¿Demasiada democracia?

 

 

 

Por Slavoj Žižek | 14.04.2003

 

 

   
     

"Democracia" no es meramente el “poder de, por, y para la gente", no es suficiente sólo afirmar que, en la democracia, la voluntad y los intereses (que de ninguna manera coinciden automáticamente) de la gran mayoría determinan las decisiones estatales. La democracia -en la manera en que este término se usa hoy-  concierne, sobre todo, al legalismo formal: su definición mínima es la adhesión incondicional a un cierto juego de reglas formales que garanticen que los antagonismos están totalmente absorbidos dentro del juego agónico. "Democracia" significa que, ante cualquier manipulación electoral que haya tenido lugar, todo agente político respetará los resultados incondicionalmente. En este sentido, las elecciones presidenciales norteamericanas del 2000 eran efectivamente "democráticas": a pesar de las obvias manipulaciones electorales, y del patente hecho sin sentido de que una par de cientos de votos en Florida decidiera quién sería el presidente, el candidato Demócrata aceptó su derrota. En las semanas de incertidumbre posteriores a las elecciones, Bill Clinton hizo un comentario mordaz y apropiado: "La gente americana ha hablado; nosotros apenas sabemos lo que ellos dijeron. "Este comentario debe tomarse más en serio de lo que fue tomado: aún ahora, nosotros no lo conocemos - y quizá esto sea así, porque no había en absoluto ningún "mensaje" sustancial detrás del resultado. Éste es el sentido en cuál uno debe interpretar la problemática de la democracia: ¿por qué la Izquierda debe respetar siempre e incondicionalmente "las reglas del juego" de la  democracia formal? ¿Por qué no debe, en algunas circunstancias, por lo menos, poner en cuestión la legitimidad del resultado de un procedimiento democrático formal?

 

Es muy interesante que haya un caso, por lo menos, en que los demócratas formales (o, por lo menos, una parte sustancial de ellos) toleraría la suspensión de la democracia: ¿y si las elecciones formalmente libres son ganadas por un partido anti-democrático cuyas promesas de plataforma son la abolición de democracia formal, qué? (Esto pasó, entre otros lugares, en Argelia hace un par de años, y la situación es similar en el Pakistán de hoy.) En tal caso, muchos demócratas consideraron que las personas no eran aún lo suficientemente "maduras" para que les fuera permitida la democracia, y que es preferible que algún benévolo déspota ilustrado los gobierne con el  objetivo de educar a esa mayoría hacía la democracia correcta.

 

Esta suspensión estratégica de la democracia está alcanzando nuevas alturas hoy. Los EE.UU. estaban realizando una tremenda presión sobre Turquía dónde, según las encuestas de opinión, el 94% de las personas se oponen a permitir la presencia de las tropas norteamericanas para la guerra contra Iraq - ¿dónde está la democracia aquí? Cada viejo Izquierdista recordara la respuesta de Marx, en El Manifiesto Comunista, a los críticos que reprochaban a los Comunistas que ellos apuntaban a minar a la familia, la propiedad, etc.,: es el propio orden capitalista, quien con su dinámica económica está destruyendo el orden familiar tradicional (a propósito, un hecho más verdadero hoy que en el tiempo de Marx), así como desposeyendo a  la gran mayoría de la población. En el mismo sentido, ¿no es precisamente cierto que aquellos que hoy se proclaman como los defensores globales de la democracia están minándola efectivamente? En una torcedura retórica perversa, cuando los líderes pro-guerra se confrontan con el hecho brutal de que su política esta fuera-de-tono con la mayoría de su población, ellos toman el recurso de la sabiduría común de que "un verdadero líder guía, y no sigue" – y sin embargo estos líderes, por otra parte, están  obsesionados con las encuestas de opinión...

 

Cuando los políticos comienzan a justificar directamente sus decisiones en términos éticos, uno puede estar seguro de que se movilizan hacía la ética para encubrir alguna posibilidad oscura, amenazante. Ésta misma inflación de retórica ética abstracta se encuentra en las recientes declaraciones públicas de George W. Bush (del tipo: ¿el mundo "tiene el valor para actuar contra el Mal o no?”) qué manifiesta la absoluta miseria ÉTICA de la posición norteamericana - la función de la referencia a la ética, está aquí puramente envolviendo un misterio, a la vez que sirve meramente para enmascarar las verdaderas apuestas políticas (que no son difíciles de discernir). Para rastrear estas apuestas, su manipulación geopolitica, es necesario, como les gusta a los EE.UU., comparar la situación actual con un paciente en diálisis: el “modo de vida americano en todos sus aspectos, incluso los ideológicos, depende crucialmente de la disponibilidad de una cierta cantidad mínima de suministro de petróleo, sólo un tercero puede proporcionarle eso a los EE.UU. Estos últimos (los EE.UU.) son  como un paciente en diálisis cuya supervivencia depende principalmente de la entrada de petróleo controlada por la población musulmana, que es antagónica a los valores norteamericanos - para abreviar, un paciente cuya máquina de la diálisis es controlada por una doctora loca que odia a su paciente... La única manera de evitar la amenaza permanente es tomar directamente el  control de los suministros de petróleo más importantes del Medio Oriente. La limitación gradual de la democracia es claramente perceptible en los esfuerzos por "repensar" la situación presente - uno es, claro, para la democracia y los derechos humanos, pero uno debe "repensar" esto, y la serie de recientes intervenciones en el debate público da un sentido claro de la dirección de este "repensar." En "the Future of Freedom", Fareed Zakaria, el redactor favorecido de Bush, localiza la amenaza a la libertad en la  "dosis excesiva de democracia", es decir, en el aumento  de “la democracia liberal en casa y en el extranjero" (el subtítulo del libro). Él bosqueja la lección de que la democracia sólo puede tener éxito en los países económicamente desarrollados: si los países en vías de desarrollo se "democratizan prematuramente", el resultado es un populismo que acaba en la catástrofe económica y el despotismo político - no es ninguna maravilla que hoy los países del tercer mundo más exitosos económicamente (Taiwán, Corea Sur, Chile) sólo abrazaron la democracia plena después de un período de dominio autoritario. Las lecciones inmediatas para Iraq son claras e inequívocas: sí, los EE.UU. debe llevar la democracia a Iraq, pero no imponerla inmediatamente - debe haber un período de cinco o más años en el que un benévolamente-autoritario dominio de un régimen  Estadounidense crearía las condiciones apropiadas por el funcionamiento eficaz de la democracia... Nosotros sabemos ahora lo que significa eso de llevar la democracia: que los EE.UU. y sus "dispuestos compañeros" se imponen como los últimos jueces que deciden si un país está maduro para la democracia.

 

En cuanto a los Estados Unidos mismos, el diagnóstico de Zakaria es que "América está abrazando un populismo tonto que valora cada vez más la popularidad y la franqueza como las medidas importantes de legitimidad. /... / El resultado es un desequilibrio profundo en el sistema americano, más democracia pero menos libertad." El remedio es así neutralizar esta excesiva "democratización de la democracia" (o "deMOREcracy") delegando más poder a los expertos imparciales y aislarlos de la riña democrática, como los bancos centrales independientes. Tal diagnóstico no puede sino provocar una risa irónica: hoy, en la supuesto "excesiva democratización” (overdemocratization)" ,  Estados Unidos y el Reino Unido comienzan una guerra en Iraq contra la voluntad de la mayoría de sus propias poblaciones, por no mencionar la de la comunidad internacional. ¿Y nosotros no estamos todo el tiempo dando testimonio de la imposición de decisiones importantes que involucran la economía global (los acuerdos de comercio, etc.) por cuerpos "imparciales" exentados del mando democrático? ¿La idea de que, en nuestra era post-ideológica, la economía debe estar des-politizada y ser ejecutada por los expertos, no es hoy un lugar común compartido por todos los participantes? Más aun fundamentalmente, ¿no es ridículo el lamento sobre la "excesiva democratización" en un tiempo en el que las importantes decisiones económicas y geopolíticas  son  como regla un problema de no elecciones?: durante por lo menos tres décadas ya, qué las demandas de Zakaria son un hecho. Qué nosotros lo atestigüemos hoy eficazmente es una grieta en el ideológico estilo de vida, dónde se solicita rabia y ferocidad en los debates  y se crean opciones (el aborto, los matrimonios de gays, etc.), y la política económica básica se presenta como un dominio despolitizado de toma de  decisiones por especialistas - la proliferación de la "overdemocracy" con los "excesos" o la acción afirmativa, la "cultura de la queja", y las demandas para financiar y restituir a las víctimas, es finalmente el frente cuyo lado trasero es la tejedura silenciosa de la lógica económica.

 

El anverso de la misma tendencia a neutralizar los excesos de "deMOREcracy" es la destitución abierta de cualquier cuerpo internacional que controlaría la conducta de una guerra eficazmente - ejemplar aquí es Kenneth Anderson "¿Quién posee las reglas de la guerra?"  (en The New York Times Magazine, Abril 13 del 2003), cuyo subtítulo hace inequívocamente el punto claro: "La guerra en Irak exige un repensar  las reglas internacionales de conducta. El resultado podría significar menos poder para lo neutral, los bien-intencionados grupos de derechos humanos y más para los grandes-estados-que manejan la batuta (big-stick-wielding states). Ésa sería una cosa buena”. La queja principal de este ensayo es que, " durante los últimos 20 años, el centro de gravedad que había establecido, interpretando y formando la ley de guerra ha cambiado gradualmente fuera de los ejercitos de los principales estados principales hacia las organizaciones de activistas por los derechos humanos; "esta tendencia se percibe como desequilibrado, "injusto" hacia los grandes poderes militares que intervienen en otros países, y parcial hacia los países atacados - con la clara conclusión de que los ejércitos de los "grandes-estados-manejadores-del-garrote (big-stick-wielding states)"  deben ellos mismos determinar las normas con las que han de juzgar sus propias acciones. Esta conclusión es bastante consistente con el rechazo americano hacia la autoridad del Tribunal de la Haya contra los crímenes de guerra sobre sus ciudadanos. Efectivamente, como ellos lo habrían formulado en El Señor de los Anillos, una nueva Edad Oscura está descendiendo en la raza humana.

 

 

Título Original: The Iraq war. Too much democracy?

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