Guerra Civil Española 1936 – 1939


La información que encontrarás aquí es parte del relato hecho por un soldado perteneciente a la Infantería de Marina, que participó en las operaciones de guerra que se desarrollaron a bordo del Crucero Canarias durante la Guerra Civil Española. Este relato es muy extenso, por lo tanto, sólo se han copiado algunas citas:


El navío

El crucero Canarias fue construido en los astilleros de El Ferrol (Galicia) y fue botado el 28 de mayo de 1931.

Se trataba de un navío de 10.000 toneladas de desplazamiento, con casi 200 metros de eslora y 20 metros de manga; contaba con 4 hélices hechas en bronce de 3.000 kilogramos cada una. Poseía 4 turbinas alimentadas por dos calderas cada una, que lo llevaban a desarrollar una potencia de 92.000 caballos y una velocidad de 33 nudos.

Estaba provisto de una poderosa artillería compuesta por 8 cañones antiaéreos de 120 mm, 4 torres de 203 mm y 7 ametralladoras antiaéreas: 4 de 40 mm de origen italiano y 3 de 20 mm de origen alemán.

Este navío estaba equipado con 12 torpedos de 80 centímetros de diámetro, pero nunca llegaron a utilizarse, hasta que al fin se decidió su desmantelamiento.

La tripulación del barco estaba integrada por 1.200 hombres: 800 eran gallegos y el resto lo completaban andaluces y vascos.

El costo de la construcción del crucero Canarias ascendió a 106 millones de pesetas.

En su primer viaje en el otoño de 1936, salió el navío de El Ferrol junto al Almirante Cervera. Su destino: cruzar el Estrecho de Gibraltar rumbo al Mar Mediterráneo, donde su misión era evitar que barcos cargados con material de guerra y víveres traídos sobre todo desde Rusia llegaran a su destino: el ejército republicano.

"Comenzaba a despuntar el día cuando el Canarias y el Cervera llegaron al estrecho, allí el dominio lo ejercían dos barcos de la flota republicana: el Gravina y el Ferrandiz. Éstos al ver a los navíos nacionales trataron de huir. El Gravina, perseguido por el Cervera, tomó distancia y se refugió en el puerto de Casablanca. El Canarias iba tras el Ferrandiz y éste le disparaba sus proyectiles, enseguida el Canarias contestó el ataque: la primera salva que disparó le cayó larga, la segunda la recibió a bordo y al minuto siguiente el Ferrandiz explotó. [...] El rescate de la tripulación fue prácticamente imposible, un barco francés que se acercó logró rescatar unos pocos sobrevivientes. [...]"

El mantenimiento de las instalaciones del crucero Canarias se hacía en los talleres de El Ferrol y algunas veces también en Cádiz. En Palma de Mallorca solía aprovisionarse de víveres, pero era en Ceuta donde el navío cargaba sus bodegas con gran cantidad de alimentos y petróleo. En algunas ocasiones pasaba hasta dos meses sin entrar a puerto para abastecerse.

El material de guerra lo embarcaba en Cádiz, pero por lo general le era llevado por un barco carguero que lo encontraba en algún punto acordado de antemano. [...]

Este navío soportó durante su participación en operaciones de guerra 283 bombardeos de parte de la aviación republicana, sin que jamás cayera una bomba a bordo.

El crucero Canarias y su tripulación fueron condecorados con la Cruz Laureada de San Fernando, ocasión en la cual todos vistieron el uniforme de gala para participar en un desfile de tropas. [...]

Al término de la guerra el Canarias licenció a la mitad de su tripulación y abandonó definitivamente el Mar Mediterráneo para volver a su base en El Ferrol. [...]oooooooooooooooooooo


El soldado

Nacido en una pequeña aldea de la provincia de Pontevedra (Galicia) contaba con 21 años cuando en el otoño de 1936 fue llamado a revista por la Caja de Reclutas de Pontevedra. Desde ese cuartel y formando parte de un grupo de 500 hombres viajó en tren hasta el Cuartel de Infantería de Marina de San Carlos de Cádiz (San Fernando). [...]

El día 3 de enero de 1937 en el puerto de Cádiz embarcó en el crucero Canarias que habría de convertirse en su casa por casi tres años. Durante su permanencia a bordo participó en todas las operaciones de guerra llevadas a cabo por ese navío sin sufrir herida alguna. [...]

"Recuerdo que en una ocasión navegábamos con toda calma, el día estaba nublado y hacía frío. Me hallaba caminando por uno de los pasillos donde tenían sus camarotes los oficiales del barco, estaba cansado, así que me senté un momento en el piso y miraba el mar por las portillas que estaban abiertas. No sé en qué momento me quedé dormido pero repentinamente desperté y no entendía que estaba pasando: gran cantidad de agua cubría todo el piso, afuera las explosiones hacían elevar las olas y el agua ingresaba a la nave como torrente por las portillas, creí que iba a morir ahogado. Como pude salí de ahí, el barco no dejaba de sacudirse; cuando llegué arriba vi los aviones que pasaban sobre nosotros y nos tiraban a todo dar, hasta los pude contar: eran once. El Canarias siguió sin cambiar de rumbo y los aviones pasaron sin poder acertar ni una sola bomba. Bien dijo nuestro comandante: «Menos mal que no los vimos venir, de otro modo nos hubiéramos movido y nos habrían acertado...»".

El soldado abandonó el crucero Canarias a mediados del mes de noviembre de 1939, ocho meses después de finalizada la guerra entre republicanos y nacionales. Y vio por última vez el navío en 1960, ocasión en la que el barco... [...]

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Operaciones de guerra a bordo del Canarias

Durante la guerra librada en territorio español (1936 –1939) los dos bandos en pugna usaban ciertas expresiones para referirse a su contrario: Los republicanos llamaban a la escuadra nacional "la escuadra fasciosa". Los nacionales, por su lado, daban a los republicanos el apodo de "los rojos".

Febrero de 1937: el Canarias navegaba por el Mediterráneo [...] frente a él estaba Málaga [...] y al cabo de unos días cesó el bombardeo [...] la cubierta del navío aparecía totalmente tapada por una gran cantidad de cápsulas vacías [...].

Marzo de 1937: hacía frío y no había amanecido cuando se divisó al buque que navegaba con bandera inglesa [...] en su ayuda se presentaron una flota inglesa y otra francesa que reunían unos 20 barcos en total [...] el comandante Don Salvador dio la orden [...] ya de día se vio al Mar Cantábrico que comenzaba a inclinarse hacia uno de sus lados [...].

Marzo de 1938: El Canarias tomó el mando y la orden fue alejar a los barcos [...] . Al cabo de casi cuatro horas de intenso trabajo el Baleares se hundía a 3.000 metros de profundidad llevando consigo a 800 hombres entre ellos a su comandante [...]. Con las máquinas del navío detenidas tocó zafarrancho de combate, la aviación roja estaba sobre la nave [...] el director de tiro Don Faustino. El destructor británico entró en combate...

Después del hundimiento del crucero Baleares los dos submarinos nacionales, Sanjurjo y Mola, hacían guardia permanente frente a la base naval que los republicanos tenían en Cartagena...

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"Desde el Mediterráneo se veían las luces de la ciudad: Barcelona estaba de fiesta, era el 14 de abril, y celebraban el triunfo republicano obtenido en las elecciones de 1931.

Los cañones del Canarias apuntaron y dispararon sobre la costa, rápidamente se apagaron las luces de la ciudad. La artillería del Montjuic no se hizo esperar y sus cañones comenzaron a escupir en plena noche. El Canarias se alejó a toda máquina. El objetivo ya estaba cumplido: la fiesta había terminado".

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Vino a suceder que se sublevaron las baterías que defendían la base roja. Los nacionales rápidamente reunieron una cierta cantidad de navíos, entre los que se encontraba el crucero Canarias, y se instalaron frente a Cartagena con el propósito de hacer un desembarco. Mientras se hacían los preparativos, una sospecha hizo demorar la maniobra.

Una de las baterías rojas no se había comunicado con los barcos nacionales y este hecho llevó a la conclusión de que todas no estaban insubordinadas. Después de horas de confusión y mucha tensión la flota nacional decidió suspender la operación y por lo tanto todos los navíos allí reunidos se retiraron. Cuando se alejaban, la artillería de la costa hizo varias descargas de proyectiles sobre ellos pero sin éxito. Luego habrían de saber que la conocida Brigada del Campesino había llegado a Cartagena y, después de controlar a los rebeldes, tomó posesión del lugar.

El comandante del Canarias ordenó rumbo a Palma de Mallorca, pero cuando el crucero se hallaba cerca de Ibiza recibió un pedido de auxilio. Con las máquinas a todo andar el navío regresaba a Cartagena. ¿Que había sucedido?

El comandante de Málaga (ciudad que ya estaba en poder de los nacionales), Don Francisco, había tomado la decisión de enviar un barco cargado con algo más de mil soldados para ayudar en el desembarco en Cartagena. Este barco era el Castillo de Olite, un buque ruso que tiempo atrás había sido capturado por los buques de la flota nacional cuando transportaba material bélico para el ejército republicano. Después del arresto fue despojado de su equipo telegráfico y el ejército nacional utilizaba este navío para el transporte de víveres.

En esta ocasión el Olite estaba en el puerto de Málaga y se lo destinó para llevar los soldados. Así salió rumbo a Cartagena con su carga y la idea de que la flota nacional haría un desembarco en la base roja. Al aproximarse a Cartagena y no divisar ninguno de los barcos nacionales, el capitán del Olite seguramente pensó que el desembarco se había llevado a cabo, por lo tanto dedujo que toda la flota estaba dentro de la base, y al no contar con equipo de comunicación que lo confirmara, se lanzó confiado hacia su objetivo para satisfacción de la artillería roja que no tardó nada en mandarlo a pique.

Cuando el Canarias llegó lo único que vio del Olite fue el palo mayor que sobresalía del agua y los cadáveres que flotaban. El trabajo de la tripulación del Canarias fue difícil y penoso, pero la tarea se cumplió sin ninguna desviación. Se recogieron los cuerpos de los muertos a los que se les quitaba la pulsera de identificación, mientras un médico los revisaba y un sacerdote los bendecía. Finalmente se le ataba a la cintura una cuerda con una pieza pesada que los llevaba para siempre al fondo del Mar Mediterráneo.

Después de este suceso, el Canarias se apostaba frente a la base de Cartagena, en apoyo a la aviación que por las noches bombardeaba incesantemente la base republicana... "Nunca vi el Mediterráneo con tal resplandor. Los reflectores de la base iluminaban el cielo oscuro en busca de los aviones nacionales y los proyectiles que lanzaba la artillería eran como relámpagos que anunciaban la tormenta."

Cuando los nacionales ocuparon Cartagena el crucero Canarias entró en la base naval roja y allí encontraron en el amarradero, el acorazado Jaime I. Este buque de la escuadra republicana había sido hundido allí mismo, a raíz de un complot entre parte de la tripulación y agentes externos, entre ellos el encargado de la correspondencia. Estos hombres consiguieron colocar una buena cantidad de explosivos dentro del navío y después huyeron. La explosión hundió el barco donde estaba anclado y además causó gran cantidad de muertos. Tiempo después el ejército republicano, apresó a los rebeldes que causaron el desastre. Estos fueron acusados de alta traición y ejecutados.

Los republicanos se encargaron de reflotar el Jaime I y le habían reconstruído uno de sus lados con cemento armado, así de esta manera lo mantenían a flote amarrado al muelle. El buque estaba desprovisto de su artillería la cual se hallaba arrumbada en un rincón del puerto. Las bodegas del navío contenían gran cantidad de material de guerra totalmente arruinado debido a la inexorable acción del oxido.

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Al término de la guerra el crucero Canarias y el Almirante Cervera juntamente con dos transatlánticos fueron a buscar a la escuadra republicana que se hallaba en Bizerta [...] en el viaje de regreso a España se detuvieron en el sitio donde se había hundido el crucero Baleares y allí todos los barcos formaron un gran círculo [...] en homenaje a las víctimas un sacerdote ofició una misa en medio del mar [...].

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