GENJÔKÔAN
"La
actualización del punto fundamental"
(koan)
La
expresión
genjô kôan que Dogen emplea también en los capítulos Uji, "El
ser-tiempo" y Shoaku Makusa, "Abstenerse de toda mala
acción", del Shôbôgenzô, se compone de genjô (gen, "aparecer",
y jô, "cumplir"), que significa "hacer
aparecer", "manifestar", "actualizar",
"realizar", y de kôan, palabra que, en Dogen,
designa el primer principio, el "punto fundamental", tal como se
encuentra directamente experimentado en la meditación.
El
Genjôkôan
fue, al principio, una carta dirigida por Dogen, en el octavo mes
del año 1233, a un discípulo llamado Koshû Yô, que vivía muy lejos de
él, en Shinzei, en la isla meridional de Kyûshû, tal como que señalado
en el colofón redactado por el propio Dogen, en 1252.
El
Genjôkôan
fue escrito algunos meses después que Dogen iniciara la redacción
del Shôbôgenzô, comenzando por el Maka Hannya Haramitsu
(la "Perfección de la Gran Sabiduría"). Un año antes de su
muerte, en 1252, Dogen revisó el texto del Genjôkôan que
pasó a ser el fascículo de inicio del Shôbôgenzô.
En
su Shôbôgenzô
Keiteki (1922), recopilación de conferencias sobre 29 capítulos del Shôbôgenzô,
el shôbô Bokuzan Nishiari, Zenji(jefe) de la escuela
Soto Zen, dice lo siguiente del Genjôkôan: "Este fascículo
es la piel, la carne, los huesos y la médula del Fundador. Ahí está
expuesta la enseñanza fundamental, dada en vida por el Fundador. El Dharma
de Buda, que rigió toda su vida, se revela en esta obra. Los 95 fascículos
del Shôbôgenzô son los brotes de éste."
No
es de asombrarse, pues que, además de numerosas traducciones modernas, el
Genjôkôan
haya sido objeto, desde la muerte de Dogen hasta nuestros días, de
numerosos comentarios. En 1263, diez años después de la muerte de Dogen,
su discípulo directo Eikô Sen'e, termina un comentario
particularmente precioso, ya que utiliza notas que é había tomado
escuchando las conferencias de su maestro. En 1308, Eikô Kyôgô, sucesor
de Sen'e, ofreció, a su vez, un comentario fundado sobre el de Sen'e.
Para Kyôgô, aunque los capítulos del Shôbôgenzô tengan todos
títulos diferentes, todos son genjôkôan. Kyôgô escribe: "Aún
cuando cada capítulo expone aspectos múltiple s y diversificados, todos
tienen como principio subyacente, la no-dualidad o vacuidad. Nada es
subrayado más que el principio de la indivisibilidad que es la vacuidad.
A lo largo de todo el Shôbôgenzô - desde el Genjôkôan,
el primer fascículo, hasta Shukke ("Dejar la casa", el
último del los 75 fascículos), se expresa este principio
fundamental". El quinto
abad de Eihei-ji, Chûkô Giun Zenji (1253-1333) también escribió un
comentario compuesto por apreciaciones versificadas y proposiciones sintéticas,
la principal de las cuales es : "Kore nanzo", "En
definitiva, qué es?" "De qué se trata?" Tal es también, el punto de partida de uno de los comentarios modernos más importantes, publicado en 1967, por Hakusan Yasutani Rosahi (1885-1973), el célebre maestro japonés que fue uno de los primeros en predicar en los Estados Unidos.
Jacques
Brosse
Dogen
Zenji
"Pulir
la luna y laborar las nubes"
Obras
filosóficas y poéticas, presentadas, traducidas y anotadas por Jacques
Brosse Ed.Albin Michel - Spiritualités - Paris, 1998
4
Estudiar
la Vía de Buda es estudiarse a sí mismo; estudiarse a sí mismo es
olvidarse de sí mismo; olvidarse de sí mismo es ser reconocido e
iluminado por todos los dharmas; ser testificado por todos los dharmas
es abandonar cuerpo y mente como el cuerpo y la mente del otro, es ver
desaparecer toda huella de despertar y hacer nacer el incesante despertar
sin huellas.
5
Desde el momento que comienzan a buscar el Dharma, ustedes
se alejan de él. Pero cuando les es exactamente trasmitido, ustedes son
inmediatamente el hombre original (Hombunnin)
6
Cuando alguien, navegando en un barco, mira la orilla, puede
imaginarse que es ésta la que se mueve. Pero si fija su mirada en el
barco, percibe que es él quien se mueve. Asimismo, si se examinan los
diez mil dharmas y se les testifiqua con un cuerpo y una mente
confusos, ustedes se hacen a la idea que su mente y su naturaleza son
constantes. Pero si, volviéndose íntimos con la práctica, se hace un
retorno sobre sí mismo, aparecerá claramente que ningún dharma
posee un "sí-mismo" permanente.
7
Una vez reducida a cenizas, el leño ya no puede volver a ser leño.
Sin embargo tampoco hay que considerar que la ceniza es el futuro del leño,
y el leño su pasado. Ustedes deben comprender que, aunque el leño se
mantiene en su posición dharmica de leño, con su antes y su después, no
deja de trascender ese antes y ese después. Por su lado, la ceniza se
mantiene en su posición dharmica de ceniza con su antes y su después. Así
como el leño, una vez reducido a cenizas, no puede volver a ser leño, así
los hombres, una vez muertos, no pueden volver a la vida.
Dicho esto, es un principio,
en el Dharma de Buda, negar que la vida se transforma en muerte.
Por este hecho, el nacimiento es concebido como "no-nacimiento".
Que la muerte no se vuelva vida, es poner en movimiento la rueda del Dharma.
Es
lo que se llama la "no extinción". Vida y muerte no son más
que posiciones en el tiempo, como el invierno y la primavera. Ustedes no
llaman invierno al origen de la primavera, ustedes no dicen que la
primavera se convierte en verano.
8
Cuando un hombre alcanza el despertar, sucede como la luna que se
refleja en el agua. la luna no está mojada, el agua no está perturbada.
La luz infinita de la luna cabe en una gota de agua. La luna y el
cielo enteros se sienten a gusto en una gota de rocío sobre una brizna de
hierba.
Así como la luna no agujerea el agua, el Despertar no divide al
hombre. Este ya no opone más
obstáculo al despertar así como una gota de agua no opone resistencia a
la luna o al cielo. La profundidad es proporcional a la altura.
En cuanto a la duración del reflejo, hay que considerar la extensión
de la gota de agua, y apreciar correctamente el carácter ilimitado de la
claridad de la luna en el cielo.
9
Cuando el Dharma todavía no ha colmado todo el espacio del
cuerpo y la mente, ya se le considera suficiente. Pero cuando el Dharma
ya colmó completamente el
cuerpo y la mente, parecería que algo falta.
Es como si, encontrándose sobre un barco, en medio del océano, y
no habiendo ninguna tierra a la vista, ustedes miraran en las cuatro
direcciones. Entonces, ustedes no verían otra cosa más que una inmensa
extensión circular. Sin embargo, el océano no es ni redondo ni cuadrado,
sus virtudes son inagotables. Es como un palacio, como una joya. No
obstante, por el momento, por más lejos que ustedes miren, sólo ven un círculo.
Lo mismo sucede con los diez mil dharmas.
Aunque este mundo de polvo y el universo más allá [de nuestra
percepción] revistan, múltiples aspectos, ustedes no ven ni comprenden más
que lo que percibe el ojo de la práctica. Para captar la naturaleza de
los diez mil dharmas, debemos penetrarnos por el hecho que, aunque
puedan parecernos redondos o cuadrados, océanos y montañas tienen
propiedades infinitas que nos superan, y que existen mundos en las cuatro
direcciones. No solamente alrededor de nosotros, sino también en
nosotros, bajo nuestros pies y en la mínima gota de agua.
10
El pez nada en el agua, y por más lejos que vaya, siempre hay
agua. Un pájaro vuela en el cielo, por más lejos que vuele, el cielo no
tiene fin. No obstante, el pájaro y el pez nunca dejaron el agua o el
cielo. Cuando su actividad es vasta, su campo es vasto. Cuando su
actividad es limitada, su campo es limitado. También, ellos tienen todo
lo que necesitan para ejercer plena y libremente su actividad en todo
lugar. Sin embargo, ni bien el pez abandona el agua, o el pájaro el
cielo, mueren.
Sepan que el agua es vida, que el cielo es vida, que el pez y el pájaro
son vida. La vida puede ser pájaro, puede ser pez. Y se podría continuar
indefinidamente en este sentido. Lo mismo sucede con la práctica y el
despertar, con toda la vida del practicante.
11
Si un pájaro o un pez intentara alcanzar el límite del elemento
en el que se mueve, no encontraría ninguna senda para llegar. Si ustedes
encuentran su lugar, ahí donde están, ustedes actualizan el punto
fundamental (kôan). Si ustedes descubren la Vía, en ese mismo
instante, ustedes actualizan el punto fundamental. El lugar, la Vía, no
son ni anchos ni estrechos, ni de ustedes ni de los otros. El lugar, la Vía,
no existían antes, recién ahora surgen.
Así, en la práctica-realización de la Vía de Buda, al encontrar
un dharma, se le penetra completamente, al encontrar la práctica,
se la pone en marcha completamente.
12
Aquí está el lugar, y la Vía está en todas partes. No podemos
distinguir el límite de la realización, pues la realización se extiende
con nuestra penetración del Dharma de Buda.
No piensen que alcanzar este lugar sea
objeto del conocimiento, ser atrapado por la conciencia. Aunque la
realización es inmediatamente manifestada, el ser íntimo no se
manifiesta necesariamente [como tal]. Su manifestación supera nuestro
entendimiento.
13
El maestro chan Pao-chê del monte Maku se estaba abanicando, un
monje se acerca y le pregunta: "Maestro, la naturaleza del viento es
constante, no hay lugar que él no alcance. Por qué pues, usted se está
abanicando?"
Pao-chê respondió: "Aunque tú sepas que la naturaleza del
viento es constante, aún no sabes qué significa "no hay lugar que
él no alcance".
"¿Qué
quiere decir: "No hay lugar que él no alcance?" preguntó el
monje. Por toda respuesta, el maestro siguió abanicándose. El monje se
prosternó.
Tal es la actualización (genjô) del Dharma de Buda,
el camino vital de la exacta trasmisión. Decir que no se necesita abanico
pues la naturaleza del viento es constante y que se sentirá el viento, aún
sin abanicarse, es malinterpretar la constancia y la naturaleza del
viento. Es porque la naturaleza del viento es constante que el viento
[venido] de la casa de Buda exhuma el oro de la tierra y perfuma la crema
de los largos ríos.
Escrito
a mediados del otoño del primer año de Tempuku (1233), y entregado al
discípulo laico Kôshu Yô de Shinzei. [Revisado] en el cuarto año de
Kenchô (1252)
Traducción
elaborada por zendo_3tesoros.
Montevideo,
Uruguay, julio 2002
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