Los Animales tienen La Palabra...
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María Dolores
Una santacrucera muestra su tristeza al conocer que el
Ayuntamiento le ha abierto un expediente "por darles de comer"
Tras las quejas, y después de la visita de un inspector de Medio Ambiente a su
domicilio, esta santacrucera recibe la notificación
de un expediente sancionador por alimentar a las palomas. Hay que recordar en
este sentido que el Ayuntamiento de Santa Cruz ha
sacado una ordenanza municipal en la que prohíbe dar de comer a las palomas para
evitar así la acelerada reprodución de las
mismas, y aparte también para controlar a estos animales por el peligro que
pudiera suponer el contagio de enfermedades. Aunque
según comenta la protagonista de esta historia, "yo no sabía que me iban a
multar por darle de comer a mis animalitos en mi propia
casa"
María Dolores habla con sus palomas, y dice que “ellas me entienden”. /
Denunciada "por amar" a las palomas
María Dolores Díaz es una vecina de Santa Cruz de Tenerife que ama a los
animales, en especial a las palomas. Reside desde hace
más de treinta años en un piso situado en la calle Santa Rosalía. Pero María
Dolores no sólo convive con su marido, puesto que en
su terraza -este matrimonio vive en un ático- también conviven sus palomas;
además de sus loros, pericos y peces.
Óscar Martín Santa Cruz Lucio Llamas 7-2-05
Aunque eso sí, todos los animales se encuentran actualmente en sus debidas
jaulas, muy limpias y bien cuidadas.
Sin embargo, de la noche a la mañana, y después de treinta años, esta mujer se
ha encontrado con una sorpresa que, para ella, le
ha resultado bastante desagradable. Y es que una de las vecinas denunciaba, y
según consta, "la prestación de alimentos a
palomas que esta vecina realiza con las consiguientes molestias por la presencia
de las palomas en el edificio".
Tras las quejas, y después de la visita de un inspector de Medio Ambiente a su
domicilio, esta santacrucera recibe la notificación de
un expediente sancionador por alimentar a las palomas. Hay que recordar en este
sentido que el Ayuntamiento de Santa Cruz ha
sacado una ordenanza municipal en la que prohíbe dar de comer a las palomas para
evitar así la acelerada reproducción de las
mismas, y aparte también para controlar a estos animales por el peligro que
pudiera suponer el contagio de enfermedades. Aunque
según comenta la protagonista de esta historia, "yo no sabía que me iban a
multar por darle de comer a mis animalitos en mi propia
casa".
Cierto es que en un principio, las palomas se posaban en el muro de su casa,
hasta que poco a poco se fueron adentrando en la
propia terraza. María Dolores les daba de comer constantemente y parece que las
palomas cogieron confianza: "Para ellas era una
cosa familiar, aunque cuando decidí cerrar la terraza se asustaban un poco",
recuerda María Dolores, quien además añade que "a
veces se ponían en la casa de enfrente y me miraban constantemente".
Pero claro, las palomas rodeaban con frecuencia la zona, e incluso muchas de
ellas se posaban en algunas antenas, lo que provocó
también cierto malestar en algunos vecinos colindantes. A las cuatro de la tarde
de cada día, las palomas iban a su casa y comían.
Además, y en aquella época, los guardias acudían al domicilio de María Dolores y
veían lo que ella hacía con estos animales. "Yo,
aparte de darles de comer, las curaba y les arreglaba las patitas fracturadas".
Recuerda esta vecina cuando un día llegó hasta su terraza una paloma herida, "llena de perdigones, fue una crueldad terrible", subraya. Luego, y cuando estaban bien, las soltaba. "Este palomo, a pesar de haberlo soltado, ya que se podía valer por sí mismo, nunca se quiso ir de mi lado y por eso lo llamé Fidelio, por su fidelidad. Siempre venía", afirma con nostalgia. Fue tan fiel, que esta vecina indica igualmente que después de dieciocho años "murió en mis manos, con una paz tremenda". Ha formado parte de su vida. Y es que María Dolores habla de sus palomas como si fueran parte ya de su familia. "Ven con mamá", sentencia cada vez que se dirige a cada una de ellas y al tiempo que cuenta cómo se llaman el resto de sus animales.
Por otro lado, María Dolores
mira al pasado y recuerda el caso de una de las
palomas que ha permanecido en su corazón, tal y como ella mismo lo define. Se
llamaba Zurzulita: "Llegaba por la noche, se metía
dentro y se sentaba bajo mis pies". Al cabo de los años, cuando estaba volando
por la zona -prosigue María Dolores- "yo gritaba su
nombre desde el muro, y paraba el vuelo en donde estuviera y venía aquí. Era
digno de admiración, ya que ella me escuchaba",
manifiesta esta enamorada de las palomas.
Pero esta tinerfeña asegura que realmente su primera paloma fue Vanesa, y cuenta
cómo apareció por su domicilio. "Tuvo que
haberla soltado su padre, ya que era un pichón". Eso sí, sostiene que nunca voló
ya que no podía, tenía problemas en sus alas. "Me
la llevé conmigo en verano hasta mi casa de campo, aunque en un principio mi
marido no quería, pero claro, yo no la podía dejar
enfermita en casa", señala. Y es que en la casa de campo, y debido a que allí
sus vecinos tenían gatos, esta santacrucera, por
miedo a que le hiciera daño a su paloma, decidió construir un pequeño palomar
desarmable. Pero un día, y mientras María Dolores
se encontraba completamente volcada con Vanesa, su esposo vio a una paloma que
era idéntica a Zurzurita, y que hacía muy poco
que había desaparecido. María Dolores se puso tremendamente contenta, aunque
luego se dieron cuenta de que no era ella. "Se
trataba de un palomo inglés. Convivió con nosotros hasta que un día empezó a
picar a Vanesa y lo echamos a volar".
Vivir en paz
La vida de esta mujer ha estado rodeada de palomas, las quiere con toda su alma.
De hecho, María Dolores asegura que "mi médico
me dijo que gracias a la compañía de las palomas yo había vuelto a caminar". Y
es que para ella, son los animales más
agradecidos: "Si las palomas fueran ratas del cielo, el Espíritu Santo no
hubiera tenido figura de paloma para estar en el mundo",
manifiesta. Pero pese a que asume la decisión del Ayuntamiento de abrirle un
expediente sancionador, esta apasionada de los
animales pide que la dejen vivir ya en paz. "Si me quieren multar, que me
multen. Pero por favor, que me dejen vivir tranquila", indica
con cierta indignación y rabia. Por otra parte, María Dolores sostiene que "el
daño ya me lo hicieron", y que además "me han hecho
sufrir muchísimo, no se lo imaginan. Llegué incluso a odiar al mundo, puesto que
no comprendía en absoluto que yo tuviera que dejar
de darle de comer a lo que más he querido". Asimismo, esta mujer relata que uno
de sus momentos más duros fue cuando
precisamente "tuve que cerrar la terraza". Y es que en la actualidad, María
Dolores tiene sus ventanas tapadas con unas pequeñas
sábanas para "no ver cómo me miran mis animalitos desde la calle.
Es muy duro". Esta vecina ha sido denunciada "por amar" a las
palomas. Pese a que se trata de una normativa, ella no logra entenderlo. Llora
con frecuencia por sus animales.
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