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INTRODUCCION
La esclavitud
negra no nació en América, nació en Europa pues antes de traer negros esclavos
a las indias, ya los habían en España.
Sin embargo, el inicio de la industria azucarera en la Española marcó el
comienzo de un capítulo que se extendería por muchos siglos, pues para mantener
tal industria era necesario ampliar en gran manera la mano de obra que movería
los engranajes de la naciente industria y que posteriormente causaría el
derramamiento de mucha sangre. La
esclavitud negra en América tiene sus orígenes en Santo Domingo y se extendió
luego a casi todos los rincones del continente.
La
industria azucarera por otro lado, formó hasta hace muy poco tiempo la columna
vertebral de la economía de la República Dominicana. Puede notarse cuán importante ha sido en nuestra economía, que
las denominaciones monetarias de nuestro país tuvieron hasta hace poco el
emblema del azúcar en su reverso.
El fin
perseguido con esta breve exposición es ilustrar el génesis y desarrollo de los
dos renglones que han estado más ligados a la vida de esta nación: El Azúcar y
la Esclavitud negra, la segunda como un producto o consecuencia de la
primera. Por consiguiente el tema
tratado da inicio en el 1514 y se extiende hasta principio de nuestro siglo
cuando la industria azucarera estaba en su mayor apogeo.
1.- Antecedentes
1.1 - La
caña de azúcar
La India
es la patria del azúcar, especialmente en la región de Bengala, siendo también
el origen de una leyenda en torno a la misma, que data de 800 años antes de
Cristo. Los griegos la mencionan 327
años antes de J.C., e igual los romanos, llamándole ambos Sal India y Miel de
Asia, usándola sólo como condimento de lujo.
De los griegos se origina la palabra Sakcharon,
de donde deriva la latina scharum,
expresión que desde hacía mucho tiempo ya se venía utilizando en la literatura
médica.
China
recibió la caña como una ofrenda divina del Reino de Funam, y fue tanto el
interés que pusieron en su aprovechamiento, que el Emperador Tsai-Heng, envió
hacia el año 600 de nuestra Era, a una comisión, para que en la India
aprendiese todo lo concerniente al cultivo e industrialización de la caña de
azúcar. Alejandro el Grande, en sus
campañas conoció el cultivo y utilización de la caña en la India, 300 años antes
de Cristo, iniciándose luego su cultivo en algunos países europeos, cuando ya
en la India desde el siglo IV de la Era Cristiana, habían aprendido el arte de
fabricar azúcar, la cual obtenían retorciendo las cañas previamente machacadas,
hirviendo luego su jugo hasta condensarlo.
Por ser este producto así obtenido de un color terroso, con aspecto de
grava, recibió ese significado en la expresión hindú sarkara, palabra que tuvo algunas transformaciones; así los
bizantinos en el año 627 de nuestra Era, la llamaron sukkar, cuando en la conquista de Persia tomaron un valioso botín
de azúcar.
Es a los
700 años de nuestra Era, cuando realmente la caña cobra mayor importancia:
llega a Persia, a Arabia y a Egipto, en el siglo IX a Palestina, Siria y España
llevada allí por los árabes, según ya se ha dicho, siendo luego extendido su
cultivo a Sicilia. Para los siglos XVI
al XVII, la caña cubría casi todo el valle del Jordán.
La
palabra inglesa candy (dulce,
golosina), deriva de la hindú Khanda,
con la cual designaban a unos terrones grandes y sólidos, originados al
cuajarse el guarapo. Hacia el 1432, el
cultivo de la caña de azúcar existía en las Islas Azores, Cabo Verde y las
Canarias. Cuando Magallanes descubrió
las Filipinas en 1521, ya allí se fabricaba azúcar desde hacía tiempo, con
equipos chinos.
La caña
se consumió primero directamente, poco después, su jugo o zumo, y mucho más
tarde, en su forma sólida; de ahí los vocablos sárkara, hindú, del que derivan las voces, xacar, persa y acuccar,
árabe, siempre con el significado de guijarro o piedrecilla.
Los
primeros en refinar azúcar, parece ser que fueron los hindúes, sobre el año 600
después de J.C., en Gondispur, donde había una escuela de medicina, con la
finalidad de que así refinada fuese más efectiva como remedio de
dolencias. Se sostiene también que
fueron los egipcios a quines corresponde este adelanto de la industria del
azúcar[1].
1.2- Antecedentes de la Industria Azucarera
Desde el
descubrimiento de la Isla de Santo Domingo en 1492 hasta el año 1516 la base
fundamental de la economía de la isla dependía del oro encontrado en las
múltiples minas existentes para aquella época.
La mano
de obra utilizada para extraer el preciado mineral dependía de los aborígenes
los cuales eran bien maltratados.
“Estos
conquistadores españoles, que llegaron de España con lo puesto, buscaban oro y
lo buscaban tanto, como si les sirviere de alimento”.
Dice
Pablo Neruda refiriéndose a la forma, en gran manera codiciosa en que los
españoles buscaban el oro.
El
maltrato que recibieron los indígenas causó que en pocos años la población decreciera
a un ritmo alarmante. Para cuando el
oro empezó a escasear, esto es en 1514 se planteó la necesidad de buscar otro
recurso que no fuera la minería. La
caña de azúcar surgió como el producto ideal para impulsar una nueva economía[2].
Aunque la
caña de azúcar había sido traída por Cristóbal Colón en su segundo viaje, los
españoles para aquel entonces no prestaron atención a este rubro como objeto de
comercio porque su sed de oro era mayor y proveía de mejores ingresos.
1.3- Antecedentes de la esclavitud negra
Antes del
descubrimiento de América por parte de Colón, ya los portugueses habían llegado
hasta las costas africanas. Sabemos pues
que había esclavitud negra en el continente europeo desde antes del descubrimiento.
Para el
año 1499 llegaban negros procedentes de España de los llamados ladinos o cristianizados. Estos llegaron como sirvientes de algunos
españoles y hasta el propio Nicolás de Ovando trajo unos cuantos[3].
Para el
año 1503 el gobernador de la isla, Nicolás de Ovando pidió a los Reyes
Católicos que prohibiera la traída de negros porque éstos eran muy dados a huir
hacia las montañas y esa acción podía ser imitada por los aborígenes. A medida que transcurría el tiempo la mano
de obra indígena escaseaba cada vez más por lo que en el 1505 Ovando tuvo que
rectificar su actitud debido a la falta de mano de obra y pedir al Rey Fernando
que autorizara la importación de negros, a los que éste accedió, quedando ese
año establecido de manera oficial la importación de negros hacia la Española.
En el
1506 se prohibió la importación de negros hasta que en el 1510 se dispuso el
envío de doscientos cincuenta esclavos para que laboraran en las minas (cabe
decir que la minería establecida por Ovando era todavía el factor económico
principal de la isla). La importación,
empero no se efectuó.
2.- Inicio de la industria azucarera
Como ya
se había dicho en la parte introductoria, la industria azucarera surge a
consecuencia del agotamiento del oro.
La industria minera decrecía a un ritmo acelerado y se precisaba de un
nuevo producto que pudiera salvar la economía de la isla.
Un factor
determinante en la implantación del azúcar como producto principal en vez de la
producción minera fue el gobierno de los padres Jerónimos, pues fueron ellos
quienes realmente impulsaron el nuevo
modelo que sustituyó al de las encomiendas.
La isla
de Santo Domingo estaba gobernada por Diego Colon hijo hasta 1515, debido a
presiones políticas deja su puesto, marcha a España y el gobierno queda a manos
de la Real Audiencia. La muerte del Rey
Fernando en 1516 hace que queden como gobernantes provisionales de España el
embajador Adriano y el Cardenal Francisco Jiménez Cisneros pues el sucesor,
Carlos I[4],
era menor de edad. El Padre Bartolomé
de las Casas, expone al cardenal sus críticas acerca del modo en que son
tratados los indios, de este modo son designados los padres Jerónimos para
tomar posesión de Santo Domingo y se les asignó la tarea de realizar un
gobierno tendente a conservar hasta donde pudieran, los pocos indígenas que aún
quedaban. Asimismo, tenían la
obligación de impulsar un nuevo modelo que diera a la Corona tantos o más
beneficios que los recibidos con la minería desde que Ovando la puso en
práctica.
Los
Padres Jerónimos llegaron a Santo Domingo el 20 de diciembre de 1516 y de
inmediato se pusieron en contacto con todos los sectores, escuchando sus
opiniones, al mismo tiempo que inspeccionaban la ciudad. Sin embargo, confrontaron inconvenientes
desde el inicio mismo de su gobierno.
Uno de los puntos principales era conservar los indígenas, por lo que
fue necesario encontrar una solución al problema de la mano de obra. Las presiones en contra de esos religiosos
provenían de todas partes, ya que otros colonos demandaban la importación de
negros esclavos para que laboraran en el nuevo modelo económico.
Desarrollar
la industria azucarera requería de dos elementos importantes: dinero y mano de
obra. La Corona española facilitó ambas
cosas.
1.- El dinero: Se estableció que a cada
vecino[5]
que fuese a instalar un ingenio se le prestaran 500 pesos oro. Los ingenios requerían inversiones
importantes en negros, especialistas, máquinas, tierras, ganados, etc. por lo
que la inversión inicial debía sobrepasar ampliamente los 500 pesos acordados
en préstamos. Para la formación de la
industria azucarera hubo una interacción de las fortunas que permanecieron en
la isla con la ayuda y estímulo del Estado, factor de despegue de las actividades[6].
2.- La Mano de Obra: Debido a la
práctica desaparición de los aborígenes, por una parte, y al hecho de que éstos
no tenían la fortaleza requerida para trabajos rudos como era el de la caña de
azúcar, los Jerónimos pidieron al Rey Carlos I que autorizara la importación de
negros esclavos. Carlos I tenía deudas
con grupos de comerciantes a los cuales debía favorecer, por tanto dio todas
las facilidades posibles para la entrada de los negros a la Isla Española y
otros territorios americanos.
La
primera licencia importante para la importación de esclavos la dio el Rey a uno
de sus cortesanos, el flamenco Lorenzo de Gramenot, Barón de Montinay,
Gobernador de Bresa, para en ocho años negociar 4,000 negros que debían ser
cristianos, en el mercado de Santo Domingo con los propietarios de ingenios. El Gobernador Gramenot, vendió sus derechos
por la suma de 25,000 ducados a la Casa Centurión, la cual llevó a cabo tan
diligentemente su cometido que mucho antes de cumplirse el citado plazo ya
había casi completado el cupo asignado.
Otras concesiones para la trata de negros fueron otorgadas, oscilando en
cantidades de doce a 400 esclavos, a un precio medio de 120 pesos, cuyo elevado
valor contribuía a que los negros fuesen mejor tratados que los indígenas, unas
veces por humanidad, y otras en defensa de la inversión efectuada[7].
La
epidemia de viruela que afectó la isla en 1517[8],
provocó que una considerable cantidad de indígenas murieran a causa de la
misma, razón por lo cual los Jerónimos se unieron a los encomenderos en el
reclamo de que se permitiese importar negros esclavos de los denominados Bozales y un año después, el 18 de
agosto de 1518 llegaron cuatrocientos negros de una primera partida de cuatro
mil procedentes de Africa Occidental para ser empleados en la industria
azucarera que ya tenía más de dos años de estar desarrollándose en la isla.
La gran
mayoría de los 4,000 negros autorizados por licencia al Gobernador de Bresa
debieron entrar a la isla en los inicios de la segunda década; en 1523 entraron
1,500 negros más; en los años siguientes se concedieron numerosas licencias
particulares para 100 negros cada una; además entraron muchos de contrabando,
varios miles, pues las fuentes de la época señalan el fenómeno como corriente;
en 1527 o 1528 entraron otros 4,000 negros; en los años posteriores entrarían
muchos pero no se sabe cuántos, pues en las licencias no se dan detalles de los
lugares; posteriormente continuó la entrada ilegal de negros, incluida la
efectuada por los corsarios.
Las Casas
dice que el primer español que hizo azúcar fue Aguilon, de la Vega, en 1506,
pero que su calidad era muy baja pues usó instrumentos primitivos. Posteriormente el Br. Velosa en 1516. Para Oviedo el primero fue Velosa y da la
noticia que antes que él varios plantaron caña y hacían mieles.
La implantación
de la industria azucarera en esta isla estuvo a cargo de los sectores más
importantes, que se iniciaron con los trapiches, o sea, un rudimentario y
pequeño ingenio movido por una mula o un buey, en principios y luego por negros
esclavos.
El desarrollo
de esta actividad permitió luego unos ingenios más grandes, que utilizaban un
rueda hidráulica, o un molino de viento por lo que la producción de azúcar fue
en aumento.
El
incremento de la población esclava se hizo necesario, ya que no sólo la industria
azucarera exigía mucha mano de obra, sino otras dos actividades que debían
desarrollarse simultáneamente como era la agricultura y la manufactura. La necesidad de procurarse de alimentos
agrícolas hizo que se dedicaran plantaciones cerca de los centros azucareros,
además de la fabricación de utensilios, tales como vasijas de cobre, hornos y
ollas para cristalizar el jugo. La
demanda de mano de obra se hizo perentoria, y no sólo la negra esclava, sino
también la blanca, por lo que llegaron a la isla gran cantidad de hombres
especializados en distintos menesteres procedentes de las Canarias.
No
obstante la población negra se mantendría desde su llegada a la isla, en pie de
lucha por obtener su libertad y desde principios del siglo XVI huían hacia los
montes. El primer grito de libertad de
los negros se produjo en la Española el 27 de diciembre de 1522, precisamente
en el ingenio perteneciente al gobernador de la isla donde se le dio muerte a
nueve colonos. La rebelión no progresó
porque fueron alcanzados por Don Melchor de Castro luego de cruzar el río Nizao
en el cual perecieron luego de la batalla desigual que libraron los esclavos en
contra de sus amos los colonos. A este
hecho se le sumaron luego las llamadas “cimarronadas” que eran las huidas constantes que hacían los negros hacia las
escarpadas montañas de la isla desde donde luego regresaban en grupos para
hacer saqueos en los ingenios. El
cimarronaje revestía formas diversas, tales como el motín, el bandolerismo en
caminos y poblados y el establecimiento de comunidades negras de cimarrones al
amparo de la selva o de situaciones geográficas favorables, comunidades en
constante pugna con las autoridades y establecimientos coloniales. Cuando los negros huían de los ingenios se
les llamaban cimarrones y cuando se establecían en algún lugar entonces eran
llamados negros apalencados. Para 1537 las cimarronadas se convirtieron
en rebeliones con líderes como Diego Guzmán, Diego de Ocampo y Juan Vaquero.
De
acuerdo a Oviedo en 1523 ya habían veinticuatro ingenios de diferentes tipos
ubicados principalmente en la parte sur, o sea, en las márgenes de los ríos
Ozama, Haina, Nizao, Nigua y Yaque del Sur.
Cabe
resaltar además que el Rey Carlos I dictó leyes protectoras de la producción
azucarera y de los señores esclavistas.
La más importante fue la Cédula de 1529, por medio de la cual se
determinaba que los ingenios eran bienes no embargables por deudas o hipotecas,
tanto sus instalaciones como los negros que laboraban en ellos. Igualmente se favorecía el paso del ingenio
a uno de los herederos, mediante obligaciones respecto a los otros herederos
para que las propiedades no tendieran a dividirse, teniendo casi derechos
semejantes al mayorazgo.
La
política oficial de protección de la industria del azúcar fue muy importante
desde su propia fundación cuando los ingenios en proyecto recibieron préstamos
en muy buenas condiciones por parte de los diversos gobernadores de la época y
cesiones de grandes extensiones de tierra en forma gratuita, así como la
exoneración de impuestos para las maquinarias traídas de España y otros países,
disposiciones todas que en la medida de lo posible trataron de ser mantenidas
por el Rey durante todo su reinado. Las
concesiones fueron tantas, y tan importantes se sentían aquellos dueños de
ingenios, que en 1538 llegaron a solicitar títulos de nobleza pero esta
petición fue denegada por el Rey.
La
Española abandonó de esta manera, la economía minera que había prevalecido
desde la llegada de los españoles y se impulsaba por una economía manufacturera
industrial.
3.- Curso de la Industria durante el siglo
XVI
Ya en
época del gobierno de Figueroa, hacia 1520, funcionaban tres ingenios de azúcar
y muchos otros se encontraban en construcción.
En 1527 trabajaban plenamente 18 ingenios y 2 trapiches, encontrándose
otros 12 en construcción. Hacia 1545 el
cronista Fernández de Oviedo informa de la existencia de 20 ingenios y 4
trapiches. De esas 24 explotaciones
azucareras, más de la mitad pertenecían a altos funcionarios o a descendientes
de ellos. Los miembros de la
aristocracia colonial tenían los ingenios más grandes, como el del Lic. Alonso
de Zuazo, de la Real Audiencia, cuya inversión se acercaba a los 40,000 pesos
según Oviedo.
La
producción azucarera se mantuvo con cierta tendencia inestable de crecimiento
hasta los años 70, cuando empezó a decrecer por la reducción de la navegación
española, el contrabando, la transferencia de inversiones a la ganadería, la
competencia en términos de rentabilidad del jengibre y por la muerte de gran
cantidad de esclavos en los años 80, acompañada por la paralización en la misma
época de la trata negrera.
A fines
de los años 80 sólo quedaban 17 ingenios y a raíz de las devastaciones de
Osorio apenas 12 al ser destruidos 5 en los lugares despoblados entre los
cuales estaban los más productivos.
La
producción de azúcar se mantuvo en alza permanente (salvo períodos más o menos
cortos de coyunturas comerciales desfavorables o del auge de las rebeliones de
indios y negros) hasta aproximadamente 1580.
En los años de la década de 1520 la producción de azúcar no debía llegar
normalmente a las 10,000 arrobas (véase gráfica), en 1570 se registró una
exportación sólo con destino al puerto de Sevilla de unas 62,000 arrobas y el
1580 de 86,000 arrobas lo que indica una producción mínima de 100,000 arrobas.
4.- Decadencia de la Industria Azucarera
Para la
segunda mitad del siglo XVI, España se encontraba en conflicto con las demás
potencias europeas por lo que el Rey Felipe II prohibió que la Española y las
demás posesiones comercializaran con extranjeros, perjudicando esta medida
principalmente a Holanda. La
disposición real dejó a la Española sin su principal mercado por lo que muchos
colonos decidieron emigrar hacia América del Sur y otros se quedaron dedicándose al fomento del hato ganadero
al tomar en cuenta la demanda de pieles en el extranjero. Sin embargo, España misma estaba en
decadencia y esto se reflejó profundamente en la Española que presentaba una
economía basada en el azúcar y el ganado.
El
desarrollo del hato ganadero en la segunda mitad del siglo XVI en cierta medida
benefició a las masas de esclavos que antes laboraba en la industria azucarera,
donde tenían que trabajar más de doce horas, esto además de que la trata del azúcar
requería un trabajo duro, mientras que las condiciones de vida en los hatos
ganaderos era menos dura. Ahora bien,
el hato no proporcionaba a los negros la especialización en labores técnicas
como ocurría en la industria azucarera, lo que permitió que muchos de ellos
lograran posteriormente su libertad.
Juntamente
con los hatos ganaderos surgieron las estancias, en las cuales se producían
básicamente bienes para la exportación, siendo los principales los productos
alimenticios (maíz, yuca). Las estancias
de jengibre tuvieron una enorme importancia en la Isla de Santo Domingo en la
segunda mitad del siglo XVI. Esto se
debió a un incentivo especial de la Corona española de declarar a las islas
Española y Puerto Rico como los únicos territorios en América en que se
permitía el cultivo del fruto. El jengibre
no solamente fue absorbiendo recursos de la cañafístola, sino incluso del
azúcar, ya que a la decadencia de los ingenios se pasaría a explotaciones
agrícolas que exigían poco monta de inversión de capital fijo y un número no
muy alto de esclavos. Como puede verse
en los cuadros estadísticos, a fines de siglo estas ventajas lo habían
transformado en el principal producto agrícola de la isla, tanto por su volumen
como por el valor que se obtenía de él.
Las
devastaciones llevadas a cabo por el Gobernador Antonio de Osorio, en
1605-1606, acabaron con importantes ingenios en Puerto Plata, San Juan de la
Maguana y la Yaguana, quedando solamente doce ingenios en la parte no
despoblada de la isla.
En 1764,
existió el ingenio San Felipe, de Tomás de Heredia, a 3 leguas de Santo
Domingo, el cual, a pesar de tener extensos terrenos entre los ríos Ozama,
Isabela y Yuca, apenas si estaban cultivados, por lo que la producción de
azúcar moreno era de poca importancia.
5.- Fin de la esclavitud y continuidad de la
Industria
En 1785,
los negros esclavos escaseaban y por ello la producción de azúcar se veía
limitada nuevamente para el consumo interno y de vez en cuando, para exportar
algún excedente, bien fuese a Puerto
Rico o a España, por lo que el Rey Carlos III, expidió su Real Cédula del 12 de
abril de 1786, autorizando entre otras solicitudes, la importación de africanos
sin restricciones, época esclavista que vería su fin con la invasión de
Toussaint Louverture en 1801, aunque la ocupación francesa de 1802, volvió a
restablecerla, para ser nuevamente abolida por Boyer desde 1822 a 1844, hasta
quedar definitivamente consagrada su derogación en la 1ra. Constitución de San
Cristóbal del 6 de noviembre de 1844.
Con la
ocupación haitiana de 1822-1844 dejaron de existir varios ingenios situados al
este de Santo Domingo: los ingenios Frías, Ferrer, Mendoza, El Convento (de
Doña María Duarte), Jainamosa, Yabacao y Mojarra en la sección de guerra.
A partir
de 1822 con la abolición de la esclavitud por Jean Pierre Boyer, la producción
quedó limitada al melao, descontinuándose la fabricación de azúcar, hasta mucho
después de 1844.
De 1881 a
1889, la industria sufrió otra profunda crisis: trece ingenios, algunos de
considerable importancia, fueron desapareciendo, restando fuentes de riqueza y
de trabajo a las hoy provincias de Azua, Peravia, Puerto Plata, Samaná y el Distrito
Nacional. Esta situación se agravó aún
más con los destrozos causados por el huracán del 6 de septiembre de 1883, las
plantaciones de caña de azúcar de la Plena o Valle de Azua, valoradas
debidamente por capitalistas norteamericanos, en un millón de dólares
desaparecieron por completo. La
emigración en busca de mejores salarios y oportunidades, tanto hacia la Capital
como hacia San Pedro de Macorís, donde la industria del azúcar estaba cobrando
una gran importancia, hizo que otros lugares distantes, como Azua y Puerto
Plata, que no podían competir con los otros ingenios al ser los suyos de menor
capacidad y tener que recorrer mayores distancias para transportar la
producción a Santo Domingo, fuesen cerrando uno a uno, llegando a desaparecer
por completo los de Azua y Samaná, Peravia y muchos del Distrito Nacional. Muchos de estos ingenios, subsistieron largo
tiempo dicha competencia, pero terminaron por desaparecer; son ellos: El
Central Carlota que estaba aún operando en 1893, el Ocoa, La Fe, Duquesa,
Encarnación, Constancia y Las Mercedes.
Entrado
en nuestro siglo, la destrucción de los campos de remolacha azucarera en muchos
países de Europa, hizo que este tipo de azúcar escaseara. Países como Alemania, Austria-Hungría,
Francia y Rusia tuvieron reducciones drásticas en sus cosechas de 1913-1914
(año de inicio de la primera guerra mundial).
Estas drásticas reducciones trajeron la elevación de los precios del
dulce; así, el quintal de azúcar subió de $5.50 en 1914 a $12.50 en 1918 y a
$22.50 en 1920. De esta bonanza en los
precios nació la llamada “Danza de los Millones”, cuyo ritmo más acentuado se
hizo sentir en la región oriental del país, impulsando el desarrollo urbano y
económico de San Pedro de Macorís y La Romana.
Se promovieron las obras públicas, como la Carretera Duarte inaugurada
en mayo de 1922, que con 166 Km. llegó hasta el municipio de Peña, enlazando
las poblaciones de Bonao, La Vega, Moca y Santiago; la carretera Mella en 1922,
primero con 40 Km. de longitud hasta Boca Chica, y luego en 1926 hasta la
Romana con 139 Km. Se construyó además
la carretera Sánchez en 1926 hasta Puerto Tortuguero en Azua, con una longitud
de 118 Km.
CONCLUSION
Ciertamente
y de forma que no puede discutirse, la vida de la nación ha dependido en gran
manera de su producto de exportación principal: El Azúcar. A través del tiempo ha tenido muchos altas y
otras tantas bajas, ha promovido el desarrollo económico, social, cultural y
político de las provincias donde se encuentran lo ingenios más importantes y
hoy por hoy conforma aún uno de los mayores sustentos del país.
Desplazada
un poco por el turismo, la industria sin chimenea; la industria azucarera asegura
tendrá aún por mucho tiempo el estatus que ha mantenido de impulsador de bienes
y servicios, de economía y de progreso.
Como pudo
verse en el texto anterior expuesto, la industria azucarera en nuestro país ha
experimentado muchos cambios igual que en los momentos actuales, lo cual nos
lleva a preguntarnos, quizás del mismo modo que se preguntaron durante sus
crisis los colonos, ¿saldremos de esta crisis?, ¿por cuánto tiempo más se
dependerá del azúcar en este país?, ¿si los mercados internacionales no nos
quisieran comprar, qué haremos entonces?
No
deseamos que desaparezca la industrialización del azúcar como renglón, pero es
nuestro deseo que la economía de nuestra nación se fundamente más en la
elaboración de productos terminados, manufacturas, servicios, etc. una economía
dinámica que no pueda estancarse por completo con la caída de un producto
específico. Para entonces tendremos una
economía más sólida e independiente y menos subordinada a los intereses de
terceros.
BIBLIOGRAFIA
Cassá,
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Historia
Social y Económica de la República Dominicana Tomo I Editora
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Chez,
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La
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Rodríguez
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El
Azúcar como Hacedor de
Historia y de Comunidades Editora
Universitaria Universidad
Autónoma de Santo Domingo, UASD 1ra.
Edición, 1985 |
[1] Alberto Rodríguez y Rodríguez, El Azúcar como Hacedor de Historias y de Comunidades, pág. 42-45
[2] Juan Francisco Martínez Almánzar, Manual de Historia Crítica Dominicana, CAIS 1995 pág. 93
[3] Ibíd pág. 97
[4] Carlos I de España o Carlos V de Alemania
[5] Vecino, es decir, jefe de familia u hogar de cierta condición económica.
[6] Roberto Cassá, Historia Social y Económica de la Rep. Dom. Tomo I, Editora Alfa y Omega, pág. 66
[7] Alberto Rodríguez y Rodríguez, Op Cit. Pág. 18
[8] Según Juan Francisco Martínez, de acuerdo a Roberto Cassá la epidemia fue en 1519