Lenin Asesinado en una Estación Finlandesa.

 

 

 

Por Slavoj Žižek | 18.Agosto.2005

 

 

 

¿Qué Podría Haber Sucedido?:

Historia Imaginaria a partir de 12 Grandes Historiadores

 

Lenin en Finlandia.

 

 

 

 

 

¿Por qué ha prosperado el género de las historias "¿y si…?" como el terreno estratégico de los historiadores conservadores? La introducción a tales volúmenes generalmente comienza con un ataque hacia los marxistas, quienes supuestamente creen en el determinismo histórico. Tomemos su entrega más reciente, editada por Andrew Roberts[1], quien también contribuye con un ensayo sobre las brillantes perspectivas que le habrían aguardado a Rusia en el siglo XX si Lenin hubiera sido asesinado al llegar a la Estación de Finlandia[2]. Uno de los argumentos de Roberts a favor de este tipo de historia es que “cualquier cosa que haya sido condenada por Carr, Thompson y Hobsbawn ha de tener algo para ser encomendada”. Roberts cree que los ideales de liberté, égalité, fraternité, “se han mostrado una y otra vez de modo mutuamente excluyentes”. “Si”, continua, “aceptamos que no hay tal cosa como la inevitabilidad histórica y que nada está preordenado, el letargo político -una de las plagas de nuestros días- debería ser exorcizado, ya que significa que en los asuntos humanos todo es posible”.

 

Esto no es empíricamente el caso. Roberts ignora la paradoja ideológica central de la historia moderna, tal como fue formulada por Max Weber en La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo. En contraste con el Catolicismo, que concebía la redención humana como dependiente de las buenas acciones, el Protestantismo insistía en la predestinación: ¿por qué entonces funcionó el Protestantismo como la ideología del capitalismo temprano? ¿Por qué la creencia de la gente de que su redención había sido decidida de antemano no sólo no llevó al letargo, sino que sostuvo la más poderosa movilización de recursos humanos jamás vista en la historia?

 

Las simpatías conservadoras sobre los libros “¿y sí?” se vuelven claras cuando miramos el índice de contenidos. Los temas tienden a estar relacionados con lo mucho que habría mejorado la historia si algún evento revolucionario o 'radical' se hubiera evitado (si Carlos I hubiera ganado la Guerra Civil; si los ingleses hubieran ganado la guerra contra las colonias americanas; si la Confederación hubiera ganado la Guerra Civil Americana; si Alemania hubiera ganado la Gran Guerra), o, menos a menudo, cuan peor habría sido la historia si se hubiera tomado un giro más progresista. Hay dos ejemplos de esto último en el libro de Roberts: si Thatcher hubiera sido asesinada en las bombas en Brighton en 1984; si Gore hubiera sido presidente en el 11 de septiembre de 2001 (en este último ensayo, escrito por el neo-con David Frum, cualquier pretensión de historia seria es abandonada en favor de propaganda política enmascarada como sátira). No es de extrañar que Roberts hable positivamente de la novela de Kingsley Amis, Russian Hide-and-Seek, que está situada en una Gran Bretaña ocupada por los soviéticos.

 

Así que, ¿cuál debería ser la respuesta marxista? Definitivamente, no repetir el terrible pensamiento de Georgi Plekhanov acerca de “el papel del individuo en la historia” (si Napoleón nunca hubiera nacido, alguien habría tenido que jugar un papel similar, porque la profunda necesidad histórica le llamaría para el pasaje al Bonapartismo). Creo que más bien, habría que cuestionar la premisa de que los marxistas (y los izquierdistas en general) son unos simplones deterministas que no pueden entretenerse con escenarios alternativos.

 

Lo primero que hay que destacar es que la historia “¿y si?” es parte de una tendencia más general, que no esta de acuerdo con la narrativa lineal y que ve la vida como un flujo multiforme. Las ciencias 'puras' parecen estar perseguidas por el fantasma de la aleatoriedad de la vida y las posibles versiones alternativas de la realidad: como lo indicaba Stephen Jay Gould, “rebobina la película de la vida y ponla otra vez. La historia de la evolución será totalmente distinta”. Esta percepción de nuestra realidad como siendo sólo una posibilidad de una “situación abierta”, la noción de que otras posibilidades siguen rodeando como fantasmas a nuestra “verdadera” realidad, confiriéndole una extrema fragilidad y contingencia, no es en absoluto extraña al Marxismo. De hecho, la urgencia sentida ante el acto revolucionario se basa en este hecho.

 

Ya que el no-ocurrimiento de la Revolución de Octubre es un tema favorito de los historiadores “¿y si?”, vale la pena ver cómo el propio Lenin consideraba los hechos. Él estaba lejos de cualquier confianza en la “necesidad histórica”. Al contrario, eran sus oponentes mencheviques quienes enfatizaban la imposibilidad de omitir una de las etapas prescritas por el determinismo histórico: primero la revolución burguesa-democrática, luego la proletaria. Cuando en sus Tesis de Abril en 1917 Lenin afirmó que esto era el Augenblick, la oportunidad única para comenzar una revolución, su propuesta al principio fue respondida con estupefacción y poco respeto por la gran mayoría de sus compañeros de partido. Sin embargo, él había entendido que la oportunidad estaba provista por una combinación única de circunstancias: si el momento no era agarrado, la oportunidad se habría perdido, quizá durante décadas. Lenin estaba considerando un escenario alternativo: ¿y si no actuamos ahora? Fue precisamente su conciencia de las consecuencias catastróficas de no actuar lo que le empujó al acto.

 

Hay un compromiso mucho más profundo con la "historia alternativa" en la visión radical Marxista. Para un marxista radical, la historia actual que vivimos es en sí la realización concreta de una historia alternativa: tenemos que vivir en ella porque, en el pasado, no conseguimos atrapar el momento. En una magnífica lectura de las "Tésis sobre la Filosofía de la Historia" de Walter Benjamin (que Benjamin nunca publicó), Eric Santner elaboró la noción de que una intervención revolucionaria presente repite/redime intentos fallidos en el pasado. Estos intentos cuentan como “síntomas”, y pueden ser redimidos retroactivamente a través del 'milagro' del acto revolucionario. “No son tanto sucesos olvidados, sino fracasos olvidados a la hora de actuar, fracasos al intentar suspender la fuerza de las ataduras sociales inhibiendo los actos de solidaridad con los ‘otros’ en la sociedad”:

 

 

«Los síntomas registran no sólo intentos fallidos revolucionarios en el pasado sino, más modestamente, fracasos a la hora de responder al llamado para a la acción o incluso al llamado a la empatía con aquellos cuyo sufrimiento de alguna forma pertenece a la forma de vida de la que uno es parte. Mantienen el lugar de algo que está ahí, que nos insiste a lo largo de nuestra vida, aunque nunca haya conseguido una consistencia ontológica plena. Los síntomas son por tanto de alguna forma los archivos virtuales de vacíos -o, quizá mejor, defensas contra vacíos- que persisten en la experiencia histórica. »

 

 

Para Santner, estos síntomas también pueden tomar la forma de perturbaciones de la vida social 'normal': la participación, por ejemplo, en los rituales obscenos de una ideología reinante. Según esta forma de pensar, la Noche de los Cristales Rotos (Kristallnacht) -un arrebato a medias organizado y a medias espontáneo de ataques violentos contra casas, sinagogas, negocios e individuos-, se convierte en un carnaval Bakhtiniano, un síntoma cuya furia y violencia lo revelaron como un intento de una “formación-de-defensa”, en el sentido de la cobertura de un fallo anterior a la hora de intervenir con efectividad en la crisis social alemana. En otras palabras, la violencia de los pogroms fue la prueba de la posibilidad de una revolución proletaria auténtica, su excesiva energía marcando la reacción ante un (inconsciente) sentido de la oportunidad perdida. ¿Y no es la fuente definitiva de la nostalgia por el pasado comunista entre muchos intelectuales (y gente normal) de la difunta República Democrática Alemana, también una nostalgia no ya por el pasado comunista, sino por lo que ese pasado pudo haber sido, por la oportunidad perdida de crear una Alemania alternativa?

 

Las erupciones post-comunistas de violencia neonazi pueden también entenderse como arrebatos sintomáticos de rabia, mostrando una conciencia de las oportunidades perdidas. Se puede dibujar aquí un paralelo con la vida psíquica del individuo: de la misma forma en que la conciencia de una oportunidad privada perdida (quizá un asunto amoroso) a menudo deja sus huellas en forma de ansiedades irracionales, dolores de cabeza y ataques de rabia, de forma que el vacío de una oportunidad revolucionaria perdida puede resultar en erupciones irracionales de destrucción.

 

La dimensión “¿y si?” va al núcleo del proyecto revolucionario marxista. En sus irónicos comentarios sobre la Revolución Francesa, Marx se opuso al entusiasmo revolucionario y a la sobria “mañana siguiente”: el resultado tras la sublime explosión revolucionaria que prometía liberté, égalité, fraternité, es el universo miserable utilitario/egotista del cálculo de mercado (este abismo fue aún más ancho en el caso de la Revolución de Octubre). La idea de Marx, sin embargo, no es la que suele ser de sentido común, es decir, que la realidad vulgar del comercio resulte ser la 'verdad del teatro del entusiasmo revolucionario', que era de lo que se solía hablar cuando Marx hizo su crítica. En la explosión revolucionaria, otra dimensión utópica brilla atravesándola; la de la emancipación universal, que es de hecho a la vez ese 'exceso', ese algo, que es traicionado por la realidad de mercado que gana la batalla de nuevo a la mañana siguiente. Este exceso no es sencillamente abolido o ignorado como si fuera irrelevante; metafóricamente, es transpuesto al estado virtual, al sueño que está esperando ser llevado a cabo.

 

 

 


NOTAS


[1] Andrew Roberts. What Might Have Been: Imaginary History from 12 Leading Historians ed. Andrew Roberts, Phoenix, 208 pp.

[2] [Nota complementaria. Recuérdese que tras una sublevación fallida de obreros en julio de 1917, Lenin huye a Finlandia por cuestiones de seguridad. Posteriormente regresa a Rusia en octubre del mismo año, inspirando una revolución armada con la consigna "Todo el poder para los soviéts" contra el gobierno provisional Ruso.]

 

 

 

 

Título Original: Lenin Shot at Finland Station.

publicado en  London Review Bookshop: http://www.lrb.co.uk/v27/n16/zize01_.html

Traducción publicada originalmente en Decondicionamiento.org

http://www.13t.org/decondicionamiento/forum/viewtopic.php?t=180

 

 

 


<< Regresar




Hosted by www.Geocities.ws

1