Apendicitis

Hace ya muchos años antes del descubrimiento de los antibióticos, la apendicitis constituía un problema médico de primer orden por su frecuencia y elevada mortalidad, hasta tal punto que antes de la segunda guerra mundial hubo incluso una moda: operarse la apéndice a modo profiláctico, simplemente para evitar mayores males, como algo rutinario. Esta manera de pensar todavía perdura en ciertos aspectos; en algunos empleos en países remotos, como en las expediciones a la Antártida, se pide que los empleados hayan pasado por el requisito de apendicectomía. En los astronautas parece ser también imprescindible.

En la actualidad, los antibióticos han cambiado el panorama de la apendicitis en una doble vertiente. En primer lugar, el tratamiento eficaz con estos agentes hace que su mas temida complicación, la perforación del apéndice y la peritonitis consiguiente, apenas plantee problemas, a no ser el simplemente quirúrgico, con una mortalidad casi inexistente. En segundo lugar, la frecuencia de la apendicitis ha disminuido considerablemente, quizá porque hoy se tratan las infecciones purulentas de cualquier parte del organismo con dosis altas de antibióticos, y así la infección no llega por la vía sanguínea al apéndice.

Síntomas

El dolor es lo mas característico de la apendicitis, comenzando en el epigastrio o alrededor del ombligo para luego pasar al cuadrante lateral inferior derecho. Una vez aparecido el dolor comienza un cortejo de nauseas, vómitos, fiebre, dierreas o estreñimiento, etc. Cuando se invierte el orden citado, es mas probable que los síntomas se deban a una gastroenteritis por intoxicación alimenticia.

Para el diagnóstico es esencial un análisis de sangre; una leucocitosis o aumento de numero de glóbulos blancos con predominio de los granulocitos es casi siempre señal inequívoca de la presencia de una apendicitis aguda.

Se ha abusado mucho del diagnóstico de apendicitis crónica, y muchos apéndices han sido sacrificados por esta razón. A veces, el médico necesita recurrir a estudios clínicos muy detenidos (radiografías, análisis, exploraciones, etc.) para delimitar bien la causa de una molestia o dolor recurrente en la fosa ilíaca derecha, quizá con otros síntomas generales (malestar, febrícula, falta de apetito, etc.), que no siempre se deben a una inflamación crónica del apéndice o, mejor dicho, a una apendicitis recidivante aguda, y sí pueden corresponder a procesos que afecten al riñón, vesícula biliar, aparato genital femenino, etc.

Naturaleza y causas

La inflamación del apéndice vermicular del ciego, mas habitual en ambos sexos entre los diez y los cuarenta años de edad, debe su frecuencia a las especiales características anatómicas de dicha estructura. La inflamación comienza como una ulceración de la mucosa o como un flemón difuso que afecta a todo el apéndice. La arteria que lo nutre es de tipo terminal, es decir, es como un fondo de saco, por lo que al obstruirse sus ramas dejan una parte mayor o menor sin irrigación, con la consiguiente muerte celular (necrosis), perforación, salida del contenido a la cavidad peritoneal y subsiguiente peritonitis, que puede ser general o localizada alrededor del órgano perforado cuando se forma un absceso en esta zona que delimita la infección. La obstrucción arterial puede sobrevenir por diferentes razones: un apéndice demasiado largo que se torsina o dobla, un ganglio linfático que lo comprime o un cuerpo extraño dentro de la luz apendicular (el hueso de una fruta, parásitos intestinales), por una infección purulenta transmitida por la sangre desde otro lugar del organismo, etc.

Tratamiento

Ante una apendicitis aguda no cabe mas que su extirpación quirúrgica (apendicectomía).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bibliografía

Libro: El Gran libro de la Salud

Autor: Dr. José Otte

Editorial: Readerīs Digest

Pág: 291-292

 

 

 



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