[FRAGMENTO]

Contingencia, Hegemonía,

Universalidad

DIÁLOGOS CONTEMPORÁNEOS EN LA IZQUIERDA

 

 
 

Por JUDITH BUTLER, ERNESTO LACLAU Y SLAVOJ ŽižEK

 

 

   

Tres brillantes pensadores contemporáneos se dan cita en este libro para reflexionar y discutir sobre algunos de los más relevantes problemas de la filosofía y la política actuales. Judith Butler, Ernesto Laclau y Slavoj Žižek, cada uno desde su posición singular, entablan aquí una polémica que confirma el rigor y la lucidez de sus intervenciones críticas, a la par que pone de relieve hasta qué punto las diferencias de perspectivas pueden ser, no ya un obstáculo, sino un elemento invaluable para enriquecer el debate y las propias ideas. Los autores polemizan en torno a la significación y los usos que hoy en día deben dársele a la noción gramsciana de "hegemonía", vital para analizar cómo se constituye el campo político. Asimismo, vuelven sobre un término central, "universalidad", siempre imposible y necesario, repudiado e inevitable, a fin de considerar vías para reformularlo de un modo en que no sea asumido como un presupuesto estático ni un a priori dado. El legado hegeliano en la teoría crítica, las encrucijadas del multiculturalismo, las estrategias que la izquierda ha de adoptar en la economía globalizada, las contribuciones del psicoanálisis lacaniano y el posestructuralismo, son temas que una y otra vez reaparecen. 'Contingencia, hegemonía, universalidad' es un libro insoslayable porque colabora a despejar el terreno sobre el cual podría formularse un proyecto democrático antitotalitario y radical, sin la complacencia de omitir la reflexión sobre aquello que traba la posibilidad de un pensamiento y una práctica política radicales en el momento actual.

     

 

Introducción

 

Durante varios años, los tres hablamos de cómo dar forma a un libro que intentara establecer la trayectoria común de nuestro pensamiento y a la vez presentar de una manera productiva nuestros diferentes compromisos intelectuales. Iniciamos este proceso elaborando tres cuestionarios que aparecen al comienzo de este volumen. El resultado que tienen ante ustedes representa, pues, la culminación de varias conversaciones, de varias reseñas escritas y diálogos y, en el caso de Slavoj Žižek y Ernesto Laclau, una colaboración que se remonta a 1985, el año en que Chantal Mouffe y Laclau publicaron Hegemonía y estrategia socialista.1 De hecho, ese libro constituye el antecedente de este diálogo, no sólo porque fijó una nueva dirección para la idea de hegemonía de Antonio Gramsci, sino porque también representó un giro para la teoría posestructuralista dentro del marxismo, que tomó el problema del lenguaje como esencial para la formulación de un proyecto democrático anti-totalitario radical.

 

En ese libro aparecen argumentos que en éste son considerados a través de distintas lentes teóricas; también se presentan argumentos en contra de aquel texto, que son retomados implícitamente en el diálogo escrito que sigue. Un argumento del libro adoptó la siguiente forma: los nuevos movimientos sociales se apoyan con frecuencia en los reclamos de identidad, pero la “identidad” en sí nunca se constituye plenamente; de hecho, puesto que la identificación no es reducible a la identidad, es importante considerar la brecha o inconmensurabilidad entre ambas. Esto no quiere decir que el hecho de que la identidad no alcance su determinación total debilite los movimientos sociales en discusión; al contrario, esa incompletitud s esencial para el proyecto mismo de hegemonía. Ningún movimiento social puede, de hecho, gozar de su estatus en una articulación política democrática abierta sin presuponer y operacionalizar la negatividad en el corazón de la identidad.

 

La categoría teórica que intentó comprender este fracaso, negatividad, brecha o incompletitud fue la de “antagonismo” formulada en ese trabajo previo. Posteriormente, Laclau, que continúa ubicándose dentro de la tradición gramsciana, elaboró la categoría de “dislocación”, tomando sus herramientas de un espectro intelectual que va de Derrida y Lacan a Wittgenstein. Si bien Žižek utiliza con más énfasis la teoría lacaniana para abordar este tema, especialmente mediante el recurso a “lo Real”, también usa a Hegel, y ofrece razones para evitar la estructura de referencia derridana. Puede decirse que Butler usa un Hegel diferente, poniendo el acento en las posibilidades de negación en su obra, junto con Foucault y algo de Derrida, para considerar lo que sigue siendo no realizable en la constitución discursiva del sujeto.

 

Existen diferencias significativas entre nosotros respecto de la cuestión del “sujeto”, y esto se percibe cuando cada uno trata de tomar en cuenta lo que constituye o condiciona el fracaso de toda afirmación de identidad de alcanzar una determinación final o total. Es cierto, no obstante, que cada uno de nosotros valora ese “fracaso” como condición de la contienda democrática propiamente dicha. En lo que diferimos es en cómo concebir el sujeto –si es fundacional, cartesiano; si está estructurado por la diferencia sexual, y a través de qué medio está garantizada la definición de esa misma diferencia–. También disentimos en cuanto a si entender el fracaso de la identidad como un elemento estructural o necesario de toda constitución identitaria, y cómo tomar en cuenta esa estructura y necesidad. En tanto Butler se alinea con una explicación históricamente variable de la constitución del sujeto (una línea foucaultiana), Žižek basa sus afirmaciones acerca de la negativa fundacional de la identidad en el trabajo de Lacan, y Laclau, en un enfoque que, sin ser estrictamente lacaniano, tiene varios puntos de convergencia con lo Real lacaniano.

 

Una de las críticas que se hicieron contra Hegemonía y estrategia socialista –y, más aun, contra las intervenciones estructuralistas y posestructuralistas en la teoría política– es que no toma en cuenta el concepto de universalidad o erosiona su fuerza cuestionando su estatus fundacional. Los tres sostenemos, sin embargo, que la universalidad no es un presupuesto estático, ni un a priori dado, y que debería en cambio ser entendida como un proceso o una condición irreductible a cualesquiera de sus modos determinados de aparición. Si bien a veces diferimos respecto de la manera en que debe ponerse el énfasis, cada uno de nosotros ofrece exposiciones de universalidad que suponen que la condición negativa de toda articulación política es “universal” (Žižek), que el proceso contestatario determina formas de universalidades que son llevadas a entrar en un conflicto productivo y, en definitiva, insoluble entre sí (Laclau), o que existe un proceso de traducción por el cual lo repudiado dentro de la universalidad es admitido nuevamente en el término en el proceso de su nueva formación (Butler).

 

En algún momento, cada uno de nosotros considera despliegues ideológicos diferentes de la universalidad y alerta contra abordajes de la cuestión tanto sustanciales como procesales. De modo que nos diferenciamos (ya diferenciados internamente) del esfuerzo habermasiano de descubrir o conjurar una universalidad preestablecida como presuposición del acto de habla, una universalidad que supuestamente concierne a un rasgo racional de “hombre”, una concepción sustantiva de la universalidad que la iguala a una determinación cognoscible y predecible, y una forma procesal que presupone que el campo político está constituido por actores racionales.

 

Es de importancia a lo largo de estos textos la cuestión estratégica de la hegemonía: cómo se constituye el campo político, qué posibilidades emergen de un enfoque de ese campo que indaga acerca de las condiciones de su posibilidad y articulación. Significativamente, Laclau detecta un movimiento de la teoría marxista desde la postulación de una “clase universal”, que en definitiva eliminaría la mediación política y las relaciones de representación, a una universalidad “hegemónica” por la cual lo político es constitutivo del vínculo social. El posestructuralismo de este enfoque se alinea, por lo tanto, con la crítica del totalitarismo y, específicamente, el tropo de un sujeto “conocedor” de vanguardia que “es” todas las relaciones sociales que articula y moviliza. Mientras Laclau asocia a Hegel con la metafísica del cierre, Žižek lo entiende como un teórico de la reflexividad en confrontación con lo Real, y Butler lo usa para indagar acerca de los límites necesarios del formalismo en cualquier exposición de la socialidad. Laclau explica el anti-totalitarismo de un enfoque lógico y lingüístico del problema de la representación que insiste en el carácter irreductible de la diferencia. Žižek nos recuerda que el capital global no puede ser excluido del análisis “posmoderno” del lenguaje y la cultura, y continúa exponiendo el revés obsceno del poder. Butler plantea la cuestión de cómo los nuevos movimientos sociales rearticulan el problema de la hegemonía, considerando el cuestionamiento de las políticas sexuales recientes a la teoría de la diferencia sexual y propone una concepción contra-imperialista de la traducción.

 

Los tres estamos empeñados en formas radicales de la democracia que tratan de comprender los procesos de representación a través de los cuales procede la articulación política, el problema de la identificación –y sus fracasos necesarios– a través del cual tiene lugar la movilización política, la cuestión del futuro tal como surge para los marcos teóricos que insisten en la fuerza productiva de lo negativo. Aunque no reflexionamos de manera autoconsciente acerca del lugar del intelectual en la izquierda, quizás este texto actúe como una suerte de colocación capaz de refundir (y recuperar) la filosofía como un modo crítico de investigación que pertenece –antagónicamente– a la esfera de la política.

 

En nuestros debates, citamos considerablemente nuestras correspondientes colaboraciones. Las referencias cruzadas se identifican con las iniciales del autor, seguidas por el número de página correspondiente.

 

Este volumen fue escrito en su mayor parte en la primavera y el verano de 1999, coordinado por los editores Jane Hindle y Sebastian Budgen, en Verso. A ellos todo nuestro agradecimiento por haber organizado nuestra tarea. Judith Butler también agradece a Stuart Murray por su asistencia indispensable con el manuscrito.

 

JUDITH BUTLER, ERNESTO LACLAU Y SLAVOJ ŽIžEK, septiembre de 1999

 

 

Notas

1De próxima aparición en FCE.

JUDITH BUTLER, ERNESTO LACLAU Y SLAVOJ ŽIžEK Contingencia, hegemonía, universalidad

© FCE - Prohibida su reproducción total o parcial 3

 

 

 

Preguntas

 

Estas son las preguntas que cada autor quiso formular a los otros; forman la base de los diálogos de este libro.

 

Preguntas de Judith Butler

 

1. Me gustaría saber con mayor precisión si la visión lacaniana de la constitución del sujeto es compatible con la idea de hegemonía. Entiendo que la noción del sujeto incompleto o del sujeto barrado parece garantizar cierta incompletitud a la interpelación, pero ¿no lo hace instalando una barra como condición y estructura de toda constitución del sujeto? ¿La incompletitud de la formación del sujeto que requiere la hegemonía es una incompletitud en la que el sujeto-en-curso es incompleto precisamente porque está constituido a través de exclusiones que son políticamente salientes, no estructuralmente estáticas? En otras palabras, la incompletitud de la formación del sujeto, ¿no se vincula con el proceso democrático de la disputa sobre los significantes? ¿Puede el recurso ahistórico de la barra lacaniana reconciliarse con la cuestión estratégica que plantea la hegemonía o se presenta como una limitación casi trascendental a toda posible constitución del sujeto y, por ende, indiferente a la política?

 

2. ¿Qué es lo que constituye una teoría viable de la representación para la vida política contemporánea? ¿La noción derrideana de “decisión” basta para explicar los tipos de negociación que requiere la representación política? ¿La “decisión” es una categoría ética o existencial?, y, en ese caso, ¿cómo debe relacionarse con la esfera de lo político?

 

3. ¿Cuál es el estatus de la “lógica” al describir el proceso social y político y en la descripción de la formación del sujeto? Una lógica que invariablemente deriva en aporías, ¿produce una suerte de estatus opuesto al proyecto de hegemonía? (Esta pregunta es subsidiaria de la pregunta 1). ¿Estas lógicas están encarnadas en la práctica social? ¿Cuál es la relación entre lógica y práctica social?

 

4. ¿Cuál es la relación entre versiones psicoanalíticas de la identificación y formas de identificación política? ¿El psicoanálisis aporta la teoría para la política? ¿Y qué psicoanálisis?

 

5. ¿Es posible hablar de “la lógica metafísica de la identidad” como si fuera singular?

 

6. ¿Qué significa performativamente suponer una posición de sujeto?, ¿resulta alguna vez simple?

 

7. Si la diferencia sexual es un callejón sin salida, ¿significa que el feminismo es un callejón sin salida? Si, en el sentido lacaniano, la diferencia sexual es “real”, ¿significa que no tiene un lugar en las luchas hegemónicas? ¿O acaso es el límite casi trascendental de toda esa lucha, y, por ende, está inmovilizada como pre o ahistórica?

8. El reciente esfuerzo por dividir las teorías críticas en universalismos e historicismos, ¿forma parte de una dialéctica fallida y cegada que se niega a discriminar entre posiciones matizadas? ¿Tiene esto que ver con el lugar de Kant en las formas resurgentes de la deconstrucción y el lacanianismo? ¿Existe también una doxa lacaniana que impide la apropiación heterodoxa de Lacan para el pensamiento de la hegemonía?

 

8a. ¿Seguimos coincidiendo todos en que la hegemonía es una categoría útil para describir nuestras inclinaciones políticas? ¿Clarificar esto sería un buen lugar para empezar?

 

9. Una consideración seria de Hegel, ¿nos lleva a repensar las oposiciones kantianas entre forma y contenido, entre las afirmaciones casi trascendentales y los ejemplos históricos que se invocan para ilustrar su veracidad?

 

10. ¿En qué consiste la autoridad crítica del teórico crítico? ¿Nuestras propias afirmaciones están sometidas a una autocrítica?, ¿cómo aparece ésta en el nivel de la retórica?

 

 

Preguntas de Ernesto Laclau

 

1. En numerosos debates contemporáneos, se presenta el universalismo en oposición a la pluralidad de actores sociales que proliferan en el mundo contemporáneo. En esta cuestión de la relación universalismo versus particularismo, aparece, sin embargo, cierta polisemia relativa a los dos polos. ¿El multiculturalismo es, por ejemplo, reducible a su lógica particularista que niega todo derecho a lo “universal”? Asimismo: la noción de “pluralismo” –que evoca una variedad de posiciones del sujeto del mismo actor social– ¿es acaso directamente asimilable al “multiculturalismo” que implica una referencia a comunidades culturales/sociales integrales que, sin embargo, no coinciden con la comunidad nacional global? A la inversa, ¿es cierto que la única forma concebible de universalismo está ligada a una fundamentación fundacionalista o esencialista?

 

2. Una de las numerosas consecuencias de la fragmentación cada vez mayor de las sociedades contemporáneas es que los valores comunitarios –contextualizados en la medida en que siempre estamos tratando con comunidades específicas– se complementan con discursos sobre derechos (como, por ejemplo, los derechos de los pueblos o las minorías culturales a la autodeterminación) que se afirman como válidos independientemente de todo contexto. ¿Estos dos movimientos –afirmación de los derechos universales y afirmación de la especificidad comunitaria– son en última instancia compatibles? Y si no lo son, ¿esta incompatibilidad no es positiva en tanto abre paso a una variedad de negociaciones y una pluralidad de juegos de lenguaje que son necesarios para la constitución de espacios públicos en las sociedades en las cuales vivimos?

 

3. Las teorías clásicas de la emancipación postularon la homogeneidad última de los agentes sociales que debían emanciparse –en el marxismo, por ejemplo, la condición para que el proletariado fuera agente de una emancipación global era que no tenía intereses particulares que defender, puesto que se había convertido en la expresión de la esencia humana pura –. Asimismo, en algunas de las formas de la política democrática clásica –el jacobinismo sería el ejemplo más claro–, la unidad de la voluntad del pueblo es el requisito previo para cualquier transformación democrática. Hoy, por el contrario, tendemos a hablar de emancipaciones (en plural), que comienzan a partir de una diversidad de reclamos sociales, y a identificar la práctica democrática con el consenso negociado entre una pluralidad de actores sociales. ¿Qué noción de representatividad social es compatible con este enfoque transformado?

 

4. La teoría de la hegemonía presupone, por un lado, que lo “universal” es un objeto a la vez imposible y necesario –que siempre requiere, por consiguiente, la presencia de un residuo de particularidad– y, por el otro, que la relación entre poder y emancipación no es de exclusión sino, por el contrario, de implicación mutua –aunque contradictoria–. La relación hegemónica, concebida de esta forma, ¿es constitutiva del vínculo político? Y en ese caso, ¿cuáles son los juegos estratégicos que es posible jugar a partir de sus tensiones internas?

 

5. La categoría de diferencia, de una u otra manera, está en la base de los enfoques teóricos más importantes de los últimos treinta años. Las identidades nómadas en Deleuze y Guattari, la microfísica del poder en Foucault, la differance en Derrida, la lógica del significante en Lacan son formas alternativas de abordar el carácter constitutivo de la “diferencia”. ¿Son incompatibles entre sí?, y, en ese caso, ¿dónde radican las incompatibilidades? ¿Cómo podemos evaluar su respectiva productividad para el análisis político?

 

6. Hace tiempo que la cuestión de la trascendencia obsesiona a la teoría contemporánea. ¿Cuál es, por ejemplo, el estatus de categorías psicoanalíticas como el Edipo o el complejo de castración? ¿Son productos históricos o, antes bien, las condiciones a priori de toda sociedad posible? El sentimiento generalizado es que ni un historicismo radical ni un trascendentalismo a ultranza constituirían respuestas apropiadas, y se ha postulado cierto tipo de solución que evita los obstáculos de ambos extremos –como la noción de casi trascendentalismo. El estatus de este “casi” hasta ahora no ha sido, sin embargo, suficientemente analizado. ¿Cuáles serían los requisitos previos para un avance teórico en este campo?, ¿y cuáles serían las consecuencias de este último para el análisis histórico?

 

 

Preguntas de Slavoj Žižek

 

1. Lo Real y la historicidad: ¿Es lo Real lacaniano el fundamento último, el referente firme del proceso simbólico, o representa su límite inherente totalmente no sustancial, punto de falla, que mantiene la brecha misma entre la realidad y su simbolización y, de ese modo, pone en movimiento el proceso contingente de la historización-simbolización?

 

2. Falta y repetición: ¿El movimiento de la repetición se funda en alguna falta primordial o la noción de una falta primordial fundadora implica necesariamente la reinscripción del proceso de repetición en la lógica metafísica de la identidad?

 

3. La lógica social de la (des)identificación: ¿la desidentificación es necesariamente subversiva del orden existente, o un cierto modo de desidentificación, de 'mantener una distancia' con la propia identidad simbólica, es consustancial con la participación efectiva en la vida social? Cuáles son los diferentes modos de desidentificación?

 

4. Sujeto, subjetivización, posiciones de sujeto: ¿El “sujeto” es simplemente el resultado del proceso de subjetivización, de interpelación, de asumir performativamente alguna “posición fija del sujeto”, o la noción lacaniana de “sujeto barrado” (y la noción idealista alemana del sujeto como negatividad relacionada consigo misma) también plantea una alternativa a la metafísica identitaria-sustancialista tradicional?

 

5. El estatus de la diferencia sexual: Nuevamente, ¿la diferencia sexual representa simplemente “hombre” y “mujer” en tanto dos posiciones del sujeto que los individuos asumen a través de la adquisición performativa repetitiva, o la diferencia sexual es “real” en el sentido lacaniano –es decir, un callejón sin salida–, de modo que todo intento de traducirlo a posiciones fijas del sujeto fracasa?

 

6. Significante fálico: ¿La noción de falo de Lacan es “falogocentrista” –es decir, la noción de un significante central que, como una suerte de punto de referencia trascendental, estructura el campo de la sexualidad– o cambia algo el hecho de que, para Lacan, falo como significante es un suplemento “protésico” de la falta del sujeto?

 

7. Lo Universal y el historicismo: ¿Es suficiente, en la actualidad, seguir el consejo jamesoniano “¡Historicen!”? ¿Cuáles son los límites de la crítica historicista de los universales falsos? ¿No es mucho más productivo, tanto por razones teóricas intrínsecas como por razones políticas, mantener la noción paradójica de lo universal como simultáneamente imposible y necesario?

 

8. Hegel: ¿Hegel es simplemente el metafísico par excellence, de manera que cualquier intento de afirmar el complejo posmetafísico de temporalidad-contingencia-finitud es por definición antihegeliano, o la misma hostilidad posmetafísica contra Hegel es acaso una suerte de índice de su propia limitación teórica, de modo que deberíamos, más bien, concentrarnos en sacar a la luz “otro Hegel” que no se ajuste a la doxa del “panlogicismo”?

 

9. Lacan y la deconstrucción: ¿Es teóricamente correcto concebir a Lacan como uno en la serie de deconstruccionistas o el hecho de que todo un conjunto de aspectos distingan a Lacan de la doxa deconstruccionista (mantener la noción de sujeto como cogito, etc.) apunta hacia una inconmensurabilidad entre ambos campos?

 

10. La cuestión política: ¿Debemos aceptar la noción “posmoderna” de pluralidad de luchas por el reconocimiento (en su mayoría étnicas, sexuales o de estilos de vida) o el reciente resurgimiento del populismo de derecha nos obliga a repensar las coordenadas convencionales de la política radical “posmoderna” y a revivir la tradición de la “crítica de la economía política”? ¿Cómo afecta todo esto las nociones de hegemonía y totalidad?

 

 

Notas

1 Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, Hegemony and Socialist Strategy: Towards a Radical

Democratic Politics, Londres y Nueva York, Verso, 1985 [traducción castellana: Hegemonía

y estrategia socialista, Madrid, Siglo XXI, 1987. Y de próxima aparición en FCE].

 

 

 

http://www.fce.com.ar/fsfce.asp?p=http://www.fce.com.ar/detalleslibro.asp?IDL=3046

 

 

 


<< Regresar




Hosted by www.Geocities.ws

1