The Matrix:

Ideología Recargada

 

 
 

Por Slavoj Žižek | 6.6.2003

 

 

   

Los films implican que aunque la economía sea el sitio real y la política un teatro de sombras, no obstante, la batalla principal será combatida en la política.

     

 

Hay algo inherentemente ingenuo sobre el tomar en serio el sostén "filosófico" de la saga The Matrix y discutir sus implicaciones. Los hermanos Wachowski que escribieron y dirigieron las películas, no son filósofos, sino simplemente dos tipos que coquetean con y se aprovechan de, a menudo de manera confusa, algunas nociones  "posmodernas" y de la New Age puestas al servicio de ciencia ficción. Sin embargo The Matrix es una de esas películas que funcionan como una especie de test de Rorschach, poniendo en movimiento el proceso universal del reconocimiento, como la proverbial pintura de Dios que siempre parece mirarnos directa y fijamente desde donde quiera que se le mire - prácticamente cada orientación parece reconocerse en ella.

 

Mis amigos lacanianos me dicen que los autores debieron de haber leído a Lacan. Los partidarios de la escuela de Frankfurt ven en The Matrix la encarnación extrapolada de la Kulturindustrie, tomando directamente, colonizando nuestra vida interna, usándonos como la fuente de energía. La New Age ve cómo nuestro mundo es simplemente un espejismo generado por una mente global incluida en la World Wide Web. O la serie es vista también como una ilustración barroca de la caverna de Platón, en la que los humanos ordinarios son prisioneros, atados firmemente en sus asientos y obligados a mirar la actuación oscura de (lo que ellos falsamente consideran) la realidad -en corto-, la posición de los espectadores cinematográficos.

 

Esta búsqueda por el contenido filosófico de The Matrix es por consiguiente un señuelo, una trampa a ser evitada. Tales lecturas que proyectan en la película refinadas distinciones conceptuales filosóficas o psicoanalíticas son de hecho muy inferiores a una inmersión ingenua de la cual fui testigo cuando vi The Matrix en un cine local en Eslovenia. Tuve la oportunidad única de sentarse cerca de un hombre a punto de cumplir unos treinta años, que estaba tan absorto en la película que no dejaba de molestar a los otros espectadores repetidamente con fuertes exclamaciones del tipo: "¡Dios mío, wow, así que no hay realidad! ¡Así que todos nosotros somos unos títeres! "

 

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Sin embargo, lo que es interesante no es leer la serie de
The Matrix como conteniendo un discurso filosófico consistente, sino como si dieran cuenta, en sus mismas inconsistencias, con los antagonismos de nuestra dificultad ideológica y social. ¿Qué es, entonces, la Matrix? Simplemente lo que Lacan llamó el "gran Otro", el orden simbólico virtual, la red que estructura la realidad para nosotros. El gran Otro tira los hilos; el sujeto no dice, el sujeto “es dicho" por la estructura simbólica. Este gran Otro es el nombre de la Sustancia social, a causa de ello el sujeto no domina nunca totalmente los efectos de sus actos; su actividad siempre es algo más de lo que había perseguido o anticipado. Y las inconsistencias de la narrativa de la película reflejan perfectamente las dificultades de nuestros intentos de ruptura con las ataduras de la Sustancia social.

 

Cuando Morpheus intenta explicar al inmóvil y perplejo Neo lo que es Matrix, él la vincula a una falla en la estructura del universo: "Lo sabes y no puedes explicarlo. Pero lo sientes. Lo haz sentido toda tu vida entera. Que hay algo malo con el mundo. No sabes lo que es. Pero está allí, como una astilla dentro de tu mente." Todavía hacia el final de la primera película, Smith, el agente de la Matrix, da una explicación diferente, mucho más Freudiana: "¿sabes que en la primera Matrix se diseñó un mundo perfecto para los humanos? Dónde ninguno sufría, dónde todos estarían contentos. Fue un desastre. Nadie aceptaba el programa... Como especie, los seres humanos definen su realidad a través del sufrimiento y la miseria."

 

La imperfección de nuestro mundo es así, al mismo tiempo la señal de su virtualidad y la señal de su realidad. Unido a esta inconsistencia, esta el estado ambiguo de la liberación de la humanidad anunciado por Neo en la última escena de la primera película. Como resultado de la intervención de Neo, hay una "falla del sistema" en la Matrix. Al mismo tiempo, Neo todavía se dirige a las personas retenidas como siendo él el Salvador que les enseñará la manera de liberarse de las coerciones de la Matrix; ellos podrán romper sus leyes físicas, torcer metales, volar en el aire. Pero el problema es que todos estos "milagros" sólo son posibles si nosotros permanecemos dentro de la realidad virtual sostenida por la Matrix y nos limitamos meramente a torcer o cambiar sus reglas; nuestro estado "real" todavía es el de esclavos. Estamos, por así decirlo, meramente ganando poder adicional para cambiar nuestras reglas en la prisión mental. ¿Y qué hay sobre la extinción total de la Matrix y de entrar a la "realidad real", en la qué somos criaturas miserables manteniéndose en la superficie destruida de la tierra? ¿Acaso la solución es una estrategia postmoderna de "resistencia", de "subvertir" eternamente o "cambiar de sitio" el sistema de poder, o un esfuerzo más radical para aniquilarlo?

 

Otra memorable escena de The Matrix, es aquella en la cual Neo tiene que escoger entre la píldora roja o la azul. Su opción es entre la Verdad y el Placer:  el despertar traumático a la realidad, o la persistencia en la ilusión regulada por la Matrix. Neo escoge la Verdad - en contraste al carácter-personaje más despreciable de la película, el agente-informante entre los rebeldes que recoge con su tenedor un pedazo rojo y jugoso de un bistec y dice: "Usted sabe, yo sé que este bistec no existe. Yo sé que la Matrix está diciendo a mi cerebro que es jugoso y delicioso. ¿Después de nueve años, usted sabe lo que yo he comprendido? La ignorancia es la felicidad." Él sigue el principio de placer que le dice que es preferible quedarse dentro de la ilusión, incluso si uno sabe que es sólo una ilusión.

 

Aún esta opción no es realmente tan simple. ¿Qué es lo que exactamente Neo ofrece a la humanidad al final de la película? No un despertar directo en el "desierto de lo real", sino la posibilidad de flotar libremente entre la multitud de universos virtuales: En lugar de ser simplemente esclavizados por la Matrix, uno puede liberarse a sí mismo por la vía de aprender a cambiar las reglas de nuestro universo y así volar libremente o violar otras leyes físicas. La opción no está entre la amarga verdad y la agradable ilusión, sino entre los dos modos de ilusión. El traidor se liga a la ilusión de nuestra "realidad", dominada y manipulada por la Matrix, mientras Neo ofrece a la humanidad la experiencia del universo como un patio de recreo en que nosotros podemos jugar una multitud de juegos, pasando libremente de uno a otro, reformando las reglas que componen nuestra experiencia de la realidad.

 

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De una manera adorniana, estas inconsistencias son el momento de verdad de la película: Señalan los antagonismos de nuestra experiencia social en el capitalismo tardío, antagonismos acerca de acoplamientos básicos como el de la realidad y el dolor (la realidad como aquello que perturba el reino del principio de placer), y la libertad y el sistema (la libertad sólo es posible dentro de un sistema que impide su total despliegue). Pero la fuerza última de la película está en un nivel diferente. El impacto único de la película no reside tanto en su tesis central (lo que nosotros experimentamos como la realidad es una realidad virtual artificial generada por la Matrix, una mega-computadora que ha atado directamente a sí todas nuestras mentes), sino en su imagen central de los millones de seres humanos que llevan una vida claustrofóbica en las cunas llenas de agua, y que son conservados vivos para generar electricidad. Así que cuando (algunas de) las personas "despiertan" de su encarcelamiento, este despertar no es la apertura en el ancho espacio de la realidad externa, sino primeramente la horrible realización de este encerramiento dónde cada uno de nosotros es efectivamente sólo un feto – un organismo sumergido en el fluido prenatal.

 

Esta pasividad absoluta es la fantasía que sostiene nuestra experiencia consciente como sujetos activos, autodeterminados; ésta es la fantasía perversa última, la noción de que nosotros somos finalmente instrumentos de jouissance de la Matrix -del Gran Otro-, que absorbe nuestra sustancia vital convirtiéndonos en baterías. Esto nos lleva al verdadero enigma libidinal: ¿Por qué la Matrix necesita la energía humana? La solución completamente energética es, por supuesto, absurda: La Matrix fácilmente podría encontrar otra fuente más fiable de energía que no hubiera exigido un arreglo sumamente complejo de realidad virtual coordinada para millones de unidades humanas. La única respuesta consistente es que la Matrix se alimenta de la jouissance humana. Y, de este modo, regresamos a la tesis lacaniana fundamental de que el gran Otro, lejos de ser una máquina anónima, necesita  una entrada, un influjo constante de jouissance de aquellos que vienen a definirlo, incluso a constituirlo.

 

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The Matrix Reloaded propone - o más bien, juega con una serie de formas de superar las inconsistencias de su antecesor. Pero al hacerlo, se enreda de nuevo en sus propias inconsistencias. El final de la película no sólo está narrativamente abierto e indeciso, sino también lo esta con respecto a su visión subyacente del universo. El tono básico de esas complicaciones adicionales  se da en torno a las sospechas de lo problemático que resulta la simple ideología de la liberación de la Matrix a la que apuntala la primera película.

 

El ritual comunal extático del pueblo en la ciudad subterránea de Zion no puede sino hacernos recordar una reunión religiosa fundamentalista. También aparecen las dudas acerca de las dos importantes figuras proféticas. ¿Son las visiones de Morpheus verdaderas, o es él solo un loco paranoico que está cruelmente imponiendo sus alucinaciones? Neo no sabe si él puede confiar en el Oráculo, una mujer que prevé el futuro: ¿Está ella también manipulando a Neo con sus profecías? ¿Es ella representante del aspecto "bueno" de la Matrix, en contraste con el Agente Smith que se convierte en un exceso de la Matrix, un furioso virus, que intenta evitar al ser anulado multiplicándose? ¿Y qué decir sobre las declaraciones secretas del Arquitecto de la Matrix, el programador del software, su Dios? Él informa a Neo que él realmente está viviendo en la sexta versión actualizada de la Matrix: En cada una de ellas, una figura del salvador se ha levantado, pero sus esfuerzos por liberar a la humanidad terminaron en una catástrofe de gran magnitud. ¿La rebelión de Neo es, lejos de un evento único, sólo parte de un ciclo más grande de perturbación y restitución del Orden?

 

Al final de The Matrix Reloaded, todo queda sometido a duda: La pregunta no sólo es si cualquier revolución contra la Matrix puede lograr lo que pretende o si ellos tienen que acabar en una orgía de destrucción, sino si no han sido ellos previsto ya, incluso planeados por la propia Matrix. Incluso aquellos que son liberados de la Matriz ¿son libres para hacer una elección en absoluto? No obstante ¿es esa una solución sincera  para arriesgar la rebelión, o para resignarse a jugar los juegos locales de la "resistencia" mientras se permanece dentro de la Matrix, o incluso nos comprometemos a colaborar con las fuerzas "buenas" en la Matrix? Este es el final de The Matrix Reloaded: un fracaso de "cartografía cognoscitiva" que refleja perfectamente la triste dificultad de la izquierda de hoy y su lucha contra el Sistema.

 

Una torcedura suplementaria se proporciona al final de la misma película, cuando Neo detiene mágicamente a los malvados gigantes calamares mecánicos, que atacaban a los humanos, meramente levantando su mano. ¿Cómo él pudo lograr esto en el "desierto del real", no dentro de la Matrix dónde, por supuesto, él puede hacer sus maravillas? ¿Esta inconsistencia inexplicada indica que "todo esta generado por la Matrix", que no hay una  última realidad? Aunque semejante tentación postmoderna -la manera fácil de considerar una confusión ontológica-, debe ser rechazada, hay una visión correcta en esta complicación de la simple y recta división entre la "realidad real" y el universo generado por la Matrix. Aún cuando la lucha tiene lugar en la "realidad real", la lucha importante, la batalla clave hay que ganarla en la Matrix, que es por lo cual los rebeldes humanos re-ingresan al universo virtual.

 

Para ponerlo en los términos de la buena y vieja dupla marxista de infraestructura / superestructura: Uno debe tener en cuenta la irreducible dualidad de que, por un lado están los procesos socio-económicos materiales "objetivos" que tienen lugar en la realidad así como, por otro lado, se encuentra su apropiado proceso político-ideológico. ¿Qué pasaría si el dominio de lo político es inherentemente "estéril", un teatro de sombras, pero no obstante es crucial en la transformación de la realidad? Así que, aunque la economía es el sitio real y la política un teatro de sombras, la batalla principal será luchada en el ámbito de la política y la ideología.

 

Considérese, por ejemplo, la desintegración del poder comunista en Europa Oriental en los últimos años de la década de los ochenta. Aunque el evento principal era la pérdida real de poder estatal por los Comunistas, la ruptura crucial ocurrió en un diferente nivel - en esos momentos mágicos cuando, aunque formalmente los Comunistas todavía estaban en el poder, las personas de repente perdían su miedo y ya no tomaban en serio  las amenazas del Estado. Así que, aún cuando las batallas "reales" con la policía continuaban, todos supimos de algún modo que el juego se había terminado. El título The Matrix Reloaded es así bastante apropiado: Si en la primera parte domina el ímpetu por terminar con la Matrix, de liberarse a sí mismos de su sostenimiento, la segunda parte aclara que la batalla tiene que ser ganada dentro de la Matrix, que uno tiene que volver a ella.

 

Los directores han levantado así dramáticamente las apuestas de la serie de The Matrix,  confrontándonos con todas las complicaciones y confusiones de las políticas de la liberación. Y se han puesto a sí mismos en un lugar profundamente difícil: Se enfrentan ahora con una tarea casi imposible. Si la tercera parte venidera, The Matrix Revolutions, tiene éxito con un fin feliz, tendrá que producir nada menos que la respuesta apropiada a los dilemas de la política revolucionaria de hoy, un proyecto-cianotipo para el acto político que la izquierda está buscando desesperadamente.

 

Título Original: Ideology Reloaded.

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