Isaac Newton

 

Un muchacho atento y silencioso

"Profundo pensador… orgulloso de sus experiencias… extiende el imperio de las ciencia" : la persona a quien iban dirigidas estas palabras más que a cualquier otra, pocos decenios antes iniciaba su vida escolar grabando con sumo cuidado su nombre en la madera de todos los bancos que solía ocupar. De Newton niño poco se sabe, pero seguramente tenía ya entonces una costumbre que lo acompañara toda la vida : la de blandir siempre una pluma, al punto de llenar en el transcurso de los años miles de páginas con su grafía diminuta y ordenada, tomando nota de todo y sobre todo.

Isaac Newton había nacido en Woolsthorpe, Lincolnshire, el día de navidad de 1642, cuando ya hacía un niño que había estallado la guerra civil que turbaba al país con la primera revolución inglesa.

Su padre, pequeño propietario agrícola, había muerto incluso antes de que el naciese, dejando a su viuda en condiciones económicas no muy florecientes. La madre se llamaba Anna Ayscough, y provenía de una familia relativamente acomodada que contaba entre sus miembros a profesionales y clérigos.

Al parecer, en el momento de su nacimiento Newton era tan pequeño y grácil como para caber cómodamente en un bocal de un litro ; sin embargo, habría de convertirse en un muchacho sano y robusto.

Dos años después de la muerte de su primer marido, Anna Ayscough se casó en segundas nupcias con el reverendo Barnaby Smith y se mudó a casa de éste, en la vecina aldea de North Withan. Pero el reverendo no tenía la menor intención de hacerse cargo de aquel hijo que no era suyo, por lo que el pequeño Isaac fue confiado a los cuidados de su abuela. De este nuevo matrimonio de la madre nacieron tres hijos ; Anna los llevó consigo a Woolsthorpe cuando, en 1656, volvió a quedar viuda y regresó a su antigua casa. A estas alturas, Isaac era ya un adolescente, y en verdad que no puede afirmarse que tuviera una infancia ejemplar. Naturalmente no sabemos hasta que punto sintió Newton el peso de esta situación familiar. Lo único cierto es que creció tímido y suspicaz, con muchas dificultades para relacionarse con los demás ; características que, con el transcurso del tiempo, se harán cada vez más evidentes hasta convertirse en el aspecto más destacado de su historia personal. Su educación dio comienzo en dos pequeñas escuelas aledañas a su casa hasta que, a los doce años, fue enviado a proseguir sus estudios en la King´s School de Grantham, poblado que por entonces contaba con dos mil o tres mil habitantes.

Este distaba doce kilómetros de Woolsthorpe, y puesto que no era posible ir y volver todos los días, Isaac se estableció en Grantham durante todo el año escolar, pensionado en casa del doctor Clark, farmacéutico. No existen noticias sobre su rendimiento escolar. Y de su vida de entonces se sabe concretamente que su costumbre de escribir siempre y por todas partes no ahorraba siquiera los bancos de la escuela. Desde niño comenzó a tomar notas en los libros que leía, dejando escritas reflexiones. En el primero de los tres cuadernos que han llegado a nosotros hay un poco de todo : registros de gastos, notas de química y medicina, apuntes sobre la lengua y, específicamente, páginas enteras copiadas de un libro (Los misterios del arte y la naturaleza, de J. Bate) que debía ser de su predilección. Se trataba de un texto semejante a muchos ahora, rico en indicaciones practicas sobre como preparar colores para pintar, o sobre fuegos artificiales, o bien acerca de carnadas para los peces y muchas otras cosas de vario interés. Siguiendo éstas -o quizás algunas otras- instrucciones, Isaac fabricó un poco de todo, desde un simple reloj de sol que colgó en la pared de su casa hasta (al parecer) una silla de ruedas. Construir con sus propias manos las cosas mas extrañas y diferentes era algo que le fascinaba. . Por aquellos años, cerca de Grantham comenzó a funcionar un molino de viento, algo raro en aquella zona rica en cursos de agua en donde todas las muelas dedicadas al grano estaban accionadas por ruedas hidráulicas. Hasta donde es posible saber, el joven Newton estudió aquel molino con tanta atención como para reproducirlo en una maqueta que funcionaba a la perfección. Por consiguiente, la que surge es la figura de un niño reflexivo, habilísimo en las tareas manuales que requerían cierto ingenio, que amaba los libros y solía tomar apuntes sobre todo lo que le interesaba. No es verdadero el retrato de un jovencito de inteligencia torrentosa, pero tampoco lo es el de un muchacho condenado a pasar en el campo el resto de su vida ; de hecho, su madre se dejó convencer por el maestro de escuela Stokes y el tío William para renunciar a dos brazos que le ayudarían en su propiedad con el fin de permitirle continuar sus estudios. Precisamente su tío, quien había estudiado en Cambridge, se interesara´por hacerle admitir en la universidad a pesar de su humilde origen. En aquella época la universidad era un privilegio destinado a una élite muy restringida, y eran pocos los jóvenes de las extracción social de Newton que conseguían llegar a ese nivel de estudios. No hay que olvidar que por entonces, en Inglaterra, no existía un sistema uniforme de instrucción, no había todavía periódicos. Las aldeas estaban diseminadas en grandes extensiones, aisladas entre sí por caminos en pésimas condiciones que eran recorridos por medios de transporte rudimentarios ; a pesar de esto, la vida en el campo había dejado de estar sumida en el clima casi feudal que todavía subsistía en las aldeas del continente. Las actividades manufactureras, más difundidas en la campiña que en los centros urbanos, producían mercancías para el mercado interno e internacional. Los intereses comerciales hacía ya tiempo que habían alterado el clima de las aldeas, poniéndolas en contacto con los hombres de negocios de comarcas lejanas. Todo esto se había traducido en cierta movilidad cultural, en la que se insertaban muchos miembros de las clases intermedias como protagonistas del progreso social, político y productivo del país y de las colonias del reino. Sin embargo, la universidad seguía siendo una meta de difícil alcance. La pensión de un college universitario era de unas 45 libras esterlinas, cifra insostenible para una familia como la de Newton, si se tiene en cuenta que su propiedad agrícola rendía a lo sumo poco mas de 80 libras esterlinas anuales. Así, cuando el joven Isaac fue admitido en el prestigioso Trinity College de Cambridge, fue matriculado en la categoría de los estudiantes pobres, que se pagaban los estudios realizando distintos servicios domésticos, sirviendo a los profesores, haciendo las veces de porteros, cocineros, camareros, etc. Y, además, con tres o cuatro de retraso respecto a los otros estudiantes.

Cambridge : los años de mayor creatividad científica.

Dos años para pensar

Los dos años de la peste han pasado a formar parte de la historia de la ciencia. En este período Newton tuvo sus primera grandes intuiciones científicas, incluida la que más habría de contribuir a su fama : la gravitación universal. El mismo, efectuando muchos años después el balance de su actividad en Woolsthorpe, redactó una lista completa de sus descubrimientos : a principios de 1665 se había dedicado a las matemáticas, formulando aquel importantísimo enunciado conocido en el álgebra como teorema del binomio ; entre noviembre de 1665 y mayo 1666 definió el cálculo infinitesimal, dándose tiempo, en enero, para elaborar una original teoría sobre la naturaleza de los colores. Y además, "en el mismo año comencé a pensar en la gravedad, extendiéndola a la órbita de la Luna…y confronté la fuerza necesaria para mantener a la Luna en su órbita con la fuerza de gravedad existente en la Tierra, y observé que son aproximadamente iguales. Todo esto ocurrió en los dos años de la peste, 1665 y 1666, cuando me hallaba en la plenitud de mis capacidades intelectuales y me ocupaba de matemáticas y filosofía en mayor grado de lo que nunca volvería a hacerlo posteriormente".

Puede resultar útil recorrer las etapas de esos dos años para entender en profundidad su importancia en la vida de Newton así como en la totalidad de la historia del pensamiento científico.

En Woolsthorpe, los días transcurrían lentos, con la cadencia regular de la vida campestre. Newton pasaba mucho tiempo en compañía de su madre, con la que mucho se había encariñado, pero por lo demás estaba solo. Nadie había allí con quien discutir, nadie con quien intercambiar opiniones, e incluso tenía muy pocos libros a su disposición.

Esta fase de aislamiento intelectual, privada de cualquier clase de distracciones, le ayudó a retomar el hilo de muchos pensamientos y a poner orden en sus ideas, desovillando los nudos que hasta en ese momento le habían obstaculizado el camino. Quizá también el aburrimiento jugó su parte en esa incitación de Newton a concentrarse, casi obsesivamente, en algunos problemas.

Ya anciano, contestaba a quien le preguntase cómo había procedido de joven para llegar a determinados descubrimientos : "Pensando continuamente en ellos". SU secreto era muy simple : "Suelo mantener pendiente el tema ante mí, y espero hasta que los primeros albores se convierten poco a poco en la plena luz del día."

Esta constancia, unida a una gran capacidad de concentración, le ayudaba al menos a alejarse en parte de una rutina pobre en estímulos culturales para vivir en otra realidad. En ella encontraban su espacio las observaciones sobre la luz, los estudios matemáticos y todas las otras expresiones del amplio bagaje cultural que había acumulado en aquellos años.

En la primera parte del período pasado en Woolsthorpe, Newton se dedicó a la elaboración del cálculo diferencial e integral.

En el álgebra elemental, con frecuencia el problema consiste en hallar el valor numérico atribuido a una determinada letra que representa una cantidad desconocida y que, en las particulares condiciones establecidas por el enunciado problema, acaba asumiendo determinados valores. Pero en muchos campos de las matemáticas es posible hallarse ante dos cantidades que varían continuamente una con respecto a otra ; baste con pensar, por ejemplo, en los problemas ligados a la velocidad, que obligan a valorar la relación entre las variaciones de la distancia y las correspondientes variaciones de tiempo. Los problemas de física y de astronomía tratan casi siempre con leyes de variación ; el calculo diferencial e integral servía precisamente para afrontar ese tipo de problemas.

El perfecto dominio de estos instrumentos matemáticos le permitirá a Newton, muchos años después, llegar más allá que cualquier otro en la descripción sistemática del universo.

Hasta la primera mitad del siglo XVII las matemáticas habían mantenido un aspecto muy distinto del actual. Los números árabes, es decir los que empleamos normalmente, se utilizaban ya en todas partes, pero en la contabilidad se usaban todavía números romanos ; en realidad, los símbolos de las cuatro operaciones se volvieron de uso común en la segunda mitad del siglo XVII ; la práctica de utilizar las letras para indicar cantidades desconocidas o indeterminadas, es decir la notación algebraica, sólo fue introducida por el matemático francés Viète poco antes de 1600. El propio hecho de efectuar cálculos con la pluma, o escribiendo con ayuda del ábaco o de otros instrumentos similares, se consideraba todavía un método avanzado, comparable con el que hasta hace algunos años era el empleo de la calculadora.

Ya a comienzos del siglo XVII muchos estudiosos habían concentrado sus esfuerzos en el álgebra y la geometría analítica. Algunos de los problemas insolubles de la geometría clásica, en especial los que implicaban líneas y superficies curvas mediante ecuaciones algebraicas. Este nuevo modo de proceder -que precisamente caracteriza a la geometría analítica- se mostraba muy fértil, pero a la vez obligaba a plantear otro orden de problemas particularmente insidiosos para la mentalidad de la época : el de las magnitudes infinitamente pequeñas. Así pues, los matemáticos del siglo XVII se vieron enfrentados con las magnitudes infinitesimales y el modo con que determinan las magnitudes finitas.

Antes de Newton ya se habían dado pasos en ese sentido, en especial gracias a la contribución de los algebristas ingleses, pero precisamente en su haber y en de Leibniz, otro gran matemático, hay que anotar que el calculo infinitesimal acabó teniendo una sistematización orgánica. El primer paso consistió en la formulación de una ley aritmética que permitiese el desarrollo de series de funciones con un exponente cualquiera (teorema del binomio) ; era éste un instrumento matemático extraordinario que habría de tener consecuencias prácticas incalculables.

Otra cuestión delicada del cálculo infinitesimal consistía en hallar la relación exacta que liga a dos tipos de problemas : los que se resuelven calculando la derivada de una función y los que se resuelven calculando su integral. Newton, con su teorema de inversión, fue el primero en formular claramente la relación entre estas dos clases de problemas, logrando así que la matemática moderna diera un inmenso salto adelante.

"Me avergüenza decir hasta qué cifra decimal he extremado mis cálculos, al no tener por el momento nada que hacer", escribió Newton ; y es verdad que para él, por entonces, estos estudios sólo cumplían la función de un pasatiempo. No comentó con nadie sus descubrimientos. Sólo en 1669 entregó a Barrow un informe en latín (De analysi per aequationis numera terminorum infinitas), que fue leído en privado por algunos estudiosos pero que sólo habría de publicarse treinta años después.

Newton perfeccionará su método de cálculo varias veces hasta su "presentación oficial" en 1687, con la publicación de su libro fundamental, los Principia, en donde lo utilizará para la demostración de todos los teoremas cruciales. El no publicar de inmediato los resultados de sus estudios se revelará muy pronto como una tendencia constante de su carácter. Es una costumbre que con los años le procurará molestias y polémicas inacabables.

Pero los nuevos puntos de partida de ese período tan fecundo no han acabado. Exactamente en el huerto de su casa ocurrió el episodio que le dio celebridad incluso entre quienes jamás se interesaron por la física. Mientras tranquilamente a la sombra vio caer una manzana y, como a veces suele suceder, aquel hecho de por sí trivial, pero acontecido en el momento preciso, dio origen a una serie de brillantes intuiciones. O, al menos, así lo contó el viejo Newton el 15 de abril de 1726, alimentando su propia leyenda, a su amigo William Stokeley. Y gracias a este último, el relato llegó a nosotros : " Después de comer, como hacia calor, nos encaminamos al jardín con el propósito de tomar el té a la sombra de unos manzanos, él y yo a solas.

Al promediar nuestra charla, me dijo que se hallaba exactamente en la misma posición cuando, bastante tiempo atrás, se le había ocurrido la idea de la gravitación. La ocasión le había sido proporcionada por la caída de una manzana, mientras meditaba. ¿Por qué una manzana tenía que caer, siempre, perpendicularmente al suelo ?, pensó para sí. ¿Por qué no se desplaza lateralmente o hacia arriba, sino siempre hacia el centro de la Tierra ? Ciertamente, el motivo consiste en que la Tierra la atrae. Debe de existir en la materia un poder de atracción ; y la suma de tal poder debe de radicar en el centro de la Tierra, no en cualquier otra parte de ella. Por esto la manzana cae perpendicularmente, es decir hacia el centro. Si la materia atrae la materia, esto debe ocurrir proporcionalmente a su cantidad. Por ello la manzana atrae a la Tierra tal como la Tierra atrae a la manzana. ¿Existe por consiguiente una fuerza, como la que nosotros denominamos gravedad, que se extiende por todo el universo ?"

No era una novedad que las manzanas se desprendiesen del árbol y cayesen al suelo, así como no era una novedad el hecho de que la Tierra ejerciese una atracción sobre todos los cuerpos. Pero Newton intuyó mucho más. Si esta fuerza de atracción no disminuye siquiera sobre la cima de las montañas más altas, ¿no puede valer también para alturas inmensamente mayores ? ¿No puede, por ejemplo, actuar sobre la Luna ? Pero la Luna no cae sobre la Tierra, sino que rueda a su alrededor en una órbita constante, prueba evidente de que la fuerza de la gravedad disminuye con la distancia y, por lo tanto, no es suficiente para "capturarla". Por consiguiente, a aquella altura la fuerza de atracción tiene que ser exactamente la necesaria para vencer la opuesta fuerza centrifuga.

Se sabía ya, desde hacía tiempo, que todos los cuerpos en rotación parecen querer alejarse del centro, cosa que en efecto sucede apenas se interrumpe el vínculo que los retiene. Los astrónomos de la época no habían sido capaces de reconocer ningún vínculo entre la Tierra y la Luna, y esto los había llevado a admitir por hipótesis soluciones que a nosotros, hoy, nos parecen francamente absurdas. Newton intuyó la verdad enunciando la hipótesis de que el misterioso vínculo era precisamente la fuerza de la gravedad, capaz de actuar sobre la Luna tanto como sobre la Tierra : sin ningún contacto físico. En cierto sentido, la Luna no se aleja de la Tierra por que es demasiado pesada ; de hecho, lo que denominamos "peso" no es otra cosa que la fuerza de gravedad que actúa sobre la masa de cualquier objeto atrayéndolo hacia la masa mucho mayor de la Tierra.

Hoy sabemos que es así, pero en aquel momento sólo era una hipótesis aventurada y Newton, a diferencia de otros, era contrario a un conocimiento de la naturaleza construido sobre suposiciones. Para él, las hipótesis servían sólo como punto de partida para llegar a una descripción rigurosa de la naturaleza, a leyes generales capaces de explicar totalmente los fenómenos de la realidad física conocida. Volvió entonces a sus cálculos con el fin de encontrar una primera verificación, convencido de obtener resultados que coincidirían con la realidad, pero no fue así. Aun cuando con escasa diferencia, el recorrido de la Luna era distinto del que había previsto contraponiendo la fuerza de la gravedad a la centrífuga. Podemos imaginarnos su contrariedad.

Pese a que su hipótesis era acertada, en aquella época no podía lograr su comprobación. En sus cálculos había empleado una medida imprecisa de la distancia Tierra-Luna (medida que se corregirá pocos años después), pero, sobre todo, se había enfrentado con un problema crucial que sólo podía resolverse con el cálculo integral, instrumento éste que él mismo pondrá a punto poco después, pero que por entonces no era accesible aún.

Londres : el éxito, la fama y los honores

En marzo de 1696 Newton recibía una carta de su amigo lord Halifax, que en aquel momento ocupaba el cargo de ministro del Tesoro : "Me alegra poder darte finalmente una buena prueba de mi amistad y de la estima en que el Rey tiene tus méritos… El Rey a prometido nombrar director de la Casa de la Moneda al señor Newton. El puesto es más que adecuado para ti… Se paga quinientas o seiscientas libras esterlinas anuales y el trabajo es tal que no absorberá todo tu tiempo…"

Con su traslado a Londres, Newton da por concluida una larga etapa de su vida para iniciar otra totalmente distinta. Sobre el período pasado en Cambridge, aparte de los importantes resultados científicos, no hay mucho que decir. Si se excluyen los dos años de la peste, había pasado más de treinta años entre los muros austeros de la universidad ; años decididamente intensos en lo que respecta al estudio, pero otro tanto decididamente pobres en el plano personal. Un ayudante suyo escribió que jamás vio a Newton "dedicado a algún esparcimiento o pasatiempo, así se tratase de un paseo, una cabalgada o una partida de bochas, porque pensaba que cada hora que no dedicaba al estudio era una hora perdida".

Participaba poco, asimismo, en la vida colectiva de la universidad ; raramente comía en la sala común y, cuando lo hacía, era capaz de presentarse "con los zapatos descalcañados, las calzas desenlazadas, la túnica al sesgo y los cabellos despeinados", como si los otros no existiesen. A su alrededor sólo tenía a sus estudiantes, muy pocos, a los colegas y a los escasos amigos que alguna vez se llegaban hasta Cambridge para encontrarse con él.

El resto de sus relaciones personales era cosa de correspondencia. Pero incluso estas amistades, como por lo demás las enemistades, estaban estrechamente ligadas al ambiente científico y hacían referencia a él más en el plano intelectual que en el personal o afectivo. Cada tanto iba a Londres, para discutir con alguien o para procurarse algo que le afectase. Cada tanto se dirigía a Woolsthorpe, y aquí reencontraba los lugares de su infancia, a sus parientes y, especialmente, a su madre ; cuando esta murió, en el verano de 1679, también pasó a faltarle este punto de referencia. Con su muerte desaparecía de su vida y de su corazón la única mujer que había sabido ocuparlos.

Newton jamás se casó, y ni siquiera se sabe que alguna vez estuviera enamorado. Su carácter arisco, pedante y extremadamente religioso no estaba hecho para atraer las atenciones femeninas y, además, jamás le interesaron las mujeres de manera particular. Acerca de su vida sentimental sólo se conoce un episodio juvenil con una compañera de infancia, registrado de manera dudosa por uno de sus amigos, William Stukeley.

Según este relato, cuando Newton no estaba todavía en la universidad y vivía en Grantham en casa del doctor Clark, se había enamorado de una hijastra suya, miss Storey, dos años más joven y que, por lo tanto, debería tener a lo sumo dieciséis años. Stukeley habló con ella cuando ya era anciana y estaba casada desde hacía muchos años ; al parecer, era una mujer de mirada inteligente, de estatura media y que todavía mostraba en el rostro las señales de una belleza pasada. "Afirma que sir Isaac fue siempre un muchacho serio, silencioso, que casi nunca jugaba con los otros niños, sino que prefería permanecer en su casa… Habiéndose educado juntos sir Isaac y miss Storey, comenta que sir Isaac quizá se enamoró de ella cuando crecieron, y no lo niega… La verdad es que siempre supo mostrar por ella gran cortesía. Iba a buscarla cada vez que estaba en el campo, incluso cuando ya ella se había casado, y le dio una suma de dinero una vez que ella lo necesitó."

A estas alturas, Newton era una de las personalidades más destacadas del país : el trabajo en la Casa de Moneda lo había hecho muy apreciado en la corte, y le había dado una posición económica envidiable ; la publicación de la Principia lo había transformado rápidamente en la mayor personalidad de la ciencia europea. Tenía todo a su favor para sentirse satisfecho a si mismo.

En 1704 pública la Optica con tres ediciones y en 1726 publica la tercera edición de la Principa.

En 1725 se enferma deja Londres y se traslada a Kensington. Y en 1727 el 20 de marzo muere.

 

 

Bibliografía

 

Libro : Los protagonistas de la Civilización (Newton)

Autor : Enciclopedia

Editorial : Debate/Itaca

Páginas : Puntos de todo el libro, Tomo IV

 

Fotografía sacada de la Enciclopedia Encarta ´96

 



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