Telarañas cuelgan de la razón
En un paisaje de ceniza absorta;
Ha pasado el huracán de amor,
Ya ningún
pájaro queda.
Tampoco ninguna hoja,
Todas van lejos, como gotas de agua
De un mar cuando se seca,
Cuando no hay ya lágrimas bastantes,
Porque
alguien, cruel como un día de sol en primavera,
Con su sola presencia ha
dividido en dos un cuerpo.
Ahora hace falta recoger los trozos de prudencia,
Aunque siempre nos falte alguno;
Recoger la vida vacía
Y caminar esperando que
lentamente se llene,
Si es posible, otra vez, como antes,
De sueños
desconocidos y deseos invisibles.
Tú nada sabes de ello,
Tú estás allá,
cruel como el día;
El día, esa luz que abraza estrechamente un triste muro,
Un muro, ¿no comprendes?,
Un muro frente al cuál estoy sólo.
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La fuente del poema es:
Luis Cernuda. Obras
completas, vol I: "Poesías completas".
Editorial Siruela,
Madrid, España, 1993. Pág. 175.
© 1997