El verso con métrica y rima

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      LUIS ASTUDILLO      

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comentarios a su obra

            DIRECTORIO DE ESTE AUTOR

su obra 1

su obra 2

                 SU OBRA 1          

    En esta página encontrarás las siguientes poesías:



SONETO DE LA DESPEDIDA

De todos los caprichos que poseo
no existe más hermoso ni cristiano
que el querer ir contigo de la mano
donde arda la lisonja de un ateo.

Te busco al despertar y no te veo;
te escucho en las rapsodias de mi piano;
te siento entre mi júbilo liviano
y en la turbia pasión de mi doneo.

Mi triste inspiración me la has vaciado
por eso siento amarte demasiado
¡Te ruego que de mí también tú seas!

Ignoras que el rechazo pueda herirme
...Ya me voy pero, cariño, antes de irme
te doy mi corazón si lo deseas.





   SONETO DE ELIZABETH
     (Dedicado a Angie Elizabeth Castro)

Elizabeth es cuna del poema
condenado a versar entre la hoguera.
Ella es quien a la imagen de mi emblema
embellece a pesar de mi ceguera.

Una vez fue calma en mi agonía
y la amé de una forma exagerada.
Todo era celestial hasta que un día
se fue de mi rincón sin decir nada.

Hoy yo vivo cual mártir olvidado;
como un niño cuyo sueño anhelado
lo hirió pero aún así él sigue vivo.

Pero lloro ante este mal convaleciente
pues de ágil gladiador fuerte y valiente
pase a ser un esclavo de su olvido.





         HOY QUE REGRESAS

Hoy regresas a mi vida como antaño
y has abrazado levemente mi sufrir,
juro por Dios, dulce cariño, que ni un daño
he de causar en nuestro mágico vivir.

En una enorme soledad yo me encontraba;
no comprendía mi tragedia juvenil.
Noche enteras junto a un libro te esperaba
ornamentándote en mi cuarto un gran pensil.

Ahora tú estás en mi vivir como la tarde
que frente al sol de su belleza hace alarde
despertándole su asombro y vanidad.

Y con un búcaro de rosas maravillas
paralizado al frente tuyo de rodillas
le rindo culto a tu entrañable santidad.





        SONETOS PARA LLORAR

                                    I

Te quiero tanto y no me basta con soñarte
porque despierto en la vacía madrugada
con los instintos pasionales de besarte
dignos de mí, pero de ti no encuentro nada;

sólo las hojas arrugadas con escritos
donde los versos lloran, ríen y se mueren
bajo la víspera de llantos infinitos
que anhelan pronto terminar si no se atreven.

He decidido regresar pero se pasma
la llama viva de un amor que se entusiasma
con bautizar mediante besos tu llegada.

Aunque me atreva yo a cumplir tal osadía
y aunque consigas otra vez llamarte mía
puedo jurar que tú de mí no quieres nada.

                                      II

¡Cómo recuerdo en el cristal de mi ventana
viendo las gotas tiritando en la llovizna
aquel momento que te hablé por la mañana
entre la tímida nostalgia de ti misma!

Pero un adiós, en un papel, a manuscrito
es lo que queda de ese amor, solo una carta
que cuando leo tristemente ya no evito
que el corazón en mil pedazos se me parta.

Cierro mis ojos y al soñar pronto me exilio
en esa fábula inmortal de nuestro idilio
donde no existen intuiciones rencorosas.

Yo no te olvido. Este furor me desvanece
mientras te veo junto al sol cuando amanece
y en el perfume pasional de nuestras rosas.






           DOLOR QUE AMA

Cuando muera mi dolor bajo la calma
que tiene la serenidad del infinito
esperándote estará mi núbil alma
con la fragilidad de un girasol marchito.

Porque yo tengo corazón y no una piedra;
porque yo tengo mi dolor amando ahora;
pero del manto de mi amor ninguna hebra
hilando queda en tu recuerdo, ¡ya no llora!

Verá morir mi corazón ese recuerdo,
ese recuerdo que en tus cartas se suicida,
que se sepulta en la tiniebla donde pierdo
mi frenesí de juventud que no te olvida.






        SONETOS MELANCÓLICOS

                                   
(I)
No tengo para darte más que mi verso pobre
en esta hora mustia, en este parque vacío.
Hoy debo ser valiente, yo debo hablarte sobre
la herida que se guarda mi pecho triste y frío.

Estamos caminando en un cielo soleado
y brillan en tus ojos las mágica vivezas.
Hoy debo confesarte mi amor este pecado:
te adoro inmensamente a pesar de mis tristezas.

No dejaré acabar esta pasión que delira,
lo juro por mi lágrima sincera que inspira
a las hojas donde escribo amargas ilusiones.

Te juro por mi Dios que yo nunca he de fallarte.
Si aceptas mi cariño mi amor he de entregarte
en cada melodía pintada en mis canciones.

                                   
(II)

Aún cuando me vaya, si así tú lo decides,
en medio del opaco y bárbaro tormento
las horas románticas serán, nunca lo olvides,
testigos de que hicimos, los dos, un juramento.

Juraste no borrar del libro de tu mente
los versos nocturnos de amor que te escribía.
Juré yo por el cielo mirarte entre la gente
y nombrarme siempre tuyo en la postrimería.

Tú y yo nos volveremos a ver en una estrella
fulgente y pincelada de añil, cuya centella
dará la bella forma de un corazón constelado.

Y Aún cuando suspire en mi tumba ya dolido
diré con mi agonía que siempre tú has sido
el único milagro de besos que he adorado.






                 SERENATA

Bajo la sombra triste de la noche nueva
dejo caer mis letras dulces en tu oído.
Mientras espero un beso que tu risa llueva
en mi cansada boca húmeda de olvido.

Preludios, tocatas y simples cavatinas
acompañan al grave cantar de mi voz.
La corta vibración de liras y ocarinas
revelan el éxtasis que existe entre los dos.

Canto mi penar con el dolor de un bolero
nacido en la pluma del señor Manzanero.
Guardando suspiros en mi humilde fardel

apego mi voz en tus rezos nocturnales
y anhelando el dulzor de tus besos vitales
te entono los tangos del maestro Gardel.





   SONETO DE LA DECEPCIÓN

Mi quimera siempre ha sido mantenerte
cultivando con tu boca mi soplido.
Ya eres mía. Lo imposible se ha cumplido,
pero siento decepciones al tenerte.

Antes era tan feliz sólo con verte
¡Cómo odiaba aquellas tardes ermitañas!
Hoy te tengo y aún sabiendo que me engañas
sigo dándote este amor que te divierte.

Pero mi ánimo reclama los gemidos
provocados por los místicos latidos
de mi herido corazón si te columbra.

Y sé que puedo lograr en algún rato
arrancarte de mis sueños "ab irato"
cual relámpago que rompe la penumbra.






                 OLVIDA

Olvida, por favor, cuánto te quiero
y déjame morir en tu pasado.
Prefiero fallecer. Aquí te espero
con un coro de dioses a mi lado.

Olvida, por favor, lo prometido.
No vive el corazón de juramentos;
mujeres como tú ya me han mentido,
por ellas tengo un mar de sufrimientos.

Olvida que mi amor fue idolatría;
que pude soportar la lejanía
habida entre nosotros con excesos.

Olvida que en mis versos te enamoras
y que este mozalbete a quien ignoras
es dueño todavía de tus besos.




                    OFRENDA

Tienes una belleza sutil que se compara
con las mil fragancias que perfuman a las rosas
y posees unos ojos que te sirven para
mirar el encanto que le damos a las cosas.

Y mi vista se sume en tu corazón de piedra
como a la noche se sume un torbellino atroz
apresurando la paz de la golpeada hiedra
que es mudo testigo del sollozar de mi voz.

Soy el tímido león que desde su caverna
espera la hora para devorar su presa
cuando te extraño y mi pecho a tu desprecio inverna
cuando te pienso y mi boca a la distancia te besa.

Impasible musa de quien espero una ofrenda,
sería un vil pecado sumergir al olvido
en el lago tedioso que abastece a mi senda
con el agua fatal de tu veneno escondido.





             TROVA II

Es un jardín ignoto, tu mirada,
donde se oye un fatal devocionario.
Mujer ¿De quién estás enamorada?
¿Por quién reza tu boca en el santuario?

Magullan sin piedad los inefables
penares a las voces de mis rimas
donde moran fantasmas agradables
como humo de cigarro en las cantinas.

Dame agua, que en silencio vivifica
mi pecado de amor que santifica
los errores terribles de la mustia

soledad cuando vuelas sin motivo
al oscuro jardín donde yo vivo
y donde crecen árboles de angustia.





              TROVA V

Tú cantas, al dormir, como las aves,
y arrullas con tu voz la paz incierta.
Las rosas ven tu piel y se hacen suaves;
la luna ve tu luz y se despierta.

Tu boca es una fuente abandonada.
Tú risa suena a mágicas esquilas.
Son ánimas poetas tu mirada
y cánticos de versos tus pupilas.

Yo soy como una flor en el desierto
que ríe sin saber que ya se ha muerto
la gama que sus pétalos dispersa.

Es cruel la diferencia que maldigo:
Yo tengo la tristeza del mendigo
y tú la calidad del alfombra persa.






        ROMÁNTICO DECESO

Ondean en el viento sagrado del paisaje
crepúsculos rojizos y undívagas neblinas.
Contentas avecillas que están sobre un ramaje
tocan los acordes de suaves sonatinas.

Quisiera hablar con Dios y pedirle vida eterna.
Él sabe que te quiero en mi triste juventud;
que adoro todo aquello: tus ojos de linterna,
tus playas corporales, tu novel inquietud.

La hora de partir hacia un mundo milenario
se acerca por el tallo de tus manos de flor.
Mi vida se consuela en el cuento imaginario
que narra las finuras atentas de tu amor

Tranquila y silenciosa la muerte nos invoca;
si quieres que yo muera de forma enamorada
dispárame la flecha de un beso de tu boca
o clávame en el pecho el puñal de tu mirada.





           UN BESO TUYO

Un beso tuyo dirigido hacia mi boca
es una rosa de magníficos aromas.
Es la plegaria pasional que solo invoca
Dioses artistas de románticas maromas.

Un beso limpio de tus labios a los míos
es libertino soñador que siempre pinta
paisajes únicos con sauces tapatíos
usando fáciles sollozos como tinta.

Es el nocturno suspirar de las gaviotas;
es una víctima flechada por cupido;
es lluvia fresca matinal en cuyas gotas
hay cura dulce al corazón adolorido.

Y la estrechez separadora de tus labios
es una fuente, una cascada de colores
destinada a ser guarida de los sabios
versos ingenuos donde cantan sus loores.

Un beso tuyo dirigido hacia mi boca
es un licor hecho de pócimas florales.
Es monumento del amor tallado en roca
al cual adoran mis ánimos fatales.





                DESPEDIDA

Cómo podría superar este tormento.
Mientras te vas, te llevas tú, la vida mía;
es tan amargo este vivir, que sufrimiento
estás tatuando con tu lágrima muy fría.

Pero si es tu decisión, pues buena suerte.
Y que lleves dicha en el baúl de la memoria.
Yo aquí me quedo implorándole a la muerte
que me arrincone en el abismo de su gloria.

Dime mi amor, qué debo hacer con el vacío
que queda impreso en una esquina de las casas.
Al ver parejas caminar bajo el umbrío
atardecer sobre el vergel siento que pasas.

A más tardar en un minuto habrás de irte
para ser libre de este amor que te hizo mal.
Antes que empieces a partir quiero decirte
que tu cariño está sembrado en el umbral
donde mis voz sube cansada de pedirte
que no dispares ese adiós triste y fatal.





                        ¿DE QUIÉN?

¿De quién son esos ojos que se prenden de armonía?
¿De quién son esos labios humedecidos de ternura?
¿Por quién brilla constante el resplandor del nuevo día,
será que acaso el iris matinal en ti fulgura?

¿De quién son esas horas que corren como olas
persiguiendo los misterios de mi honda inspiración?
¿Por quién botan sollozos las aves tristes, solas,
que cantan los martirios de un muerto corazón?

¿De quién es el aroma de bálsamos florales
que embriaga la inocencia de sueños coloridos?
¿De quién son esas manos que curan esos males
sumidos en la nostalgia de cándidos suspiros?

¿Por quién juega tu magia? ¿De quién tú te enamoras?
¿De quién será tu vida? Por más triste que fuera
en mí la plantaría cual rosas soñadoras
que ríen si se asoma la eterna primavera.

¿De quién será la voz que canta cuando duermo,
que suaviza y que consuela a mis tristes pesadillas?
¿De quién será la luz regada en el invierno
que botan unos ojos de flores maravillas?






EL ADIÓS DEL CORAZÓN

Hoy muere junto a ti mi gran anhelo.
Hoy yace la temprana claridad
diluida en el tapiz de mi desvelo
que avisa una futura soledad.

Te llevas arrastrando por un valle
el ritmo acompasado de mi llanto.
Mis lágrimas de amor son un detalle
fugaz del corazón que te ama tanto.

Yo paso sin dormir noches enteras
sintiendo tu llegada y no regresas.
Son fúnebres espejos mis ojeras
que muestran día a día mis tristezas.

Tú llevas vanidad y la hermosura
que tiene algún fantástico zafiro.
Yo trato de vestir esta amargura
con aire de un nostálgico suspiro.

Te vas como se va la melodía
corriendo entre las cuerdas de un laúd.
sin ti, sin ti, sin ti, mi compañía
será la eternidad de un ataúd.

Mañana al despertar será distinto:
mi huerta vestirá algún abrojal
formando en su interior un laberinto,
lugar de mi posible funeral.

 

 

 


AUTÉNTICA POESÍA - Herrera/Muñoz - 2001

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