LORQUIANA
El
sol desangra los montes
con
cuchilladas de grana,
y
otra Soledad Montoya,
-tan
de Lorca y tan gitana-
con
las trenzas por el suelo
y
el duelo sobre la almohada,
va
buscando claridades
en
los balcones del alma.
Hiere
la espiga las eras,
las
fuentes secan el agua,
las
primaveras se amustian
y
se anochecen las albas.
En
los surcos caen los
versos
nacientes
de las palabras.
Por
los ojos, olas negras
entre
arrecifes de plata,
y
entre las manos el hueco
de
alondras en desbandada.
¡Ay
Soledad!, que te pierdes...
no
tienes puerto ni amarras.
¡Ay
Soledad!, ¿qué
ilusiones
buscaste,
que no encontrabas?
La
noche clava en el cielo
sus
espuelas estrelladas,
y
sigue la luna, luna
llorando
las madrugadas,
y
escondiendo entre las
nubes
la
palidez de su cara.
Trenza
el silencio las sombras
con
sus manecitas blancas,
y
se retiran las risas
hacia
el desván de
las lágrimas.
Sigue
Soledad buscando
el
sol entre las nostalgias,
con
la hiel entre los labios
y
el dolor en las entrañas.
¡Deja
ya la pena negra!
¡Deja
de arañar las
ansias!
Que
no puedes encontrarte,
que
en las vides se desgranan,
antes
que puedas cogerlas,
las
uvas, ensangrentadas.
Soledad,
sólo la noche
puede
encontrar la mañana,
sólo
los mares profundos
vuelven
el agua salada.
Sólo
el corazón endulza,
Soledad...,
tu boca amarga.
Desbrozó la sonrisa y entapujó
las lágrimas,
pisó breve los trigos y las eras,
abrió los ojos al orto de las
cosas,
y se alhajó de espera,
forjó en sus dulces manos una
concha,
la colmó de ilusiones y de perlas,
abrió la puerta al aire de la tarde,
desalojó las penas,
y se fue andando dormida y con premura
en busca de su amor de primavera.
CERCA DEL RÍO
Cerca del río , madre
dejé a mi amigo,
entre los juncos verdes
muy malherido.
Quiso coger la ropa
que yo lavaba,
blanca como la nieve,
cayóse al agua.
¡Ay esos verdes juncos
cerca del río!
¡Ay madre, que me abraso
cuando lo miro!
MAREA
La marea tan lejos,
blanco el rizo bordado,
festón la risa de la espuma,
yo de este lado, amor,
y tú en la bruma.
El sol tan alto,
solloza el mar su llanto de sirenas,
entre los dos azules, la sonrisa,
y en medio,
las arenas.
Plenitud de inconsciencia,
dejar irse la vida y ver pasar
el mundo sobre el mar,
y sobre el mar, el mundo:
bendita confluencia
de la vida y la muerte en un segundo.
ALZA
EL VUELO
Alza el vuelo, hazte crecer las alas
y cruza los espacios y los tiempos,
-no existirían si tú no
los pensaras-,
cierra los ojos, despójate de
todo,
encierra el cuerpo y amanece el alma,
despégate de todo lo que pesa,
desata el nudo de las penas agrias,
navega al infinito
por esos mares breves de nostalgias,
coge al vuelo los versos y las risas,
prende al cielo el sol de una mirada,
cargada de no sé qué recuerdos,
asida de no sé qué añoranzas,
recupera los magos y los sueños,
los momentos azules de la infancia,
bautízate de fe y de fantasía,
olvida el suelo y salta
a los confines donde el amor nace,
donde nacen la vida y la esperanza,
donde beben sus versos los poetas,
donde crece la luna a la mañana,
allí donde tiembla el horizonte,
y está la estrella azul y más
lejana,
en los parajes mágicos que habita
el corazón del que sufre y del
que ama.
INFINITO
Tocando está infinito
el hombre cuando canta,
el mar cuando se acuna
en el sol de la playa,
las estrellas, el campo
que se abre a la mañana,
lavando entre el rocío
su piel de luna pálida;
tocando está infinito
esa mano que arranca
del tallo de la rosa
una herida espinada,
el niño que sonríe
si acaricias su cara,
los ojos que te besan,
el beso que te abraza...
Tocando está infinito
el pájaro en la rama,
el lucero que brilla
en la noche asombrada,
la hierba que rebrota
cuando ha bebido el agua,
la luz que difumina
la sombra en las estancias;
tocando está infinito
la fe de una mirada,
una mano que lleva
la caricia en su palma,
el verso del poeta
que se ha arrancado el alma,
el silencio que acuna
el dulzor de las lágrimas...
Tocando está infinito
la luz de la palabra.
DESPACIO
Despacito me iría
sobre la blanca arena,
despacio y silenciosa,
buscadora de perlas,
tejiendo caracolas
de collares y ausencias,
cogiendo entre los dedos
su tiempo entre mis penas,
corales y algas verdes
del mar y las tormentas,
y enredada en las olas
de espuma azul, y niebla,
seré viento en el remo
y sábana en la vela,
¡ay tibio sol de mayo!,
¡ay playa rubia y bella!,
quiero que llegue pronto
bajo la luna llena
para ahogarme en su alma
de alboradas desiertas,
y embarcarme en las noches
de su mar y su estrella.
Despacito me iría,
despacito, en la arena...
SÓLO
YO
Sólo yo lo sabía,
y la noche
lo sabía en silencio,
pero estabas de siempre en el alma
que acaricia los sueños.
Sólo yo lo sabía,
y el aire
lo sabía en sus dedos,
pero estabas por siempre dormido
en las alas del tiempo.
Sólo yo lo sabía,
del agua
lo sabía el reflejo,
pero estabas de siempre en las fuentes
de los cántaros llenos.
Sólo yo lo sabía,
y el campo
lo sabía en su seno,
pero estabas por siempre florido
en la flor del espliego.
Sólo yo lo sabía,
y el alma
lo sabía en secreto,
pues estabas de siempre en la vida
que latía en su centro.
DE
OTOÑO
Hay un aire que mece inquietudes
en las hojas doradas,
en los prados se posa el otoño
y en los chopos se quejan las ramas,
y la tarde columpia en sus trinos
la tristeza sutil de la calma,
los recuerdos galopan y vuelan
al afán de la infancia,
con el sol del ocaso en las eras
y el olor a manzanas,
el cabás, la pizarra y la escuela
y la lumbre que entibia la casa,
y septiembre que enhebra los hilos
del ayer y del hoy; me acordaba
de este dulce y constante declive
de la piel y del alma;
hay un iris de otoño prendido
en las hojas bordadas,
y una mansa dulzura que acuna
en su ser, la nostalgia.
En otoño nacieron tus versos,
y el otoño mató tus palabras.
La voz de nieve en el silencio helado,
el blanco es lejanía,
ramas desnudas, pájaro escarchado;
llama la noche al día,
tenues hilos de hierba sobre el prado:
la eternidad cabía
en el espejo níveo y asombrado
de la mañana fría.
(Seguidillas)
¡Ay,
qué breves e
intensos
son los
amores!
Tan intensos
y breves
como las
flores.
Como
un barco velero
sobre
la brisa,
es el beso
extendido
de tu sonrisa.
Las
heridas del alma
son
más sangrantes;
las
del cuerpo, aunque duelan,
se
curan antes.
las
amarguras tienen
sabores
agrios:
dejan poso
en la boca,
sal en
los labios.
Los
amores son sueños
sin
luz ni puertos:
cuando
por fin arriban,
están
ya muertos.
Vale
más el deseo
de
lo que añoro,
que
lo que brilla y pesa
cualquier
tesoro.
Si me
tuvieras toda,
te
cansaría;
tienes
hambre y deseas
más
todavía.
El
amor, si es del bueno,
nunca
se muere,
y te demuestra
andando
cuánto
te quiere.
¡Ay
caricia soñada,
labios
ardientes!
El arado
en los surcos,
agua
en las fuentes.
Si
la vida pudiera
vivir
sin muerte,
mataría
mis penas
para quererte.
ES
EL ALMA
No es la piel la que escuece,
ni las voces que llaman,
no es la mano que tiembla,
ni la herida que sangra,
no son ojos que lloran,
ni son brazos que enlazan,
no son bocas que besan,
ni caricias que avanzan,
no es latido que duele,
ni es aroma que embriaga,
no son dedos que acusan,
ni son gestos que rasgan:
es la vida que bulle
entre el sueño; palabras
que seducen y asombran,
que palpitan y engañan,
porque vuelan y viven,
porque nacen y escapan,
porque quieren y evitan,
y crepitan y matan.
No es la piel la que siente.
No es la piel,
es el alma.