la primavera, a las flores de majuelos, a color verde de la hierba y a la soledad sonora que honda mana y chorrea.
Tumbado a la sombra tibia del gran pino de la cresta abre sus ojos y mira a la extensión de la tierra y aunque está triste por dentro, siente gozo mientras reza y abraza en su corazón otra vez a su amada sierra que se le hace emoción tumbado a la sombra fresca. Y dicen que los pajarillos le hablaban de esta manera:
- Aquí quedará en su tierra - Amigos la hierba que tú pisaste cuando ibas por las sendas cual sombra de sueño errante besando el frío de las piedras que en tu corazón amaste.
Quedará por aquí en silencio una tarde y otra tarde los rayos blancos del sol que en los valles abrazaste, el azul del mundo inmenso que sobre las cumbres grandes bebiste a tragos densos en los hermosos instantes y quedará por aquí en tristeza las nubes y el mismo aire, gritando siempre tu presencia de sombra de sueño errante.
Aquí quedará en su tierra sin el cariño de nadie, por los valles, la pura hierba que al ir por ella, pisaste sabiendo ella y las flores que tú querías quedarte entre sus tallos y olores, mas tuviste que marcharte.
Y dicen que desde el azul - Narrador las nubes le preguntan: “Cuando tú te vayas - Amigos ¿quién vendrá a traer el cielo cada mañana? ¿Quién rociará aire fresco al llegar el alba o quién cada día vendrá animando al alma?
Tu sonrisa de fuentes manando su agua siempre sembrando esencia que honda empapa o tu aliento de primavera madura y ancha ¿quién lo esparcirá por aquí, por el rincón que calla a partir del día gris en que tú te vayas?
¿Quién vendrá a traer el cielo cada mañana con sus bocanadas de aire nuevo que dulce salva a partir del momento triste en que tú te vayas? A partir del momento exacto en que tú te vayas ¿quién vendrá por aquí cada mañana?”
Y la tarde se le hizo hierba - Narrador al ir por la tierra amada de la luz de la pradera y se le llenaron los ojos de la soledad sincera que desde el día redondico locamente le besaba.
Se le vio subir en solitario por la llanura pequeña que viene desde el arroyo para el rincón de la hiedra. - Pastor del hondo cariño - Contrarios a la que sientes tu tierra, al fin se te acaba el mundo y a otros rincones te llevan para que mueras y pudras como muere una pavesa. Y el pastor guarda silencio - Narrador porque son palabras ciertas las que le gritan y aplastan un poco más en la miseria.
Al ir por la tierra suya, la tarde se le hizo hierba y se le llenaron los ojos de la luz de las praderas y en la soledad del día que le besaba sincera rezaba en su corazón de esta manera:
“Y entrégame el abrazo que tanto soñé -PERSONAJE sin que nadie lo sepa, sino Tú, Dios mío, cuando sea el momento de tu beso puro, cuando Tú me saques de este cuerpo mío y me lleves por fin al amor que esperé, que sea en una noche y de invierno frío cuando todos duerman y yo duerma también para que nadie sepa que por fin me he ido sino el viento claro que me supo bien y Tú, a quien de verdad, sincero he querido.
Cuando sea el momento de entregar mi vida y dejar para siempre este suelo frío donde tanto he llorado en mi soledad detrás de los montes, solo y escondido para que nada ni nadie me pudiera dar lo que nadie podrá, sino Tú, Dios mío, que sea en una noche, mientras esté durmiendo arrullado por el canto que mana del río y besado por la sombra de las nubes blancas, los únicos que fueron hermanos y amigos.
Llévame, Señor, cuando a Ti te plazca o cuando por fin sea el tiempo cumplido y entrégame el abrazo que tanto soñé sin que nadie lo sepa, sino Tú, Dios mío”.
Cuando el día culminaba - Narrador su blanco ascenso hacia la luz y hermoso se derramaba desde el hondo cielo azul por toda la tierra amada que le regalaste Tú, se le vio que coronaba la cumbre de la hierba verde por donde mora su alma.
Se le vio sentarse en la roca, sillón sobre la atalaya y mientras dejaba que el viento a sus anchas lo abrazara abrió sus ojos a lo ancho y como muriendo miraba a la inmensidad del espacio, sierra hermosa y engalanada de Dios y de eternidad y de fuentes que a Dios cantan.
“Gracias, porque me permites -PERSONAJE que en los bosques vea tu cara y porque sin yo merecerlo una vez más me regalas la hierba verde de la cumbre, el sol, con luz y mañana en este silencio delicioso que sólo para mí preparas cuando me voy al encuentro del abrazo con la hermana que me diste desde la hierba aquel día con el alba y me mataron los hombres que llaman de las ciencias altas sólo porque ella era buena y por dentro y fuera, guapa y limpísima como el rocío en hierba por la mañana”. Se le oyó que en su corazón - Narrador sincero a su Dios rezaba cuando en su blanco ascenso hacia la luz limpio, el día culminaba.
Y se le ve en la tarde lluviosa del mes de abril primaveral pisando la hierba y rocas que caen por el puntal desde la redonda loma.
- En estas horas apagadas - Contrarios de la soledad sonora en tu sierra amada y cuando tanto el alma llora de tanto respirar la amarga monotonía negra y honda ¿adónde vas pobre pastor todo lluvia y todo sombra, barro y frío que te quema en tu noche de amapola?
Y tembloroso el pastor - Narrador tragando la última gota de su esperanza desvaída: - Voy conmigo y voy a solas -PERSONAJE como tantos días en mi vida hacia el puntal de las rocas desde donde se divisa la dicha que me enamora. - Pues la puerta está cerrada - Contrarios y te pesa tanto la soga de la vida que ya no vives que te mueres gota a gota. ¿Acaso piensas despeñarte desde el filo de las rocas para así acabar por fin con lo que tanto te ahoga?
- La hermana mía, -PERSONAJE lo es desde la hierba y nació una noche fría cuando mi grandiosa sierra se cubría en blanco velo de fina nieve y esencia que era presencia de cielo con amor del Dios que besa.
La hermana mía, cuando todavía pequeña se pasaba el día jugando por las riberas que adornan las diamantinas aguas primeras de la fuente azul que da vida al río de la sierra y en sus ratos libres, la hermana princesa se iba siguiendo a la madre por las praderas de la hierba donde pastan sus mil ovejas.
Se empapó la hermana de viento fino de sierra, de soledades profundas con luz de estrellas, de nubes blancas y algodonosas y de tormentas y también de hielo y nieve, rocío en perlas por donde Dios la enamoraba en una dulzura intensa y por eso germinó su alma en virgen azucena.
Y cuando la hermana mía de fue a donde los hombres tienen sus ciencias buscando enriquecer su espíritu tal cual Dios quisiera, trabajó ella con tanto ahínco interés y fuerzas que se aprendió todos los libros y cosas buenas que unos y otros le decían y fue primera no sólo en notas y proyectos sino hasta en sinceras sonrisas limpias de Dios y acciones bellas a todo su alrededor y siempre a cualquiera, fuera amigo o enemigo o del color que fuera.
Pero la hermana mía estando ella sembrando y repartiendo amor a diestras y siniestras recibió el bofetón de la envidia fea y la clavaron en la cruz cual vil pelleja y después de dejarla sola con la herida abierta la aislaron en los campos tras las ovejas donde a ella la vi llorando en la tarde aquella en que se moría a chorros grandes, pobre princesa, despreciada de los hombres buenos y las altas ciencias que es donde la habían llenado de la gran miseria, de los rencores más raros y la envidia añeja.
Y al verla en aquel dolor y muerte tremenda: “A ti, hermana mía que lloras y cuando vas tras tus ovejas tus piernas se quedan flojas porque le faltan las fuerzas aunque en el alma te sobra.
A ti, hermana hondísima en mi espíritu y las horas que Dios me viene regalando contigo como amapola y a la que algunos han roto como se rompe una soga de esparto o de guiñapos y te han dejado luego sola con tu dolor en las carnes que te roe gota a gota y con tu herida en el alma donde Dios complacido mora.
A ti, la vil despreciada por ser en redondo hermosa, te pido agarres a Dios y aunque no quieras, perdona que en el dolor del desprecio y en el de la carne rota es donde se enriquece el alma y el fino amor se acrisola. Así que saca provecho hermana mía primorosa del cobarde y vil desprecio que te han hecho, siendo rosa”.
Y la hermana mía me dijo con la fuerza de las olas: - Ni riquezas ni dinero - HERMANA me dan alegrías sabrosas ni tampoco yo las quiero, quiero acciones cuyas obras sean de sentir sincero porque se alzan y apoyan en el Dios que se lleva dentro y quiero que me dejen ser en la libertad y lo bueno que Dios plantó en mi corazón cuando yo era niña y juego porque esa verdad es la mía: el cariño y el respeto y la limpieza de los míos que por aquí me regaló el cielo.
Y luego ella preguntó: - ¿Es también lo tuyo cierto? Porque he oído que te destierran a otro lugar bien lejos de esta mi sierra y tu sierra, sangre que alimenta el cuerpo. Y le dije yo a la hermana: - Sesenta años después y casi al otro lado del tiempo, lo de aquel amigo mío, el que era tan bueno que lo sentía yo como carne y vida de mi propio cuerpo, sesenta años después, aun vivo, lo recuerdo.
Era por la mañana y él estaba en su cerro redondo cual melón maduro que destaca entre el resto, y estaba con sus animales como tantos otros mil momentos y llegaron los crueles y le dijeron: - A partir de aquí, aquellas rocas y aquel fresno, desde hoy, tienes prohibido volver a pisar el suelo.
Y mi amigo les dijo que no tenían razón ni derecho y luego él se calló y por dentro se llenó de una amargura tan grande que ya se sentía muerto.
Sesenta años después triste aun lo recuerdo y como si ahora mismo fuera, claro y vivo lo estoy viendo: mi amigo abandonó la tierra y cuando iba por el vallejo, llorando él caminaba y a la vez, diciendo: - Tengo que perdonarlos aunque amargo sea el destierro porque el amor que yo le tuve a mi bonito cerro no consentiré que nunca se convierta en odio negro.
Sesenta años después aun vivo, lo recuerdo y al amigo que era carne conmigo, como al primer, día lo quiero y, con aquella tristeza suya, aun hoy yo sigo muriendo. - ¿Pero es verdad o no que al fin te echan de este suelo? Porque si te vas y yo me muero ¿como podré seguir en la tierra cada día amaneciendo? Y tuve que sujetar las palabras y pudrirlas en el silencio.
La hermana mía, - PERSONAJE no dijo más porque se estaba muriendo en la limpia soledad de su mundo bello aunque en el abrazo de Dios y de Él también su beso. Tenía roto el corazón y ahí, destrozado el sueño que de pequeña soñó y en las tripas de su cuerpo tenía agujeros rojos por donde a chorros doliendo se desangraba gota a gota solita ella por el cerro tras sus ovejas y la brisa de aquel agosto tremendo.
Por las cumbres blancas - Narrador de la hierba verde y rocas de plata, entre las praderas que el sol mudo baña, dicen que lo vieron aquella mañana y todavía una oración al cielo rezaba:
“Cuando ya no esté, Dios mío, -PERSONAJE y el río del edén siga corriendo con la transparencia que lo he conocido y con la luz y gozo que me daba contento desde aquella primavera que me lo encontré chiquitico, allí donde duerme el viento, para cuando ya no esté, Dios mío, sólo tres cosas pedirte ahora quiero:
Permíteme que cada noche sueñe con este río que aquí me dejo y permíteme que sienta el rumor de su corriente con la misma claridad que hoy la siento para que mi corazón enamorado no se muera de tristeza en aquel destierro.
Permíteme, Creador de las estrellas, que cuando esté soñando este dulce sueño, pueda percibir el olor de las montañas que dan vida al que es el río más bello y permíteme que pueda coger los juncos y las ramas de los fresnos para que en aquella distancia amarga siga un poco más vivo, aunque esté muerto.
Permíteme, amado Dios de mis entrañas que cuando ya no esté y me alimente con el sueño, encuentre cada noche un prado limpio y un poquito de hierba junto al sendero para refrescar las sangre de mis venas y seguir creyendo, que aunque muerto, vivo todavía por estas riberas donde recibí de Ti aquel tan hondo beso y por donde jugó la hermana de la hierba que tan honda en mis venas lloro y llevo”.
Y dicen que lo vieron - Narrador yendo mudo y solo rozando las ramas de los viejos enebros y pisando las claras veredas de los ciervos, gozando y bebiendo el silencio de escarcha, el viento que subía desde la cascada y la rota sinfonía de la tierra amada.
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